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Los primeros homínidos euroasiáticos vienen a España.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 41. Diciembre de 2009

En 1983, en una aldea medieval enclavada en un rincón de la Unión Soviética pegado a Turquía, apareció un diente enorme. Los arqueólogos que excavaban el yacimiento no entendían nada. En aquel asentamiento situado en la encrucijada entre Europa, Asia y África había ruinas del Medievo, tumbas mongolas, restos de la Edad de Bronce y vestigios de la Ruta de la Seda.  Pero aquel diente no era de un gigante mártir cristiano, ni de un bisnieto de Gengis Kan, ni de un pionero de la orfebrería. Era de un rinoceronte del Pleistoceno. Un año después, apareció una rudimentaria herramienta de piedra. Bajo aquella aldea, Dmanisi, hoy en el territorio de Georgia, se encontraban los vestigios más antiguos de los primeros humanos que salieron de África.

Desde entonces, han aparecido cinco cráneos de individuos que vivieron en la región hace 1,8 millones de años, centenares de útiles toscos y fósiles de animales extintos. Para una parte de la comunidad científica, Dmanisi pudo ser una especie de fonda en el viaje de los homininos desde África a Europa. Medio millón de años después, el Homo antecessor ya dominaba la Sierra de Atapuerca, en Burgos. Y los cráneos de Dmanisi están a punto de hacer el mismo viaje que sus descendientes. Las cabezas de los primeros euroasiáticos nunca han salido de Georgia, pero a partir del verano de 2010 podrían recorrer el camino hasta Madrid.

Una veintena de científicos españoles está preparando en el Museo Nacional de Georgia, en Tiflis, la primera exposición sobre los fósiles de Dmanisi. Será la puesta de largo del Homo georgicus, una todavía controvertida nueva especie humana descrita en 2002 para definir los restos encontrados en Georgia. La intención de los mecenas de la exposición georgiana, la Fundación Duques de Soria, que gestiona el dinero de la cooperación cultural entre España y Georgia, es que cuando la muestra cierre sus puertas en Tiflis los primeros euroasiáticos viajen hasta el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid.

Será una ocasión única para mirar cara a cara a la especie que ha descuajaringado el árbol evolutivo humano. Los fósiles desenterrados en Dmanisi han servido a los investigadores del yacimiento de Atapuerca para elaborar una nueva teoría que revienta la del Out of Africa. Según esta hipótesis, los primeros humanos, el género Homo, pudieron surgir en Asia, no en el continente africano, como se sostenía hasta que llegó Dmanisi. El secretario general de la Fundación, José María Rodríguez-Ponga, explica la dificultad de traer los cráneos desde Tiflis hasta Madrid. Los restos han permanecido ocultos bajo la tierra durante 1,8 millones de años, y exponerlos implicará iluminarlos. "Son las mismas dificultades que se afrontaron en 2003, cuando se organizó una exposición con los fósiles de Atapuerca en el Museo de Historia Natural de Nueva York", opina. "A EEUU viajaron fósiles originales de Homo antecessor, y a Madrid vendrán algunos de los cuatro cráneos de Homo georgicus", vaticina.

Rodríguez-Ponga habla de cuatro cabezas porque, oficialmente, la quinta no existe. Actualmente descansa en un estante a la espera de que el director del yacimiento, David Lordkipanidze, anuncie el descubrimiento en una publicación científica. "Si el quinto cráneo viene a Madrid, será un bombazo", auguran otras fuentes. Dmanisi es una especie de meca para los investigadores españoles, pero también un segundo hogar. La paleoantropóloga María Martinón-Torres, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, estaba en Tiflis el verano pasado cuando los aviones rusos bombardearon Georgia. La científica de Atapuerca, junto a otros miembros de la expedición española, consiguió subir al último avión que despegó de la capital georgiana. Unas horas después, un misil destrozó una de las pistas.

Sus colegas georgianos se quedaron en Tiflis. Y algunos de ellos fueron llamados a filas. Como Giorgi Bidzinashvili, que habla español gracias a sus estancias en la Universidad Autónoma de Madrid. En agosto de 2008, soltó las herramientas de piedra del Homo georgicus que estudiaba y empuñó un fusil Kaláshnikov. Era su tercera guerra.. El encarnizamiento del Ejército ruso con la población georgiana paralizó la actividad en el yacimiento. Y este año tampoco se ha excavado. Sin embargo, los científicos retomarán los trabajos el próximo verano. Hay mucho por hacer. Todos los fósiles desenterrados en Dmanisi se han encontrado en un espacio de unos 80 metros cuadrados, pero el yacimiento ocupa una superficie de varias hectáreas. Bajo la tierra deberían hallarse las respuestas a algunas preguntas que martillean la cabeza de los investigadores. Una de las mandíbulas encontradas en el pueblo medieval, la conocida como D2600, es muy diferente al resto. Desconcertantemente distinta. Una posibilidad es que el físico de los machos y las hembras de Homo georgicus fuera muy dispar, como en el caso de los gorilas. Y la otra alternativa es que la quijada no pertenezca a esta especie, sino a otra, lo que implicaría un nuevo susto en la evolución humana.

"No podemos descartar que en Dmanisi coincidieran en el tiempo y en el espacio dos especies diferentes, con nichos ecológicos distintos", señala Martinón-Torres. La investigadora de Atapuerca estuvo el pasado mes de septiembre en Tiflis preparando la exposición y volverá el próximo verano a la sala del champán de Dmanisi. Este pequeño parche de tierra, núcleo del yacimiento, ha sido bautizado con este nombre porque cada vez que se descubre un nuevo fósil humano los georgianos vierten sobre la arena un chupito de Moët & Chandon o similares. En 2004, Martinón-Torres se encontraba en la sala del champán cuando asomó una mandíbula desdentada.

Los dientes no aparecieron, porque se desprendieron de su dueño hace 1,8 millones de años. Según los investigadores, la quijada perteneció a un anciano mellado que vivió durante años sin dentadura, en una época en la que no existían las sopas de ajo. Alguien alimentó al viejo Homo georgicus en el ocaso de su vida. Esta mandíbula, el primer testimonio de solidaridad entre los seres humanos, será otra de las joyas de la exposición.

Pero los fósiles no monopolizarán la muestra. El catedrático de Prehistoria Javier Baena, de la Universidad Autónoma de Madrid, es uno de los encargados de seleccionar las herramientas más representativas de la cultura de los primeros euroasiáticos. Los homínidos de Dmanisi eran achaparrados, y su capacidad craneal era de tan sólo 600 centímetros cúbicos, frente a los aproximadamente 1.400 de los humanos modernos. Sin embargo, se las apañaron para desarrollar una rudimentaria cultura, basada en la caza y en la talla de bastos útiles. Baena ha analizado el conjunto de utensilios encontrado en Dmanisi y se ha topado con que hay dos tipos de tallas completamente diferenciables entre sí. Una, más tosca, se corresponde con artefactos elaborados hace 1,8 millones de años. Otra, más avanzada, se situaría en al menos 1,5 millones de años. Las conclusiones de su estudio sugieren que en la región vivieron dos poblaciones, con culturas distintas. Y, además, son un espaldarazo para los que creen que, en realidad, Dmanisi era la morada de dos especies diferentes de homininos.

"Cuando los georgianos empezaron a analizar los fósiles encontrados en los noventa, no tenían ni idea de qué tenían entre manos. Se parecía a un Homo habilis, pero no era. También se asemejaba a los Homo erectus, pero tampoco era. Posiblemente estemos hablando de un eslabón intermedio", explica Baena. Y, como añade Martinón-Torres, en la comunidad científica crece la corriente de los que piensan que Homo habilis, el primer humano surgido en África, era en realidad un Australopithecus. Así que Homo georgicus, nacido en Asia, ocuparía el lugar de este "príncipe destronado" como primer representante conocido del género Homo. Hasta la explosión de fósiles de Dmanisi, se pensaba que el primer hominino que abandonó la cuna africana, hace un millón de años, fue el Homo erectus, con un físico poderoso y armado con los bifaces achelenses, una tecnología tan avanzada en la época como los fusiles del Ejército de Estados Unidos en la actualidad. Ahora, los científicos tienen que explicar cómo un hominino canijo, pertrechado con un puñado de pedruscos, pudo conquistar Asia un millón de años antes. La exposición de Madrid tendrá que ofrecer unas cuantas respuestas.

 

Ardipithecus ramidus, un nuevo fósil clave en la evolución humana.

 Publicado en Paleo. Año 7. Numero 40. Octubre de 2009. 

Un equipo internacional de científicos presentó el que dicen es el fósil más antiguo y mejor conservado de un ancestro directo de la especie humana. Se trata de una hembra de la especia Ardipithecus ramidus, que vivió hace 4,4 millones de años en lo que hoy es Etiopía. Tal como señalan los investigadores en la revista Science, aunque no se tratara de nuestro antepasado directo, el hallazgo ofrece información muy valiosa sobre una fase crucial en la evolución humana: el momento en el que nos separamos de la rama común que compartimos con los monos.

El descubrimiento, dicen los investigadores, muestra como nunca antes la biología de esa primera etapa de la evolución humana. Ardi, como ha sido apodada, fue descubierta en 1994 en la región de Afar, en Etiopía, pero tomó 17 años llevar a cabo los análisis del hallazgo. Hasta ahora, la etapa más antigua conocida de la evolución humana era la de Australopithecus, el bípedo de cerebro pequeño que vivió hace entre 4 y 1 millón de años.

El más famoso de los australopitecos es Lucy, un fósil de 3,2 millones de años descubierto en 1974 a unos 70 kilómetros de donde fue encontrada Ardi. Cuando Lucy fue hallada la comunidad internacional pensó que los homínidos más antiguos tendrían una anatomía similar a la de los chimpancés, pero Ardi, que es casi un millón de años más antigua que Lucy, no apoya esa teoría.Éste no es un fósil ordinario. No es un chimpancé ni es un humano. Pero nos muestra lo que los humanos solíamos ser

Tras recuperar varios huesos importantes, incluido el cráneo con dientes, brazos, manos, pelvis, piernas y pies, los investigadores lograron calcular su peso y altura, y creen que Ardi caminó en dos patas sobre el suelo, aunque trepaba a los árboles y pasaba mucho tiempo en ellos. Se piensa también que Ardi era omnívora y lo más sorprendente, dicen, es que las proporciones de sus extremidades no eran similares a las de chimpancés o gorilas, sino a las de simios ahora extintos. "En el Ardipithecus tenemos una forma no especializada que no logró evolucionar mucho en dirección del Australopithecus", dice el profesor Tim White, de la Universidad de California, Berkeley, y uno de los principales investigadores.

"Así que cuando la vemos de la cabeza a los pies, lo que observamos es una criatura mosaico, es decir, alguien que no es chimpancé, pero tampoco es humano. Es un Ardipithecus". Los investigadores creen que estos homínidos vivían en bosques y, a pesar de que trepaban árboles, no pasaban mucho tiempo columpiándose en sus ramas ni tampoco caminaban ayudándose en los nudillos como lo hacen los chimpancés. En general, dicen los autores, el hallazgo revela que los homínidos y los simios africanos siguieron caminos evolutivos diferentes, por lo cual ya no debemos considerar a los chimpancés como "representantes" de nuestro antepasado común.

"Darwin fue muy astuto en este aspecto", dice el profesor White.

"Dijo que debíamos ser muy cuidadosos. Que la única forma de saber realmente cómo era nuestro antepasado común sería encontrándolo". "Bien, en 4,4 millones de años logramos encontrar algo muy parecido. Y, tal como pensaba Darwin, la evolución del linaje de los simios y el linaje de los humanos ha estado ocurriendo de manera independiente desde que esas dos líneas se dividieron, desde que existía ese ancestro común que compartimos". El investigador agrega que el estudio de Ardi, en el participaron 47 científicos de 10 países de todo el mundo, fue muy meticuloso. 

"Nos tomó muchos, pero muchos años limpiar los huesos en el Museo Nacional de Etiopía y después restaurar el esqueleto en sus dimensiones y forma original", dice el profesor White. "Y después lo estudiamos y lo comparamos con todos los otros fósiles que se conocen de África y otras partes". "Éste no es un fósil ordinario. No es un chimpancé ni es un humano. Pero nos muestra lo que los humanos solíamos ser", afirma el científico.

 

Hallan en Barcelona el último ancestro

común del hombre y los grandes simios.

 Publicado en Paleo. Año 3. Numero 7. 5 de Enero de 2005.

El cráneo descubierto tiene 13 millones de años y ha sido bautizado como ‘Pau’. Un grupo de científicos del Instituto de Paleontología Miquel M. Crusafont de la Diputació de Barcelona, liderado por Salvador Moyà-Solà, ha descubierto un nuevo cráneo de 13 millones de años en Hostalets de Pierola. Bautizado como ‘Pau’, el fósil podría ser el último antepasado común del hombre y los grandes simios. El investigador Salvador Moyà-Solà, junto a su colaboradora Meike Kölher, presentó en Barcelona los resultados de los estudios, que recoge la prestigiosa revista Sciencie. El fósil podría ser el último antepasado común de todos los antropomorfos vivientes, el grupo de los orangutanes, chimpancés, xosfer y humanos.

