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Importante: Algunas de las imágenes que acompañan a los textos son ilustrativas.

Los norteafricanos se hibridaron con los neandertales.

Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 80. Diciembre de 2012.

Un equipo de investigadores con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España) ha constatado que las poblaciones del norte de África muestran en sus genes la huella de hibridación con los neandertales (Homo neanderthalensis). Hasta ahora se pensaba que esta señal de mezcla entre esta especie desaparecida hace entre 30.000 y 24.000 años y el Homo Sapiens podía hallarse sólo en humanos no africanos.

Los investigadores del CSIC, que publican sus resultados en la revista PLOS ONE, han llevado a cabo un análisis genómico en siete poblaciones del norte de África, desde Egipto hasta el Sáhara Occidental. Tras estudiar 780.000 marcadores genéticos del genoma de 125 personas, han detectado un exceso de variantes compartidas con los neandertales respecto a los genomas de africanos subsaharianos que han usado como referencia.

Para delimitar el origen del componente neandertal, los investigadores han aislado aquellas poblaciones con un sustrato local más antiguo, anterior a hace 40.000 años, y han constatado que estas son precisamente las que tienen más señales de cruce con los neandertales.

“Los resultados indican que los únicos humanos modernos sin rastro genético de los neandertales son las poblaciones africanas situadas al sur del Sáhara”, destaca el investigador del CSIC Carles Lalueza-Fox, que trabaja en el Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra.

El trabajo sugiere, por tanto, que las poblaciones norteafricanas, modeladas por una compleja historia evolutiva marcada por diversos movimientos migratorios, son el resultado de una migración de vuelta a África, tras el contacto de los humanos modernos con los neandertales en Oriente Próximo.
 

“Estos resultados no significan que hubiera neandertales en el continente africano, ya que las evidencias del registro fósil norteafricano muestran poblaciones arcaicas, pero sin rasgos neandertales”, aclara Lalueza-Fox.

Hace dos años, un grupo de investigadores del Proyecto Genoma Neandertal con participación del CSIC constató que las poblaciones de Europa, Asia y Melanesia poseen casi un 2,5% del genoma procedente de los neandertales.

El hecho de que todas las poblaciones no africanas muestren este rastro genético de hibridación ha permitido calcular que el encuentro entre los antepasados de la especie humana y los neandertales tuvo lugar en Oriente Próximo hace entre 40.000 y 80.000 años.

Para el investigador del Instituto de Biología Evolutiva Federico Sánchez Quinto, “el porcentaje exacto del genoma neandertal que portan las diferentes poblaciones humanas, dentro y fuera de África, podrá afinarse en el futuro con genomas completos del norte de África y con un genoma neandertal con una mayor calidad de secuencia”. (Fuente: CSIC)

 


Paranthropus, el homínido que se extinguió por ser solo vegetariano.

Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 79. Diciembre de 2012.

Hace un millón de años, mucho antes del surgimiento de Homo sapiens, que acabaría colonizando el mundo, varias especies de homínidos compartían África. Cada una de ellas tenía unas características que determinarían su éxito o su fracaso, y entre esas características son muy relevantes los hábitos alimenticios. Ahora, un grupo de investigadores de Francia y Sudáfrica han utilizado el esmalte de los dientes de tres especies de aquellos homínidos, Paranthropus, Homo y Australopithecus, para conocer su dieta.

De estos tres tipos de primate, habitualmente se atribuye a los ancestros más cercanos a los humanos actuales, los Homo, una dieta variada y a los Paranthropus como exclusivamente vegetarianos. Esta especialización se considera una de las causas que contribuyeron a la extinción de esta última especie al limitar su capacidad de adaptación a los cambios medioambientales que se produjeron hace un millón de años.

Sin embargo, los datos obtenidos por los investigadores a partir de dientes encontrados en Sudáfrica confirman que los Paranthropus comían solo plantas, pero parecen indicar que también los Homo tenían una dieta poco variada, aunque en su caso era carnívora, y por lo visto en los milenios posteriores esta especialización no le dio malos resultados.

Por último, los investigadores observaron que los Australopithecus tenían una dieta mixta de carne y vegetales.

Sobre el éxito del carnivoro Homo y el fracaso del vegetariano Paranthropus, Vincent Balter, investigador de la Escuela Normal Superior de Lyon y autor del estudio, explica que “la primera ventaja de comer carne es que para el desarrollo del cerebro, que es el sello distintivo de la evolución de los Homo, se requiere comida de gran calidad”. No obstante, Balter cree que nuestros ancestros primero tuvieron una dieta más especializada que se fue haciendo variada con el tiempo. “El panorama es probablemente diferente hace 1,5 millones de años y hace un millón de años. Los Homo se especializarían en principio en comer carne, pero es probable que después también comiesen plantas”, añade.

Para llegar a estas conclusiones, los autores del estudio midieron la presencia de estroncio en el esmalte de los dientes. Una mayor cantidad de este elemento indica una dieta vegetariana y su ausencia apunta que el individuo al que pertenecía la pieza dental era carnívoro.

Además de conocer cómo eran las diferentes dietas de los homínidos, los científicos querían comprobar si, como mantienen algunas hipótesis, una dieta más estrecha implica también un hábitat más limitado.

En este caso, el artículo indica que no es así para los Homo y los Paranthropus, que pese a comer solo carne o solo vegetales, se movían por áreas tan amplias como los Australopithecus con su diversificada alimentación. Para Balter, la clave es que Homo y Paranthropus ”vivieron juntos en el mismo lugar y en el mismo momento porque su nicho era diferente. Al no depender de la misma comida, no había competencia entre ellos”, dice.

 


Purgatorius, el primer ancestro humano parecía una pequeña ardilla.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 79. Diciembre de 2012.

Un grupo de científicos han descubierto los huesos fosilizados de uno de los primates más antiguos y primitivos, el Purgatorius, el cual pasaba el tiempo comiendo fruta y trepando árboles.

Los fósiles, descritos en la reunión 72° de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados en Raleigh, Carolina del Norte, son los primeros huesos descubiertos que corresponden al cuerpo del animal, lo cual entrega nueva pistas acerca de la forma y comportamiento de la especie. Hasta ahora solo se habían encontrado los fósiles de sus dientes.

"Los huesos del tobillo muestran que tenía articulaciones similares a las que tienen los primates de hoy que viven sobre árboles" señaló el co-autor de la investigación, Stephen Chester, de la Universidad de Yale. "Esta articulación permite que el pie rote en diferentes direcciones para que se ajuste a los distintos ángulos presentes en los árboles y ramas".

Luego de analizar los fósiles, los investigadores creen que los huesos del tobillo del Purgatorius fue un elemento clave en la evolución y sobrevivencia de los primeros primates. "Estos nuevos fósiles apoyan la teoría que señala que los primeros 10 millones de años de la evolución de los primates ocurrió durante un período intenso de diversificación de plantas. Estos animales trepaban por ramas para recolectar frutas y otros productos de los árboles" señaló Bloch al Discovery News.

De acuerdo a los expertos, los fósiles descubiertos indican además que los primeros primates no tenían tobillos largos como los primates de hoy. Chester realizó el estudio junto a Jonathan Bloch, del Museo de Historia Natural de Florida, y William Clemens, profesor de la Universidad de California.

Si bien hasta ahora existen muchas preguntas acerca del Purgatorius, se espera que el fósil pueda entregar más detalles del animal y la evolución de los primates. El Purgatorius vivió durante el Paleoceno, poco después de la extinción de los dinosaurios no aviarios. Se cree que este mamífero era pequeño y de color castaño. Con 36 gramos de peso, su tamaño era similar a los actuales lémures de Madagascar

Este mamífero además tenía muchos dientes, incluyendo molares muy bajos que seguramente le permitían comer frutas. El fósil encontrado es el ejemplar más antiguo conocido hasta ahora, y tiene una edad entre 65 a 66 millones de años. latercera.com

 


El Homo antecessor se comía a niños de otros grupos para defender el territorio.

  Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 77. Diciembre de 2012

Desde hace años se sabe que el Homo antecessor, una especie homínida que vivió hace unos 800.000 años en Atapuerca (Burgos), practicaba el canibalismo, pero nunca ha quedado claro por qué lo hacía. Un estudio publicado en el Journal Human Evolution sugiere que el infanticidio y el canibalismo se practicaron por la defensa y ampliación de un territorio rico en recursos, una conducta que se observa ahora en los chimpancés.

El Homo antecessor contemplaba en su dieta ejemplares de otros homínidos, sobre todo individuos inmaduros a los que sometía a los mismos procesos de carnicería que a los animales. Así se constata en un nuevo estudio que aporta más hipótesis sobre el porqué del canibalismo que practicaba este homínido en la sierra de Atapuerca hace unos 800.000 años.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de investigación, liderado por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), ha comparado el canibalismo practicado por chimpancés, humanos modernos y casos arqueológicos con las evidencias del nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina (Sierra de Atapuerca) para "explorar las posibles causas que motivaron esta conducta en el Pleistoceno inferior", indica Palmira Saladié, autora principal del estudio e investigadora del IPHES. Según el trabajo, publicado recientemente en Journal Human Evolution, no se observan diferencias en el tratamiento de la carne de las carcasas o de los huesos de Homo antecessor con el de otros animales.

Los investigadores compararon las marcas de corte y fracturas de los huesos de estos homínidos para el consumo del tuétano (sustancia blanca en el interior de los huesos) con las localizadas en otros animales.

"Las modificaciones encontradas en Homo antecessor y los huesos de otros animales indican que el proceso de carnicería fue el mismo sobre las diferentes especies y que los restos una vez consumidos se descartaban sobre el suelo de hábitat de la misma manera", apunta Saladié.

"Esto sugiere, tal y como ya se publicó en 2010 en la revista Current Anthropology, que los homininos que utilizaron Gran Dolina como campamento cazaban y consumían individuos de otros grupos de manera recurrente, incluyendo esta conducta en su sistema cultural", añade la misma investigadora.

Aunque hay un número creciente de restos humanos con claras evidencias de canibalismo en yacimientos prehistóricos de Europa, este tipo de registro es aún escaso para extraer conclusiones generales. En el caso de conjunto de TD6, la información es la siguiente: "En primer lugar, los diferentes eventos de características similares se llevaron a cabo sucesivamente, y segundo, el consumo de los restos era para fines nutricionales. Ambas inferencias sugieren la naturaleza funcional del canibalismo en este lugar", subraya la experta.

Por otro lado, el equipo observó que los homininos consumidos eran sobre todo individuos inmaduros, entre los que se encuentran varios niños, "lo que indica el consumo de individuos relacionados con un menor riesgo para el agresor durante su captura".

La 'caza' se podría haber producido en un intento de proteger el territorio de grupos de vecinos o de nuevos grupos entrantes en la misma zona. "En el momento del asalto, los atacados probablemente pudieron ser pocos individuos, incluidos niños y adolescentes, acompañados de machos y hembras adultos", señala la científica.

La distribución de edades de los homininos canibalizados no es consistente con la que muestran otros casos de exocanibalismo practicado por grupos de homininos o humanos. En cambio, es similar a los perfiles de edad que se observan en el canibalismo asociado con la agresión intergrupal en los chimpancés. "Utilizamos una analogía con la conducta de estos primates para proponer que los homininos de TD6 llevaban a cabo ataques de bajo riesgo sobre miembros de otros grupos para defender el acceso a los recursos dentro de los propios territorios y tratar de ampliar estos espacios en detrimento de los grupos vecinos", apunta Saladié.

Según los investigadores, el canibalismo se realizó entre sociedades productivas, estructuradas y jerárquicas, y con cargas simbólicas muy complejas, que poseían mitos en los que el canibalismo se incluía dentro de su concepción del mundo. "Esta complejidad -explica Saladié- no se puede transferir directamente a las sociedades cazadoras y recolectoras del Pleistoceno, para quienes la práctica de esta costumbre puede haber sido impulsada por circunstancias ecológicas, o por la combinación de ambas razones, aunque no son fácilmente visibles en el registro arqueológico". (Fuente: IPHES)

 


Los hombres prehistóricos alteraban huesos con los dientes sin utilizar herramientas.

  Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 77. Diciembre de 2012.

Un equipo de investigación español ha efectuado un estudio comparativo entre las marcas de dientes observadas en huesos descubiertos en Atapuerca, concretamente en los niveles TD6 (800.000 años de antigüedad) y TD10 de la Gran Dolina (350.000 años), y el MIR4 de la Cueva del Mirador (4.000), con mordeduras humanas realizadas experimentalmente. El trabajo está liderado por investigadores del  Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) y contó con la participación del alumnado del Máster en Arqueología del Cuaternario y Evolución Humana que se imparte en la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona.

Entre las conclusiones del estudio destaca la gran capacidad de los homininos para modificar los huesos sin necesidad de utilizar herramientas líticas, y la gran similitud de las mordeduras realizadas por humanos con las producidas por algunos carnívoros.

"En los conjuntos arqueológicos cuando han actuado varios agentes (carnívoros grandes, pequeños, homininos) puede existir un volumen importante de marcas de dientes de las que no se pueda discriminar quién las ha producido. Sin embargo, los carnívoros tienen dientes secodontos (con cúspides cónicas y puntiagudas) y los homininos bunodontos (con múltiples coronas bajas y redondeadas)", explican los expertos.

Estas diferencias morfológicas se trasladan a las marcas producidas por los dientes, lo que ha posibilitado establecer un modelo conformado por criterios morfológicos para identificar las marcas de dientes (tooth marks) humanos. Tradicionalmente, éstas han sido atribuidas a una autoria no humana, generalmente carnívoros, pero también a otros animales omnívoros o roedores. “Sin embargo, trabajos anteriores de tipo experimental y también de base etnoarqueológica habían constatado que los humanos pueden realizar numerosas modificaciones (tipos de mordeduras) que quedan registradas sobre los huesos durante la masticación”, explica Palmira Saladié. “En nuestro estudio experimental –añade- hemos podido evidenciar que el rango de modificaciones es más amplio de lo que se pensaba”.

Así se ha visto que las mordeduras producidas por los sujetos sobre huesos de cerdos, ovejas y conejos incluyen tipos conocidos en la terminología tafonómica como furrowing (pérdidas de tejido), scooping-out (vaciados), crenulated and saw-toothed edges (bordes crenulados y aserrados), longitudinal crackers (fisuras longitudinales), crushing (aplastamientos), peeling (fracturas por flexión) y tooth marks (depresiones, improntas y surcos). Hasta ahora sólo se tenía constancia de algunas de ellas, con lo que se amplía el repertorio y se constata la gran capacidad de los homínidos para producir modificaciones sin el uso de herramientas.

El interés en la identificación de marcas de dientes humanos se encuentra principalmente en tres líneas de investigación: la observación de la participación de los homínidos (con y sin tecnología) en la formación de conjuntos óseos de animales; la identificación de canibalismo (ya que la prueba más fiable para la inferencia de consumo de los cuerpos es la presencia de mordeduras) y la resolución de los posibles problemas que se pueden derivar de inferir que hayan sido otros animales los que han producido las señales en los huesos.

Las morfologías y dimensiones de algunos tipos de mordeduras, como las depresiones y los surcos, fueron estudiadas mediante microscopía electrónica y tratadas estadísticamente. Con el fin de obtener modelos que sirvan de base interpretativa a la hora de estudiar materiales arqueológicos, los experimentos se realizaron con sesiones de consumo de carne cruda, cocida y asada por parte de investigadores y del alumnado antes mencionado. Las morfologías y dimensiones de algunos tipos de mordeduras, como las depresiones y los surcos, fueron estudiadas mediante microscopía electrónica y tratadas estadísticamente.

Con el fin de obtener modelos que sirvan de base interpretativa a la hora de estudiar materiales arqueológicos, los experimentos se realizaron con sesiones de consumo de carne cruda, cocida y asada por parte de investigadores y del alumnado antes mencionado.

