El Pleistoceno del Partido de General
Alvarado.
Por Mariano Magnussen. Laboratorio de
Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Provincia de
Buenos Aires, República Argentina. Fundación de Historia Natural Félix
De Azara. Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los
Vertebrados (MACN – Conicet).
marianomagnussen@yahoo.com.ar
El Pleistoceno abarca los desde los 2,59 millones de años
hasta los 11 mil años antes del presente, de la Era Cuaternaria.
Estos sedimentos, están representadas en las
formaciones geológicas entre las localidades de Santa Clara del Mar y
Monte Hermoso en la Provincia de Buenos Aires, cuyo registro fosilífero
y estratigráfico son unos de los más importantes del Cenozoico de todo
el mundo.
Durante
los últimos 2 millones de años, se produjo un descenso del nivel del
mar, hasta alcanzar su actual nivel, después de varios sucesos
significativos de avances y retrocesos.
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En el
Pleistoceno, vivieron tal vez, las criaturas más grandes y raras de toda
la Era Cenozoica, resultado final de un largo proceso evolutivo durarte
todo el Terciario. Pero presenta una paradoja, pues se extinguen el 96 %
de la megafauna sudamericana, y aquellas de origen norteamericano,
ocurrido en un lapso de tiempo entre los 12 y 8 mil años. El término
megafauna comprende al conjunto de animales cuya masa corporal adulta
excede la tonelada de peso. |
Como ya
hemos comentado, Sudamérica era un continente isla, con climas muy
diversos y condiciones cambiantes propicias para la adaptación evolutiva
en aislamiento geográfico. Durante el Eoceno, hace unos 45 millones de
años, los herbívoros, incluyendo a los meridiungulados y xenarthros,
desarrollaron en poco tiempo una fauna muy rica y variada, que incluía
animales de gran tamaño, cuyos mayores exponentes, se encuentran bien
registrados en el Pleistoceno miramarense.
Pero entre
mediados del Plioceno, y principios del Pleistoceno, sucedió el Gran
Intercambio Biótico Americano, suceso que acaeció durante los últimos 3
millones de años, cuando se restableciera la unión de Sudamérica con el
resto del continente, por medio del istmo de Panamá, un puente natural
formado por el descenso del mar y la actividad volcánica del caribe.
Este evento geológico posibilito que la fauna de América del sur se
desplazara hacia el hemisferio norte, y la de este, hacia hemisferio
sur. Así fue que hacia el norte se movilizaron los grandes gliptodontes,
megaterios, toxodontes, aves del terror etc. en tanto que los emigrantes
del norte, llegaron a nuestras tierras fueron los cervidos, mastodontes,
caballos, camélidos y carnívoros como lobos, osos y tigres dientes de
sable, entre otros.
|
El
impacto de este fluido intercambio trajo
aparejadas consecuencias dramáticas, como la competencia por los
nichos ecológicos, la falta de readaptación, enfermedades etc, logrando
la disminución de especies autóctonas, algunas llevadas a la extinción.
Entre los mamíferos que entraron tardíamente por medio de este puente
natural, se encuentra el Homo sapiens, el humano, invasor reciente que
logro interpretar y modificar su propio medio ambiente. |
Hasta hace
más de 10.000 años, había mamíferos de gran rareza y tamaño, que vivían
en grandes manadas. Esos fueron los amos y señores de estas tierras
durante el Pleistoceno. Desde luego esos mamíferos convivieron con la
fauna silvestre actual. El Pleistoceno, se encuentra muy bien
representado en los afloramientos geológicos de nuestro litoral marítimo
a lo largo de todo el Partido de General Alvarado y zonas aledañas.
La
extinción es la desaparición definitiva de alguna especie animal o
vegetal sobre nuestro planeta. Es un proceso irreversible. Hace millones
y miles de años se produjeron extinciones por causas naturales. Hace
unos 10 mil años antes del presente, desaparecieron para siempre de
estas tierras perezosos terrestres gigantes, gliptodontes, toxodontes,
macrauquenias, mastodontes, tigres dientes de sable, osos y caballos
americanos.
En esa época las grandes planicies secas y arbustivas se fueron
reemplazando paulatinamente por vegetación más verde y por pastizales.
El clima fue tornándose cada vez más húmedo y cálido.
El
Pleistoceno tardío se caracterizó localmente por al menos de 16 especies
de megafauna, es decir, mamíferos terrestres que superaron la tonelada
de peso, y otros no tan pequeños ni pesados, que vivieron, sobrevivieron
y se extinguieron paulatinamente entre 20.000 a 8.000 años antes del
presente. La extinción de la megafauna tuvo efectos devastadores y
catastróficos para los ecosistemas terrestres, que llegan hasta nuestros
días, y cuyas dimensiones en pérdidas de biodiversidad y de ecosistemas,
solo se están empezando a dilucidar, por medio de nuevas tecnologías y
estudios.
Las
extinciones, rara vez, se las interpreta a un fenómeno en particular, ya
que estos suceden por acontecimientos relativamente complejos por lo
cual, la extinción de un grupo o estirpe puede estar favorecida por
varios acontecimientos que jugaron en contra, y paralelamente, en otros
casos en forma dispar con un mismo resultado.
|
En un
principio, se atribuyó la disminución de especies autóctonas o la
extinción de una gran parte de la megafauna a la competencia por nichos
ecológicos o parches ambientales. Esta teoría sostenía que los
inmigrantes de origen norteamericano estaban mejor adaptados a las
condiciones desfavorables para los organismos originales, logrando la
extinción y posterior reemplazo. |
El cambio
de las corrientes oceánicas contribuyo sin ninguna duda, al cambio
ambiental no solo de la región pampeana argentina, sino lugares como
Australia, África, Europa y Norteamérica. Pero fue más pronunciada a
fines del Pleistoceno durante el retroceso de grandes glaciaciones, y el
aumento del nivel del mar, llegando a ingresar a vastas zonas
continentales de manera abrupta, con un retroceso posterior y dramático.
