Fragmento del articulo publicado
originalmente: Magnussen Saffer, Mariano. (2009). Paleontología en
el Continente Antártico. Paleo, Boletín Paleontológico. Año
7. 37: 28-32.
La Antártida o Antartica,
cuarto continente más grande del mundo, situado casi en su totalidad
al sur de los 66°30’ latitud S (el círculo polar antártico), que
rodea al polo sur. En general, su forma es circular con un largo
brazo —la península Antártica—, que se prolonga hacia América del
Sur, y dos grandes escotaduras, los mares de Ross y Weddell y sus
plataformas de hielo. Su extensión total es de aproximadamente 14,2
millones de km2 en verano. Durante el invierno, la Antártida dobla
su tamaño a causa de la gran cantidad de hielo marino que se forma
en su periferia. El verdadero límite de la Antártida no es el
litoral del continente en sí mismo, sino la Convergencia Antártica,
que es una zona claramente definida en el extremo sur de los océanos
Atlántico, Índico y Pacífico, entre los 48° y los 60° latitud S. En
este punto, las corrientes frías que fluyen hacia el Norte desde la
Antártida se mezclan con corrientes más cálidas en dirección Sur. La
Convergencia Antártica marca una clara diferencia física en los
océanos. Por estas razones el agua que rodea al continente antártico
se considera un océano en sí mismo, a menudo llamado océano Glacial
Antártico o Meridional.
Más del 95% de la
Antártida está cubierto de hielo, que contiene cerca del 90% de toda
el agua dulce del mundo. Debido a esta gruesa capa de hielo, es el
más alto de todos los continentes, con una elevación media de unos
2.300 m. El punto más elevado del continente es el macizo Vinson
(5.140 m); el más bajo parece ser la fosa subglaciar de Bentley (a
2.499 m bajo el nivel del mar), al oeste de la Antártida. Esta fosa
está cubierta por más de 3.000 metros de hielo y nieve. Es posible
que existan puntos aún más bajos, pero todavía no han sido
descubiertos.
Siete países (Argentina, Australia, Chile, Francia, Gran Bretaña,
Nueva Zelanda y Noruega) reivindican la soberanía de ciertos
territorios de la Antártida, pero desde el Tratado Antártico de 1961
estas demandas han sido abandonadas en favor de la cooperación
internacional en las investigaciones científicas.
La Antártida fue la parte central de un antiguo continente, Gondwana.
Cuando Gondwana se separó a finales del mesozoico y principios del
cenozoico (hace unos 100 millones de años) para formar los
continentes del hemisferio sur, la Antártida derivó desde la zona
tropical hasta su actual posición polar.
La Antártida consta de
dos importantes zonas geológicas. La más grande de las dos, la
Antártida oriental, se extiende en su mayoría por el hemisferio
este. Es probablemente un escudo precámbrico cubierto por miles de
metros de hielo. La era precámbrica transcurrió desde hace 570
millones hasta hace 400 millones de años. La Antártida occidental,
casi totalmente dentro del hemisferio oeste, parece ser una
continuación de la cordillera de los Andes; glaciólogos y geólogos
especulan con la posibilidad de que la Antártida occidental se
convirtiera en un archipiélago en caso de que la capa de hielo se
retirara.
Las dos zonas de la Antártida están separadas por los montes
Trasantárticos, una elevada zona montañosa que se extiende por todo
el continente, aunque algunas partes están enterradas bajo la capa
de hielo.
En el interior de estas
montañas existen depósitos de carbón y restos fósiles
relacionados con el originario clima tropical. La Antártida oriental, un escudo
precámbrico geológicamente estable, está cubierta de
depósitos sedimentarios e ígneos. La estructura geológica de
la Antártida occidental se conoce peor, pero al menos
existen dos volcanes activos en el área, el más alto de los
dos es el monte Erebus (3.794 m). Los suelos antárticos se
clasifican como suelos secos de desierto polar, y se
encuentran en varios valles en desglaciación (sin hielo) u
oasis y en partes del norte de la península Antártica.
Durante los últimos años
se han realizado numerosos descubrimientos Paleontológicos en la
Isla James Ross pertenecientes al Sector Antártico Argentino, cuyas
expediciones fueron apoyadas por la colaboración destacada de los
geólogos del Instituto Antártico Argentino, como así también, en
otros sectores del continente blanco. En una de las penínsulas de
la Isla James Ross y conocida como "El Morro" se
realizaron numerosos estudios y se proyectan otros, cuya área de
observación se encuentra a 50 kilómetros de la Base Marambio.
Características
Ambientales y Climáticas del pasado del Sector Antártico.
Hasta los años 80,
Australia había producido pocos dinosaurios, y no había venido
ninguno de Nueva Zelanda o Antártida. Había varias explicaciones
para que las rocas portadoras de fósiles fueran difíciles de
encontrar. Las llanuras y las erosiones destruyen muchos fósiles
mesozoicos en Australia, las rocas volcánicas ocupan gran parte de
Nueva Zelanda, y una inmensa placa de hielo cubre la Antártida.
Todavía no sabemos cómo los dinosaurios habitaron estas tres
partes de Pangea, teniendo en cuenta que el continente estaba
dividido en once partes.
La evidencia
fósil que explica el congelamiento de la Antártica.
Científicos de la Universidad James Cook y del Instituto de
Ciencia Marina, de Australia, afirman que el cambio climático puede
estar causando que los peces de arrecife se pierdan y sean incapaces de
regresar a las áreas de desove, lo que tendría graves consecuencias para
la supervivencia de esos ecosistemas.
Evidencia fósil de un
enfriamiento de los océanos hace 35 millones de años podría haber
resuelto el misterio sobre cómo la Antártida se congeló en uno de los
mayores cambios climáticos en la historia de la Tierra, dijeron los
científicos.
Las señales fósiles de
una caída de 2.5 grados Celsius en las temperaturas oceánicas,
suficiente para provocar la formación de la capa de hielo de la
Antártida, también podrían ayudar a entender si el continente se
derretirá por el calentamiento global moderno. Un derretimiento total de
la Antártida aumentaría el nivel del mar en aproximadamente 57 metros a
lo largo de miles de años. Inclusive uno menor podría amenazar ciudades
costeras, desde Nueva York a Shangai, así como a islas de poca altura.
“La nueva evidencia
podría ayudar a resolver el misterio de por qué la Antártida se
congeló”, precisó la Universidad de Cardiff sobre un estudio de
científicos en Gales y Estados Unidos, publicado por la revista
Geology,de la Geological Society of America. “Ahora
entendemos mejor el sistema. Algunos otros registros sugieren que
inclusive hubo un calentamiento en ese momento, lo cual era realmente
confuso”, dijo Caroline Lear, investigadora de la universidad y autora
del estudio.
El estudio, sobre
animales fosilizados del tamaño de una cabeza de alfiler, conocidos como
foraminíferas y hallados en lodo en Tanzania, mostró que los océanos se
enfriaron hace 35 millones de años, quizás después de cambios en la
órbita de la Tierra alrededor del Sol.
En temperaturas
más frías los caparazones de las foraníferas contienen menos
magnesio que en aguas más cálidas. Los sedimentos habían sido
originalmente parte del océano Índico.
