El Megaterio, la gran bestia desaparecida de
las pampas.
Por Mariano
Magnussen Saffer, Departamento Científico.
Laboratorio Paleontológico. Museo de Ciencias
Naturales de Miramar, Provincia de Buenos Aires,
Republica Argentina. Fundación Azara. Publicado en Paleo -
Revista Argentina de Paleontología. Ilustraciones de Daniel Boh.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Los
"Pilosa" en la actualidad se encuentran representados por
mamíferos pequeños y medianos, como osos hormigueros y
perezosos de tres dedos, que pasan la mayor parte de su
tiempo colgados en los árboles, moviéndose en forma muy
lenta, debido a su bajo metabolismo, pero en el Pleistoceno
habitaron en nuestro territorio formas gigantescas.
Los
perezosos terrestres, como los demás Xenartros,
evolucionaron en aislamiento durante el Terciario, cuando
América del Sur quedo totalmente aislado del resto de los
continentes. En el período Plioceno, se formó el istmo de
Panamá, un puente terrestre natural que unió ambas américas, lo
que causó el Gran Intercambio Biótico Americano y la
consiguiente extinción de una importante proporción de la megafauna originaria
de Sudamérica.
Sin embargo
los perezosos terrestres se adaptaron con éxito a las nuevas
condiciones biológicas logrando colonizar además América del
Norte, donde florecieron hasta el final del Pleistoceno.
El
Megaterio(Megatherium) fue uno de los
mayores mamíferos terrestres conocidos, pesaba más
de 3 toneladas y media más de 7 metros de longitud
de la cabeza a la cola. Es el mayor de los perezosos
terrestres, con un tamaño equiparable al de
los elefantes actuales. Este género es conocido
principalmente a partir de su especie más grande, Megatherium
americanum, aunque posteriormente se
conocieron otras especies de menor tamaño.
El
Megaterio tenía un esqueleto robusto con una gran cintura
pélvica y una ancha y musculosa cola. Su enorme tamaño le
permitía alimentarse a alturas a las que no tenían acceso
otros herbívoros contemporáneos. Elevándose sobre sus
poderosas patas traseras y usando su cola para formar
un trípode. Además podía soportar su enorme peso corporal
mientras usaba sus garras curvas de sus largos brazos para
acercarse las ramas de los árboles.
Este
perezoso, al igual que los actuales osos hormigueros,
caminaba sobre los lados de sus pies y manos, debido a que
sus garras evitaban que pudiera poner las palmas y plantas
de los mismos sobre el suelo. Aunque era
principalmente cuadrúpedo, sus huellas fosilizadas muestran
que tenía cierta capacidad de realizar una marcha bípeda.
Las mismas se encuentran en la localidad de Pehuen Co, al
sur de la provincia, en lo que fue el borde de una gran
laguna de hace unos 12.000 años. En la misma han quedado
conservadas las pisadas de gran cantidad de especies ya
extinguidas y algunas que aún sobreviven. En este lugar
particular era posible apreciar un rastro de varios metros
realizado por un megaterio caminando en dos patas. Las
mismas tenían un largo de 1,30 metros. Lo que es quizás el
pie más grande de un mamífero extinguido o vivo.
La dieta de
estos animales consistiría de hojas de plantas tales como
las yuccas, agaves y pastos. En nuestra región también
existían bosques de talas, quebrachos y algarrobos, cuyos
frutos eran muy importantes para la alimentación de muchos
seres gigantescos.
Mientras se alimentaba de la vegetación terrestre podría
sostenerse en sus patas traseras, así como para alcanzar la
vegetación más alta. También podría tratar de desenterrar
raíces usando las grandes garras de sus patas. Algunos
autores sostienen posibles hábitos carroñeros, pero por
ahora, la evidencia es muy pobre. Megatherium usaba
sus dientes simples para triturar la vegetación antes de
tragarla, un proceso al que ayudarían sus sumamente
desarrollados músculos. El estómago del perezoso era capaz
de digerir la comida fibrosa y áspera. Es probable que pasar
un buen tiempo descansando, para ayudar a su digestión.
Megatherium habitó
en ambientes de bosques y praderas de las áreas
levemente boscosas de Sudamérica de donde era una
especie endémica. Estaba adaptado a hábitats de
clima templado, árido o semiárido.
<<<Aspecto de Megatherium
americanum. Por Daniel Boh.
El primer
espécimen fósil de Megatherium fue descubierto
en 1785 por Fray Manuel Torres, sobre la ribera del río
Luján en la Provincia de Buenos Aires. El fósil fue enviado
al año siguiente a Madrid al Real Gabinete de Historia
Natural, hoy en día conocido como el Museo Nacional de
Ciencias Naturales Madrid.
Fue tal el
interés que despertó este enorme esqueleto de cerca de cinco
metros de largo, que el rey Carlos III pidió que se “procure
por cuantos medios sean posibles averiguar si en el partido
de Luján o en otro de los de ese virreinato, se puede
conseguir algún animal vivo, aunque sea pequeño…
remitiéndolo vivo, si pudiese ser, y en su defecto disecado
y relleno de paja…”
Posteriormente fue ensamblado por un empleado del
gabinete, Juan Bautista Bru, quien además dibujó el
esqueleto y algunos huesos individuales. Estos llegaron
al anatomista comparativo Georges Cuvier determinó las
relaciones y la posible apariencia de Megatherium.
Cuvier publicó su primer artículo sobre el animal en 1796 y
republicado nuevamente en 1804. En su artículo de 1796,
Cuvier le asignó al fósil el nombre científico de Megatherium
americanum.
La palabra Megaterio
significa: Mega (grande) y Terios (bestia o
animal), o sea su nombre científico completo significa “gran
animal de América”.
