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					Mastodontes, los elefantes extintos de 
					América del Sur. 
					
								Por Mariano 
								Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal 
								Punta Hermengo de Miramar, Provincia de Buenos 
								Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo - 
					Revista Argentina de Paleontología. Ilustraciones de Daniel 
					Boh. 
								
								marianomagnussen@yahoo.com.ar 
					 
					
					
					Entre los extraordinarios animales que 
					emigraron a nuestro continente proveniente del norte, hace 
					unos 2,5 millones de años, el Mastodonte fue seguramente uno 
					de los más impresionantes. Con solo pensar que grandes 
					manadas de elefantes deambulaban por nuestras tierras hasta 
					hace unos milenos atrás es fascinante. 
					
					
					Los primeros hallazgos de estos animales en 
					nuestro país datan del siglo XVIII y se llegó a creer que 
					algunos podrían ser de personas gigantes que desaparecieron 
					antes del “Diluvio Universal”. La particularidad de los 
					huesos de los elefantes es que si se arman de cierta manera, 
					se parecen a los de seres humanos, pero de gran tamaño. 
					
					
					El Mastodonte pampeano (Notiomastodon) pertenece 
					a la familia Gomphotheriidae, un grupo de animales 
					relacionados de forma distante con los mamut y elefantes 
					modernos. Notiomastodon parece haber tenido 
					un linaje de 4 millones de años ,divergiendo del clado que 
					contiene a Rhynchotherium y Cuvieronius alrededor 
					del Mioceno tardío. Esto implicaría que Notiomastodon había 
					evolucionado en el sur de América Central, pero esto genera 
					aun numerosos debates 
					
						
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							También genera discusión entre los 
							especialistas la denominación Notiomastodon o Stegomastodon ya 
							que, independientemente del género, la mayoría de 
							los autores considera que la especie es sinónimo de Haplomastodon. 
							Pero la ausencia de buenos restos fósiles en América 
							del Norte, plantean algunas dudas. 
							 
							
							<<< 
							Aspecto de Notiomastodon (Stegomastodon) 
							platensis. Por Daniel Boh  | 
						 
					 
					
					
					Llegó a Sudamérica durante el Gran 
					Intercambio Biótico Americano. Esta migración hacia el sur 
					la hizo a través de la ruta oriental y por las áreas 
					costeras del mar Caribe. Ya en Sudamérica se dispersó por 
					altitudes más bajas, y se adaptó mejor a las condiciones 
					climáticas cálidas o templado-cálidas. Inicialmente 
					herbívoro mixto, evolucionó hacia una dieta basada 
					principalmente en hojas. 
					
					
					Los proboscidianos en América del Sur fueron 
					descritos por primera vez por Georges Cuvier en 1806,  pero 
					no pudo darles nombres específicos más allá de "Mastodonte" 
					que significa “dientes con forma de mama”. 
					Notiomastodon, que significa “mastodonte del sur" 
					fue nombrado por Cabrera (1929).  
					
					
					La especie fue descrita originalmente 
					por Florentino Ameghino en el año 1888. El holotipo fue 
					depositado en el Museo de La Plata. Se trata de una defensa 
					de un ejemplar adulto, proveniente de las barrancas de San 
					Nicolás de los Arroyos, en las costas del río Paraná, en el 
					nordeste de la provincia de Buenos Aires 
					
					
					Gran parte de Argentina se encuentran los 
					fósiles tribuidos a Notiomastodon platensis. 
					Su distribución más austral para los elefantes sudamericanos 
					parece no ir más abajo del área de Bahía Blanca, lo que 
					indicaría que el frío no era del gusto de estos animales, 
					dato que nos podría indicar que no tendría tanto pelo como 
					el mamut. 
					
						
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							La altura de Notiomastodon 
							platensis llegaba a los 4 metros, y su peso 
							a los 7500 kilogramos, estimado aparir de fosiles 
							extremdamente bien preservados en Colombia. 
							Su cráneo es alto y corto de forma elefantoidea, 
							poco deprimido. Sus defensas son largas, 
							relativamente finas, ligeramente espiraladas en los 
							machos y rectilíneas en las hembras, sin bandas de 
							esmalte.  
							
