La botánica es la
rama de la biología dedicada al estudio de las plantas (reino
Plantae) y al de algunas otras clases de organismos como los
hongos (reino Fungi). En la actualidad, las plantas se
definen como organismos pluricelulares capaces de realizar la
fotosíntesis. Pero otros organismos tradicionalmente llamados
plantas, como las algas y los hongos, siguen formando parte de la
botánica, por la relación histórica que mantienen con esta
disciplina y por las muchas similitudes que hay entre ellos y las
plantas verdaderas.
La botánica estudia todos los aspectos de las plantas, desde las
formas más pequeñas y simples hasta las más grandes y complejas; y
desde las características de los individuos aislados hasta las
complejas interacciones de los distintos miembros de una comunidad
botánica con su medio ambiente y con los animales.
Pueden hacerse observaciones macroscópicas y experimentos sobre
fotosíntesis y movimiento de agua en las plantas sin conocer su
estructura; pero explicar estos fenómenos exige conocimientos de
morfología (estudio e interpretación de la forma, el desarrollo
y el ciclo vital de las plantas) y de anatomía (estudio de los
tejidos vegetales, su origen y sus interrelaciones).
El primero en estudiar
la naturaleza celular de las plantas fue el científico inglés Robert
Hooke en el siglo XVII, quien observó que la corteza del corcho
estaba formada por células. En 1838, el botánico alemán Matthias
Schleiden descubrió que todos los tejidos vegetales estaban formados
por células. Este descubrimiento puso de manifiesto que existía
cierta similitud entre todos los organismos vivos, y sentó las bases
del desarrollo de la citología, el estudio de la estructura y
función de las células, consideradas como unidades individuales.
El patólogo alemán Rudolf Virchow demostró en 1858 que toda célula
procede de otra célula anterior y que, por tanto, el pasado y el
presente de los seres vivos están unidos por una línea continua.
Estas observaciones no fueron importantes sólo para el desarrollo de
la fisiología y la anatomía de las plantas, sino también para
comprender la genética, o estudio de la herencia, y la evolución. En
el siglo XIX, el botánico austriaco Gregor Mendel descubrió los
fundamentos de la genética observando las variaciones de una serie
de características vegetativas y florales de variedades cultivadas
de guisante o chícharo. Sus experimentos de hibridación exigían
conocer la función de las distintas piezas de la flor durante la
reproducción, conocimientos que procedían de los experimentos del
botánico holandés Rudolph Jacob Camerarius, quien demostró la
naturaleza de la reproducción sexual de los vegetales. Los
experimentos de Mendel pasaron desapercibidos hasta los primeros
años del siglo XX. Mientras tanto, Charles Darwin había propuesto la
teoría de la evolución por selección natural (que en su formulación
moderna se basa en los principios de la genética) sin conocer el
trabajo de Mendel. Darwin observó las variaciones y cambios que
experimentan los organismos a lo largo del tiempo, y Mendel definió
las leyes que rigen la combinación y recombinación de rasgos
individuales. Sin embargo, el origen de las diferencias y los
cambios no se conoció hasta que el botánico holandés Hugo de Vries
observó la aparición espontánea de rasgos nuevos en cruces de
ejemplares de hierba del asno de resultados previsibles, y sugirió
que eran resultado de cambios o mutaciones de los genes.
Los conocimientos de anatomía, genética y evolución han contribuido
decisivamente a la clasificación de las plantas y han aportado
fundamento racional a esta disciplina. El naturalista del siglo XVII
John Ray clasificó las plantas en formas sin flores y con flores, y
subdividió estas últimas en dicotiledóneas y monocotiledóneas. Pero
fue el botánico sueco del siglo XVII Carl von Linneo quien sentó las
bases de la clasificación moderna de las plantas y quien ideó un
sistema de nomenclatura simplificado en virtud del cual cada planta
queda identificada por dos términos en latín, el primero de los
cuales corresponde al género y el segundo a la especie.
La botánica no recurre al registro fósil en igual medida que la
zoología para obtener datos sobre la evolución, porque el registro
vegetal es mucho más incompleto que el animal. No obstante, la
paleobotánica o estudio de las plantas fósiles ha contribuido mucho
al conocimiento general de la evolución de los grandes grupos
vegetales, y en especial a la comprensión de las relaciones
existentes entre las clases de plantas con semillas. Pero aún queda
mucho por estudiar antes de poder responder a preguntas tan básicas
como el origen de las plantas con flor (Angiospermas).
