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Smilodon populator, el gran tigre dientes de sable de las pampas. 
 Por Mariano 
								Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal 
								Punta Hermengo de Miramar, Provincia de Buenos 
								Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo - 
					Revista Argentina de Paleontología. Ilustraciones de Daniel 
					Boh. 
								
								marianomagnussen@yahoo.com.ar 
					 
El tigre dientes de sable fue 
uno de los grandes triunfos evolutivos de los mamíferos depredadores. 
Smilodon significa “dientes de sable”, característica que evidencia su 
acentuada especialización en la cacería de presas grandes, como el megaterio y 
el mastodonte, enormes mamíferos hoy desaparecidos. 
Los dientes de sable se suelen 
asociar con los felinos macairodontinos, pero esta característica ha aparecido 
en forma independiente (evolución convergente) como mínimo en cuatro tipos 
diferentes de mamíferos; los macairodontinos, los nimrávidos, los creodontos, y 
los borhiénidos.  Dentro de los grupos mencionados, Smilodon poseía 
los dientes de sable más largos; en el caso de Smilodon populator llegaban 
a medir hasta veinte centímetros. 
	
		
															  | 
		
		 El  primer hallazgo de un 
		smilodonte en nuestro país fue realizado por el naturalista Francisco 
		Javier Muñiz en 1844, en la barranca del Río Luján, lo bautizo como 
		Muñisfelis bonaerense, pero fue desestimado ya que dos anos 
		antes y sin saberlo ya se había  descubierto la especie. En 
		realidad fue en 1842, el paleontólogo danés, Peter Lund, halló fósiles 
		en unas cavernas del sur brasileño.  
		<<<Cráneo y mandíbula de Smilodon 
		populator. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.   | 
	 
 
Estos grandes felinos habitaron 
en varios continentes y se originaron en África en el Mioceno, o sea unos 20 
millones de años y en América del Norte a finales del Plioceno, hace 3 millones 
de años  y se extinguió en América del Sur durante el Gran intercambio biótico 
americano, cuando ambas américas se volvieron a unir por medio del istmo de 
Panana, lo que genero el intercambio faunístico entre ambos continentes. 
El Smilodonte vivía en las 
grandes planicies que existían tanto en Norteamérica (Smilodon fatalis 
de menor tamaño) como en Sudamérica (Smilodon populator, de 
mayor tamaño). La abundancia y la calidad de los alimentos vegetales permitía 
que prosperaran especies de mamíferos grandes como elefantes y perezosos 
gigantes entre otros; la flora del Pleistoceno era especialmente nutritiva. 
El Smilodon 
superaba el peso y tamaño que el león actual; sin embargo, sus proporciones 
corporales diferían de las de cualquier félido moderno. Las extremidades 
posteriores del Smilodon populator (“populator” significa algo así 
como “el que asola los campos”), eran más cortas y robustas, su cuello 
proporcionalmente más largo, y el lomo más corto. La extraordinaria peligrosidad 
de este félido se debía al gran desarrollo de la parte anterior de su cuerpo y 
al tamaño asombroso de sus caninos superiores, que llegaban a sobresalir más de 
veinte centímetros.  
	
		
		
			
				
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				 Esqueletos de 
				Smilodon populator, saltando sobre un Gliptodonte 
				para atacar a un perezoso gigante. Montaje con la colaboración. 
				Museo de Ciencias Naturales de Miramar.  | 
			 
		 
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		 Smilodon 
		populator, fue la mayor de todas las 
		especies de tigres dientes de sable, y que vivió en nuestro territorio. 
		Podría haber pesado hasta 300 kilogramos, rivalizando de este modo con 
		el tigre moderno por el título de mayor félido de todos los tiempos  | 
	 