“La combinación del tipo de modificaciones y algunas de las características morfológicas nos han permitido establecer analogías con mordeduras presentes en distintos materiales arqueológicos de yacimientos Holocenos y Pleistocenos de la Sierra de Atapuerca”, afirma Palmira Saladié.

“En este trabajo hemos encontrado claros paralelos entre las mordeduras humanas realizadas experimentalmente y otras localizadas en los yacimientos antes mencionados. Gracias a ello se ha podido establecer un patrón de las modificaciones efectuadas con la dentición de los homininos sin el uso de herramientas”, asevera la misma investigadora. (Fuente: IPHE)

 


Hallan el primer ejemplo de fósil moderno en Asia.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 76. Diciembre de 2012.

Un antiguo cráneo, hallado en una cueva de las montañas Anamitas, al norte de Laos, es el fósil del humano moderno más antiguo encontrado en el sudeste de Asia, según ha publicado un equipo de investigadores en la revista «PNAS».

Este descubrimiento hace retroceder el reloj de la migración humana moderna en 20.000 años, e indica que los nómadas antiguos, fuera de África, abandonaron la costa y habitaron diversos hábitats mucho antes de lo que se pensaba anteriormente.

Los científicos que encontraron el cráneo en 2009, han sido los primeros en excavar en busca de huesos antiguos en Laos desde principios de 1900, cuando un equipo halló cráneos y esqueletos de varios seres humanos modernos en otra cueva de las montañas Anamitas.

Los fósiles encontrados en 1900 tenían unos 16.000 años, por lo que eran mucho más recientes que el cráneo recién descubierto, que tiene una edad de entre 46.000 y 63.000 años.

«Se trata de un antiguo fósil humano particularmente moderno, y también particularmente antiguo para esta región», afirma la autora principal del trabajo, Laura Shackelford. La investigadora añade que «existen otros fósiles de humanos modernos en China o en el sudeste asiático insular que pueden ser de la misma edad, pero que no muestran rasgos humanos modernos definitivos. Sin embargo, este nuevo cráneo es muy antiguo, y aun así, muestra características humanas modernas muy concluyentes».

Los investigadores no encontraron artefactos junto al cráneo, lo que sugiere que la cueva no era un lugar de habitación o entierro, y que es más probable que la persona muriese en el exterior y el cuerpo acabase en la cueva en algún momento posterior. 

El hallazgo revela que los primeros humanos modernos migrantes no solo habitaron la costa y las islas del sudeste de Asia y Australia, como algunos investigadores han sugerido, sino que también viajaron hacia el norte, señala Shackelford.

Según los científicos, este hallazgo apoya la teoría «Fuera de África» de los orígenes de los humanos modernos, en lugar de un modelo multi-regionalista. Teniendo en cuenta su edad, los fósiles en este entorno podrían ser antepasados directos de los primeros emigrantes a Australia, pero también es probable que el sudeste asiático continental fuese un cruce de caminos hacia varias rutas migratorias.

El descubrimiento también refuerza los estudios genéticos que indican que los humanos modernos ocuparon esta parte del mundo hace 60.000 años. La investigadora afirma que «esta es la primera evidencia fósil que apoya los datos genéticos».

Los expertos utilizaron técnicas de datación por radiocarbono y luminiscencia para determinar la edad de las capas de tierra, encima, debajo y alrededor de la calavera, que fue encontrada a unos dos metros y medio por debajo de la superficie de la cueva.

Posteriormente, se utilizó la datación por uranio-torio para determinar la edad del cráneo, la cual fue determinada en 63.000 años de antigüedad. La investigadora Kira Westaway, llevó a cabo los análisis de luminiscencia. Esta técnica mide la energía retenida en partículas cristalinas en el suelo, para determinar cuánto tiempo ha transcurrido desde que el suelo fue expuesto por última al calor o la radiación solar. Así, Westaway observó que la capa de tierra que rodeaba el fósil había entrado en la cueva entre 46.000 y 51.000 años atrás. «Esas fechas son un poco más recientes que la datación del fósil, lo cual es de esperar, ya que no sabemos el tiempo que pasó el cuerpo fuera de la cueva», explica Shackelford.

Los investigadores concluyen que este nuevo fósil indica que la migración fuera de África, hacia Asia oriental y sudoriental, se produjo a un ritmo relativamente rápido, y que, una vez allí, los humanos modernos no se limitaron a habitar lugares en los que habían vivido antes.

Ahora, hay una evidencia fósil para demostrar que los humanos modernos ocuparon estos lugares mucho antes de lo que se pensaba.

 


Hallazgo de un fósil muy completo de Australopithecus sediba.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 76. Diciembre de 2012.

Se ha comunicado oficialmente el hallazgo de una roca que contiene partes significativas del esqueleto de un antiguo ancestro humano. Se cree que el esqueleto corresponde a los restos mortales de un Australopithecus sediba.

El equipo de Lee Berger, del Instituto de Evolución Humana adscrito a la Universidad del Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, ha descubierto fragmentos de una mandíbula y elementos importantes del cuerpo, incluyendo lo que parece ser un fémur, así como costillas, vértebras y otros componentes importantes de las extremidades, algunos de los cuales nunca antes habían aparecido tan completos en el registro fósil humano.

Este esqueleto hallado es casi con toda certeza el más completo que se haya descubierto de un ancestro humano tan antiguo.

Los restos fósiles son invisibles para un observador profano o poco prevenido, y están incrustados en una roca de aproximadamente un metro de diámetro.

En realidad, esta roca fue descubierta hace casi tres años, pero no recibió la atención que merecía durante su permanencia en los laboratorios del citado instituto. La situación cambió sólo recientemente.

El profesor Berger y su esposa Jackie Smilg, radióloga en el Hospital Charlotte Maxeke, que está llevando a cabo su doctorado en el escaneo mediante tomografía computerizada de material fósil alojado dentro de materia pétrea, escanearon la singular roca valiéndose de un avanzado escáner de tomografía computerizada.

A partir de aquí, ha sido posible conocer en todos sus detalles el esqueleto y su naturaleza, revelándose gracias a ello la gran importancia de este conjunto de piezas fósiles.

 


Hallan en Kenia fósiles de desconocida especie de homínido.

Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 75. Septiembre de 2012.

Tenía un cráneo grande y rostro plano y alargado y cohabitó hace dos millones de años con Homo Habilis y Homo Erectus.

Hace cuatro décadas fue descubierto, en Kenia, el fósil de un ancestro del hombre, cuya inusual morfología generó un debate de décadas entre los científicos. KNM-ER 1470, como se le bautizó, era un cráneo (sin mandíbula inferior ni dientes) que se caracterizaba por ser muy grande y revelar una cara larga y plana. Algo muy distinto a todo lo descubierto hasta entonces. ¿Se trataba de una especie desconocida o sólo de variaciones sexuales o ambientales de otros homínidos?

El hallazgo de tres nuevos fósiles -al este del lago Turkana, en Kenia- permiten concluir que 1470 es efectivamente una especie distinta y que cohabitó el mundo con el Homo Habilis y Erectus hace dos millones de años. El estudio, publicado en Nature, analizó los fósiles de una cara, una mandíbula inferior muy completa y la parte de una mandíbula inferior, descubiertos entre 2007 y 2009 a unos 10 km de la ubicación de 1470, y que tienen entre 1,78 millón y 1,95 millón de años. “Estos fósiles confirman las características únicas de la cara de 1470 y nos muestran cómo habrían sido sus dientes y mandíbula inferior”, dice en Nature, Meave Leakey, co-líder de la investigación del proyecto Koobi Fora y miembro del Turkana Basin Institute de Nairobi (Kenia).

Los científicos buscaron por años en las riberas del Turkana otros fósiles que se parecieran a 1470. Pero no tuvieron éxito, sino hasta 2007, cuando Robert Moru encontró el fósil de una parte de una mandíbula inferior que conservaba varios incisivos, bautizado como KNM-ER 62003. A ese fósil se sumaría, en 2009, el hallazgo de una mandíbula inferior (KNM-ER 60000), que es la más completa encontrada hasta ahora en un homínido y que corresponde a un adulto. Según explica Fred Spoor, paleontólogo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, de Alemania, y líder de los análisis científicos, la combinación de estos dos fósiles con 1470 permiten dar una imagen completa de su rostro y confirmar que se trata de una especie distinta. “La morfología de los huesos indica que estos individuos tendrían una cara alargada y más plana y un paladar con forma de U, que se diferencia del resto de los homínidos de su época con forma de V”, dice Spoor.