El descubrimiento se remonta al 5 de diciembre de 2002, cuando el grupo de científicos descubrió el cráneo del fósil. Enseguida supieron que se trataba de “algo extraordinario”, explicó Kölher, con lo que iniciaron la primera excavación en el verano de 2003.  Finalmente, en un radio de excavación de entre 20 y 25 metros cuadrados, identificaron un esqueleto parcial muy bien conservado, con lo que deducen que se trata de un mismo simio. Se trata del Pierolapithecus catalaunicus, o también bautizado como Pau, un ejemplar que probablemente es macho, joven, de unos 35 kilos de peso corporal y una altura de entre 1 y 1,20 metros. Moyà-Solà destacó su edad, de 13 millones de años, una época “muy poco conocida”. Se conoce muy poco sobre los chimpancés, los gorilas y su grupo, de cómo eran y en qué momento vivieron en la historia”, añadió. Según explicó este científico, lo más novedoso estriba en que, los hallazgos hasta ahora de fósiles han sido “incompletos, parciales y fragmentarios”, ya que trabajaban, principalmente, con la mandíbula y los dientes. Sin embargo, el hallazgo en Hostelets de Pierola incluye “la estructura esquelética básica” con “regiones clave”, como las vértebras, las costillas, la clavícula y la muñeca. El esqueleto encontrado coincide con los rasgos importantes comunes a los grandes simios modernos. Los científicos barajan la posibilidad de que proceda de África, como la mayoría de los primates, y que pasó por Oriente Próximo para acabar en España. La caja torácica, la parte inferior de espina dorsal y las muñecas del simio muestran señales clave de una habilidad especial para trepar, que concuerda con los grandes antropomorfos modernos. En comparación con los monos, que pertenecen a un grupo más primitivo, tienen una capacidad de movimiento más cuadrúpedo generalizado, sin estar completamente erguidos pero con una postura similar a la de los simios modernos. El cráneo también es similar al de los grandes simios, con una cara relativamente corta y la estructura de la parte superior de la nariz que se encuentra en el mismo plano que los ojos, a diferencia de los monos. La caja torácica es también similar a los grandes simios. El hallazgo también descubre el hábitat y la fauna con la que vivió el simio. Según los investigadores, se trataba de una “selva muy densa subtropical de una riqueza extraordinaria”, dijo Moyà-Solà. En cuanto a los animales, había elefantes, rinocerontes, pequeñas ardillas voladoras y reptiles, en particular, tortugas, dijo el científico. Según el estudio de los huesos de Pau, trepaba verticalmente por los árboles con movimientos “muy ágiles”, como los chimpancés o gorilas, pero sin colgarse de las ramas, porque sus brazos y manos no eran lo suficientemente largos. Se alimentaba de vegetales, insectos e, incluso, algún pequeño mamífero. Aunque se desconoce la causa de su muerte, es posible que cayera de un árbol por un descuido.

 

 

Recuperan ADN de un Neanderthal de hace 100.000 años.

Publicado en Paleo. Año 4. Numero 18. Julio de 2006.

Especialistas franceses y belgas consiguieron aislar el material genético de una muela procedente de restos fósiles de un hombre de Neanderthal (en realidad, un niño de entre 10 y 12 años de edad), hallados en la gruta de Scladina, en Bélgica. Según publicó la cadena de noticias británica BBC, los expertos decodificaron la secuencia de 123 “letras” de ADN mitocondrial, que se transmite esencialmente por la madre y que es considerada clave para entender la evolución humana. Los resultados del estudio se publican en el último número de la revista especializada Current Biology.

Hasta ahora, los estudios indican escasas probabilidades de que los hombres de Neanderthal, que vivieron en Europa, en Asia Central y en Medio Oriente entre 230.000 y 28.000 años atrás, se mezclara con los humanos modernos. Los Neanderthales fueron expertos cazadores, adaptados a las severas condiciones climatológicas de la Edad del Hielo, pero comenzaron a desaparecer con la llegada a Europa del hombre moderno. Se les llama así porque el primer esqueleto fue descubierto en 1856 en el valle de Neander, en Alemania. No se sabe a ciencia cierta por qué se extinguieron, aunque varias teorías proponen desde hipótesis biológicas y ambientales hasta factores culturales. Al igual que se ha discutido mucho sobre la causa de la desaparición de los Neanderthales, también se ha debatido intensamente sobre un presunto mestizaje con el Homo Sapiens (el hombre moderno). El estudio de los científicos belgas y franceses dice que hasta ahora no hay rastro alguno de un supuesto mestizaje. Los expertos también llegaron a la conclusión de que la diversidad genética de los Hombres de Neanderthal ha estado subestimada. Se determinó que esta diversidad era mucho mayor en los primeros tiempos de la historia evolutiva neanderthal que en los períodos posteriores, cuando los hombres modernos comenzaron a llegar a Europa. La pérdida de diversidad se debe a fluctuaciones en el número de la población causadas por enfermedades, cambios medioambientales o a mutaciones genéticas. Los datos genéticos que se poseían hasta ahora correspondían al período en que los Neanderthales coexistían con los humanos modernos. El estudio del ejemplar en la gruta de Scladina permitió acumular información de una época en la que en Europa solamente vivían los Neanderthales. Según otra investigación, publicada en la revista Nature, los hombres de Neanderthal maduraban con tal rapidez que, a los 15 años, ya podían considerarse adultos, en lugar de los 18 años del hombre moderno. Esa investigación también indica que era una especie completamente distinta a la que dio lugar al Homo Sapiens u hombre moderno.

Fuentes: Revista Nature, Revista Current Biology, Cadena BBC y PaleoArgentinaWeb.

 

 

Descubren en Etiopía, restos de una
Niña de Australopithecus afarensis.

Publicado en Paleo. Año 4. Numero 22. Noviembre de 2006.

Hace 3.300.000 años, en lo que hoy es Dikika, Etiopía, una pequeña niña moría en un árido valle cercano a la desembocadura del río Awash, en un inmenso lago salobre. Un equipo internacional liderado por Zeresenay Alemseged, del Instituto Max Planck, de Leipzig, Alemania, anuncio en Nature que encontró sus restos, ocultos en una roca de arenisca de esas tierras yermas. Por la antigüedad, grado de completitud y edad de la niña, el hallazgo no tendría precedente en la historia de la paleoantropología. "Selam" ("paz" en etíope), como ya se llama oficialmente al fósil, sería miembro de la especie Australopithecus afarensis (homínidos que antecedieron al género Homo), cuyo primer y más famoso exponente fue descubierto en 1974 y bautizado "Lucy".

Por eso, aunque Selam sería unos 150.000 años anterior, la revista científica difundió el descubrimiento con el título "Encontraron a la hija de Lucy"... "Lo que hace único a este hallazgo es que el esqueleto está prácticamente intacto –dijo la paleogeóloga Diana Roman, integrante del equipo que firma el trabajo-. Lo que sucede usualmente con fósiles de esta antigüedad es que uno encuentra los huesos desparramados por el terreno porque los animales los separan, pero los de esta niña estaban en la posición en que murió. La razón por la que suponemos que ocurrió esto es que debe de haber sido enterrada inmediatamente después de morir, tal vez por una inundación." "El significado de este descubrimiento es múltiple -afirmó, desde Addis Abeba, Zeresenay-. Nos ayudará a entender la morfología, el plan corporal, el comportamiento, el movimiento y los patrones de desarrollo de nuestros lejanos ancestros. Después de que finalicemos la limpieza y la preparación del fósil, por primera vez podremos reconstruir el cuerpo casi completo de un Australopithecus afarensis de tres años." "Es una verdadera mina de información", se entusiasma Bernard Wood, antropólogo de la Universidad George Washington que no participó del trabajo, en un comentario que publica la misma revista. El primer vestigio de la niña se descubrió el 10 de diciembre de 2000. Fueron necesarios cinco años y miles de horas de trabajo para remover cuidadosamente la matriz que rodeaba los huesos. El balance de los restos recuperados arroja un cráneo completo -con una impresión del cerebro-, un torso entero y trozos importantes de los miembros superiores e inferiores. Esto incluye partes del esqueleto hasta ahora desconocidas para ese período, como el hueso hioides, ubicado en la base de la lengua y relacionado con el habla en los seres humanos. En el caso del fósil de Dikika, se parece más al de los simios, lo que sugiere que los A. afarensis no habían desarrollado el lenguaje. El conjunto muestra una combinación de sutiles similitudes y diferencias con los rasgos anatómicos de monos y humanos, como si se tratara de un organismo a mitad de camino. Por ejemplo, el ritmo de desarrollo dental de A. afarensis era exactamente igual al de los modernos chimpancés, dice Wood; la escápula del hombro, parecida a la de los gorilas modernos; mientras los huesos del dedo curvado y los canales semicirculares del oído interno, a los de los chimpancés. Según Zeresenay, el patrón anatómico de las manos hace pensar que los australopitecinos todavía las usaban para treparse a los árboles, pero "el fémur, la tibia y el pie de la niña preservan evidencia de que esta antigua especie caminaba erguida eficientemente ya a los tres años". "Se trata sin duda de un hallazgo importante -dice Mónica Berón, del Museo Etnográfico de la UBA-. Piezas clave como los fragmentos de las extremidades inferiores aportarán mucho a la discusión sobre la locomoción bípeda de los australopitecinos, mientras que la escápula permite aclarar dudas sobre el grado de compromiso de la porción superior del esqueleto en el andar de estos homínidos. Pero sobre todo me parece que la posibilidad de analizar un individuo juvenil, en el que se pueden observar los grados de erupción dentaria y la capacidad craneana en crecimiento, y compararla con otros individuos de la misma especie o de otras permite aclarar muchos datos sobre pautas evolutivas del proceso de hominización."

Fuentes: Nora Bär, de la Redacción de LA NACION y Grupo Paleo.

 

 

El Homo Antecesor vivió hace un millón de años.

Publicado en Paleo.  Año 5. Numero 23. Enero de 2007.

Eudald Carbonell, especialista en Geología del cuaternario, dio a conocer algunos de los descubrimientos arrojados a lo largo de 30 años de investigación en la Sierra de Atapuerca, España, donde halló evidencias de evolución humana de más de un millón de años. Carbonell encontró los restos del primer europeo que llegó hace cerca de un millón de años, el denominado Homo antecesor, una especie humana anterior a la del Homo Sapiens y el Hombre de Neanderthal. En la charla Un Millón de Años de Evolución Humana en Europa, en el Museo Nacional de Antropología, el investigador precisó que los estudios en Atapuerca,

provincia de Burgos, arrojaron evidencia claras de la evolución biológica, técnica y modos de subsistencia de los seres humanos más remota que se tiene a la fecha. Este homínido era originario de África pero emigro a zonas europeas y zonas de Asia. El Homo antecesor de Europa evolucionaría más tarde al homo Neandertal y el Homo antecesor que se quedó en África evolucionaría al Homo Sapiens. Según Carbonell, el Homo antecesor era alto, fuerte y de cerebro pequeño, pero con una cara muy similar a la del humano actual, es decir, con un aspecto más “moderno” que otros grupos humanos más recientes o próximos en el tiempo. El Homo antecesor es una especie que por el momento sólo se ha encontrado en el yacimiento de Gran Dolina de Atapuerca, y los análisis de estos fósiles han evidenciado la práctica del canibalismo hace unos 800 mil años. Otro de los descubrimientos ha sido el de restos de oído medio, junto con una estructura compuesta por frecuencias de audición parecidas a las nuestras, “lo cual quiere decir que podía comunicarse al igual que nosotros”, abundó. El arqueólogo español agregó que en Cueva del Elefante se encontraron huesos fracturados con marcas de corte lo cual demuestra que los utilizaban como herramienta para curtir pieles. “Al analizar los fragmentos craneales y postcraneales, el equipo de investigación encontró en el 60 por ciento de los cráneos fracturas hechas con piedra, acciones que para ellos significan eran actos de carnicería o de canibalismo”, señaló. Según sus deducciones, indicó que “no se trata de un canibalismo alimenticio sino de canibalismo de competencia, es decir sólo se comían a las crías, para evitar controlar a los grupos y evitar la competencia, lo que no se sabe es quién se comió al Homo antecesor”. Durante el hallazgo fueron descubiertos los restos de individuos que tenían entre tres y 20 años de edad e indicó que aún no se han encontrado neonatos. Tras su visita a México, Carbonell viajará a otros países como Cuba, Chile y Guatemala, y se espera que en los primeros meses de 2007 visite Colombia, Argentina y Perú, en busca de fomentar la Red Científica Hispanoamericana, con objetivos similares a la que ya existe en Asia. Su esperanza de vida no superaba los 40 años, vivían en grupos de 8 a 12 especimenes. Era menos inteligente, pues poseía una capacidad craneal de mil cm3, menor a la del humano actual (1400). El equipo de trabajo del español presume que la tasa de mortalidad era mayor en el número de mujeres de entre 15 y 17 años de edad, esto debido a “la crisis por la que pasaban las mujeres en su primer parto y dejaban a las crías en manos de sus otros parientes”. Eudald Carbonell nació en Ribes de Freser (Barcelona) en 1953. Cursó estudios superiores en Girona, Barcelona y París. Es doctor en Geología del Cuaternario y en Historia. En 1997 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica por el proyecto de Atapuerca, que codirige. Es catedrático de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona e investigador principal del Grupo de Autoecología Humana del Cuaternario. Es coautor de Atapuerca: un millón de años de historia y de Aún no somos humanos, entre otros libros. Hace poco mas de un millón de años, distintos lugares del sur de Europa, comienzan a proporcionar claras evidencias que un ser, se pasea por ríos y cuevas. Era el primer poblador de ese continente, el Homo antecesor. Apareció en la Sierra de Atapuerca, un lugar de praderas abiertas y bosques mediterráneos. Vivió en el pleistoceno inferior hace 780 mil años, tenía una mandíbula poco especializada, un aparato dental muy primitivo y una complexión grácil, medía entre 1.70 y 1.80. Era robusto, musculoso y corpulento, tenía la frente echada hacia atrás, sus cejas eran anchas y las aberturas nasales amplias, no tenían barbilla. Se dedicaban a la recolección de vegetales y a la caza menor. Para trabajar usaban lanzas sencillas y piedras cortantes. Este homínido aun no conocía el fuego por lo que comían la carne cruda. No vivían en cuevas pero las utilizaban para estar guarecidos y para fabricar sus utensilios.