La nueva
evidencia podría reforzar los modelos climáticos modernos que
han luchado por explicar el antiguo comportamiento de las capas
de hielo. “Ahora podemos tener más confianza en lo que los
modelos climáticos predicen”, comentó Lear.
Los registros indican
que el hielo de la Antártida se formó cuando los niveles de
concentración de dióxido de carbono (CO2), producido
naturalmente por organismos vivos, y ahora el principal gas de efecto
invernadero industrial moderno, eran aproximadamente el doble de los
actuales en la atmósfera.
“Pero no se puede
simplemente decir que si los niveles de CO2 llegan al doble
de donde están hoy, la capa de hielo antártica se derretirá”, dijo.
Agregó que el vasto bloque de hielo actúa como un congelador que
ralentiza el derretimiento.
El nivel del mar está
destinado a bajar dentro de millones de años, lo que hace que el actual
ascenso, debido al cambio climático, sea una breve interrupción de una
antigua tendencia geológica, explicaron científicos. Los investigadores
señalaron que los océanos se hacen cada vez más profundos y que el nivel
del mar cayó unos 170 metros desde el periodo cretácico, hace unos 80
millones de años, durante la era de los dinosaurios. Anteriormente, esta
poco comprendida caída había sido estimada entre 40 y 250 metros.
“El fondo del océano se
volvió más viejo en promedio y se hundió, por lo que el nivel del mar
también descendió”, dijo Bernard Steinberger, del Geological Survey, de
Noruega, y uno de los cinco autores de un informe publicado en la
revista Science. “La tendencia
continuará”, aseguró. Un modelo por computadora basado en los mejorados
entendimientos de los cambios de tamaño en las placas tectónicas de los
continentes en la corteza terrestre prevé que el fondo del océano se
hará más profundo, por lo que el nivel del mar descenderá 120 metros a
lo largo de 80 millones de años.
Si los niveles del mar
bajaran de esta forma, Rusia estaría conectada con Alaska por tierra en
lo que ahora constituye el estrecho de Bering, Gran Bretaña sería parte
de Europa continental y Australia y Papua serían parte de la misma masa
de tierra.
El nivel del mar no
aumentará
El estudio ayuda a
comprender el funcionamiento del nivel del mar, mostrando cómo la
geología ha jugado un papel importante junto a las eras glaciales, que
pueden succionar vastas cantidades de agua desde el océano hasta la
tierra.
“Si los seres humanos
todavía existimos en 10, 20 o 50 millones de años, sin considerar la
forma en que las capas de hielo se derriten y decrecen, en el largo
plazo (...) el nivel del mar descenderá, no aumentará”, dijo el director
del estudio, Dietmar Muller, perteneciente a la Universidad de Sidney.
Según el estudio, la
caída sería de 0.015 centímetros por siglo, algo irrelevante cuando la
Organización de las Naciones Unidas estima que el nivel del mar
aumentará entre 18 y 59 centímetros para el año 2100, debido al
calentamiento global provocado por la utilización de combustibles
fósiles.
“Comparado con lo que
se espera debido al cambio climático, este descenso será
insignificante”, dijo Steinberger.
Fuente: Paleo - Boletín
Paleontológico.
Paleofauna del
Sector Antártico Argentino.
La Antártida
estaba poblada por dinosaurios, pero la mayor parte del continente
está cubierta de hielo, lo que dificulta las excavaciones.
El Primer Hallazgo.
Eoceno. Sergio
Vizcaíno, Alfredo Carlini y Marcelo Reguero, del Museo de La
Plata, fueron los primeros investigadores argentinos que
describieron un mamífero fósil continental proveniente de la
Antártida. El fósil era un fragmento mandibular de un marsupial
emparentado con las comadrejas, hallado en 1987 en sedimentos
marinos del Eoceno tardío de la isla Vicecomodoro Marambio. Este
animal vivió en este continente con climas mas calidos que los
actuales. Su cadáver cayo o fue arrastrado por la marea y sus
restos se depositaron en sedimentos marinos - continentales.
Aspecto del
pequeño marsupial antártico.
Vegavis iaai.
Clarke et al. 2005
Cretácico.
Los patos, gansos y cisnes que vemos en la
actualidad están emparentados con miembros del linaje de las aves
que coexistieron con dinosaurios no avianos, según un estudio
desarrollado por investigadores argentinos y estadounidenses.
El hallazgo se produjo a partir del análisis
de un esqueleto parcial de 71 millones de años perteneciente a un
ejemplar macho y adulto llamado Vegavis iaai, encontrado en 1992 en
la Isla Vega, en la Antártida."Este trabajo constituye la evidencia fósil
definitiva de que existían aves pertenecientes a linajes actuales en
el Cretácico", explicó la investigadora argentina Claudia Tambussi,
una de las autoras del estudio.
Aspecto de pato
Cretácico de la Antartida.
Hadrosauridae.
Cope, 1870.
Cretácico.
Una expedición
dirigida por Jim Martin, del Museo Geológico de Dakota del Sur, en
Estados Unidos, encontró los restos de un Hadrosaurio de constitución
similar a la de un pato en las remotas islas de Vega y Seymour,
también cerca de la punta sur de Sudamérica a principios de 1998.
Los fósiles de dinosaurios de esta
parte de la Antártida siempre serán relativamente raros porque las
rocas se depositaron en una zona marítima de poca profundidad.
Añadió que el hallazgo del
Hadrosaurio fue la "primera prueba concreta" de que
Argentina y la Antártida estaban conectadas durante la época de
los dinosaurios.
Aspecto que
presentaría el Hadrosaurio hallado en la Antartida.
Reconstrucción en escala natural del Museo Paleontológico del
Comahue, Neuquén.
Ornithischia.
Seeley,1888.
Cretácico.
En
febrero de 1998, dos geólogos del Instituto Antártico Argentino
(Juan Manuel Lilio y Hector Nuñez) viajaron hasta la Península El
Morro, en la Isla James Ross, a unos 50 kilómetros de la Base
Marambio, en el Sector Antártico Argentino.
Hace 74 millones de años, cuando este dinosaurio vivía, la
Antártida tenía una temperatura promedio de 10 grados, las gruesas
capas de hielo que hoy cubren gran parte de su superficie no existían
y las lluvias eran abundantes, lo que permitía la proliferación
de una abundante vegetación.
Las aguas que bañaban las costas de este continente era
relativamente cálidas y los vientos apacibles.
En febrero de 1999, los dos geólogos regresaron al lugar del
hallazgo junto al técnico en paleontología Marcelo Isasi. De
ambas exploraciones (1998 y 1999) resultó gran parte de una
extremidad posterior derecha: parte del fémur, tibia, fíbula y
tarso.
Mientras exploraban la región, con una temperatura de 2 grados bajo
cero y vientos de 5 kilómetros por hora, los geólogos dieron con
unos peculiares restos fósiles.
De regreso en Buenos Aires los huesos fueron examinados por el Dr.
Fernando Novas, del Museo Argentino de Ciencias Naturales
"Bernardino Rivadavia" y se determinó que pertenecían a un
dinosaurio ornitisquio.