El tercer fósil, KNM-ER 62000, es un rostro casi completo muy similar a 1470, descubierta en 2008 y que corresponde a un niño de unos ocho años. Por eso, esta última tiene una arcada dental distinta. Eso significa que Homo Habilis, Homo Erectus y 1470 cohabitaron en el mismo espacio, aunque se cree que lo más probable es que se evitaran.

Los expertos dicen que esto revela la diversidad de ancestros humanos que vivieron durante el pleistoceno. “Como resultado, ahora está claro que dos especies de Homo vivieron junto al Homo erectus. Los nuevos fósiles serán de gran ayuda para desentrañar cómo nuestra rama de la evolución humana surgió por primera vez y floreció casi dos millones de años atrás”, dijo Spoor.

 


El genero Afrotarsius y un nuevo origen asiático de los primates superiores.

Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 75. Septiembre de 2012

Un equipo internacional de investigadores ha anunciado el hallazgo del Afrasia djijidae, un nuevo primate fósil encontrado en Myanmar (Birmania) que brinda datos reveladores sobre un paso crítico en la evolución de antropoides del pasado.

El Afrasia, de 37 millones de años de antigüedad, se parece mucho a otro antropoide antiguo, el Afrotarsius libycus, descubierto recientemente en un yacimiento paleontológico de edad similar en un sector del desierto del Sahara en Libia. La gran similitud entre el Afrasia y el Afrotarsius indica que África fue colonizada por antropoides sólo un poco antes de la época de la que datan los fósiles encontrados de estos animales. Esta colonización de África fue un paso fundamental en la evolución de primates y humanos, porque sentó las bases para que posteriormente evolucionaran allí monos antropomorfos más avanzados, y finalmente los humanos.

Durante décadas, los científicos pensaron que la evolución de los antropoides tenía sus raíces en África. Sin embargo, hallazgos de fósiles más recientes en China, Myanmar y otros países asiáticos están haciendo cambiar de opinión con rapidez a la comunidad científica sobre la cuestión de dónde evolucionó originalmente este grupo de ancestros distantes de los humanos. El Afrasia es el último de una serie de hallazgos fósiles que están trastocando el concepto de que África fue el punto de partida de la evolución de los primates antropoides.

Los paleontólogos han estado divididos respecto a exactamente cómo y cuándo viajaron de Asia hasta África los antropoides asiáticos tempranos. El viaje no pudo ser fácil, porque el Mar de Tethys, una versión más extensa del Mediterráneo moderno, separaba a África de Eurasia en aquel entonces.

Aunque el descubrimiento del Afrasia y la subsiguiente investigación realizada por el equipo del paleontólogo Christopher Beard del Museo Carnegie de Historia Natural, en Pittsburgh, Pensilvania, Estados Unidos, no determinan la ruta exacta seguida por los antropoides tempranos para llegar a África, sí sugieren que el evento de colonización se produjo con suma rapidez, sólo un poco antes de la época de la que datan los primeros fósiles de antropoides presentes en el registro fósil africano.

 


El Homo heidelbergensis era sólo un poco más alto que el neandertal.

   Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 73. Julio de 2012.

La reconstrucción de 27 huesos completos de extremidades humanas encontrados en Atapuerca (Burgos, España) ha servido para determinar la estatura de varias especies del Pleistoceno. Homo heilderbergensis, como los neandertales, tenía una altura similar a la de las actuales poblaciones mediterráneas.

Junto a su enorme cantidad de fósiles, uno de los aspectos importantes de la colección de la Sima de los Huesos (SH) de Atapuerca, en Burgos, es el magnífico estado de conservación que presentan, que ha hecho posible la reconstrucción de 27 huesos completos de hace 500.000 años.

“La increíble colección nos permite hacer estimaciones de la estatura en especies como Homo heidelbergensis –que habitó Europa durante el Pleistoceno Medio y es antepasado de los neandertales–, basándonos exclusivamente en huesos largos completos, como todos los del brazo y la pierna”, explica a SINC José Miguel Carretero Díaz, investigador del Laboratorio de Evolución Humana de la Universidad de Burgos y autor principal del estudio que publica el Journal of Human Evolution. Además, al estar los huesos completos, los investigadores han podido atribuir cada uno a un sexo determinado para calcular la estatura en algunos hombres y mujeres.

“Las estimaciones que habíamos hecho hasta ahora se basaban en huesos incompletos, cuya longitud había que estimar, y utilizábamos fórmulas basadas en una sola población de referencia, que no sabíamos si era o no la más adecuada”, señala el investigador.

Dado que no conocían cuál sería la afinidad racial y ecológica más adecuada para estos humanos, los científicos utilizaron fórmulas multirraciales y multisexuales para estimar la estatura con todos ellos para reducir el margen de error y acercarse más a la realidad. “Calculamos un promedio general para la muestra y uno para cada sexo. Lo mismo se ha hecho con los fósiles de neandertales y cromañones”, apunta Carretero Díaz.

Sus resultados indican que tanto los hombres como las mujeres de la población de la Sima de los Huesos eran sólo ligeramente más altos en promedio que los hombres y mujeres neandertales. “Ni unos ni otros pueden calificarse como humanos de baja estatura, sino que se sitúan dentro de las categorías de individuos medianos y supermedianos, aunque entre ellos haya también individuos altos”, aseguran los expertos.

La estatura de estas dos especies se parece mucho a la que presentan las poblaciones actuales que viven en latitudes medias, como las de Europa central y mediterránea.

Los humanos que llegaron a Europa en el Paleolítico superior, y que sustituyeron a las poblaciones neandertales, son los ‘cromañones’ o humanos anatómicamente modernos. Presentan una estatura significativamente superior a la de las otras especies humanas, con promedios más elevados que caen dentro de la categoría de individuos muy altos en los dos sexos.

Según los investigadores, dejando al margen las especies de biotipo pequeño como Homo habilis (Este de África), Homo georgicus (Georgia) y Homo floresiensis (Isla de Flores), todos los humanos conocidos del Pleistoceno Inferior y Medio que habitaron África (Homo ergaster, Homo rhodesiensis), Asia (Homo erectus) y Europa (Homo antecessor, Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis) parecen presentar durante la mayor parte de este período también estaturas medianas y supermedianas, “aunque entre todas ellas podamos encontrar siempre algún individuo alto o muy alto”, señalan.

En su opinión, esto quiere decir que la estatura del género Homo ha permanecido más o menos estable en el tiempo durante casi 2 millones de años, hasta la aparición hace tan sólo 200.000 años en África “de una especie rompedora en este sentido”, el Homo sapiens, cuyos primeros representantes eran significativamente más altos que los de cualquier otra especie que hubiera existido hasta ese momento

“La explicación la encontramos en el cambio morfológico general del biotipo corporal que protagonizó nuestra especie respecto a las anteriores. El Homo sapiens presenta un cuerpo más estrecho, huesos más ligeros, estatura más elevada y piernas más largas”, añade el investigador.

Se han apuntado varias ventajas para que el biotipo del sapiens fuera más adaptativo, entre ellas las de carácter termorregulador, obstétrico y nutricional, pero a juicio de los expertos, la mayor ventaja de este nuevo cuerpo es de tipo energético.

“Unas piernas más largas, una cadera más estrecha, una mayor estatura y unos huesos más ligeros, además de significar un menor peso corporal (menor masa muscular), favorecen una zancada más larga, mayor velocidad y menor coste energético para mover el cuerpo, caminar y correr”, indica Carretero Díaz.

 


Estudian si el Homo habilis fue victima de ataques de cocodrilos.

  Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 73. Julio de 2012.

Los caminos para estudiar la evolución humana llevan a lugares insospechados, como el recinto del parque zoológico Faunia de Madrid. Un equipo de investigadores españoles ha descubierto el papel de los cocodrilos ('Crocodylus niloticus') en la historia de la Humanidad acudiendo a alimentar a un grupo de estos saurios en el parque zoológico.