Cuvier determinó que Megatherium era
un perezoso, y en principio creyó que este usaba sus grandes
garras para trepar a los árboles, tal y como los perezosos
modernos, aunque luego cambió de parecer sobre esta
hipótesis y apoyó un estilo de vida subterráneo, usando
entonces las garras para cavar túneles. El
megaterio fue el primer vertebrado fósil montado para fines
de exhibición y el primer mamífero fósil del nuevo mundo
estudiado y nominado científicamente.
Este género
aparece en el registro paleontológico por primera vez en
el Plioceno de Bolivia en la forma de Megatherium
altiplanicum, siendo muy similar al perezoso
terrestre del Mioceno Promegatherium, cuyo
tamaño era similar al de un rinoceronte, y que probablemente
es un antecesor directo de este género.
En el sur,
estos perezosos terrestres florecieron hasta hace 10 500
años datados por radiocarbono. Varios autores han citado la
aparición de la población en expansión de los cazadores
humanos como una de las causas de su extinción. Hay algunas
dataciones más tardías de cerca de 8000 y una de 7000 años
antes del presente para restos de Megatherium,
pero la fecha más reciente considerada como creíble es de
cerca de 10 000 años antes del presente.
Las
especies de megaterios se volvieron mayores con el tiempo,
siendo Megatherium americanum la de mayor
tamaño, alcanzando las dimensiones de un elefante africano.
El subgénero y especie Megatherium (Pseudomegatherium)
tarijense fue una especie de tamaño medio, la cual fue
considerada como sinónimo de M. americanum,
aunque ha sido revalidada en otros análisis. Habitó en
Bolivia en la cuenca de Tarija y en Perú en la zona de
Yantac.
El equipo
del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, junto a
científicos de la Fundación Azara, Museo Argentino de
Ciencias Naturales de Buenos Aires y Conicet, realizó un
nuevo hallazgo de restos fósiles de una especie enana de
megaterio en el sur del distrito y confirmó las diferencias
de tamaño existentes entre las especies de Megaterios
contemporáneas. Se trata de Megatherium filholi,
reconocida por el mismo Perito Moreno, quien descubrió los
primeros restos de esta especie en 1888, y fue olvidado por
décadas. Esta especie fue revalidada a partir de nuevos
restos encontrados en la localidad bonaerense de Mar del Sud,
muy cerca de Miramar por este equipo de investigadores.
En el Museo
de Ciencias Naturales de Miramar hay algunos restos de
Megaterio. Los más interesantes corresponden a partes de un
cráneo de un ejemplar muy juvenil, hallado en cercanías de
la entrada al Bosque del Vivero Municipal Florentino
Ameghino y otros restos fragmentarios más al sur del sitio
denominado Rocas Negras. También tenemos un gran cráneo con
mandíbula, hallados en la misma zona, huesos largos,
vértebras entre otros. También como hemos citado, restos de
una especie enana o de menor tamaño, y un representante del
Plioceno que se encuentra en estudio. El Megaterio y otros
gigantes son sólo parte de la sorprendente fauna que vivió
en nuestro territorio hasta hace pocos miles de años. El
estudio de sus restos es muy importante ya que pueden darnos
claves para saber cuál puede el futuro de grandes especies
vivientes.
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Impacto de un enorme asteroide entre
Mar
del Plata y Miramar.
Por Mariano
Magnussen Saffer, Departamento Científico.
Fundación Azara. Laboratorio Paleontológico.
Museo de Ciencias Naturales de Miramar,
Provincia de Buenos Aires, Republica Argentina.
Publicado en Paleo - Revista Argentina de
Paleontología. Ilustraciones de Daniel Boh.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Un grupo de investigadores reveló recientemente
que un gran Asteroide impacto contra la tierra,
hace unos 3,3 millones de años, provocando un
desequilibrio ambiental de proporciones
catastróficas, logrando la extinción de
numerosas plantas y animales que vivieron en el
continente Sudamericano durante la Era
Cenozoica, como las gigantescas aves corredoras
o los marsupiales Dientes de Sable.
La presencia de rastros geológicos abona esta teoría, de rocas
modificadas por altas temperatura “escorias” y la presencia de
“vidrios” producidos por calentamiento y enfriamiento rápido de
silicatos, parecen ser un indicio serio. En el año 1993, Peter
Schultz de la Universidad Brown en Providence, fue el primero en
atribuir este origen al material hallado en las costas del sur de la
Provincia de Buenos Aires, en un radio comprendido de al menos 50
Km., que pocos meses después Theodore Brunch especialista en
meteoritos y cráteres de la NASA, sostuvo que la hipótesis planteada
de un impacto de un meteorito en Argentina es por lo más correcta,
teniendo en cuenta la evidencia obtenida.
Según el estudio publicado en la prestigiosa revista científica
Science presentada el día 11 de diciembre de 1998, sostiene las
nuevas evidencias geológicas y paleobiologicas, que en un punto no
precisado correctamente en la República Argentina, habría chocado un
meteorito de tamaño considerable, situando el área de impacto entre
las localidades de Mar del Plata y Miramar, ubicadas sobre la costa
atlántica al sudeste de la Provincia de Buenos Aires de este país.
Al comentar el posible choque de una roca
espacial y sus posibles consecuencias, no
podemos dejar de recordar aquel hecho
similar ocurrido a fines del periodo
Cretácico, que tuvo como epicentro la
península de Yucatán, en la costa de México
y que provoco la extinción de los grandes
Saurios, por entonces las formas de vida más
exitosas y fabulosas de la evolución
biológica.
De aquí salió una tesis similar que contestaría
décadas de preguntas incesantes sobre ciertas
características estratigráficas en Argentina en
particular, y su asociación con la desaparición
de algunos grandes vertebrados representativos
de la Era Terciaria Sudamericana.
Si bien el meteorito que se estrelló en Argentina fue de
proporciones menores al que extinguió a los dinosaurios, fue lo
suficientemente fuerte para provocar una cicatriz a la superficie
terrestre y a la historia natural del hemisferio sur.