Los botánicos o especialistas en el estudio de las plantas
desempeñan un abanico muy variado de actividades. Muchos ocupan
puestos académicos y realizan labores de enseñanza e investigación,
que comprenden trabajos de laboratorio y de campo. En términos
estrictos, la botánica es una ciencia pura dedicada a estudiar la
naturaleza básica de las plantas. Pero muchos aspectos de la
botánica afectan directamente al bienestar y al progreso de la
humanidad, por lo que la botánica aplicada ha cobrado gran
importancia. Especialidades como la silvicultura y la horticultura
están estrechamente vinculadas con la botánica básica; otras, como
la farmacología y la agronomía, aunque son más autónomas, dependen
también de los conocimientos botánicos básicos. Además, existen
otras especialidades, como la geobotánica, que estudian la relación
de las plantas con el medio físico.
Cardon_Moro_Stetsonia_coryne
Lapacho Negro (Tabebuta ipé): Es un árbol que alcanza 30
metros de altura y un diámetro máximo de 1,50 metros, flores de
color rosado y una madera muy codiciada, dura, pesada, de color
amarillo verdoso.
Cedro Misionero (Cedrella tubiflora): Alcanza dimensiones
similares al anterior y tiene una madera color castaño claro a
rojizo.
Petiribí o Loro Negro (Cordia trichotoma): Desarrolla
hasta 18-20 metros de altura, con fuste recto y largo.
Caña Fístola (Peltophorum dubium): Árbol que alcanza
dimensiones impresionantes, hasta 35 metros de altura y diámetros
entre 1,5 y 2 metros. En primavera y otoño, se cubre de hermosas
flores de un color amarillo dorado.
Cancharana (Cabralea ablongifoliola): Es también un árbol
muy alto que puede superar los 35 metros y con un diámetro de hasta
1,5 m. La madera tiene un veteado muy pronunciado y un suave brillo
castaño oscuro con tendencia al rojizo.
Guatambú Blanco (Balfourodendron riedelianum): Porte
esbelto, llega hasta los 25 metros de altura y los 0,80 metros de
diámetro. La madera es clara, blanco crema uniforme.
Pino Paraná
(Araucaria angustifolia): El verdadero coloso
de la selva misionera con alturas de 25 a 40 metros y diámetros
entre 0,60 a 1,50 metro. La copa tiene una particular forma de
parasol, por lo que es fácil identificarlo entre las restantes
especies. Es la única especie nativa promocionada para
forestaciones. Fue declarado Monumento Natural Provincial por la Ley
2.380 en 1986, por lo que está prohibida su extracción.
Timbó
(Enterolobium contortisiliquum: Es un árbol de 10 a
20 metros de altura y hasta 2 metros de diámetro, tiene una madera
blanda y liviana.
Palo Rosa (Aspidosperma polyneuron): Árbol de
características extraordinarias, ya que alcanza la mayor talla de la
selva misionera, con individuos registrados de 42 metros de altura,
con fuste recto de 20 a 30 metros y diámetros máximos de 1,60 m. En
la actualidad es escasa su existencia en el Parque Nacional Iguazú,
por lo que también fue declarado Monumento Natural Provincial, junto
con la Araucaria.
Palmito (Euterpe edulis): Es la palmácea más esbelta de
la selva misionera, se eleva entre los 20 a 30 metros y culmina en
un penacho de hojas pinadas de intenso color verde. También en su
copa alberga una inflorescencia amarillenta en forma de panoja, de
unos 60 a 80 centímetros, que origina abundantes frutos parecidos a
las aceitunas, de color negro violáceo, con escasa pulpa dulzona,
muy buscados por los animales de la selva. La parte comprendida
entre el ápice de la palmera y el lugar de inserción de las
inflorescencias encierra un cogollo muy codiciado por su exquisito
sabor, denominado palmito. Esta virtud justamente llevó la especie
al borde de la exterminación, ya que extraer ese cogollo produce la
irremediable muerte de la palmera. En la actualidad, 5.000 hectáreas
del área de palmitos se encuentran bajo régimen de protección creado
por el Decreto 557/92.
Yrupẽ, Irupé o
Victoria cruziana (Victoria cruziana)
Helechitos de agua (Salvinia spp).
Helechitos de agua
(Azolla
filiculoides)
junco (Schoenoplectus
californicus)
duraznillos de agua (Ludwigia
elegans)
Lágrima de la
Virgen (Nothoscordum inodorum).
Cortadera o
Cola de Zorro
(Cortaderia selloana)
Helechito de
Agua (Salvinia biloba).
Saetas (Sagittaria montevidensis)
Cuchareros (Echinodorus grandiflorum)
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