Los científicos del Instituto de Evolución en África (IDEA) buscaban demostrar, y así lo han conseguido, que los ancestros humanos de hace dos millones y medio de años, los 'Homo habilis', se asentaron en lo que serían los primeros campamentos de la especie, en la Garganta de Olduvai (Tanzania) porque los cocodrilos no eran una amenaza, como defienden paleontólogos de la Universidad de Rutgers (EE.UU.)

Los arcosaurios son de los carnívoros más primitivos y, además, han evolucionado poco en los últimos cuatro millones de años. Los americanos han mantenido, en algunos estudios, que los primeros 'Homo' eran carroñeros que no llegaron a tener asentamientos fijos en Olduvai (en concreto en un yacimiento llamado FLK) porque la zona estaba infestada de cocodrilos, que podían devorarles. Para probarlo, mencionaban varios fósiles de 'habilis' que habrían sido mordisqueados por estos saurios. Pero en el IDEA no lo creen así y querían confirmar sus tesis. Por ello, acudieron durante semanas a alimentar con carne a los cocodrilos de Faunia, recogiendo después los restos que dejaban.

"Fue muy interesante acercarse a estos animales, que siempre me han atraído", comenta Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, uno de los autores del artículo publicado en 'Journal of Archaeological Science'.

Junto con Manuel Domínguez-Rodrigo, profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid y Charles Musiba, de la Universidad de Colorado Denver, comprobaron después, por microscopio, las marcas de los dientes que habían dejado y las compararon con las que hay en los fósiles de Olduvai. "Esta prueba experimental nos sirvió para comprobar que los dos restos de 'Homo habilis' a los que se referían análisis anteriores no fueron devorados por cocodrilos. Estaban ya muertos cuando se los comieron", señala Baquedano. En concreto, se refiere a los fósiles de un pie izquierdo y una pierna, de hace 1,8 millones de años, en las que no hay las marcas típicas de estos animales.

La experimentación se llevó a cabo en 2011 con ocho cocodrilos del parque zoológico, a los que les alimentaron con pedazos de vaca, potro, cabra, cerdo y jabalí.

 


Un homínido desconocido también era capaz de caminar sobre dos piernas hace 3,4 millones de años.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 71. Julio de 2012.

El análisis de un fósil descubierto recientemente en África Oriental indica que el Australopithecus afarensis, un pariente evolutivo antiguo de los humanos modernos, pudo no ser el único homínido que caminaba hace unos 3,4 millones de años por las llanuras y bosques de lo que hoy es la región de Afar, en Etiopía.

En la comunidad científica, ya se barajaba desde hace tiempo la idea de que el Australopithecus afarensis, la especie a la cual pertenece el famoso fósil conocido como "Lucy", no fue el único homínido que vivió durante el Periodo Plioceno Tardío en África. Los huesos de Lucy dieron pruebas de que ella y quizás otros homínidos antiguos podían andar erguidos, pero se ha debatido mucho sobre si la especie de Lucy fue la única que vivió en aquel periodo particular de tiempo.

Ahora, el equipo de Yohannes Haile-Selassie, jefe de Antropología Física en el Museo de Historia Natural de Cleveland, en Ohio, Estados Unidos, ha determinado que los restos óseos de un pie recientemente analizados en detalle pertenecieron a un antiguo ancestro humano que no era el Australopithecus afarensis ni otro homínido llamado Kenyanthropus platyops, una criatura que algunos paleoantropólogos sostienen que es un segundo homínido que vivió en el mismo periodo en que lo hizo el Australopithecus afarensis.

Los restos óseos del nuevo espécimen denotan adaptaciones locomotoras más similares a las del Ardipithecus ramidus, un homínido anterior que data de hace 4,4 millones de años, el cual fue descubierto entre 1992 y 1993 en la zona del valle de Awash, Etiopía. Algunas de las proporciones óseas del pie del nuevo espécimen se parecen más a las de humanos y gorilas que a las de los chimpancés.

La identificación y la denominación de la especie a la que pertenece el pie estudiado tendrán que esperar hasta que se encuentren más fósiles, como por ejemplo piezas dentales y craneales.

Sin embargo, los investigadores están seguros de que no pertenece a la especie de Lucy, el Australopithecus afarensis. Probablemente descienda de una especie relacionada con el Ardipithecus ramidus.

En la investigación también han trabajado Beverly Z. Saylor y Bruce M. Latimer de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, Ohio; Alan Deino del Centro de Geocronología de Berkeley en California; Naomi E. Levin de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Maryland; y Mulugeta Alene, de la Universidad de Addis Abeba en Etiopía.

 


El Homo sapiens pudo provocar un genocidio neandertal.

Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 70. Julio de 2012.

El mecanismo de la extinción de los neandertales es un tema polémico de gran interés entre la comunidad científica. Ahora, dos investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), Bienvenido Martínez-Navarro (paleontólogo) y Policarp Hortalà (biólogo), aportan una nueva hipótesis, con datos ecológicos y etológicos, según la cual los Homo neanderthalensis habrían sido, muy probablemente, víctimas de un genocidio provocado por Homo sapiens.

Los autores consideran que los neandertales habrían sido una presa más en la cacería de los miembros de nuestra especie, matando para consumir, o bien, para acabar con la competencia. Desde un punto de vista más ecológico, con los neandertales habría pasado lo mismo que con la megafauna del Cuaternario (mamuts, rinocerontes lanudos, megaterios sudamericanos, etc.), que desapareció por la presión de los Homo sapiens. Así lo recoge la prestigiosa revista Quaternary International en un artículo reciente que firman Bienvenido Martínez-Navarro y Policarp Hortalà del IPHES.

Para los autores, y desde el punto de vista de la estrategia de competencia ecológica de los consumidores de carne, "cualquier muerte del competidor o su depredación, sea con el consumo de la misma o no, tiene dos ventajas: primera, a menos competidores, más presas disponibles, y segunda, a más presas disponibles (incluyendo en esta categoría otros consumidores de carne, como los neandertales), menos competidores", explica Hortolà. "Esta estrategia no es un comportamiento humano distintivo, sino que está generalizada entre los mamíferos carnívoros, cuando dos especies se superponen", observa el mismo investigador. "Somos una especie única, pero de ninguna manera una especie separada del mundo natural", complementa Martínez-Navarro.

La competencia entre los humanos anatómicamente modernos y los neandertales no ha sido demostrada. Sin embargo, "la expansión geográfica del Homo sapiens -indica Bienvenido Martínez-Navarro - parece haber conducido a una rivalidad directa que llevó a la extinción neandertal".

En este sentido, el registro paleontológico y los datos cronométricos obtenidos en la Grotta del Cavallo (sur de Italia) confirman una rápida dispersión de los humanos modernos a través de Europa antes de la desaparición de Homo neanderthalensis. "Un ejemplo de posible competencia por los recursos entre neandertales y sapiens se encuentra en el área limitada que comprende el abrigo neandertal de Mezzena Riparo i la Grotta di Fumane proto-aurinyaciana (norte de Italia)", añade el mencionado paleontólogo.

En el estudio se indica que muy posiblemente los neandertales se extinguieron por las mismas causas que la megafauna, ya que estas especies tienen una muy baja tasa de reproducción y, sometidas a la presión cinegética de un supercazador foráneo con tecnología avanzada como era el Homo sapiens, se iban extinguiendo gradualmente.

Además, hay que tener en cuenta que la tasa de reproducción de Homo neanderthalensis era muy baja, como en todas las especies de homínidos y como en la megafauna. "Por eso, en competencia con Homo sapiens, estaba condenado al ocaso", subraya Martínez-Navarro. Así, los neandertales fueron parte de los grandes mamíferos potencialmente perseguidos como presas para nuestra especie, del mismo modo que, históricamente, aún lo son los orangutanes, los gorilas y los chimpancés, todos ellos miembros de nuestra propia familia taxonómica.