Fuentes: Notimex y PaleoArgentina Web.

 

 

Encuentran señales de canibalismo entre Neandertales.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 23. Enero de 2007.

El equipo de científicos dirigido por este madrileño del Departamento de Paleontología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) en Madrid, cuya investigación se publica en el último número de la revista PNAS, analizó los restos óseos y dentales que se han ido extrayendo de la Cueva de El Sidrón desde el año 2000 correspondientes a ocho ejemplares de Neandertal. En este trabajo participaron 18 investigadores de distintos centros españoles y concluyeron que los ocho individuos representados en este yacimiento (un niño, un joven, dos adolescentes y cuatro adultos) presentan líneas de hipoplasia, relacionadas con malnutrición o enfermedad. Los dientes crecen "como a capas", lo que es perceptible en el estado de su esmalte, hasta que se detiene su desarrollo, explicó el responsable de esta investigación, quien es además autor de 130 artículos científicos y de divulgación.

También se han detectado signos en "algunos huesos, no en todos" que desvelan prácticas de canibalismo entre aquellos individuos, con marcas de cortes con cuchillos de sílex. Sorprende que "no todos los individuos hayan sido descarnados o tratados de la misma manera", ya que "en otros yacimientos hay una pauta, es como un proceso, y siempre se hace de la misma manera, con marcas en los mismos sitios", explicó. Los científicos barajan dos hipótesis para explicar los episodios de canibalismo que se habrían dado entre esos neandertales y que confirmarían que "esta práctica estaría mucho más extendida entre estos individuos de lo que se pensaba". El estado de los dientes hace pensar en una carencia de alimentos generalizada en el momento del destete (justo en el tránsito de la alimentación con leche de la madre a la no materna) pero la adolescencia sería también un periodo crítico, como revelan los restos. Otra hipótesis para explicar los episodios de canibalismo a partir de este estudio, en el que se usaron técnicas de morfometría geométrica 2D y 3D, se vincula a posibles prácticas "simbólicas", algo "todavía por descubrir en el mundo Neandertal", añadió Rosas. Hasta ahora, explicó, en España sólo se habían detectado signos de canibalismo en neandertales en Zafarralla (Málaga) y en Europa en zonas como Francia o Croacia. Rosas destacó tres mandíbulas "muy bien conservadas" en la cueva de El Sidrón, aparte de más de cien dientes aislados, huesos largos de extremidades y otros en conexión anatómica, como es el caso de "varias vértebras junto a sus costillas o todos los huesos de un pie juntos". La investigación desvela además una diferenciación entre las poblaciones del sur, que habitaban en la Península Ibérica, Italia y la región balcánica, y las del norte, que poblaban los Alpes, Centroeuropa y la Europa del Este. "Los del sur tenían la cara algo más ancha y menos alargada que los del norte, más próximos estos a la imagen clásica de los neandertales", según el científico. Aún es prematuro asegurar si las diferencias detectadas se deben a cuestiones climáticas o de adaptación, o también si las divergencias surgieron por deriva genética o por azar. Este conjunto arqueológico está compuesto casi en exclusiva de fósiles humanos, sin apenas restos de otros mamíferos, lo que le confiere una gran singularidad. Las condiciones de conservación en esta cueva son tan óptimas que permitieron la primera extracción de ADN mitocondrial de Neandertal en España y el establecimiento de un marco de trabajo sobre la filogeografía de esta especie humana fósil.

Fuentes: Revista PNAS, EFE y PaleoArgentina.

 

Evidencias sobre la Edad de Piedra de los Chimpancés.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 26. Julio de 2007.

Durante miles de años, los chimpancés de África Occidental han estado rompiendo nueces con herramientas de piedra. Un grupo de investigadores ha encontrado evidencia de que los chimpancés de África Occidental han utilizado herramientas de piedra para romper nueces desde antes de la llegada de la agricultura, miles de años atrás. El resultado sugiere que los chimpancés desarrollaron este comportamiento por sí mismos, o incluso que la utilización de herramientas de piedra fue una característica heredada de nuestro ancestro común. Julio Mercader, Christophe Boesch y sus colegas encontraron las piedras en un lugar llamado Noulo, en Côte d’Ivoire

(Costa de Marfil), el única asentamiento prehistórico chimpancé que se conoce. Las piedras que desenterraron muestran signos de uso como herramientas para aplastar nueces, tal como se las puede comparar con antiguas herramientas humanas de piedra o con modernas herramientas chimpancé. También encontraron varios tipos de granos de almidón sobre las piedras, parte del residuo derivado de aplastar las nueces locales. Las herramientas tienen unos 4.300 años de antigüedad, lo que, en términos humanos, corresponde a la Edad de Piedra Tardía. En los chimpancés, el comportamiento de romper nueces se transmite socialmente, y los nuevos descubrimientos presentados muestran que ese comportamiento ha sido transmitido a lo largo de muchas generaciones.

 

Humanos modernos en Kostenki, Rusia.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 26. Julio de 2007.

Un hallazgo arqueológico en Rusia vierte luz a la migración de los seres Humanos modernos a Europa. Las herramientas fueron encontradas en el sitio de Kostenki, en el sur de Moscú, y sugieren que los seres Humanos modernos estaban en este lugar hace aproximadamente 45.000 años. Los primeros Humanos modernos pudieron haber llegado a Europa a través de una diversa ruta que fue pensado previamente, los informes internacionales del equipo. La investigación fue publicada en la revista Science. "Hasta este momento, apareció como si la presencia más temprana de seres humanos modernos en Europa estaba en Europa central del sur, en lugares como Bulgaria y Grecia," Juan explicado Hoffecker, autor en el papel y un científico de investigación en la universidad de Colorado en Boulder, los EE.UU. "

Esto refleja una entrada del Levant (las orillas del este del mediterráneo) momentos antes hace de 44.000 años." Pero el equipo cree que ahora ha encontrado una alternativa y posiblemente una ruta anterior a la entrada en el continente. Los investigadores examinaron las herramientas, ornamentos personales y cosas talladas en marfil descubierta debajo de una capa de ceniza volcánica antigua en el sitio, que se extiende hasta un rió cercano. Las herramientas pertenecieron muy probablemente a los seres Humanos modernos y fueron fechados alrededor de hace 45.000 años, bueno eso dijo el profesor Hoffecker. No obstante eran diferentes a las herramientas encontradas en los otros sitios europeos, él agregó. "Esto sugiere que tenemos un grupo de gente que no esta muy relacionado en Kostenki, sugiriendo por lo menos que tenemos una ruta alternativa para los seres Humanos modernos en Europa - quizás el este ser el más temprano," él dijo en su Web site de noticias de la BBC. El Profesor Hoffecker dijo que él se sorprendido al haber encontrado tales evidencia de seres Humanos modernos primitivos en Kostenki. "Es discutible la parte más fría y más seca de la mediados de-latitud Europa. Es el lugar pasado que esperábamos verlos primero, "Él agregó. Una razón posible de emigrar a estas condiciones más ásperas pudo haber sido la carencia de Neanderthals presente en esta área en este tiempo. "la ausencia de Neanderthals significada allí no era ningún competidor a ocuparse para de los recursos," profesor Hoffecker dijo.

Fuente: BBC.

 

Homo Habilis vs. Homo Erectus.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 27. Septiembre de 2007.

 Los fósiles, descubiertos en el este de Africa, desafían el concepto según el cual los humanos evolucionaron de uno a otro, como una línea de dominó, desde el antiguo Homo habilis al Homo erectus y, eventualmente, al Homo sapiens o gente moderna. El Homo habilis, el eslabón más antiguo conocido de la especie humana y considerado el ancestro de una especie más evolucionada, la del Homo erectus, fue coetáneo de este último en África oriental, según un estudio que está previsto que se publique en la revista Nature. Dos nuevos fósiles descubiertos en la orilla este del lago Turkana, en Kenia, por un equipo científico internacional, encabezado por Fred Spoor, del University College de Londres, desbaratan el hasta ahora admitido esquema cronológico de los comienzos de la especie humana. Los fósiles son, por una parte, los fragmentos más recientes hallados hasta ahora de una mandíbula superior de Homo habilis, que datan de hace 1,44 millones de años. Por otro lado, los científicos han estudiado un cráneo de Homo erectus en muy buen estado de conservación que, curiosamente, es más antiguo, de unos 1,55 millones de años. Los investigadores deducen que, al contrario de lo que dicen las hipótesis actuales, ambas especies de homínidos, que se supone que se relevaron de forma lineal en el tiempo, fueron en realidad coetáneas durante un largo período en la cuenca del Turkana, durante medio millón de años probablemente. El Habilis es un homínido cuya aparición se sitúa hace unos 2,5 millones de años. Recibió tal denominación en 1964 debido a herramientas rudimentarias de piedra halladas cerca de los primeros restos localizados. Según el esquema cronológico actual de la evolución humana, dicho homínido habría dejado paso hace 1,8 millones de años al Homo Erectus, estudiado por primera vez en Asia a partir de 1.891 gracias a unos fósiles de 800.000 años de antigüedad. Durante el siglo XX se descubrieron en África fósiles mucho más antiguos de esta especie, la primera que emprendió la conquista progresiva del planeta. A la luz de los nuevos restos hallados en el sitio keniano de Ileret parece imponerse una revisión de los orígenes de la especie humana. Para los científicos, la prueba obtenida sobre la coexistencia del Homo Habilis y el Homo Erectus convierte en «poco probable» la hipótesis de que el segundo sea una evolución del primero.

Fuentes: Cadena Global/Reuters  y PaleoArgentina

 

Chororapithecus abyssinicus, un nuevo primate mioceno
abre nuevas teorías evolutivas en los humanos.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 27. Septiembre de 2007.

Investigadores que trabajaban en Etiopía desenterraron fósiles de un gorila de 10 millones de años de antigüedad, un descubrimiento que podría sugerir que los humanos y los grandes simios africanos pudieron haberse separado mucho antes de lo pensado. El equipo etíope y japonés nombró a la especie Chororapithecus abyssinicus y dijo que representaba al primer primate reconocido con relación directa a los gorilas, chimpancés y bonobos de hoy en día. "Los registros de fósiles humanos datan de seis a siete millones de años atrás, pero no sabemos nada de cómo la línea humana emergió de los gorilas," dijeron los

investigadores en un comunicado, que acompañó a la publicación de su estudio en la revista Nature. "Chororapithecus nos da un primer vistazo del antecedente de los gorilas en la historia de los orígenes humanos," agregó. Los investigadores encontraron los fósiles en un terreno empinado e irregular, 170 kilómetros al este de Addis Abeba. El equipo, que desenterró un diente canino y ocho molares, determinó que éstos eran de un gran gorila porque compartían características especiales con los primates modernos, que comen alimentos fibrosos como raíces y hojas. Concluyeron que el Chororapithecus era una forma primitiva de gorila o una rama independiente, que tuvo una adaptación similar casi al mismo tiempo en que la línea de esos simios estaba emergiendo en otras zonas. "Si no es un pariente del gorila, entonces es algo muy parecido a lo que debería haber sido un gorila prematuro," dijo Gen Suwa de la Universidad de Tokio, uno de los investigadores. Peter Andrews, paleontólogo del British Natural History Museum y experto en orígenes humanos, consideró al descubrimiento emocionante porque la evidencia fósil de grandes gorilas, los parientes vivientes más cercanos de los humanos, es casi inexistente. Pero dijo que no estaba suficientemente seguro acerca de las características de los dientes de gorila del nuevo fósil como para nombrar una especie anterior, como han hecho los investigadores, que retrasa la línea de tiempo de separación entre los simios y los humanos. "Hacer una escala de tiempo para la evolución de los grandes gorilas basada en este nuevo fósil es exagerar la evidencia," dijo Andrews en una entrevista telefónica. Algunos científicos también han especulado con que la línea directa del gorila ancestral que engendró a sus descendientes, los chimpancés y los humanos llegó a Africa desde Euroasia. Pero los investigadores dijeron que sus descubrimientos sumaban evidencia al hecho de que Africa fue el lugar de origen tanto de los humanos como de los gorilas modernos. Por otro lado, sugerían que los gorilas se separaron de un ancestro común con los humanos y chimpancés mucho antes de la fecha aceptada de 7 a 8 millones de años atrás. "Chororapithecus indica que se necesita reconsiderar esta asunción," dijeron los investigadores. "De hecho, si la línea de orangutanes estaba presente en Africa antes (de la) primera migración del Mioceno (unos 23 a 25 millones de años atrás) de gorilas desde Africa hasta Euroasia, entonces la división de humanos y orangutanes puede remontarse fácilmente a 20 millones de años atrás."