							
							<<<Mandibula inferior de 
							Notiomastodon.   | 
						 
					 
					
					
					También existió otro género de Mastodonte que 
					llegó a Sudamérica, el Cuvieronius (Cuvieronius hyodon). 
					Era de menor tamaño y siguió la ruta de la Cordillera de los 
					Andes, por lo que solamente sus restos se encuentran en 
					países como Bolivia, Chile y parte norte – cuyo de 
					Argentina. Los colmillos eran particulares ya que estaban 
					ligeramente torcidos en forma helicoidal (como un tornillo). 
					
					
					La región pampeana es una de las más ricas en 
					mamíferos extinguidos y sigue aportando especímenes para que 
					puedan ser estudiados y admirados. Justamente, en la 
					localidad de Pehuén Có existe un sitio con huellas de 
					diversos animales extinguidos, entre ellas las de 
					Notiomastodon. 
					
					
					En nuestra región se han hallado varios 
					restos de Mastodonte, en su mayoría al sur de la localidad 
					de Mar del Sud. En el Museo de Ciencias Naturales de nuestra 
					localidad hay restos de colmillos, miembros y partes del 
					cráneo. También un molar fue hallado en la zona ubicada 
					entre el muelle y el vivero. Por otra parte se nos ha 
					referido que, en los años 60 se habían hallado colmillos en 
					el mismo lugar, los cuales lamentablemente se han perdido. 
					
					
					También hay otros registros históricos que 
					señalan el hallazgo de restos fósiles de Mastodontes en 
					Miramar. 
					
					Se han protagonizado descubrimientos muy 
					notables, como los realizados por Carlos Ameghino en 1913 y 
					luego Kraglievich en 1928. 
					
					
					Al igual que otros mamíferos aloctonos y 
					autóctonos, los elefantes sudamericanos o notiomastodontes 
					se extinguieron a finales del Pleistoceno. Los fósiles más 
					recientes y datados con carbono 14, dieron un resultado de 
					15 mil años de antigüedad.  
					
					
					Bibliografía sugerida; 
					
					ALBERDI, M.T.; CERDEÑO, E. & PRADO, 
					J.L. 2008. Stegomastodon platensis (Proboscidea, 
					Gomphotheriidae) en el Pleistoceno de Santiago del Estero, 
					Argentina. Ameghiniana, 45(2):257-271. 
					
					
					AMEGHINO, F. 1888. Rápidas diagnosis de mamíferos fósiles 
					nuevos de la República Argentina. Buenos Aires, Obras 
					Completas, 5:471-480. 
					
					
					AMEGHINO, F. 1889. Contribución al conocimiento de los 
					mamíferos fósiles de la República Argentina. Actas de la 
					Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, 6:1-1027. 
					
					
					BERTON, Michael. (1992). Dinosaurios y otros animales 
					prehistóricos. Ediciones Lrousse Argentina S.AI.C. 
					
					
					CIONE, A.L. & TONNI, E.P. 1995a. Bioestratigrafía y 
					cronología del Cenozoico superior de la región pampeana. In: 
					Alberdi, M.T.; Leone, G. & Tonni, E.P. (Eds.), Evolución 
					climática y biológica de la región Pampeana durante los 
					últimos cinco millones de años. Un ensayo de correlación con 
					el Mediterráneo occidental. Museo Nacional de Ciencias 
					Naturales, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 
					Monografías, 12:47-74. 
					
					
					GRAMAJO, A.J. 1992. La fauna del Cuaternario y sus 
					yacimientos en la Llanura Santiagueña. Museo de Ciencias 
					Antropológicas y Naturales "Emilio y Duncan Wagner", Serie 
					Estudio, 4:75-93. 
					
					
					MAGNUSSEN SAFFER, M.  BOH, D Y ESTARLI, C. 
					2015. Observaciones paleopatologicas y cambios morfológicos 
					de carácter funcional en una tibia de
					Stegomastodon (Mammalia, 
					Gomphotheriidae) en el Pleistoceno tardío del Partido 
					de General Alvarado, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
					XXIX Jornadas Argentinas de 
					Paleontología de Vertebrados. Diamante, Entre Ríos. Mayo 
					de 2015. Libro de Resúmenes. 
					