Otra
teoría probable y que afecto indirectamente a la fauna sudamericana, fue
el intercambio bacteriológico o virócico, es decir, enfermedades
transportadas por los nuevos invasores del hemisferio norte. Los
ejemplares autóctonos no habrían desarrollado defensas naturales
suficientes para combatir nuevas cepas, haciendo que su defensa
inmunológica no resistiera.
La especie
que pudo trasportar las bacterias mortales hace 14 mil años antes del
presente, fue tal vez el Homo sapiens, ya que conquisto y colonizo todos
los continentes. Si bien, cuando llego el humano, las poblaciones
animales habían sufrido un retroceso, creemos que el humano cazo algunos
de estos gigantes, pues, hay una decena de sitios arqueológicos donde se
han encontrado megaterios, toxodontes, gliptodontes y caballos
americanos consumidos por los primeros grupos paleoamericanos que
arribaron a la región, y que tal vez, dieron el golpe de gracia.
Lo que sí
sabemos, es que en nuestra región desapareció casi un 70 % del total de
organismos que vivían en el Pleistoceno superior, y que para el Holoceno
medio solo quedaban aquellos que hoy sabemos observar como parte de
nuestro paisaje natural.
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Los cambios ambientales, el stress por
competencia y sobrevivencia, cazadores especializados, la presencia
humana y el intercambio bacteriológico, son hechos compatibles, que, en
su conjunto, llevaron a la extinción a especies hasta entones exitosas,
que habían evolucionado en América del Sur durante los últimos 60
millones de años. Ninguna especie mayor a 350 kilogramos sobrevivió a la
gran extinción del Pleistoceno. |
En el
Partido de General Alvarado, encontramos en un sector, referencias y
restos fósiles, que nos cuenta las distintas fluctuaciones que tuvo el
mar a lo largo de millones de años, sobre todo durante el Holoceno.
Se
denominan transgresiones o ingresiones marinas a los avances de la línea
de costa sobre un espacio continental, y regresiones marinas al fenómeno
inverso. Durante el Pleistoceno, época de los glaciares, el borde
costero de la región pampeana se encontraba a unos 300 kilómetros al
este de su actual ubicación, sobre el borde de la actual plataforma
marina.
De la
misma manera, durante el interglaciar (el momento opuesto) hubo más
agua, en donde, por momentos en que el mar subió hasta seis metros sobre
el nivel actual, de modo, lo que hoy es tierra firme, en otro tiempo se
hallaba por debajo del nivel de mar.
|
Durante el
Cuaternario también hubo algunas transgresiones marinas sobre todo a los
periodos interglaciares, donde el agua del deshielo en los casquetes
polares, aumentaba los niveles de los océanos. Hubo al
menos, tres ingresiones marinas sucesivas, que han sido registradas en
esta zona costera de Miramar, llamadas Mar Belgranense, Mar
Querandinense y Mar Platense. En este momento, tenemos en estudio,
sedimentos y fósiles de otro Mar, llamado Interensenadense. |
La primera
de ellas data de 120.000 años (Pleistoceno). En el Partido de General
Alvarado son pocos los sitios donde afloran. Uno de ellos está bien
identificado en el bosque del vivero dunicola, que, entre otras
evidencias, se han colectado lamelibranquios y gasterópodos, además del
cangrejo fósil más antiguo de la provincia de Buenos Aires. De estos
sedimentos se recuperaron fósiles característicos de Adelomelon beckii,
Erodona mactroides, Mactra isabelleana, Tagelus gibbus, entre otros.
Luego, este mar, se retrajo unos 200 kilómetros, y las nuevas tierras
fueron pobladas nuevamente por animales y plantas.
Por
suerte, en Miramar y el Partido de General Alvarado, hemos recuperado
ricos nichos ecológicos con muchos integrantes de los ecosistemas
prehistóricos.
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El
tiburón Blanco en Miramar. Registros paleontológicos, arqueológicos e
históricos.
Tomado
de;
El tiburón Blanco en Miramar. Registros paleontológicos, arqueológicos e
históricos. Mariano
Magnussen. Departamento Científico, Laboratorio Paleontológico, Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. Fundación Azara.
marianomagnussen@yahoo.com.ar. Enero de 2020.
En las
costas de Miramar y Partido de General Alvarado, ubicados en el S.E de
la provincia de Buenos Aires, República Argentina, se ha documentado un
excepcional registro de la presencia del vulgarmente conocido Tiburón
Blanco, a partir de evidencia científica de origen paleontológico,
arqueológico e incluso histórico, sobre uno de los máximos depredadores
marinos, lo que abarcaría los últimos 10 mil años hasta el único ataque
un bañista en nuestras costas.
El litoral
marítimo bonaerense, en la actualidad viven unas treinta especies de
tiburones, pero tal vez, una de ellas despierta la curiosidad y la
alarmante fantasía sobre su presencia. El Tiburón Blanco (Carcharodon
carcharias) una especie de pez cartilaginoso de la familia
Lamnidae, que se encuentra en las aguas cálidas y templadas de casi
todos los océanos, aunque su presencia en las costas de Argentina, ha
tenido largos debates. Pero popularmente, no podemos dejar de asociarlo
con la famosa película “Tiburón” de 1975. La película está basada en
la novela homónima (1974) del escritor estadounidense Peter Benchley,
que se inspira vagamente en un suceso histórico, como fue la muerte de
cuatro personas y la mutilación de otra, causadas durante la ola de
ataques de un tiburón de Nueva Jersey de 1916.
