MegaFauna Web. 07 - Los Grandes Dinosaurios Depredadores. Origen de los continentes y océanos. Un Recorrido por el Cenozoico de España.
 
   

Aqui encontraras informacion paleontologica de las principales criaturas prehistoricas de todos los continentes.

 

*** Paleontología Internacional ***

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Los Grandes Dinosaurios Depredadores.

Fragmento del articulo publicado originalmente: Magnussen Saffer, Mariano. (2009). Los Grandes Dinosaurios Depredadores.  Paleo. Año 7 numero 34: 11 - 13. marianomagnussen@yahoo.com.ar  

A pesar de haberse encontrado menos de una docena de ejemplares fósiles, el Tyrannosaurus  es uno de los dinosaurios más conocidos. En 1908, el paleontólogo norteamericano Barnum Brown -que había realizado el primer descubrimiento de este animal, seis años antes lo­gró las mejores piezas rescatadas hasta ahora. Sin em­bargo, apenas dos o tres esqueletos completos se con­servan en el mundo. Con 5 metros de altura, este poderoso carnicero fue quizá el mayor de los animales carnívoros que hayan pisado la tierra.

No optante, en Argentina se dio a conocer al Giganotosaurus en 1996, y recientemente (2008) el Tyrannotitan, dos nuevos gigantes y depredadores carnívoros del Cretácico que superan en tamaño y fuerza al Tyranosaurus.

El Giganotosaurus fue hallado por el Señor Rubén Carolini en las areniscas del Miembro Candeleros de la formación Rió Limay, que se exponen en la zona de la represa de El Chocan, Provincia de Neuquén, Republica Argentina. Gran parte del esqueleto fue hallado, incluyendo el cráneo, el cual, mide  1,8 metros de largo, un numero importante de distintas vértebras, la pelvis, el miembro posterior incompleto y algunas piezas de la cintura espectacular. El tamaño de su cráneo nos demuestra que es el carnívoro mas grande del mundo, lo cual es, por cierto, un merito notable para el registro y estudio de los Dinosaurios de nuestro país y de América del sur.

El fémur de Giganotosaurus mide 1,4 metros de largo, y como su posición era bípeda, o sea que caminaba erguido sobre sus patas traseras, debió medir aproximadamente unos 9 metros de alto hasta la cabeza y unos 16 hasta la cola. Los estudios realizados en 1995 concluyeron que se trata de una especie endémica de América del sur, con caracteres anatómicos propios. Aunque la talla y su rol ecológico son comparables al del famoso Tyrannosaurus del hemisferio norte, sus relaciones e historia filogenéticos son muy distintas, considerándolo como convergencia adaptativa o evolución paralela, aunque podrían haber compartido ancestros comunes, que luego siguieron ramas evolutivas aisladas geográficamente. De este modo Tyrannosaurus fue producto de una evolución de Laurasia, y Giganotosaurus de una evolución permanente en Gondwana. Vivió hace 95 millones de años.

Por su lado Tyrannotitan fue presentado por el paleontólogo Fernando Novas. Lo llamaron así porque era inmenso, llego a medir  unos 13 metros, carnívoro y caminó por el territorio de la actual provincia de Chubut, Argentina. Eso fue 100 millones de años atrás, durante el Período Cretácico de la Era Mesozoica. El Tyrannotitan chubutensis perteneció a la familia de los cárcarodontosaurios que sólo se desarrollaron en el hemisferio sur. Junto con otras especies, como los espinosaurios, los cárcarodontosaurios se habían extinguido unos 95 millones de años atrás.

Sus signos distintivos eran sus dientes afilados con pequeñísimas "montañitas" y unas ciertas prominencias en su lomo que estaban rodeadas de grasa. El clima era muy cálido y aún los casquetes polares no existían cuando Tyrannotitan chubutensis asustaba por la Patagonia.

Los paleontólogos conjeturan a partir de la forma y del ángulo de inserción de sus huesos, por ejemplo el tipo de andar y la velocidad que alcanzaban estos animales, muy veloces para su tamaño. Lo que resulta evidente es que, a pesar de sus dimensiones, los grandes depredadores tenían el cuerpo conformado en forma bastante semejante al de los pequeños y ágiles dinosaurios cazadores. Esto se explica por la coincidencia de vida, pues ambos eran predadores. Y esto permite comprender también la velocidad que alcanzaban en la persecución de su caza. En cierto modo, entre las velocidades logradas por los grandes carnívoros como Tyrannosauru, Giganotosauru y Tyrannotitan, y los pequeños terópodos existía una relación comparable a la que hoy puede establecerse entre un veloz leopardo y un perro salvaje.

Lo que sin duda llama la atención en las reconstrucciones de estos terópodos es lo pequeño del miembro anterior, ridículamente chico con relación a la tremenda cabeza y a las fuertes patas del monstruo.

Ello es indicio de que en estos grandes carniceros los miembros ya estaban extraordinariamente especializados para la caza, lo que también puede observarse en los poderosos predadores que vivieron en los períodos Jurásico y Cretácico.

El Allosaurus, por ejemplo, que con 12 metros de largo fue el más grande de los dinosaurios carnívoros que habitaron la América del Norte. Aunque no siempre este ani­mal era carnívoro: se piensa que, al menos en el caso de Apatosaurus (gigantesco saurópodo de 21 metros de largo), el Allosaurus se alimentaba de su carroña, ya que se encontraron marcas de dientes en un esqueleto del saurópodo. Y no parece probable que un Apatosaurus vivo resultara fácil presa para un Allosaurus.

El género Allosaurus, por otra parte, pudo ser establecido ya en 1877, a partir de una serie de hallazgos realizados en la América del Norte desde 1869, cuando apareció un primer resto fósil en las montañas de Colorado. Estados Unidos. Entre 1883 y 1884 pudo recuperarse un esqueleto casi completo, que fue llamado Antrodemus en 1920. Más tarde se estableció, sin embargo, que ese presunto nuevo género no era sino el mismo Allosaurus.

El Carnotaunis sastrei, encon­trado en los yacimientos de Cerro Cóndor, en el Chubut, por el paleontólogo argentino José Bonaparte. es uno de los escasos dinosaurios teropodos de los cuales llegaron hasta nosotros detalles de su rugosa piel. Su fuerte y corta cabeza, además, estaba protegi­da por cuernos poco comunes, seguramente muy útiles para defender los ojos en los duros combates. Esta especie se pudo establecer a partir de dos ejemplares incompletos, de los que surge una talla de aproximadamente 4 a 5 metros de largo por 2 y medio de alto hasta la cabeza, elevada por la posición bípeda. El cráneo debió medir unos 60 centímetros de largo. Los fuertes dientes, cónicos, estaban curvados hacia atrás, se­guramente para arrancar la carne de la presa.

Como en las aves corredoras actuales y en todos los dinosaurios terópodos, las fuertes patas del Carnotaurus se afirmaban sobre tres dedos. Otro dinosaurio carnívoro hallado en la Argentina es el Piatnitzkysaurus floresi, igualmente bípedo y de brazo corto: también, un dinosaurio ya perfectamente especializado para la caza. Es que, a pesar de su tamaño, los grandes dinosaurios predadores demostraron estar entre los más feroces cazadores que alguna vez galoparon el planeta. Los dino­saurios carnívoros de América del Sur, tuvieron un desa­rrollo de formas independientes de los otros grandes predadores que fueron encontrados en yacimientos de América del Norte, de acuerdo a un fenómeno que se llama convergencia Evolutiva o Adaptativa. Este fenómeno explica que animales con conductas semejantes han evolucio­nado de manera diferente que sus "pares".

 


El genero Carcharocles desde el Eoceno al Pleistoceno y su cronología fosilifera.

Por Mariano Magnussen Saffer. Integrante de Grupo Paleo, Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar y Fundación Argentavis. marianomagnussen@yahoo.com.ar

- Magnussen Saffer, Mariano (2014). El genero Carcharocles desde el Eoceno al Pleistoceno y su cronología fosilífera. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año XII. 101: 11-16.    