					
					TONNI, E.P. & FIDALGO, F. 1978. Consideraciones sobre los 
					cambios climáticos durante el Pleistoceno tardío-Reciente en 
					la provincia de Buenos Aires. Aspectos ecológicos y 
					zoogeográficos relacionados. Ameghiniana, 15(1-2):235-253 
					
					
					TONNI, E. P. Y FIDALGO, F. 1982. Geología y Paleontología de 
					los sedimentos del Pleistoceno en el área de Punta Hermengo 
					(Miramar, prov. 
					
					Bs. As, Repub. 
					
					Argentina); Aspectos paleoclimaticos. Ameghiniana 19 (1-2): 
					79-108. 
		 
					
					Un escarabajo 
					sobreviviendo entre gigantes prehistóricos. 
					
					Por Mariano 
					Magnussen. Integrante de Grupo Paleo, Museo de Ciencias 
					Naturales de Miramar.  
					Fundacion Azara. 
					Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín 
					Paleontológico. 
					 marianomagnussen@yahoo.com.ar  Ilustración del 
					Paleoartista Daniel Boh. 
					
					La región 
					pampeana argentina, es ampliamente conocida en forma mundial 
					por la diversidad en restos fósiles de vertebrados de fines 
					del Plioceno y Pleistoceno, desde grandes criaturas, y otros 
					tan minúsculos como los de un pequeño roedor. 
					
					Si bien gran 
					parte de la región pampeana los restos fósiles de grandes 
					bestias 
					como el Megatherium (de 4,4 metros de altura y 
					el peso superior de un elefante moderno) y pequeños 
					vertebrados como Calomys (una 
					pequeña laucha) abundan a lo largo de los sedimentos del litoral marítimo 
					(mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces y otros). Esto 
					se debe a que característicamente los vertebrados están 
					constituidos por un esqueleto óseo interno más resistente al 
					tiempo y a otros agentes, compuesto por minerales, 
					principalmente fosfato cálcico, lo cual favorece 
					la preservación de sus vestigios en el registro fósil. Otros 
					son tan infrecuentes como los insectos y los vegetales, al 
					menos, en nuestra región. 
					
					Durante las III 
					Jornadas Regionales del Centro en la ciudad de Olavarría se 
					presentó un interesante trabajo titulado “Primer registro de 
					un Tenebrionidae (Arthropoda, Coleoptera) asociado a restos 
					del cráneo de un Mylodontidae (Mammalia, Xenarthra), en el 
					Pleistoceno Superior de Punta Hermengo, Miramar, Provincia 
					de Buenos Aires, República Argentina”, donde se da a conocer 
					el icnofosil de un escarabajo que vivió hace miles de años. 
					
						
							
							  | 
							En 
							algunos casos excepcionales, se logra identificar 
							moldes de algunas partes de un organismo 
							invertebrado. Los moldes se forman tiempo después 
							del que el organismo se incorpore en el sedimento, 
							perdiendo todo contacto con el exterior, cuando las 
							bacterias y otros organismos del suelo acumulan 
							minerales. Al desintegrarse las partes orgánicas, y 
							estas paredes revestidas de minerales se rellenan de 
							sedimento o solamente quedan totalmente huecas, 
							preservando la forma original, e incluso, detalles 
							muy íntimos de la estructura. | 
						 
					 
					
					Durante el 
					Cenozoico, el número de géneros de escarabajos con 
					representantes actuales fue aumentando paulatinamente. Así, 
					en el ámbar báltico del Eoceno, más de la mitad de los 
					géneros registrados han sobrevivido hasta la actualidad, y en 
					el Mioceno la mayoría de los géneros aun tienen 
					representantes vivientes. Los fósiles del Cuaternario 
					son en su mayoría perfectamente adjudicables a especies 
					actuales y prácticamente no se conocen extinciones o 
					especiaciones durante este período, pero sí grandes cambios 
					en la distribución geográfica de muchas especies en 
					consonancia con los cambios climáticos. 
					