 
A diferencia de la mayoría de 
los félidos, tenía un rabo corto, como el lince o el gato montés actual. Todo su 
cuerpo tenía una estructura poderosa y los músculos de los hombros y del cuello 
estaban dispuestos de tal manera que su enorme cabeza podía lanzarse hacia abajo 
con gran fuerza.  
Las mandíbulas se abrían 
formando un ángulo de más de 120 grados, permitiendo que el par de los inmensos 
dientes de sable que tenía en el maxilar superior se pudiera clavar en sus 
víctimas. Los dientes de sable eran ovales en sentido transversal, lo que 
aseguraba una mínima resistencia cuando se hundían en su presa. También estaban 
aserrados por el extremo posterior, permitiendo atravesar la carne de la víctima 
con mayor facilidad.  
Su método de caza posiblemente 
difería de los actuales tigres y leones, puesto que estos persiguen a su presa y 
saltan sobre ella, buscando asfixiar y romper el cuello de la víctima con sus 
potentes mandíbulas. En cambio se supone que el Smilodon esperaba 
y emboscaba a los gigantes. En este caso se cree que cortaba arterias para 
desangrar a su presa y ahí estaba la utilidad de sus largos colmillos. 
 
	
		
				  | 
		Sus extremidades eran muy potentes; las 
		anteriores estaban dotadas de  músculos, lo que le resultaba 
		especialmente útil si se tiene en cuenta la dificultad que le 
		representaría sostener a sus grandes presas acostadas sobre el suelo 
		mientras las sometía. Como en la mayoría de felinos, sus garras eran 
		retráctiles, lo que se vio en las huellas encontradas en la ciudad de 
		Miramar y conservadas en el museo local. <<< 
		Mariano Mgnussen y Daniel Boh, con las huellas de Felipeda miramarensis.  | 
	 
 
Además de que por un fenómeno 
de convergencia evolutiva también existieron otros mamíferos carnívoros de 
dientes de sable, que no estaban en absoluto relacionados con los 
macairodontinos, como por ejemplo el género marsupial Thylacosmilus, 
que también fue encontrado en esta zona. Pero en realidad se trataba de un 
mamífero marsupial, cuya hembra daba a luz a embriones apenas desarrollados que 
terminaban su gestación en una bolsa externa, como el canguro australiano o la 
zarigüeya sudamericana. El Thylacosmilus abría desarrollados 
dientes semejantes a los de Smilodon, debido a que ambos ocuparían 
los mismos nichos ecológicos o ambientes similares a pesar del aislamiento 
geográfico. 
Cuando Smilodon 
llego a Sudamérica en el Gran Intercambio Biótico Americano, el 
Thylacosmilus ya se había extinto cientos de miles de años antes, por lo 
cual, ni siquiera coexistieron.  
En septiembre de 2015, Mariano 
Magnussen, encontró las primeras huellas del mundo de un gran tigre dientes de 
sable, y fueron extraídos en conjunto con Daniel Boh, ambos del Museo de 
Ciencias Naturales de Miramar.  En 2018, se realizan estudios sobre las mismas 
por un grupo interdisciplinario conformado por investigadores de la Fundación 
Azara, Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires, Conicet y Museo de 
Ciencias Naturales de Miramar, y asignaron a la nueva icnoespecie como 
Felipeda miramarensis, en honor a la ciudad. 
	
		
															  | 
		Las especies del género Smilodon se 
		extinguieron con probabilidad a raíz de las extinciones masivas de 
		megafauna que tuvieron lugar a finales del Pleistoceno y la consecuente 
		modificación radical de los ecosistemas que ocasionaron estas 
		extinciones. Se considera hoy en día que la causa más probable de estas 
		extinciones sea la llegada de los humanos a continentes a los que nunca 
		antes habían tenido acceso. 
		 <<<Smilodon atacando a un 
		perezoso gigante. Por Daniel Boh.  | 
	 