Reconstrucción del ornitisquio
hallado a pocos kilómetros de Base Marambio, en el Sector
Antártico Argentino. Vivió durante el Cretácico, hace 70
millones de años.
Morrosaurus antarcticus.Rozadilla et al., 2015.
Cretácico. El nombre de la especie se refiere a la Antártida. Su nombre
fue mencionado en 2015 en la versión electrónica de la publicación
Cretaceous Research. Los restos provienen de una pata trasera
derecha, que incluyen la parte superior del fémur, el extremo inferior
del fémur, la parte superior de la tibia, la parte inferior de la tibia,
la parte superior de la mitad del pie, la parte inferior del pie medio y
la parte superior de la primera articulación de la tercera dedo del pie.
No se puede determinar, sin embargo, si el propio Morrosaurus
poseía estas características debido a sus restos limitados. La
existencia de dicho clado podría indicar que Patagonia, la Antártida y
Australia compartían el mismo tipo de fauna. La relaciones filogenéticas
exactas dentro de este clado no pudieron ser identificadas, exceptuando
a Gasparinisauraque resultó siendo el miembro más basal
del grupo.
Paleoreconstruccion de Morrosaurus antarcticus por Sebastián Rozadilla.
Anquylosauria.
Orborn, 1923.
Cretácico.
En 1986 un grupo
de científicos Argentinos encontraron en el hemisferio sur el
primer dinosaurio acorazado Anquilosáurido, hasta entonces
desconocido en toda la región. Los anquilosaurios del Cretácico más
comunes fueron los del Cretácico Tardío de Norteamérica, aunque
también hay algunos hallazgos excepcionales en el Cretácico Temprano
de Europa y Asia.
Todos los ankylosaurios eran
vegetarianos y tenían una armadura de espinas, protuberancias y
picos en la espalda. La armadura estaba hecha de piezas de hueso que
crecían bajo la piel y formaban un duro cascarón sobre la espalda y
cuello, lo que probablemente protegía al anquilosaurio de los
dientes de los carnívoros. Con el tiempo, esas placas óseas
sencillas se hicieron más grandes en algunos dinosaurios, formando
grandes espinas o nudos.
Aspecto que
presentaría en vida el Anquilosáurido hallado en la
Antártida Argentina. Por Tuomas Koivurinne y Sergio Perez.
Hipsilophodontidae.
Dollo, 1882.
Cretácico.
En 1989 unos científicos británicos
anunciaron un fósil de hipsilofodóntido. Ambos procedían de rocas
del Cretácico superior de la Isla James Ross de la península antártica.
Se trata de un herbívoro de
tamaño medio y abre la discusión respecto a la separación
continental y la migración de la paleofauna Mesozoica.
Hipsilofodonte
procedente de la Antartida Argentina.
Mosasauridae.
Gervais, 1853.
Cretácico.
Fueron
unos exitosos animales que se alimentaban de peces y grandes
Anmonites. Tenían una diversificación muy importante en los mares
del Cretácico tardío, época en que otros reptiles estaban en
decadencia, como los Plesiosaurios y los Ictiosaurios. El tamaño de
estos ejemplares varían de 9 a 15 metros de largo. Su cuerpo era
delgado con una cola ancha y plana que usaba para impulsarse al
nadar, ya que sus extremidades se habían transformado en aletas.
Sus mandíbulas presentaban dientes cónicos y muy afilados.
Reconstrucción en vivo del
Mosaurio hallado en el sector Antártico Argentino.
Lakumasaurus
antarcticus.
Novas et al., 2002.
Cretácico. Es un género fósil, un Mosasaurio que vivió en el
Cretácico superior. Fue descubierto junto a Antartopelta,
siendo uno de los pocos animales descubiertos en la Antártida como
fósiles. Es un ejemplar muy especial de la familia Mosasauridae
debido a que fue encontrado en una región en donde por lo general no
acostumbraban a habitar, ya que la mayoría de estos reptiles han sido
encontrados en latitudes mayores como América del Norte y África,
respectivamente. Al parecer, vivió en una zona de la Antártida que se
inundaba la mayor parte del año en ese tiempo, debido al clima tropical
que existía en esa región del mundo, se encontraba bajo el nivel del
mar; si no hubiera sido por esas condiciones, probablemente no hubiera
sido capaz de sobrevivir debido a su anatomía. Descubierto en el 2002
por Novas et al. en la isla de Ross, en el 2007 se revisa el género por
James E. Martin y Marta Fernández pasando a ser considerado una
sinonimia de Taniwhasaurus.
Reconstrucción en vivo
de Carlos Papolio.
Vegasaurus molyi.O’Gorman et al.,
2015.
Cretácico. Se conoce únicamente
el esqueleto postcraneal bien conservado casi completo (que carecen de la punta
de la cola) alojado en el Museo de La Plata. La extracción de este ejemplar
representó una gran dificultad e implicó décadas de trabajo. De hecho, un equipo
de geólogos encabezado por Eduardo Olivero avistó una de sus aletas anteriores
en el año 1989 y, recién en el año 1993, se pudo realizar la primera campaña
paleontológica de rescate. Luego, en 1999, se continuó con la expedición, que
recién pudo ser finalizada en el 2005. Desde entonces, comenzó el estudio de los
fósiles hasta la reciente publicación que demuestra que se trata de una nueva
especie. Los elementos incluyen todo el cuello con 54 vértebras cervicales
completa, tres vértebras pectorales, 17 espalda vértebras, tres vértebras
sacras, la parte delantera y vértebras de la cola media, pectorales y pélvicas
fajas, miembros anteriores y posteriores, las costillas, y 45 gastrolitos
asociados con la región dorsal. Fue descubierto en 1989, por Eduardo Olivero,
Daniel Martinioni, Francisco Mejillón y Jorge Lusky, en el Cabo de Cordero de
Vega Isla en el borde de la Península Antártica de James Archipiélago Ross
(parte más septentrional de la Antártida). Las excavaciones toman asiento
durante tres expediciones antárticas de verano en 1993, 1999 y 2005. Se recogió
de un área de 3 metros cuadrados en un estado semi-articulado, en localidad "Assemblage
10", que pertenece a la sección media del Cabo Cordero Miembro de la Formación
de la isla Snow Hill, que data del Cretácico, hace aproximadamente 72 millones
de años.
Aspecto de un Plesiosaurio.
(*).
Plesiosauria.
De Blainville, 1835.
Cretácico.
Se trata de un reptil marino carnívoro de 150
millones de años de antigüedad que superaba los seis metros
de longitud. Fue descubierto en la Península Antártica, en
un nuevo yacimiento paleontológico ubicado 113 kilómetros al
sudoeste de la Base Marambio, y dado a conocer en diciembre
de 2017.
El paleontólogo José Patricio O’Gorman,
investigador del Museo de la Plata (MLP) y del CONICET,
comentó que “este registro de plesiosaurio es 80 millones de
años más antiguo que lo que se tenía conocimiento para la
Antártida”.
“Fue la primera campaña paleontológica que
realizamos en este afloramiento que es como un mar congelado
de 150 millones de años en un excelente estado de
conservación”, destacó el autor principal del estudio que
fue aceptado para ser publicado en la revista científica
Comptes Rendus Palevol".