					En diciembre de 
					2002, se recuperó la mandíbula y parte del cráneo de un Scelidotherium 
					leptocephalum, un perezoso gigante extinto de unos 
					3,5 metros de largo y de una tonelada de peso, por debajo de 
					sedimentos lacustres de la localidad fosilífera de Punta 
					Hermengo, sobre la zona sur de la ciudad de Miramar, 
					históricamente conocida por el aporte de material 
					paleontológico de vertebrados del Pleistoceno 
					medio-superior. 
					
					Cuando el 
					personal del Museo Municipal de Miramar se encontraba en las 
					tareas de limpieza del cráneo, se retiró un fragmento de 
					sedimento, que al quebrarse expuso dos moldes negativos de 
					un individuo coleóptero. 
					
						
							
							  | 
							
					La presencia de Scelidotherium 
					leptocephalum es un buen referente estratigráfico y 
					cronológico, por lo cual, lo consideramos como un espécimen 
					fundamental para conocer la antigüedad de los terrenos donde 
					se recuperó el escarabajo. Se pudo reconocer en dos 
					fragmentos de sedimentos que se unían a la perfección, los 
					moldes de los elitros por un lado, y los ventritos por otro, 
					de este curioso  escarabajo. El molde natural del animal seguramente se 
					formó poco tiempo después de la muerte del coleóptero. | 
						 
					 
					
					Debido a la 
					ausencia de la cabeza y patas del mismo y de las condiciones 
					tafonomicas observadas, en el molde solo se conservaron los 
					restos que fueron sepultados. La exposición del cráneo del 
					perezoso gigante a la intemperie durante un buen 
					tiempo, podría ser un indicador de que ambos organismos 
					estuvieron a la intemperie antes de ser cubiertos por 
					sedimentos. 
					
					Luego de varias 
					comparaciones y consultas bibliografías, se determinó que el 
					coleóptero pertenece a la Familia: Tenebrionidae (Latreille, 
					1802). Luego en el laboratorio se pudo comprobar que se 
					trataba de un ejemplar de un escarabajo del género Scotobius, 
					los cuales existen actualmente y se los llama comúnmente 
					“viejitas”, siendo posible hallarlos en primavera – verano 
					en esta zona. 
					
					Los 
					Tenebrionidae, en la actualidad, es una gran familia de 
					coleópteros, conocida por unas veinte mil especies 
					descritas. Su tamaño oscila entre 1 y 80 mm; son 
					predominantemente de coloraciones oscuras, de donde deriva 
					su nombre. Son básicamente detritívoros, ósea, se alimentan 
					de los desechos tardíos en descomposición de un cadáver, 
					como cuero pegado en los huesos, tendones etc, y 
					especialmente diversos en ambientes esteparios y desérticos. 
					Los detritívoros constituyen una parte importante de los 
					ecosistemas porque contribuyen a la descomposición y al 
					reciclado de los nutrientes 
					
						
							
							  | 
							
							 
					Tenebrionidae es 
					una familia con gran diversificación cuyos miembros podrían 
					ser mal identificados dentro de otros grupos de Coleoptera, 
					incluyendo familias tan distantemente relacionadas como 
					Carabidae y Curculionidae. Como son definidos hoy en día, 
					los Tenebrionidae incluyen a los antes Alleculidae, 
					Lagriidae y Nilionidae. Según los datos obtenidos en 
							estudios comparativos, se determina que el molde 
							recuperado junto a los restos del cráneo y mandíbula 
							de un Mylodontidae corresponde a un escarabajo coleóptero de 
					la familia Tenebrionidae cuya presencia en la región es 
					conocida en la actualidad.  | 
						 
					 
					
					Por ahora, no se 
					ha identificado correctamente la especie del mismo, 
					cuyos estudios y observaciones se harán en un futuro 
					próximo, debido a la pobreza del registro fósil en la región 
					pampeana argentina sobre la presencia de vestigios fósiles 
					al respecto, y cuyo organismo es un indicador importante en 
					aspectos paleobiologicos y paleoclimaticos. 
					
					Lo que se puede 
					especular sobre estos dos organismos, es que el escarabajo Tenebrionidae podría 
					haberse alimentado de los restos de materia orgánica 
					del perezoso gigante, siendo los datos aquí reunidos, 
					congruentes con los antecedentes disponibles sobre esta 
					familia de coleópteros y el primer registro en su tipo sobre 
					la asociación faunistica durante el Pleistoceno. 
					