 
Efectivamente, estos fenómenos 
de extinción masiva de especies de relativamente de  gran tamaño coinciden casi 
invariablemente con la aparición de la especie humana en Europa, Asia 
Septentrional, Oceanía, y las Américas del Norte y del Sur  
Así vivió el Smilodonte desde 
hace algo más de un millón de años, hasta que la llegada del hombre y la 
desaparición de las grandes presas provocó a su vez la extinción del tigre 
dientes de sable hace apenas entre 10 y 8 mil años. 
Bibliografía sugerida. 
Agnolin Federico 
L.,  Chimento Nicolás R., Campo Denise H., Magnussen Mariano, Boh Daniel  &  De 
Cianni Francisco (2018) Large 
Carnivore Footprints from the Late Pleistocene of Argentina, Ichnos,
 
AMEGHINO, F. 1888. Rápidas 
diagnosis de mamíferos fósiles nuevos de la República Argentina. Buenos Aires, 
Obras Completas, 5:471-480. 
AMEGHINO, F. 1889. Contribución 
al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina. Actas de la 
Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, 6:1-1027. 
BERTON, Michael. (1992). 
Dinosaurios y otros animales prehistóricos. Ediciones Lrousse Argentina S.AI.C. 
BERMAN, W.D. 1994. Los 
carnívoros continentales (Mammalia, Carnivora) del Cenozoico de la Provincia de 
Buenos Aires. Tesis Doctoral inédita, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, 
Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina. 
CIONE, A.L. & 
TONNI, E.P. 1995a. Bioestratigrafía y cronología del Cenozoico superior de la 
región pampeana. In: Alberdi, M.T.; Leone, G. & Tonni, E.P. (Eds.), Evolución 
climática y biológica de la región Pampeana durante los últimos cinco millones 
de años. Un ensayo de correlación con el Mediterráneo occidental. Museo Nacional 
de Ciencias Naturales, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 
Monografías, 12:47-74. 
MAGNUSSEN MARIANO & 
BOH DANIEL. (2016). 
Huellas de un tigre dientes de sable en el Pleistoceno tardío de Miramar, 
provincia de Buenos Aires, República Argentina. XXX 
Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados. Buenos Aires. Mayo de 
2016. Libro de Resúmenes. Pag. 33. 
NORIEGA, J.I.; CARLINI, A.A. & 
TONNI, E.P. 2001. Vertebrados del Pleistoceno tardío de la cuenca del arroyo 
Ensenada (Departamento Diamante, provincia de Entre Ríos, Argentina). 
Bioestratigrafía y paleobiogeografía. Ameghiniana, 38(4), Resúmenes: 38R. 
NOVAS, F. 2006. Buenos Aires 
hace un millón de años. Editorial Siglo XXI, Ciencia que Ladra. Serie Mayor. 
SOIBELZON, 
L.H.; ZURITA A.E.; MORGAN, C.C.; RODRÍGUEZ, S.; GASPARINI, G.M.; SOIBELZON, E.; 
SCHUBERT, B.W. & MIÑO-BOILINI, A.R. 2010. Primer registro fósil de Procyon 
cancrivorus (G. Cuvier, 1798) (Carnivora, Procyonidae) en la Argentina. Revista 
Mexicana de Ciencias Geológicas, 27(2):313-319 
TONNI, E.P. & FIDALGO, F. 1978. 
Consideraciones sobre los cambios climáticos durante el Pleistoceno 
tardío-Reciente en la provincia de Buenos Aires. Aspectos ecológicos y 
zoogeográficos relacionados. Ameghiniana, 15(1-2):235-253 
TONNI, E. P. Y FIDALGO, F. 1982. 
Geología y Paleontología de los sedimentos del Pleistoceno en el área de Punta 
Hermengo (Miramar, prov. 
Bs. As, Repub.
Argentina); 
Aspectos paleoclimaticos. Ameghiniana 19 (1-2): 79-108. 
		 
