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		El Pleistoceno del Partido de General 
		Alvarado. 
		
		 Por Mariano Magnussen. Laboratorio de 
		Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Provincia de 
		Buenos Aires, República Argentina. Fundación de Historia Natural Félix 
		De Azara. Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los 
		Vertebrados (MACN – Conicet). 
		
		marianomagnussen@yahoo.com.ar  
		
		El Pleistoceno abarca los desde los 2,59 millones de años 
		hasta los 11 mil años antes del presente, de la Era Cuaternaria. 
		Estos sedimentos, están representadas en las 
		formaciones geológicas entre las localidades de Santa Clara del Mar y 
		Monte Hermoso en la Provincia de Buenos Aires, cuyo registro fosilífero 
		y estratigráfico son unos de los más importantes del Cenozoico de todo 
		el mundo. 
		Durante 
		los últimos 2 millones de años, se produjo un descenso del nivel del 
		mar, hasta alcanzar su actual nivel, después de varios sucesos 
		significativos de avances y retrocesos.  
		
			
				
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				 En el 
		Pleistoceno, vivieron tal vez, las criaturas más grandes y raras de toda 
		la Era Cenozoica, resultado final de un largo proceso evolutivo durarte 
		todo el Terciario. Pero presenta una paradoja, pues se extinguen el 96 % 
		de la megafauna sudamericana, y aquellas de origen norteamericano, 
		ocurrido en un lapso de tiempo entre los 12 y 8 mil años. El término 
		megafauna comprende al conjunto de animales cuya masa corporal adulta 
		excede la tonelada de peso.   | 
			 
		 
		Como ya 
		hemos comentado, Sudamérica era un continente isla, con climas muy 
		diversos y condiciones cambiantes propicias para la adaptación evolutiva 
		en aislamiento geográfico. Durante el Eoceno, hace unos 45 millones de 
		años, los herbívoros, incluyendo a los meridiungulados y xenarthros, 
		desarrollaron en poco tiempo una fauna muy rica y variada, que incluía 
		animales de gran tamaño, cuyos mayores exponentes, se encuentran bien 
		registrados en el Pleistoceno miramarense. 
		Pero entre 
		mediados del Plioceno, y principios del Pleistoceno, sucedió el Gran 
		Intercambio Biótico Americano, suceso que acaeció durante los últimos 3 
		millones de años, cuando se restableciera la unión de Sudamérica con el 
		resto del continente, por medio del istmo de Panamá, un puente natural 
		formado por el descenso del mar y la actividad volcánica del caribe. 
		
		Este evento geológico posibilito que la fauna de América del sur se 
		desplazara hacia el hemisferio norte, y la de este, hacia hemisferio 
		sur. Así fue que hacia el norte se movilizaron los grandes gliptodontes, 
		megaterios, toxodontes, aves del terror etc. en tanto que los emigrantes 
		del norte, llegaron a nuestras tierras fueron los cervidos, mastodontes, 
		caballos, camélidos y carnívoros como lobos, osos y tigres dientes de 
		sable, entre otros. 
		
			
				
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				 El 
		impacto de este fluido intercambio trajo 
		aparejadas consecuencias dramáticas, como la competencia por los 
		nichos ecológicos, la falta de readaptación, enfermedades etc, logrando 
		la disminución de especies autóctonas, algunas llevadas a la extinción. 
				 
				Entre los mamíferos que entraron tardíamente por medio de este puente 
		natural, se encuentra el Homo sapiens, el humano, invasor reciente que 
		logro interpretar y modificar su propio medio ambiente.   | 
			 
		 
		Hasta hace 
		más de 10.000 años, había mamíferos de gran rareza y tamaño, que vivían 
		en grandes manadas. Esos fueron los amos y señores de estas tierras 
		durante el Pleistoceno.  Desde luego esos mamíferos convivieron con la 
		fauna silvestre actual.  El Pleistoceno, se encuentra muy bien 
		representado en los afloramientos geológicos de nuestro litoral marítimo 
		a lo largo de todo el Partido de General Alvarado y zonas aledañas. 
		La 
		extinción es la desaparición definitiva de alguna especie animal o 
		vegetal sobre nuestro planeta. Es un proceso irreversible. Hace millones 
		y miles de años se produjeron extinciones por causas naturales. Hace 
		unos 10 mil años antes del presente, desaparecieron para siempre de 
		estas tierras perezosos terrestres gigantes, gliptodontes, toxodontes, 
		macrauquenias, mastodontes, tigres dientes de sable, osos y caballos 
		americanos.  
		 
		En esa época las grandes planicies secas y arbustivas se fueron 
		reemplazando paulatinamente por vegetación más verde y por pastizales. 
		El clima fue tornándose cada vez más húmedo y cálido.  
		El 
		Pleistoceno tardío se caracterizó localmente por al menos de 16 especies 
		de megafauna, es decir, mamíferos terrestres que superaron la tonelada 
		de peso, y otros no tan pequeños ni pesados, que vivieron, sobrevivieron 
		y se extinguieron paulatinamente entre 20.000 a 8.000 años antes del 
		presente. La extinción de la megafauna tuvo efectos devastadores y 
		catastróficos para los ecosistemas terrestres, que llegan hasta nuestros 
		días, y cuyas dimensiones en pérdidas de biodiversidad y de ecosistemas, 
		solo se están empezando a dilucidar, por medio de nuevas tecnologías y 
		estudios. 
		Las 
		extinciones, rara vez, se las interpreta a un fenómeno en particular, ya 
		que estos suceden por acontecimientos relativamente complejos por lo 
		cual, la extinción de un grupo o estirpe puede estar favorecida por 
		varios acontecimientos que jugaron en contra, y paralelamente, en otros 
		casos en forma dispar con un mismo resultado. 
		
			
				
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				 En un 
		principio, se atribuyó la disminución de especies autóctonas o la 
		extinción de una gran parte de la megafauna a la competencia por nichos 
		ecológicos o parches ambientales. Esta teoría sostenía que los 
		inmigrantes de origen norteamericano estaban mejor adaptados a las 
		condiciones desfavorables para los organismos originales, logrando la 
		extinción y posterior reemplazo.   | 
			 
		 
		El cambio 
		de las corrientes oceánicas contribuyo sin ninguna duda, al cambio 
		ambiental no solo de la región pampeana argentina, sino lugares como 
		Australia, África, Europa y Norteamérica. Pero fue más pronunciada a 
		fines del Pleistoceno durante el retroceso de grandes glaciaciones, y el 
		aumento del nivel del mar, llegando a ingresar a vastas zonas 
		continentales de manera abrupta, con un retroceso posterior y dramático.
		 
		Otra 
		teoría probable y que afecto indirectamente a la fauna sudamericana, fue 
		el intercambio bacteriológico o virócico, es decir, enfermedades 
		transportadas por los nuevos invasores del hemisferio norte. Los 
		ejemplares autóctonos no habrían desarrollado defensas naturales 
		suficientes para combatir nuevas cepas, haciendo que su defensa 
		inmunológica no resistiera. 
		La especie 
		que pudo trasportar las bacterias mortales hace 14 mil años antes del 
		presente, fue tal vez el Homo sapiens, ya que conquisto y colonizo todos 
		los continentes. Si bien, cuando llego el humano, las poblaciones 
		animales habían sufrido un retroceso, creemos que el humano cazo algunos 
		de estos gigantes, pues, hay una decena de sitios arqueológicos donde se 
		han encontrado megaterios, toxodontes, gliptodontes y caballos 
		americanos consumidos por los primeros grupos paleoamericanos que 
		arribaron a la región, y que tal vez, dieron el golpe de gracia. 
		Lo que sí 
		sabemos, es que en nuestra región desapareció casi un 70 % del total de 
		organismos que vivían en el Pleistoceno superior, y que para el Holoceno 
		medio solo quedaban aquellos que hoy sabemos observar como parte de 
		nuestro paisaje natural. 
		 