La tesis que sostuvo la presente investigación, partió en la
observación de distintos fenómenos geológicos que aparecían en la
estratigrafía de los afloramientos sedimentarios pertenecientes al
litoral marítimo de estas localidades bonaerenses. Estos materiales
colectados en la región, denominados “escorias y tierras cocidas”
son frecuentes de observar, llamando la atención de la comunidad
científica desde principios del siglo XX. Fue así, que el sabio
Florentino Ameghino interpreto estos restos como vestigios de
antiguas culturas humanas, proponiendo el “Origen Terciario del
Hombre Americano”, hoy en día totalmente descartada. Pero el
antecedente más antiguo de estudio corresponde a 1865, la cual
sostenía una confusa teoría utilizada hasta hace poco tiempo, que
atribuía el aspecto cristalino y contraído de las escorias a un
posible origen volcánico, probablemente Patagónico.
Según lo que revelo la investigación realizada por los científicos
Schultz, Hames y King de Estados Unidos de América y Zarate y
Camilion de la República Argentina la naturaleza de estas rarezas se
habría originado a partir de un fenómeno poco frecuente para los
habitantes de este planeta, y que suceden cada miles de años.
Fue, posiblemente, la tremenda energía
liberada en el impacto de un asteroide o de
un cometa la que fundió los materiales del
suelo y provocó la aparición de las
escorias, unas formaciones vesiculares, que
varían de 5 centímetros a 2 metros,
compuestas por una amalgama de metales de
apariencia cristalizada que solo se forman
por choques de gran velocidad, llamados
Baddleyitas, con un color variante, desde un
grisáceo oscuro a un verde muy vivo, con
huecos y burbujas, formadas por altas
temperaturas. También se obtuvo pequeñas
esferas de vidrios con alto contenido de
Níquel y Cromo.
Se calcula que al instante de estrellarse el
asteroide contra la superficie terrestre en este
punto de Argentina, la temperatura paso de 0° a
una variaron instantáneo de 1720° a 1900°,
provocando además de extensas nubes de polvo y
escombro en la atmósfera circundante, con
gravísimos incendios a cientos de kilómetros a
la redonda, lo que se evidencia con la presencia
de tierra cocida de color ladrillo, lo que
demuestra a simple vista el desastre ecológico
ocurrido.
Los análisis radiométricos y magnetoestratigráficos realizados en
Geochron Laboratories, Cambridge, Massachussets, sugieren que se
formaron hace 3,3 millones de años, en el período denominado
Plioceno Medio – Superior de la Era Terciaria, el continente
Sudamericano estaba ocupado por aves de gran tamaño como el
Argentavis magnificens, con una envergadura de 8 metros, o
las feroces aves corredoras y carnívoras como Onactornis
depressus que superaban los 2 metros de altura y 200
kilogramos de peso. Otros representantes faunisticos eran los
mamíferos marsupiales como Thylacosmilus atrox o los
notoungulados con aspecto hipopótamos primitivos, llamado
Chasicotherium rothii, entre otros.
Por ahora no existe referencia exacta que aclare en dónde puede
estar situado el cráter principal del impacto del asteroide, debido
a que toda la región Pampeana Argentina es una zona de aluvión, que
durante millones de años ha ido depositando los materiales
volcánicos de la cordillera de Los Andes. Aparte hay que decir que
estas dos localidades balnearias de la costa bonaerense, hasta hace
unos 200 mil años atrás se hallaban en el centro del continente, y
las orillas marítimas se encontraban donde hoy en día se halla el
comienzo de la plataforma submarina, es decir, a unos 200 kilómetros
adentro de su ubicación actual, pero por los cálculos obtenidos en
el estudio, el posible área de impacto sería en la línea costera,
originada a partir de una roca espacial menor a 1 kilómetro de
diámetro, produciendo un cráter de unos 20 kilómetros de
circunferencia.
El área concreta en donde aparecen las escorias y las
tierras cocidas, corresponden a una estratigrafía denominada
Formación Chapadmalal (Edad Chapadmalalense), una capa
sedimentaria que varía en un espesor de 5 centímetros a 1
metro según la zona, muy rica en material fosilífero, la
cual aloja en su interior las evidencias de una gran fuente
de calor que, de improviso, hubiera fundido los materiales
del suelo a temperaturas increíbles de experimentar,
integrado por lo que se denomina "Loess", depósitos
piroclásticos.
En el caso de Argentina, aunque el área de
impacto y el tamaño del asteroíde fueran más
reducidos que la ocurrida en la peninsula de
Yucatán y que provocara un desastre universal,
la potencia de la explosión debió enviar al aire
cientos de miles de toneladas de escombros,
polvo y fuego que, según creen los expertos en
paleoastronomía, pudo ocultar el cielo durante
varios años en una región de cientos de
kilómetros a la redonda.
Esto acabó con gran parte de la vida vegetal y, por extensión con la
animal, que hasta entonces se los podía considerar como formas
biológicas exitosas, ya que evolucionaron aisladas del mundo durante
unos 40 millones de años, ya que, para el Paleoceno, América del Sur
se convirtió en un continente isla, como es Oceanía en la
actualidad, obteniendo de esta forma el desarrollo gradual de formas
vivientes únicas y que no se repitieron en otros continentes, como
por ejemplo, los fabulosos y populares Gliptodontes, armadillos del
tamaño de un automóvil.
Tal vez el impacto situado entre las ciudades de Mar del Plata y
Miramar ocurrido hace más de 3 millones de años, no creo una crisis
global como en otros casos previos, pero no hay duda que se hicieron
sentir sus efectos en el ámbito regional, exponiéndose rápidamente
al resto del continente Sudamericano.
Es importante aclarar, que gran parte de la paleofauna de América
del sur correspondiente al Cenozoico superior, es decir, de los
últimos 4 millones de años, proceden de los afloramientos geológicos
ubicados en el sudeste bonaerense, y que estos son los depósitos
fosilíferos más completos y claros en todo el mundo para esta época.