Los tiburones aparecen por primera vez en el registro fósil hace 455 millones de años. Sin embargo, no se vuelven comunes sino hasta el Devónico, hace unos 400 millones de años.

Estudiar la evolución de estos animales marinos no es fácil ya que al tener esqueleto de cartílago, no se fosilizan en su totalidad. Afortunadamente se han encontrado dentículos, dientes y vértebras fosilizadas que nos permiten conocer los orígenes de los tiburones.

El tiburón mas antiguo es el Antarctilmna (que significa tiburón lamnoide de la antártica). Se ha sugerido que este antiguo animal tiene unos 380 millones de años y probablemente vivía en aguas dulces

Los tiburones en sus formas tempranas eran muy pequeños. Hay pruebas que sugieren que se parecía más a los peces antes de evolucionar a lo que son hoy. Muchos de ellos eran similares a las anguilas. No tenían un cerebro tan grande como los de hoy. Más de 2 / 3 del tamaño del cerebro de un tiburón actual es para los sentidos, sobre todo su capacidad para oler. Esta es una de las áreas donde los tiburones se han visto notablemente capaces de evolucionar y convertirse en una especie más inteligente.

Sus dientes también eran muy diferentes a los de hoy día. En lugar de tener gran nitidez eran suaves. Sin embargo, estos primeros antepasados definitivamente tenían las filas de dientes sustituibles como los actuales. Esto podría indicar que los antepasados de los tiburones se alimentaban de plantas y que algo ocurrió e hizo imposible la vida vegetal por un tiempo, con el fin de sobrevivir, empezaron a consumir otros seres vivos, evolucionaron.

Probablemente no nadaban tan adentro en el océano como lo hacen hoy. Esto se evidencia por la forma y el tamaño de sus aletas. Es posible que hayan tenido que evolucionar de esta manera para desplazarse largas distancias en busca de alimentos.

Un tiburón pierde un diente, éste cae y queda sobre el sedimento. El diente puede desintegrarse (a) o enterrarse en el sedimento (b); luego los procesos químicos ocurren; aquí puede que el fósil se disuelva (c), pero también puede éste absorba los minerales del sedimento o del agua en los espacios vacíos del diente y así fosilizarse (d); éste proceso dura en total miles de años. El diente adquiere diferentes colores dependiendo de los minerales que absorbió. Si la roca es erosionada, después de muchos años, es posible que encontremos éste diente fósil. Otodus obliquus es una especie extinta de elasmobranquio lamniforme de la familia Otodontidae, de gran tamaño, que vivió durante el Paleoceno y el Eoceno, hace entre 45 y 55 millones de años.

Otodus obliquus es, según muchos paleontólogos, el ancestro original del más grande tiburón depredador que ha existido, Carcharodon megalodon. Hay, sin embargo, otra escuela de pensamiento que sugiere que C. megalodon fue en realidad descendiente de Carcharodon orientalis (también conocido como Paleocarcharodon orientalis) y este sería el predecesor de los modernos tiburones blancos Carcharodon carcharias.

Aunque el argumento de ambos puntos de vista es atractivo, la evidencia muestra suficientes debilidades para justificar la precaución en la clasificación de C. megalodon en el mismo género que el tiburón blanco moderno (es decir, Carcharodon) y, por lo tanto, ha sido reclasificado recientemente, para reflejar las pruebas de montaje que Otodus obliquus probablemente fue el antepasado de C. megalodon.

Nuestra atención, sobre tiburones, se basa en el genero Carcharocles, cuyos regiros fosilíferos ocupan las capas sedimentarias desde el Eoceno al Pleistoceno, con formas simples y corpulentas a terribles monstruos de varias toneladas, representado por cuatro especies fundamentales.

Carcharocles auriculatus. Jordan, 1923.

Carcharocles auriculatus es una especie extinta de tiburón incluida en el género Carcharocles, cercanamente relacionada con el mejor conocido Carcharocles megalodon.

Como ocurre con muchos tiburones extintos, esta especie es conocida a partir de dientes fósiles y algunos centros de vértebra. El esqueleto de los tiburones está compuesto de cartílago y no de hueso, material que raramente se fosiliza.

La longitud de los dientes de C.auriculatus es relativamente grande - de 25 a 114 milímetros. Sin embargo, es menor que la de C. megalodon y Carcharocles angustidens.

Muchos de los dientes de C. auriculatus provienen de Carolina del Sur, Estados Unidos. Sin embargo, se conocen hallazgos adicionales de dientes del Eoceno en la meseta Khouribga, en Marruecos. Carcharocles auriculatus es el miembro más primitivo del género Carcharocles.

Carcharocles angustidens. Agassiz, 1843

Carcharocles angustidens es una especie de tiburón megadentado extinto, que vivió durante los períodos Oligoceno y Mioceno entre hace aproximadamente 35 a 22 millones de años. Se cree que este tiburón es un pariente cercano del más conocido de los tiburones megadentados, C. megalodon. Sin embargo, así como en el caso de C. megalodon, la clasificación de esta especie es materia de debate.

Los restos de C. angustidens por lo general están en muy mal estado de preservación. A la fecha, el espécimen mejor preservado de esta especie ha sido excavado en Nueva Zelanda, el cual abarca 165 dientes en asociación y cerca de 35 centros de vértebras asociados. Este espécimen data de hace cerca de 26 millones de años. Los dientes de C. angustidens son notables por sus coronas triangulares y sus pequeñas cúspides laterales que están totalmente aserradas.

Los bordes aserrados son muy afilados y muy pronunciados. C. angustidens era una especie con una amplia distribución geográfica con fósiles hallados en Norteamérica, Suramérica, Europa, África, Nueva Zelanda, Japón, Australia, y Malta.

Igual que en otros tiburones megadentados, los fósiles de C. angustidens indican que era considerablemente mayor que el actual gran tiburón blanco, Carcharodon carcharias. Se estima que el espécimen bien preservado de Nueva Zelanda medía 9.3 metros de largo. Este ejemplar tenía dientes que miden más de 9.87 centímetros en altura diagonal, y centros de vértebras de cerca de 1.10 centímetros de diámetro. Sin embargo, existen reportes de fósiles aún mayores de C. angustidens.

Carcharocles chubutensis.

Es una especie extinta de tiburón megadentado que vivió durante los períodos Oligoceno, Mioceno y Plioceno, entre hace 28 a 5 millones de años. Este tiburón es considerado como unpariente cercano de otro tiburón megadentado prehistórico, el famoso C. megalodon. Sin embargo, como ocurre con C. megalodon, la clasificación de esta especie está en discusión.

Esta especie es conocida a partir de dientes fósiles y algunos centros de vértebra. El esqueleto de los tiburones se compone de cartílago y no de hueso, y el cartílago raramente logra fosilizarse. Por lo tanto, los fósiles de C. chubutensis están generalmente mal preservados.

Aunque los dientes de C. chubutensis son morfológicamente similares a los de C. megalodon, estos son relativamente delgados con una corona curvada, y con la presencia de talones laterales apenas aserrados. Los fósiles de esta especie se han hallado en Norteamérica, Sudamérica, Cuba, Puerto Rico, África, y Europa. C. chubutensis era mayor que C. angustidens. Los dientes de C. chubutensis se aproximaban a 130 milímetros de altura perpendicular (longitud diagonal), la cual de acuerdo con el método de estimación de tamaño propuesto por Gottfried at al, in 1996, indica que el espécimen tendría una longitud de 12.2 metros.

La investigación paleontológica sugiere que esta especie puede haber cambiado sus preferencias de hábitat a través del tiempo, o que pudo haber tenido la suficiente flexiblilidad en su comportamiento para ocupar distintos ambientes en distintas épocas.

C. chubutensis era probablemente un superdepredador y cazaría generalmente peces, tortugas marinas, cetáceos (por ejemplo, ballenas), y sirenios.

