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Fósiles del Pleistoceno
de Argentina: |
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El
Periodo/Época Pleistoceno abarca los desde los 2,5 millones de años
hasta los 11,7 mil años antes del presente. Se halla representado por
cuatro edades.

Sedimentos del Pleistoceno de Miramar.
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La edad
"Marplatense" (anteriormente
denominada Uquiense)
se encuentra en un lapso intermedio con el Plioceno, abarca
de los 3,3 a 1,9 millones de años, cuyos afloramientos se
pueden observar en las barrancas costeras entre la ciudad de
Mar del Plata y Miramar. La edad "Ensenadense" corresponde a
sedimentos cuya antigüedad es son de 1,8 millones de años a
700 mil años. La edad "Bonaerense" corresponde a un lapso
entre 700 mil a 130 mil años atrás. La ultima edad del
Pleistoceno es la "Lujanense", con una antigüedad entre 130
mil a 8 mil años, ya ingresando al Periodo Holoceno, época
donde se extinguen las grandes mamíferos y sobreviven los
actuales. Todas las edades ya numeradas están representadas
en las formaciones geológicas entre las localidades de Santa
Clara del Mar y Monte Hermoso, Provincia de Buenos Aires,
Argentina, cuyo registro fosilífero y estratigráfico son
unos de los más importantes del Cenozoico de todo el Mundo.
Durante los últimos 2 millones de años se produjo un
descenso del nivel del mar hasta alcanzar su actual nivel,
después de varios sucesos significativos. En este periodo
vivieron tal vez, las criaturas más grandes y raras de toda
la Era Cenozoica. Pero presenta una paradoja, pues se
extinguen el 96 % de la Megafauna Sudamericana y aquellas de
origen norteamericano, ocurrido en un lapso de tiempo entre
los 12 y 10 mil años. La causa de este fenómeno de extinción
no se conoce a ciencia cierta, pero uno de los sospechosos
es la llegada |
de otra especie
invasora y de caminar bípeda, conocida como Homo
sapiens, quienes pudieron cazar a estos enormes
animales, pero en realidad no hay evidencia de cacerías
abruptas y discriminadas para señalar al hombre como la
mayor amenaza para estos gigantes. Los cambios climáticos
muy marcados pudieron ayudar, ya que hay notable información
de un evento agudo ocurrido entre los 8 y 6 mil años.
Prácticamente, todas las localidades del país poseen
sedimentos del Pleistoceno, aunque algunas son más ricas en
fósiles que otras. <<<
Principales sitios
fosilíferos de Argentina. |
Salvator (Tupinambis) teguixin.
Daudin, 1802.
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Esqueleto
recreado in situ Tupinambis. Colección del
Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
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Reconstrucción en vivo del genero Tupinambis sp
del Pleistoceno pampeano.
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Reptil
Squamata.
Es el lagarto de mayor tamaño de la familia Teiidae,
registrado desde el Mioceno temprano de Patagonia y con una continua
presencia en Argentina durante todo el Mioceno y hasta el
Holoceno-reciente. Los reptiles escamosos (Squamata) son el segundo
grupo más numeroso de vertebrados terrestres con más de 8200 especies,
superados únicamente por las aves. Sin embargo, y a pesar de su presente
abundancia y diversidad, han sido relegados en la literatura
paleontológica por distintas razones. En la actualidad, Tupinambis está
representado al menos por seis especies: T. duseni , T.
longilineus, T. merianae , T. quadrilineatus , T.
rufescens y T. teguixin, todas confinadas al territorio
sudamericano, al este de los Andes. Recientemente, fue descripta una
forma extinta, T. uruguaianensis del Pleistoceno de
Brasil, de mayor tamaño que cualquiera de las especies actuales. En
1914, Rovereto describe cuatro especies extintas de Tupinambis
(Tupinambis preteguixin, T. prerufescens, T. brevirostris y T.
multidentatus) procedentes de "Monte Hermoso, a 60 kilómetros al
este de Bahía Blanca, sobre la costa atlántica del sur de la provincia
de Buenos Aires. Su registro paleontológico en sedimentos pampeano
corresponde desde el Mioceno tardío hasta el Holoceno temprano, pero su
verdadera abundancia corresponde al final del Plioceno, con climas más
bien cálidos. Se caracteriza por la diferenciación de sus dientes. Éstos
se especializan en incisivos, dientes con forma de canino y otros
aplanados semejantes a molares. Llego a superar más de un metro, aunque
la cola representa más de la mitad de la longitud de su cuerpo. Los
machos tienen la cabeza más ancha por el desarrollo de sus músculos
mandibulares. Su alimentación consistía en la caza de anfibios, gusanos
y reptiles; también mamíferos de tamaño reducido, como los cricetidos y
algunos marsupiales. Sus restos ocasionalmente aparecen articulados
dentro de antiguas paleocuevas realizadas por Tupinambis,
o bien, excavadas por otros vertebrados y luego invadidas por este.
Algunos hallazgos de este reptil importante para la paleofauna pampeana
proceden del Plioceno del arroyo Las Brusquitas y Barranca de Los Lobos,
como así también en sedimentos más modernos, como sitios
arqueológicos. En la región pampeana, se lo encuentra en la Formación
Monte Hermoso, Chapadmalal y Vorohue. Recientemente, nuevos estudios,
reemplazan al género Tupinambis sp, por Salvator sp.
Los ejemplares fósiles son indiferenciables a los actuales.
Epicrates
sp. Wagler, 1830.
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Vértebras
halladas en el Pleistoceno de Termas de Rió Hondo. Museo
Municipal Rincón de Atacama. |
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Aspecto de la
boa del genero Epicrates. |
Reptil, Ofideo. Es
un género de serpientes de la familia de las boas. En la actualidad se
conoce a Epicrates alvarezi habita en regiones cálidas y
semiáridas del centro de América del Sur. El estudio de serpientes
gigantes, antepasados de anacondas, boas y pitones, permite conocer no
solo la historia evolutiva del grupo en América del sur, sino también
eventos Paleobiogeograficos que cambiaron notablemente la fisonomía de
esta parte del planeta y sus habitantes. Epicrates sp
es endémica de las ecorregiones terrestres chaco occidental y chaco
árido. La vegetación original (hoy muy reducida por la reconversión
agropecuaria) corresponde a los distritos fitogeográficos occidental y árido,
ambos pertenecientes a la provincia fitogeográfica chaqueña. Creemos que
su representante fósil, que vivió hace más de 20 mil años atrás en esta
región, habitaba en ambientes muy similares a los actuales. Hoy en día,
la boa arco iris, se distribuye principalmente en Catamarca,
Chaco, Córdoba, Formosa, Jujuy, La Rioja, Salta, San Luís, Santa Fe,
Santiago del Estero y Tucumán. Todas las serpientes son carnívoras. Sus
dientes, agudos y recurvados, están presentes en la mandíbula superior,
el paladar y la mandíbula inferior. Sin embargo, la forma en la que
capturan y matan a sus presas difiere según el grupo. Era un animal
nocturno de costumbres tímidas. Se alimentaba especialmente de pequeños
mamíferos; complementa su dieta con aves. Mataba por constricción.
Deambulaba por el suelo, aunque trepaba a los árboles cuando se
enfrentaba a un potencial peligro, o para buscar refugio en los huecos
de los troncos viejos. En el registro fósil, se ha identificado por
primera vez en el Pleistoceno, a unos 10 kilómetros de la ciudad de
Termas de Rio Hondo, cuyos restos pertenecientes a la columna vertebral
se encuentran resguardados en el Museo Municipal Rincón de Atacama. Al
género Epicrates se lo conoce por el fragmento de la
columna vertebral, resguardado en el Museo termense, estudiada por
Pablo Gaudioso y Adriana Albino.
Rhinella arenarum.
Hensel, 1867.
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Esqueleto parcialmente completo y recreado de
Rhinella. Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. |
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Aspecto de
Rhinella sp durante el Pleistoceno. (*). |
Anuro.
Los bufónidos carecen de dientes y tienen
glándulas parotoides en la parte trasera de su cabeza. Estas glándulas
contienen diversas toxinas que tienen diferentes efectos. Como todos los
anuros, sufren una metamorfosis durante su desarrollo. Comienzan su vida
como renacuajos con su cuerpo similar a un pez, sin patas y respirando a
través de las branquias. Durante su metamorfosis, aparecen las patas,
desaparece la cola y la respiración pasa a ser pulmonar. Dentro de esta
familia cosmopolita de anuros neobatracios encontramos al género Rhinella.
Nativo del sur de Norteamérica, América Central y América del Sur.
Originalmente, todas las especies de Rhinella estaban
incluidas en el género Bufo, que posteriormente se desdobló en Rhinella y Rhamphophryne.
Con respecto a los Bufonidae, el género Rhinella se
registra para el Mioceno Medio de La Venta en Colombia y el Oligoceno de
Bolivia. Aunque se necesita más evidencias para conocer la historia
evolutiva de la familia durante el Terciario. Su hábitat se encontraba
en cavidades cercanas a masas de agua, y zonas con abundante vegetación,
aunque es tal su adaptabilidad que no solo se le puede encontrar en
ambientes pantanosos, sino también en ambientes semiáridos. Eran
comedores oportunistas, que se alimentan de pequeños vertebrados e
incluso de los mismos sapos juveniles. Se han encontrado restos de este
género en sedimentos del Plioceno tardío, Pleistoceno y Holoceno de la
provincia de Buenos Aires. La fragilidad de sus huesos no ha permitido
una gran cantidad de restos que se hayan fosilizado y conservado hasta
nuestros días.