La doctora Soledad Gouiric Cavalli,
especialista del MLP y del CONICET en el estudio de peces
del Jurásico, indicó a la
Agencia CTyS-UNLaM que “al caminar por el
yacimiento se encuentra una gran diversidad de peces,
amonites, algunos bivalvos, pero no esperábamos encontrar un
plesiosaurio de tal antigüedad; fue sorprendente”.
Hallazgo del primer
Plesiosaurio del Jurasico de la Antártica Argentina.
Iguanodontia.
Dollo, 1888.
Cretácico.
Los fósiles de un nuevo
dinosaurio nómade adaptado al clima templado fueron desenterrados
de una isla de la Antártida cercana al extremo austral de Sudamérica,
y aunque todavía no se han podido estudiar con profundidad, los
expertos ya lo consideran un raro hallazgo.
Los huesos de la
pierna y otro del muslo de un herbívoro bípedo de cuatro metros de
longitud se encontraron en febrero en la playa rocosa de la Isla
James Ross, 50 kilómetros al sur de la base Argentina de Marambio
en la punta sur de la península Antártica.
Todavía expectantes
respecto a los hallazgos, dos geólogos del Instituto Antártico
Argentino mostraron los huesos fosilizados que tienen 74 millones de
años a Fernando Novas, un paleontólogo del Museo Argentino de
Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires.
"Este era un
tipo de dinosaurio todavía desconocido. Ahora se han descubierto
cinco especies de dinosaurios en la Antártida".
El descubrimiento
muestra que los dinosaurios podrían haberse adaptado a diferentes
tipos de climas, tales como el clima antártico de aquella época,
en que la temperatura del agua oscilaba entre los 10 y los 12
grados.
Reconstrucción
en vivo del Iguanodonte descubierto en el Sector Antártico
Argentino.
Pachydiscus bruneti.
Maury 1930.
Cretácico.
Son unos de los fósiles mas populares de la Era Mesozoica. Se tratan
de moluscos marinos evolucionados de conchilla univalva constituida por
cámaras. En vida se los podían ver sobresaliendo de sus corazas y se
parecían a los pulpos, con largos tentáculos que posibilitaban sus
movimientos y obtener su comida. Los había de todos los tamaños y
formas, desde muy pequeños hasta de 1.70 metros de diámetros. Eran muy
abundantes al igual que los peces y seguro que fueron el alimento
principal de los grandes reptiles marinos como los Plesiosaurios o los
Ictiosaurios.
Científicos
argentinos de Tierra del Fuego encontraron un grupo de amonites gigantes
en un acantilado de la Antártida, destacado hallazgo a nivel
internacional por el tamaño y la cantidad de los moluscos fósiles
descubiertos. Se trata de un grupo de más de 15 amonites extinguidos
hace 75 millones de años, que son moluscos fósiles
del grupo los cefalópodos, con concha externa en espiral, parientes
lejanos de los actuales pulpos y calamares.
Los fósiles pesan más de 100 kilos cada uno, con sumo
cuidado fueron transportados en helicóptero a la Base
Argentina Marambio en el sector
antártico, y desde allí en un avión Hércules hasta Río Gallegos.
Ejemplar de
Pachydiscus,
hallado en la Antartida Argentina.
(*)
Diplomoceras notabile.
Whiteaves 1903.
Cretácico.
Es un género de diplomoceratid ammonite incluido en
el orden Ammonitida. Se han encontrado fósiles de especies
dentro de este género en los sedimentos del Cretácico (89 a
66 millones de años atrás). La especie tipo,
Diplomoceras cylundraceum, fue nombrada en 1816 como
Baculites cylindraceum y fue renombrada en
1900.Gracias a estas características, medibles en las
conchas fósiles, se puede determinar si se trataba de buenos
o malos nadadores, lo que los restringe a un medio marino
determinado: los malos nadadores vivirían principalmente en
los fondos marinos y cerca de la costa, mientras que los
buenos nadadores vivirían en mar abierto. Entre otros
lugares, se han encontrado muestras muy interesantes en el
sector Antártico Argentino.
Aspecto en vida de
Diplomoceras notabile (*).
Antarcticeramus rabotensis.
Crame and Luther. 1997.
Cretácico. Fue una forma inisualmente gigante de
molusco bivalvo extinto (pelecípodo) procedente del cratacico superior
(70 millones de años) de Grupo Marambio, James Ross, Antártida
Argentina. Se les encuentraban en vida, enterrados en fondos blandos (infauna),
como habitantes fijos de superficies y estructuras rígidas o libres
sobre los fondos epifauna. Carecen de cabeza diferenciada y de
tentáculos. No tienen maxilas ni rádula. La boca presenta palpos
labiales carnosos. Respiran mediante uno o dos pares de branquias,
generalmente laminares.
Antarcticeramus rabotensis,
del Cretácico de la Antártica. Posición de descanso en vida.
Conflicto antarcticus.Tambussi, C. et al. 2019.
Paleoceno. Científicos
estudiaron un fósil antártico que permite conjeturar que este tipo
de boca apareció evolutivamente temprano en las aves Anseriformes. En el año
2007, investigadores del Instituto Antártico Argentino encontraron
en la isla Marambio, al Noreste de la Península Antártica, el
esqueleto casi completo de una nueva especie de ave que vivió hace
65 millones de años durante el Paleógeno Temprano. Luego de varios
años de preparación y estudio del fósil, el hallazgo
fue presentado en Zoological Journal of the Linnean Society.
El estudio determinó que el fósil analizado pertenece a un nuevo
género y especie basal de Anseriformes (patos, cisnes y gansos) de
una familia aún indeterminada. Se lo denominó Conflicto
antarcticus en virtud de la conflictiva posición filogenética,
debido a que sus características son diferentes a las de otras aves
conocidas.
Conflicto
antarcticus. Reconstrucción en vida. Por H. Santiago Druetta.
Cetorhinus sp.
Gunnerus, 1765.
Eoceno.
En 1998 se dio a conocer el hallazgo de un
resto fósil perteneciente a un "escualo"
emparentado con el gigantesco tiburón
Peregrino actual. El mismo vivió en los
mares antárticos entre 30 y 45 millones de
años antes del presente. Este ejemplar es el
mas antiguo del mundo, ya que los descriptos
anteriormente fueron hallados en depósitos
de 30 millones de años en el terciario
Europeo. El hallazgo de tiburones en este
sector del hemisferio sur, demuestra que las
temperaturas oceánicas eran
considerablemente mayores que las actuales.
Es posible que su tamaño fuera mayor a 10
metros de largo. Su dieta estaba constituida
principalmente por pequeños crustáceos que
quedaban atrapados en las hileras de espinas
branquiales, sobre todo los organismos
planctónicos. El fósil procede de una secuencia de
estratos que los geólogos llaman "Formación La Meseta",
en la parte norte de
la isla Seymour, en la Antártida.
Aspecto del
género Cetorhinus sp.(*)
Antarctoboenus carlinii.
Cenizo,
et al, 2016.
Eoceno.