													
													El patrimonio histórico 
y natural de la región esta 
			protegido desde 1988 por una Ordenanza Municipal. 
			En 1988 el Honorable 
			Consejo Deliberante de General Alvarado dispuso, mediante la 
			Ordenanza 248/88, que la Municipalidad sea la responsable y 
			protectora de los bienes 
			históricos, culturales y de las reservas naturales, públicas o 
			privadas, existentes en el partido.La ordenanza determina las siguientes categorías: 
			a) Monumentos 
			históricos, museos, sitios y conjuntos arquitectónicos o de otra 
			especie, lugares históricos, yacimientos arqueológicos, 
			antropológicos y 
			paleontológicos. 
			
			b) Reservas naturales, paisajes, flora y fauna autóctona, 
			reservas minerales. 
			c) 
			Bienes culturales debido al genio individual y colectivo, 
			referidos a las bellas artes, 
			literatura, música, ciencia, tecnología, arquitectura y cualquier 
			otra expresión cultural 
			representativa del presente o pasado de esta comunidad. 
			La política de 
			conservación y difusión del patrimonio que se engloba en alguna de 
			las citadas categorías está a cargo del Museo Municipal y de su 
			Asociación Amigos, contando con el apoyo y asesoramiento de la 
			Secretaría de Obras Públicas y de la Dirección de Asuntos Legales, y 
			con el control efectivo de la Policía local. 
	
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					Que debo hacer 
					cuando encuentro un fósil?  | 
	 
	
		| 
		 
			GUÍA RÁPIDA DE LA LEY 
		NACIONAL 25.743 PARA 
			PROFESIONALES Y PUBLICO EN GENERAL.  | 
	 
	
		| 
		 
			En el año 2003, se 
		promulgo la nueva ley del Patrimonio Paleontológico y Arqueológico de la 
		Republica Argentina, que limita e impide la extracción, la colección, la 
		venta o destrucción de sitios y objetos de interés patrimonial.  | 
	 
 
				 | 
					
					
                
			
				
					
					
						
							| 
							1- 
							
							Es objeto de la presente ley 
							25.743, 
							
							la preservación, protección y tutela del Patrimonio 
							Arqueológico y Paleontológico. 
							La 
							presente ley será de aplicación en todo el 
							territorio de la Nación Argentina. | 
						 
						
							| 
							2- Debe tener en cuenta que cualquier resto 
							fósil que encuentre, halle u obtenga por regalo o 
							donación, es 
							
							parte integrante del Patrimonio Cultural de la 
							Nación y el aprovechamiento científico y cultural 
							del mismo. Por lo cual, un resto fósil, no es un 
							objeto personal ni privado, es de cada ciudadano de 
							nuestro país. | 
						 
						
							| 
							3- 
							
							Las personas que por cualquier motivo descubran 
							materiales paleontológicos en forma casual en la 
							superficie o seno de la tierra o en superficies 
							acuosas, deberán denunciarlos y entregarlos de 
							inmediato al organismo competente, al museo, 
							facultad, o institución competente de su región.
							 | 
						 
						
							| 
							4- 
							
							La omisión del deber de denuncia y ocultamiento hará 
							pasibles a sus autores de un apercibimiento y, si 
							mediare reincidencia, de una multa. En todos los 
							casos procederá el decomiso de los materiales 
							reunidos por parte del organismo oficial. | 
						 
						
							| 
							5- 
							
							Las personas que realicen por sí, u ordenaren 
							realizar a terceros, tareas de prospección, remoción 
							o excavación en yacimientos paleontológicos sin 
							solicitar la correspondiente autorización ante la 
							autoridad competente, serán pasibles de multa, 
							aunque aleguen adquisición de buena fe. | 
						 
						
							| 
							6- 
							
							Las personas que, con posterioridad a la 
							promulgación de la presente ley, se apropien y/o 
							comercialicen objetos paleontológicos y aquellos que 
							los recibieren, aunque aleguen buena fe, serán 
							pasibles de una multa y el decomiso de los bienes. | 
						 
						
							| 
							7- Es necesario, en lo posible, que la persona 
							particular u aficionado a la paleontología, que 
							encuentre un resto fósil, denuncie inmediatamente su 
							ubicación y naturaleza, a un organismo local, como 
							un museo, facultad u otra institución similar que se 
							encuentre en su localidad o en la región.  | 
						 