 

Nakalipithecus nakayamai, un nuevo primate de Kenia.

 Publicado en Paleo. Año 5. Numero 28. Noviembre de 2007

Una mandíbula y once dientes de hace 10 millones de años encontrados en Kenia podrían corresponder a una nueva especie de primate muy próxima al último ancestro común de gorilas, chimpancés y humanos, revela un equipo internacional de investigadores en la revista 'Proceedings', de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU.

La biología molecular ha establecido que los linajes de chimpancés y humanos se separaron hace entre 7 y 5 millones de años, y que antes divergieron de los gorilas entre hace 9 y 8 millones de años. Los restos de Kenia -donde no se encontraba un fósil de prehomínido desde 1982- corresponden a una época de la que se han recuperado tan pocos huesos en África que eso ha llevado a pensar a algunos científicos que el último antepasado de las tres especies emigró desde Europa o Asia al continente africano, donde los primates hominoideos se habrían extinguido por razones desconocidas.

Los descubridores de 'Nakalipithecus nakayamai' -como ha sido bautizado el primate- consideran que, con sus 10 millones de años, el fósil echa por los suelos tal posibilidad y apoya, sin embargo, la continuada evolución africana de los primates hominoideos hasta derivar en el hombre y sus parientes más cercanos.

 

El hombre 'diminuto' de Flores era un individuo con malformaciones.

Publicado en Paleo. Año 6. Numero 29.  Marzo de 2008.

Meike Köhler i Salvador Moyà, del Institut Català de Paleontologia, afirman que las particularidades del esqueleto aparecido en Indonesia (Homo floresiensis) no son fruto de adaptaciones a la insularidad

Los restos del polémico 'Hombre de Flores' (Homo floresiensis) aparecidos en la isla de Flores, en Indonesia, el año 2004, pertenecen a un individuo con malformaciones, y en ningún caso son de un individuo enano de una nueva especie como se ha venido afirmando. Los investigadores del Institut Català de Paleontologia (ICP), Meike Köhler y Salvador Moyà, afirman en un artículo aparecido en la revista científica Trends in Ecology and Evolution, que las características del esqueleto aparecido en Flores no siguen el patrón propio de las especies de mamíferos adaptadas a vivir en islas.

Homo floresiensis es el nombre que reciben los restos fósiles de un grupo de individuos aparecidos en la isla de Flores con un cuerpo y un cráneo extraordinariamente diminutos (un metro de alto y 25 quilos de peso en los adultos) que habría sido contemporáneo de los humanos modernos (Homo sapiens) hace 18.000 años. Según sus descubridores, sus dimensiones reducidas se explicarían como una adaptación a la vida insular.

Köhler y Moyà niegan ésta posibilidad y argumentan que entre las adaptaciones que presentan los mamíferos a la vida insular y a su escasez de recursos, se observan tres características básicas:

1)Una reducción de los órganos sensoriales y motores y de sus áreas relacionadas. Por ejemplo, los ojos y órbitas son más pequeños de lo que correspondería a un animal de dimensiones normales. Éste no es el caso del hombre de Flores, que mantiene el rango de dimensiones propio de Homo sapiens. Es decir, tiene los ojos pequeños de acuerdo con sus dimensiones reducidas.

2)Los huesos del hombre de Flores muestran características que dificultaban su movilidad, como por ejemplo poco desarrollo muscular, un húmero y una tibia con malformaciones, y asimetrías entre las partes izquierda y derecha del cráneo, entre otras. Éstas características no son adaptaciones a la vida insular, sino malformaciones que, además, no le permitían ser un buen cazador - recolector, como sugerían sus descubridores basándose en los restos arqueológicos hallados en el yacimiento.

3)Para asegurar que el hombre de Flores es un enano, se ha utilizado  el argumento que un elefante enano del género Stegodon apareció también en ésta isla de Indonesia, pero según Köhler, Stegodon se conoce de yacimientos más antiguos y se extinguió hace 800.000 años. Hasta ahora no se ha publicado ninguna prueba que demuestre que existía un Stegodon enano hace 18.000 años.

Por otro lado, hace 18.000 años tuvo lugar la última gran glaciación que ocasionó una disminución del nivel de los océanos y por tanto, el hombre de Flores con casi total seguridad no estaba completamente aislado. Así, el argumento que su extraña morfología sea fruto de una adaptación a la vida insular no tiene fundamento.

Fuentes: Enviada a nuestro “Lista de Correo” por Joan Esculies, Responsable de Comunicación del INSTITUTO CATALÀN DE PALEONTOLOGIA (ICP). Imágenes, Grupo Paleo.

 

Investigadores del ICP demuestran que el género Homo fue el único capaz de fabricar industria lítica.

Publicado en Paleo.  Año 6. Numero 30.  Mayo de 2008.

Durante años se ha considerado que los australopitecinos también la fabricaban    

Un equipo de investigadores del Instituto Catalan de Paleontologia (ICP), formado por su director, Salvador Moyà, Meike Köhler y Sergi Almécija, junto al investigador de la Universitat Autònoma de Barcelona, David M. Alba, ha demostrado que el género Homo es el único capaz de fabricar industria lítica. El resultado de las investigaciones aparece en el último número (968) de la prestigiosa revista especializada en primates, Folia Primatologica, que ya se puede consultar on-line y que saldrá impresa el próximo mes de junio.

El año 1964 los paleontólogos Louis Leakey, Phillip Tobias y John Napier describieron la especie Homo habilis, la más antigua del género Homo, a partir de restos fósiles de hace 1,6 millones de años aparecidos en la famosa garganta de Olduvai, en Tanzania. El holotipo (el individuo elegido para definir la especie) se llamó OH7.

Hasta ahora, se havia considerado que, por similitud con la mano de OH7, la especie Paranthropus robustus (también conocida como Australopithecus robustus) que coexistió en el tiempo con Homo habilis hace entre 2,5 y 1 millón de años, también podía fabricar herramientas, a pesar de tener una capacidad craneal sensiblemente inferior.

Después de haber estudiado la morfología de la mano de OH7, el equipo de Salvador Moyà ha demostrado que la mano pertenece a un individuo de Paranthropus boisei. El estudio demuestra que los Paranthropus y los Homo tenían diferencias importantes en cuanto a la morfología de las falanges y que, por tanto, ni P.robustus ni P. boisei podían fabricar industria lítica. Del artículo també se desprende que para fabricar herramientas de manera sistemática la capacidad craneal es fundamental.

Les características de la mano de Paranthropus boisei se pueden asociar a técnicas especializadas de alimentación. Paranthropus se alimentaba de los recursos que encontraba en la sabana, principalmente de pequeños vegetales y raíces, que recolectaba durante el día. La estructura de su mano le permitía manipular y coger objetos pequeños, de aquí algunas similitudes con la mano d’Homo.  

Se puede decir, por tanto, que Paranthropus y Homo habitaban nichos ecológicos diferentes y por eso pudieron coexistir en el tiempo. Los primeros se alimentaban básicamente de vegetales, mientras que Homo fabricaba herramientas líticas de manera sistemática para, entre otros, procesar la carne y los huesos.

Australopitecos:

Parantrhopus boisei (o Australopithecus boisei)

Vivió en África Oriental hace entre 2 y 1 millones de años.

Capacidad craneal alrededor de los 500 cm3

Alimentación básicamente vegetariana

Industria lítica: No

Hasta ahora no se conocía ninguna mano de ésta especie. La mano del individuo OH7 que Leakey atribuyó a H.habilis, Moyà la atribuye a P.boisei

Paranthropus robustus (o Australopithecus robustus)

Vivió en Sur-África hace entre 2 y 1,2 millones de años.

Capacidad craneal alrededor de los 500 cm3

Alimentación básicamente vegetariana

Industria lítica: No

Se conocen restos de manos de P. robustus que, hasta ahora, y por comparación con la mano que se atribuía a OH7 había llevado a pensar que los Paranthropus también fabricaban industria lítica. Ahora queda demostrado que no es así.

Homo:

Homo habilis

Vivió en África Oriental hace entre 2,5 y 1,4 millones de años.

Capacidad craneal entre 650 y 800 cm3

Empieza a aprovechar la carne como recurso alimentario importante

Industria lítica: Sí

Fuente; Envido por Joan Esculies, Responsable de Comunicación del Instituto Catalán de Paleontología (ICP).

 

Homínido bípedos y teorías sobre su origen.

 Publicado en Paleo. Año 6. Numero 30.  Mayo de 2008.

Una comparación de la forma del más completo fémur fosilizado de uno de los más antiguos homínidos o prehumanos conocidos, con los fémures de monos y humanos del presente y con otros fósiles, indica que la más temprana forma de bipedación surgió hace al menos seis millones de años.

Según William Jungers, de la Universidad de Stony Brook, y Brian Richmond, de la Universidad George Washington, su hallazgo indica que el fósil pertenece a ancestros muy arcaicos del Ser Humano, y que andar erguidos sobre dos piernas es una de las primeras características humanas que aparecen en nuestro linaje, justo después de la bifurcación entre los linajes del Hombre y del Chimpancé.

Este estudio es el primer análisis cuantitativo meticuloso del fósil de Orrorin tugenensis descubierto en Kenia en el año 2000 por un equipo francés de investigación. El fósil en cuestión es un fragmento bastante significativo de fémur.

Jungers y Richmond completaron un análisis de la forma del fémur, correspondiente a un adulto joven de O. tugenensis, cuyos resultados les permitieron dar con las pautas del andar bípedo de este polémico homínido. El análisis incluyó una amplia y diversa muestra de monos, otros homínidos tempranos, incluyendo al Australopithecus, y humanos modernos de todos los tamaños corporales.

Según los investigadores, este estudio aporta evidencias de que el linaje humano se bifurcó del tronco común de nuestros parientes evolutivos hace al menos seis millones de años, que compartimos ancestros con el Orrorin, y que nuestros antepasados ya caminaban sobre dos piernas en la época. Estas cuestiones no estaban claras antes del nuevo y detallado análisis.

El estudio confirma que seis millones de años atrás, ya había homínidos en África que eran similares a los posteriores australopitecinos en su anatomía y en su biomecánica locomotora.

El reto que ahora hay que afrontar es, según los investigadores, identificar qué fue lo que provocó el cambio desde esta antigua y exitosa adaptación a la marcha bípeda hasta nuestra propia forma de bipedación.

 

La especie humana estuvo al borde de la extinción por el cambio climático.

 Publicado en Paleo.  Año 6. Numero 30.  Mayo de 2008.

La humanidad estuvo a punto de extinguirse hace 70.000 años, diezmada por condiciones climáticas extremas, según la investigación que estuvo a cargo de un equipo de paleontólogos divulgada en los Estados Unidos.

«Quién habría pensado que hace sólo 70.000 años, un clima extremo redujo nuestra población a un número tan ínfimo que estuvimos al borde de la extinción», señaló Meave Leakey, profesor de paleontología de la Universidad Stony Brook de Nueva York, que participó en el proyecto.  

Estudios precedentes habían mostrado que la población humana, que actualmente es de 6.600 millones, no totalizaba probablemente más de 2.000 individuos hace 70.000 años. 

El este de África parece haber sufrido una serie de sequías severas hace entre 135.000 y 90.000 años y los fenómenos climáticos contribuyeron a cambios en la población humana, que se dividió en pequeños grupos aislados que se desarrollaron independientemente, explicaron Doron Behar y Saharon Rosset.

Behar pertenece al centro médico Rambam en Haifa, Israel, y Rosset al centro de investigación del grupo IBM en Yorktown Heights (Nueva York), y son los principales autores del trabajo.  No fue sino hasta hace 40.000 años que todos los grupos humanos se volvieron parte integral de una sola población panafricana, reunidos luego de haber estado separados por 100.000 años.

«Este estudio ilustra el extraordinario poder de la genética para revelar ciertos eventos clave de la historia de la especie humana», señaló Spencer Wells, de National Geographic Society.  «Se trata ciertamente de la epopeya humana escrita en nuestro ADN, que nos muestra pequeños grupos formados por los primeros humanos, separados por condiciones climáticas muy severas, antes de reagruparse tras haber casi desaparecido de la faz de la Tierra para poblar al mundo», dijo.

Después de este periodo sombrío, la raza humana experimentó una fuerte expansión que la condujo a ocupar numerosas regiones del continente africano y emigrar fuera de África para poblar otros continentes, hace alrededor de 60.000 años. Pero la historia de los humanos entre el primer ancestro común, de hace unos 200.000 años, y este período, era poco conocida. El estudio publicado recientemente en el American Journal of Human Genetics analizó el ADN de poblaciones que habitaban el sur y este de África que parecen haberse separado de otras tribus en el período que transcurre entre hace 90.000 a 150.000 años. 

Fuentes: Grupo Paleo.

 

Se pone en duda la datación de Sahelanthropus tchandensis.

 Publicado en Paleo. Año 6. Numero 33. Diciembre de 2008.