En
1758 Carlos Linneo dio al tiburón blanco su primer nombre científico, Squalus
carcharias. Andrew Smith le dio el nombre genérico Carcharodon en
1833, y en 1873 el nombre genérico fue identificado con el nombre
específico de Linnaeus, y el nombre científico actual, Carcharodon
carcharias.
|
El gran tiburón
blanco existe desde el Mioceno. Los fósiles más antiguos
conocidos del Tiburón Blanco datan de hace unos dieciséis
millones de años aproximadamente. Sin embargo la filogenia del
gran tiburón blanco sigue siendo objeto de debate. La hipótesis
original de los orígenes del tiburón blanco, es que comparte un
ancestro común con un tiburón prehistórico, como el Megalodon,
que recientemente llego también a la pantalla grande bajo la
dirección de Jon Turteltaub en 2018. Las similitudes entre los
restos físicos y el tamaño extremo de ambos llevó a muchos
científicos a creer que estos tiburones estaban estrechamente
relacionados, y el nombre de Carcharodon megalodon se
aplicó a este último. El registro fósil de seláceos es muy
fragmentario, y solo se los conoce por sus dientes y algunas
vértebras que llegaron hasta nuestros días.
<<<Descargar
gratis:
El tiburón Blanco en Miramar. Registros paleontológicos,
arqueológicos e históricos. |
Su mayor
distribución en la actualidad, corresponde a aguas de las Antillas
Menores, algunas partes de las Antillas mayores, el Golfo de
México, Florida y Cuba hasta la Patagonia Argentina, y desde Alaska a
Chile, archipiélagos del Pacifico, Oceanía, entre otros sitios.
Los
dientes son grandes, aserrados, de forma triangular y muy anchos. A
diferencia de otros tiburones, no poseen diastema (espacio entre los
dientes) ni reducción de diente alguno, sino que tienen toda la quijada
provista de dientes alineados e igualmente capaces de aferrar, cortar y
desgarrar.
Detrás de
las dos hileras de dientes principales, los Tiburones Blancos tienen dos
o tres más en continuo crecimiento que se reemplazan constantemente
durante roturas o el degaste. Dándole una apariencia inconfundible en
forma de “punta de flecha”.
En el
Museo de Ciencias Naturales de Miramar, se han podido documentar con
muestras propias, registros de colegas y documentación fehaciente, tres
momentos en el tiempo de la presencia de Carcharodon carcharias en
estas costas, con evidencia de origen paleontológico, arqueológico e
histórico, que rara vez se dan en cualquier parte del mundo, lo que
abarcaría un periodo de los últimos 10 mil años, hasta mediados del
siglo XX, con un terrible hecho que los testigos circunstanciales nunca
pudieron olvidar.
|
Desde el punto de
vista paleontológico, Miramar ha proporcionado a la ciencia
mundial un sinfín de evidencias del pasado geológico y biológico
de la región, desde las últimas décadas del siglo XIX, habiendo
pasado por aquí los más talentosos y reconocidos investigadores
de la época, como Heusser, Claraz, Doering, Bravard, Burmeister,
Roth, Frenguelli, Rovereto, Windhausen, Castellanos, Rusconi,
Kraglievich y los Ameghino. |
Más
reciente en el tiempo, investigadores del Museo Argentino de Ciencias
Naturales de Buenos Aires y del Museo de La Plata, y en la actualidad
por miembros del Conicet, Universidad Maimonides, Fundación Azara y del
Museo de Ciencias Naturales de Miramar.
Durante el
Pleistoceno local, época que abarca desde los 2,5 millones de años
hasta los 10 mil años antes del presente, y que correspondiente al
Periodo Cuaternario, sucedieron transgresiones y regresiones marinas, es
decir, avances y retrocesos del océano sobre el continente. De ello
hemos recuperado muestras fósiles, principalmente invertebradas.
Pero
tiempo atrás, Mariano Magnussen, revisando las colecciones del museo
miramarense, nos encontramos con dos dientes fosilizados y que
indudablemente correspondían a unos tiburones prehistóricos que
consideramos posiblemente de Tiburón Blanco.
Fue así
que Daniel Boh de la misma institución, comento que fueron hallados
casualmente y traídos tiempo atrás por dos vecinos, uno de ellos,
encontrado en las playas del bosque del vivero “Florentino Ameghino” por
Miguel Babarro, y el segundo en las playas de la localidad vecina de Mar
del Sud por José Puente. Estos aislados gestos realizados por estos
vecinos, dieron mucha información sobre el pasado de estos peces. Aquí,
la importancia de la comunidad en reportar los hallazgos al museo, de lo
contrario hubiese quedando guardados en un cajón o se hubiesen perdido.
Durante el
año 2018, fueron observados por Federico Agnolin (Conicet, Museo
Argentino de Ciencias Naturales y Fundación Azara), quien noto la
importancia que podrían tener, y sobre todo para saber de donde salieron
y cuáles podrían ser los organismos asociados, ya que estos y otros
invertebrados que sospechamos que corresponden al mismo origen, estarían
señalando océanos más cálidos durante un momento geológico no muy
lejano.
|
Durante agosto de 2019, y
mientras estábamos trabajando en el edificio para la
inauguración del Museo de Ciencias Naturales de Miramar junto a
Adrián Giacchino, presidente de la Fundación Azara, los dientes
fósiles fueron observados por Sergio Bogan, de la misma
fundación, que determino que sin dudas se trataba de un diente
de la mandíbula superior y otro de la mandíbula inferior del
inconfundible Carcharodon carcharias. |
El
problema de estas piezas surge de su origen. Las mismas fueron
encontradas “desplazadas” de su yacimiento fosilífero original, y
depositadas sobre la playa, junto a miles de invertebrados marinos
fosilizados, muchos de ellos, señalando un clima más cálido que el
actual y presentando una excelente fosilización, los cuales, se
observan con facilidad de gran parte del litoral marítimo bonaerense.