Es por ello que justo en esta parte del continente los
investigadores pudieron obtener resultados precisos de este
apocalíptico hecho natural, que no se apoya solamente de evidencia
geología, sino también de elementos paleobiológicos, teniendo en
cuenta que se extinguen por lo menos unos 36 géneros de grandes
vertebrados, más las especies representativas de cada uno de estos,
lo que da una idea general de lo que paso por entonces en la región
Pampeana de la República Argentina.
Más allá de todo, sabemos que esta investigación recién
comienza, y que por lo menos necesitaremos una década para
lograr interpretar en forma absoluta sobre el choque del
asteroide y sus posibles consecuencias en el ambiente
prehistórico de esta parte del planeta, ya que se tendrán
que revisar y recolectar nuevas pruebas paleontológicas para
corroborar de mejor manera la influencia del impacto con la
extinción de numerosos organismos y los cambios de
corrientes oceánicas y ambientales.
No obstante, el hecho ocurrido entre las
ciudades de Mar del Plata y Miramar hace 3,3
millones de años, no fue el único, ya que a
partir de este estudio sabemos que existieron en
Argentina la caída de cuerpos celestes, dando a
luz otros tres impactos de meteoritos menos
espectaculares, como el que ocurrió en Chasico (Tomquist)
durante el Mioceno, hace 10 millones de años, al
sur del paraje de Centinela del Mar (Partido de
General Alvarado) durante el Pleistoceno, hace
600 mil años y uno más reciente en el Holoceno
de Rió Cuarto, Provincia de Córdoba hace apenas
4 mil años, ante la presencia de antiguos grupos
humanos que transitaban la región.
La referencia más conocida y estudiada en vivo del impacto de un
asteróide sobre la superficie terrestre se produjo a mediados de
siglo XX en la antigua Unión Soviética, en el territorio de Siberia.
La explosión de un pequeño cuerpo estelar de pocos centímetros de
diámetro destruyó cientos de kilómetros cuadrados de bosques
nevados, que quedaron convertidos en un seco desierto en donde
murieron millones de seres vivos, hecho documentados con imágenes de
alta calidad.
Bibliografía Sugerida:
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y J. King. A 3.3 – Ma Impact in Argentina and
Posible Consequences.
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72, 27 (1989).
M, Magnussen Saffer. Un Impacto de Meteorito
entre Mar del Plata y Miramar. Boletín de
divulgación Científica Técnica. Publicación 2:
pp 3 - 8 Museo Municipal de Ciencias Naturales
Punta Hermengo de Miramar, Prov. Buenos Aires,
Argentina.
M. Magnussen Saffer. 2005. Naturaleza Pampeana,
pasado y presente. Libro Digitalizado. Museo
Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo
de Miramar, Prov. Buenos Aires, Argentina.
Transgresiones y Regresiones Marinas en la Región
Pampeana. Geomorfología Regional.
Fragmento
del articulo: Magnussen Saffer, Mariano (2005). Transgresiones y
regresiones marinas en la Región Pampeana. Artículo
divulgativo publicado en PaleoWeb – Boletín Paleontológico. Año 3, 11:
32-35.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Es muy
raro que aparezca un fósil de origen marino en una zona terrestre. La
explicación, proviene de los diferentes estados naturales que se han
suscitado en el transcurso de los milenios.
Localmente, se denominan transgresiones marinas o ingresiones marinas a
los avances de la línea de costa sobre un espacio continental, y
regresiones marinas al fenómeno inverso.
La
orilla del mar es "fluctuante", es decir, en la época de los glaciares
el borde costero de la región pampeana se encontraba a 200 kilómetros
mar adentro, sobre el borde de la actual plataforma marítima, ya que el
agua se depositaba en aquellos fenómenos naturales, llamados glaciares,
lo cual impedía una entrada de mayor altitud.
De la
misma manera, un interglaciar (el momento opuesto) hubo más agua, y
hubo momentos en que el mar subió hasta seis metros sobre el nivel
actual, de modo que lo que hoy es tierra firme, en otro tiempo se
hallaba por debajo del nivel de mar.
Durante el Mioceno una gran parte de la Argentina estuvo cubierta
por un mar conocido ampliamente en la literatura geológica como "mar
entrerriense o paranense", del que se conocen facies marinas en el
este y facies marginales y lacustres en el oeste y nororeste del
país. Los espesores más potentes corresponden a los depósitos del
subsuelo del ámbito Chaco-paranense.
<<<Algunos de los fósiles marinos
coleccionados en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.
La
característica más notoria de todos estos depósitos lo constituye la
abundante y diversa fauna de moluscos restringida a las facies marinas
de las formaciones Paraná y Puerto Madryn y a las del subsuelo de la
provincia de Buenos Aires.
Las
primeras menciones sobre la existencia este mar son de índole
paleontológica y datan desde mediados del siglo diecinueve. Fueron
efectuadas por d’Orbigny (1842), quien halló moluscos marinos en los
alrededores de la ciudad de Paraná y en la desembocadura del río Negro.
Unos años más tarde, Darwin (1846) encontró la misma fauna en la
península Valdés, quedando así establecida la presencia de estos
depósitos en la Patagonia septentrional y en la provincia de Entre Ríos,
los que constituyeron, por otra parte, las primeras citas del Terciario
marino en la Argentina.
En la región mesopotámica, los depósitos miocenos corresponden a
la Formación Paraná Yrigoyen (1969) y se restringen al borde
oriental de la misma, aflorando a lo largo del río Paraná entre
Diamante y La Paz. A diferencia de la Formación Puerto Madryn,
esta unidad aflora en forma discontinua y se caracteriza por una
marcada variación facial. De acuerdo con Aceñolaza (1976), la
sección aflorante de la Formación Paraná no supera los 30 metros
de espesor y está constituida por arcillas, arcillitas
limolíticas verdosas, arenas, areniscas limolíticas amarillentas
y coquinas con matriz arenosa o calcárea.