El geógrafo Alain Beauvilain (el descubridor) acaba de publicar un trabajo en la revista South African Journal of Science que pone en duda la datación de Sahelanthropus tchandensis (Tumai), el homínido más antiguo conocido hasta el momento (7 millones de años). Esos restos consisten en un cráneo casi completo, fragmentos de la mandíbula inferior y tres dientes aislados.

El pasado mes de febrero, el paleontólogo francés Michel Brunet (“padre” científico de la especie”) publicó un trabajo en la revista PNAS que fijaba la antigüedad de 7 millones de años para este homínido descubierto en el Yurab del Tchad. Alain Beauvilain, director de la expedición ha apuntado que esta datación se obtuvo a partir del análisis radiocronológico de los sedimentos donde se encontró el fósil.

Sin embargo Beauvialin apunta que la edad del cráneo no tiene que ser la misma que la de los sedimentos.

Tal y como se puede ver en las fotos tomadas en el lugar, el fósil reposaba en el suelo sobre una superficie constituida por arena blanda constantemente removida por el suelo y fue simplemente recuperado del suelo (no excavado). Según Beauvilain pudo haber sido arrastrado hasta allí por el viento del desierto. Por otra parte Brunet, que no estuvo presente en el descubrimiento asegura que la datación se ha realizado a partir del sedimento que se encontraba en contacto con el cráneo y por tanto es irrelevante la afirmación, que ya era conocida por el libro “Tumai, la aventura humana.

 

Los homínidos ya comían tortugas hace más de 120.000 años.

  Publicado en Paleo. Año 6. Numero 33. Diciembre de 2008.

Investigadora asociada al Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y a la Universidad Rovira i Virgili, Ruth Blasco, ha analizado los restos fósiles de tortuga (Testudo hermanni) en la valenciana Cova del Bolomor para demostrar que los homínidos del Pleistoceno Medio Final ya comían estas pequeñas presas. Muchos investigadores afirman que el consumo sistemático de los animales de tallas muy pequeñas se restringe al Paleolítico superior (posterior a los 30.000 años) y por tanto, ligado a las estrategias de subsistencia vinculadas al hombre anatómicamente moderno.

Sin embargo, Blasco explica a SINC que: "Existen algunos yacimientos de cronologías Plio-Pleistocenas, como el Bed I de Olduvai, en el que se ha sugerido el aprovechamiento ocasional de erizos (Erinaceus broomi)". Aunque la utilización de lepóridos (conejos y liebres) ha sido registrada en varios yacimientos del Pleistoceno final, "apenas existían evidencias del consumo de quelonios (tortugas) en Europa", argumenta.

La investigación, que se publica en el último número del Journal of Archaeological Science, parte de una metodología zooarqueológica y describe patrones dentro de la secuencia antrópica de aprovechamiento de estas pequeñas presas. El trabajo aporta datos sobre los procesos de carnicería y consumo de tortugas en los momentos finales del Pleistoceno medio. La zooarqueóloga identificó evidencias del consumo humano en los restos de tortuga: marcas de corte en los huesos de las extremidades y en el interior de los caparazones, cremación de las conchas, impactos de percusión en el caparazón y en el plastron (parte inferior del caparazón), así como mordiscos humanos en los huesos de las extremidades.

Por otra parte, las dobles coloraciones observadas en los caparazones confirman que las tortugas "fueron asadas sistemáticamente antes de su consumo", ya que los grupos humanos que ocupan la Cova del Bolomor utilizaban el fuego para aprovechar los nutrientes de las tortugas. Además, a partir de las marcas de corte en los huesos de las extremidades y en la cara ventral de los caparazones de los fósiles, la investigadora ha podido describir cómo las tortugas fueron descarnadas. Los mordiscos humanos en los huesos de las tortugas son el signo definitivo de que los homínidos se aprovechaban de estos animales.

 

Homo heidelbergensis, cuidaba a sus discapacitados en el Pleistoceno de España.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 35. Abril de 2009.

Hace 530.000 años, en la Sierra de Atapuerca (Burgos, España) nació un niño diferente. Su cabeza era muy asimétrica y es probable que sufriese problemas motores y cognitivos. En las hostiles condiciones del Pleistoceno Medio, sus posibilidades de supervivencia sin la ayuda de sus congéneres habrían sido escasas. Sin embargo, pudo llegar a cumplir los 12 años de edad. Esta historia, reconstruida por investigadores españoles a partir de un cráneo recuperado en la Sima de los Huesos, sugiere que aquellos homínidos, los Homo heidelbergensis, no abandonaban a su suerte a los individuos discapacitados. "Esto nos proporciona información sobre las capacidades sociales que nos proporcionaron nuestro éxito como especie, que está claro que no proviene de que seamos muy fuertes o tengamos unos dientes enormes", explica Ana Gracia, investigadora del Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos y coautora del estudio que hoy publica la revista PNAS.

El trabajo del equipo de Atapuerca ha permitido determinar que aquel joven heidelbergensis sufría craneosinostosis. Esta enfermedad, que también sufren los humanos actuales, es una dolencia considerada rara. Afecta a menos de seis individuos por cada 200.000 nacimientos y se produce cuando los huesos de la cabeza de un niño se suturan antes de tiempo, sin esperar a que el cerebro haya alcanzado su volumen definitivo. Aún con el espacio constreñido, la masa encefálica del pequeño se sigue expandiendo, provocando problemas de distinta gravedad. El cráneo encontrado en la sierra burgalesa es la evidencia más antigua que se tiene de esta

Los investigadores han calculado que la anomalía se produjo durante el embarazo, entre la semana 28 y la 34. "El origen de la enfermedad en el individuo que estudiamos puede tener origen diverso, pero es posible que se debiese a un traumatismo producido dentro del útero por una caída de la madre o por una mala posición del feto", afirma Gracia. El grado de discapacidad sufrido por el niño no se puede determinar con precisión. En algunos casos, la sinostosis no es más que un problema estético, pero las lesiones pueden llegar a arrebatar el habla. Hoy, la dolencia se opera durante el primer año de vida y eso impedía comparar el cráneo encontrado en la Sima de los Huesos con una persona moderna de diez años que sufriese la enfermedad.

La humanidad del comportamiento de los habitantes prehistóricos de Atapuerca con sus enfermos es mayor que la mostrada por algunos homínidos más modernos en periodos muy recientes. Una actitud más eugenésica se observa en la elevada frecuencia de craneosinostosis hallada entre los niños enterrados en el cementerio del Hospital Medieval de Santiago y Santa María Magdalena en Chichester (Reino Unido). En esta institución, que funcionó como hospicio desde 1450, eran abandonados niños con deformidades de todo tipo. El cuidado de las personas enfermas o dependientes se había documentado ya en tiempos prehistóricos, aunque el debate sobre la validez de estas pruebas continúa. Si se tomasen por ciertas, también los neandertales habrían mostrado algún tipo de compasión por sus congéneres más débiles pese al esfuerzo extra que su cuidado les pudiese suponer. Este tipo de comportamiento, ausente en otros primates como el orangután o el gorila, se considera exclusivamente humano.

"Hallazgos como éste suponen una evidencia más de la humanidad de estas poblaciones y de su complejidad", explica José María Bermúdez de Castro, codirector de los yacimientos de Atapuerca. "Cuanto más las estudiamos, más comprobamos la humanidad de unos individuos a los que durante mucho tiempo se ha considerado bestiales o inhumanos", añade.

"Si pudiéramos traer a un preneandertal [como los Homo heidelbergensis] a la actualidad y lo educáramos dentro de una familia normal, es posible que no pudiese llegar a ser un buen ingeniero, pero casi con total seguridad sería capaz de desarrollar unas capacidades notables dentro de la sociedad", plantea el paleoantropólogo. "En estas sociedades es posible que, si por ejemplo un macho tenía alguna dificultad para ir a cazar, sobreviviera colaborando en el cuidado de las crías o con la recolección", afirma Bermúdez de Castro. "En realidad, es muy posible que se comportasen de un modo muy similar al nuestro en la actualidad, con esa dualidad humana tan extraordinaria: son capaces de ser compasivos con los demás y al mismo tiempo involucrarse en guerras por el territorio con consecuencias terribles", concluye.

En 2003, el investigador publicó la tasa de desgaste de los incisivos de los homininos enterrados en la Sima de los Huesos. Cada tres años, desaparecía un milímetro de la corona de esos incisivos y hacia los cuarenta años aquellos habitantes del pleistoceno ya no tenían dientes. Masticar se tornaba imposible y sus opciones de supervivencia se reducían drásticamente. Sin embargo, dos años después se publicó el estudio de un individuo desdentado de hace 1,8 millones de años hallado en el yacimiento de Dmanisi (Georgia) que había logrado sobrevivir. Los investigadores interpretaron aquel descubrimiento como una muestra de solidaridad con los débiles. El cráneo del niño burgalés apoya esta misma hipótesis.

 

Darwinius masillae. El mono-lemur del Eoceno de Alemania, brinda pistas sobre la evolución humana y otros mamíferos.

 Publicado en Paleo. Año 7. Numero 36. Junio de 2009.

Con un tamaño aproximado al de un pequeño gato, el animal tiene cuatro patas y una larga cola. Nadie sostiene que es un ancestro directo de monos y humanos, pero ofrece algunos rasgos de cómo podría haber sido un antiguo ancestro, dijeron los investigadores.

Un equipo de científicos ha anunciado el descubrimiento del esqueleto fosilizado de un mono-lemur de 47 millones de años de antigüedad que podría convertirse en el eslabón perdido de la evolución humana. El fósil, al que han llamado “Ida” ha sido presentado en una rueda de prensa especial en Nueva York. El descubrimiento del 95% del esqueleto de un mono-lemur ha sido descrito por los expertos como "la octava maravilla del mundo", y consideran que su impacto en el mundo de la paleontología será algo así como "un asteroide caído en la Tierra" al considerar que se ha que inició Charles Darwin hace 200 años con la Teoría de la Evolución.

Así, el equipo investigador señala a Ida como la prueba de la transición de las especies que inició Darwin a bordo del Beagle. Según expresó sir David Attenborough al canal de televisión Sky News, Darwin "se habría emocionado" de haber visto el fósil porque expresa lo que el ser humano es y de dónde procede.

Investigado en secreto

"Esta pequeña criatura va a enseñarnos nuestra conexión con el resto de los mamíferos. Es el único que nos conecta directamente con ellos --ha añadido--. Ahora la gente puede decir, de acuerdo, somos primates, enséñennos el vínculo. Ese nexo que decían que estaba perdido ya no lo está más". El fósil de la mona Ida, de unos 53 centímetros de altura, ha sido investigado en secreto durante los últimos dos años por un equipo internacional de expertos en fósiles dirigido por el profesor del Museo de Historia Natural de Noruega, Jorn Hurum.

Los científicos consideran que Ida --aplastado hasta el grosor de un posavasos-- es el fósil de primate más completo nunca encontrado. En concreto, Ida tiene en vez de garras uñas como las de los seres humanos y sus pulgares opuestos, lo que la sitúa en el inicio de la raíz de la evolución humana, cuando los primeros primates desarrollaron características que después eventualmente les harían convertirse en lo que hoy es el hombre.

Asimismo, otro importante descubrimiento es la forma del hueso del talón de su pie, que los humanos tuvieron de la misma manera muchos años mas tarde. Ida fue desenterrada por un cazador de fósiles aficionado hace unos 25 años en Messel Pit, un antiguo cráter volcánico cerca de Frankfurt (Alemania), famoso por la cantidad de fósiles. El coleccionista que la encontró la limpió y la colocó en un poliéster de resina y la mantuvo colgada durante 20 años en la pared de su casa. Este fósil es realmente parte de la historia de la evolución humana, de la parte más profunda de los anales del tiempo, de hace 47 millones de años, según los investigadores.

"El fósil más bello del mundo"

Según Sky News, el propietario no tenía idea de la importancia única del fósil y él simplemente lo contemplaba como a un cuadro. Sin embargo, en 2006, Ida llegó a las manos de un tratante privado, Thomas Perner, que se presentó con el fósil al profesor Hurum en la feria anual de fósiles y de comercio de minerales de Hamburgo (Alemania).  Al verlo por primera vez, el profesor Hurum exclamó que se trataba del "fósil más bello del mundo" y no pudo dormir durante dos días. Según se observa en una grabación de video casera del propio profesor, éste dice emocionado que "esto es algo que el mundo no ha visto nunca antes, un espécimen único, totalmente único".

Fue entonces cuando el tratante le pidió más de un millón de dólares por el fósil, diez veces más que la cantidad más alta pagada por un fósil en el mercado negro, según la cadena de recopilar el dinero en Noruega y se llevó a Ida a Oslo (Noruega).

Un 'dream team' de expertos

Este experto en fósiles descubrió un monstruo marino de 50 pies de altura que se llamó Predator X en una isla de Noruega cercana al Polo Norte. Fue entonces cuando encajó el dream team de expertos que ha trabajado en secreto durante los últimos dos años. El equipo incluye al paleontólogo doctor Jens Franzen y al doctor Holly Smith, de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), y al presidente electo de la Sociedad Paleontológica de Estados Unidos, Philip Gingerich.

De acuerdo con los estudios radiométricos de las rocas volcánicas de Messel, los expertos descubrieron que Ida vivió hace 47 millones de años en el periodo del Eoceno, cuando los bosques tropicales casi se juntaban con los polos y Suramérica estaba aún separado de Norteamérica.