		
			
				
				  | 
				
				 Los cambios ambientales, el stress por 
		competencia y sobrevivencia, cazadores especializados, la presencia 
		humana y el intercambio bacteriológico, son hechos compatibles, que, en 
		su conjunto, llevaron a la extinción a especies hasta entones exitosas, 
		que habían evolucionado en América del Sur durante los últimos 60 
		millones de años. Ninguna especie mayor a 350 kilogramos sobrevivió a la 
		gran extinción del Pleistoceno.  | 
			 
		 
		 En el 
		Partido de General Alvarado, encontramos en un sector, referencias y 
		restos fósiles, que nos cuenta las distintas fluctuaciones que tuvo el 
		mar a lo largo de millones de años, sobre todo durante el Holoceno. 
		Se 
		denominan transgresiones o ingresiones marinas a los avances de la línea 
		de costa sobre un espacio continental, y regresiones marinas al fenómeno 
		inverso. Durante el Pleistoceno, época de los glaciares, el borde 
		costero de la región pampeana se encontraba a unos 300 kilómetros al 
		este de su actual ubicación, sobre el borde de la actual plataforma 
		marina. 
		De la 
		misma manera, durante el interglaciar (el momento opuesto) hubo más 
		agua, en donde, por momentos en que el mar subió hasta seis metros sobre 
		el nivel actual, de modo, lo que hoy es tierra firme, en otro tiempo se 
		hallaba por debajo del nivel de mar.  
		
			
				
				  | 
				
				 Durante el 
		Cuaternario también hubo algunas transgresiones marinas sobre todo a los 
		periodos interglaciares, donde el agua del deshielo en los casquetes 
		polares, aumentaba los niveles de los océanos. Hubo al 
		menos, tres ingresiones marinas sucesivas, que han sido registradas en 
		esta zona costera de Miramar, llamadas Mar Belgranense, Mar 
		Querandinense y Mar Platense. En este momento, tenemos en estudio, 
		sedimentos y fósiles de otro Mar, llamado Interensenadense.  | 
			 
		 
		La primera 
		de ellas data de 120.000 años (Pleistoceno). En el Partido de General 
		Alvarado son pocos los sitios donde afloran. Uno de ellos está bien 
		identificado en el bosque del vivero dunicola, que, entre otras 
		evidencias, se han colectado lamelibranquios y gasterópodos, además del 
		cangrejo fósil más antiguo de la provincia de Buenos Aires. De estos 
		sedimentos se recuperaron fósiles característicos de Adelomelon beckii, 
		Erodona mactroides, Mactra isabelleana, Tagelus gibbus, entre otros. 
		Luego, este mar, se retrajo unos 200 kilómetros, y las nuevas tierras 
		fueron pobladas nuevamente por animales y plantas. 
		Por 
		suerte, en Miramar y el Partido de General Alvarado, hemos recuperado 
		ricos nichos ecológicos con muchos integrantes de los ecosistemas 
		prehistóricos.  
		
		Bibliografia sugerida.  
		
		Aguirre Urreta B. y Camacho H. H., 2011. 
		Martín Doello Jurado y la enseñanza de la paleontología 
		en la Universidad de Buenos Aires. Revista de la Asociación Geológica 
		Argentina, 68 (3): 329-336. 
		Agustin 
		Scanferla. Serpientes fósiles sudamericanas: piezas clave para 
		comprender la evolución del grupo. Contribuciones del Museo Argentino de 
		Ciencias Naturales; Lugar: Buenos Aires; Año: 2016 vol. 6 p. 21 - 28 
		Ameghino, 
		F. 1889. Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la 
		República Argentina. Academia Nacional de Ciencias, 1-1027. 
		G. (Ed.), 
		Contribuciones del sur de América del Sur a la paleontología de 
		vertebrados. Müncher Geowissenschaftliche Abhandlungen, Reihe A, 
		Geologie und Paläontologie, 30: 9–72. 
		Bogan S, 
		Agnolin FL, Cenizo M, Tassara D, Giacchino A. 2020. A Pleistocene 
		freshwater ichthyofaunal assemblage from central Argentina: What kind of 
		fishes lived in the Pampean lagoons before the extinction of the 
		megafauna? PLoS ONE 15(7).  
		Bonadonna, 
		F.P., Leone, G. y Zanchetta, G. 1995. Composición isotópica de los 
		fósiles de gasterópodos continentales de la provincia de Buenos Aires. 
		Indicaciones paleoclimaticas, en: M.T. Alberdi, G. Leone y E.P. Tonni 
		(eds)- Evolución biológica y climática de la región pampeana durante los 
		últimos cinco millones de años. Un ensayo de correlación con el 
		mediterráneo occidental. Monografía del Museo Nac. Cs. Nat. Consejo 
		superior de investigaciones científicas. Madrid. pp. 77-104. 
		Bonaparte 
		José. 2014. El origen de los mamíferos. Fundación de historia natural 
		Felix Azara.. ISBN 978-987-29251-8-5. 
		Borrero L. 
		2009. La evidencia evasiva: el registro arqueológico de la megafauna 
		extinta sudamericana. En: Haynes G. (Ed.), Extinciones megafaunales 
		americanas al final del pleistoceno: 145–68. Springer Science, Dordrecht 
		Bussing 
		WA, Stehli FG y Webb SD 1985. El gran intercambio biótico 
		estadounidense. Patrones de distribución de la ictiofauna 
		centroamericana, 453–473. 
		Cabrera, 
		A., 1957. Catálogo de los mamíferos de América del Sur. I. Rev. Mus. Cs. 
		Nat. “B. Rivadavia”, Zool. 4(1); 1-307. Bs.As. 
		Cenizo, 
		M., Soibelzon, E. y Tonni, E. P. 2011. Protección de costas y pérdida 
		del patrimonio paleontológico: el caso de Punta Hermengo (Miramar, 
		provincia de Buenos Aires). Revista del Museo de La Plata, 11 (63): 
		1-16. 
		Cione 
		A.L., E.P. Tonni y J.O. San Cristóbal. A middle Pleistocene marine 
		transgression in central-eastern Argentina. Current Research in the 
		Pleistocene 19: 16-18; 2002. 
		Cione, 
		A.L. & Tonni, E.P. 2005. Bioestratigrafía basada en mamíferos del 
		Cenozoico superior de la región pampeana. In: Geología y Recursos 
		Minerales de la Provincia de Buenos Aires (de Barrio, R.; Etcheverry, 
		R.O.; Caballé, M.F. & Llambías, E., eds.). XVI Congreso Geológico 
		Argentino, La Plata, Relatorio 11, 183-200. 
		De los 
		Reyes, L.M; Cenizo, M.M.; Agnolin, F.; Lucero, S.; Bogan, S.; Lucero, 
		R.; Pardiñas, U.F.J.; Prevosti, F. & Scanferla, A. 2006a. Aspectos 
		paleofaunísticos y estratigráficos preliminares de las sucesiones 
		plio-pleistocénicas de la localidad Centinela del Mar, provincia de 
		Buenos Aires, Argentina. 90 Congreso Argentino de Paleontología y 
		Bioestratigrafía, 105. 
		Fariña RA, 
		Vizcaíno SF y Bargo MS 1998. Estimaciones de masa corporal en megafauna 
		de mamíferos de Lujania (Pleistoceno tardío-Holoceno temprano de 
		Sudamérica). Mastozoología Neotropical 5: 87-108. 
		Giacchino, 
		Adrián y Bogan Sergio. 2012. Colecciones. Colecciones Naturales y 
		antropológicas. Fundación de historia natural Felix Azara.  ISBN 
		978-987-27785-1-4. 
		Graham RW 
		y Lundelius EL 1984. Desequilibrio coevolucionario y extinciones del 
		Pleistoceno, en: Martin P. Klein y RG (eds.), Extinciones cuaternarias: 
		una revolución prehistórica, pp. 223–249; Prensa de la Universidad de 
		Arizona (Tucson). 
		Isla, 
		F.I.; Rutter, N.W.; Schanck, J.E. & Zárate, M.A. 2000. La transgresión 
		belgranense en Buenos Aires. Una revision a cien años de su definición. 
		Revista Cuaternario y Ciencias Ambientales, 1: 3-14. 
		Laza, J. 
		2019. Historia de las técnicas paleontológicas y su desarrollo en la 
		Argentina. Fundación de Historia Natural Félix de Azara, p. 
		Magnussen 
		Saffer, M. 2005.  La Gran Extinción del Pleistoceno.  Boletín de 
		divulgación Científico Técnico. Museo Municipal de Ciencias Naturales 
		Punta Hermengo de Miramar, Prov. Buenos Aires, Argentina. Publicación 3: 
		pp 3 – 10 (Sec.Pal). 
		Novas 
		Fernando 2006. Buenos Aires hace un millón de años. Editorial Siglo XXI, 
		Ciencia que Ladra. Serie Mayor. 
		Pardiñas 
		UFJ, Gelfo JN, San Cristóbal J., Cione AL y Tonni EP 1996. Una 
		asociación de organismos marinos y continentales en el Pleistoceno 
		superior en el sur de la provincia de Buenos Aires. XIII Congreso 
		Geológico Argentino y III Congreso de Exploración de Hidrocarburos, 
		Actas 5: 95–111. 
		Pérez-Ben 
		CM, Turazzini GF y Gómez RO. 2019. Un último conjunto de anuros 
		glaciares de las Pampas del interior de América del Sur proporciona 
		información sobre el clima y el medio ambiente durante la Etapa 3 del 
		isótopo marino. Journal of Vertebrate Paleontology, 39 (3), e1627365. 
		Sebastian 
		Apesteguia y Roberto Ares. 2010. Vida en evolución: la historia natural 
		vista desde Sudamérica. Ed. Vázquez Mazzini, 382 pp. 
		Tonni, 
		E.P.; Fidalgo, F. 1979. Consideraciones sobre los cambios climáticos 
		durante el Pleistoceno tardío-Reciente en la Provincia de Buenos Aires. 
		Aspectos Ecológicos y Zoogeográficos Relacionados. Ameghiniana, Vol. 15, 
		Nos. 1-2, p. 235-253. 
		Tonni, 
		E.P., Verzi, D., Bargo, M.S., Scillato Yané, G.J. y Pardiñas, U.F.J. 
		Bioestratigrafía del Cenozoico superior continental en las barrancas 
		costeras de Necochea y Miramar, provincia de Buenos Aires, República 
		Argentina. Actas IV Jorn. Geológicas y Geofísicas Bonaerenses 1: 63-71; 
		1995. 
		 