Representa
el miembro más antiguo de este linaje de
rapaces, duplicando en edad a los restos de
mayor antigüedad que se conocían hasta el
momento. Este descubrimiento confirma
que los falcónidos se originaron en algún
lugar del hemisferio sur entre América del
Sur y la Península Antártica, algo que ya
anticipaban los estudios evolutivos basados
en datos genéticos obtenidos de las especies
vivientes. La edad del Antarctoboenus
carliniiofrece un nuevo punto de
calibración a los relojes moleculares que
permiten inferir los momentos del tiempo
geológico en que los principales linajes de
aves divergieron unos de otros. El nombre
genérico del nuevo espécimen significa
“caminante antártico” y fue nominando en
honor al querido y siempre recordado Dr.
Alejandro Carlini, líder por casi 25 años
del Programa de Mamíferos Marinos del
Instituto Antártico Argentino y uno de los
investigadores argentinos más destacados en
el conocimiento de los ecosistemas
antárticos.
Posible aspecto del primitivo
Halcón del Eoceno del sector antártico Argentino.(*)
Spheniscidae.
Bonaparte, 1831
Eoceno.
Es el más alto y corpulento que han
encontrado hasta ahora. Paleontólogos
argentinos descubrieron en la Antártida restos fósiles de un ejemplar de
dos metros de altura, el más grande del que
se tiene noticias.
La paleontóloga Carolina Acosta,
investigadora del Museo de La Plata, explicó
que "los cálculos realizados indican que se
trata del pingüino más grande que se conoce
hasta el momento, en cuanto a altura y masa
corporal".
Hasta ahora, la especie de mayor tamaño que
se conocía era la del pingüino Emperador que
alcanza los 1,20 metros y unos 38 kilos.
Todos los Pinguinos se encuentran dentro del
Orden Sphenisciformes, caracterizados por
ser aves marinas no voladoras.
El descubrimiento fue realizado por
Marcelo Reguero, director de la
campaña paleontológica del Instituto
Antártico argentino. Y fue posible
debido al hallazgo, por primera vez
en la Antártida, de un esqueleto
articulado del animal, lo que
permitió obtener mayor información
sobre su anatomía y sobre cómo se
desplazaba.
Aspecto de
Sphenisciforme en estudio.
Imagen prensa.
Phorusrhacidae.
Ameghino, 1889.
Eoceno.
Se le perdonarían los términos
“pájaros no voladores” y “Antártida”, que evocan imágenes de
pequeños pingüinos felices contoneándose sobre el hielo. Pero con
nuevas investigaciones en mano, permítanos retroceder hace 50
millones de años para descubrir una criatura mucho más aterradora
que acecha en el continente entonces más cálido: las aves del
terror. La Dra. Carolina Acosta
Hospitaleche y su equipo estaban excavando en la Formación La
Meseta, un depósito de sedimentos del Eoceno en la Isla Seymour,
Antártida, cuando el investigador encontró algo inusual.
En las comunidades antárticas
faltaban grandes depredadores continentales. Entre las aves sólo
conocíamos una rapaz diurna y pequeños marsupiales
insectívoros. Hasta ahora nunca habíamos encontrado un carnívoro
grande. En lugar de la
gran cantidad de fósiles de pequeños mamíferos que se encuentran a
menudo en la isla, el investigador había descubierto dos garras
fosilizadas de 8 centímetros de largo (3 pulgadas), sospechando que
pertenecían a un animal grande y no volador conocido como pájaro
del terror. Este título normalmente se otorga a
aves de la extinta familia Phorusrhacidae, cuyos miembros a
menudo se considera que eran carnívoros rápidos y activos.
Leptochiton sp.
Gray, 1847.
Eoceno.
Es un género del primer molusco poliplacóforo fósil registrado en la
Antártida, en la Formación La Meseta, en la isla Marambio. Este pequeño
ejemplar de excelente preservación está totalmente articulado con sus
ocho valvas imbricadas y es similar a especies actuales australes de
América del Sur y Antártida, como Leptochiton medinae. Es
un ejemplar de excelente preservación, totalmente articulado, adherido a
una valva ventral de braquiópodo, con sus ocho valvas imbricadas y
asociado con abundantes briozoarios, braquiópodos, serpúlidos,
crinoideos y escasos bivalvos y asteroideos. La anatomía de los
poliplacóforos aparece simplificada respecto a otros moluscos. Tienen
una cabeza indiscernible carente de tentáculos y de ojos. En ella se
abre la boca, dotada de una rádula cubierta por filas de dientecillos.
En la superficie inferior se encuentra el pie musculado por cuyos
movimientos se deslizan lentamente. La mayoría de estos moluscos
son herbívoros ramoneadores de algas. Habitan sustratos rocosos en la
línea de la costa, incluida la zona intermareal, con una ecología
semejante a la de las lapas, aunque también se conocen especies de aguas
profundas, sobre todo en las latitudes más frías. El ejemplar depositado
en las colecciones paleontológicas del Centro Austral de Investigaciones
Científicas.
Leptochiton sp. hallado en el Eoceno de la Antártica
Argentina. Tomado de los autores.
Anthropornis nordenskjoldi.
Wiman, 1905.
Oligoceno.
Es una especie fósil hallada en la isla Marambio (Seymour), Antártida, por la
célebre expedición de Otto Nordenskjöld en 1903, en la cual
también participó el argentino José M. Sobral. En la actualidad la
isla Marambio, situada en el extremo norte de la península
Antártica, se encuentra separada del continente americano por el
pasaje de Drake, y aproximadamente a unos 1.200 km de distancia de
Tierra del Fuego. Sin embargo, hace unos 40 millones de años, edad
del material fósil fueguino, el pasaje de Drake no existía y la
península Antártica estaba físicamente conectada al extremo austral
de América del Sur. El hallazgo en Tierra del Fuego de pingüinos
fósiles de edad semejante a la del material de la isla Marambio en
Antártida es consistente con esta antigua geografía y apoya otras
evidencias climáticas del pasado, por ejemplares el marcado
incremento en la abundancia de polen de Nothofagus y
las señales isotópicas en conchillas marinas, que indican el
comienzo de una larga y continua tendencia de enfriamiento de las
aguas oceánicas australes hacia los 40 millones de años.
Aspecto del primitivo pingüino
Anthropornis nordenskjoldi del Oligoceno del sur Patagonico.
(*)
Notiolofos regueroi.
Gelfo et al. 2017.
Eoceno.
Tenía el
tamaño semejante a una oveja. Paleontólogos argentinos realizaron el
hallazgo en la Isla Marambio, al este de la Península Antártica.
Pertenece al grupo de los Litopterna. Notiolofos regueroi
es uno de los primeras especies de este mismo grupo, con una antigüedad
de 50 millones de años aproximadamente”, agregó. Los pocos mamíferos de
la Antártida en la actualidad son cetáceos, como las ballenas, y
pinnípedos como los elefantes marinos, los cuales se nutren y alimentan
en el mar. Pero en el Eoceno, había una conexión terrestre entre
Australia, la Antártida y la Patagonia que permitía un flujo de fauna
terrestre en ambas direcciones. Notiolofos regueroi, que
pesaba entre 25 y 50 kilos, le conocemos un pariente próximo,
Notiolofos arquinotiensis, descripto en el 2006 y que es de su
misma antigüedad, pero que era mucho más grande, porque podía llegar a
pesar hasta 500 kilos. Pero, hacia el final del Eoceno, en un momento
que se conoce como límite Eoceno-Oligoceno, hace unos 30 millones de
años, acontece la formación de los primeros grandes glaciares en la
Antártida.