Lo que no
sabe el público común, es que entre caracoles y caracoles, que se juntan
en la playa, algunos de ellos tienen una antigüedad entre 11 y 9 mil
años antes del presente. El personal del Museo de Ciencias Naturales de
Miramar, ha colectado durante años, numerosas muestras que evidencian
distintas oscilaciones del nivel del mar, e incluso, fragmentos de
sedimento solidificado con estas muestras biológicas.
Luego de
estas observaciones paleontológicas, se obtuvieron nuevas muestras de la
presencia del Tiburón Blanco justo en el límite del Partido de General
Alvarado, cuya ciudad cabecera es Miramar. Se descubrió un sitio
arqueológico sorprendente por varios motivos, donde grupos humanos
transitaron el lugar.
En el año
2003 se dio a conocer el asombroso hallazgo de dientes de Tiburón Blanco
(Carcharodon carcharias) en un contexto arqueológico que
data de los últimos 9000 años atrás. Los ejemplares fueron descubiertos
a orillas del arroyo Nutria Mansa en el límite sur. El nuevo material
fue hallado junto a restos de actividad de cazadores-recolectores
especializados principalmente en la cacería de guanacos (Lama guanicoe),
aunque también se recuperaron restos de yaguareté, guara guazú, ciervos,
etc.
El grupo
de investigadores del Conicet, Departamento Científico de Arqueología de
la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata y de Inculpa,
integrado por Mariano Bonomo, María José Cigorraga, Catriel León,
Agustina Massigoge, Alejandra Matarrese entre otros, son los que vienen
estudiando y trabajando en las investigaciones del Sitio Arqueológico
“Nutria Mansa 1”. Justamente, Alberto Cione, un prestigioso especialista
argentino en peces, y Mariano Bonomo, quien encabeza estas
investigaciones, dieron a conocer el nuevo hallazgo de dos dientes de Carcharodon carcharias,
los cuales están datados en 3100-2700 años antes del presente, y que
gentilmente se encuentran en la sala de arqueología de nuestro museo.
Los
dientes de Tiburón Blanco muestran marcas de haber sido utilizados como
pendientes, aunque la presencia de un fuerte desgaste en sus superficies
de filo indicaría un uso activo como herramientas de corte.
|
Sin duda han tenido un fuerte significado simbólico para los
antiguos habitantes de la región costera interserrana. Y se suma
a otros interesantes registros de este gran pez cartilaginoso en
estas aguas oceánicas. Pero sorprendentemente, no solo la
evidencias paleontología y zooarqueologica acompañan a este
fascinante depredador marino en nuestras costas miramarenses,
sino un suceso histórico reciente, acompañado por testigos,
protagonistas y evidencia científica lo demuestran como tal. |
Fue el
único ataque de tiburón conocido en el país. Ocurrió en Miramar, en el
balneario “Gallina” (actualmente balneario Tiburón) a la altura de la
calle 15 de nuestra ciudad.
En el
mediodía del 22 de enero de 1954 (veintiún años antes del estreno de la
película Tiburón), en un día despejado y de mar calmo, en épocas que el
servicio de guardavidas se interrumpía al mediodía, desde las 13 a 15
horas.
Ángel
Fulco, por entonces guardavidas del balneario del incidente, permitió
que Alfredo Aubone de unos 18 años para entonces, junto a dos amigos, se
metieran al agua en momentos de bandera roja sin imaginar lo que
sucedería minutos después, y que marcaría el destino de varios testigos
y de sus protagonistas.
Entraron a
las tranquilas aguas de ese día. Pronto llegaron a unos 70 metros de la
orilla y no había más de dos metros de profundidad. Alfredo, que era el
mejor nadador de los tres, se relajó y comenzó a hacer la “plancha”,
mientras que Guillermo y José María seguían nadando a su alrededor y
manteniendo el flote.
Minutos
después, Guillermo estaba frente a Alfredo. José María, algo fatigado
decidió volver a la orilla. Guillermo lo vio primero. Señalo una sombra
gris que avanzaba a gran velocidad, casi sobre la superficie del agua, y
de pronto su amigo Alfredo en menos de un segundo se sumergió
abruptamente. El pánico fue tremendo. Guillermo conmocionado no podía
mover las piernas, a duras penas comenzó a nadar hacia la costa. Algo
desconocido había atacado al joven Alfredo Aubone.
|
Alfredo sintió el primer tirón en el hombro derecho. Algo lo
sumergió y lo llevaba hacia el fondo, golpeándolo fuertemente
sobre el piso de arena. Sintió una gran puntada y trago agua. No
tenía aire y se ahogaba. De pronto la presión aflojo y pudo
llegar a la superficie. Sus pulmones se llenaron de oxigeno e
intento mover sus brazos para nadar y no pudo, estaban
totalmente desgarrados, le faltaban grandes partes de carne y su
sangre se ponía negra al mezclarse con el agua salada.
Braceo con su brazo izquierdo hacia la orilla y pocos segundos
después, la misma puntada y la gran fuerza lo sumergía
nuevamente de sus piernas. Sintió como los filosos dientes
desgarraban su pierna izquierda, poco a poco. No vio, ni tampoco
imagina que criatura estaba destrozando su cuerpo. Golpeo dos o
tres veces más sobre el fondo arenoso, y la criatura se adueñó
de su pierna.