Con
respecto a los ambientes de depositación de las Formaciones
Puerto Madryn y Paraná en sus áreas tipo, los análisis
paleontológicos y paleoambientales realizados señalan la
presencia de facies marinas someras para los términos de la
transgresión, que se extienden desde la Patagonia hasta la
provincia de Entre Ríos, a lo largo de una franja de rumbo
norte-sur, de aproximadamente 1100 kilómetros de longitud.<<<Ilustrativo.
Museo de Miramar.
La
Formación Paraná habría sido depositada en un ambiente marino somero con
influencias deltaicas (Iriondo, 1973). Por otra parte, Aceñolaza y
Aceñolaza (2000) determinaron que esta unidad correspondería a una
secuencia transgresiva depositada desde ambientes aéreos o subaéreos a
submareales, representados estos últimos por barreras arrecifales.
Con respecto a la Formación Puerto Madryn aflorante en los
alrededores de la ciudad de Puerto Madryn y la península Valdés, se
determino que se trata en términos generales de una secuencia regresiva
con facies depositadas en la plataforma por debajo de la base del tren
de olas en ambientes de baja energía, y de facies más someras
depositadas en un ambiente con dominio alternativo de mareas y tormentas
(facies de lenguas arenosas submareales, de canales de mareas, coquinas
tempestíticas y planicies de mareas) y paleosuelos.
A
conclusiones similares arribaron Zucol y Brea (2000), quienes
determinaron condiciones tropicales a subtropicales húmedas para el
palmar desarrollado en el ambiente marino costero donde se habrían
depositado las sedimentitas de la Formación Paraná. La transgresión
marina llamada Mar Paranense habría comenzado hace unos 15 y 14
Millones de años, y habría concluido hace 7 y 6 Millones de
años abarcando desde el mioceno medio al tardío (algunos autores
sostienen hasta comienzos del plioceno).
La
ingresión de este mar se dio por el río de la Plata y la cuenca del río
Salado (Provincia de Buenos Aires).
Era un
mar somero, de aguas con temperaturas levemente superiores a las
actuales y de una gran extensión areal, abarcando la casi totalidad de
la llanura chaco - pampeana y extendiéndose hasta el sur de Brasil,
Bolivia y Paraguay. El flanco oeste tenía sus costas en las cercanías de
las sierras Pampeanas, mientras que la costa oeste llegaba hasta el
actual río Uruguay. El flanco norte llegaba hasta la región del
Pantanal, en la parte superior del río Paraguay.
La
concentración salina habría ido en descenso hacia el interior del
continente, sobre todo por los aportes de agua dulce de los numerosos
ríos que desembocaban en el citado mar.
Los
movimientos de levantamiento andino en el mioceno medio habrían sido
causales del hundimiento de la llanura chaco pampeana, permitiendo así
la ingresión de aguas del Océano Atlántico al continente, mientras que
los movimientos de elevación de las Sierras Pampeanas (que ya existían
desde tiempos inmemoriales, pero por acción del levantamiento andino
sufrieron nuevos elevamientos y fracturación de sus bloques formantes) a
finales del mioceno habrían contribuido a la regresión de este mar.
Durante
el Cuaternario también hubo algunas transgresiones marinas (pero
no tan importantes como la anterior) asociadas sobre todo a los
periodos interglaciares, donde el agua de deshielo de los
casquetes polares aumentaba los niveles de los océanos. Una de
las más recientes fue la denominada Mar Querandí, que ocurrió
hace 7500 a 4000 años atrás, inundando el estuario de la Plata
(que fue por donde ingresó) y llegando por el río Paraná hasta
la altura de la ciudad de Diamante, Entre Ríos.
Durante
el Cuaternario también hubo algunas transgresiones marinas (pero no tan
importantes como la anterior) asociadas sobre todo a los periodos
interglaciares, donde el agua de deshielo de los casquetes polares
aumentaba los niveles de los océanos. Una de las más recientes fue la
denominada Mar Querandí, que ocurrió hace 7500 a 4000 años atrás,
inundando el estuario de la Plata (que fue por donde ingresó) y llegando
por el río Paraná hasta la altura de la ciudad de Diamante, Entre Ríos.
Cabe
destacar que en la historia hubo varias ingresiones (o entradas de mar)
registradas. Una de ellas data de 120.000 años y la segunda es la que
dio origen a la laguna de Mar Chiquita y los sedimentos de Punta
Hermengo hace 6.000 años (Formación Querandi).
En la
zona costera de Buenos Aires se reconocen varios niveles
correspondientes a otras tantas probables oscilaciones del nivel
marítimo. A lo largo de la costa atlántica del NE Argentino, el nivel
mas antiguo se encuentra en el interior de la Formación Ensenada, al
cual Ameghino (1889) llamo Intersenadense. Esta transgresion, que se
desarrolla a lo largo de la desembocadura del Rió de La Plata. Otras
tres pulsaciones marinas sucesivas han sido descriptas en esta zona
costera: Belgranense, Querandinense y Platense marino.
En la
zona de Miramar, se conocen depósitos referibles a la ingresion
holocenita, en particular, en la serie expuesta en la
desembocadura del Arroyo Las Brusquitas, y en facies salobres en
Punta Hermengo. Ambos poseen una antigüedad de 6000 años.
<<<Rama mandibular de Arctocephalus sp. (Lobo marino)del
Holoceno. Museo de Miramar.
La
serie de Las Brusquitas, situada sobre la costa atlántica Argentina, en
la desembocadura del arroyo homónimo, pertenece a un ambiente marino –
salobre en el cual se suceden indicios de oscilaciones del nivel del
mar, bajo forma de depósitos con fósiles de ambientes claramente marino
costero, intercalado con depósitos fluviales y salobres.