		El 
		tiburón Blanco en Miramar. Registros paleontológicos, arqueológicos e 
		históricos. 
		Tomado 
		de; 
		
		El tiburón Blanco en Miramar. Registros paleontológicos, arqueológicos e 
		históricos. Mariano 
		Magnussen. Departamento Científico, Laboratorio Paleontológico, Museo de 
		Ciencias Naturales de Miramar. Fundación Azara.
		
		marianomagnussen@yahoo.com.ar. Enero de 2020. 
		En las 
		costas de Miramar y Partido de General Alvarado, ubicados en el S.E de 
		la provincia de Buenos Aires, República Argentina, se ha documentado un 
		excepcional registro de la presencia del vulgarmente conocido Tiburón 
		Blanco, a partir de evidencia científica de origen paleontológico, 
		arqueológico e incluso histórico, sobre uno de los máximos depredadores 
		marinos, lo que abarcaría los últimos 10 mil años hasta el único ataque 
		un bañista en nuestras costas. 
		El litoral 
		marítimo bonaerense, en la actualidad viven unas treinta especies de 
		tiburones, pero tal vez, una de ellas despierta la curiosidad y la 
		alarmante fantasía sobre su presencia. El Tiburón Blanco (Carcharodon 
		 carcharias) una especie de pez cartilaginoso de la familia 
		Lamnidae, que se encuentra en las aguas cálidas y templadas de casi 
		todos los océanos, aunque su presencia en las costas de Argentina, ha 
		tenido largos debates. Pero popularmente, no podemos dejar de asociarlo 
		con la famosa película “Tiburón” de 1975. La película está basada en 
		la novela homónima (1974) del escritor estadounidense Peter Benchley, 
		que se inspira vagamente en un suceso histórico, como fue la muerte de 
		cuatro personas y la mutilación de otra, causadas durante la ola de 
		ataques de un tiburón de Nueva Jersey de 1916.  
		En 
		1758 Carlos Linneo dio al tiburón blanco su primer nombre científico, Squalus 
		 carcharias. Andrew Smith le dio el nombre genérico Carcharodon en 
		1833, y en 1873 el nombre genérico fue identificado con el nombre 
		específico de Linnaeus, y el nombre científico actual, Carcharodon 
		 carcharias. 
		
			
				
				  | 
				
				 El gran tiburón 
				blanco existe desde el Mioceno. Los fósiles más antiguos 
				conocidos del Tiburón Blanco datan de hace unos dieciséis 
				millones de años aproximadamente. Sin embargo la filogenia del 
				gran tiburón blanco sigue siendo objeto de debate. La hipótesis 
				original de los orígenes del tiburón blanco, es que comparte un 
				ancestro común con un tiburón prehistórico, como el Megalodon, 
				que recientemente llego también a la pantalla grande bajo la 
				dirección de Jon Turteltaub en 2018. Las similitudes entre los 
				restos físicos y el tamaño extremo de ambos llevó a muchos 
				científicos a creer que estos tiburones estaban estrechamente 
				relacionados, y el nombre de Carcharodon  megalodon se 
				aplicó a este último. El registro fósil de seláceos es muy 
				fragmentario, y solo se los conoce por sus dientes y algunas 
				vértebras que llegaron hasta nuestros días. 
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				El tiburón Blanco en Miramar. Registros paleontológicos, 
				arqueológicos e históricos.   | 
			 
		 
		Su mayor 
		distribución en la actualidad, corresponde a aguas de las Antillas 
		Menores, algunas partes de las Antillas mayores, el Golfo de 
		México, Florida y Cuba hasta la Patagonia Argentina, y desde Alaska a 
		Chile, archipiélagos del Pacifico, Oceanía, entre otros sitios. 
		Los 
		dientes son grandes, aserrados, de forma triangular y muy anchos. A 
		diferencia de otros tiburones, no poseen diastema (espacio entre los 
		dientes) ni reducción de diente alguno, sino que tienen toda la quijada 
		provista de dientes alineados e igualmente capaces de aferrar, cortar y 
		desgarrar.  
		Detrás de 
		las dos hileras de dientes principales, los Tiburones Blancos tienen dos 
		o tres más en continuo crecimiento que se reemplazan constantemente 
		durante roturas o el degaste. Dándole una apariencia inconfundible en 
		forma de “punta de flecha”. 
		En el 
		Museo de Ciencias Naturales de Miramar, se han podido documentar con 
		muestras propias, registros de colegas y documentación fehaciente, tres 
		momentos en el tiempo de la presencia de Carcharodon  carcharias en 
		estas costas, con evidencia de origen paleontológico, arqueológico e 
		histórico, que rara vez se dan en cualquier parte del mundo, lo que 
		abarcaría un periodo de los últimos 10 mil años, hasta mediados del 
		siglo XX, con un terrible hecho que los testigos circunstanciales nunca 
		pudieron olvidar. 
		