<<<Ángel Fulco y Alfredo
Aubone, años después del ataque. Nótese las importantes
cicatrices en las piernas del joven. (Archivo de la Revista
Gente y MPH). |
Cuando
Fulco logro llegar hasta a Alfredo, pensó que todo estaba perdido. Es un
tiburón, grito Fulco. El tiburón paso nuevamente por al lado de las dos
personas, pero no ataco. Paso dejando una estela en el agua hasta que
desapareció. Fulco temía una envestida del animal desde abajo, dentro de
su desesperación, tomo al joven Alfredo de su cintura, le coloco el
salvavidas y de apoco ganaron la orilla, junto a la ayuda de los señores
Villamil y Carlos Puelles. Unos de los primeros médicos en darle los
primeros auxilios al joven, fue el reconocido medico local el Dr Luchini,
que curiosamente, fue un naturalista regional, que gustaba en
coleccionar fósiles y muestras marinas.
El tiburón
no ataca a la víctima con intención de comérsela, sino porque la
considera un intruso en su actividad diaria al que interpreta como una
amenaza potencial. Por ello, la mordida y posterior retirada no sería
más que una simple aunque desproporcionada advertencia.
La noticia
del tiburón miramarense apareció rápidamente en todos los medios de
comunicación. Como toda gran historia, había algo de exageración, mitos
y realidad.
Los años
se encargaron de modificar las cosas. Muchos tenían dudas de que se
tratara de un tiburón, e incluso de un animal, y se tejieron varias
hipótesis. Pero cuando se supo la verdad mucho tiempo después, ya no era
noticia en los medios.
Cuando
Alfredo Aubone llego al hospital de Stanford, en Los Ángeles, para
terminar sus largas curaciones, llevo un diente que había sido retirado
de su pierna, y le fue entregado al Dr Walter Follet, director de la
Academia de Ciencias del Estado de California, lo examino y dio su
veredicto.
|
El escualo que atacó
a Aubone en Miramar, fue un gran tiburón blanco de unos cinco
metros. Se determinó con precisión porque científicos
norteamericanos estudiaron un enorme diente que los cirujanos
recuperaron de las profundas heridas que suturaron, como así lo
demuestran los documentos a los que tuvimos acceso de la Marina
Argentina, del Museum of Natural History United States-National
Museum Smithosonian Institution Washington.y certificación
medica archivada, que indican además que Aubone recibió 250
puntos de sutura. El joven atacado por el Tiburón Blanco se
recuperó, regreso sorpresivamente a Miramar en varias
oportunidades, y volvió a nadar, convirtiéndose en una leyenda
viviente. |
Alfredo
Aubone, años más tarde, por razones personales dejó la Argentina. Se
estableció en Bolivia hasta su muerte, al parecer, a principios de los
años noventa.
Sin
dudas, una especie que parecía invisible a la vista de investigadores y
público en general, tiene una presencia en la zona y en sus habitantes
en los últimos 10 mil años, desde tiempos prehistóricos a vivencias
históricas, lo que es una particularidad que pocas veces se da en
cualquier parte del mundo.
Bibliografía sugerida:
Aguirre, M. L. 1995. Cambios ambientales en la región costera bonaerense
durante el cuaternario tardío, evidencias malacológicas. 4 jornadas
geológicas y geofísicas bonaerense.(Junin), actas 1: 35-45.
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Revista Gente “¿Se acuerda del tiburón que apareció en Miramar”. 11 de
diciembre de 1975-
Registro de ataque de tiburón blanco en Argentina del Museum of Natural
History United States-National Museum Smithosonian Institution
Washington.
Una
madriguera prehistórica en el Plioceno de Miramar y su
contenido fosilifero.
Por Mariano
Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal
Punta Hermengo de Miramar, Provincia de Buenos
Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo - Revista Argentina de
Paleontología.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Se dio a conocer el hallazgo y estudio de una antigua
madriguera de 2,5 millones de años antes del presente, donde se
recuperaron numerosos restos fósiles de animales, algunos ya extintos.
El hallazgo fue realizado tiempo atrás en la ciudad bonaerense de
Miramar.
Las investigaciones realizadas por Marcos Cenizo de la
Fundación Azara, Universidad Nacional de La Pampa y Universidad
Maimónides, junto a Esteban Soibelzon del Museo de La Plata, y Mariano
Magnussen Saffer del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar, dieron a
conocer un conjunto de fósiles inusuales encontrados dentro de una
madriguera de finales del Plioceno en la ciudad de Miramar, Provincia de
Buenos Aires, y publicada días atrás en la prestigiosa revista
científica Historical Biology, An International Journal of Paleobiology
|
Los
investigadores describen en un extenso estudio (en ingles)
cuatro tipos de tamaño en general para madrigueras prehistóricas
que se encuentran en el Plioceno al Holoceno (últimos 4 millones
de años) de Argentina y Brasil, de las cuales la más grande está
relacionada a un armadillo gigante extinto, identificado como Ringueletia
simpsoni.
<<<Aspecto del
marsupial Thylophorops chapadmalensis. |
Este hallazgo realizado en la ciudad balnearia, contiene
la mayor diversidad de vertebrados recuperados dentro de una madriguera
de este tipo, incluyendo restos óseos de armadillos (Ringueletia
simpsoni), zarigüeyas extintas (Thylophorops
chapadmalensis), prociónidos (Cyonasua lutaria),
anuros de hábitos depredadores (Ceratophrys) y roedores (Microcavia y Lagostomopsis),
como así también, sorprendió la presencia de coprolitos (materia fecal
fósil) y residuos escatológico desagregados.