"Darwin estaría muy contento"

Durante ese periodo surgieron las primeras ballenas, caballos, murciélagos y monos y los primeros primates se dividieron en dos grupos; uno de ellos vivió y se mantuvo como lemures, y el segundo evolucionó hacia los monos y después hasta los humanos. Los investigadores han concluido que Ida no fue un simple lemur, sino un lemur mono, porque se encuentra a caballo entre ambos grupos y además se sitúa en la cercana línea hacia los humanos.

Según los investigadores, Ida representa la pieza que faltaba del puzzle que une al grupo de primates que abarca a los humanos y simios con antepasados más distantes. "Ella está más relacionada con la línea humana, lo que la coloca en las mismas raíces de la evolución antropoide, cuando los primates comenzaban a mostrar rasgos que terminarían siendo propios de los humanos", señalaron los autores del estudio publicado en Public Library of Science

"Cuando Darwin publicó su 'Origen de las Especies' en 1859, habló mucho sobre la transición de las especies, pero también que él nunca encontró especies de transición, por lo que toda su teoría entera podría haber sido incorrecta. Por esa razón, estaría muy contento si viviera hoy, cuando damos a conocer a Idaal mundo", ha concluido el profesor Hurum.

La criatura era un hembra joven que habría muerto a los 9 o 10 meses. Fue extraída de una mina, a alrededor de 30 km de Francfort, y llamada Ida por la hija de 6 años de Hurum. Su nombre científico es Darwinius masillae. Fue desenterrada por un coleccionista privado en 1983 y se mantuvo en manos privadas hasta que el museo de Hurum la compró, en 2007.

La historia del fósil será mostrada en el canal History y será motivo de un libro. La presentación del fósil de 47 millones de años de antigüedad es la primera escala en un lanzamiento mediático comercial orquestado por científicos y el History Channel . Incluye una película con los detalles de los dos años de estudio, que se mantuvieron en secreto, la presentación de un libro y acuerdos de exclusividad con el canal ABC News y un sitio en Internet. "Cualquier banda de rock hace lo mismo. Tenemos que empezar a pensar igual en la ciencia", afirmó Jorn Hurum, el científico de la Universidad de Oslo que adquirió el fósil y reunió el equipo que lo estudió.

 

Investigadores españoles descubren una nueva

especie de homínido fósil.

  Publicado en Paleo. Año 7. Numero 36. Junio de 2009.

Un equipo de investigadores del Instituto Catalán de Paleontología (ICP) de la Universidad Autónoma de Barcelona han descubierto un nuevo género y especie de homínido fósil al que han denominado Anoiapithecus brevirostris. El hallazgo de una cara y una mandíbula en el Vertedero de Can Mata en Barcelona muestran que la especie vivió hace 11,9 millones de años. Los resultados del trabajo, que se publican en la edición digital de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), arrojan luz sobre el origen filogenético y geográfico de los Hominidae, la familia a la que pertenecen humanos, orangutanes, chimpancés, bonobos y gorilas.

El estudio, realizado al completo por investigadores vinculados al ICP, ha sido dirigido por Salvador Moy-Sol, director de este centro y profesor de investigación del Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados en el ICP y de la Unidad de Antropología Biológica de la Universidad Autónoma de Barcelona. El nuevo homínido ha recibido la denominación de Anoiapithecus brevirostris por su cara plana y su procedencia del municipio l'Anoia en Els Hostalets (Barcelona) que significa "el simio de  l'Anoia de morro corto". Los investigadores le han llamado Lluc, que en latín significa "el que ilumina", por esclarecer algunas de las incógnitas sobre la familia de los Hominidae.

El ejemplar combina un conjunto de características que no se había descubierto hasta el momento en el registro fósil. Por un lado, presenta una morfología facial muy moderna con un hocico bastante reducido, algo que sólo se podía encontrar en el género Homo, ya que el resto de grandes simios tienen un morro más salido. Además de describir un nuevo género para la ciencia, el nuevo fósil aporta una información muy importante para comprender el origen de los grandes antropomorfos y humanos.

Con anterioridad, se había propuesto que los géneros Griphopithecus y Kenyapithecus, pertenecientes al grupo de los afropitécidos kenyapitecinos y presentes en Eurasia y Africa hace unos 15-14 millones de años, eran el grupo más estrechamente emparentado con los homínidos.

Sin embargo, esta hipótesis no se había podido probar debido a que el material fósil disponible era demasiado fragmentario. Pero el Anoiapithecus presenta una combinación de caracteres que lo sitúan en una posición intermedia, ya que combina una configuración facial moderna con una serie de características primitivas presentes en los kenyapitecinos, como el esmalte dental grueso entre otras.

Según los investigadores, esto sugiere que la familia Hominidae evolucionó en Eurasia a partir de algún kenyapitecino derivado, como podrían ser Griphopithecus o Kenyapithecus, y que probablemente se diversificó en este continente, dando lugar tanto al grupo que incluye a los orangutanes y formas fósiles relacionadas (ponginos), como al grupo que incluye a los grandes simios africanos y a los humanos (homininos).

Estos últimos habrían migrado posteriormente a Africa durante el Mioceno Superior desde Eurasia, aunque no puede excluirse por ahora que ponginos y homininos evolucionasen independientemente, en Eurasia y Africa respectivamente, a partir de distintos ancestros kenyapithecinos. Los investigadores señalan que, aunque el Anoiapithecus verifique la hipótesis filogenética de que los kenyapitecinos son el grupo hermano de los homínidos, no significa que sea el eslabón perdido. "No existe tal cosa, sino formas transicionales que nos indican el parentesco entre los grupos", explican.

El trabajo se encuadra dentro del proyecto del estudio del origen y diversificación inicial de los grandes simios antropomorfos en la región mediterránea. Los investigadores llevan estudiando los fósiles recuperados en el Vertedero de Can Mata desde finales del 2002. Hasta la fecha han publicado 14 artículos científicos dedicados al tema, entre los que destaca la descripción del Pierolapithecus catalaunicus en Science en el año 2004.

 

Recuperan icnitas de Homo erectus en Kenia.

  Publicado en Paleo. Año 7. Numero 37. AGOSTO de 2009.

Desde sus primeros postulados, la Teoría de la Evolución propone la adaptación de las especies a ciertos contextos y situaciones, lo cual, desde ya, no excluye a nuestra propia especie. Un reciente hallazgo de antiguas huellas humanas en Kenia agrega leña al fuego del debate sobre cómo fueron los primeros pasos del hombre. En el complejo rompecabezas que es la reconstrucción de la evolución humana, todo dato nuevo alimenta conclusiones adicionales. Un ejemplo es el reciente descubrimiento de un puñado de huellas humanas de 1,5 millones de años de antigüedad encontradas cerca del lago Turkana, en Kenia. Las pisadas han venido a fortalecer lo que se sabía sobre el andar humano y su lugar en la evolución, aunque serán necesarias muchas más piezas para conocer los detalles del cómo y el porqué. El descubrimiento fue recientemente publicado en la revista Science, por John Harris, de la Universidad de Rutgers, EE.UU..

Ya existía un antecedente de huellas de homínidos, las más viejas conocidas, que datan de hace 3,7 millones de años y que quedaron grabadas en Laetoli, Tanzania. En aquel entonces, dos o tres homínidos caminaron sobre las cenizas de un volcán cercano y una posterior garúa inició el proceso de solidificación. Las huellas encontradas en Turkana, además de más recientes, son más numerosas y están mezcladas con las de otros animales que circulaban por allí, lo que brinda bastante evidencia sobre las especies contemporáneas. Los responsables fueron uno o varios Homo ergaster (en general es considerada una subespecie temprana del Homo erectus), cuyos pies hubieran calzado unos 40, y por lo menos un niño.

La forma del pie, con el pulgar alineado con los demás dedos, ya es moderna, lo mismo que su andar: primero apoyaba el talón, luego el metatarso y finalmente los dedos, que se hundían en el barro para dar propulsión al cuerpo.

Estos detalles no son menores ya que las evidencias fósiles de este homínido no son numerosas y las huellas permiten cubrir parte del bache arqueológico. Así, fósiles de hace unos 2 millones de años, de la especie Australopithecus afarensis, aún conservaban el pulgar del pie separado, lo que indicaría que aún usaban los pies para aferrarse al trepar. Estos rasgos evolutivos señalan la presencia de un bipedalismo firmemente establecido, aunque es materia de discusión descubrir la ventaja adaptativa fundamental que originó este desarrollo. Las teorías acerca de la razón por la que los homínidos evolucionaron hacia el bipedalismo suman alrededor de una docena y no son, necesariamente, excluyentes. Hay quienes creen que los homínidos, como los chimpancés, adoptaban la postura de un bípedo sólo para comer; de esta manera, los frutos de los árboles les resultaban más cercanos.

Por otro lado hay quienes sostienen una hipótesis simple y viable: el bipedalismo, por elevar una mayor parte del cuerpo por encima del suelo, ayuda a reducir la temperatura corporal y permite que el cuerpo disipe mejor el calor. Esto es lógico por cuanto la brisa es más fuerte a mayor altura y la superficie expuesta al sol es menor, lo que facilita la regulación térmica del cuerpo. Hay también científicos que consideran que la llegada de épocas de sequía redujo las superficies arboladas y apareció una mezcla de sabana con mosaicos arbolados. Lo cual obligó a que los homínidos tuvieran que viajar más para conseguir el alimento y a que tuvieran que trasladar sus herramientas, por lo que moverse en cuatro patas rompiéndose los nudillos no era ni eficiente ni placentero.

Varias hipótesis más se apoyan en la viabilidad del transporte: hay quienes sugieren que el traslado de carne sobre distancias considerables fue un factor clave, o bien que lo importante fue el traslado de los infantes; y hay también quienes mencionan las herramientas de piedra y las armas. 

En todo caso está claro que existen numerosas buenas razones para el bipedalismo y que, como ya decía Charles Darwin, el hombre no hubiese llegado a su posición dominante del mundo sin el uso adecuado de las manos, que tan hábilmente siguen el mandato cerebral. Pero en la actualidad, tal vez la hipótesis que más aceptación tiene es la del “vadeo”. Muchos mamíferos plantígrados que eran cuadrúpedos en tierra se hacían bípedos en el agua para dejar la cabeza afuera y respirar.

Son ejemplos el orangután, el chimpancé, el gorila; una excepción es el oso pardo. Esta teoría se ve favorecida por las similitudes halladas entre la pelvis del mono extinto Oreopithecus bambolii y la del hombre. Si bien éste no es antecesor de los humanos, vivía en los pantanos de una isla, lo que lo obligaba a “vadear” con frecuencia.

Esta hipótesis es también conocida como del “mono acuático” y habla de las necesidades de nadar y bucear para conseguir alimento. También intenta explicar, por las diferencias de hábitat, la separación generada entre los ancestros de los humanos y otros grandes monos. Según esta corriente, las diferencias físicas entre los humanos y esos monos se justifican por la influencia del medio ambiente y por la alimentación distinta que supone la vida cerca de costas y ríos.

Es difícil determinar hasta qué punto la falta de evidencias lleva a los paleontólogos a dar rienda suelta a su imaginación. Los nuevos descubrimientos, por pequeños que sean, dan pie a lucubraciones que se van sumando y dando cuerpo a una teoría que algún día (o tal vez nunca) se verá refutada o aceptada. En todo caso, estos científicos siguen juntando las piezas de su obra y llenando los huecos con pinceladas propias para armar el cuadro de ese pasado tan lejano, con la esperanza de que hallazgos futuros confirmen sus presunciones.

 

El Mamut de Granada convivió con Neandertales y "Homo sapiens".

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 38. Agosto de 2009.

Al menos en los 10.000 años que transcurrieron entre hace 40.000 y hace 30.000 años, una población importante de mamut lanudo -el animal que reinaba en el frío ecosistema llamado tundra y estepa, ya desaparecido- vivió en la zona de Padul (Granada). Es el yacimiento hallado más al Sur en Europa y uno de los más meridionales del mundo. Sus vicisitudes desde que se encontraron los primeros molares de mamut en los años setenta indican que todavía le falta mucho a España para dar la protección adecuada a sus ricos depósitos fósiles de la fauna y la flora extintas que forman parte de su historia. Ahora, paleontólogos españoles, en colaboración con especialistas de otros países, han estudiado por primera vez a fondo los restos disponibles y los han correlacionado con las condiciones climáticas imperantes en la península Ibérica. Han hallado que los Mamuts lanudos de Granada tenían las mismas características morfológicas que los del resto del mundo y que migraron tan al sur debido a la existencia de periodos climáticos especialmente fríos y secos en esa zona.

"Se sabe que el tamaño de los osos y los ciervos, por ejemplo, cambia con la latitud en la que viven", comenta Diego Álvarez Lao (Universidad de Oviedo), primer firmante del artículo publicado en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. "Es interesante saber que los Mamuts de Padul no son diferentes de los del resto de Europa". En el yacimiento hay restos de al menos cuatro ejemplares, "la población fósil más completa de España, un material de un valor altísimo", subraya Álvarez Lao. En uno de ellos se ha calculado la alzada -2,70 metros-, similar a la de un elefante asiático actual.