Carcharodon megalodon. Agassiz, 1843

es una especie extinta de tiburón que vivió aproximadamente entre 28 y 1,5 millones de años atrás, durante el Cenozoico (de finales del Oligoceno hasta principios del Pleistoceno).

La asignación taxonómica de C. megalodon se ha debatido por cerca de un siglo, y aún se encuentra en disputa con dos interpretaciones principales: como Carcharodon megalodon (bajo la familia Lamnidae) o bien como Carcharocles megalodon (bajo la familia Otodontidae).

C. megalodon es considerado como uno de los mayores y más poderosos depredadores en la historia de los vertebrados. Los estudios sugieren que C. megalodon lucía en vida como una versión corpulenta del gran tiburón blanco actual, Carcharodon carcharias, llegando a alcanzar los 16 metros de longitud total. Los restos fósiles indican que este tiburón gigante tuvo una distribución cosmopolita, con áreas de cría en zonas costeras cálidas. C. megalodon probablemente tuvo una influencia muy importante en la estructura de las comunidades marinas de su época. C. megalodon es representado en el registro fósil principalmente por dientes y centros de vértebras.

Como en los demás tiburones, el esqueleto de C. megalodon estaba formado de cartílago más que de hueso; esto resulta en una pobre preservación de los especímenes encontrados. Sin embargo, los restos fósiles de C. megalodon indican que tenía los centros vertebrales densamente calcificados.

Entre las especies existentes, se considera que el gran tiburón blanco es la más análoga a C. megalodon. La carencia de esqueletos fósiles bien preservados de C. megalodon ha forzado a los científicos a basarse en la morfología del gran tiburón blanco para inferir su aspecto y estimar su tamaño.

Debido a los restos fragmentarios, estimar el tamaño de C. megalodon se ha convertido en un reto. Sin embargo, la comunidad científica reconoce que C. megalodon superaba en tamaño al tiburón ballena (Rhincodon typus).

En 1973, un ictiólogo de Hawaii, John E. Randall, presentó un método para estimar la longitud total del gran tiburón blanco. El método propuesto es representado en forma de un gráfico trazado, el cual demuestra la relación entre la altura de la corona (la distancia vertical de la hoja del diente desde la base de la parte de esmalte del diente hasta su punta) del mayor de los dientes de la mandíbula superior del gran tiburón blanco y su longitud total.

Estos dientes produjeron una longitud total de cerca de 13 metros. En 1991, dos expertos en tiburones, Richard Ellis y John E. McCosker, señalaron un defecto en el método de Randall. De acuerdo a ellos, la altura de la corona dental de los tiburones no necesariamente se incrementa en proporción a la longitud total del animal.

Esta observación llevó a nuevas propuestas para dar con métodos más exactos para determinar el tamaño del gran tiburón blanco y especies similares.

En 1996 tres científicos – Michael D. Gottfried, Leonard J. V. Compagno y S. Curtis Bowman – después de haber realizado una minuciosa investigación y escrutinio de 73 especímenes del gran tiburón blanco, propusieron una relación linear conservadora entre la máxima altura del mayor de los dientes superiores. El mayor diente de C. megalodon al alcance de este equipo era un espécimen de segundo diente anterior superior, cuya máxima altura era de 168 mm. Este diente había sido descubierto por Compagno en 1993, y produjo una longitud total estimada en 15.9 metros.

Sin embargo, rumores de dientes mayores de C. megalodon persistían en esa época. La máxima altura dental para este método se mide como una línea vertical desde la punta de la corona dental a la parte baja de los lóbulos de la raíz, paralelo al largo eje del diente. Dicho de otra forma, la máxima altura del diente es la altura perpendicular.

En 2010, varios investigadores de tiburones – Catalina Pimiento, Dana J. Ehret, Bruce J. MacFadden y Gordon Hubbell — estimaron la longitud total de C. megalodon sobre la base del método de Shimada, produjo una longitud total de 16.8 metros.

El tema de la extinción de C. megalodon está aún bajo investigación. Hace cerca de 3.1 millones de años, ocurrió un importante evento geológico — el cierre del paso marítimo de Centroamérica, el cual causó cambios significativos ambientales y en las faunas alrededor del mundo. Estos cambios probablemente fueron responsables de la extinción de C. megalodon.

Bibliografía Sugerida;

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Un Recorrido por el Cenozoico de España.

Por el Biólogo Alfredo Castilla Wandosell. Fuente: Asociación Cultural Paleontológica Murciana 2005.

Después de la gran debacle de finales del Mesozoico, las primeras faunas de vertebrados terrestres en el Paleoceno, estaban básicamente compuestas por mamíferos de pequeña talla. Entre ellos los multituberculados, algunos marsupiales, ungulados primitivos y algún que otro primate. También aparece una amplia gama de mamíferos placentarios primitivos de hábitos insectívoros. Todos ellos conformaban el núcleo a partir del cual, en el Eoceno, se originaría la mayor parte de órdenes de mamíferos que hoy conocemos.
 
Cuando se inicia este período, Europa estaba constituida por un conjunto de islas aisladas de los continentes más próximos, que dieron lugar al desarrollo de faunas endémicas en cada área. En lo que a nosotros nos concierne, España era un trío de islas: una isla formada por Castilla, Portugal, Galicia y Asturias, una isla al sur entre la isla anterior y el norte de África: el macizo Bético-Rifeño y una tercera isla formada por Cataluña, Baleares, Córcega y Cerdeña. Entre estas islas estaba situado un pequeño mar interior: la cuenca del Ebro.
 

Durante la primera parte del Eoceno, algunas cuencas, presentaban una flora de tipo tropical, parecidas a las que actualmente se encuentran en la amazonia, con lianas y abundante vegetación acuática. Los árboles parecían poblados por una variada gama de pequeños mamíferos, como primates del género Adapis, parecidos a los actuales lemures y roedores primitivos semejantes a las actuales ardillas y cuyos hábitos debieron de ser probablemente semejantes.

En tierra se encontraban ya herbívoros de talla mediana e incluso grande (Phenacodus), grandes tapires (Lophiodon), también primitivos depredadores (Proviverra), del grupo de los creodontos, estos fueron de los primeros grupos de mamíferos placentarios que desarrollaron hábitos carnívoros. El clima cálido y húmedo que predominó durante el Eoceno inferior-medio favoreció la eclosión de una variada gama de formas vegetarianas de talla grande. Entre ellas los representantes de los équidos, la familia que agrupa a caballos y formas afines.

En el tránsito del Eoceno medio- superior, hace unos 40 millones de años, se produjo la transición hacia un ambiente más árido, con una clara estacionalidad y una vegetación más dura y abrasiva. Este cambio climático está asociado a un neto descenso de las temperaturas. Estos condicionantes favorecieron la proliferación de formas como Pachynolophus y Propaleotherium, mejor adaptadas a la ocupación de espacios más abiertos. Los paleotéridos, mejor dotados para las nuevas condiciones ambientales del Eoceno superior, dieron lugar en Europa a una extraordinaria profusión de especies de todos los tamaños y tipos, destacó el género Paleotherium.
 
Dentro del orden de los creodontos, destacó en el Eoceno superior el género Hyaenodon. Se trata de formas carnívoras, que durante el Eoceno superior y el Oligoceno inferior ocuparon el nicho ecológico que hoy ocupan los cánidos y las hienas. Tras el cambio faunístico que se operó en el tránsito Eoceno-Oligoceno y durante el Oligoceno, los creodontos fueron definitivamente desplazados por los carnívoros verdaderos. Algunos creodontos, sin embargo, sobrevivieron a lo largo de todo el Mioceno.

 

 

A pesar de las fluctuaciones climáticas que ya se observan, la selva oceánica se mantuvo sin grandes variaciones hasta que empieza el siguiente período, denominado Oligoceno. En ese momento, asistimos sobre los continentes a uno de esos cambios ambientales que han puntuado la historia de la Tierra. Así, la Antártida, se congela por primera vez desde la era Primaria.