Los investigadores de las instituciones participantes,
sostienen por medio de estas evidencias descubiertas, que hace 2,5
millones de años, había “reocupación” de madrigueras es un
comportamiento común en los mamíferos carnívoros pequeños, al menos
desde principios del Plioceno.
|
Además, se sugiere una relación depredador-presa entre los
carnívoros estudiados y los más abundantes pequeños mamíferos
excavadores de la prehistoria en la región pampeana, época, en
que la actual provincia de Buenos Aires y ciudad de Miramar
ubicada a orillas del océano atlántico, se encontraba en el
centro continental a cientos de kilómetros de la costa marina de
entonces.
<<<Imagen
ilustrativa. |
Este y otros hallazgos, confirman una vez más, el
potencial paleontológico y científico de la región, cuyos estudios
comenzaron en el siglo XIX y potenciados mundialmente por Florentino
Ameghino.
Fuente fundamental.
Marcos Cenizo, Esteban Soibelzon & Mariano Magnussen
Saffer (2015): Mammalian predator–prey relationships and reoccupation of
burrows in the Pliocene of the Pampean Region (Argentina): new
ichnological and taphonomic evidence, Historical Biology, DOI:
10.1080/08912963.2015.1089868.
Los
fósiles más antiguos de nuestro distrito en rocas cuarciticas.
Por Mariano Magnussen. Laboratorio de
Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Provincia de
Buenos Aires, República Argentina. Fundación de Historia Natural Félix
De Azara. Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los
Vertebrados (MACN – Conicet).
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Publicado como; Magnussen Mariano (2022).
Los rastros fósiles más antiguos de la región pampeana en
rocas cuarciticas. Paleo, Revista Argentina de Divulgación
Paleontológica. Año XV. 158. 47-57.
El Ordovícico es la fragmentación de la escala temporal
geológica que pertenece a la Era Paleozoica, y abarca un lapso de 600 a
245 millones de años antes del presente, es decir, mucho anterior a los
primeros dinosaurios del Triásico de la Era Secundaria o Mesozoica.
Durante la primera parte de la Era Paleozoica (Cámbrico,
Ordovícico y Silúrico), el continente sudamericano estaba unido a
África, Antártida, Australia e India formando la masa continental de
Gondwana que estaba separada por el mar del norte de América, Europa y
Asia, que constituían bloques continentales independientes, ubicados en
la franja ecuatorial.
|
En este momento, la República Argentina
probablemente haya estado cubierta casi por completo por las
aguas. En el Devónico, América del norte y Europa se unieron en
un único bloque llamado Euroamérica, e iniciaron una lenta
deriva hacia Gondwana, con la cual comenzó a funcionarse en el
Carbonífero.
<<<Aspecto de la
vida del mar durante el Ordovicico. |
Gondwana en ese momento se encontraba ubicada sobre el
polo de rotación con lo cual una gran parte de las tierras estaban
cubiertas por gruesos mantos de hielo. Durante el Carbonífero las
condiciones climáticas eran muy cálidas y húmedas. El sustrato estaba
permanentemente anegado y abundaban los pantanos.
En el periodo Pérmico, Euroamerica se fusiono finalmente
con Gondwana, formando el supercontinente Pangea. Recién a fines de
esta Era, los anfibios y reptiles que se habían originado en Euroamerica
en el carbonífero, comenzaron a dispersarse hacia Gondwana.
Las algas verdes eran comunes en el Cámbrico Superior y
en el Ordovícico. Las primeras plantas terrestres aparecieron en forma
de pequeñas plantas no vasculares parecidas a hepáticas.
Los hongos marinos eran muy abundantes en los mares del
Ordovícico descomponiendo los cadáveres de los animales y otros
desechos. Entre los primeros hongos terrestres podrían haber jugado un
papel fundamental en la colonización de la tierra por las plantas a
través de la simbiosis micorrizal, que hace los nutrientes minerales
disponibles a las células de las plantas.
Se han encontrado hifas de hongos y esporas fosilizados
del Ordovícico de Wisconsin (Estados Unidos) con una edad de
aproximadamente de 460 millones de años, un momento en que la flora
terrestre probablemente constaba sólo de plantas similares a
las briofitas.
|
En el sector bonaerense, es muy rico en restos
fósiles en los estratos y sedimentos que componen el subsuelo,
cuya importancia ha sido reconocida en el país y en el
extranjero, y como se sabe están protegidos por una ley
nacional, una ley provincial y ordenanzas municipales. La misma
impide su extracción sin asesoramiento y es obligatorio
entregarlos a algún Museo para su conservación o exhibición, ya
que suelen tener importancia para la ciencia. |
Son más populares los fósiles de mamíferos gigantes de
fines de la Era Terciaria y Cuaternaria, constituidos por la Megafauna
de los últimos 4 millones de años antes del presente, que se encuentran
a lo largo de acantilados costeros o de arroyos.
Pero además de estos, también es posible hallar restos
fósiles en otros sitios particulares, como edificaciones urbanas o en
las rocas de los espigones que se usan para proteger las playas y
acumular arena.
Especialmente en los últimos, debido a su abundancia y
distribución en la costa atlántica bonaerense, podemos observar con algo
paciencia, que hay gran cantidad de marcas de diverso tipo y tamaño, las
cuales corresponden principalmente a marcas o huellas provocadas por
animales que vivieron en el fondo arenoso de antiquísimas playas y
océanos.