Desde al menos 1973 se conocen restos de la especie Mammuthus primigenius en este yacimiento, en una turbera de propiedad privada (en explotación), y paleontólogos como Emiliano Aguirre y Ana Mazo los excavaron y estudiaron someramente. Sin embargo, gran parte de los fósiles -extraídos en 1982 y 1983- se extraviaron, recuerdan los investigadores. Algunos permanecen en la Universidad y en el Parque de las Ciencias de Granada, pero no parece existir un marco o programa para conservar los que puedan aparecer en el futuro y recuperar otros en poder de particulares.

Se han hallado fósiles de mamut lanudo en 25 lugares de la península Ibérica, sobre todo en la cornisa cantábrica y en el centro, y probablemente haya muchos más, pero es seguro que no se alcance ni de lejos la densidad de restos que hay en el norte de Europa. "Aquí no tenemos permafrost", recuerda desde Atapuerca, donde participa como cada año en la campaña de excavación, Nuria García (Universidad Complutense), coautora del trabajo publicado. Se refiere a los espectaculares hallazgos en Siberia de Mamuts enteros, incluso con pelo y tejidos blandos. Estos animales estaban completamente adaptados al ecosistema de tundra y estepa y no podían vivir en otro lugar. "Por eso, cada vez que oigo decir que se podría revivir el mamut, me pregunto: ¿Y dónde lo pondríamos?", comenta García.

Hace 40.000 años -la datación más antigua de los restos de mamut de Padul-, neandertales y cromañones (nuestra especie) ya convivían en toda la Península. Una teoría relaciona precisamente la extinción de los neandertales con el descenso de las temperaturas. "Se piensa que el frío terminó con las poblaciones aisladas de neandertales", comenta García. "Yo estoy convencida de que los neandertales llegaron a ver a los Mamuts y, por supuesto, que los cazaron esporádicamente o los carroñearon, lo mismo que el Homo sapiens". Otra teoría relaciona la desaparición de los Mamuts, que subsistieron en algunas zonas hasta hace sólo 10.000 años, con la presión de la caza humana, aunque no se sabe exactamente cómo lo hacían, porque hay muy pocos ejemplos de fósiles con signos de caza. El trabajo actual es consecuencia de la tesis doctoral de Álvarez Lao sobre las faunas frías, dirigida por García y Miguel Arbizu. En él se ha comparado el yacimiento de Padul con los yacimientos meridionales de todo el mundo, tarea en la que han colaborado Ralf-Dietrich Kahlke, del Centro de Investigación de Paleontología del Cuaternario en Weimar, donde Álvarez Lao aspira a una beca posdoctoral, y Dick Mol, del Museo de Historia Natural de Rotterdam.

 

Anoiapithecus brevirostri, nuestro antepasado Catalán.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 38. Agosto de 2009.

Complementando la nota principal de esta entrega de Futuro, aquí aparece el relato sobre la aparición de un nuevo fósil que en una de ésas podría alterar las genealogías más o menos aceptadas hasta ahora. Todo dicho muy cautelosamente, y con un cuidado extremo. Con el cimbronazo de los “grandes descubrimientos”, hace unas semanas, la presentación en sociedad del fósil Darwinius masillae, Ida para los amigos, armó un flor de revuelo por haber sido llamado “el eslabón perdido” entre los humanos y el resto de los primates. Pero resulta que los bombos y platillos con que fue anunciado su hallazgo no fueron más que eso, ya que en realidad no se trataba de ningún “eslabón perdido” ni ancestro común de nadie.

Pero ahora, sin tanta fanfarria, y con sus descubridores pidiendo moderación, acaba de darse a conocer la existencia de un primate fósil de 12 millones de años, y que sí podría arrojar luz sobre el origen de la familia de homínidos, a la que pertenecen los orangutanes, chimpancés, gorilas y nosotros. También se le ha puesto un nombre amistoso, Lluc, y uno científico, Anoiapithecus brevirostri. Lo más interesante de este fósil descubierto en Cataluña es que sería un “hermano” de los primeros homínidos, por lo que aporta datos sobre cómo habrían sido esos antepasados. Y lo más aventurado es que se habrían originado en el área del Mediterráneo.

Los restos fósiles de gran parte del rostro y la mandíbula de Lluc fueron descubiertos en 2004 en Abocador de Can Mata, localidad ubicada en Els Hostalets, un municipio de Barcelona. El trabajo con los restos estuvo a cargo de científicos del Institut Català de Paleontologia (icp.cat), dirigidos por Salvador Moyà-Solà, y los resultados de su estudio fueron publicados recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences. Lo primero que llamó la atención fue su rostro, de donde viene el nombre de la especie brevirostri, que en latín sería algo así como morro corto.

El rostro más plano como rasgo distintivo es muy importante para el estudio de la evolución de los primates, de los cuales nosotros, los Homo sapiens, somos los que tenemos la cara más chata. Los demás primates tienen más o menos morro, y esa característica es la que los acerca, o los aleja, de nosotros. Por ejemplo, los orangutanes, chimpancés y gorilas tienen un morro más corto, por eso forman parte de nuestra familia Hominoidea. 

El origen de nuestra familia no resulta del todo claro para los paleontólogos. El registro fósil de los que se cree podrían ser los ancestros de este grupo es muy fragmentario. Con el descubrimiento del Anoiapithecus brevirostris se puede acercar este origen a unos primates fósiles conocidos como kenyapitecinos, que fueron de los primeros en salir de Africa –hace unos 15 millones de años– para asentarse en algunas regiones de Europa y Asia. Según los investigadores catalanes, A. brevirostris sería un descendiente de esos primeros emigrantes y su gran parecido con los homínidos les hace pensar que estos últimos se habrían originado en Eurasia, y no en Africa como se creía hasta ahora. Esto pone en juego una teoría que hasta ahora no tenía demasiada fuerza, pero que viene sumando adeptos desde hace algunos años: “Vuelta a Africa”. Así los investigadores creen que la gran separación existente entre los homínidos, los pongidae (orangutanes) y los homininos (nosotros y los demás), habría surgido en Eurasia. Y varios millones de años después habrían regresado a Africa dando lugar a la evolución separada de chimpancés, gorilas y las primeras especies de Homo, género del que somos el último representante en pie.

Mediante estudios genéticos se ha establecido que el último antepasado común entre chimpancés y humanos debe haber existido entre 6 y 7 millones de años atrás. Pero hasta el momento no se han descubierto fósiles de esa época que presenten rasgos transicionales, que indiquen que es el ancestro común compartido por humanos y grandes simios. Por eso es tan importante el hallazgo de los restos de A. brevirostris con sus 11,9 millones de años. Precisamente son sus rasgos –tan parecidos a los de homínidos posteriores– los que permiten aventurar su cercanía con ese ancestro que algunos llamaron “eslabón perdido”. Es necesario aclarar que “eslabón perdido” es un término mediático y no científico, ya que la evolución no es lineal, no son todos eslabones pertenecientes a una cadena, o escalones de una escalera.

Tal vez, las formas de un arbusto sirvan de ejemplo para graficar la evolución de las especies. Y es aquí donde el fósil catalán se vuelve importante porque aporta información de cómo podría haber sido la especie que se ubica en la separación de las ramas que dieron origen a humanos y simios. Incluso el término “ancestro común” simplifica demasiado el concepto: la evolución puede admitir varios ancestros.

En su artículo los autores proponen una hipótesis más aventurada, que es ubicar el origen de los homínidos en la cuenca del Mediterráneo, o sea que para ellos allí se habrían originado esos ancestros comunes. No es una teoría creada por los catalanes, sino que hace ya algunos años que se viene proponiendo. Los paleoantropólogos españoles, no sólo de este yacimiento catalán, sino también de Atapuerca, en Burgos, más al norte, se vienen inclinando a favor de la teoría de que no sólo los homínidos, sino nuestro propio género Homo se originó en Eurasia y no en Africa como viene siendo el postulado más aceptado desde hace decenas de años.

Hasta hace algunos años, la cuna de todo era Africa. Allí es donde se fueron descubriendo los fósiles más antiguos, y donde la genética ubica el origen del hombre actual. Tal vez haya sido circunstancial, porque era más fácil descubrir los fósiles en el continente negro. Porque en años recientes se han ido encontrando fósiles de primates antiguos en Asia y Europa, que pondrían en entredicho el origen africano de todo.

Cada día tiene más adeptos la teoría del origen Euroasiático, gracias a los descubrimientos de fósiles de Homo muy antiguos en el yacimiento Dmanisi, en el Cáucaso de la República de Georgia. Se trata del apodado Homo georgicus. Hasta la fecha, el título de primer humano, lo tenía el Homo habilis, que fue encontrado en Africa en 1960. Pero el hombre habilidoso quedaría desbancado, ya que el título de primer Homo se lo podría llevar el asiático de Dmanisi, y esto llevaría el origen de nuestro género a una región totalmente diferente: Asia. De entre quienes defienden esta teoría, el lugar más aceptado como posible región de origen es el Medio Oriente, esa región de contacto de continentes. Con el nuevo homínido catalán, existirían más pruebas a favor de este origen asiático. Incluso, quién sabe, por ahí hasta podría haberse dado en España. Así que tal vez, de a poco, habría que ir reescribiendo los libros. La Madre Patria podría no serlo sólo en la historia reciente, sino en la remota.

 

Nuestros antepasados bajaron de los árboles para poder caminar.

 Publicado en Paleo. Año 7. Numero 39. Octubre de 2009.

Apoyaban en sus manos para desplazarse y se erguían poco a poco hasta caminar como lo hace el hombre moderno. Ahora, un equipo de investigadores británicos rechaza esta teoría, le da la vuelta al debate que en su día abrió el naturalista Charles Darwin y asegura que nuestros antepasados no se levantaron desde el suelo, sino que bajaron de los árboles para empezar a andar únicamente sobre sus pies.  Según investigadores de la Universidad de Duke en Estados Unidos, que publican su trabajo en la Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), un examen detallado de los huesos de la muñeca de varias especies de primates desafía la noción de que los humanos desarrollaron su modo de caminar bípedo erguido a partir de un ancestro que caminaba con los nudillos, a la manera de los gorilas, con los dedos de las manos doblados hacia atrás.

Los expertos, dirigidos por la investigadora Tracy Kivell, sostienen su teoría en que aún existen características óseas en las muñecas y manos que comparten los simios africanos, los fósiles humanos y las personas actuales. Además, descubrieron otras evidencias cuando compararon huesos de muñeca de más de 140 ejemplares jóvenes y adultos de chimpancés y bonobos, los primates más relacionados con los humanos, con los de otro centenar de gorilas. Los resultados mostraron que dos características clave del modo de caminar con los nudillos estaban presentes en sólo el 6 por ciento de los gorilas estudiados. Sin embargo, se encontraban en el 96 por ciento de los chimpancés adultos y el 76 por ciento de los bonobos. Los científicos plantean que estas diferencias podrían deberse a que los chimpancés y bonobos emplean una gran cantidad de tiempo en los árboles y los gorilas no.

Los chimpancés y los bonobos tienen una forma de muñeca que les permite conseguir una mayor estabilidad en las ramas. En contraste, los gorilas tienen un estilo de movilidad con los nudillos que está adaptado al desplazamiento en el suelo. Según explica Tracy Kivell, responsable del estudio, «por lo que sabemos del desplazamiento entre las poblaciones salvajes, los gorilas y los chimpancés adultos caminan el 85 por ciento del tiempo con sus nudillos. Pero los chimpancés y bonobos son más arbóreos que los gorilas». Para los autores esto sugiere una evolución independiente de la conducta de caminar con los nudillos en los dos linajes de simios africanos.

En conjunto, la evidencia va contra la idea de que nuestro bipedalismo evolucionó de un ancestro que caminaba con los nudillos. «En vez de esto, nuestros datos apoyan la noción opuesta, que las características de la mano y la muñeca descubiertas en el registro de fósiles humanos que se han tratado tradicionalmente como indicadores de la conducta de caminar con los nudillos en general son una evidencia arbórea»

En otras palabras, los ancestros de los humanos que pasaban su tiempo en los árboles pasaron al suelo y comenzaron a caminar erguidos. Según concluyen los investigadores, no existen fósiles de la época de esta transición, lo que probablemente se produjo hace siete millones de años. Pero ninguno de los fósiles posteriores de la línea humana directa muestran este modo de andar con los nudillos.

 

Hallan restos de un hogar que el Homo heidelbergensis usó para hacer fuego.

 Publicado en Paleo. Año 7. Numero 39. Octubre de 2009.

Una placa de hogar utilizada para hacer fuego hace unos 250.000 años, en el periodo Paleolítico Inferior, ha sido descubierta en el yacimiento de Irikaitz, situado en el municipio guipuzcoano de Zestoa, un hallazgo que podría arrojar luz sobre la capacidad que el Homo heidelbergensis tenía para utilizar el fuego. El director de estas excavaciones, Álvaro Arrizabalaga, ha explicado que se trata de una pequeña estructura circular claramente "intencionada" de aproximadamente un metro de diámetro, con componentes de basalto y otro tipo de minerales que tienen cualidades refractarias, lo que los hace idóneos para aprovechar el calor del fuego.