Odontophrynus
sp. Reinhardt & Lütken, 1862.
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Aspecto del pequeño
escuerzo del Pleistoceno, Odontophrynus sp.
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Anuro.
Es un género de anfibio anuro de la familia de los odontofrínidos,
cuyos integrantes son denominados comúnmente escuercitos. Se conocen
muy pocos restos fósiles del genero Odontophrynus,
conociendo sus restos principalmente desde el Ensenadense.
Suponemos, que no tenía grandes diferencias con los representantes
actuales. Posiblemente cavaba con sus miembros posteriores,
permaneciendo oculto la mayor parte del tiempo. Salía de sus
refugios únicamente después de grandes lluvias, para buscar más
activamente el alimento y reproducirse. Su tamaño fue de unos 7
centímetros. Seria robusto de cuerpo globoso con extremidades
cortas, cabeza ancha y redondeada. Habitaban lagunas permanentes de
aguas más profundas para la reproducción, y muchas veces con el
espejo de agua cubierto por una densa capa de vegetación flotante.
En 2024, un equipo del Museo de Ciencias Naturales de Miramar,
Fundación Azara y del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución
de los Vertebrados (Macn-Conicet), recuperaron egagrópilas
(regurgitaciones de aves) con interesantes contenidos de
microvertebrados, entre ellos, pequeños fósiles del
Odontophrynus sp. Que corresponden a tres individuos,
hallados en el Pleistoceno de la Reserva Natural Provincial de la
localidad de Centinela del Mar. Actualmente, en esta misma región
vive el Escuercito Común (Odontophrynus americanu
Chelonoidis lutzae.
Zacarías et al., 2013.
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Pieza tipo e Chelonoidis
letzae,
en el Museo Paleontológico de Topori, Corrientes.
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Placa de
Chelonoidis
del Plioceno de Entre Ríos. Museo de La Plata. |
Aspecto de Chelonoidis. Escultura de Gabriela
Alejandra Monteverde, realizada para la Fundación Azara. |
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Enormes
caparazones de Chelonoidis
letzae,
en el Museo Paleontológico de Topori, Corrientes.
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Geochelone carbonaria,
del Pleistoceno del
arroyo Barrenechea,
Diamante, Entre Ríos. Hallada por
César Travieso .
Foto de Raul Kemer. |
Caparazón
comparable con las tortugas gigantes de Galápagos. Este
fósil de Chelonoidis sp.
es el Pleistoceno del Arroyo El
Cura. Museo Almeida, Gualegauychu. |
Reptil
Testudinido. Las
tortugas son un grupo muy particular de reptiles, porque poseen la
cabeza, patas y cola incluidas en un caparazón dorsal y plastrón
ventral. A través de la paleontología, un equipo de investigadores
describió la anatomía de las tortugas gigantes terrestres que
habitaron en Corrientes en el Pleistoceno. La investigación pudo
aportar al conocimiento de cómo era el ambiente en ese momento
geológico y qué cambios naturales se produjeron que concluyeron en
la desaparición de la megafauna. Investigadores de la UNNE lograron
determinar la anatomía y sistemática de tortugas gigantes terrestres
que habitaron la provincia de Corrientes en el período del
Pleistoceno, a través del estudio de registros fósiles. Las tortugas
terrestres tienen caparazones más globosos y con menos falanges en
los dedos (generalmente, la reducción varía de tres a dos falanges)
para soportar mejor el peso. En 2008 se rescataron ejemplares
fósiles de una tortuga gigante en Bella Vista en la provincia de
Corrientes. Estos fósiles provienen de sedimentitas de la Formación
Toropí, con una edad aproximada de entre 50.000 y 35.000 años
(Pleistoceno superior). Ya se habían extraído ejemplares de tortugas
gigantes. El primer ejemplar fue rescatado por los doctores Beatríz
Álvarez y Rafael Herbst. El segundo ejemplar, un poco más completos
pero bastante fragmentario, fue extraído por el grupo de
Paleontología del Centro de Ecología Aplicada del Litoral,
corresponde al género Chelonoidis. Es así que, en
2009, se confirma la presencia del género Chelonoidis,
a partir de un ejemplar más completo exhumado en 2007 por
investigadores del FACENA/ CECOAL e investigadores de la Universidad
de La Plata. A partir de una inferencia ecomorfológica del húmero
grácil de una tortuga gigante terrestre de Bella Vista, se determinó
que habitaron áreas abiertas de condiciones más frías y áridas que
las actuales. Lo que sí se sabe es que estas tortugas terrestres
gigantes continentales fósiles se diferencian de las de las islas
Galápagos porque éstas últimas adquirieron el gran tamaño debido a
la carencia de depredadores en las islas. El caparazón de estas
tortugas es más abierto y de menor espesor, el cual contrasta mucho
con las continentales fósiles, dado que su caparazón es menos
abierto y de notable espesor debido a que tenían que hacer frente a
depredadores tales como lobos de gran porte, felinos conocidos como
tigre dientes de sable y otros mamíferos carnívoros. Recientemente,
Diego Gambetta del Museo de Mar de Ajo y Federico Agnolin del Museo
Argentino de Ciencias Naturales y Fundación Azara, dieron a
conocer la presencia del genero Chelonoidis en la
localidad de Mar de Ajo, en la provincia de Buenos Aires, a partir
de una placa marginal, momento en que esta región tenía un clima y
ambiente muy parecido al patagónico.
En 2022,
miembros del Laboratorio de
Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) durante la
revisión de materiales fósiles alojados en el Museo Provincial
Carlos Ameghino, de la ciudad de Mercedes, analizaron los restos del
caparazón de una tortuga fósil encontrada en el Río Luján, en capas
de unos 100.000 años de antigüedad, cuya nueva especie denominaron
Chelonoidis petrocellii,
del Pleistoceno la provincia de Buenos Aires, del tamaño de las
especies vivientes, pero con el caparazón mas gruesos.
Pampagyps imperator.
Agnolin y Brissón Egli, 2017.
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Metatarso atribuido a
Pampagyps imperator. Prensa. |
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Aspecto de Pampagyps.
Ilustración Gabriel Lio. Prensa. |
Ave,
Cathartidae.
Este hallazgo es único no solo para la
provincia de Buenos Aires, sino para toda la Argentina, porque es la
primera vez que se encuentra un ejemplar tan bien preservado de un
cóndor extinto y del que, hasta ahora, se desconocía su existencia.
Superaba los 2,50 metros con sus alas abiertas y tenía garras más
fuertes que el cóndor actual, por lo que los paleontólogos estiman
que podría cazar a sus presas. Sus restos fósiles fueron hallados en
el partido de Marcos Paz, a solo 34 kilómetros de la Capital
Federal. Su nombre significa algo así como buitre emperador de las
Pampas. Los investigadores determinaron que esta ave tenía una gran
capacidad para abrir y cerrar sus garras. Un hueso del miembro
posterior nos muestra que las inserciones de los músculos eran mucho
mayores a la de los cóndores actuales, por lo que posiblemente
podría cazar presas. En la actualidad, los cóndores son animales que
se alimentan solamente de carroña, y muy rara vez, cazan su presa.
Por su parte, el cóndor emperador de las Pampas, con sus hasta 3
metros de envergadura, debió de ser temible para sus presas, entre
las cuales podía haber pequeños vertebrados como roedores, reptiles
y patos.
Teratornis sp.
Miller, 1909.
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Aspecto del esqueleto de Teratornis. |
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Un
teratorno
alimentándose de un Mastodonte. (*) |
Ave,
Teratorno.
Fueron aves voladoras gigantescas de hábitos carroñeros y predadores
que habitaron el continente americano durante casi 25 millones de
años hasta su extinción hace unos 12 mil años atrás. Sus restos
fueron encontrados en Santa Fe, Pehuen Co y en las inmediaciones de
Miramar, que, si bien no se determinó el género, los investigadores
creen que puede tratarse de Teratornis. Eran más
grandes que los cóndores vivientes, pero totalmente extintos. Se han
reconocido unas siete especies de teratornos, entre ellos Argentavis
magnificens, con un peso estimado en 70 kilogramos y una
envergadura alar de hasta 7 metros. Argentavis es el
ave voladora de mayor tamaño conocida hasta el momento, y vivió en
el Mioceno de Argentina. Los primeros restos de teratornos
fueron descubiertos en 1909 en los célebres pozos asfálticos de
Rancho La Brea, California. Allí se recuperaron centenares de
ejemplares pertenecientes a la especie que da nombre a esta familia
de aves extintas denominadas Teratornis merriami. Se
cree que los teratornítidos se originaron en América del Sur ya que
sus restos más antiguos fueron hallados en yacimientos con edades de
entre 25 y 5 millones de años ubicados en Brasil y Argentina. Luego
de este periodo de tiempo los teratornos desaparecen del registro
fósil sudamericano, pero se vuelven notablemente abundantes y
diversos en América del Norte hasta su extinción al final del
Pleistoceno, unos 12 mil años atrás. La ausencia de estas
gigantescas aves durante los últimos 5 millones de años en América
del Sur, era hasta el momento un misterio. Teratornis tenía
una envergadura alar de 4 metros, una altura de 80 centímetros y
unos 15 kilogramos de peso. Por ahora la poca evidencia fósil, no
permite a los paleontólogos diferenciarla de la especie
norteamericana.