 

 

Al acumularse importantes cantidades de agua sólida en el polo Sur, se produjo un descenso general del nivel del mar (hasta 30 m), esto provocó uno de los fenómenos de extinción a nivel mundial más importantes de la historia animal. A este fenómeno se le denomina TEE (Terminal Eocene Event), de manera que el archipiélago que fue Europa durante el Eoceno quedó de nuevo conectado al continente asiático. El ambiente se hizo mucho más seco y continental, con fuertes contrastes estacionales. Las grandes extensiones de selva húmeda dejaron paso a amplias praderas herbáceas. De esta forma, un importante número de nuevos inmigrantes invadieron el área europea, determinando la extinción de muchas de las formas que habían predominado durante el Eoceno. A esto se le denominó la "ruptura faunística de Stehlin".
 
Las primeras víctimas fueron los mamíferos adaptados al bosque, como los primates del tipo (Adapis). Por lo que hace a los paleotéridos del Eoceno, la mayor parte se extinguieron y tan sólo algunas especies de talla pequeña o mediana sobrevivieron todavía durante la parte inferior del Oligoceno. En su lugar, llegan desde Asia, los primeros rinocerontes. Entre los artiodáctilos también tienen lugar una importante renovación.
 
A principios del Mioceno, hace unos 20 millones de años, la placa africana, compuesta por África y Arabia se encontraba completamente aislada de Europa y Asia por un océano transversal denominado Tethys. En consecuencia, las faunas terrestres de estas masas continentales estaban constituidas por grupos autóctonos que habían evolucionado independientemente durante millones de años. Pero durante el Mioceno inferior, la placa tectónica africana colisionó con Asia a nivel del Próximo Oriente, y ello permitió un importante intercambio faunístico en ambos sentidos.
Algunos yacimientos de la península muestran la típica asociación de inmigrantes africanos junto a formas persistentes del Oligoceno, propia de estas faunas del Mioceno inferior. Así, entre los elementos de origen africano se encuentran mastodontes, pangolines ...También encontramos a los denominados "perros oso", ciervos, osos, suidos, bóvidos, rinocerontes acuáticos...

 

 

El tránsito del Mioceno inferior al Mioceno medio, hace unos 15 millones de años, marcó un profundo cambio ambiental en la península Ibérica. De un biotopo húmedo y boscoso, con una alta diversidad de especies, se pasó a un biotopo mucho más seco y abierto. Las floras de esta época, muestran una alta proporción de plantas arbustivas de hoja pequeña (hasta el 70 % principalmente mimosáceas). Ello indica que la estación seca era mucho más prolongada que en épocas anteriores.

 

 

Los bosques, dominados por mimosas y acacias, se habrían reducido a pequeños núcleos cerca de los cursos de agua. La fauna de mamíferos estaba dominada por grandes herbívoros adaptados a una dieta basada en arbustos. Al mismo tiempo, se produjo una drástica reducción de la diversidad faunística, especialmente en lo que respecta a las especies asociadas al bosque. El final del Mioceno medio y el inicio del Mioceno superior, hace unos 12 millones de años, marca en la península Ibérica el retorno al biotopo húmedo y boscoso que caracterizara el Mioceno inferior. Prueba de ello son los numerosos restos de castores que aparecen en algunos yacimientos de esta época. Por entonces las copas de los árboles eran surcadas por diversas especies de ardillas voladoras como las que actualmente pueblan los bosques del sudeste asiático. Vamos también a encontrarnos una gran profusión de ciervos de diverso tipo.

Seguíamos encontrando mastodontes de gran tamaño, los suidos (parientes de los actuales jabalíes) volvían a ser elementos dominantes en los bosques de este período. Los rinocerontes acuáticos y de bosque vuelven a ser dominantes, sustituyendo a las formas corredoras del tipo Hispanotherium.

Hace unos 10 millones de años se produjo un nuevo descenso del nivel del agua a nivel global. Los océanos descendieron cerca de 100 metros, de manera que nuevos puentes intercontinentales emergieron, permitiendo la migración y el intercambio entre las faunas terrestres. Este fue el caso de Hipparion, pequeño caballo de tres dedos, que sustituyó a los caballos venidos ya desde América (Anchitherium).

 

 

A partir de este momento, los restos de Hipparion se hacen tan frecuentes en los yacimientos europeos del Mioceno superior y del Plioceno, que este género se ha convertido en un fósil característico de estas edades. En su migración, las primeras oleadas de hippariones arrastraron consigo a otros grandes mamíferos de origen asiático que acompañaron a estos équidos en su viaje hacia Europa, tal es el caso de los denominados "tigres diente de sable". Junto a ellos, se encontraban también los primeros jiráfidos que entraron en Europa. Hace unos 6 millones de años, se inicia la desecación del mar Mediterráneo, este hecho, abrió nuevos puentes de comunicación entre las faunas terrestres de Europa, África y Asia. El mar Mediterráneo quedó reducido a unos pocos lagos salinos que dieron lugar a las famosas "evaporitas". Para los aventureros, comentar que este período de tiempo puede ser estudiado en Lorca, donde podemos hallar una rica fauna piscícola propia de esta época.
 
En realidad, todo comenzó hace unos 7 millones de años en la zona del estrecho de Gibraltar. En esta época, el estrecho como tal no existía todavía. Un conjunto de arcos de islas, bordeadas por arrecifes de coral, se extendían entre el norte de África y la península Ibérica, en lo que hoy es el valle del Guadalquivir y la costa de Alicante y Murcia. La progresiva deriva de placa africana provocaba la aparición de relieves cada vez más abruptos en este zona. Pero el hecho determinante fue otro. El continente antártico se vio sometido a una primera fase de glaciación. Este hecho tuvo como efecto inmediato un descenso generalizado del nivel de los océanos. Y como consecuencia, el océano Atlántico dejó de estar comunicado con el mar Mediterráneo. Cuando hace 6 millones de años se cortó la comunicación con este océano, un rápido proceso de desecación lo dejó convertido en una estepa cálida, moteada en sus partes más profundas por grandes lagos salobres parecidos al actual mar Muerto. Desde el fondo del mar desecado, relieves como las Baleares o Córcega y Cerdeña aparecían como extraordinarias cordilleras en medio de un desierto salino.

 

 

Entre los nuevos inmigrantes africanos del Messiniense también se encuentran los grandes mamíferos como los hipopótamos, que hasta entonces eran elementos desconocidos en el registro euroasiático. Pero sin duda, uno de los elementos más sorprendentes que entran durante el Messiniense en la península Ibérica es Paracamelus, un típico representante de la familia de los camellos. Este género ha sido encontrado en diversos yacimientos del Mioceno terminal del Levante ibérico, como Venta del Moro (cerca de Valencia) y Librilla en Murcia.
 
El inicio del Plioceno comporta un importante cambio ambiental, marcado por lo que se podría calificar de nuevo óptimo climático. Las temperaturas medias anuales subieron de nuevo, situándose entre 3 y 10 ºC por encima de las actuales. Por última vez en su historia, la Antártida se vio de nuevo libre de hielo, desarrollando una vegetación de tipo templado-subtropical. Como consecuencia, el nivel general de los océanos subió cerca de 60 metros, cubriendo muchas áreas que hasta entonces habían estado por encima del nivel de las aguas. Los antiguos golfos y cañones desarrollados por la regresión del mar en el Messiniense, se vieron inundados ahora, formando fiordos y estuarios.
 
Los yacimientos encontrados de este período muestran una composición faunística que refleja las condiciones de óptimo climático referida. Así, entre la fauna de grandes mamíferos reaparecen los tapires. Las tortugas gigantes del género Cheirogaster, de más de dos metros, también hacen su aparición frecuentando las marismas. Reaparecen los primates, representados por macacos. Entre los carnívoros se opera una importante renovación. Así, aunque persisten los grandes félidos, los elementos dominantes son ahora los cánidos. Los osos, castores y las ardillas voladoras también están representados.
 