Algunas de estas piedras aparecen "intensamente quemadas" y su posterior análisis permitirá hacer una datación más rigurosa sobre el momento en que fueron utilizadas. Además los restos se encuentran cerca de otra estructura que podría haber sido utilizada como "paravientos" o como parte de una choza, una ubicación adecuada para mantener vivas las llamas de una fogata. A juicio de Arrizabalaga, es "poco compatible" que los heidelbergensis fueran capaces de seleccionar estos materiales específicos y de elaborar una placa de hogar como ésta con que no tuviesen los conocimientos necesarios para hacer y controlar el fuego.

El equipo de Arrizabalaga, formado por arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, lleva a cabo sus prospecciones estivales en este espacio desde hace una década, periodo durante el cual también han descubierto un gran número de instrumentos de piedra que apuntan a que este sitio era habitualmente utilizado para tallar minerals. Las investigaciones han desvelado que estos seres humanos estuvieron acudiendo a este lugar durante "milenios" por alguna razón concreta sobre la que cabe especular con las ventajas que ofrecía este paraje para cazar o con su riqueza en materias primas.

El Homo heidelbergensis es un antepasado del hombre de Neandertal, de modo que nuestra especie no desciende de él aunque los expertos lo consideran un ser humano. Arrizabalaga explica que estos cazadores-recolectores subsistían gracias a los recursos que encontraban en su entorno cercano y se organizaban en pequeños grupos de una docena de individuos compuestos por dos o tres unidades familiares. El reducido número de miembros que integraban estos clanes les permitía trasladarse varias veces al año y montar campamentos provisionales en zonas que conocían y en las que sabían que las condiciones de cada estación les brindaban mayores oportunidades para conseguir alimento, su objetivo principal.

Probablemente conocían bien el paraje de Irikaitz, al que retornaban en octubre para saciar su hambre con nutritivas avellanas, fáciles de recolectar por su abundancia en este mes. Prueba de ello es que los arqueólogos también han encontrado restos fósiles de cáscaras de estos frutos, así como evidencias que apuntan a que hace un cuarto de millón de años existía un bosque de avellanos en este enclave. Ahora comienza una larga tarea de laboratorio que puede alargarse más de un año con el fin de analizar detenidamente los hallazgos y llegar a conclusiones más precisas sobre hasta qué punto esta especie dominó el fuego, una incógnita aún no resuelta por la falta de indicios concluyentes.

Los heidelbergensis siguen siendo un misterio, aunque gracias a hallazgos como el de Irikaitz es posible imaginarlos alrededor de este hogar en una fría noche de hace 250.000 años, buscando el calor del fuego para hacer frente a las gélidas temperaturas del otoño prehistórico, incapaces de figurarse que varias eras más tarde, en ese mismo lugar, la hoguera que ellos prendieron iluminaría el camino de los arqueólogos.

 

Ardipithecus ramidus, un nuevo fósil clave en la evolución humana.

  Publicado en Paleo. Año 7. Numero 40. Octubre de 2009.

Un equipo internacional de científicos presentó el que dicen es el fósil más antiguo y mejor conservado de un ancestro directo de la especie humana. Se trata de una hembra de la especia Ardipithecus ramidus, que vivió hace 4,4 millones de años en lo que hoy es Etiopía. Tal como señalan los investigadores en la revista Science, aunque no se tratara de nuestro antepasado directo, el hallazgo ofrece información muy valiosa sobre una fase crucial en la evolución humana: el momento en el que nos separamos de la rama común que compartimos con los monos.  

El descubrimiento, dicen los investigadores, muestra como nunca antes la biología de esa primera etapa de la evolución humana. Ardi, como ha sido apodada, fue descubierta en 1994 en la región de Afar, en Etiopía, pero tomó 17 años llevar a cabo los análisis del hallazgo. Hasta ahora, la etapa más antigua conocida de la evolución humana era la de Australopithecus, el bípedo de cerebro pequeño que vivió hace entre 4 y 1 millón de años.

El más famoso de los australopitecos es Lucy, un fósil de 3,2 millones de años descubierto en 1974 a unos 70 kilómetros de donde fue encontrada Ardi. Cuando Lucy fue hallada la comunidad internacional pensó que los homínidos más antiguos tendrían una anatomía similar a la de los chimpancés, pero Ardi, que es casi un millón de años más antigua que Lucy, no apoya esa teoría.Éste no es un fósil ordinario. No es un chimpancé ni es un humano. Pero nos muestra lo que los humanos solíamos ser

Tras recuperar varios huesos importantes, incluido el cráneo con dientes, brazos, manos, pelvis, piernas y pies, los investigadores lograron calcular su peso y altura, y creen que Ardi caminó en dos patas sobre el suelo, aunque trepaba a los árboles y pasaba mucho tiempo en ellos. Se piensa también que Ardi era omnívora y lo más sorprendente, dicen, es que las proporciones de sus extremidades no eran similares a las de chimpancés o gorilas, sino a las de simios ahora extintos. "En el Ardipithecus tenemos una forma no especializada que no logró evolucionar mucho en dirección del Australopithecus", dice el profesor Tim White, de la Universidad de California, Berkeley, y uno de los principales investigadores.

"Así que cuando la vemos de la cabeza a los pies, lo que observamos es una criatura mosaico, es decir, alguien que no es chimpancé, pero tampoco es humano. Es un Ardipithecus". Los investigadores creen que estos homínidos vivían en bosques y, a pesar de que trepaban árboles, no pasaban mucho tiempo columpiándose en sus ramas ni tampoco caminaban ayudándose en los nudillos como lo hacen los chimpancés. En general, dicen los autores, el hallazgo revela que los homínidos y los simios africanos siguieron caminos evolutivos diferentes, por lo cual ya no debemos considerar a los chimpancés como "representantes" de nuestro antepasado común.

"Darwin fue muy astuto en este aspecto", dice el profesor White.

"Dijo que debíamos ser muy cuidadosos. Que la única forma de saber realmente cómo era nuestro antepasado común sería encontrándolo". "Bien, en 4,4 millones de años logramos encontrar algo muy parecido. Y, tal como pensaba Darwin, la evolución del linaje de los simios y el linaje de los humanos ha estado ocurriendo de manera independiente desde que esas dos líneas se dividieron, desde que existía ese ancestro común que compartimos". El investigador agrega que el estudio de Ardi, en el participaron 47 científicos de 10 países de todo el mundo, fue muy meticuloso.

"Nos tomó muchos, pero muchos años limpiar los huesos en el Museo Nacional de Etiopía y después restaurar el esqueleto en sus dimensiones y forma original", dice el profesor White. "Y después lo estudiamos y lo comparamos con todos los otros fósiles que se conocen de África y otras partes". "Éste no es un fósil ordinario. No es un chimpancé ni es un humano. Pero nos muestra lo que los humanos solíamos ser", afirma el científico.

 

Hallan herramientas y fósiles de animales de 900.000 años de antigüedad.

  Publicado en Paleo. Año 4. Numero 14. 5 de Enero de 2006.

Un equipo de arqueólogos y paleontólogos han descubierto en Terrassa (Barcelona) herramientas de piedra y fósiles de animales descuartizados con una antigüedad de entre 700.000 y 900.000 años. El director de la excavación, Kenneth Martín, explicó que este yacimiento es "el más antiguo de Cataluña" y equiparable en edad e importancia a los yacimientos de Atapuerca y Orce en España.

De esta forma, Vallparadís se convierte en uno de los pocos yacimientos de Europa --sólo hay cuatro más-- en los que se documenta el primer poblado de Europa por parte de los humanos venidos desde África. En concreto, los arqueólogos han hallado herramientas de piedra "muy sencillas" con las que "los primeros humanos que poblaron Europa descuartizaban a los animales" junto a la riera de Vallparadís. Sin embargo, hasta el momento no se han encontrado restos humanos, aunque "todavía hemos de seguir trabajando", pero sí los instrumentos que "nos permiten investigar sus actividades".

Las herramientas han sido halladas junto a fósiles de hipopótamos, rinocerontes, elefantes, panteras, hienas y caballos, en los que "hemos encontrado cortes" causados por las citadas herramientas, según este arqueólogo. El hallazgo se produjo el pasado mes de agosto a raíz de las obras para la construcción de la futura estación de los Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña de Vallparadís, en Terrassa (Barcelona).

El equipo de arqueólogos está dirigido por Kenneth Martínez y Joan García del equipo de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona del profesor Eudald Carbonell y el de paleontólogos dirigidos por David Alba y Josep Aurell del equipo de Salvador Moyà.

 

Descubren fósil de Australopitecos anamensis, que detalla evolución.

   Publicado en Paleo. Año 4. Numero 17. Mayo de 2006.

El fósil de 4,2 millones de años descubierto en el nordeste de Etiopía ha logrado zanjar las brechas en el conocimiento del proceso evolutivo que permitió el paso gigantesco de una especie a otra.

Eso se debe a que el fósil descubierto más recientemente, la especie Australopitecus anamensis, se halló en la región del Awash Medio, el mismo sitio donde se descubrieron en el pasado otras siete especies humanoides que abarcan casi 6 millones de años y tres fases del desarrollo humano. "Hemos hallado la cadena evolutiva, la continuidad a lo largo del tiempo", aseguró el antropólogo etíope Berhane Asfaw, coautor del estudio, "una forma evolucionó en otra”, esta es evidencia de la evolución en un lugar a través del tiempo".

La especie anamensis no es nueva, pero su ubicación es lo que ayuda a explicar el avance de una fase temprana del desarrollo humanoide al siguiente, dicen los científicos. Las ocho especies se hallaron a corta distancia entre sí, de no más de un día de caminata ligera. Hasta ahora, lo que tenían los científicos eran atisbos de la evolución humana dispersos en distintos puntos del mundo. Hallarlos todos en una zona los convierte en algo así como en una minipelícula de la evolución.

Las conexiones entre Ardipithecus y Australopithecus se vienen conjeturado desde que se halló el primer fósil anamensis en Kenia hace once años.

 

Cazadores de bisontes habitaron Guipúzcoa hace 30.000 años.

Publicado en Paleo. Año 4. Numero 17. Mayo de 2006.

Hace más de 30.000 años, los primeros hombres modernos europeos, los Cromañones, alcanzaron la península Ibérica donde aún vivían los Neandertales. Uno de estos grupos se instaló en el paraje de Landarbaso (Guipúzcoa) en el que, gracias a la caza del bisonte, sobrevivió a pesar del frío extremo.

Un equipo pluridisciplinar de expertos, dirigido por el arqueólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Jesús Altuna, trata ahora de reconstruir cómo vivían estos primeros europeos que se asentaron en las cuevas de Aitzbitarte de Errenteria a partir de pequeños indicios como huesos de fauna, herramientas y vestigios de sus tareas cotidianas encontrados en este yacimiento.

Gracias a estas pequeñas pistas, un grupo de expertos internacionales de las universidades de Upsala (Suecia), Aachen (Alemania), Autónoma de Madrid, UPV, el Museo Arqueológico de Vitoria y Aranzadi han confirmado que este grupo de cazadores se enfrentó a un clima muy duro en el que los humanos convivieron con renos, zorros árticos y liebres nivales. El fuego, como demuestran los numerosos hogares localizados en el interior de Aitzbitarte III, y seguramente las pieles de osos y bisontes fueron los principales aliados de este pequeño grupo de cazadores -no más de treinta individuos agrupados en unas pocas familias- para combatir las gélidas temperaturas reinantes 

La abundante presencia de huesos de bisontes en la cueva hace pensar a los investigadores que los Cromañones de Landarbaso se especializaron en la caza de este rumiante, algo poco habitual ya que en otros yacimientos cantábricos del Paleolítico Superior las presas preferidas eran el ciervo y la cabra montesa, aunque tampoco desdeñaban los rebecos.

Los expertos creen que estos cazadores capturaban a los bisontes con trampas hacia las que empujaban a los animales asustándolos mediante gritos y el fuego, posteriormente los desollaban, descuartizaban y deshuesaban en el mismo lugar y tan sólo transportaban a la cueva la carne y las extremidades de las reses.

El hallazgo de numerosas herramientas de sílex también ha permitido rastrear la procedencia de este mineral que, al parecer, es originario de Aquitania, algo que lleva a pensar a los investigadores que algunos de los Cromañones de Landarbaso llegaban hasta esta región francesa o practicaban el trueque con individuos que habían estado allí.

Además de utensilios de piedra, también se han localizado otros de hueso, como azagayas y arpones, y una herramienta muy significativa: un pequeño "buril de Noailles" con el que se practicaban agujeros en las pieles para luego coserlas. Este objeto tiene una gran importancia ya que permite datar el yacimiento en el Paleolítico Superior. Se trata de una pieza de las que los arqueólogos denominan "guía" porque apareció en este momento concreto de la prehistoria y dejó de fabricarse poco después

El yacimiento de Aitzbitarte no es rico en restos humanos, aunque sí se han localizado algunas piezas de la dentición de leche de uno o de varios niños que seguramente correteaban por la cueva, por lo que no se descarta que en un futuro puedan encontrarse otros huesos en las partes de la gruta que aún no han sido excavadas.

Todos estos datos, una vez elaborados, permitirán al equipo de Jesús Altuna realizar un completo estudio sobre la habitación humana del valle de Landarbaso en la prehistoria relacionando los hallazgos de Aitzbitarte III con los de otras cuevas de este paraje, información que el arqueólogo recogerá finalmente en una publicación.

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