Rhea fossilis.
Ameghino, 1882.
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Cáscaras de
huevo del genero
Rhea del ensenadense. Museo Punta Hermengo. |
Huellas
fósiles de
Aramayoichnus
en el Pleistoceno de Miramar. |
Aspecto de
Rhea fossilis.
Imagen; Michael Lahanas. |
Ave.
Rheiformes.
Los Rheidae constituyen una familia
endemica de la región neotropical y que tuvieron un origen
sudamericano y al parecer, nunca dejaron el continente, pudiéndose
encontrar registro de su presencia desde el Mioceno al Holoceno. Son
aves de gran talla, exclusivamente terrestre y corredoras, con nula
capacidad de vuelo. Desde el punto de vista paleoambiental, su
presencia sugiere ambientes abiertos, con pastizales y escasos
bosques. Si bien sus restos óseos son difíciles de encontrar, se han
registrado huellas fósiles de sus pisadas, tanto en Pehuen Co como
en el Pleistoceno y Holoceno de Miramar, atribuibles al icnogenero Aramayoichnus.
Justamente en esta misma ciudad, personal del Museo de Ciencias
Naturales de Miramar, recupero un fragmento de sedimento con
cáscaras de huevo atribuible a esta familia, pertenecientes al Ensenadense, unos 700 mil años antes del presente. Rhea
fossilis es el único rheido extinto del Pleistoceno tardío,
y convivió con otras formas aun vivientes, como Rhea
subpampeana, Rhea pampeana, Rhea
anchorenensis, Rhea americana y Pterocnemia
pennata, aunque se discute alguna sinonimia en el género Rhea.
Toxodon platensis. Owen,
1837. |
toxodon platensis toxodon platensis toxodon platensis
toxodon platensis toxodon platensis toxodon platensis
toxodon platensis |

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Esqueleto de
Toxodon platensis en el Museo de Ciencias Naturales de
Miramar, montado por la Fundación Azara. |
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Reconstrucción
de Toxodon platensis. (*). |
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Esqueleto de
Toxodon
en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, Buenos Aires
(MACN). |
Cráneo y
mandíbula hallado en Mar del Sud, exhibido en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Mamífero
Notoungulado. Su nombre significa "diente de
arco". El aislamiento geográfico de América del sur, permitió
el desarrollo gradual de mamíferos muy extraños, los cuales se
diversificaron ocupando distintos ambientes. El Toxodon llego
a medir unos 3 metros de largo y una masa estimada de una tonelada.
El cráneo de este animal tiene un tamaño de 70 centímetros y sus
mandíbulas provista de incisivos de crecimiento continuo, cuyos
esmaltes se representan en fajas longitudinales. Se asemejaban a los
actuales hipopótamos y rinocerontes, pero sin parentesco alguno, es
otro ejemplo de evolución paralela o convergencia adaptativa, es
decir, cuando dos especies totalmente aislados comparten nichos
ecológicos similares, desarrollando algunos rasgos morfológicos
notablemente parecidos. Su hábitat estaba conformado por llanuras
abiertas y frondosos pantanos, alimentándose principalmente de
vegetales, los cuales, podían ser extraídos con sus mandíbulas en
forma de "pala". Otros autores sostienen que se tratan de animales
de condiciones semiáridas, ya que se han reportado en sedimentos de
origen eólico del Pleistoceno tardío, como, por ejemplo: en la
localidad de Sayape, Provincia de San Luís y Caleufu en La Pampa.
Así mismo, en la localidad de Tres Arroyos en la Provincia de Buenos
Aires se ha descubierto la presencia del genero Toxodon asociado
a restos culturales en un sitio Arqueológico, cuya antigüedad se
remonta a unos 8500 años antes del presente. También, se dio a
conocer en el año 1916, el hallazgo de un fémur de Toxodon con
una punta de proyectil incrustada en él, descubierta en la ciudad de
Miramar y generando hasta nuestros días notables polémicas entre la
comunidad científica, considerado un fraude de la época. Este género
tiene una amplia distribución estratigráfica ya que se extiende
desde el Plioceno tardío hasta el Holoceno temprano. Su distribución
geográfica, parece hallarse en Venezuela y llega hasta el sur de la
Provincia de Buenos Aires. Además, sus restos han sido hallados en
Paraguay, Brasil, Bolivia y Venezuela. Otras especies relacionadas: Toxodon
chapalmalensis, Toxodon darwini, Toxodon
ensenadensis, Toxodon platensis, Toxodon
gezi y Toxodon gracilis. En este sentido, es
de destacar que algunos autores opinan que tanto T. platensis como T.
gezi podrían representar, en realidad, una única especie,
sin embargo, no se ha llevado a cabo, hasta el momento, una revisión
del género Toxodon.
Macrauchenia patachonica.
Owen, 1838. |
Macrauchenia
patachonica Macrauchenia patachonica Macrauchenia
patachonica Macrauchenia patachonica Macrauchenia |
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Esqueleto de
Macrauchenia
en el MACN. (Museo Argentino de Ciencias Naturales de
Buenos Aires). |
Pata de tres dedos. (*) |
Reconstrucción de
Macrauchenia patachonica (*). |
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Cráneo y Mandíbula de Macrauchenia patachonica. Museo
de Ciencias Naturales de Miramar. Gentileza de Adrián
Giacchino. |
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Huella de Eumacrauchenichnus
patachonicus, en el Sitio
Paleoicnologico de Miramar. Hallazgo Mariano Magnussen. |
Mamífero
Litopterno.
Los primeros restos de la Macrauchenia fueron
hallados por Charles Darwin en su histórico viaje a bordo del "Beagle"
a comienzos de la década de 1830. Proceden de sedimentos del
Pleistoceno tardío aflorantes en los alrededores de Punta Arena, en
el sur de la región patagónica; fueron dados a conocer por el
paleontólogo inglés Richard Owen en 1838. Su aspecto en vida es
digno de una película de ciencia-ficción. Su nombre significa
"cuello largo" y es otra especie del orden "Litopterna". Sus
dimensiones eran semejantes al de los camellos actuales, pero los
orificios nasales y una gran fosa elíptica señala la presencia de
una trompa, algo más larga que la del tapir actual. Poseía largas
patas y pies ungulados, provistos de tres dígitos. Es probable que
no corriera con mucha velocidad, ya que las proporciones de las
patas traseras estaban invertidas, como ocurren con los animales no
corredores, por ejemplo, la jirafa. Su alimentación estaba basada en
vegetales de zonas pantanosas donde pasaba la mayor parte de su
tiempo, y del pastoreo. Algunos autores han formulado la hipótesis
de que estos mamíferos estaban adaptados a una vida semiacuática.
Sin embargo, sus restos han sido hallados no sólo en depósitos
asociados a cuerpos de agua sino también en eólicos correspondientes
a ambientes áridos y semiáridos. Los molares superiores son de
sección cuadrangular de corona alta. Se extinguió a fines del
Pleistoceno y principios del Holoceno. En la actualidad el hallazgo
de fósiles de Macrauchenia son muy escasos en todo
América latina. Macrauchenia patachonica se halla en
sedimentos del Pleistoceno tardío de Brasil, Paraguay, Chile,
Bolivia, Uruguay y la Argentina. Los primeros antecesores aparecen
en Montehermorense (Plioceno) representado por Promacrauchenia
antiqua. Por ultimo debemos agregar que restos recientes de Macrauchenia proceden
de la "Cueva del Mylodon" con una antigüedad de 11 mil años,
mientras que en el Sitio 2 Arroyo Seco (Prov. Buenos Aires),
poseen una antigüedad de 8 mil años. Otras especies relacionadas: Epitherium
laternarium, Eoauchenia primitiva, Diplasiotherium robustum,
Neolicaphrium, recens, Promacrauchenia antiqua, Promacrauchenia
kraglievichi, Promacrauchenia chapadmalense, Windhausenia delacroixi,
Pseudomacrauchenia yepesi, y Macraucheniopsis
ensenadensis.
Neolicaphrium recens.
Frenguelli,
1921.
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Fragmento de
mandíbula de Neolicaphrium, procedente del Pleistoceno de
Termas de Rió Hondo, Santiago del Estero |
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Posible
aspecto del
proteroterio
Neolicaphrium recens (*). |
Mamífero
Litopterno.