Se
pueden encontrar en estos sedimentos, restos óseos de distintos
vertebrados, pero escasos. Se caracteriza por la gran variedad de
moluscos, como Biomphalaria, Littoridina parchappei y Littoridina australis entre otras, abundantes en el perfil y
representativas de todo los ambientes, dulceacuicola, salobre y mas
ampliamente marino.
Hace aproximadamente 8000 años y tras una importante desglaciación, el
mar (formación Querandi) llegó hasta lo que ahora es la Ruta Nacional Nº
2 y desde el río Salado hasta San Pedro (Provincia de Buenos Aires).
Cuando las aguas se retiraron (hace unos 4000 años), el terreno adquirió
una fisonomía heterogénea. Los sedimentos salinos formaron mantos
geológicos capaces de alterar el sabor y las características de las
aguas en las zonas deprimidas o bañados, esto justifica la aparición
reiterada de la palabra "salado" en nombre de ríos, arroyos y lagunas.
Bibliografía
Sugerida.
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sobre el Terciario marino de Paraná y alrededores. Acta Geológica
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las Geociencias y el cambio global, Asoc. Geol. Arg., Serie D, Publ.
esp. N° 2:33-35; 1995.
Los ungulados sudamericanos
extintos.
Por Mariano
Magnussen Saffer, Departamento Científico.
Laboratorio Paleontológico. Museo de Ciencias
Naturales de Miramar, Provincia de Buenos Aires,
Republica Argentina. Publicado en Paleo -
Revista Argentina de Paleontología.Ilustraciones
de Daniel Boh.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
En la zona de Miramar y Partido de
General Alvarado, tenemos sedimentos relativamente modernos, es
decir, de los últimos 4 millones de años. Justo en el Pleistoceno,
que comienza hace 2,59 millones de años y finaliza aproximadamente
hace 10.000 años, existieron unos animales muy peculiares, los
ungulados sudamericanos.
No sólo de dinosaurios vive la
paleontología, los mamíferos compartieron hábitats con esos reptiles
y aprovecharon su desaparición para pasar a dominar la Tierra.
Después de muchos millones de años
Se llaman ungulados y son
mamíferos herbívoros que se caracterizan porque sus patas terminan
en pezuñas. Caballos, rinocerontes, vacas y jirafas son apenas
algunos de los muchos que hay en la actualidad, aunque en el pasado
existió en Sudamérica una enorme diversidad comprendida por lo menos
cinco órdenes que se extinguieron por completo
Son animales que vivieron
en esta región del planeta durante el Cenozoico, es decir,
desde la desaparición de los dinosaurios, hace 65 millones
de años, hasta el presente. Actualmente no tienen
representantes vivientes, y por ende sus relaciones
filogenéticas, es decir de parentesco, con los mamíferos
modernos es muy discutible.
<<<Toxodonte.
Este clado, es llamado en realidad
meridiungulados, son mamíferos placentarios originarios
de Sudamérica, donde evolucionaron independientemente en dicha
isla-continente hasta hace unos 3 millones de años. Se los llama
también ungulados sudamericanos. No sería un grupo natural, pero se
lo mantiene para diferenciar a los ungulados sudamericanos de otros
grupos del resto del mundo.
A comienzos del Terciario, hace
entre 50 y 60 millones de años, había un mar abierto, o tal vez nada
más que una cadena de islas esporádicas, entre América del Norte y
América del Sur. Una situación similar a la actual de Australia con
respecto a Eurasia.
Durante alrededor de 50 millones
de años, o tal vez más, desde el Paleoceno hasta el Plioceno, cuando
se restableció el istmo, y se produjo el Gran Intercambio Americano,
el océano aisló a los mamíferos sudamericanos sobre un continente
apartado, que durante varios periodos estuvo separado en penínsulas
e incluso en cadenas de islas, en el que no había
ningún carnívoro placentario. Como consecuencia de esto, las
especies originales tuvieron la oportunidad de diversificarse en una
variedad de nichos ecológicos, que en otros lugares del planeta,
estaban ocupados por otros grupos.
Estos meridiungulados, predominantemente sudamericanos,
muchos eran de gran tamaño pero la mayoría de especies eran de
tamaño mediano o pequeño y algunas se desarrollaron también
en Norteamérica, la Antártida y Asia, donde se supone que se
extendieron con éxito durante un tiempo, ya que se han hallado
restos en México y Mongolia.
<<<Esqueleto de Toxodon en el
Museo de Miramar.
Las primeras formas de la mayoría
de los grupos presentan una dentadura completa, sin especializar,
característica de los primeros mamíferos y que se diferenció y
especializó mucho más tarde que la de los herbívoros de otras
ecorregiones contemporáneas, debido a la falta de competencia.
Alrededor de 1900, Florentino
Ameghino inició un catálogo que contiene clasificaciones, estudios,
comparaciones y descripciones de más de 9.000 animales extinguidos,
muchos de ellos descubiertos por él, procedentes de
la Argentina continental: Buenos Aires y Patagonia en el cual
aparecen innumerable cantidad de fósiles de este clado,
representados por los órdenes; Astrapotheria, Litopterna,
Notoungulata y Pyrotheria.
En el Pleistoceno región
pampeana, se han encontrado los dos últimos grandes representantes
del clado, el notoungulado Toxodonte y Mesotherium, y el litopterno
Macrauchenia, y fueron contemporáneas y cazadas por los grupos
humanos, ya que han evidencia de que fueron encontrados sus restos
junto a puntas de flecha y en hogueras. Se estima que coexistieron
durante 30 000 años con los seres humanos, hasta su extinción hace
8 500 años
El Toxodonte (Toxodon platensis) llego a medir
unos 5 metros de largo y una masa estimada de una tonelada. Su
nombre significa "diente de arco, del plata". El tema principal es
la posición de la cabeza, la cual, al armar el esqueleto, aparece
por debajo de la altura del lomo pero, sus ojos, narices y fosas
nasales están en una posición bastante alta. Algunos investigadores
proponen, luego de estudios de biomecánica, que la cabeza debería
estar más alta, lo que terminaría por afirmar sus hábitos acuáticos.