			
				
				  | 
				
				 Desde el punto de 
				vista paleontológico, Miramar ha proporcionado a la ciencia 
				mundial un sinfín de evidencias del pasado geológico y biológico 
				de la región, desde las últimas décadas del siglo XIX, habiendo 
				pasado por aquí los más talentosos y reconocidos investigadores 
				de la época, como Heusser, Claraz, Doering, Bravard, Burmeister, 
				Roth, Frenguelli, Rovereto, Windhausen, Castellanos, Rusconi, 
				Kraglievich y los Ameghino.   | 
			 
		 
		Más 
		reciente en el tiempo, investigadores del Museo Argentino de Ciencias 
		Naturales de Buenos Aires y del Museo de La Plata, y en la actualidad 
		por miembros del Conicet, Universidad Maimonides, Fundación Azara y del 
		Museo de Ciencias Naturales de Miramar. 
		Durante el 
		Pleistoceno local, época que abarca  desde los 2,5 millones de años 
		hasta los 10 mil años antes del presente, y que correspondiente al 
		Periodo Cuaternario, sucedieron transgresiones y regresiones marinas, es 
		decir, avances y retrocesos del océano sobre el continente. De ello 
		hemos recuperado muestras fósiles, principalmente invertebradas. 
		Pero 
		tiempo atrás, Mariano Magnussen, revisando las colecciones del museo 
		miramarense, nos encontramos con dos dientes fosilizados y que 
		indudablemente correspondían a unos tiburones prehistóricos que 
		consideramos posiblemente de Tiburón Blanco.  
		Fue así 
		que Daniel Boh de la misma institución, comento que fueron hallados 
		casualmente y traídos tiempo atrás por dos vecinos, uno de ellos, 
		encontrado en las playas del bosque del vivero “Florentino Ameghino” por 
		Miguel Babarro, y el segundo en las playas de la localidad vecina de Mar 
		del Sud por José Puente. Estos aislados gestos realizados por estos 
		vecinos, dieron mucha información sobre el pasado de estos peces. Aquí, 
		la importancia de la comunidad en reportar los hallazgos al museo, de lo 
		contrario hubiese quedando guardados en un cajón o se hubiesen perdido.
		 
		Durante el 
		año 2018, fueron observados por Federico Agnolin (Conicet, Museo 
		Argentino de Ciencias Naturales y Fundación Azara), quien noto la 
		importancia que podrían tener, y sobre todo para saber de donde salieron 
		y cuáles podrían ser los organismos asociados, ya que estos y otros 
		invertebrados que sospechamos que corresponden al mismo origen, estarían 
		señalando océanos más cálidos durante un momento geológico no muy 
		lejano. 
		
			
				
				  | 
				Durante agosto de 2019, y 
				mientras estábamos trabajando en el edificio para la 
				inauguración del Museo de Ciencias Naturales de Miramar junto a 
				Adrián Giacchino, presidente de la Fundación Azara, los dientes 
				fósiles fueron observados por Sergio Bogan, de la misma 
				fundación, que determino que sin dudas se trataba de un diente 
				de la mandíbula superior y otro de la mandíbula inferior del 
				inconfundible Carcharodon carcharias. | 
			 
		 
		El 
		problema de estas piezas surge de su origen. Las mismas fueron 
		encontradas “desplazadas” de su yacimiento fosilífero original, y 
		depositadas sobre la playa, junto a miles de invertebrados marinos 
		fosilizados, muchos de ellos, señalando un clima más cálido que el 
		actual y presentando una excelente  fosilización, los cuales, se 
		observan con facilidad de gran parte del litoral marítimo bonaerense.
		 
		Lo que no 
		sabe el público común, es que entre caracoles y caracoles, que se juntan 
		en la playa, algunos de ellos tienen una antigüedad entre 11 y 9 mil 
		años antes del presente. El personal del Museo de Ciencias Naturales de 
		Miramar, ha colectado durante años, numerosas muestras que evidencian 
		distintas oscilaciones del nivel del mar, e incluso, fragmentos de 
		sedimento solidificado con estas muestras biológicas. 
		Luego de 
		estas observaciones paleontológicas, se obtuvieron nuevas muestras de la 
		presencia del Tiburón Blanco justo en el límite del Partido de General 
		Alvarado, cuya ciudad cabecera es Miramar. Se descubrió un sitio 
		arqueológico sorprendente por varios motivos, donde grupos humanos 
		transitaron el lugar.  
		En el año 
		2003 se dio a conocer el asombroso hallazgo de dientes de Tiburón Blanco 
		(Carcharodon carcharias) en un contexto arqueológico que 
		data de los últimos 9000 años atrás. Los ejemplares fueron descubiertos 
		a orillas del arroyo Nutria Mansa en el límite sur. El nuevo material 
		fue hallado junto a restos de actividad de cazadores-recolectores 
		especializados principalmente en la cacería de guanacos (Lama guanicoe), 
		aunque también se recuperaron restos de yaguareté, guara guazú, ciervos, 
		etc.  
		El grupo 
		de investigadores del Conicet, Departamento Científico de Arqueología de 
		la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata y de Inculpa, 
		integrado por Mariano Bonomo, María José Cigorraga, Catriel León, 
		Agustina Massigoge, Alejandra Matarrese entre otros, son los que vienen 
		estudiando y trabajando  en las investigaciones del Sitio Arqueológico 
		“Nutria Mansa 1”. Justamente, Alberto Cione, un prestigioso especialista 
		argentino en peces, y Mariano Bonomo, quien encabeza estas 
		investigaciones, dieron a conocer el nuevo hallazgo de dos dientes de Carcharodon carcharias, 
		los cuales están datados en 3100-2700 años antes del presente, y que 
		gentilmente se encuentran en la sala de arqueología de nuestro museo.
		 
		Los 
		dientes de Tiburón Blanco muestran marcas de haber sido utilizados como 
		pendientes, aunque la presencia de un fuerte desgaste en sus superficies 
		de filo indicaría un uso activo como herramientas de corte.  
		
			
				
				  | 
				
				 
				Sin duda han tenido un fuerte significado simbólico para los 
				antiguos habitantes de la región costera interserrana. Y se suma 
				a otros interesantes registros de este gran pez cartilaginoso en 
				estas aguas oceánicas.  Pero sorprendentemente, no solo la 
				evidencias paleontología y zooarqueologica acompañan a este 
				fascinante depredador marino en nuestras costas miramarenses, 
				sino un suceso histórico reciente, acompañado por testigos, 
				protagonistas y evidencia científica lo demuestran como tal.  | 
			 
		 
		Fue el 
		único ataque de tiburón conocido en el país. Ocurrió en Miramar, en el 
		balneario “Gallina” (actualmente balneario Tiburón) a la altura de la 
		calle 15 de nuestra ciudad. 
		En el 
		mediodía del 22 de enero de 1954 (veintiún años antes del estreno de la 
		película Tiburón), en un día despejado y de mar calmo, en épocas que el 
		servicio de guardavidas se interrumpía al mediodía, desde las 13 a 15 
		horas. 
		Ángel 
		Fulco, por entonces guardavidas del balneario del incidente, permitió 
		que Alfredo Aubone de unos 18 años para entonces, junto a dos amigos, se 
		metieran al agua en momentos de bandera roja sin imaginar lo que 
		sucedería minutos después, y que marcaría el destino de varios testigos 
		y de sus protagonistas. 
		Entraron a 
		las tranquilas aguas de ese día. Pronto llegaron a unos 70 metros de la 
		orilla y no había más de dos metros de profundidad. Alfredo, que era el 
		mejor nadador de los tres, se relajó y comenzó a hacer la “plancha”, 
		mientras que Guillermo y José María seguían nadando a su alrededor y 
		manteniendo el flote. 
		Minutos 
		después, Guillermo estaba frente a Alfredo. José María, algo fatigado 
		decidió volver a la orilla. Guillermo lo vio primero. Señalo una sombra 
		gris que avanzaba a gran velocidad, casi sobre la superficie del agua, y 
		de pronto su amigo Alfredo en menos de un segundo se sumergió 
		abruptamente. El pánico fue tremendo. Guillermo conmocionado no podía 
		mover las piernas, a duras penas comenzó a nadar hacia la costa. Algo 
		desconocido había atacado al joven Alfredo Aubone. 
		