Se trata de un mamífero de pequeño
tamaño y muy parecido a los caballos actuales, pero sin parentesco
alguno, de la familia de los proteroterios, perteneciente a una
estirpe muy primitiva de América del Sur. Durante aproximadamente 50
millones de años de casi total aislamiento, los mamíferos de
Sudamérica-Antártida evolucionaron en una continente isla. Neolicaphrium
recens, el último representante de los proteroteríidos. La
difusión de las planicies abiertas por todo el continente
sudamericano contribuyó a la evolución de unos animales corredores
de estructura ligera. Los primeros proteroterios tenían un dedo
central muy grande en cada pie, y dos laterales más pequeños que
apenas tocaban al suelo, algo similar a lo que ocurre en las patas
traseras de los jabalíes actuales. Estos pequeños “falsos caballos”
fueron animales gráciles de lomo relativamente corto y extremidades
alargadas con pezuñas. En la cabeza, el rostro no es particularmente
largo y los ojos eran grandes. Estos animales recuerdan vagamente,
más que a los caballos, a las gacelas u otros animales herbívoros
pequeños o medianos. Las proporciones de sus miembros indican
también que eran habitantes de espacios más boscosos que los
caballos modernos, lo que permite hacer inferencias en aspectos
paleoambientales y paleoclimaticos. Recientemente se dio a conocer
la presencia del genero Neolicaphrium en el
Pleistoceno de Termas de Rio Hondo en Santiago del Estero.
Anteriormente, se había dado conocer parte de un esqueleto de otro proteroterio
en el Mio-plioceno de la misma localidad. Se conoce otros pocos
restos de Neolicaphrium, en el Pleistoceno de
Corrientes, Córdoba, Santa Fe y en Uruguay.
Mesotherium cristatum.
Serres, 1967.
Mamífero
Notoungulado.
Fue un género de Mediongulados
Notoungulados de hábitos completamente terrestres y alimentación
herbívora, compuesta principalmente por duros follajes que
encontraban en llanuras abiertas. Su tamaño era similar al de una
oveja actual, con largas extremidades adaptadas para correr a
grandes velocidades cuando era perseguido por los feroces
marsupiales o las gigantescas aves de esta época. Su cuerpo era
delgado pero robusto. Su cráneo era muy diferente al que
acostumbramos a ver en este tipo de animal, ya que presentaba una
dentición rodentiforme. Son un género más moderno de Tipoterios,
exclusivos del continente sudamericano. Sus restos aparecen
frecuentemente a fines del Plioceno medio (Pseudotypotherium?)
hasta el Pleistoceno medio - superior en los barrancos del litoral
marítimo bonaerense entre las ciudades de Miramar y Mar del Plata,
aunque son más abundantes en Ensenada y Olivos.
Géneros relacionados: Protypotherium antiquum,
Typotheriopsis chasicoensis, Protypotherium australe,
Pseudotypotherium histatum y
Mesotherium cristatum.
Megatherium americanum.
Cuvier, 1796. |
megatherium americanum megatherium americanum megatherium
americanum megatherium americanum megatherium |
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Esqueleto
montado en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de
Buenos Aires "Bernardino Rivadavia". Al lado, uno de los dos
esqueletos de Megaterio exhibidos en el Museo de La Plata.
El técnico Mariano Magnussen Saffer junto a un cráneo de
Megaterio en plena preparación en el Museo de Ciencias
Naturales de
Miramar, hallado por Pablo Lamego. |
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Huellas de
Megatherium en Pehuen Co. Fuente; Revista
Ciencia Hoy. |
Huellas del
icnogenero
Neomegatherichnum
en Pehuen Co. |
Reconstrucción de Megaterio. |
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Mamífero
Pilosa.
Los Pilosa en la
actualidad se encuentran representados por mamíferos pequeños y
medianos, como osos hormigueros, osos meleros, perezosos de tres
dedos entre otros, que pasan la mayor parte de su tiempo colgados en
los árboles, moviéndose en forma muy lenta, debido a su bajo
metabolismo, pero en el Pleistoceno habitaron en nuestro territorio
formas gigantes. Megatherium fue descripto por primera
vez por el naturalista francés Georges Cuvier en 1796, quien se basó
para tal descripción en un esqueleto completo descubierto en 1789 en
las barrancas del Rió Lujan (Prov. Buenos Aires). Su nombre
significa "bestia grande" y sin dudas fue el animal terrestre más
grande que habito en la región pampeana y el Pleistoceno continental
de Sudamérica, donde se han recuperado sus principales restos. El
género Megatherium constituye, al igual que
Glyptodon, uno de los elementos más conspicuos de la
megafauna pleistocena. Su dentición está constituida por
molariformes en forma de columna prismática cuadrangular.
Tradicionalmente, se lo ha asociado a una dieta herbívora, aunque se
propuso una dieta mixta, carroñera o incluso carnívora, ya que el
registro fósil muestra una diversidad increíble de herbívoros, con
muy pocos depredadores, por lo cual se propuso que algunos
Xenarthros pudieron haber ocupado este nicho ecológico. Esto se debe
a varias observaciones en huesos de megafauna en Uruguay, en donde
aparecen líneas pares, semejantes a las cúspides dentales ya
mencionadas. Además, estudios isotópicos demuestran que varias
especies de perezosos gigantes extintos, se alimentan de carne, no
sabemos si por cacería o por carroña. El primer registro del género
se remonta al Vorohuense hasta llegar al Lujanense temprano (Megatherium
americanum) y Lujanense tardío (Megatherium sp.).
Desde el punto de vista geográfico, su extensión parece estar
limitada a la parte austral de América del Sur, es decir, Argentina,
Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia; hacia el norte y
el este, Megatherium es reemplazado por
Eremotherium, un género similar, pero con algunos caracteres
más primitivos y adaptado a temperaturas posiblemente más elevadas.
Megatherium superaba los 4,5 metros de altura cuando
se paraba sobre sus patas traseras y con su cola formando una
especie de "trípode" permitiéndole llegar de esta forma a las hojas
de los árboles y tener un mejor panorama de todo su alrededor. El
peso estimado de esta especie es de cinco toneladas, algo así como
dos elefantes. Su cuerpo estaba recubierto por una fuerte pelambre.
Sus patas delanteras eran largas y fuertes, acompañadas por cuatro
garras, lo que le permitía acceder de mejor manera a los vegetales
que formaban parte de su dieta. En la localidad de Pehuen-co,
Provincia de Buenos Aires, se halló un yacimiento paleoicnologico
con huellas dejadas por este enorme animal, con una antigüedad de
unos 11 mil años, junto a otras huellas pertenecientes a especies
desaparecidas y vivientes. Megatherium coexistió con
los antiguos habitantes humanos en la Provincia de Buenos Aires hace
8500 años antes del presente. En 2018, se dio a conocer el hallazgo
de un fémur y mandíbula de Megatherium filholi en la
ciudad de Miramar, una especie "enana" descripta por primera vez
hace 130 años por Francisco Pascasio Moreno y con pocos registros,
lo que sirvió para revalidar la especie. Posteriormente, se dio a
conocer el hallazgo de un juvenil de Megatherium sp,
del Plioceno, próximo a Miramar, convirtiéndose junto a otros restos
en Bolivia y Perú, como los más antiguos para este género. Otras
especies relacionadas: Plesiomegatherium, Megalonychops
carlesi, Pronothrotherium typicum y
Diheterocnus sanmartini.
Mylodon
darwinii. Owen, 1839. |
mylodon darwinii mylodon darwinii mylodon darwinii mylodon
darwinii mylodon darwinii mylodon darwinii mylodon darwinii |
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Cráneo y mandíbula
de Mylodon exhibido en el Museo de
Antropología y Ciencias Naturales de Concordia,
Entre Ríos. |
Cueros, pelos y osteodermos en el Museo Argentino de
Ciencias Naturales de Buenos Aires. Seno de la
Ultima Esperanza. |
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Excrementos de Mylodon
listai, del Seno de la Ultima
Esperanza (Patagonia Chilena) exhibidos Museo de La Plata. |
Recreación de
Mylodon (*) |
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Esqueleto (*),
y
Por ultimo, una reconstrucción (*). |
Mamífero
Pilosa.
Pertenecía al
infraorden Pilosa, de menor tamaño que el Megatherium
americanun descrito anteriormente, pero con cierta semejanza
morfológica. Fue descubierto por primera vez por Charles Darwin en
los alrededores de Bahía Blanca y posteriormente estudiados por
Richard Owen. Se alimentaba de vegetales. Se calcula que medía
aproximadamente 2,5 metros a la cruz, y pesaba unas 3 toneladas. El
Museo de la Universidad Nacional de La Plata y el Museo Argentino de
Ciencias Naturales de Buenos Aires, exhiben en sus salas, un trozo
de cuero momificado de Mylodon. Este singular hallazgo
casual, fue realizado a fines del siglo pasado. Proviene de una
caverna en el Seno de la Ultima Esperanza, llamada también como
"Cueva del Mylodon" donde fueron encontrados excrementos del animal
y huesos de gran tamaño diseminados en sedimentos que incluían
restos de carbón. Lo asombroso de este descubrimiento, es que la
pieza única permitió conocer la estructura del cuero de estos
animales, que en su interior alojaba pequeños huesecillos
subesfericos (osteodermos) que, si bien permitían flexibilidad a la
piel, convertían al Milodonte en un verdadero acorazado. Los
paleontólogos creen que esta adaptación en la piel la tuvieron sus
antecesores del Paleoceno o tal vez antes, dando origen a los
acorazados Dasipodidos y Gliptodontidos. En otros sitios de la
Patagonia Chilena y Patagonia Argentina se han hallado restos
similares a este, pero menos espectaculares. Un hallazgo realizado
en la localidad de Tres Arroyos, Provincia de Buenos Aires,
permitieron comprobar que los Milodontes habrían sido cazados y
consumidos junto a otros gigantes por grupos humanos prehistóricos.