<<<Aspecto de Macrauchenia.
El cráneo de este animal tiene un
tamaño de 70 centímetros y sus mandíbulas provistas de incisivos de
crecimiento continuo, cuyos esmaltes se representan en fajas
longitudinales. Se asemejaban a los actuales hipopótamos y
rinocerontes, pero sin parentesco alguno, es otro ejemplo de
evolución paralela o convergencia adaptativa, es decir, cuando dos
especies totalmente aisladas comparten nichos ecológicos similares,
desarrollando algunos rasgos morfológicos notablemente parecidos.
Su hábitat estaba conformado por
llanuras abiertas y frondosos pantanos, alimentándose principalmente
de vegetales, los cuales, podían ser extraídos con sus mandíbulas en
forma de "pala".
Se dio a conocer en el año 1916,
el hallazgo de un fémur de Toxodon chapadmalensis con
una punta de proyectil incrustada en él, descubierta en la ciudad de
Miramar y generando hasta nuestros días notables polémicas entre la
comunidad científica, considerado un fraude de la época.
El Paedoterio (Paedotherium bonaerense) fue
el representante más pequeño de este grupo muy abundante. Sus
dimensiones y aspecto en vida recuerdan a la liebre patagonica o
mara (Dolichotis australis).
<<< Cráneo y Mandíbula de Macrauchenia.
En el Museo de Miramar tenemos numerosos restos de este
curioso animal.
Su cráneo era corto y robusto con
una cierta semejanza a los de un roedor e incisivos muy prominentes
de crecimiento continuo y cincelados pero cortos, ausencia de
caninos, premolares y molares alargados. Presenta orbitas grandes
señalando posibles hábitos crepusculares o nocturnos, y miembros
adaptados para posibles hábitos terrestres y subterráneos.
El otro Notoungulado fue Mesoterio
(Mesotheium cristatum), el cual, dimensiones de
una oveja pequeña, y pesaba cerca de 55 kilogramos. Tenía unos
largos incisivos superiores, los cuales encajaban en sus puntas como
los roedores; sin embargo, tenía esmalte tanto en la superficie
labial (externa) como en la lingual (interna).
El otro representante fue
Macrauchenia patachonica, cuyo nombre significa “cuello
grande de la Patagonia”. El primer resto también fue encontrado por
Darwin en Puerto San Julián, Santa Cruz, en 1840. El nombre se debe
también al mismo científico, Owen, cuyo repertorio de nombres era
notable, ya que fue el que creó el término “dinosaurio”, entre
otros.
Su aspecto en vida es digno de una
película de ciencia-ficción. Su nombre significa "cuello largo". Sus
dimensiones eran semejantes al de los camellos actuales, pero los
orificios nasales y una gran fosa elíptica señala la presencia de
una trompa, algo más larga que la del tapir actual. Poseía largas
patas y pies ungulados, provistos de tres dígitos.
Es probable que no corriera con
mucha velocidad, ya que las proporciones de las patas traseras
estaban invertidas, como ocurren con los animales no corredores, por
ejemplo, la jirafa. Su alimentación estaba basada en vegetales de
zonas pantanosas donde pasaba la mayor parte de su tiempo, y del
pastoreo. Algunos autores han formulado la
hipótesis de que estos mamíferos estaban adaptados a una vida
semiacuática. Sin embargo, sus restos han sido hallados no sólo en
depósitos asociados a cuerpos de agua sino también en eólicos
correspondientes a ambientes áridos y semiáridos.
Análisis de secuencias
de colágeno obtenidas del notoungulado Toxodon y del
litopterno Macrauchenia dieron como resultado que los
ungulados nativos de Sudamérica conforman el grupo hermano de
los perisodáctilos, lo que los convierte en ungulados verdaderos y
miembros de los laurasiaterios.
También tenemos representantes del
Plioceno, anteriores a estos, el Toxodon chapadmalensis y Promacrauchenia chapadmalense. En el Museo hay
algunos restos interesantes de estos animales. Tal como podrán
apreciar, nuestra región posee una gran riqueza natural, la cual
puede ser apreciada en parte, en las salas de nuestro museo. Cuya
colección es también consultada por científicos de nuestro país y
del extranjero.
Bibliografía sugerida.
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Buenos Aires, Obras Completas, 5:471-480.
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Depredadores
gigantes con plumas y otras aves
prehistóricas.
Por Mariano
Magnussen Saffer, Departamento Científico. Laboratorio
Paleontológico. Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Provincia de
Buenos Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo - Revista
Argentina de Paleontología..
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Las Aves son
animales vertebrados terrestres que tienen el cuerpo recubierto
de plumas y las extremidades anteriores transformadas en alas.
Todas tienen dos
patas, pico y cola. Respiran por pulmones y su circulación es doble
y completa. La temperatura de su cuerpo es invariable. Su
alimentación puede ser carnívora, herbívora, insectívora u omnívora.
No tienen dientes, pero la trituración de los alimentos se realiza
mediante un estómago musculoso denominado molleja. Su reproducción
es sexual y su fecundación es interna. Se reproducen por medio de
huevos. Además, cuidan a sus descendencias hasta que crecen y pueden
abandonar el nido, salvo algunas especies.
Las aves se originaron a
partir de dinosaurios carnívoros bípedos, es decir, son los
únicos dinosaurios que sobrevivieron a la extinción masiva
producida al final del Mesozoico. Su evolución dio lugar,
tras una fuerte radiación, a más de
10 mil especies actuales, y muchos otros miles en el
registro fosilífero en el mundo.
Las grandes aves
voladoras, pero sobre todas aquellas corredoras exclusivamente,
ocuparon durante el aislamiento geográfico de Sudamérica, el nicho
ecológico dejado vacante por los grandes dinosaurios depredadores.