La mayoría de estas rocas fueron extraídas de las
canteras de la localidad de Batán y Chapadmalal, cuyos sedimentos tienen
una antigüedad de 480 millones de años (correspondientes al periodo
Ordovícico de la Era Paleozoica) y están formados principalmente por
arena con cuarzo, denominado por los geólogos Ortocuarcita y
popularmente, como “Piedra Mar del Plata”.
En esos antiguos tiempos, aún no existía la vida animal
fuera de los mares, ya que la temperatura del ambiente terrestre era
superior a los 50 grados, he incluso en los polos. Había un solo océano
y comenzaba a separarse el único continente al que se denominó “Pangea”.
Los seres vivos no eran muy parecidos a los de ahora,
por lo cual hay que imaginarlos según los moldes que dejaron sus
cuerpos, los cuales eran blandos en su mayoría, o las huellas de sus
actividades, tales como rastros, excavaciones, desplazamientos, entre
otros
A este último tipo de fósiles se los denomina “Icnitas”
o “paleoicnitas”, y son las marcas dejadas por los seres vivos que, en
muchos casos, se les ha dado un nombre propio ya que no siempre es
posible determinar qué animal provocó esas huellas en particular.
En el caso de las Icnitas halladas en estas rocas,
también son denominados como “fósiles problemáticos” ya que si bien, se
les ha dado un nombre definido, no se sabe qué las produjo, o si son
parte de un mismo individuo o de varios, incluso, a veces cuesta saber
si son de origen animal o vegetal.
Si hacemos un recorrido por estos espigones es posible
hallar algunas rocas con marcas de diverso tipo. Las más significativas
y comunes son las que se parecen a pequeñas herraduras denominadas Herradurichnus y
se cree que corresponderían a las marcas dejadas por los Trilobites, que
son los artrópodos más comunes de esta Era geológica. También se pueden
ver galerías rellenas, que se denominan Scolicia. Estos
seres que las formaron seguramente vivían o se trasladaban por debajo de
la arena. También se pueden apreciar perforaciones provocadas por
gusanos que aparentemente formaban una “U” ya que se las encuentra por
ubicaciones pares.
|
Además, se ha podido analizar que, en muchos
casos, y debido a la forma en que se fractura la roca, es
posible observar la dimensión de estas marcas, tanto vertical
como horizontal, o en diversos estados de erosión, antes que
fueran tapadas por otra capa de arena y finalmente endurecidas
por el tiempo, por lo que el estudio de estas evidencias se
complica y engaña al ojo de los expertos.
<<<En rocas cuarciticas
transportadas para defensa costera, se hallan mucho icnofosiles
paleozoicos. |
Otra marca interesante, es la de las ondas de un fondo
marino tranquilo, las cuales se parecen a las actuales, que podemos
observar en cualquier playa, o por cualquier superficie blanda por donde
se desplazó el agua, las que se denominan “ondulitas”.
A los fósiles hallados en estos lugares se los suele
llamar “fósiles urbanos”, y si bien no son muy importantes a nivel
científico ya que no se sabe su origen, ni el nivel estratigráfico
original, pueden servir para que los docentes y guías puedan mostrar sin
grandes riesgos, diversos tipos de fósiles cuyas características son muy
extrañas y pueden ser analizados cómodamente, con solo acercarse a una
de estas construcciones y pasar una interesante jornada reconociendo
marcas e imaginando un mundo tremendamente distante en el tiempo.
Aparte de encontrar estas antiquísimas evidencias de
fósiles en rocas trasportadas artificialmente para defensas costeras,
espigones y revestimientos de casas y veredas, se las puede hallar
naturalmente en todo el sistema serrano de Tandilia y Ventania,
disminuyendo por debajo de la superficie hacia el Este, cubiertos por
sedimentos más modernos, de origen Cenozoico.
Una curiosidad, es que, en la década de 1920, se
encontró un posible yacimiento de petróleo en las inmediaciones de lo
que hoy es el predio del ferrocarril de Miramar, pero no se pudo llegar
a él, debido a una gruesa capa de roca cuarcitica se encuentra por
debajo de la ciudad a inos 180 metros de profundidad, y no pudo ser
perforada.
|
Volviendo a los icnofosiles que hemos observado,
y registrado principalmente en los espigones costeros,
recordamos que estas rocas están formadas por arenas finas y
gruesas de un mar de playas con poca profundidad hace unos 490 a
480 millones de años. Hemos registrado actividades de
Trilobites, como zonas de desplazamiento, madrigueras u apoyo
sobre la superficie. |
Uno de esas marcas se las denomina Rusoficus (Rusophycus)
un paragénero de icnofósiles presente en rocas sedimentarias de facies
marina profunda, marina superficial, fluvial y lacustre. Es uno de los
icnofósiles más representativos de la actividad etológica de trilobites,
que, si bien son realizados por una gran variedad de organismos, en esta
ocasión son fáciles de interpretar.
Las trazas de Rusoficus son característicamente
bilobuladas con simetría bilateral, de pequeño o mediano tamaño, de
altura variable y que pueden ser perfectamente paralelas entre sí o
fusionarse en su zona posterior. Se corresponden con trazas de reposo al
funcionar como cubil o madriguera, de alimentación. Algunos
investigadores incluso han sugerido que pudieran tratarse de nidos
excavados para depositar huevos.
Estos icnofósiles fueron interpretados en un principio
junto a las trazas de Cruziana como fósiles de vegetales.
En 1864 William Dawson publicó un trabajo demostrando que eran rastros
de la actividad excavadora de trilobites. Posteriormente en 1873 un
estudio similar fue dado a conocer por Alfréd Naforst con más éxito que
su predecesor.
Estos fósiles, junto a otros, se han sido registrados en
el Ordovícico temprano (480 millones de años) de la Cordillera Oriental,
en la Puna, en las Sierras Subandinas, en la Precordillera, y en las
sierras de Ventania y Tandilia, en Argentina, como así también en otros
lugares del mundo.