 "Lo más posible es que el mismo fenómeno sucediera cada vez que una especie del género Homo tecnológicamente más evolucionada se superpuso a otra tecnológicamente menos avanzada, como el Homo erectus o el Homo floresiensis", indica Hortolà.

Ambos admiten que aunque en la etapa actual de conocimiento del registro arqueológico, el principal supuesto de esta investigación sólo puede ser considerado como una hipótesis de trabajo, "lo que da sentido a la explicación sugerida (el genocidio neandertal debido a la matanza y depredación como parte habitual de la estrategia de la competencia de los sapiens) es consecuencia de nuestro secular comportamiento como primate carnívoro territorial y social". (Fuente: IPHES)

 


Pseudoloris cuestai. Han descubierto una nueva especie de primate fósil.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 68. Mayo de 2012.

Una nueva especie de primate ha sido encontrada en Soria y bautizada como Pseudoloris cuestai. Sus restos fósiles dentales, hasta 22 piezas en general muy completas, pertenecen a la colección del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), donde trabajan sus descubridores.

Pseudoloris cuestai habría sido un primate medio dentro de su género y se diferencia claramente de los restos encontrados en las cuencas pirenaicas como P. isabenae de Capella (La Ribagorza aragonesa), P. parvulus de Sossís (el Pallars Jussà catalán) o P. pyrenaicus de Sant Jaume de Frontanyà (el Berguedà catalán).

Estas diferencias dan más fuerza a la teoría de que las faunas de mamíferos de las cuencas occidentales de la Península Ibérica eran muy endémicas, tal y como ya lo mostraba el hallazgo de otras especies de perisodáctilos, artiodáctilos, roedores y primates adapiformes como el género Mazateronodon, descrito por los mismos investigadores en el año 2010.

Las diferentes especies extintas de Pseudoloris eran primates pequeños, de unos 40 gramos, y tendrían un modo de vida similar a los actuales gálagos: de vida nocturna y con una dieta que incluiría insectos y otros pequeños animales. La proporción de insectos en su dieta sería más importante que en otros pequeños primates, como los adapiformes. Pseudoloris tendría algunos rasgos morfológicos muy parecidos a los actuales tarsios. Esta nueva especie del género Pseudoloris ha sido bautizada en honor del paleontólogo Miquel Ángel Cuesta Ruiz-Colmenares de la Universidad de Salamanca, en reconocimiento a sus trabajos en vertebrados del Eoceno en España.

Los primeros restos de Pseudoloris documentadas en la Península Ibérica se deben a Miquel Crusafont, en 1967, cuando identificó restos de Pseudoloris parvulus en Sossís, y describió dos nuevas especies P. reguanti a partir de restos fósiles de Sant Cugat de Gavadons y P. isabenae de Capella.

Los tres investigadores que firman este artículo, Raef Minwer-Barakat, Judit Marigó y Salvador Moyà, han publicado en los últimos meses otros trabajos sobre primates adapiformes y omomiformes, que representan las formas más antiguas del orden de los primates y que fueron abundantes y variadas en el hemisferio norte durante todo el Eoceno.

En junio de 2010, estos investigadores publicaron en la revista Journal of Human Evolution la descripción de Mazateronodon endemicus, un nuevo género de primate adapiforme, descrito a partir de restos recuperados en el yacimiento de Mazaterón en Soria. En octubre del mismo año se publicaba en la revista American Journal of Physical Anthropology una nueva especie primate, Pseudoloris pyrenaicus, esta vez a partir de los restos fósiles recuperados en Sant Jaume de Frontanyà (Berguedà).

Pocos meses más tarde, en abril de 2011 y otra vez en el Journal of Human Evolution, se publicaba la descripción del primate adapiforme Anchomomys frontanyensis, a partir de la dentición más completa de este género en el mundo recuperada también en St. Jaume de Frontanyà.

El yacimiento de Mazaterón se encuentra situado a unos 40 kilómetros al sudeste de Soria (Castilla y León), en la Cuenca de Almazán.

Su secuencia fosilífera es la más antigua de esta cuenca, de hace unos 40,5 millones de años. En este yacimiento se han recuperado los restos de fauna más ricos de todo el Eoceno continental de la Cuenca del Duero: se han identificado hasta 27 vertebrados, que incluyen peces, tortugas, cocodrilos, perisodáctilos, artiodáctilos, primates y roedore

Destacan las tres formas de primates encontradas hasta ahora: Mazateronodon endemicus, restos de un adapiforme mayor asignado de manera tentativa a Adapis, y las 22 restos que se presentan en este estudio y que han permitido describir la nueva especie Pseudoloris cuestai.

 


Los neandertales europeos estuvieron al filo de la extinción antes de la llegada de los humanos modernos.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 68. Mayo de 2012.

Un estudio genético publicado en la revista Molecular Biology and Evolution pone de manifiesto que los neandertales desaparecieron de la mayor parte del continente europeo hace unos 50.000 años y que, posteriormente, un pequeño grupo recolonizó Europa central y occidental, donde sobrevivieron otros 10.000 años antes de que los humanos modernos entraran en escena. El estudio ha sido llevado a cabo por investigadores suecos y españoles en Uppsala, Estocolmo y Madrid, en el marco de un proyecto internacional en el que ha participado Juan Carlos Díez Fernández-Lomana, responsable del Grupo de investigación Arqueología Prehistórica de la Universidad de Burgos.

“El hecho de que los neandertales de Europa casi se extinguieran para luego recuperarse, y que todo eso sucediera mucho antes de que tuvieran contacto con los humanos modernos, fue una completa sorpresa para nosotros, ya que indica que los neandertales pudieron ser más sensibles a los dramáticos cambios climáticos que ocurrieron durante la última edad del hielo de lo que se pensó previamente”, explica Love Dalén, del Museo Sueco de Historia Natural en Estocolmo.

Al realizar los análisis de ADN sobre fósiles de neandertales encontrados en el norte de España, entre ellos la mandíbula de un adolescente neandertal hallada en la cueva burgalesa de Valdegoba, los investigadores notaron que la variación genética entre los neandertales europeos fue extremadamente limitada durante los 10.000 años que precedieron a su desaparición. Fósiles europeos y asiáticos más antiguos muestran mayores niveles de variación genética, los mismos que se encuentran en otras especies que han sido abundantes durante mucho tiempo en un mismo territorio.

“La diversidad genética de los neandertales más antiguos y de los asiáticos era tan alta como la de los humanos modernos como especie, mientras que la variación de los últimos neandertales europeos no alcanzaba a la de los humanos modernos de Islandia”, asegura Anders Götherström, de la Universidad de Uppsala.

Los resultados presentados en el estudio se basan exclusivamente en ADN muy degradado, por lo que los análisis requirieron el uso de metodologías avanzadas tanto de laboratorio como de procesamiento de datos.

Debido a ello, el equipo de investigación involucró a especialistas de varios países incluyendo estadísticos de Dinamarca y Estados Unidos, expertos en secuenciación moderna de ADN de Dinamarca, y paleontólogos de España.

Sólo cuando todos los miembros del equipo internacional revisaron sus hallazgos, tuvieron la certeza de que los resultados revelaban una importante y hasta entonces desconocida parte de la historia de los neandertales.

“Este tipo de estudios interdisciplinares es extremadamente valioso para el avance de la investigación en evolución humana. El ADN de humanos prehistóricos ha aportado hallazgos inesperados en los últimos años. Es muy emocionante imaginar qué nuevos descubrimientos se producirán en los próximos años en este campo”, concluye Juan Luis Arsuaga, profesor de Evolución Humana de la Universidad Complutense de Madrid y co-director del proyecto Atapuerca. (Fuente: CGP/DICYT) 

 


Nuevas investigaciones apoyan la teoría de que el ‘Homo antecessor’ tuvo una relación directa con los neandertales.

Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 68. Mayo de 2012.

Aunque el equipo científico no puede establecer si este húmero corresponde a un hombre o a una mujer, dado que sus dimensiones “no son concluyentes”, sí ha determinado que muestra, al igual que el del niño, “signos inequívocos del proceso de canibalismo que tuvo lugar en la cueva hace 900.000 años”. La investigación constata que el húmero del adulto, correspondiente a un brazo izquierdo, fue quebrado con un golpe para obtener la médula, lo que le produjo una típica rotura en espiral de un hueso fresco.