					No siempre es 
					posible que se conserven los moldes de los insectos, ya que 
					en sí, es un hecho bastante raro. Es más común observar la 
					actividad de ellos como en el caso de las hormigas, las 
					cuales provocan grandes cambios en el terreno en donde 
					nidifican y en varios sitios de nuestro distrito se los 
					puede ver si se tiene la paciencia necesaria, y se sabe 
					reconocer el aspecto de las galerías. Se han hecho estudios 
					sobre los mismos llegando a determinar la especie a la que 
					perteneció, siendo por ejemplo un importante dato a tener en 
					cuenta para descubrir de manera aproximada el tipo de clima 
					de ese momento. 
					
						
							
							  | 
							
							 
					Los mismos 
					fueron realizados por el técnico José Laza del Museo 
					Argentino de Ciencias Naturales, quien desarrolló los 
					métodos para identificar los antiguos nidos.  De esta manera 
					se ha podido comprobar, al combinarlos con otros indicadores 
					ya estudiados, la variación climática durante millones de 
					año. Gracias a este trabajo es posible reconocer, que 
					hormigas de las zonas más cálidas se habrían desarrollado en 
					nuestra región, además de la presencia de termitas y sus 
					nidos. En cambio durante los períodos más fríos, tanto la 
					fauna de mamíferos e insectos eran de origen patagónico, lo 
					que nos indica una gran variación en las condiciones 
					climáticas.  | 
						 
					 
					
					Por otra parte, 
					a principios del siglo XX, los hermanos Carlos y Florentino 
					Ameghino, habían hallado restos de animales fósiles, los 
					cuales mostraban indicios de haber sido tapados muy 
					rápidamente. Esto se comprobó debido a que pudieron 
					reconocer los moldes dejados por las larvas de las moscas 
					que aprovecharon el cadáver en descomposición. Este notable 
					hallazgo pudo probar que en ciertos momentos el clima era 
					muy seco y ventoso, el cual tapaba en poco tiempo los restos 
					de flora y fauna. Por otra parte también se han encontrado 
					marcas sobre los huesos que indican la actividad de varias 
					especies de insectos que actuaban sobre los mismos. 
					
					Recientemente se 
					ha hallado evidencia de actividad de antiguos escarabajos 
					peloteros del icnogenero Coprinisphaera que 
					actualmente viven en el norte de nuestro país. Los mismos 
					forman pequeñas esferas usando el estiércol de los 
					mamíferos. En este caso, este nido de escarabajo corresponde 
					al Plioceno, hace unos 3 millones de años y recuperados por 
					el autor del texto en la zona conocida como “Náutico de 
					Miramar” 
					
					De esta manera 
					la Paleontología usa varios métodos para estudiar las 
					antiguas condiciones climáticas que afectaban a nuestra 
					región y hasta podría anticipar los cambios que se pueden 
					suceder en los tiempos que vendrán. 
					
					Bibliografía 
					sugerida. 
					
					Allsopp, P.G. 
					1980. The biology of false wireworms and their adults (soil-inhabiting 
					Tenebrionidae) (Coleoptera): a review.Bulletin of 
					Entomological Research, 70:343-379. 
					
					AMEGHINO, F. 
					1888. Rápidas diagnosis de mamíferos fósiles nuevos de la 
					República Argentina. Buenos Aires, Obras Completas, 
					5:471-480. 
					
					AMEGHINO, F. 
					1889. Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles 
					de la República Argentina. Actas de la Academia Nacional de 
					Ciencias de Córdoba, 6:1-1027. 
					
					BERTON, Michael. 
					(1992). Dinosaurios y otros animales prehistóricos. 
					Ediciones Lrousse Argentina S.AI.C. 
					
					Boh, Daniel. 
					Algunos registros paleontológicos de actividad de insectos.. 
					Revista Espigon.  
					