Otro icnofosil de esta antigüedad fue encontrado en 2015
en una roca cuarcitica próxima al muelle de pesca de nuestra ciudad. Se
trata de icnofosiles de Palaficus es probable que estas marcas se deban
a la pista originada por el desplazamiento de anélidos o gusanos marinos
de tamaño grande.
|
Este icnofosil se caracteriza por surcos semirellenos de
sutil trazado, flexionados, mostrando a veces giros y superposiciones
sumamente variadas. Antecedentes de estos hallazgos corresponden a la
Estancia La Celina en la provincia de Buenos Aires en 1945. Se
encuentran en sedimentos de arenas cuartiticas de grano fino. El
promedio de medida de estas trazas es de 1 metro de longitud, y entre1 y
2 centímetros de ancho. |
En algunas oportunidades se encuentra asociados a trazas
de otros organismos como Corofides y Tigillites. Además, es estos
icnogeneros citados hay muchos otros, pero recuerden que, al ser fósiles
problemáticos, su interpretación es más compleja, lo cual no creo
necesario ampliar más el tema.
Lo que debemos tener en claro, es que no hemos
encontrado vertebrados, es decir, animales con estructura ósea o esqueleto,
sino más bien, animales de cuerpo blando, que no se han conservado
debidamente, y aunque parezca singular, son marcas de su actividad.
Seguramente, se preguntarán como se preservaron durante
casi 500 millones de años estas huellas o trazas.
Bien, estos organismos una vez que realizaron
actividades de desplazamiento o fosorial, es decir, por debajo de la
superficie, estas muestras eran cubiertas por capas de arena más finas y
totalmente distintas al sedimento hospedante, formando por decirlo de
una manera práctica, una roca sedimentaria heterogenia. Al endurecerse
durante millones de años, llegaron a nuestros días. Algunas de ellas se
erosionaron y dejaron al descubierto estas muestras, otras debido a la
actividad minera han sido separadas, y es ahí como las divisamos e
interpretamos.
Si bien la mayoría de los organismos experimentaron
grandes radiaciones adaptativas durante este periodo, hacia fines del
mismo se produce la gran primera extinción masiva. La vida marina
experimento una crisis con la extinción gradual de Trilobites,
Fitoplancton, Braquiópodos, Nautiloideos, Briozoos, y Equidermos. Sin
embargo, en los continentes las condiciones climáticas comenzaban a ser
favorables para el desarrollo de vida más compleja.
Esas trazas fósiles que se encuentran en nuestra zona, y
que podemos hallar en los espigones, se pudieron comparar con registros
de las islas Malvinas y también de Marruecos; se trata de huellas que se
han hallado en forma exclusiva en los territorios que pertenecieron a
Gondwana, el antiguo continente que abarcaba Sudamérica, África,
Australia, Nueva Zelanda, isla de Madagascar y Antártida. Es decir, no
se han encontrado huellas similares fuera de ese antiguo continente.
Por distintas circunstancias geológicas, los sedimentos
posteriores no se preservaron, debido a los distintos fenómenos
orogénicos. Es por ello, que en nuestra región no hay sedimentos
posteriores, como del Silúrico, Devónico, Carbonífero y Pérmico de la
Era Paleozoica, o del Triásico, Jurásico y Cretácico de la Era Mezozoica,
por esta razón no se han encontrado dinosaurios en la provincia de
Buenos Aires, y sobre todo, no hay sedimentos del Paleoceno, Eoceno,
Oligoceno y del Mioceno de la Era Terciaria, y recién afloran en nuestra
región, sedimentos del Plioceno, Pleistoceno y Holoceno, los cuales son
geológicamente más modernos, y no por ello menos interesantes que los
anteriores, siendo pruebas del pasado biológico y geológico de nuestra
región en los últimos 4 millones de años.
Estas rocas que vemos a menudo en las defensas costeras,
espigones y revestimiento de construcción, parecen algo común, Pero para
el ojo observador de un geólogo o un paleontólogo, es una importante
muestra de información de la vida del pasado y nos ayuda a comprender el
pasado biológico de nuestro planeta.
Para generar un rápido resumen de lo que hemos visto,
les recuerdo que la Era Paleozoica la tenemos representada en la
provincia de Buenos Aires, en el sistema de Tandilia y Ventania, en el
sector serrano.
En nuestro caso, muchas de estas muestras, los
sedimentos están presentes en afloramientos geológicos naturales, en el
sector noroeste, limitando con el partido de Balcarce, y se lo ha
registrado en el subsuelo miramarense.
En forma artificial se los pueden encontrar en rocas que
conforman los espigones, defensas costeras y revestimientos de
construcción. Las misma, proceden de canteras de roca cuarcitica, en la
zona de Batan y Chapadmalal.
Tienen un origen marino, durante el ordovícico, hace 480
millones de años antes del presente, y contiene una importante variedad
de fósiles problemáticos, es decir, icnofosiles, que son huellas o marcas de
actividad de animales y plantas, que vivían en mares de poca o
prolongada profundidad, en una época en donde a la vida no existía aun
en tierra firme, debido a la alta temperatura terrestre y el pobre
oxígeno.
Estas rocas que vemos normalmente, estas formadas por
capas de arenas finas y gruesas de un antiguo mar, donde hemos podido
colectar y documental fielmente la vida primitiva que quedo preservada
en el tiempo. Así que, la próxima vez que vayas a la costa bonaerense,
recorre los espigones a ver si encuentras un icnofosil, nosotros, ya
tenemos un amplio registro.
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