“El impacto y un trocito de hueso que quedó adherido a la diáfisis aún se aprecian a simple vista”, asegura el investigador, quien añade que las marcas de corte para extraer las masas musculares “son numerosas y espectaculares”. Además, los dos cóndilos de la epífisis distal, donde se insertan numerosos músculos que permiten flexionar el brazo y los dedos, fueron destrozados a golpes para separar esas masas musculares.

A pesar de los daños el equipo científico ha podido analizar varios de los caracteres anatómicos de la pieza, lo que ha permitido seguir explorando la posición filogenética de Homo antecessor. “El húmero RAFA pasará a la historia de la evolución humana con todos los honores. El estudio de los rasgos anatómicos de la epífisis distal de los húmeros es sorprendente y nos dice que la especie Homo antecessor está sin duda relacionada con los homínidos de la Sima de los Huesos de Atapuerca y con los neandertales. Estos caracteres anatómicos se suman a otros rasgos encontrados en los dientes y en el cráneo, que también aparecen en los neandertales”, explica Bermúdez de Castro.

Con todo ello, los investigadores plantean que el Homo antecessor tuvo una relación “directa” con los neandertales, como ya propusieron en 1997. “Volveríamos así a considerar que la especie de la Gran Dolina es el ancestro común de los neandertales y de los humanos modernos, una hipótesis que fue rechazada frontalmente por nuestros colegas. Sin embargo, existen explicaciones alternativas”, subraya el director del Cenieh.

Así, los supuestos rasgos neandertales de Homo antecessor podrían, a su juicio, ser “caracteres anatómicos que aparecieron hace tal vez un millón de años en un homínido desconocido, muy posiblemente de origen euroasiático”. “El homínido misterioso legó estos caracteres a sus descendientes. Homo antecessor, Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis y quizá otras especies todavía por descubrir, serían “hijas" de este padre común, nacidas en momentos diferentes de la historia de la evolución humana”.

De este modo, “todas ellas serían especies hermanas, ligadas por un parentesco común, que nos tocará averiguar en el futuro. El nivel TD6 de Gran Dolina tiene muchas respuestas, tan sólo queda esperar el feliz momento de volver a excavar en este fascinante lugar de la Sierra de Atapuerca”, concluye. (Fuente: CGP/DICYT)

 


Encuentran fósil clave para entender el origen del ser humano.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 68. Mayo de 2012.

Tras 70 años de misterio e infructuosas búsquedas, un nuevo estudio histórico llevado a cabo por expertos de China y Sudáfrica asegura que los restos perdidos del "Hombre de Pekín", uno de nuestros más antiguos antepasados, se encuentran enterrados en una zona sobre la que hay actualmente un aparcamiento.

Así lo afirma el profesor sudafricano Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, quien ayudado por dos investigadores chinos del Instituto de Paleontología de Pekín intenta acabar con uno de los grandes enigmas arqueológicos del siglo XX, el paradero de unos fósiles clave para entender el origen del ser humano.

Éstos se extraviaron durante la Segunda Guerra Mundial, en 1941, cuando el ejército estadounidense los intentaba sacar de China para protegerlos de los invasores japoneses, pero su pista se perdió en el puerto de Qinhuangdao, en el fragor de la batalla, cual Arca Perdida o Santo Grial en las películas de Indiana Jones.

Tras más de siete décadas, los expertos de China y Sudáfrica afirman que los restos del "Homo Erectus Pekinensis" podrían hallarse en una zona ahora densamente urbanizada de Qinhuangdao (el puerto del norte de China donde la Gran Muralla da al mar), donde en aquel entonces había una base militar chino-estadounidense.

El estudio, publicado este mes en el "South African Journal of Science" y del que hoy se hace eco el oficial "China Daily", basa esta teoría en un marine estadounidense de esa época, Richard Bowen, quien afirma haber visto los famosos fósiles en 1947.

Bowen, que ahora tiene más de 80 años, estaba destinado en la base durante la guerra civil entre los nacionalistas del Kuomintang, a los que apoyaba EEUU, y los comunistas liderados por Mao Zedong, que rodearon la instalación con 250.000 soldados en su avance hacia Pekín.

En la noche anterior a la captura de la base, Bowen recuerda haber visto enterradas cajas con fósiles que ahora los expertos relacionan con los restos del "Hombre de Pekín":

"Cavamos un montón de agujeros para colocar ametralladoras, y en uno de ellos encontramos cajas llenas de huesos. Era de noche y nos dio un poco de miedo, así que rellenamos aquel agujero e hicimos otro... Después fuimos evacuados a Tientsin (la actual Tianjin) y luego a Estados Unidos", contó el ex marine a los expertos.

Éstos creen más que probable que los huesos pertenezcan a los preciados fósiles, ya que seis años antes estaban en manos de militares también estadounidenses y en la misma ciudad, entonces conocida en Occidente como Chinwangtao.

Gracias a las precisas informaciones del marine, el estudio ha determinado que el lugar más probable donde se encuentran ahora enterradas esas cajas es un aparcamiento de unos almacenes de la Compañía de Exportación e Importación de Comida de Hebei, la provincia vecina a Pekín donde se halla Qinhuangdao.

Los restos del "Hombre de Pekín", pertenecientes a al menos seis antepasados (dos de ellos adolescentes), fueron hallados entre 1929 y 1937 por antropólogos suecos, canadienses y austríacos en el yacimiento de Zhoukoudian, al sur de Pekín, que desde 1987 está en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Estos restos de entre 300.000 y 500.000 años de antigüedad, según algunos paleontólogos, están emparentados con el "Hombre de Java" (aunque hay corrientes científicas que no reconocen a éste como un humano verdadero) y podrían ser las primeras muestras de "Homo Erectus" en el planeta y dar claves sobre la expansión del hombre por la actual Asia.

Aunque los restos se perdieron, los científicos continúan estudiándolos, usando fieles copias de los fósiles realizadas en los años treinta, así como nuevos hallazgos que se encontraron posteriormente en ese lugar, ya en la época comunista, aunque no tan completos.

Los restos perdidos, estudiados sobre todo por el canadiense Davidson Black, desaparecieron en 1941 precisamente en Qinhuangdao, cuando el ejército de EEUU intentaba enviarlos por barco a América para protegerlos de la invasión japonesa, con el permiso expreso del Gobierno de la República de China (Kuomintang)

Hay teorías para todos los gustos, desde la que asegura que los japoneses los robaron y los tienen actualmente, hasta que traficantes de fósiles, un importante mercado negro en el mundo, esperan al mejor postor para sacarlos del olvido.

Tanto el Gobierno de EEUU como el de China han lanzado campañas de búsqueda durante décadas, e incluso ofrecieron grandes recompensas a quien pudiera recuperar estos importantes restos de nuestros antepasados.

Aunque por ahora no han conseguido sus frutos, quizá pronto, bajo un aparcamiento, se logre resolver el gran misterio.

 


Robert Broom, un medico africano en busca del origen de la humanidad.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 67. Marzo de 2012.

Por el Lic. Mariano Magnussen Saffer. Director de Grupo Paleo y Presidente de la Asociación de Amigos del Museo Municipal Punta Hermengo. marianomagnussen@yahoo.com.ar

Fuente: Magnussen Saffer, Mariano (2012). Robert Broom, un medico africano en busca del origen de la humanidad. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10. 66: 16-17.

Robert Broom, junto con Louis Leakey y Raymond Arthur Dart forma la terna de paleoantropólogos pioneros en buscar los orígenes del hombre en el continente africano, contra la opinión de la comunidad científica de su tiempo. Broom centró su actividad en Sudáfrica.

El profesor Robert Broom, nacido el 30 de noviembre de 1866 en Paisley, Escocia.fue un médico y paleontólogo sudafricano. Se recibió de médico en 1895 y rindió su doctorado en 1905 en la Universidad de Glasgow. En 1893 se casó con Mary Baird Baillie.