Algunas de estas aves halladas en Argentina tenían una envergadura
de 8 metros de una punta del ala hasta el otro extremo, como
Argentavis magnificens, hallada en las salinas de Hidalgo,
en La Pampa, mientras las corredoras tenían tamaños de hasta 3
metros de altura, como Kelenken guillermoi, del
Mioceno de la localidad de Bariloche.
El aislamiento
geográfico de Sudamérica durante gran parte de la Era Terciaria,
reducida a un gran isla, permitio el desarrollo aislado de distintos
vertebrados, como las aves, a pesar del limitado registo
paleontológico de las mismas.
En nuestra zona,
fueron hallados los restos las conocidas “aves del terror”, como Mesembriornis milneedwardsi, un ave que medía 1,80 metros
de altura y tenía un cráneo de 45 centímetros. Esta tenia las
características principales de todos los forusrácidos, con alas
ridículamente reducidas, atrofiadas para el vuelo, y corredora, con
patas largas y musculosas.
La punta del
pico dirigida hacia abajo, como las aves rapaces delatan
hábitos carniceros, cuyas principales víctimas serian
animales de talla media y pequeña, entre ellos,
notoungulados, dasipodidos, perezosos, roedores, etc, a los
cuales corría hasta poder golpearlos con su filoso pico, y
una vez detenido, apoyaba sus grandes patas sobre la espalda
de su presa, clavándole las garras, decidiendo una vez que
el animal estaba sometido como lo destrozaría.
Si encontraba
algún animal muerto no lo desperdiciaría, sobre todo en épocas de
escasez de presas. Sus alas eran muy reducidas, y sus músculos
estaban atrofiados, lo que imposibilitaba al ave poder volar, pero
si, era una gran corredora.
Para el Plioceno,
también hemos encontrado en sedimentos locales, aves similares, como
Psiloterus s.p., que, comparado con otros forusrácidos,
los miembros de este género eran relativamente gráciles y pequeños,
pero no menos importantes. El cráneo tiene longitud de unos 23
centímetros (sin el pico). Si bien, no se trata de un cráneo muy
completo, y fue sepultado en malas condiciones ambientales, poseía
algo que lo hacía único al momento de presentarlo, como la
preservación de la esclerotida ocular, esos pequeños y delicados
huesesillos ubicados en la órbita ocular. Asimismo, se pueden
observar las marcas de un par de caninos en su parte superior, lo
que sugiere que algún mamífero carnívoro cazo a esta ave, o al menos
la traslado. El tamaño de esta ave pudo ser de 1,6 metros de
altura. Los dos y únicos representantes de la Familia Cariamidae,
que estarían emparentados con este último y que viven en el
territorio de Argentina, se los conoce como la Chuña de Patas Rojas
(Cariama cristata) de unos 95 centímetros de altura y
la Chuña de Patas Negras (Chunga burmeisteri) de unos
78 centímetros de altura, las cuales, nos dan una idea del aspecto
de sus parientes prehistóricos. La alimentación de esta ave
consistía principalmente de pequeños mamíferos.
No todas las
aves eran gigantes. Si bien, el registro paleornitologico es
muy pobre aun, hemos encontrados en varias ocasiones, restos
fósiles de Nothura párvula, conocidas
vulgarmente como perdices o Inambúes, pequeñas aves de vuelo
muy corto. El género Nothura presenta
actualmente cinco especies que habitan ambientes abiertos
con parches de vegetación arbórea de América del Sur.
Ya para el
Pleistoceno local, los últimos 2,5 millones de años a 11 mil años
antes del presente, en General Alvarado, se han hallado distintas
especies de aves, algunas de gran tamaño, otras relacionadas
directamente con poblaciones vivientes, que se encuentran en las
colecciones científicas del Museo de La Plata y Museo Argentino de
Ciencias Naturales de Buenos Aires. Entre ellas, Belonopterus
chilensis, un tero, al igual que Cyanoliseus
patagonopsis, un loro extinto de tamaño grande, que
actualmente tiene parientes en las selvas tropicales, o
Pseudoseisuropsis nehuen, un furnárido, es decir un pariente
los horneros y leñeros vivientes, todas ellas halladas en el
Pleistoceno de Miramar.
En la localidad
vecina de Centinela del Mar, también se encontraron restos fósiles
de varias aves, entre ellas un Halcón Plomizo (Falco femoralis)
del Pleistoceno, al igual que de un Pato Zambullidor o Pato Rana (Oxyura
s.p,) o una nueva especie de Pato (Pleistoanser
bravardi).
Otra ave
encontrada recientemente en nuestra zona, al sur de la
localidad de Mar del Sud, es un Teratornithidae, aves de
gran tamaño, voladoras y rapaces, que han sido descritos
como grandes carroñeros, muy parecido a grandes cóndores,
debido a la considerable similitud con ellos. Sin embargo,
la forma de sus picos tiene más similitud con los picos de
águilas, y otras aves predadoras activas.
El género
Rhea, es otras de las aves mejor registradas en toda la
zona, no solo por sus huesos, sino por sus cáscaras de huevo. Eran
aves de gran talla, exclusivamente terrestre y corredoras, con nula
capacidad de vuelo. En cuanto al esqueleto cabe mencionar la falta
de quilla a nivel del esternón, característica común en las aves
corredoras. Actualmente están representados por los ñandúes, pero
hubo en la prehistoria, varias especies, incluso de mayor tamaño a
las vivientes. También, se han recuperado huellas fósiles del
Pleistoceno y Holoceno, atribuidos a
Aramayoichnus isp.
Otros de los materiales curiosos lo conforman las egagrópilas,
resultado de las regurgitaciones de aves, cuyo interior se descubren
los restos óseos de distintas presas, como mamíferos, reptiles,
anfibios e incluso pequeñas aves, y sirven para comprender el
ambiente de aquellos tiempos.
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