Aspecto de Notiolofos regueroi. Prensa.
Antarctodonsobrali.
Bond et al., 2011.
Eoceno.
Es un
género extinto de mamífero meridiungulado de principios del Eoceno. Es
un astrapoterio basal que vivió en lo que ahora es la isla Seymour, en
la Península antártica. El holotipo y único espécimen conocido es un
diente aislado que podría ser un cuarto premolar derecho o primer molar,
fue hallado en la formación La Meseta en Cucullaea I Allomember, en el
occidente de la Antártida. Fue nombrado originalmente por Mariano Bond,
Alejandro Kramarz, Ross D. E. MacPhee y Marcelo Reguero en el año 2011 y
la especie tipo es Antarctodon sobrali. La extinción de los
astrapoterios parece estar relacionada con los cambios de clima que
ocurrieron a lo largo del Cenozoico en Sudamérica. A diferencia de otros
grandes herbívoros suramericanos, los astrapoterios nunca desarrollaron
adaptaciones especiales para el consumo de vegetación
fibrosa y de difícil digestión, tales como las gramíneas y
otros pastos.
Posible aspecto de
Antarctodon sobrali.
(*)
Calyptocephalellidae.Reig, 1966.
Eoceno.
El descubrimiento de los primeros anfibios
modernos conocidos en la Antártida proporciona más evidencia de un
clima cálido y templado en la Península Antártica antes de su
separación del supercontinente del sur, Gondwana. Los fósiles, que pertenecen a la familia de
las ranas con casco, se describen en una publicación de la revista Scientific
Reports en la que participa el Instituto Antártico Argentino.
Thomas Mörs y sus colegas descubrieron los
restos fosilizados de un hueso de la cadera y de un cráneo adornado
durante las expediciones a la Isla Seymour, Península Antártica,
entre 2011 y 2013. Los especímenes tienen aproximadamente 40
millones de años y son del período Eoceno, y ambos pertenecen a
familia Calyptocephalellidae , también conocida como ranas con
casco. Hasta la fecha no se han encontrado rastros de anfibios de
sangre fría o reptiles de familias que aún existen en la Antártida.
Aspecto de la rana del Eoceno del Sector
Antartico Argentino. (*):
Carcharias
s.p.
Rafinesque, 1810.
Eoceno.
Se han
recuperados decenas de dientes de seláceos provenientes de sedimentos
eocénicos de la Formación La Meseta, Isla Seymour, Antártida, cuando
esta era mucho más calidad que en la actualidad. Los mismos fueron
recolectados por prospección Antárticas de verano por personal del
Departamento Científico de Paleontología de Vertebrados del Museo de La
Plata. Pero se han hallado fósiles en diversos mares primitivos del
mundo. Habitaba aguas templadas y cálidas, en fondos arenosos, rocosos y
arrecifes. Es una especie de pez cartilaginoso lamniforme de la familia
Lamnidae que en la actualidad se encuentra en las aguas cálidas y
templadas de casi todos los océanos. El estudio del registro
paleontológico indica que la distribución de Carcharias durante el
Mioceno y parte del Plioceno, habría incluido la costa oeste
de Sudamérica (sobre el Pacifico oriental), donde hoy se
encuentra ausente. Seguramente, como sus representantes
actuales, se alimentaría de peces, tortugas, mamíferos
marinos entre otros
Aspecto del
Tiburón Eoceno del genero Carcharias (*).
Pygoscelis
adeliae. Hombron
y Jacquinot, 1841.
Holoceno. El géneroPygoscelisse alimenta fundamentalmente de
plancton, a diferencias del resto de las especies que comen peces.
Restos fósiles de Pygoscelis adeliaede unos 6.400
años de antigüedad, descubierto durante las investigaciones realizadas
en adyacencias de la Base Jubany (caleta Potter, isla 25 de Mayo,
Antártida). La graduación de la escala es en centímetros. Otros
sedimentos de playa marina más jóvenes que los descriptos, se
depositaron hace 4.500 años se hallan ascendidos entre 14-17 m de altura
sobre el nivel del mar, en un sitio próximo al accidente costero
denominado punta Pinguinera. Los mismos también contienen restos de aves
y focas, y documentan el ascenso isostático de la costa que se produjo
como respuesta a la desglaciación progresiva de la isla. Los restos
fósiles descubiertos en estas arenas de playa consisten en huesos de
focas (elefante marinoMirounga sp), huesos y plumas de
pingüinos Adelia (Pygoscelis adeliae) y Papúa (P.
papua) junto a huesos de skúa (Catharacta sp), uno
de los predadores de los pingüinos. Se conocen restos de
Pygoscelis calderensis del Mioceno de Chile.
Aspecto del
Pingüino Pygoscelis adeliae. (*).
Aspectos históricos de las primeras exploraciones y
conquista del Polo Sur.
De 1819 a 1821, una expedición rusa bajo
el mando del oficial naval y explorador Fabian von Bellingshausen
circunnavegó la Antártida y descubrió algunas islas cercanas a la
costa. Probablemente los primeros grupos en avistar el continente
fueron el del cazador de focas estadounidense Nathaniel Palmer y el
de los oficiales navales británicos William Smith y Edward Branfield;
ambos navegaron cerca de la punta de la península Antártica en 1820.
El primer desembarco conocido fue realizado el 7 de febrero de 1821
por otro cazador de focas estadounidense, el capitán de navío John
Davis. En 1823 el ballenero británico James Weddell descubrió el mar
que lleva su nombre y penetró hasta el punto más meridional que
ningún barco hubo alcanzado jamás.
Sin embargo, sólo se concedió el rango de continente a la Antártida
a partir de 1840. Tres expediciones nacionales separadas —una
expedición francesa a cargo de Jules Dumont d’Urville, una
expedición británica al mando de James Ross y una estadounidense
dirigida por el capitán de navío Charles Wilkes— navegaron un trecho
de costa suficiente como para darse cuenta de que la tierra cubierta
de hielo que vieron era realmente una masa continental.
Desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX numerosas
expediciones visitaron la Antártida. Con el estímulo del Congreso
Geográfico Internacional varias naciones enviaron expediciones, como
la belga, dirigida por Adrien de Gerlache; la británica, dirigida
por Robert Scott y Carsten Borchgrevink y la alemana, dirigida por
Erich von Drygalski. Gerlache llevó su expedición, la primera
realmente científica, a la parte del océano Pacífico de la península
Antártica; quedó atrapado en el hielo y pasó el invierno de
1897-1898 allí. La expedición de Borchgrevink desembarcó en 1899 en
cabo Adare y se convirtió en el primer grupo de hombres que pasó un
invierno en tierra. La expedición de Scott en 1901-1904 usó la isla
Ross en el estrecho de McMurdo como base y exploró la plataforma de
hielo de Ross y la Tierra Victoria. Desde 1901 a 1903, Drygalski,
que era geofísico, guió una expedición por la costa del océano
Índico de la Antártida. Scott y Drygalski llevaron globos cautivos y
los utilizaron para la observación aérea de la superficie de la
Antártida. En esa época también hubo expediciones bajo patrocinio
privado: desde Suecia, dirigida por Otto Nordenskjöld; desde
Escocia, dirigida por William Bruce, y desde Francia, dirigida por
Jean Charcot.