			
				
					  | 
				
				 
				Alfredo sintió el primer tirón en el hombro derecho. Algo lo 
				sumergió y lo llevaba hacia el fondo, golpeándolo fuertemente 
				sobre el piso de arena. Sintió una gran puntada y trago agua. No 
				tenía aire y se ahogaba. De pronto la presión aflojo y pudo 
				llegar a la superficie. Sus pulmones se llenaron de oxigeno e 
				intento mover sus brazos para nadar y no pudo, estaban 
				totalmente desgarrados, le faltaban grandes partes de carne y su 
				sangre se ponía negra al mezclarse con el agua salada. 
				
				Braceo con su brazo izquierdo hacia la orilla y pocos segundos 
				después, la misma puntada y la gran fuerza lo sumergía 
				nuevamente de sus piernas. Sintió como los filosos dientes 
				desgarraban su pierna izquierda, poco a poco. No vio, ni tampoco 
				imagina que criatura estaba destrozando su cuerpo. Golpeo dos o 
				tres veces más sobre el fondo arenoso, y la criatura se adueñó 
				de su pierna. 
				<<<Ángel Fulco y Alfredo 
					Aubone, años después del ataque. Nótese las importantes 
					cicatrices en las piernas del joven. (Archivo de la Revista 
					Gente y MPH).  | 
			 
		 
		Cuando 
		Fulco logro llegar hasta a Alfredo, pensó que todo estaba perdido. Es un 
		tiburón, grito Fulco. El tiburón paso nuevamente por al lado de las dos 
		personas, pero no ataco. Paso dejando una estela en el agua hasta que 
		desapareció. Fulco temía una envestida del animal desde abajo, dentro de 
		su desesperación, tomo al joven Alfredo de su cintura, le coloco el 
		salvavidas y de apoco ganaron la orilla, junto a la ayuda de los señores 
		Villamil y Carlos Puelles. Unos de los primeros médicos en darle los 
		primeros auxilios al joven, fue el reconocido medico local el Dr Luchini, 
		que curiosamente, fue un naturalista regional, que gustaba en 
		coleccionar fósiles y muestras marinas.  
		El tiburón 
		no ataca a la víctima con intención de comérsela, sino porque la 
		considera un intruso en su actividad diaria al que interpreta como una 
		amenaza potencial. Por ello, la mordida y posterior retirada no sería 
		más que una simple aunque desproporcionada advertencia. 
		La noticia 
		del tiburón miramarense apareció rápidamente en todos los medios de 
		comunicación. Como toda gran historia, había algo de exageración, mitos 
		y realidad. 
		Los años 
		se encargaron de modificar las cosas. Muchos tenían dudas de que se 
		tratara de un tiburón, e incluso de un animal, y se tejieron varias 
		hipótesis. Pero cuando se supo la verdad mucho tiempo después, ya no era 
		noticia en los medios.  
		Cuando 
		Alfredo Aubone llego al hospital de Stanford, en Los Ángeles, para 
		terminar sus largas curaciones, llevo un diente que había sido retirado 
		de su pierna, y le fue entregado al Dr Walter Follet, director de la 
		Academia de Ciencias del Estado de California, lo examino y dio su  
		veredicto. 
		
			
				
					  | 
				
				 El escualo que atacó 
				a Aubone en Miramar, fue un gran tiburón blanco de unos cinco 
				metros. Se determinó con precisión porque científicos 
				norteamericanos estudiaron un enorme diente que los cirujanos 
				recuperaron de las profundas heridas que suturaron, como así lo 
				demuestran los documentos a los que tuvimos acceso de la Marina 
				Argentina, del Museum of Natural History United States-National 
				Museum Smithosonian Institution Washington.y certificación 
				medica archivada, que indican además que Aubone recibió 250 
				puntos de sutura. El joven atacado por el Tiburón Blanco se 
				recuperó, regreso sorpresivamente a Miramar en varias 
				oportunidades, y volvió a nadar, convirtiéndose en una leyenda 
				viviente.  | 
			 
		 
		Alfredo 
		Aubone, años más tarde, por razones personales dejó la Argentina. Se 
		estableció en Bolivia hasta su muerte, al parecer, a principios de los 
		años noventa. 
		 Sin 
		dudas, una especie que parecía invisible a la vista de investigadores y 
		público en general, tiene una presencia en la zona y en sus habitantes 
		en los últimos 10 mil años, desde tiempos prehistóricos a vivencias 
		históricas, lo que es una particularidad que pocas veces se da en 
		cualquier parte del mundo. 
		
		Bibliografía sugerida: 
		
		
		Aguirre, M. L. 1995. Cambios ambientales en la región costera bonaerense 
		durante el cuaternario tardío, evidencias malacológicas. 4  jornadas 
		geológicas y geofísicas bonaerense.(Junin), actas 1: 35-45. 
		
		
		Arratia, G., A. L. Cione (1996). 
		
		The fish fossil record of Southern South America. 
		
		Münchener Geowissenschaft Abhanlungen, 30: 9-72 
		
		
		Frenguelli, J. 1920. Los terrenos de la costa atlántica en los 
		alrededores de Miramar (prov. Bs.As.) y sus correlaciones. Bol. Acad. 
		Nac. Cienc. Cordoba 24: 325-385. 
		
		
		Bonomo, M. 2004 Ocupaciones humanas en el litoral marítimo pampeano: un 
		enfoque arqueológico. Tesis de doctorado en Ciencias Naturales, Facultad 
		de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. 
		 
		
		
		Bonomo, M., G. Gomezy C. Kaufmann 2005 Análisis de los materiales 
		faunísticos del Componente Inferior del sitio arqueológico Nutria Mansa 
		1 (pdo. de Gral. Alvarado, Pcia. de Buenos Aires, Argentina). Trabajo 
		presentado en el 2nd Internacional Meeting TAPHOS´05/ 4a Reunión de 
		Tafonomía y Fosilización, Barcelona 
		
		
		Bonomo, M., Zucol, A., Gutierrez Tellez, B., Coradeghini y A. Vigna. 
		
		
		2009 Late Holocene Palaeoenvironments of the Nutria Mansa 
		1 Archaeological Site, Argentina. 
		J 
		
		
		Bonomo M. y A. Matarrese 2006 Investigaciones Arqueológicas en la 
		Localidad Nutria Mansa. En INCUAPA 10 AÑOS: Perspectivas en Arqueología 
		Pampeana Contemporánea, editado por G. G. Politis. Facultad de Ciencias 
		Sociales, UNCPBA, Olavarría. En prensa. 
		
		
		Bonomo, M. 2005  Costeando las llanuras. Arqueología del litoral 
		marítimo pampeano. Sociedad Argentina de Antropología, Colección Tesis 
		Doctorales, Buenos Aires. 
		
		Bonomo, 
		M. (2006). Un acercamiento a la dimensión simbólica de la cultura 
		material en la región pampeana. Relaciones de la Sociedad Argentina de 
		Antropología XXXI:89-115  
		
		
		Fergusson, I., Compagno, L.J.V. & Marks, M. (2009). «Carcharodon 
		carcharias». Lista Roja de especies amenazadas de la UICN 2012.1 
		
		
		Magnussen Saffer, Mariano. (2006). El Tiburón de Miramar. El único 
		ataque registrado en Argentina. Según la prensa de la época.  Boletín de 
		divulgación del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar. (Sec. His) 
		Publicación 13. 
		
		
		Magnussen Saffer, Mariano. 2015. Los mamíferos, aves, reptiles y 
		anfibios que coexistieron con el hombre en el holoceno pampeano. Paleo 
		Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año XIII. 
		128: 28-29.  
		
		
		Magnussen Saffer, Mariano y Boh, Daniel. (2005). Rarezas Marinas en las 
		Costas Miramarenses. Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta 
		Hermengo de Miramar, Prov. Buenos Aires, Argentina. Publicación 18. 
		
		
		Marra, Nicholas J.; Stanhope, Michael J.; Jue, Nathaniel K.; Wang, 
		Minghui; Sun, Qi; Bitar, Paulina Pavinski; Richards, Vincent P.; 
		Komissarov, Aleksey et al. (2019-03-05). «White 
		shark genome reveals ancient elasmobranch adaptations associated with 
		wound healing and the maintenance of genome stability». Proceedings 
		of the National Academy of Sciences  
		
		
		Moreno, Juan A. Guía de los tiburones de aguas ibéricas, Atlántico 
		nororiental y Mediterráneo. Ediciones Omega, 2004. 
		