Entre los elementos del Mioceno superior Hipparión continúa siendo el herbívoro más abundante, aunque su diversidad ha disminuido. También son frecuentes los mastodontes del género Anancus, que a partir de este momento constituirán los proboscídeos dominantes de las faunas del Plioceno. Entre los rumiantes, persisten en la parte más baja del Plioceno los últimos jiráfidos. Por el contrario, las formas de origen africano que entraron durante el Messiniense en la península Ibérica, como los hipopótamos o los camellos del género Paracamelus, no sobreviven al tránsito Mioceno-Plioceno.

 
Hace unos 2'5 millones de años se produjo un nuevo enfriamiento a nivel global, que determinó la aparición de un primer casquete de hielo en el Ártico y no sólo en la Antártida, como hasta entonces había ocurrido. Este cambio climático fue mucho más importante que los anteriores, ya que con él se inició el ciclo de períodos alternantes glaciar-interglaciar que ha caracterizado a nuestro planeta desde entonces. En este momento se detecta en Eurasia una importante regresión de las masas boscosas y la expansión de las praderas de gramíneas. En África, el desierto del Sahara se consolida como una barrera permanente, en tanto que el bosque cerrado de áfrica oriental entra en regresión y se transforma en amplias sabanas.
 
Aunque esta primera crisis climática no fue tan fuerte como las que posteriormente se desarrollaron a lo largo del Cuaternario, sus efectos se hicieron sentir sobre las faunas terrestres. Así, en el tránsito al Plioceno superior se detecta la desaparición de aquellos elementos de tipo subtropical que, como los jiráfidos o los tapires, estaban todavía presentes en el Plioceno inferior. A su vez, nuevos inmigrantes de origen oriental desplazaron a muchos de los elementos que habían persistido a lo largo del Plioceno. Los primeros elefantes verdaderos, precursores de los elefantes actuales y del Mamut del Pleistoceno, substituyeron, tras un corto intervalo de coexistencia, a Anancus y a los últimos mastodontes. Entre los équidos, los últimos hippariones desaparecieron definitivamente del registro europeo tras la llegada de los primeros caballos verdaderos.

 

 

La fauna de grandes herbívoros se vio asimismo enriquecida por la entrada de otros nuevos elementos; por ejemplo, aparece un nuevo tipo de gacela, aparecen los primeros bóvidos de gran tamaño y porte pesado, los ciervos experimentaron una importante diversificación. A este respecto, decir que durante todo el Mioceno superior y hasta el Plioceno inferior, los ciervos habían estado relegados a unas pocas especies de talla pequeña y astas simples. Con la crisis climática del Plioceno medio, el panorama cambia por completo.

 

 

Nuevos ciervos de mayor talla y astas complicadas entran en escena. La dispersión de estos grandes herbívoros está sin duda relacionada con la expansión de las praderas herbáceas hace 2,5 millones de años. El cuadro de los rinocerontes también varió substancialmente a partir del Plioceno superior, ya que en el Mioceno superior suponían un grupo relativamente marginal, es en este momento cuando empiezan a ser abundantes los representantes del género Stephanorhinus. Sus representantes más primitivos, Stephanorhinus etruscus, eran formas muy parecidas a los actuales rinocerontes africanos. En Caravaca y Cartagena se han encontrado restos de estos animales.
 
Este cambio climático afectó también a las faunas de carnívoros. En particular, la representación de este grupo a partir del Plioceno superior se caracterizará por la presencia de muchos de los géneros que hoy encontramos en el Viejo Mundo. Así, junto a los primeros linces, encontramos también elementos más exóticos como los guepardos y formas precursoras de la hiena rayada de la India. Asociaciones de este tipo son características de diversos yacimientos del Plioceno superior ibérico. Ello comportó asimismo la desaparición de otros carnívoros de origen miocénico que habían sobrevivido hasta el Plioceno inferior. Curiosamente, esta renovación no afectó a los felinos "dientes de sable" presentes en Europa desde el Mioceno superior. Por el contrario, a partir del Plioceno superior este grupo aumenta incluso su diversidad con respecto a etapas anteriores.

 


Método Científico: Conocimientos básicos para la realización de una publicación científica.

Fragmento de: Por Mariano Magnussen Saffer. Director del Grupo Paleo y Presidente de la Asociación Amigos del Museo Punta Hermengo. marianomagnussen@yahoo.com.ar

El método científico es un proceso destinado a explicar fenómenos, establecer relaciones entre los hechos y enunciar leyes que expliquen los fenómenos físicos y naturales del mundo y permitan obtener, con estos conocimientos, aplicaciones útiles al hombre. Los científicos emplean el método científico como una forma planificada de trabajar. Sus logros son acumulativos y han llevado a la Humanidad al momento cultural actual. Toda investigación científica se somete siempre a una "prueba de la verdad" que consiste en que sus descubrimientos pueden ser comprobados, mediante experimentación, por cualquier persona y en cualquier lugar, y en que sus hipótesis son revisadas y cambiadas si no se cumplen.

El método científico (del griego: -meta = hacia, a lo largo- -odos = camino-; y del latín scientia = conocimiento; camino hacia el conocimiento) presenta diversas definiciones debido a la complejidad de una exactitud en su conceptualización: "Conjunto de pasos fijados de antemano por una disciplina con el fin de alcanzar conocimientos válidos mediante instrumentos confiables", "secuencia estándar para formular y responder a una pregunta", "pauta que permite a los investigadores ir desde el punto A hasta el punto Z con la confianza de obtener un conocimiento válido". Así el método es un conjunto de pasos que trata de protegernos de la subjetividad en el conocimiento.

La fuente de esta necesidad de conocer y de saber surge de su curiosidad, elemento fundamental en la personalidad del investigador que lo lleva a cuestionar, a indagar y por ende a adquirir los conocimientos que le permitan evolucionar y trascender. De hecho, el conocimiento que le ha sido legado a la humanidad y por el cual se ha logrado el desarrollo que se vive en la actualidad, tiene como base las investigaciones y descubrimientos que se encuentran plasmados en la historia de la humanidad

Por proceso o "método científico" se entiende aquellas prácticas utilizadas y ratificadas por la comunidad científica como válidas a la hora de proceder con el fin de exponer y confirmar sus teorías. Las teorías científicas, destinadas a explicar de alguna manera los fenómenos que observamos, pueden apoyarse o no en experimentos que certifiquen su validez. Sin embargo, hay que dejar claro que el mero uso de metodologías experimentales, no es necesariamente sinónimo del uso del método científico, o su realización al 100%.

Historia.

Frente a los límites del azar o la casualidad que en pocas ocasiones nos dan conocimiento, -ya sea conocimiento científico, del bien o, como indica Aristóteles en la Ética a Nicómaco, del bien máximo que es la felicidad-, Platón y el mismo Aristóteles advertían de la necesidad de seguir un método con un conjunto de reglas o axiomas que debían conducir al fin propuesto de antemano. Sócrates, Platón y Aristóteles, entre otros grandes filófosos griegos propusieron los primeros métodos de razonamiento filosófico, matemático, lógico y técnico.

Durante la época medieval serán los filósofos, físicos, matemáticos, astrónomos y médicos del mundo islámico quienes hagan suya, desarrollen y difundan la herencia de la filosofía griega. Se debe reconocer, entre otros, a figuras como Alhazen, Al-Biruni y Avicena. También debemos mencionarse a quines contribuyeron a la difusión de dichos conocimiento por Europa; figuras como Roberto Grosseteste y Roger Bacon junto con la imprescindible labor de Escuela de Traductores de Toledo. Pero no será hasta la edad moderna cuando se consolide una nueva Filosofía Natural. Descartes (1596-1650) en su obra el Discurso del método define por primera vez unas reglas del método para dirigir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias.

Aún con diferencias notables fueron muchos los que defendieron la necesidad de un método que permitiera la investigación de la verdad.