La búsqueda del polo sur fue el
propósito dominante en la siguiente serie de expediciones
antárticas. De 1907 a 1909, Ernest Shackleton encabezó una
expedición británica que llegó a 156 kilómetros de distancia del
polo sur antes de verse obligado a regresar por la falta de
provisiones.
Una segunda expedición británica, dirigida por Robert Scott, entró
en escena en 1910, al igual que la expedición noruega comandada por
Roald Amundsen. Con la ayuda de trineos arrastrados por perros,
Amundsen y cuatro miembros de su expedición llegaron al polo sur el
14 de diciembre de 1911. Scott y los cuatro miembros de su equipo
llegaron al polo el 18 de enero de 1912, tras arrastrar sus trineos
durante la parte más difícil de su ruta. Todos los miembros del
grupo de Scott murieron en el viaje de vuelta después de que los
noruegos regresaran a su base con éxito.
Shackleton volvió a la
Antártida en 1914 para intentar cruzar el continente, pero su barco,
el Endurance, quedó atrapado en el hielo y fue aplastado. Shackleton
y sus hombres volvieron a la isla Elephant, después de cruzar los
témpanos de hielo, y finalmente fueron rescatados en agosto de 1916.
Las exploraciones científicas y sistemáticas a largo plazo de la
Antártida comenzaron con el Año Geofísico Internacional (AIG) —del 1
de julio de 1957 al 31 de diciembre de 1958. Doce países
establecieron más de sesenta estaciones científicas en la Antártida
durante el AIG y recorrieron la mayor parte del continente. Cuando
el AIG llegó a su fin, las doce naciones decidieron continuar sus
investigaciones durante el año de Cooperación Geofísica
Internacional.
Los representantes de dichos estados se reunieron en
Washington, Estados Unidos, en 1959 para redactar y firmar el
Tratado de la Antártida, que decidió dedicar el continente austral
por entero a la investigación científica con fines pacíficos; el
acuerdo entró en vigor en 1961, y por él se suspendieron todas las
demandas territoriales. En 1978 se celebró la Convención para la
Conservación de las Focas Antárticas. En 1991, 24 países aprobaron
en Madrid un protocolo al Tratado que prohibía la explotación
petrolífera o de cualquier otro mineral durante al menos 50 años, si
bien no se logró pleno consenso para declarar a la Antártida parque
natural mundial. Y en 1994, ante el peligro que suponía su caza
indiscriminada, se acordó crear un santuario antártico para las
ballenas.
En la Antártida se
han realizado notables investigaciones científicas entre las que
se incluyen estudios de glaciología, meteorología,
geomagnetismo, control del clima mundial, sismología y física
ionosférica. Los océanos ricos en nutrientes que rodean la
Antártida son un importante foco de investigación. Los biólogos
han descubierto que los peces de aguas antárticas tienen un
componente anticongelante en su sangre que les permite soportar
temperaturas bajo cero. Estudios realizados sobre la historia
biológica de pingüinos, focas y krill (una potencial fuente de
alimento mundial) han proporcionado información nueva sobre la
ecología de estas especies.
Estudios de carácter
internacional han mejorado la comprensión de la reproducción del
krill y han permitido a los científicos mejorar sus predicciones
sobre los límites seguros para la recolección de este animal.
Los geólogos han reconocido las zonas de rocas más expuestas del
continente, incrementando el conocimiento sobre las estructuras
geológicas básicas y la historia de la Antártida. Los geólogos
glaciares, que estudian los restos del pasado de los glaciares, han
descubierto que la Antártida contuvo en alguna época mucho más hielo
del que contiene ahora. Los restos fósiles hallados incluyen logros
como el descubrimiento de los primeros restos de mamíferos
encontrados allí, en 1982, y, el hallazgo del primer dinosaurio
fosilizado en 1986. Fósiles de este tipo han proporcionado hasta
ahora una secuencia casi completa de la separación del antiguo
continente Gondwana. Los vulcanólogos han estudiado extensamente el
monte Siple y el volcán en activo del monte Erebus. Los geólogos han
recogido miles de meteoritos (incluyendo unos pocos y raros
fragmentos lunares), apreciados especialmente por haberse preservado
a salvo en el hielo de la acción de los elementos u otros
deterioros.
Incluso la capa de hielo ha sido materia de intenso estudio durante
mucho tiempo. Los glaciólogos de varios países han empleado modernos
métodos de investigación como la radioglaciología para obtener
información sobre el paisaje debajo de la capa de hielo y descubrir
grandes lagos entre el suelo y el fondo del hielo. Los satélites han
sido utilizados para trazar el lento movimiento de la superficie de
hielo.
Los núcleos de hielo de la Antártida dispuestos en hileras,
que incluyen un núcleo completo al fondo de la plataforma de hielo
de Ross y uno a través del hielo de la Antártida occidental en la
estación Byrd, permitieron a científicos franceses, rusos y
estadounidenses trazar los cambios climáticos en el continente a lo
largo de un periodo de miles de años. Los científicos franceses han
colocado radiotransmisores en los icebergs para seguir su movimiento
y representantes de los gobiernos de Arabia Saudí y Australia han
considerado la posibilidad de remolcar icebergs a regiones áridas
necesitadas de agua.
Los científicos también han realizado estudios sobre el
calentamiento global del continente. En 1995 surgió un número
extraordinariamente grande de icebergs, alterando radicalmente las
dimensiones de la placa de hielo.
Los expertos meteorológicos han realizado continuos registros
durante alrededor de veinticinco años que proporcionan datos sobre
la función de la Antártida en el clima mundial. Una de esas
contribuciones ha sido el descubrimiento, observado por primera vez
por científicos británicos en 1985, del llamado ‘agujero en la capa
de ozono’, que se desarrolla cada primavera antártica en la
estratosfera por encima del continente y que desaparece total o
parcialmente al final de la estación. El significado de esta
reducción en la capa de ozono en las cercanías del polo sur continúa
en estudio. Puede ser un fenómeno natural en parte, pero la
evidencia indica que la pérdida de ozono está relacionada con el
problema de la liberación de clorofluorocarbonos a la atmósfera.
Se han hecho grandes descubrimientos acerca del comportamiento de
los virus en un entorno frío y aislado. A menudo durante el
invierno, cuando la Antártica está aislada del mundo exterior, se
realizan experimentos psicológicos y estudios sobre el sueño.
Historia Geológica y Paleontología de la
Antartida.
Hace más
de 170 millones de años, la Antártida formaba parte del supercontinente
Gondwana. Con el tiempo, Gondwana se rompió gradualmente y la Antártida
se formó, como la conocemos hoy en día, hace unos 25 millones de años.
La Antártida no siempre fue fría, seca y con capas de hielo. En varios
puntos de su larga historia, estaba más al norte, experimentaba un clima
tropical o templado, estaba cubierto de bosques y habitada por varias
formas antiguas de vida.