						
							| 
							8- En todos los casos, siempre es bueno que el 
							material sea retirado in-situ por el personal a 
							cargo de una institución oficial en donde usted 
							realizo la denuncia del material. Aconsejamos, que 
							usted no retire el material del sedimento, su falta 
							de conocimiento durante la extracción pudiera 
							destruir evidencias.
							 | 
						 
						
							| 
							9- También es real, que en la mayoría de los 
							casos, los restos fósiles que se encuentran 
							en la superficie, subsuelo o sumergidos en aguas 
							jurisdiccionales, se hallan en alto peligro de 
							destrucción ambiental o depredadora. Si usted 
							encuentra un fósil suelto en la superficie, o semi-expuestos 
							en el subsuelo (bordes de barrancos a punto de 
							perderse, sobre calles de tierra en el yacimientos, 
							o material que ha sido extraído y abandonados por 
							terceros), debe ser, en lo posible, registrado 
							fotográficamente, y trasladado a la institución 
							competente mas cercana a su domicilio. También 
							denuncie a terceros que extraigan fósiles en forma 
							depredadora. | 
						 
						
							| 
							10- Aconsejamos en todos los casos, el 
							seguimiento del material encontrado y denunciado. 
							Verificar si el organismo local y nacional se 
							preocuparon en el rescate del resto fósil en 
							cuestión, de ser así, usted tiene el derecho de 
							saber si mismo sufrió daños irreparables para su 
							estudio, su estado de conservación durante el 
							procesamiento de laboratorio, siglas y numero de 
							inventario, y todo aquello que garantice su 
							preservación perpetua. En el caso, en que los 
							organismos oficiales no hallan cumplido o al menos 
							intervenido luego de que usted los allá advertido, 
							debe denunciarlo en todas las instancias que crea 
							necesario, como organismos estatales, provinciales, 
							municipales y en los medios de prensa, en caso de 
							ser necesario, incluyendo en la Web. Usted 
							también es responsable de nuestro patrimonio!!! | 
						 
					 
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													 La 
													Lechuza Meteorológica. 
													
													
													Por Ricardo 
													Pasquali.  
													
													
													Huellas del tiempo: años 
													atrás hubo descubrimientos 
													en la ciudad de Miramar de 
													un investigador de la 
													Universidad Nacional de La 
													Plata que permiten inferir 
													cómo eran las condiciones 
													climáticas bonaerenses hace 
													cientos de miles de años. 
													
													
													
													En los alrededores de Punta 
													Hermengo, cerca del muelle 
													de pesca de Miramar, el 
													doctor Eduardo Tonni 
													(profesor de paleontología) 
													de vertebrados en la 
													Facultad de Ciencias 
													Naturales y Museo de la 
													Universidad Nacional de La 
													Plata) realizó un inusual 
													descubrimiento que permitió 
													conocer las condiciones 
													climáticas que existieron en 
													el lugar hace varios 
													centenares de miles de años. 
													Lo que halló Tonni fueron 
													los restos de la comida de 
													una lechuza ancestral, que 
													consistían en varias 
													agrupaciones de pequeños 
													huesos de roedores, 
													comadrejas y aves contenidos 
													dentro del sedimento que 
													rellenaba una antigua cueva. 
													
														
															
															  | 
															
															 
															
															Las lechuzas, búhos 
															y otras aves rapaces 
															muchas veces devoran 
															sus presas enteras. 
															Los pelos, plumas, 
															huesos, dientes, 
															cutículas de 
															insectos y piel que 
															no son digeridas se 
															apelmazan, formando 
															masas compactas 
															esféricas u 
															ovoidales conocidas 
															como bolos de 
															regurgitación, 
															regurgitados o 
															egagrópilas. Estos 
															bolos son expelidos 
															al exterior por vía 
															oral en el nido o 
															cerca de algún 
															posadero. 
															 | 
														 
													 
													
															
															El estudio de los 
															restos óseos 
															contenidos en los 
															regurgitados de 
															lechuzas y búhos 
															permite hacer un 
															relevamiento de la 
															fauna de la cual se 
															alimentan. Fue 
															justamente lo que 
															quedó de varios 
															bolos de 
															regurgitación de una 
															milenaria ave de 
															rapiña, de tamaño 
															similar a la lechuza 
															de los campanarios o 
															al lechuzón 
															campestre, lo que 
															descubrió Tonni en 
															Miramar. 
													