					Cione, A. & 
					Tonni, E. 2005. Bioestratigrafía basada en mamíferos del 
					Cenozoico superior de la provincia de Buenos Aires, 
					Argentina. In: R.E. de Barrio; R.O. Etcheverry; M.F. Caballé 
					& E. Llambías (eds.) Geología y Recursos Minerales de la 
					Provincia de Buenos Aires. 16° Congreso Geológico 
					
					Lawrence, J. F. 
					& Newton, A. F., Jr. 1995. Families and subfamilies of 
					Coleoptera (with selectes genera, notes, references and data 
					on family-group names). In: Pakaluk y Slipinski (Eds.). 
					Biology, phylogeny and classification of Coleoptera: Papers 
					celebrating the 80th birthday of Roy A. Crowson. Muzeum i 
					Instytut Zoologii PAN, Warszawa. Pp. 779-1006 
					
					Laza, Jose H. 
					1995. Signos de actividad de insectos. In: Alberdi, M.T.; 
					Leone, G. & Tonni, E.P. (eds.) Evolución biológica y 
					climática de la región pampeana durante los últimos cinco 
					millones de años, Un ensayo de correlación con el 
					Mediterráneo occidental. Museo Nacional de Ciencias 
					Naturales, Madrid, Monografías, 16:341–361. 
					
					Magnussen Saffer, 
					Mariano (2012). Hallan e identifican un milenario escarabajo 
					prehistórico en Miramar.  Paleo, Revista Argentina de 
					Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10. 78: 09-11.    
					
					M. Magnussen 
					Saffer, D. Boh y C. Estarli. (2014). Primer registro de un Tenebrionidae (Arthropoda, 
					Coleoptera) asociado a restos del cráneo de un Mylodontidae (Mammalia, 
					Xenarthra), en el Pleistoceno Superior de Punta Hermengo, 
					Miramar, Provincia de Buenos Aires, Republica Argentina. III 
					Jornadas Paleontológicas del Centro. Septiembre de 
					2014. Libro de Resúmenes. 
					
					NOVAS, F. 2006. 
					Buenos Aires hace un millón de años. Editorial Siglo XXI, 
					Ciencia que Ladra. Serie Mayor. 
					
					Pomi, L. H. y 
					Tonni, E P. 2010. Marcas de insectos sobre huesos del 
					Pleistoceno tardío de la Argentina. X Congreso Argentino de 
					Paleontología y Bioestratigrafía-VII Congreso 
					Latinoamericano de Paleontología 
					
					TONNI, E.P. & 
					FIDALGO, F. 1978. Consideraciones sobre los cambios 
					climáticos durante el Pleistoceno tardío-Reciente en la 
					provincia de Buenos Aires. Aspectos ecológicos y 
					zoogeográficos relacionados. Ameghiniana, 15(1-2):235-253 
					
					Tonni, E. P. Y 
					Fidalgo, F. 1982. Geología y Paleontología de los sedimentos 
					del Pleistoceno en el área de Punta Hermengo (Miramar, prov. 
					Bs. As, Repub. Argentina); Aspectos paleoclimaticos. 
					Ameghiniana 19 (1-2): 79-108. 
					
					Tschinkel, W. R. 
					1981. Larval dispersal and cannibalism in a natural 
					population of Zophobas atratus (Coleoptera: 
					
					 | 
					
					
                | 
				 Los 
				marsupiales fósiles de Sudamérica y su registro regional. 
				
					Por Mariano 
					Magnussen. Fundación Azará. Museo de Ciencias 
					Naturales de Miramar. Laboratorio de Anatomía Comparada y 
				Evolución de los Vertebrados. 
					Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín 
					Paleontológico. 
					 marianomagnussen@yahoo.com.ar  Ilustración del 
					Paleoartista Daniel Boh. 
				Entre la fauna 
				de mamíferos que evoluciono aislada del mundo, en lo que hoy 
				conocemos como Sudamérica, se encuentran los mamíferos 
				marsupiales, los cuales, son aquellos cuyas hembras, dan a luz a 
				pequeños embriones no desarrollados, que terminan su gestación 
				en una bolsa externa con mamas, llamada marsupio, como los 
				canguros y koalas de Oceanía, o las actuales zarigüeyas o falsas 
				comadrejas Sudamericanas.  
				Poco después de 
				la extinción que termino con el reinado y supremacía de los 
				grandes dinosaurios, los mamíferos marsupiales pasaron de 
				América del Norte a Sudamérica a través de una cadena 
				transitoria de islas en el Caribe a fines del Cretácico. 
				Posteriormente de su colonización y biodiversidad, por medio de 
				la Antártida, los marsupiales habrían llegado a Oceanía donde 
				adquirieron una extraordinaria diversidad. 
				