Esta especie se extinguió entre 10 mil y 8 mil años antes del
presente. No existe consenso entre los investigadores sobre el
número de taxones válidos para este género. Se han incluido en él
las siguientes especies: Mylodon darwini Owen, 1839.
Registrado en la región Pampeana, en la Argentina. Mylodon
listai Ameghino. Algo menor en tamaño que el anterior;
registrado en la región Patagónica esteparia de la Argentina y
sectores similares en Chile. Mylodon insigne
Kraglievich. Registrado en la región Pampeana, en la Argentina.
Lestodon
armatus.
Gervais, 1855. |
lestodon arnatus lestodon arnatus lestodon arnatus lestodon
arnatus estodon arnatus lestodon arnatus lestodon arnatus
lestodon |
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Lestodonte. Ilustración del
paleoartista Miguel Ángel Lugo. |
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Esqueleto en el Museo de La Plata. |
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Cráneo de
Lestodon en el Museo de La Plata. |
Fémur de un
Lestodon que superaba a Megatherium |
Esqueleto completo de Lestodonte en el Museo Paleontológico
de Salto (Bs As). (*) |
Mamífero
Pilosa.
Fue otro gran Xenarthro del
Pleistoceno. Al igual que sus parientes era un herbívoro, el cual
recogía su comida a orillas de los pantanos o cauces fluviales, y
posiblemente un carroñero oportunista como algunos de sus parientes.
Era muy grande, pero menor que el Megatherium americanum.
El registro más antiguo del género corresponde al Montehermosense
(Plioceno temprano). Median aproximadamente unos 4 metros de
longitud. Su cráneo tenía una región rostral muy ensanchada. Los
huesos de sus miembros eran grandes y gruesos. Su dentición era
simple, pero resaltaban hacia afuera de la boca unos caniformes muy
grandes, lo que se convertía en una defensa contra los posibles
depredadores. Su masa estimada es de 2,5 toneladas. Después de
Scelidotherium, Lestodon es uno de los
mamíferos fósiles del Cuaternario más comunes en el territorio
pampeano. Las especies de Lestodon, junto a las de
Megatherium, son los Tardigrada de mayor tamaño corporal
de ese momento. Personal y colaboradores del Museo Paleontológico de
San Pedro, dieron a conocer el descubrimiento de una manada de diez
individuos del genero Lestodon, tratándose de ejemplares adultos y
juveniles. El Museo de Ciencias Naturales de Miramar también dio a
conocer el hallazgo de al menos cuatro individuos de distintas
edades arrastrados por un río hace miles de años. Entre ellos, se
recuperaron restos de un Lestodonte que habría superado el tamaño
del Megatherium, lo que planteo nuevas hipótesis.
Generalmente, se supone que estuvo adaptado a biomas abiertos de
pastizales y arbustos. Estudios tomográficos realizados
recientemente en los oídos de algunos perezosos gigantes, demuestras
que eran rápidos y agiles, como hipopótamos o rinocerontes, muy
distinto al imaginario paleontológico del siglo pasado, que los
trataba como enormes bestias sumamente lentas. Otras especies
relacionadas: Lestodon trigonidens (exclusiva del
Bonaerense y Lujanense), y Lestodon armatus, que se
extiende estratigráficamente durante el Ensenadense y Lujanense,
aunque algunos autores sostienen que se trata de una única clase.
Scelidotherium leptocephalum.
Owen, 1840. |
Scelidotherium
Scelidotherium Scelidotherium Scelidotherium Scelidotherium
Scelidotherium Scelidotherium Scelidotherium
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Esqueleto de Celidoterio (Scelidotherium
leptocephalum) exhibido en el Museo de La Plata. |
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Esqueleto
montado por Fundación Azara en el Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. |

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Cráneos de
Scelidotherium adulto y su cría, encontrados juntos.
Preservados en el Museo Cs Naturales de Miramar. |
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Reconstrucción
de
Scelidotherium
en su cueva. Por Meredith. |
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Una gran Paleocueva con
relleno y estructura interna, con una galería de 20 metros,
dos grandes cámaras y conexión a una antigua superficie, en
el Pleistoceno de Miramar, halladas por Mariano Magnussen
del Laboratorio Paleontológico del Museo de Ciencias
Naturales de Miramar. de las mismas se recuperaron marcas de
garras, atribuidas a Scelidotherium. |
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Paleocueva de
Miramar. Una maravilla paleontológica bonaerense. En este esquema se dimensiona el recorrido
y tamaño total de la Paleocueva o Crotovina
realizada por un perezoso gigante y documentada por el Museo
de Miramar. Ilustración de D. Boh. |
Mamífero
Pilosa.
Los primeros
restos fósiles atribuidos a esta especie fueron descubiertos por
Charles Darwin en su viaje del Beagle en la localidad de Bahía
Blanca. Basados en restos del cráneo, vértebras y costillas, Richard
Owen lo bautizo como Scelidotherium en 1840. De tamaño
menor los Xenarthros (perezosos) del Pleistoceno mencionados
anteriormente, fueron los mamíferos más comunes del paisaje, ya que
sus restos fósiles son muy abundantes en los depósitos sedimentarios
de este periodo. Tenía 1,7 metros de alto y 3,5 de largo. Su peso
estimado es de una tonelada. El cráneo es alargado, bajo y estrecho,
con un rostro proyectado hacia adelante. Su alimentación consistía
de vegetales que hallaba en áreas secas. Investigadores del Museo de
La Plata, habían realizado estudios biomecánicos en los huesos de
las patas delanteras de Scelidotherium, concluyendo
que estos extintos animales estaban plenamente capacitados para
emplear sus fornidos brazos para cavar. La robustez de cada uno de
sus huesos, así como las amplias manos en forma de palas, son
coherente con este comportamiento de superexcavadores. Recién a
fines de la década de 1990, se dan a conocer varias cuevas con
estructura interna, encontradas cerca de la ruta 2, próximo a Mar
del Plata. En el año 2002 se halló en Miramar una paleocueva con
galerías, dos cámaras y garras marcadas en paredes y techos, con una
extensión de 20 metros y conexión a la antigua superficie. Así
mismo, hace unos años se extrajeron dos esqueletos completos al sur
de la localidad de Centinela del Mar en el Partido de General
Alvarado, otro esqueleto de la localidad fosilífera de Camet norte,
Partido de Mar Chiquita, y una hembra adulta abrazando a su posible
cría en la localidad de Mar del Sud, preservado en el Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. El género Scelidotherium,
básicamente diferenciable de Scelidodon por la
presencia de ciertos caracteres más derivados a nivel de los
miembros y cráneo. Además, cuenta con al menos dos especies
pleistocenas: Scelidotherium floweri y
Scelidotherium leptocephalum. Las especies de este género
habitaron en espacios abiertos, parcialmente arbolados, de climas
templados. Durante el Pleistoceno más tardío se lo encuentra también
en ambientes de altura, compatibles con condiciones ambientales
templado-frías, entre 2.000 y más de 3.000 metros, específicamente
en las localidades de Las Juntas, Catamarca y Lauricocha, Perú,
aunque es importante mencionar que en este último sitio existen
evidencias que los restos fueron llevados allí por el hombre. Este
animal de notables proporciones desaparece del registro fosilífero
hace unos 7 mil años atrás. Geográficamente, se había distribuido en
los territorios de Argentina, Perú, Uruguay y Paraguay. Géneros
relacionados: Proscelidodon patrius, Scelidotherium floweri,
Scelidotherium parodi, Scelidodon patrius, Scelidotherium
leptocephalum y Scelidodon capellini.
Glossotherium robustum.
Owen, 1842. |
glossotherium robustum glossotherium robustum glossotherium
robustum glossotherium robustum glossotherium robustum
|

Esqueleto adulto y de un juvenil en el Museo de La Plata.
(*) |
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Reconstrucción de Glosoterio. (*) |
Mamífero
Pilosa.
Fue un género extinto de perezosos
gigantes de América del Sur de la familia Mylodontidae. Poseían gran
tamaño y hábitos terrestres, corpulento, con cabeza grande y una
cola larga y pesada. Los pies largos y con garras envueltas hacia
adentro al igual que los otros Pilosa ya descriptos, por lo tanto,
caminaba apoyando sus nudillos. Es probable que pudiera ponerse en
dos patas y mantener el equilibrio con la cola, utilizando sus
garras para llevarse el alimento a la boca. Tenía 3.5 metros de
largo y 1,7 de alto. Su masa estimada fue de una tonelada y su
extinción ocurrió durante el Holoceno medio, hace 8 mil años antes
del presente. Su cuerpo estaba cubierto por una espesa y densa
pelambre y embebidos en la piel se encontraba un gran número de
huesillos (osteodermos), en forma y tamaño variables, generalmente
superiores a un centímetro de diámetro. Los restos completos
rescatados en la Argentina son muy escasos. Su hábito alimenticio
era variado, constituido de hojas de graminias, arbustos, árboles y
posiblemente carroña. Sus primeros registros corresponden a la
Formación Vorohue. Su extinguieron cuando el clima cambiante, junto
con la posible caza humana fueron reduciendo el número de individuos
hasta su desaparición. Paraglossotherium elmollarum,
es otro género, cuyos restos proceden de la localidad de Tafi del
Valle, en la provincia de Tucumán. El último registro de un animal
con vida es de 8000 años de antigüedad, a unos 160 km de Buenos
Aires, Argentina, donde ha sido descubierto el fósil más reciente.