El
supercontinente Pangea incluyendo la placa antártica (en color
rojoanaranjado) antes de que esta se escindiera debido a la deriva
continental o tectónica.
Era
Paleozoica (540–250 Ma).Durante el período Cámbrico, Gondwana
tenía un clima templado. La Antártida Occidental estaba parcialmente en
el hemisferio norte, y durante este período se depositaron grandes
cantidades de arenisca, caliza y
lutita.
La Antártida Oriental estaba en el ecuador, donde los invertebrados del
suelo marino y los trilobites florecieron en los mares tropicales. Al
comienzo del período Devónico (416 Ma), Gondwana estaba en latitudes más
meridionales y el clima era más frío, sin embargo, se tiene conocimiento
de fósiles de plantas terrestres desde ese momento.
La arena y el limo se depositaron en lo que ahora son los montes
Ellsworth, en las montañas Horlick y las montañas Pensacola. La
glaciación comenzó al final del período Devónico (360 Ma), ya
que Gondwana se centró en el Polo Sur y el clima se enfrió,
aunque la flora permaneció. Durante el período Pérmico, la
tierra fue dominada por plantas de semilla como
Glossopteris, un pteridófito que creció en pantanos. Con
el tiempo estos pantanos se convirtieron en depósitos de carbón
en las montañas Transantárticas. Hacia el final del período
Pérmico, el calentamiento continuo llevó a un clima seco,
caliente sobre gran parte de Gondwana
Era
Mesozoica (250—66 Ma). Como resultado del calentamiento continuo, las
capas de hielo polar se derritieron y gran parte de Gondwana se
convirtió en un desierto. En el este de la Antártida, los helechos de
semilla o pteridospermas se hicieron abundantes, y en ese momento se
acumularon grandes cantidades de arenisca y pizarra. Los sinapsidos o
terópsidos, comúnmente conocidos como "reptiles mamiferoides", eran
comunes en la Antártida durante el Triásico Inferior e incluían formas
como listrosaurios. La península Antártica comenzó a formarse durante el
período Jurásico (206-146 Ma), y las islas se levantaron gradualmente
fuera del océano.
Los árboles Ginkgo, las coníferas, los bennettitales, las colas
de caballo, los helechos y las cícadas fueron abundantes durante
ese período.
En la Antártida Occidental, los bosques de coníferas dominaron
todo el período Cretáceo (146-66 Ma), aunque una especie de
fagales se hicieron más prominente hacia el final de este
período.
Los
amonites eran comunes en los mares alrededor de la Antártida, y los
dinosaurios también estaban presentes, aunque sólo tres tipos de
dinosaurios antárticos (Cryolophosaurus y Glacialisaurus,
de la Formación Hanson, y Antarctopelta) se han descrito
hasta la fecha. Fue durante esta era que Gondwana comenzó a romperse.
Sin embargo, hay alguna evidencia de glaciación marina antártica durante
el período Cretáceo.
Separación de Gondwana (160–23 Ma). El enfriamiento de la Antártida
sucedió paso a paso, ya que la propagación continental cambió las
corrientes oceánicas, igualando la temperatura de las corrientes
ecuatoriales longitudinales con las corrientes latitudinales, que
preservaron y acentuaron las diferencias de temperatura en latitud.
África se separó de la Antártida en el Jurásico, alrededor de
160 Ma, seguido por el subcontinente indio en el Cretácico
inferior (aproximadamente 125 Ma). Al final del Cretácico,
alrededor de 66 Ma, la Antártida (entonces conectada a
Australia) aún tenía un clima y flora subtropicales, con una
fauna marsupial En la época del Eoceno, alrededor de 40 Ma
Australia-Nueva Guinea se separaron de la Antártida, de modo que
las corrientes latitudinales pudieron aislar la Antártida de
Australia y el primer hielo empezó a aparecer.
Durante
la extinción Eoceno-Oligoceno hace unos 34 Ma, se ha encontrado que los
niveles de CO2 son de aproximadamente 760 ppm, habiendo disminuido desde
niveles de miles de ppm en épocas anteriores.
Alrededor
de 23 Ma, el pasaje de Drake se abrió entre la Antártida y América del
Sur, dando lugar a la corriente Circumpolar Antártica que aisló
completamente el continente. Los modelos de los cambios sugieren que la
disminución de los niveles de CO2 se hicieron más importantes. El hielo
comenzó a extenderse, reemplazando los bosques que cubrían el
continente.
Período
Neógeno (23–0.05 Ma). Desde hace aproximadamente 15 Ma, el continente ha
sido cubierto principalmente de hielo.
Bibliografía sugerida;
National Satellite, Data, and Information Service.
«National
Geophysical Data Center». Government of the United States.
James Cook, The Journals, edited
by Philip Edwards. Penguin Books, 2003, p. 250.
Smith, Nathan D.; Pol, Diego (2007).
«Anatomy of a basal sauropodomorph dinosaur from the Early
Jurassic Hanson Formation of Antarctica»
. Acta
Palaeontologica Polonica 52 (4): 657-674.
Bornemann, Norris RD, Friedrich O, Beckmann B, Schouten S,
Damsté JS, Vogel J, Hofmann P, Wagner T.,Isotopic evidence for
glaciation during the Cretaceous supergreenhouse. Science.
Hammer, W. R.; Hickerson, W. J. (1994). «A crested theropod
dinosaur from Antarctica». Science 264
(5160): 828-830.
Medio siglo de recuerdos
antárticos: memorias. Pág. 30. Escrito por Oscar Pinochet de la
Barra. Publicado por Editorial Universitaria, 1994
Olivero, E., Gasparini, Z., Rinaldi, C. and Scasso, R (1991).
«First record of dinosaurs in Antarctica (Upper Cretaceous,
James Ross Island): paleogeographical implications». En Thomson,
M.R.A., Crame, J.A. and Thomson, J.W. Geological Evolution of
Antarctica.
Cambridge: Cambridge University Press.
pp. 617-622.
Novas, F.E., A.V. Cambiaso, J.
Lirio, & H. Núñez, 2002, "Paleobiogeografía de los dinosaurios
cretácicos polares de Gondwana", Ameghiniana (Resúmenes) 39(4):
15R
Rodolfo A. Coria, Juan J. Moly,
Marcelo Reguero, Sergio Santillana and Sergio Marenssi (2013).
«A new ornithopod (Dinosauria; Ornithischia) from Antarctica».
Cretaceous Research 41: 186-193.
Sebastián Rozadilla, Federico L.
Agnolin, Fernando E. Novas, Alexis M. Aranciaga Rolando, Matías
J. Motta, Juan M. Lirio & Marcelo P. Isasi, 2016, "A new
ornithopod (Dinosauria, Ornithischia) from the Upper Cretaceous
of Antarctica and its palaeobiogeographical implications",
Cretaceous Research 57: 311–324
Ver mas
bibliografía utilizada para hacer la presente Pagina; AQUÍ.
Ver bibliografía de divulgación sugerida; AQUÍ.
Paleontólogos en la Antártida:
Capítulo 1: Cráneos.
Queres agregar algo o notificar un error? -
PaleoArgentina es un lugar abierto a toda la comunidad
científica, técnica y aficionados.
grupopaleo@gmail.com