		
		Novas, F. 2006. Buenos Aires hace un millón de años. Editorial Siglo XXI, 
		Ciencia que Ladra. Serie Mayor. 
		
		Tonni, 
		E. P. Y Fidalgo, F. 1982. Geología y Paleontología de los sedimentos del 
		Pleistoceno en el área de Punta Hermengo (Miramar, prov. Bs. As, Repub. 
		Argentina); Aspectos paleoclimaticos. Ameghiniana 19 (1-2): 79-108. 
		
		
		Revista Gente “¿Se acuerda del tiburón que apareció en Miramar”. 11 de 
		diciembre de 1975- 
		
		
		Registro de ataque de tiburón blanco en Argentina del Museum of Natural 
		History United States-National Museum Smithosonian Institution 
		Washington. 
		 
		Una 
		madriguera prehistórica en el Plioceno de Miramar y su 
		contenido fosilifero. 
		
		 Por Mariano 
								Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal 
								Punta Hermengo de Miramar, Provincia de Buenos 
		Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo - Revista Argentina de 
		Paleontología.  
								
								marianomagnussen@yahoo.com.ar 
					 
		
		Se dio a conocer el hallazgo y estudio de una antigua 
		madriguera de 2,5 millones de años antes del presente, donde se 
		recuperaron numerosos restos fósiles de animales, algunos ya extintos. 
		El hallazgo fue realizado tiempo atrás en la ciudad bonaerense de 
		Miramar. 
		
		Las investigaciones realizadas por Marcos Cenizo de la 
		Fundación Azara, Universidad Nacional de La Pampa y Universidad 
		Maimónides, junto a Esteban Soibelzon del Museo de La Plata, y Mariano 
		Magnussen Saffer del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar, dieron a 
		conocer un conjunto de fósiles inusuales encontrados dentro de una 
		madriguera de finales del Plioceno en la ciudad de Miramar, Provincia de 
		Buenos Aires, y publicada días atrás en la prestigiosa revista 
		científica Historical Biology, An International Journal of Paleobiology 
		
			
				
				  | 
				
				 Los 
				investigadores describen en un extenso estudio (en ingles) 
				cuatro tipos de tamaño en general para madrigueras prehistóricas 
				que se encuentran en el Plioceno al Holoceno (últimos 4 millones 
				de años) de Argentina y Brasil, de las cuales la más grande está 
				relacionada a un armadillo gigante extinto, identificado como Ringueletia 
				simpsoni. 
				<<<Aspecto del 
				marsupial Thylophorops chapadmalensis.  | 
			 
		 
		
		Este hallazgo realizado en la ciudad balnearia, contiene 
		la mayor diversidad de vertebrados recuperados dentro de una madriguera 
		de este tipo, incluyendo restos óseos de armadillos (Ringueletia 
		simpsoni), zarigüeyas extintas (Thylophorops 
		chapadmalensis), prociónidos (Cyonasua lutaria), 
		anuros de hábitos depredadores (Ceratophrys) y roedores (Microcavia y Lagostomopsis), 
		como así también, sorprendió la presencia de coprolitos (materia fecal 
		fósil) y residuos escatológico desagregados. 
		
		Los investigadores de las instituciones participantes, 
		sostienen por medio de estas evidencias descubiertas, que hace 2,5 
		millones de años, había “reocupación” de madrigueras es un 
		comportamiento común en los mamíferos carnívoros pequeños, al menos 
		desde principios del Plioceno. 
		
			
				
				  | 
				
				 
				Además, se sugiere una relación depredador-presa entre los 
				carnívoros estudiados y los más abundantes pequeños mamíferos 
				excavadores de la prehistoria en la región pampeana, época, en 
				que la actual provincia de Buenos Aires y ciudad de Miramar 
				ubicada  a orillas del océano atlántico, se encontraba en el 
				centro continental a cientos de kilómetros de la costa marina de 
				entonces. 
				<<<Imagen 
				ilustrativa.  | 
			 
		 
		
		Este y otros hallazgos, confirman una vez más, el 
		potencial paleontológico y científico de la región, cuyos estudios 
		comenzaron en el siglo XIX y potenciados mundialmente por Florentino 
		Ameghino. 
		
		Fuente fundamental. 
		
		Marcos Cenizo, Esteban Soibelzon & Mariano Magnussen 
		Saffer (2015): Mammalian predator–prey relationships and reoccupation of 
		burrows in the Pliocene of the Pampean Region (Argentina): new 
		ichnological and taphonomic evidence, Historical Biology, DOI: 
		10.1080/08912963.2015.1089868. 
		 
		Los 
		fósiles más antiguos de nuestro distrito en rocas cuarciticas.
		 
		
		Por Mariano Magnussen. Laboratorio de 
		Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Provincia de 
		Buenos Aires, República Argentina. Fundación de Historia Natural Félix 
		De Azara. Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los 
		Vertebrados (MACN – Conicet). 
		
		marianomagnussen@yahoo.com.ar  
		
		Publicado como; Magnussen Mariano (2022). 
		
		Los rastros fósiles más antiguos de la región pampeana en 
		rocas cuarciticas. Paleo, Revista Argentina de Divulgación 
		Paleontológica. Año XV. 158. 47-57.  
		
		El Ordovícico es la fragmentación de la escala temporal 
		geológica que pertenece a la Era Paleozoica, y abarca un lapso de 600 a 
		245 millones de años antes del presente, es decir, mucho anterior a los 
		primeros dinosaurios del Triásico de la Era Secundaria o Mesozoica. 
		
		Durante la primera parte de la Era Paleozoica (Cámbrico, 
		Ordovícico y Silúrico), el continente sudamericano estaba unido a 
		África, Antártida, Australia e India formando la masa continental de 
		Gondwana que estaba separada por el mar del norte de América, Europa y 
		Asia, que constituían bloques continentales independientes, ubicados en 
		la franja ecuatorial. 
		
			
				| 
				 
				   | 
				
				 
				En este momento, la República Argentina 
				probablemente haya estado cubierta casi por completo por las 
				aguas. En el Devónico, América del norte y Europa se unieron en 
				un único bloque llamado Euroamérica, e iniciaron una lenta 
				deriva hacia Gondwana, con la cual comenzó a funcionarse en el 
				Carbonífero. 
				<<<Aspecto de la 
				vida del mar durante el Ordovicico.  | 
			 
		 
		
		Gondwana en ese momento se encontraba ubicada sobre el 
		polo de rotación con lo cual una gran parte de las tierras estaban 
		cubiertas por gruesos mantos de hielo. Durante el Carbonífero las 
		condiciones climáticas eran muy cálidas y húmedas. El sustrato estaba 
		permanentemente anegado y abundaban los pantanos. 
		
		En el periodo Pérmico, Euroamerica se fusiono finalmente 
		con Gondwana, formando el supercontinente Pangea.  Recién a fines de 
		esta Era, los anfibios y reptiles que se habían originado en Euroamerica 
		en el carbonífero, comenzaron a dispersarse hacia Gondwana. 
		
		Las algas verdes eran comunes en el Cámbrico Superior y 
		en el Ordovícico. Las primeras plantas terrestres aparecieron en forma 
		de pequeñas plantas no vasculares parecidas a hepáticas. 
		
		Los hongos marinos eran muy abundantes en los mares del 
		Ordovícico descomponiendo los cadáveres de los animales y otros 
		desechos. Entre los primeros hongos terrestres podrían haber jugado un 
		papel fundamental en la colonización de la tierra por las plantas a 
		través de la simbiosis micorrizal, que hace los nutrientes minerales 
		disponibles a las células de las plantas. 
		