Estudios en la estructura del oído de este animal, demostró que era
rápido y ágil, a diferencia de los perezosos arborícolas de la
actualidad. Otras especies relacionadas: Glossoterium
chapadmalense, Glossotherium robustum y Glossotherium
myloides.
Catonyx tarijensis. Ameghino
1891.
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Cráneo de Catonix,
exhibido en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Mano de Catonyx
tarijensis Río Tercero. Córdoba. |
Aspecto de
Catonyx tarijensis. Por Román Yevseyev. Tomado de Vk.com. |
Mamífero
Pilosa.
Es un género extinto
de perezosos gigantes terrestres de la familia Mylodontidae,
endémico de América del Sur durante la época del Pleistoceno. Catonyx
fue nombrado por Ameghino (1891). Fue asignado a
Scelidotheriinae por Gaudin (1995). Fue un enorme herbívoro que
seguramente compartía características ambientales como otros
perezosos gigantes. Vivió desde 2.5 millones de años hasta hace
aproximadamente 10,000 años. Se han descubierto fósiles en Brasil y
en la Formación San José de Uruguay. En Argentina se conocen unos
pocos restos, en la Provincia de Córdoba y en Miramar, Provincia de
Buenos Aires. Posiblemente, al igual que otros Pilosa, fue un animal
ágil y rápido, que habría incluido ocasionalmente carroña a su
dieta.
Scelidodon
copei. Ameghino, 1881.
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Esqueleto de Scelidodon
en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos
Aires.
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Aspecto de Scelidodon.
Por Jorge Blanco. |
Mamífero Pilosa.
Es un género extinto de perezosos gigantes
del Pleistoceno Inferior. Las primeras descripciones fueron
realizadas por Charles Darwin en Bahía Blanca, en su viaje del
Beagle. Basados en cráneos, vértebras y costillas Richard Owen
dedujo que era un animal pesado de marcha lenta. Poseía una cabeza
relativamente pequeña y enormes garras. Descubrimientos posteriores
han logrado reconstruir por completo al animal y determinar su gran
tamaño comparable con el Mylodon. Posee un cráneo pequeño, alargado,
estrecho y bajo; con las mandíbulas alargadas, pero con los
premaxilares más cortos. Sus dientes, en la superficie masticatoria,
son elípticos o levemente triangulares, con la serie dentada
paralela y continua, siendo tanto las superiores como las inferiores
casi del mismo tamaño, lo que denota su dieta herbívora, consumiendo
arbustos, hojas y raíces. Su cuerpo era masivo y probablemente
cubierto de un grueso pelaje. Midió unos 2.5 metros de largo por 1
metro de altura, con un peso cercano a la tonelada. Sus extremidades
posteriores son largas y robustas, las anteriores son más cortas,
terminando ambas en fuertes garras curvadas hacia el interior, por
lo que se desplazaba sobre el dorso de sus manos y pies. Podía
incorporarse sobre sus extremidades traseras. Su cola es gruesa,
permitiendo al cuerpo permanecer vertical. Su existencia se remonta
al Pleistoceno Superior (edad Lujanense).
Pyramiodontherium
sp. Rovereto, 1914.
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Fémur de Pyramiodontherium, recuperado
en el Pleistoceno de San Pedro, Buenos Aires. Imagen de
prensa. |
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Posible
aspecto de
Pyramiodontherium. (*). |
Mamífero
Pilosa.
Fueron un grupo de antiguos perezosos
terrestres que habitaron nuestro país desde finales del Mioceno al
Plioceno medio. El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro
acaba de presentar el descubrimiento de una nueva especie de
perezoso fósil de enormes características. El fósil hallado es un
gran fémur prácticamente completo, de 42 kilogramos de peso, que
correspondió a Pyramiodontherium, un mamífero de talla
gigantesca, emparentado con los perezosos actuales, al que se
pensaba desaparecido desde hacía unos tres millones de años,
mientras que el fósil hallado en San Pedro tiene “tan solo” unos
700.000 años de antigüedad. Esto significa que los
Pyramiodontherium habrían vivido, al menos, unos 2 millones
de años más de lo que se creía hasta hoy. En este sentido, el fósil
de San Pedro pasa a ser el ejemplar más moderno de su género. Tanto
desde el Grupo Conservacionista de San Pedro, equipo del Museo que
descubrió el fósil, como del Dr. Luciano Brambilla, investigador de
la Universidad Nacional de Rosario, encargado de estudiar la pieza
encontrada, opinan que se estaría ante una nueva especie totalmente
desconocida dentro del género en cuestión. Además de ciertos cambios
en la morfología del fémur encontrado, lo diferencian de otros
Pyramiodontherium conocidos. Estaban emparentados con los
megaterios, típicos perezosos de talla gigantesca que habitaron la
región pampeana hasta finales del Pleistoceno. Los restos de los
Pyramiodontherium son escasos y fueron encontrados sólo
en Argentina, en las provincias de Catamarca, la Rioja, Entre Ríos y
Chubut. Los Pyramiodontherium habían desarrollado
tallas medianas, en comparación a los megaterios, aunque la nueva
especie de Pyramidontherium de San Pedro nos muestra
un desarrollo excepcional que supera también a los megaterios más
grandes.
Neosclerocalyptus
ornatus.
Owen, 1845.
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Neosclerocalytus ornatus, exhibido en el
Museo Ciencias
Naturales en Villa Escolar, Formosa. |
Huellas fósiles de un
Gliptodonte del icnogenero
Glyptodontichnus
en el
sitio paleoicnologico de Puhuen Co. |
Neosclerocalyptus
ornatus, saliendo de su madriguera. Ilustración
de
Carlos Alberto Montefusco. |
Mamífero Cingulata.
Los Gliptodontes, es tal vez, la familia extinta más
popular de todos los mamíferos fósiles, cuyo nombre significa
"diente tallado" alude a la compleja forma de sus dientes. La
característica principal de este grupo es su coraza, la cual no
poseía bandas móviles como los armadillos actuales, lo que limitaba
sus movimientos, formadas por placas óseas circulares e irregulares
que embonaban como un mosaico. El origen de los gliptodontes se
remonta al Eoceno, hace unos 45 millones de años, pero recién al
final del Plioceno y durante todo el Pleistoceno tuvieron una gran
diversidad, formas y tamaños. Al parecer no se alimentaban de
hormigas como sus parientes modernos, sino de pastos y otras plantas
duras. Se conocen alrededor de 60 especies de "Gliptodontidos", los
cuales presentan tres formas fundamentales. Neosclerocalytus
fue la más pequeña de todas las especies que habitaron en América
del Sur. Tenía un caparazón alargado y bajo, con placas fáciles de
identificar por el predominio en su diseño de la figura central
sobre las periféricas. Su cabeza estaba protegida por un escudete
óseo y su cola recubierta por cuatro anillos móviles y un tubo largo
y cilíndrico, capas de ser usado como arma. Neosclerocalyptus
es una especie de Hoplophorini reconocida por que se caracteriza
fundamentalmente por el gran desarrollo y neumatización de los senos
fronto-nasales, así como por la notable altura del cráneo, sobre
todo en la región posterior; de igual modo, la cresta sagital,
presente en las restantes especies pleistocenas, está aquí
remplazada por una notable concavidad media. La particularidad de
estos animales eran sus huesos nasales (hocico) los cuales le daban
un aspecto inflado a su rostro y cuya función tendría que ver con
algún tipo de “acondicionamiento” del aire o posiblemente un adorno
atractivo para sus congéneres. En la localidad de Centinela del Mar
(cerca de Miramar) un equipo del Museo de La Plata encontró una
paleocueva con estructura interna, en la cual había restos de
Neosclerocalyptus. La estructura presentaba marcas de garras
en las paredes y marcas de ficción del caparazón en el techo. Esto,
junto a ciertas características anatómicas presentes en dichos
animales, llevó a proponer el posible desarrollo de hábitos
cavadores en estos gliptodontes de menor talla. A diferencia de
otros Gliptodontes, este tiene unas extremidades muy delgadas y
cortas. Su peso fue de unos 250 a 300 kilogramos. Los restos de
Neosclerocalyptus son algo frecuentes en los sedimentos
del Cuaternario del S.E bonaerense. Las especies más “modernas”, de
unos 120.000 años, tenían esta característica muy notoria, en cambio
las más antiguas que se conocían mostraban diferencias notables y
tenían hasta un millón de años. Recientemente, en 2024, se publico
un estudio en donde se
analizaron 32 marcas en fragmentos óseos de un
ejemplar de Neosclerocalyptus, una variedad de os extintos
Gliptodontes, que vivió en la zona del Río Reconquista, en la
localidad bonaerense de Merlo, hace 21.000 años, prueban la
interacción humana con la megafauna prehistórica. Tras analizar con distintas técnicas esos
cortes en vértebras y otros fragmentos óseos, además de datarlos junto con los
sedimentos donde fueron hallados, un equipo de investigadores argentinos que
trabajan en instituciones de referencia en el país, Francia y China determinaron
que el patrón de esas marcas responde a “una secuencia lógica de desposte” del
animal con instrumentos de piedra. Esto surge en un momento en el que están
empezando a aparecer evidencias en otros lugares del norte de
América, como Alaska, Estados Unidos y México, fechadas para la
misma época, entre 26.000 y 22.000 años atrás. Ahora, se agrega la
de Argentina, de hace 21.000 años.