Desde un punto de vista empírico o científico tal y como ahora lo entendemos se debe mencionar a precursores del método científico como Leonardo da Vinci (1452-1519), Copérnico (1473-1543), Kepler (1571-1630) y Galileo (1564-1642) quienes aplicaban, con mayor o menor conciencia una reglas metódicas y sistemáticas para alcanzar la verdad. Galileo Galilei contribuyó a reforzar la idea de separar el conocimiento científico de la autoridad, la tradición y la fe.

Importancia.

El método se encuentra entre la teoría y la realidad; gracias a él la investigación científica puede realizarse y la ciencia continuar su evolución y desarrollo. Por eso se dice que el método es importante, es el camino que nos lleva hacia la verdad de las cosa. Generalmente el hombre común considera ciencia al cúmulo de conocimientos, sin embargo, hay que recordar que al conocimiento se le llama “científico” sólo porque ha sido conocido por el método científico, o por lo menos ha sido adquirido por medio del método científico o a sido puesto a prueba por él.

“El conocimiento científico sirve, de hecho es el único medio disponible, para conocer el mundo real, es decir, es una de las formas que tiene el hombre para otorgarle un significado con sentido a la realidad.

“En el proceso de producción del conocimiento basado en la ciencia, los planteamientos y teorías deben ser formulados de una manera rigurosa y explícita estableciendo sus bases con criterios objetivos”. “El proceso de producción del conocimiento basado en la ciencia, no se puede reducir a una colección de hechos, es por ello necesario seleccionar los hechos y organizarlos de una manera sistemática”.

Es decir, que debemos ser rigurosos en la formulación de los enunciados y muy precisos en las metodologías que aplicaremos en el proceso de nuestra investigación, o dicho de otra manera, que debemos ser sistemáticos. Podemos entonces afirmar que hay conocimiento científico, cuando a través del método científico, se ha logrado acumular nuevos conocimientos, nuevas experiencias. Por lo tanto, la ciencia avanza en la medida en que se logren plantear y resolver los problemas, es decir, el progreso del conocimiento se da en la medida en que se descubren y se resuelvan nuevas dificultades.

Puntos fundamentales para la utilización del Método Científico en un trabajo de Investigación.

Título; El título es la primera parte de un artículo. Debe ser corto, específico e informativo. En lo posible debe brindarle al lector la debida información de su contenido: Su naturaleza del estudio, organismo experimental,  lugar y período de tiempo del estudio y enfoque metodológico.

Autores; En general el orden de los autores del trabajo esta en función de la participación (por ej. dedicación, etc . ), Deben mencionar institución donde desarrollan sus actividades o relación con el estudio, dirección postal o correo electrónico para que otros investigadores puedan contactarse con los autores.

Resumen, summary o abstract; Es por lo general lo que se lee a continuación del título. Debe decirle al lector de qué trata el artículo. Contiene un resumen de los contenidos y conclusiones. Remarca cualquier información nueva e indica la relevancia de la misma. Debe ser lo suficientemente explicativo como para que la naturaleza, objetivos y logros del trabaje puedan ser entendidos. Algunos consejos pueden ser útiles a la hora de elaborar un resumen, como son: usar oraciones completas,  evitar el uso de jerga, no abreviar las palabras, omitir en la medida las referencias y describir en forma resumida la metodología utilizada. Recordar que un buen resumen puede motivar a un lector a solicitar el trabajo a su autor. Muchas veces buenos trabajos quedan sin leerse por que el resumen está mal elaborado y no da la suficiente información.

Introducción; La introducción esta compuesta por dos partes: una son los antecedentes y en la otra el objetivo del trabajo. En los antecedentes se debe priorizar toda aquella información de otros autores que luego van a ser discutida en la Discusión, en general confrontándola con nuestros resultados. El o los objetivos del trabajo deben ser bien explicitados y en general deben ser ubicados al final de la introducción.

Materiales y Métodos; Esta es una de las secciones más importantes de un trabajo científico. Uno de postulados básicos de la actividad científica es que los resultados obtenidos deben repetibles. Por lo tanto esta sección debe ser lo suficientemente clara y detallada para que otro investigador en cualquier lugar del mundo pueda repetir el trabajo. Los puntos que conviene tener en cuenta al redactar materiales y métodos son: los aparatos, instrumentos de origen comercial sólo deben ser nombrados, los aparatos o instrumentos hechos a medida deben ser descriptos en detalle y si alguno de los métodos usados ha sido descripto previamente sólo se lo puede citar.

Resultados; Se utilizan aquellos resultados que son pertinentes al trabajo. En general se recomienda presentar los resultados en un formato narrativo que utilice tablas y figuras que corroboren las afirmaciones realizadas. Las tablas y figuras deben presentar títulos claros, informativos y completos. Siempre se debe recordar que los resultados son del trabajo realizado, por lo tanto en esta sección se debe evitar hacer referencia a otros autores.

Discusión; Recordar que en la discusión se deben discutir los resultados propios y aquellos obtenidos por otros autores, en particular aquellos ya mencionados en los antecedentes de la introducción. Una buena discusión jerarquiza un trabajo, por lo que es_ aquí donde el investigador conjetura y confronta sus propios resultados con otros colegas y además puede plantear hipótesis creativas sobre problemas aún no resueltos y orientar la futura investigación en el tema.

Conclusiones; Son las respuestas a los objetivos del trabajo, por lo tanto se debe utilizar expresiones claras, concisas y contundentes.

Agradecimientos; Es una sección que se acostumbra a incluir en los trabajos de investigación. ¿A quién se agradece? En general a persona que ayudaron en el trabajo, en la lectura crítica del trabajo, como así también a instituciones que Financiaron total o parcialmente el mismo.

Bibliografía Citada; En general aparecen en orden alfabético por el apellido del autor. El estilo en las citas difiere de una publicación a otra, por lo cual el autor debe informarse de las normas de publicación de la revista donde desea publicar su artículo. Por lo general para una publicación periódica el orden de presentación es: autor/es, - año o fecha de la publicación - título del artículo - nombre de la publicación - número del volumen v números de páginas.

Método 3 R; Evaluación de un trabajo científico.

Habiendo estructurado el trabajo en función de las pautas desarrolladas ahora corresponde determinar si existe alguna metodología rápida, clara y eficiente para poder juzgarlo y además tener una herramienta que nos permita analizar si hemos ubicado cada ítem en el lugar correspondiente. Apelamos a una estrategia que hemos denominado las 3 R, y que son: la Relación, la Respuesta y el Respaldo.

La Relación entre Título del trabajo y el/los  Objetivo/s que nos hemos propuesto. Por ejemplo: Título: " Distribución geográfica y ecológica de Felis concolor en la región pampeana". Objetivo: " El objetivo de este trabajo es cuantificar la presencia del genero y especie en cuestión en distintos ambientes, tanto naturales como artificiales y su relación con el medio”.

Respuesta de los Objetivos en la/s Conclusión/es. Es recomendable que en el trabajo figuren explícitamente las Conclusiones a las que se  llegaron, esto facilita la lectura y  evaluación del  mismo. En  muchas publicaciones figura Discusión y Conclusión juntos, pero es preferible que estén separados porque la Discusión, desde un punto de vista metodológico y epistemológico crucial y quizás lo más importante de un trabajo de investigación y junfarla con las conclusiones no es recomendable.

Respaldo de la/s Conclusión/es en los Resultados. En las ciencias naturales (física, química y biología y afines) es fundamental el trabajo empírico y experimental, por lo tanto esta R es crucial a la hora de evaluar Metodológica y epistemológicamente un manuscrito. La credibilidad de la ciencia empírica está en el apoyo brindado por la realidad y aunque esto tenga claras implicancias empiristas (como corriente filosófica) no nos queda más remedio que a los hechos para justificar nuestros resultados.

Bibliografía Sugerida:

Bunge, M. 1977. " ¿ Qué es la ciencia ? ". pp. 9-36. " ¿ Cual es el método de la ciencia ? ". pp. 39-68. En: La ciencia: su método y su filosofía. Ediciones SIGLO XX FÍA.