					
						
						  | 
						
						 Los ancestros de los 
						marsupiales, parte de un grupo mayor llamado Metatheria, 
						probablemente divergieron de los mamíferos placentarios 
						(euterios) a mediados del período Jurásico, aunque no 
						hay evidencia fósil en sí de metaterios de esa época. 
						Pero durante la Era Terciaria, hubo una extraordinaria 
						presencia de mamíferos marsupiales, pero localmente, 
						recién tenemos registros durante el Plioceno, hace unos 
						4 millones de años.  | 
					 
				 
				Una de las 
				formas más llamativas de este grupo de mamíferos primitivos 
				registrado localmente, la conforma Thylacosmilus atrox 
				o “marsupial dientes de sable”, que, en realidad, no tiene 
				ningún parentesco con el verdadero tigre dientes de sable que 
				todos conocemos, ya que vivieron en tiempos geológicos 
				distintos, como así también, sus orígenes corresponden a 
				distintos continentes.  
				El 
				Thylacosmilus, es otro ejemplo de evolución paralela o 
				convergencia adaptativa, es decir, dos especies totalmente 
				distintas morfológicamente, y que nunca habitaron juntas el 
				mismo continente, se parecen, ya que ambas cumplían el mismo rol 
				en el ecosistema. Thylacosmilus llevaba unos 
				largos y afilados colmillos proyectados hacia abajo y adentro, 
				de unos 15 centímetros de largo, protegidos por una especie de 
				vaina ósea en la mandíbula inferior.  
				
				Thylacosmilus, por lo general, es conocido en su 
				mayoría, por restos de cráneo y mandíbulas. Recientemente, 
				personal del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Fundación 
				Azara y del Laboratorio de Anatomía comparada y Evolución de los 
				Vertebrados (Macn- Conicet), encontraron parte de un esqueleto 
				de un marsupial dientes de sable, que se encuentra en estudio, 
				tratándose de una nueva especie. Este animal podía llegar a 
				pesar unos 100 kilos.  
				
					
						
						  | 
						
						 Durante 
						el Plioceno sudamericano, pareciera que 
						Thylacosmilus junto a las aves del terror, 
						fueron los mayores depredadores. Este mamífero 
						seguramente cazaba a sus víctimas con breves carreras y 
						golpes, con su macizo cráneo, para desestabilizar a la 
						presa y poder apuñalarla con sus largos colmillos 
						filosos. E  | 
					 
				 
				s muy posible 
				que sus víctimas fueran los grandes mamíferos notoungulados como 
				Trigodon y Toxodon, o perezosos de gran 
				tamaño, como Proscelidodon Glossotheridium y 
				Scelodotheridium, a los cuales mataban con un simple 
				mordisco en el cuello, interrumpiendo el flujo sanguíneo al 
				cerebro. 
				Estudios 
				recientes en el cráneo de Thylacosmilus, señala 
				que, a nivel evolutivo, tuvo que la orientación de las órbitas 
				oculares, ya que sus largos dientes, los cuales crecían 
				permanentemente durante toda su vida, mientras las raíces de los 
				colmillos se adentraban cada vez más en el cráneo, generando un 
				desplazamiento en las órbitas le permitió al animal expandir su 
				habilidad visual en 3D, debido a que los enormes caninos 
				invadían la parte frontal de su cráneo. 
				Otros 
				marsupiales extraños, lo conforman los Argyrolagus, 
				de aproximadamente 40 centímetros de largo y con aspecto de 
				ratón canguro. Tenía largas patas traseras y brazos cortos. Sus 
				mandíbulas eran con apariencia roedoriforme. Tal vez, tuvo 
				orejas largas, pero estas no se han preservado como fósiles. Se 
				alimentaba de vegetales e insectos y probablemente tuvo hábitos 
				crepusculares o nocturnos. Argyrolagus, había 
				colonizado nichos ecológicos que en otras partes del mundo 
				estaban ocupados por mamíferos placentarios, como roedores 
				bípedos y los pequeños macropodidos. Luego de su extinción, 
				pareciera que su nicho ecológico no fuera ocupado por ninguna 
				otra especie. 
				