La distribución geográfica del
género es relativamente amplia, abarca Argentina, Paraguay, Chile,
Bolivia, Paraguay y Brasil. El registro de este género se extiende
desde el Ensenadense (Pleistoceno temprano-medio) hasta el Holoceno
temprano. Usualmente, las especies del género han sido relacionadas
con ambientes abiertos de pastizales y en parte arbolados. Otras
especies relacionadas: Neosclerocalyptus heusseri,
Neosclerocalyptus ornatus y Hoplophractus.
Doedicurus clavicaudatus.
Owen, 1846.
Mamífero Cingulata:
Fue la especie de mayor tamaño
dentro de la familia de los Gliptodontes. Tenía 4,3 metros de largo
y 2 metros de alto. La coraza tiene una forma muy particular,
presentando una especie de joroba en su parte más alta, con placas
laxamente unidas que en otros parientes de la época. Su cola estaba
formada por cuatro anillos, un tubo cilíndrico de un metro de largo
y en su término poseía una masa ósea con púas corneas,
convirtiéndose en una técnica de defensa contra los habituales
depredadores. Sus extremidades son sorprendentemente robustas y su
columna y cadera se encuentran soldadas al caparazón del animal. Se
alimentaría de pastos cortos y de zonas semi-aridas. Su masa
estimada en vida es de dos toneladas. Todas las especies se
extinguieron sin dejar representantes. Asimismo, restos bien
preservados de la especie fueron rescatados en dos campañas
paleontológicas en 1918 por Carlos Ameghino y Lorenzo Parodi, cuyos
restos en la actualidad se encuentran depositados en el Museo
Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" e Instituto
Nacional de Investigación de las Ciencias Naturales de Buenos Aires,
República Argentina. Otras especies relaciondas:
Neosclerocalyptus heusseri, Sclerocalyptus ornatus, Hoplophractus,
Plohophoroides conterminus, Plohophorus figuratus, Panochthus
tuberculatus, Doedicurus clavicaudatus, Glyptodon munizi y
Paraglyptodon chapadmalensis.
Glyptodon reticulatus.
Owen, 1845.
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Extracción
de un Glyptodon reticulatus del Pleistoceno por el Museo
Municipal Punta Hermengo de Miramar. |
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Ejemplar de Glyptodon munizi en el Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. |
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Excepcional
hallazgo de cuatro Gliptodontes, en el lecho del arroyo Salado, en el partido
bonaerense de Bolívar. |
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Aspecto en vivo de
Glyptodon
reticulatus por Roman Uchytel. |
Mamífero Cingulata.
Fue una de las especies más comunes dentro del
territorio bonaerense y gran parte del país por la abundancia de
restos fósiles. Su existencia fue comunicada por primera vez por Sir
Owen en un trabajo científico en 1845. Glyptodon tenía
3,5 metros de largo y 1,4 de alto. Su cráneo estaba protegido por
una coraza cefálica. Su coraza ósea no tenía anillos móviles, cuya
característica es propia de esta familia de mamíferos desaparecidos.
El tamaño de su caparazón es de unos 2,5 metros de largo por 2
metros de ancho, cuyas placas engrosadas entre sí, varían de 1 a 8
centímetros de diámetro, las cuales son fáciles de identificar por
su forma de "flor" o “roseta”. Su cola carecía del anquilosamiento
de los anillos terminales en forma de tubo descriptos en los otros
géneros. Esta se encuentra formada por una serie de anillos móviles
de diámetro decreciente, conformada por unos siete anillos con
placas de forma relativamente grotesca y en punta. Sus patas son
cortas y robustas. Gran parte de la columna y de la pelvis se
encuentran soldadas a la coraza ósea. Su masa estimada es de 1,5
toneladas. Su alimentación estaba compuesta principalmente por el
pastoreo de hierbas bajas de zonas abiertas. Algunos trabajos
publicados recientemente en Francia por un grupo de prestigiosos
paleontólogos argentinos, demuestra que es probable que varias
especies de Gliptodontes se pudieran parar sobre sus patas traseras
y apoyarse sobre sus grotescas colas, formando una especie de
trípode, para mantener elevado su enorme y macizo cuerpo. Su
extinción ocurrió hace unos 10 mil años. Entre los Glyptodontidae,
es el género que posee la mayor extensión latitudinal, que va desde
el sur de Argentina hasta Venezuela. Su presencia en Centroamérica,
especialmente México, es dudosa y requiere alguna revisión. De
acuerdo a este taxón se habría desarrollado en ambientes abiertos de
pastizales y estepas. De igual modo, recientes estudios del aparato
hioideo de Glyptodon sugirieron una dieta
principalmente pastadora, que apoya la hipótesis precedente. El
hallazgo de corazas y placas óseas de este género son de lo más
común en toda la región Pampeana. En 2019, se dio a conocer un
estudio donde determino que Glyptodon clavipes, es la
misma especie que Glyptodon reticulatus, la cual había
sido clasificada por separado, debido a las diferencias en la coraza
entre ejemplares adultos y más juveniles. En 2020, un equipo de
profesionales de la arqueología y la paleontología perteneciente al
Instituto de Investigaciones del Cuaternario Pampeano (INCUAPA –
CONICET) con sede en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN
trabajaron en la extracción de restos de caparazones de cuatro
gliptodontes que fueron hallados en el lecho del arroyo Salado, que
descarga sus aguas en la Laguna San Luís, en el partido de Bolívar.
Géneros relacionados: Paragliptodon chapadmalensis del
Plioceno, G. munizi G. principalis G. laevis G. gemmatus
todos ellos típicos del Ensenadense, y G. perforatus G.
elongatus y G. clavipes. Estas últimas se
encuentran en el Bonaerense y Lujanense.
Panochthus
tuberculatus.
Owen,1845.
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Ejemplar de
Panochthus sp
en el Museo de La Plata. |
Cráneo en el
Museo de Cs Naturales de la localidad de Las Flores, Prov Bs
As. |
Panochthus tomado
del Web Site Arroyo Vizcaino. |
Mamifero Cingulata.
Se trata de otro género de los famosos y populares
Gliptodontes pampeanos, que tuvieron su origen durante el Eoceno, a
partir de pequeñas formas del tamaño de un gato doméstico, y que
para el Mioceno, Plioceno, y sobre todo en el Pleistoceno alcanzaron
su máximo desarrollo. Se diferencian de los Glyptodontes por su
coraza en forma de casco prusiano. Las placas que forman este
formidable caparazón son gruesas, presentando un relieve con
pequeñas figuras circulares y uniformes finamente punteadas. La
coraza de este género se caracteriza por un marcado alargamiento de
la región pélvica en detrimento de la zona torácica, estando
constituida la ornamentación de cada placa por un gran número de
figuritas finamente puntuadas. Su tubo caudal tiene un gran tamaño y
es muy chato a comparación de las otras especies, con notables
cicatrices donde tal vez, llevaría un grupo de largas y punteabudas
espinas corneas, las cuales, se convertía en un arma muy efectiva
cuando era amenazado por los carnívoros de la época. Su cráneo era
corto pero muy robustos, acompañados de unas increíbles y grotescas
mandíbulas. Sus patas eran gruesas y cortas. Su pelvis al igual que
gran parte de su columna se encontraba soldada a la coraza dorsal.
Los hallazgos de trozos de coraza de Panochthus en
toda la región son algo frecuente. Su distribución geográfica abarcó
los actuales territorios de Argentina, sur de Brasil, Uruguay y
Bolivia. Seguramente vivía en zonas abiertas con pastizales, de los
cuales se alimentaban. Otras especies: Las diferentes especies
reconocidas para el Bonaerense y Lujanense (P. tuberculatus,
P. morenoi y P. frenzelianus) se diferencian básicamente
entre sí por el tamaño y ciertos caracteres craneales (e.g., órbitas
abiertas o cerradas). También se registra el género P. intermedious.
Pampatherium typum.
Ameghino, 1937.
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pampatherium typum pampatherium typum pampatherium typum
pampatherium typum pampatherium typum pampatherium |
Mandíbula de
Pampatherium en el Museo de La Plata, y coraza
articulada. Aspecto del armadillo gigante (*). |
Mamífero Cingulata.