Bunge, M. 1981. " ¿ Qué es y a qué puede aplicarse el Método Científico ? ". En: Epistemología, pp. 28-45. Editorial ARIEL.

Chalmers, A. 1990. " El inductivismo: la ciencia como conocimiento derivado de los hechos de la experiencia ". En: ¿ Qué es esa cosa llamada ciencia ?. pp. 11-25. SIGLO XXI Editores S.A.

Curtis, H.; Barnes, N. 1993. " La naturaleza de la ciencia ". En: Biología, pp. 39-44. Ed. Med. PANAMERICANA.

Dieterich, Heinz. “La nueva guía para la investigación científica”. Ed. Planeta Mexicana, S.A. de C.V., México,1996.

Kforoosh, Norma. “Metodología de la investigación”. Noriega editores, Barcelona, 1998.

Eco, Humberto. “Cómo se hace una tesis”. Ed. Gedisa, España, 1994.

Mardones, José M. “Filosofía de las ciencias humanas y sociales. Materiales para una fundamentación científica”. Ed. Prometeo, México,1999.

 


Origen de los continentes y océanos.

Fragmento de: El origen de los continentes y océanos. De Alfred Wegener.

Traducción de Francisco Anguita Virella y Juan Carlos Herguera García.

La comparación de las estructuras geológicas a uno y otro lado del Atlántico proporciona pruebas rigurosas a nuestra teoría de que este océano representa una descomunal fractura ensanchada cuyos bordes estuvieron en el pasado en contacto directo o muy próximos. Esto es lógico, pues se podía esperar que muchos pliegues y otras estructuras formadas antes de la ruptura se continuasen a uno y otro lado, y realmente sus extremos deben extenderse en ambos márgenes del océano, de forma que en la reconstrucción parecerían prolongaciones directas. Como esta reconstrucción viene forzada por el bien marcado trazado de las lineaciones y no deja, por tanto, margen alguno para ajustes, encontramos aquí un criterio totalmente independiente de la mayor importancia para formarse un juicio sobre la corrección de la teoría movilista.

La fractura atlántica presenta su mayor anchura en el Sur, donde se formó primero: su anchura alcanza aquí 6.220 km. Entre el cabo San Roque y el Camerún hay sólo 4.880 km; aún menos (sólo 2.410) entre el banco de Terranova y la plataforma británica; entre el estrecho de Scoresby y Hammerfest 1.300, y entre el límite Noroeste de la plataforma de Groenlandia y las islas Spitzberg tan sólo de 200 a 300 km. En este último punto es donde la ruptura parece haber tenido lugar más recientemente.

Comencemos las comparaciones por el Sur. En el extremo meridional de África se encuentra una cadena plegada pérmica (las montañas Zwarten) que se alinea de Este a Oeste. En la reconstrucción, la prolongación hacia el Oeste de esta cadena se encuentra justo al Sur de Buenos Aires, en una zona que no presenta ningún rasgo especial. Ahora bien, es muy interesante que Keidel haya reconocido plegamientos antiguos en las sierras de esta zona y especialmente en las meridionales, plegadas más intensamente; plegamientos que por su estructura, su sucesión litológica y su contenido fósil son totalmente similares no sólo a los de la zona Noroeste de la Precordillera de las provincias de San Juan y Mendoza, que se adaptan suavemente a los pliegues andinos, sino, sobre todo, a los de las montañas del Cabo, en Suráfrica. Afirma este autor: «En las sierras de la provincia de Buenos Aires, especialmente en las cadenas meridionales, se encuentran series que son muy parecidas a las de las montañas del Cabo, en Suráfrica. Al menos se da una gran coincidencia entre las tres formaciones existentes: areniscas del Devónico Inferior transgresivo en la base; las pizarras fosilíferas que marcan el punto de máxima extensión de la transgresión; y una formación superior muy característica, el conglomerado glaciar del Paleozoico Superior... Tanto los sedimentos de la transgresión devónica como los conglomerados glaciares están, al igual que en la cadena del Cabo, fuertemente plegados; y en ambas zonas el movimiento principal está dirigido hacia el Norte». De aquí se sigue la conclusión de que estamos ante un antiguo plegamiento que pasaba por el extremo Sur de África y luego cruzaba Suramérica al Sur de Buenos Aires, para, finalmente, doblar hacia el Norte, alineándose con los Andes. Hoy, los fragmentos rotos de esa cadena plegada están separados por un mar profundo de más de 6.000 km de anchura. En nuestra reconstrucción, que en este punto particular no permite ningún movimiento de ajuste, los fragmentos están en contacto directo; sus distancias respectivas al cabo San Roque y al Camerún son iguales. Esta prueba de que nuestra composición es correcta resulta realmente espectacular y recuerda a las tarjetas de visita rotas como señal de reconocimiento. El que las montañas Cedar se separen de las cadenas surafricanas y se desvíen hacia el Norte en la costa es sólo un pequeño obstáculo a esta coincidencia, pues esta rama casi extinguida muestra los caracteres de una desviación local, que pudo ser causada por alguna discontinuidad en el lugar de la fractura subsiguiente. Ramificaciones similares aparecen aún en mayor medida en las cordilleras europeas, tanto en las carboníferas como en las terciarias, y no nos impiden sintetizar estas cadenas en un sistema único, y referirlas a una causa única. Asimismo, aunque (tal como señalan los últimos estudios) los plegamientos en África hayan proseguido hasta tiempos más recientes, ello no implica que existan diferencias de edad, pues, como leemos en Keidel: «En las sierras, la formación plegada más reciente es el conglomerado glaciar; en las cadenas del Cabo, las pizarras de Ecca, en la base de la Serie de Gondwana (series de Karroo) todavía muestran indicios de plegamiento... En ambas zonas, los movimientos principales pueden producirse en el intervalo entre el Pérmico y el Cretácico Inferior».

Pero esta confirmación de nuestros puntos de vista en la cadena del Cabo y su prolongación en las sierras de Buenos Aires no es en absoluto un dato aislado, sino que encontramos numerosas pruebas similares a lo largo de las costas atlánticas. Las gigantescas mesetas gnéisicas africanas, no deformadas desde hace largo tiempo, muestran en sus grandes rasgos una espectacular similitud con las brasileñas. Y esta similitud no se limita a los caracteres generales, como lo demuestran por una parte la coincidencia a una y otra parte de las rocas eruptivas y los sedimentos, y por otra, la de las direcciones de los antiguos plegamientos.

[...] En las direcciones de los plegamientos primitivos que recorren estas grandes mesetas gnéisicas encontramos otras concordancias. En el macizo gnéisico del continente africano predominan dos direcciones (lineaciones) de edades algo distintas. En el Sudán domina la dirección antigua, orientada al Nordeste, que se evidencia en el trazado rectilíneo del curso superior del río Níger, y también en el Camerún, y que corta la costa con ángulo próximo a los 45º; por el contrario, al Sur del Camerún pasa a primer plano la dirección más moderna, aproximadamente Norte-Sur, que discurre paralelamente a las curvas de la costa.

En Brasil encontramos la misma disposición. Como escribe E. Suess: «El mapa de la Guayana oriental... muestra, en las rocas antiguas que componen esta zona, direcciones aproximadamente Este-Oeste. También las capas paleozoicas que forman la parte Norte de la cuenca del Amazonas siguen esta dirección, y, por tanto, la línea de costa que va desde Cayena hacia la desembocadura del Amazonas es transversal a esta dirección... Por lo que se conoce actualmente de la estructura de Brasil se puede aceptar que también hasta el cabo San Roque el trazado de la costa es transversal a la dirección de las montañas, pero a partir de este promontorio la línea de costa viene marcada por al dirección de las montañas, al menos hasta Uruguay». También en América los cursos fluviales (Amazonas por una parte, San Francisco y Paraná por otra) siguen a grandes rasgos las lineaciones. En realidad, los últimos estudios, como, por ejemplo, el mapa tectónico de Suramérica formado por von Keidel siguiendo esencialmente a J. W. Evans, han mostrado la existencia de una tercera lineación paralela a la costa Nordeste, que complica ligeramente las relaciones. Por último, el considerable giro que debe darse a Suramérica en la reconstrucción hace que la dirección del Amazonas se alinee paralelamente al curso alto del Níger, de modo que ambas lineaciones concuerdan con las africanas. Aquí podemos ver una vez más una confirmación directa de la antigua conexión entre ambos continentes.