Entre 1903 y 1910 fue profesor de Zoología y de Geología en el Victoria College de Stellenbosch (Sudáfrica), y posteriormente se convirtió en conservador de paleontología de los vertebrados en el Museo Sudafricano de Ciudad del Cabo. Broom se dio a conocer por primera vez por su estudio de los reptiles mamiferoides. Después del descubrimiento de Raymond Dart del niño de Taung, un australopiteco juvenil, el interés de Broom en la Paleoantropología aumentó.

La carrera de Broom parecía acabada, y se estaba hundiendo en la pobreza, cuando Dart escribió a Jan Smuts para explicarle la situación. Smuts presionó el gobierno sudafricano y consiguió obtener un puesto para Broom, en 1934, como ayudante de Paleontología del Museo del Transvaal en Pretoria. Durante los años siguientes, hizo una serie de descubrimientos espectaculares, incluyendo fragmentos de seis homínidos en Sterkfontein, que llamó Plesianthropus transvaalensis, coloquialmente llamado Sra. Ples, pero que más adelante fueron clasificados como adultos de Australopithecus africanus .

También hizo más descubrimientos en Kromdraai y Swartkrans. En 1937, Broom hizo su descubrimiento más célebre, el de Paranthropus robustus . Estos descubrimientos contribuyeron a apoyar las afirmaciones de Dart sobre la especie de Taung.

El resto de la carrera de Broom la dedicó a la exploración de estos yacimientos y la interpretación de los numerosos restos de homínidos primitivos que se encontraron. En 1946 propuso la subfamilia de los australopitecinos. Continuó escribiendo hasta sus últimos días. Poco antes de morir, acabó un monográfico sobre los australopitecinos y remarcó a su sobrino: Ahora ya está acabado... y yo también.

Sin dudas, su principal contribución al estudio del origen de los humanos, lo logro en el año 1937, cuando encontró el fósil de Paranthropus robustus, un homínido fósil que vivió en Sudáfrica hace entre 2 y 1,2 millones de años, en las edades Gelasiense y Calabriense (Pleistoceno inferior a medio). Fue la primera especie descubierta del género Paranthropus, aunque durante un tiempo se consideró perteneciente al género Australopithecus. La denominación de robustus se debe a que los primeros hallazgos, en el sur de África, eran restos de mandíbula de gran tamaño, lo que hizo pensar que el resto del cuerpo seria enorme.

Pero los descubrimientos han rechazado esta teoría, y P. robustus tenía una corpulencia similar a la de sus antepasados Australopithecus. La especie Paranthropus robustus sólo ha sido hallada en Sudáfrica, y su especialización parece ser menor que la de su primo el Paranthropus boisei, quizás porque no vivió en medios tan secos como aquél.

La vida del Paranthropus robustus se desarrolló en un periodo 2 y 1,2 millones de años por lo que también pudo convivir con otras especies de nuestro linaje.

Robert Broom falleció el 6 de abril de 1951.

Bibliografía Sugerida:

Broom, R. (1938). «The Pleistocene anthropoid apes of South Africa» Nature 142:  pp. 377-379.

Broom, R. (1950). «The genera and species of the South African fossil ape men» . American Journal of Physical Anthropology 8:  pp. 1-14.

D. M. S. Watson, "Robert Broom. 1866-1951" Obituary Notices of Fellows of the Royal Society, Vol. 8, No. 21 (Nov., 1952), pp. 36-70.

Johanson, Donald & Maitland Edey. Lucy: The Beginnings of Humankind. New York: Simon & Schuster, 1990 ISBN 0-671-25036-1

Mayr, E. (1963)  Animal species and evolution. Cambridge, Massachusetts: Belknap Press, Harvard Univ. Press. pp. 797. 

 


Hispanopithecus laietanus, detalles de su extinción.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 67. Marzo de 2012.

Hace 10 millones de años vivía en Cataluña, Jordi. Era un hominoideo, un primate sin cola, con la nariz con los orificios nasales hacia abajo, no muy grande y con aspecto pues de mono.

Jordi era un Hispanopithecus laietanus, el único ejemplar del que se tiene constancia. Ahora un equipo de paleontógos del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont presentan las causas de la extinción de este primate del pasado, de este primer catalán. Los publica la revista Journal of Human Evolution.

Jordi fue descubierto en 1990 en el yacimiento de Can Llobateres, en Sabadell, por un equipo liderado por Salvador Moyà, que hoy es el director del ICP pero entonces investigador del Instituto Paleontológico de Sabadell. Los paleontólogos recuperaron parte de un cráneo y de un esqueleto de esta especie. Y estos restos son los conocidos como Jordi.

Ahora sabemos, después de analizar los huesos que Jordi se movía y tenía un tipo de vida parecida a la de los actuales orangutanes, es decir, podía suspenderse de las ramas de los árboles y desenvolverse en las alturas con agilidad y también caminar por el suelo a cuatro patas.

Los científicos, liderados por el paleobotánico Josep Marmi, han reconstruido a partir de fósiles de plantas hallados el ambiente que dominaba en la cuenca del valle del Penedés cuando vivió Jordi.

Han averiguado que predominaban dos paisajes, una zona abierta pero llena de árboles, en su mayoría de hoja caduca y otra zona, más típica subtropical, o sea, bosque húmedo y cercano a alguna masa de agua, ya fuera el mar o algún lago o pantano. En este último vivía Jordi. Abundaban las palmeras, los ficus, los helechos y el carrizo.

Allí Jordi podía encontrar comida todo el año. Él comía vegetales , hojas, hierbas, cortezas, frutos y probablemente de vez en cuando picaba algún invertebrado. Todo iba bien y la comida abundaba mientras este fue el paisaje. Pero llego un momento, en el que el clima cambió, desapareció la parte húmeda tropical y empezó a dominar el paisaje de árboles caducifolios. Así el alimento del Jordi empezó a escasear y lo condujo a la extinción.

 


La desaparición local del elefante hizo surgir a los humanos modernos en detrimento del Homo erectus.

 Publicado en la Revista Paleo. Año 10. Numero 64. Marzo de 2012.  

Los elefantes fueron durante mucho tiempo parte de la dieta del Homo erectus. Pero la importancia de esta fuente específica de alimento, en relación con la supervivencia del Homo erectus y la evolución de los humanos modernos, ha sido pasada por alto, hasta ahora.

Los investigadores Ran Barkai, Miki Ben-Dor y Avi Gopher, del Departamento de Arqueología y Estudios del Antiguo Oriente Próximo, en la Universidad de Tel Aviv, examinaron y analizaron datos publicados que describen los huesos de animales asociados con el Homo erectus en el yacimiento arqueológico acheuliano de Gesher Benot Ya'aqov, ubicado en el norte de Israel.

Como resultado de su análisis, determinaron que los huesos de elefante representaban tan sólo entre un 2 y un 3 por ciento del total. Sin embargo, este pequeño porcentaje es engañoso, según los autores de la nueva revisión de datos.

Aunque el animal de seis toneladas puede estar representado por sólo un pequeño porcentaje de huesos en el citado yacimiento, realmente proporcionó a sus cazadores humanos alrededor del 60 por ciento de las calorías de origen animal presentes en la dieta de esas personas.

El elefante, un enorme paquete de carne que es relativamente fácil de localizar y cazar, si un grupo numeroso y bien coordinado de humanos le ataca, desapareció de Oriente Medio hace 400.000 años. Este acontecimiento debió producir una considerable merma en los recursos nutricionales del Homo erectus.

El equipo del profesor Israel Hershkovitz, de la facultad de medicina en la citada universidad, relacionó esta evidencia dietética con otras pistas culturales y anatómicas, llegando a la conclusión de que los nuevos homínidos recientemente descubiertos en la Cueva de Qesem en Israel (que debían ser más ágiles y astutos para satisfacer sus necesidades dietéticas con presas más pequeñas y rápidas) se impusieron en Oriente Medio, y acabaron por reemplazar al Homo erectus.

Los hallazgos hechos en el nuevo estudio sugieren que la desaparición de los elefantes en la región hace 400.000 años fue la razón de que los seres humanos modernos aparecieran en Oriente Medio y se impusieran aquí.

 


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