		Se han encontrado hifas de hongos y esporas fosilizados 
		del Ordovícico de Wisconsin (Estados Unidos) con una edad de 
		aproximadamente de 460 millones de años, un momento en que la flora 
		terrestre probablemente constaba sólo de plantas similares a 
		las briofitas. 
		
			
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				En el sector bonaerense, es muy rico en restos 
				fósiles en los estratos y sedimentos que componen el subsuelo, 
				cuya importancia ha sido reconocida en el país y en el 
				extranjero, y como se sabe están protegidos por una ley 
				nacional, una ley provincial y ordenanzas municipales.  La misma 
				impide su extracción sin asesoramiento y es obligatorio 
				entregarlos a algún Museo para su conservación o exhibición, ya 
				que suelen tener importancia para la ciencia.  | 
			 
		 
		
		Son más populares los fósiles de mamíferos gigantes de 
		fines de la Era Terciaria y Cuaternaria, constituidos por la Megafauna 
		de los últimos 4 millones de años antes del presente, que se encuentran 
		a lo largo de acantilados costeros o de arroyos. 
		
		Pero además de estos, también es posible hallar restos 
		fósiles en otros sitios particulares, como edificaciones urbanas o en 
		las rocas de los espigones que se usan para proteger las playas y 
		acumular arena. 
		
		Especialmente en los últimos, debido a su abundancia y 
		distribución en la costa atlántica bonaerense, podemos observar con algo 
		paciencia, que hay gran cantidad de marcas de diverso tipo y tamaño, las 
		cuales corresponden principalmente a marcas o huellas provocadas por 
		animales que vivieron en el fondo arenoso de antiquísimas playas y 
		océanos. 
		
		La mayoría de estas rocas fueron extraídas de las 
		canteras de la localidad de Batán y Chapadmalal, cuyos sedimentos tienen 
		una antigüedad de 480 millones de años (correspondientes al periodo 
		Ordovícico de la Era Paleozoica) y están formados principalmente por 
		arena con cuarzo, denominado por los geólogos Ortocuarcita y 
		popularmente, como “Piedra Mar del Plata”. 
		
		En esos antiguos tiempos, aún no existía la vida animal 
		fuera de los mares, ya que la temperatura del ambiente terrestre era 
		superior a los 50 grados, he incluso en los polos.  Había un solo océano 
		y comenzaba a separarse el único continente al que se denominó “Pangea”. 
		
		Los seres vivos no eran muy parecidos a los de ahora, 
		por lo cual hay que imaginarlos según los moldes que dejaron sus 
		cuerpos, los cuales eran blandos en su mayoría, o las huellas de sus 
		actividades, tales como rastros, excavaciones, desplazamientos, entre 
		otros   
		
		A este último tipo de fósiles se los denomina “Icnitas” 
		o “paleoicnitas”, y son las marcas dejadas por los seres vivos que, en 
		muchos casos, se les ha dado un nombre propio ya que no siempre es 
		posible determinar qué animal provocó esas huellas en particular. 
		
		En el caso de las Icnitas halladas en estas rocas, 
		también son denominados como “fósiles problemáticos” ya que si bien, se 
		les ha dado un nombre definido, no se sabe qué las produjo, o si son 
		parte de un mismo individuo o de varios, incluso, a veces cuesta saber 
		si son de origen animal o vegetal. 
		
		Si hacemos un recorrido por estos espigones es posible 
		hallar algunas rocas con marcas de diverso tipo. Las más significativas 
		y comunes son las que se parecen a pequeñas herraduras denominadas Herradurichnus y 
		se cree que corresponderían a las marcas dejadas por los Trilobites, que 
		son los artrópodos más comunes de esta Era geológica. También se pueden 
		ver galerías rellenas, que se denominan Scolicia. Estos 
		seres que las formaron seguramente vivían o se trasladaban por debajo de 
		la arena. También se pueden apreciar perforaciones provocadas por 
		gusanos que aparentemente formaban una “U” ya que se las encuentra por 
		ubicaciones pares.  
		
			
				| 
				 
				   | 
				
				 
				Además, se ha podido analizar que, en muchos 
				casos, y debido a la forma en que se fractura la roca, es 
				posible observar la dimensión de estas marcas, tanto vertical 
				como horizontal, o en diversos estados de erosión, antes que 
				fueran tapadas por otra capa de arena y finalmente endurecidas 
				por el tiempo, por lo que el estudio de estas evidencias se 
				complica y engaña al ojo de los expertos. 
				<<<En rocas cuarciticas 
				transportadas para defensa costera, se hallan mucho icnofosiles 
				paleozoicos.  | 
			 
		 
		
		Otra marca interesante, es la de las ondas de un fondo 
		marino tranquilo, las cuales se parecen a las actuales, que podemos 
		observar en cualquier playa, o por cualquier superficie blanda por donde 
		se desplazó el agua, las que se denominan “ondulitas”. 
		
		A los fósiles hallados en estos lugares se los suele 
		llamar “fósiles urbanos”, y si bien no son muy importantes a nivel 
		científico ya que no se sabe su origen, ni el nivel estratigráfico 
		original, pueden servir para que los docentes y guías puedan mostrar sin 
		grandes riesgos, diversos tipos de fósiles cuyas características son muy 
		extrañas y pueden ser analizados cómodamente, con solo acercarse a una 
		de estas construcciones y pasar una interesante jornada reconociendo 
		marcas e imaginando un mundo tremendamente distante en el tiempo. 
		
		Aparte de encontrar estas antiquísimas evidencias de 
		fósiles en rocas trasportadas artificialmente para defensas costeras, 
		espigones y revestimientos de casas y veredas, se las puede hallar 
		naturalmente en todo el sistema serrano de Tandilia y Ventania, 
		disminuyendo por debajo de la superficie hacia el Este, cubiertos por 
		sedimentos más modernos, de origen Cenozoico. 
		
		Una curiosidad, es que, en la década de 1920, se 
		encontró un posible yacimiento de petróleo en las inmediaciones de lo 
		que hoy es el predio del ferrocarril de Miramar, pero no se pudo llegar 
		a él, debido a una gruesa capa de roca cuarcitica se encuentra por 
		debajo de la ciudad a inos 180 metros de profundidad, y no pudo ser 
		perforada. 
		
			
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				   | 
				
				 
				Volviendo a los icnofosiles que hemos observado, 
				y registrado principalmente en los espigones costeros, 
				recordamos que estas rocas están formadas por arenas finas y 
				gruesas de un mar de playas con poca profundidad hace unos 490 a 
				480 millones de años. Hemos registrado actividades de 
				Trilobites, como zonas de desplazamiento, madrigueras u apoyo 
				sobre la superficie.  | 
			 
		 
		
		Uno de esas marcas se las denomina Rusoficus (Rusophycus) 
		un paragénero de icnofósiles presente en rocas sedimentarias de facies 
		marina profunda, marina superficial, fluvial y lacustre. Es uno de los 
		icnofósiles más representativos de la actividad etológica de trilobites, 
		que, si bien son realizados por una gran variedad de organismos, en esta 
		ocasión son fáciles de interpretar. 
		
		Las trazas de Rusoficus son característicamente 
		bilobuladas con simetría bilateral, de pequeño o mediano tamaño, de 
		altura variable y que pueden ser perfectamente paralelas entre sí o 
		fusionarse en su zona posterior. Se corresponden con trazas de reposo al 
		funcionar como cubil o madriguera, de alimentación. Algunos 
		investigadores incluso han sugerido que pudieran tratarse de nidos 
		excavados para depositar huevos.  
		
		Estos icnofósiles fueron interpretados en un principio 
		junto a las trazas de Cruziana como fósiles de vegetales. 
		En 1864 William Dawson publicó un trabajo demostrando que eran rastros 
		de la actividad excavadora de trilobites. Posteriormente en 1873 un 
		estudio similar fue dado a conocer por Alfréd Naforst con más éxito que 
		su predecesor. 
		