[...] El conocido geólogo surafricano Du Troit ha efectuado estudios comparativos particularmente completos en un viaje de estudios a Suramérica planeado con esta finalidad. [...] Las coincidencias a ambas orillas del océano son tan numerosas que actualmente ya no pueden considerarse casualidades, sobre todo teniendo en cuenta que abarcan enormes extensiones de terreno y un intervalo de tiempo que incluye desde el pre-Devónico hasta el Terciario. Du Toit añade: «Por añadidura, éstas que algunos llaman coincidencias son de naturaleza tanto estratigráfica como litológica, paleontológica, tectónica, volcánica o climática».

[...] «A continuación vamos a comparar las dos extensiones que van por una parte desde Sierra Leona hasta El Cabo, y por la otra desde Pará hasta Bahía Blanca, limitándonos en cada caso a una banda de unos 45º de longitud y unos 10º de latitud. En cada continente se puede observar:

»1. El basamento está compuesto de rocas cristalinas de edad precámbrica, con algunas capas de sedimentos predevónicos, de edades variables aunque en general indeterminadas: los caracteres litológicos coinciden a grandes rasgos.

»2. En el extremo Norte de la zona encontramos sedimentos marinos silúricos y devónicos disconformes sobre este complejo y muy ligeramente plegados, ocupando un amplio sinclinal cuyo eje es oblicuo a la línea de costa. Esta estructura se extiende entre Sierra Leona y Costa de Oro en África y forma la base del estuario del Amazonas en Suramérica.

»3. Hacia el Sur se encuentran, casi paralelos a la costa, cinturones de rocas sedimentarias entre las que predominan cuarcitas, pizarras y calizas. Sus edades son Proterozoico y Paleozoico Inferior, y están plegados ligeramente en el Norte y más intensamente en el Sur, donde son intruidos por masas graníticas, por ejemplo, en la zona entre Lüderitz y Ciudad del Cabo y entre el río San Francisco y el Río de la Plata.

»4. Al devónico casi horizontal de Clanwilliam corresponde una serie casi idéntica en Paraná y el Matto Grosso.

»5. Aún más hacia el Sur, el devónico-carbonífero de la parte meridional de la provincia del Cabo corresponde a la comarca similar al Norte de Bahía Blanca, incluyendo ambas una transición concordante hacia sedimentos glaciares pérmicos y carboníferos; las dos series están intensamente plegadas por movimientos permotriásicos y cretácicos de direcciones similares.

»6. Estas tillitas se continúan hacia el Norte, en ambos casos horizontales y transgresivas sobre el devónico, y descansando sobre una penillanura postglacial que se ha formado en estas rocas y en otras anteriores y desaparece hacia el Norte.

»7. Los depósitos glaciares están cubiertos en ambos casos por sedimentos continentales pérmicos y triásicos con flora de Glossopteris que cubren enormes extensiones y van seguidos por potentes series de basaltos y doleritas a los que se atribuye una edad Liásico Inferior.

»8. Estas capas de Gondwana se extienden hacia el Norte del Karroo meridional hasta la zona de Kaoko y desde Uruguay hasta Minas Geraes.

»9. Afloramientos muy separados de este mismo tipo se extienden tierra adentro hacia el Norte, en Angola-Congo y en Piauhý y la zona del Maranhão.

»10. Entre los sedimentos del Triásico Superior y del Pérmico existe una interrupción intraformacional muy extendida, aunque en general no existe discordancia angular, salvo en algunas zonas, donde los primeros yacen en notable discordancia sobre los pérmicos o antepérmicos.

»11. En la costa se encuentran estratos calizos fuertemente inclinados, pero tan sólo en las regiones de Benguela-Bajo Congo y Bahía-Sergipe.

»12. Sedimentos horizontales cretácicos y terciarios, tanto marinos como continentales, cubren grandes extensiones entre Camerún y Togo y en Ceará, Maranhão y hacia el Sur, mientras que los extensos yacimientos en el Kalahari pueden ser aproximadamente comparados con la formación Pampeana neógena y cuaternaria, en Argentina.

»13. En este resumen general no puede pasarse por alto el importante eslabón formado por las islas Malvinas, cuyas series devónico-carboníferas apenas se diferencian de las de la provincia del Cabo, mientras que el Lafoniense es totalmente comparable al sistema de Karroo. Tanto desde el punto de vista estratigráfico como estructural, las islas Malvinas tienen su lugar junto a la región Suroeste del Cabo, y no en Patagonia.

»14. Desde el punto de vista paleontológico, debemos fijarnos especialmente en: a) la ‘facies austral’ del devónico del Cabo, las islas Malvinas, Argentina, Bolivia y el Sur de Brasil, opuesta a la ‘facies boreal’ del Norte de Brasil y del Sahara central; b) el género fósil Mesosaurus, un reptil de la formación Dwyka, en El Cabo, y de las capas de Iraty, en Brasil, Uruguay y Paraguay; c) la flora de Gangamopteris y Glossopteris, con pequeñas adiciones de formas septentrionales, en las capas de Gondwana, al Sur de ambos continentes; d) la flora de Thinnfeldia en la parte alta de esas mismas capas, en El Cabo y en Argentina; e) la fauna neocomiense (uitenhaguiense) en el Sur de la provincia del Cabo y en el Noroeste de Neuquén, en Argentina; f) la facies nórdica o mediterránea del Cretácico y el Terciario al Norte del Trópico de Capricornio, y g) la facies suratlántica-antártica del Eoceno de Patagonia (formación San Jorge).

»Por último, y como punto número 15, tenemos los contornos geográficos de África y Suramérica, asombrosamente parecidos no sólo en general, sino también en los detalles; y además, excepto en el Norte, la orla de sedimentos terciarios tiene pequeña extensión, y por ello menor importancia.»

[...] Du Troit considera, con razón, que el hecho de que las islas Malvinas, a pesar de elevarse en la plataforma patagónica, no muestran ningún parentesco con Patagonia y sí con Suráfrica, constituye un apoyo especial para la teoría movilista.

[...] Como ya señaló antes, a base de los datos paleontológicos y biológicos debe concluirse que los intercambios de fauna y flora entre Suramérica y África cesaron entre el Cretácico Inferior y Medio. No por ello se entra en contradicción con la suposición de Passarge que la fractura entre Suráfrica y Suramérica ya estaba formada en el Jurásico, pues la ruptura se produjo gradualmente a partir del Sur, y, sobre todo, fue precedida largo tiempo por la formación de fosas tectónicas.

En Patagonia, la ruptura tuvo como consecuencia un movimiento continental peculiar, que A. Windhausen describe del siguiente modo: «La nueva revolución comenzó con movimientos regionales de enorme escala, hacia la mitad del Cretácico», y realmente en este momento la llanura patagónica «que era una región de pendiente pronunciada, se convirtió en una depresión generalizada bajo condiciones áridas o semiáridas, cubierta por desiertos de piedra y llanuras de arena».

Prosiguiendo hacia el Norte en la comparación de las costas opuestas del Atlántico, encontramos, en el límite Norte del continente africano, que las montañas del Atlas, cuyo plegamiento tuvo lugar principalmente en el Oligoceno, pero había comenzado ya en el Cretácico, no encuentran continuación en el lado americano.

Fuente: Wegener, Alfred. El origen de los continentes y océanos. Traducción de Francisco Anguita Virella y Juan Carlos Herguera García. Madrid: Ediciones Pirámide, S.A., 1983.

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