					
						
						  | 
						
						 Entre 
						los mamíferos marsupiales, también están los didelfidos, 
						que, actualmente están representados en nuestra zona por 
						la Zarigüeya Overa y la Zarigüeya Colorada, pero estos 
						marsupiales, son los sobrevivientes de una gran 
						diversidad que tuvo lugar en toda Sudamérica, y en 
						especial en nuestra región. Su éxito dependió de tener 
						una dieta amplia y omnívoro a diferencia de todas las 
						extintas durante el Plioceno, que eran hipercarnivoras. 
						En tiempos difíciles, tener una dieta variada, les fue 
						de una gran ventaja para sobrevivir hasta nuestros días.
						  | 
					 
				 
				Algunos de 
				estas zarigüeyas extintas grandes, como Thylophorops 
				y Hyperdidelphys, que desarrollaron una gran 
				actividad depredadora, con fuertes y marcados hábitos 
				carniceros. Hay evidencia apropiaban de las madrigueras de otros 
				mamíferos excavadores, además de construir directamente sus 
				propios refugios, como lo demuestra un hallazgo paleontológico 
				realizado en las inmediaciones del arroyo Las Brusquitas, en 
				Miramar, donde se recuperaron restos fósiles de este marsupial 
				dentro de una crotovina (madriguera fósil), asociados a 
				coprolitos o heces fósiles 
				En cambio, 
				otros didelphidos como Thylatheridium, estaban 
				entre las especies de mamíferos más pequeña de la región 
				pampeana, compitiendo tal vez con el género Lestodelphys 
				del Pleistoceno.  Su tamaño, como el de un ratón, sería fácil en 
				confundirlo si lo pudiéramos ver con vida, Probablemente Thylatheridium era 
				hábitos sumamente solitarios, o por lo menos el registro 
				fosilífero parecería reflejar esta conducta. Era omnívoro y 
				tenía una dieta variadísima. Esta peculiaridad de ser un 
				depredador no especializado le permite adaptarse casi a 
				cualquier tipo de hábitat. Cuando se trata de vegetales, buscaba 
				especialmente los frutos maduros, brotes y los tallos tiernos. 
				Consumía invertebrados, como insectos y lombrices, y muy a 
				menudo, aves pequeñas, que, sobre todo en apoca de cría, 
				seguramente fue un componente principal de su alimentación.
				 
				Al inicio del 
				Pleistoceno, hace unos 2,5 millones de años, desaparecieron del 
				registro todos los didélfidos estrictamente carnívoros, quedando 
				solo las representantes actuales, como Didelphis, 
				Lutreolina, y los pequeños e interesantes 
				Monodelphys, Thylamys y Lestodelphys. Esta 
				última, es muy interesante en la región pampeana, ya que su 
				presencia es un indicador paleoambiental y paleoclimatico.
				 
				
					
						
						  | 
						Lestodelphys, era muy 
						pequeño, superando los 20 centímetros longitud 
						(incluyendo su larga cola).  Su dieta era omnívora, es 
						decir, comían de todo, desde huevos, insectos hasta 
						pequeños roedores de la época los cuales tenían su 
						tamaño. Lestodelphys, es bien conocido 
						debido a que fue depredado por aves rapaces durante el 
						Pleistoceno, ya que aparece en el interior de las 
						regurgitaciones o bolos alimenticios junto a otros 
						vertebrados contemporáneos. | 
					 
				 
				Los cambios 
				ambientales, climáticos y el ingreso de nuevos mamíferos 
				competidores, sobre todo placentarios, pudieron haber provocado 
				una grave baja en la diversidad de los marsupiales 
				sudamericanos, quedando muy pocas formas vivientes, mientras que 
				en la Antártida se extinguieron completamente. Sólo las 
				zarigüeyas o falsas comadrejas, son las sobrevivientes de una 
				época Sudamericana con predominio marsupial, aunque, hoy en día, 
				todavía en Sudamérica proliferan unas 65 especies, entre ellas, 
				la nuestra zarigüeya overa (Didelphis albiventris). 
				Bibliografía 
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