		Estos fósiles, junto a otros, se han sido registrados en 
		el Ordovícico temprano (480 millones de años) de la Cordillera Oriental, 
		en la Puna, en las Sierras Subandinas, en la Precordillera, y en las 
		sierras de Ventania y Tandilia, en Argentina, como así también en otros 
		lugares del mundo. 
		
		Otro icnofosil de esta antigüedad fue encontrado en 2015 
		en una roca cuarcitica próxima al muelle de pesca de nuestra ciudad. Se 
		trata de icnofosiles de Palaficus es probable que estas marcas se deban 
		a la pista originada por el desplazamiento de anélidos o gusanos marinos 
		de tamaño grande. 
		
			
				| 
				 
				   | 
				
		 
		Este icnofosil se caracteriza por surcos semirellenos de 
		sutil trazado, flexionados, mostrando a veces giros y superposiciones 
		sumamente variadas. Antecedentes de estos hallazgos corresponden a la 
		Estancia La Celina en la provincia de Buenos Aires en 1945. Se 
		encuentran en sedimentos de arenas cuartiticas de grano fino. El 
		promedio de medida de estas trazas es de 1 metro de longitud, y entre1 y 
		2 centímetros de ancho.  | 
			 
		 
		
		En algunas oportunidades se encuentra asociados a trazas 
		de otros organismos como Corofides y Tigillites. Además, es estos 
		icnogeneros citados hay muchos otros, pero recuerden que, al ser fósiles 
		problemáticos, su interpretación es más compleja, lo cual no creo 
		necesario ampliar más el tema. 
		
		Lo que debemos tener en claro, es que no hemos 
		encontrado vertebrados, es decir, animales con estructura ósea o esqueleto, 
		sino más bien, animales de cuerpo blando, que no se han conservado 
		debidamente, y aunque parezca singular, son marcas de su actividad. 
		
		Seguramente, se preguntarán como se preservaron durante 
		casi 500 millones de años estas huellas o trazas. 
		
		Bien, estos organismos una vez que realizaron 
		actividades de desplazamiento o fosorial, es decir, por debajo de la 
		superficie, estas muestras eran cubiertas por capas de arena más finas y 
		totalmente distintas al sedimento hospedante, formando por decirlo de 
		una manera práctica, una roca sedimentaria heterogenia. Al endurecerse 
		durante millones de años, llegaron a nuestros días. Algunas de ellas se 
		erosionaron y dejaron al descubierto estas muestras, otras debido a la 
		actividad minera han sido separadas, y es ahí como las divisamos e 
		interpretamos. 
		
		Si bien la mayoría de los organismos experimentaron 
		grandes radiaciones adaptativas durante este periodo, hacia fines del 
		mismo se produce la gran primera extinción masiva. La vida marina 
		experimento una crisis con la extinción gradual de Trilobites, 
		Fitoplancton, Braquiópodos, Nautiloideos, Briozoos, y Equidermos. Sin 
		embargo, en los continentes las condiciones climáticas comenzaban a ser 
		favorables para el desarrollo de vida más compleja. 
		
		Esas trazas fósiles que se encuentran en nuestra zona, y 
		que podemos hallar en los espigones, se pudieron comparar con registros 
		de las islas Malvinas y también de Marruecos; se trata de huellas que se 
		han hallado en forma exclusiva en los territorios que pertenecieron a 
		Gondwana, el antiguo continente que abarcaba Sudamérica, África, 
		Australia, Nueva Zelanda, isla de Madagascar y Antártida. Es decir, no 
		se han encontrado huellas similares fuera de ese antiguo continente. 
		
		Por distintas circunstancias geológicas, los sedimentos 
		posteriores no se preservaron, debido a los distintos fenómenos 
		orogénicos. Es por ello, que en nuestra región no hay sedimentos 
		posteriores, como del Silúrico, Devónico, Carbonífero y Pérmico de la 
		Era Paleozoica, o del Triásico, Jurásico y Cretácico de la Era Mezozoica, 
		por esta razón no se han encontrado dinosaurios en la provincia de 
		Buenos Aires, y sobre todo, no hay sedimentos del Paleoceno, Eoceno, 
		Oligoceno y del Mioceno de la Era Terciaria, y recién afloran en nuestra 
		región, sedimentos del Plioceno, Pleistoceno y Holoceno, los cuales son 
		geológicamente más modernos, y no por ello menos interesantes que los 
		anteriores, siendo pruebas del pasado biológico y geológico de nuestra 
		región en los últimos 4 millones de años. 
		
		Estas rocas que vemos a menudo en las defensas costeras, 
		espigones y revestimiento de construcción, parecen algo común, Pero para 
		el ojo observador de un geólogo o un paleontólogo, es una importante 
		muestra de información de la vida del pasado y nos ayuda a comprender el 
		pasado biológico de nuestro planeta. 
		
		Para generar un rápido resumen de lo que hemos visto, 
		les recuerdo que la Era Paleozoica la tenemos representada en la 
		provincia de Buenos Aires, en el sistema de Tandilia y Ventania, en el 
		sector serrano. 
		
		En nuestro caso, muchas de estas muestras, los 
		sedimentos están presentes en afloramientos geológicos naturales, en el 
		sector noroeste, limitando con el partido de Balcarce, y se lo ha 
		registrado en el subsuelo miramarense. 
		
		En forma artificial se los pueden encontrar en rocas que 
		conforman los espigones, defensas costeras y revestimientos de 
		construcción. Las misma, proceden de canteras de roca cuarcitica, en la 
		zona de Batan y Chapadmalal. 
		
		Tienen un origen marino, durante el ordovícico, hace 480 
		millones de años antes del presente, y contiene una importante variedad 
		de fósiles problemáticos, es decir, icnofosiles, que son huellas o marcas de 
		actividad de animales y plantas, que vivían en mares de poca o 
		prolongada profundidad, en una época en donde a la vida no existía aun 
		en tierra firme, debido a la alta temperatura terrestre y el pobre 
		oxígeno. 
		
		Estas rocas que vemos normalmente, estas formadas por 
		capas de arenas finas y gruesas de un antiguo mar, donde hemos podido 
		colectar y documental fielmente la vida primitiva que quedo preservada 
		en el tiempo. Así que, la próxima vez que vayas a la costa bonaerense, 
		recorre los espigones a ver si encuentras un icnofosil, nosotros, ya 
		tenemos un amplio registro. 
		
		Bibliografía sugerida: 
		
		Aceñolaza, F.G., 1978. El Paleozoico Inferior de 
		Argentina según sus trazas fósiles. Ameghiniana 15(1-2), 15- 64. Buenos 
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		Aceñolaza, F.G. and Ciguel, H., 1987. Análisis 
		comparativo entre las formaciones Balcarce (Argentina) y Furnas 
		(Brasil). 10º Congreso Geológico Argentino, 1: 229-305. Tucumán. 
		
		Aceñolaza, F.G. and Baldis, B.A., 1984. The 
		Ordovician System in South America: Correlation Chart and Explanatory 
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		Albanesi, 
		G.L., Esteban, S.B. and Barnes, C.R., 1999. Conodontes 
		del intervalo del límite Cámbrico- Ordovícico en la Formación 
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		521-526. Madrid. 
		
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		Formación La Tinta, sierras Septentrionales de la provincia de Buenos 
		Aires. Publicación especial de la Comisión de Investigaciones 
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		La Plata. 
		
		Del Valle, A., 1987b. Nuevas trazas fósiles de la 
		Formación Balcarce, Paleozoico Inferior de las Sierras Septentrionales. 
		Su significado cronológico y ambiental. Revista del Museo de La Plata, 
		Nueva Serie, Sección Paleontología, 9: 19-41. La Plata. 
		
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		Especial 4, I ra Reunión Argentina de Icnología. Abstract: 69-88. Buenos 
		Aires. 
		
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		1982. Consideraciones estratigráficas y paleoambientales de la secuencia 
		basal Eopaleozoica en la Cuchilla de las Aguilas, Barker, Argentina. 5to 
		Congreso Latinoamericano de Geología, 2: 389-409, Buenos Aires. 
		 
						
				
				  
						
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