													
													Los sedimentos en los que 
													Tonni hizo tan singular 
													hallazgo constituían el 
													relleno de una cueva que 
													tenía un diámetro máximo de 
													1,20 metros y que fue 
													habitada hace algunos 
													centenares de milenios por 
													un armadillo de gran tamaño, 
													similar a los actuales tatú 
													carreta. En esta paleocueva, 
													el investigador encontró 
													cinco bolos fósiles que 
													contenían 59 restos 
													craneanos en total y gran 
													cantidad de otros restos de 
													esqueletos. Más de la mitad 
													de estos cráneos 
													correspondían a tucu-tucos, 
													un género de pequeños 
													roedores que en la 
													actualidad comprende más de 
													sesenta especies. Un tercio 
													de los restos craneanos 
													encontrados pertenecen a la 
													familia de los roedores 
													cricétidos, que incluye 
													lauchas y ratones que hoy 
													constituyen una plaga 
													agropecuaria, además de ser 
													portadores de la fiebre 
													hemorrágica argentina o mal 
													de los rastrojos. El 
													investigador también 
													identificó restos de un cuis 
													chico y de un ave 
													emparentada con los 
													chingolos y jilgueros, 
													además de seis restos de 
													cráneo de una comadrejita 
													patagónica. 
													
														
															
															  | 
															
															
															Las investigaciones 
															que realizó Tonni 
															junto con sus 
															colaboradores, Diego 
															Verzi, Susana Bargo 
															y Ulyses Pardiñas, 
															permiten inferir 
															cuáles eran las 
															condiciones 
															climáticas en la 
															zona de Miramar en 
															la época en que 
															vivían estos 
															animales, de los 
															cuales se 
															alimentaban las 
															lechuzas y los 
															búhos. En efecto, la 
															presencia de la 
															comadrejita 
															patagónica, de una 
															pequeña laucha de 
															campo y de un cuis 
															chico, así como la 
															abundancia de tucu-tucos, 
															sugieren ambientes 
															más áridos que los 
															presentes. | 
														 
													 
													
													
													Actualmente, la comadrejita 
													patagónica (Lestodelphis 
													halli) vive en Santa 
													Cruz, mientras que la laucha 
													baya, un pariente cercano de 
													la laucha de campo del 
													género Eligmodóntia
													que formaba parte de 
													la alimentación de la 
													lechuza de Punta Hermengo, 
													hoy es habitante común del 
													Parque Nacional Nahuel 
													Huapi. El cuis chico (Microcavia 
													australis), un 
													roedor estrechamente 
													emparentado con el descripto 
													por Tonni, Verzi, Bargo y 
													Pardiñas, está distribuido 
													en nuestros días en las 
													zonas áridas del país. En 
													cuanto a los tucu-tucos, 
													poseen una amplia 
													distribución en América del 
													Sur, pero en general 
													prefieren los suelos 
													arenosos y secos, ya que el 
													agua constituye uno de sus 
													peores enemigos. 
													
													
													La distribución actual de la 
													fauna de la cual se 
													alimentaba la lechuza 
													ancestral fue la clava que 
													posibilitó a los 
													paleontólogos del Museo de 
													La Plata inferir que, en la 
													zona de Miramar, hace 
													centenares de miles de años 
													había condiciones climáticas 
													áridas y frías, posiblemente 
													similares a las que hay en 
													la Patagonia actual. Esta 
													conclusión también es 
													confirmada por las 
													características geológicas 
													de los sedimentos en los que 
													se encontraron los bolos de 
													regurgitación. 
													
													
													Fuente: La Nación. 
													
		  
													
													  
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