La familia de los Dasipodidos o
Chlamyphoridos, agrupa a animales cuyos cuerpos se hallan protegidos
por una coraza ósea y placas dérmicas, la que se divide en dos
partes, una la coraza escapular y la otra la coraza pélvica,
separadas por varias bandas móviles que varían en su cantidad según
la especie. En la actualidad se encuentran representados por
mamíferos de pequeño tamaño como los peludos y las mulitas. Durante
la era Cuaternario vivió una mulita gigante llamada
Pampatherium, cuyo nombre significa "bestia de la pampa". Es
probable que su peso fuese de unos 225 kilogramos y superaba los 2,5
metros de longitud. Poseía un caparazón con bandas móviles, lo que
le permitía realizar movimientos rápidos y variados, facilitando la
excavación de largas galerías donde pasaría la mayor parte de su
tiempo. Los registros más antiguos de un Pampatheriidae provienen de
la región pampeana para el Plio-Pleistoceno es relativamente pobre,
aunque son algo más frecuentes en el Mio-Plioceno de Mesopotamia por
el género Kraglievichia y de la región Sudandina por
el género Vassalia. En los últimos años, los
investigadores lo incluyen dentro de la familia Dasypodidae como lo
planteo en su momento Ameghino. Suponemos que su alimentación era
variada, desde gusanos, huevos, vegetales y no desperdiciaría
la carroña, demostrado por sus raros dientes. De hecho, la
existencia en sus molariformes de una cresta axial de dentina
compacta indicaría que los Pampaterios se alimentarían mayormente de
vegetales duros, o altamente abrasivos, como las gramíneas.
Pampatherium typum se extiende, en la Argentina, durante
todo el Ensenadense y Lujanense. Geográficamente, en la Argentina,
se lo ha exhumado en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe,
Córdoba, Corrientes y Formosa. Fuera de la Argentina, sus restos han
sido exhumados en la República Oriental del Uruguay y en Bolivia, en
las localidades del Tarija y Papua, y en Brasil. En términos
generales se lo ha asociado, al igual que los Glyptodontidae, a
ambientes abiertos y pastizales. Géneros relacionados: Plaina
intermedia, Kraglievichia sp. Chlamydotherium paranense,
Pampatherium typum y Vassalia sp.
Propraopus grandis.
Ameghino, 1881.
Coraza y cola de
Propraopus grandis. Este ejemplar es el mas completo que se
conoce y fue hallado en el Pleistoceno bonaerense, exhibido en el
Museo de La Plata. Al lado, posible aspecto de Propraopus
grandis,
tomado del paleoartista Jorge Blanco en el libro Bestiario Fósil,
como Pampatherium. |
Mamífero
Cingulata. Se trata de otro género de
Dasipodido, es decir, un mamífero compuesto por una coraza ósea con
placas corneas y que, a diferencia de los Gliptodontes, poseían bandas
móviles que les permitían realizar importantes movimientos o ponerse en
forma de bola. Su origen se remonta al Paleoceno medio, calculados en
unos 55 millones de años antes del presente y en poco tiempo colonizaron
una gran variedad de ambientes, logrando una diversificación muy
exitosa. Su tamaño era muy similar al de los actuales "Tatu carreta" que
vive en el norte argentino. Llegaba a medir 1,20 metros de longitud. Su
alimentación fue muy variada, compuesta principalmente gusanos, huevos,
vegetales y animales en estado de descomposición. Los huesos de sus
extremidades eran cortos y robustos, muy característicos de esta
familia. Sus falanges ungueales o garras eran muy desarrolladas para
realizar extensas madrigueras, donde pasaba gran parte de su tiempo y
donde las hembras daban a luz. La presencia de los osteodermos fijos
dentro de esta especie se fundamenta por la forma hexagonal y la
presencia de dos o tres figuritas periféricas en su borde anterior. En
las placas móviles, se observan los dos surcos que divergen hacia la
parte posterior de la placa, limitando de este modo una figura
subtriangular. Con respecto al registro fosilífero de esta especie,
podemos decir que es muy escaso, y cuando los paleontólogos y los
técnicos encuentran alguna pieza, se trata de restos aislados. Este
género, típicamente pleistoceno, incluye las especies de P.
punctatus y P. sulcatus para Brasil; P.
magnus (Ecuador) y P. grandis (Argentina y
Bolivia). Su distribución se extiende hacia el norte hasta Florida,
Missouri y Oklahoma, en los Estados Unidos. En Argentina, la única
especie reconocida es P. grandis (Ensenadense y Lujanense,
para las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Catamarca. Desde el punto
de vista paleoambiental, su presencia sugiere espacios abiertos.
Chaetophractus villosus.
Desmarest, 1804.
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Ejemplar
mayormente completo de
Chaetophractus sp. Museo
Municipal de Ciencias Naturales de Miramar. |
Cráneo del mismo
ejemplar de la izquierda de
Chaetophractus sp. Museo
de Ciencias Naturales de Miramar. |
Aspecto
de
Chaetophractus.
Carlos Wiedner. |
Mamífero Cingulata.
Se trata de un armadillo fósil emparentado con el mismo
género viviente (el peludo pampeano). El origen de la presente estirpe
es sudamericano, cuyos restos fósiles de sus antecesores corresponden al
Eoceno, es decir, hace unos 45 millones de años antes del presente, pero
al restablecerse la unión de ambas Américas, este género se desplaza
hasta la parte media de Norteamérica. Era un armadillo acorazado. La
armadura de este animal estaba constituida por un mosaico de pequeñas
placas óseas que se desarrollan en la capa inferior de la piel o dermis,
y están recubiertas de epidermis córnea. Constituye un sistema de
protección contra los depredadores; y en este género estaba protegida
incluso la cola. Las placas formaban un escudo de una sola pieza sobre
los hombros y otro sobre los cuartos traseros. La parte media del cuerpo
del animal estaba recubierta por unas placas que forman bandas
transversales articuladas entre sí, es decir, que estaban unidas por una
piel blanda. Gracias a esto podían enrollarse hasta formar una bola
completamente acorazada y cubrir la única zona del cuerpo que se halla
desprotegida: el abdomen. Eran animales de cuerpo robusto, con patas
cortas y musculosas que les permitían moverse con gran rapidez. Las
extremidades poseían garras semejantes a uñas y el armadillo las
utilizaba para conseguir su alimento o para excavar madrigueras. Sus
hábitos eran nocturnos y se alimenta de insectos, gusanos, pequeños
vertebrados y, a veces, carroña. Restos fósiles de este y otros géneros
morfológicamente similares son hallados con frecuencia en los
afloramientos sedimentarios correspondientes al Plioceno y Pleistoceno
pampeanos. Géneros y especies relacionados: Chorobates recens,
Chorobates villosissimus, Dasypus laevisculptus, Macrochorobatus
chapadmalensis, Macroeuphractus outesi, Macroeuphractus retusus
y Zaedyus sp.
Lestodelphys halli.
Thomas, 1921.
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Mandíbulas y maxilares
comparados con una moneda de cinco centavos para indicar
su tamaño real. Colección del Museo de Ciencias
Naturales Punta Hermengo. |
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Aspecto en
vida del pequeño carnívoro marsupial Lestodelphys
del Pleistoceno Pampeano. (*) |
Mamífero Marsupial.
Es un género muy
abundante en el Pleistoceno pampasico. Su tamaño era muy pequeño, como
el de un ratón, y sería fácil en confundirlo si lo pudiéramos ver con
vida, pero en realidad era un animal de la familia de las zarigüeyas o
falsas comadrejas. Pudieron ser de hábitos arborícolas y terrícolas. Su
dieta era omnívora, es decir, comían de todo, desde huevos, insectos
hasta pequeños roedores de la época los cuales tenían su tamaño. Su
reproducción era muy compleja, ya que las hembras daban a luz a fetos
pocos desarrollados, los cuales, terminaban su etapa de crecimiento en
un saco externo. Sus restos son muy escasos, y generalmente sus fósiles
se encuentran asociados al de otros microvertebrados dentro de las
regurgitaciones realizadas por aves rapaces. Thylamys y
Lestodelphys son los marmosinos fósiles más comunes en las
exhumaciones Plio-Pleistocenas de la región pampeana. Ambas especies, en
la actualidad, muestran adaptaciones a la vida de ambientes templado -
xericos, como la capacidad de almacenar grasa en la cola y la
posibilidad de entrar en estados de topor diario o hibernación. El
almacenamiento de grasa por parte de los marsupiales podría responder a
carencias estaciónales en la disponibilidad de alimentos,
fundamentalmente insectos. Posiblemente, sus representantes fósiles,
tenían comportamientos similares. Debido a los cambios climáticos y
geográficos ocurridos desde entonces, la distribución de estos
peculiares mamíferos no es la misma, por ejemplo, los representantes
actuales del genero Lestodelphys viven en algunos rincones
de La Pampa y sur Patagonico. Géneros relacionados: Lestodelphys
juga, Lestodelphys halli, Lutreolina crassicaudata, Lutreolina tracheia,
Monodelphys dimidiata, Thylamys contrerasi, Thylamys pusillus,
Thylatheridium cristatum, Thylatheridium pascuali, Thylophorops perplana
y Thylophorops chapadmalensis.
Lagostomus maximus.
Desmarest.1817.
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Cráneo con Mandíbula en el
Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Restos muy
completos exhibidos en el Museo Paleontológico de San Pedro. |
Aspecto de Lagostomus maximus.
Por
Carlos C. Wiedner. |
Mamífero
Roedor.
Es una especie de roedor de la familia
Chinchillidae. En la actualidad la especie se encuentra representada
por la vizcacha. Durante el Plioceno, vivió un antiguo
representante, el Lagostomus (Lagostomopsis) antiquus,
de menor tamaño, pero recién a mediados del Pleistoceno bonaerense
Lagostomus maximus ha tenido una gran expansión geográfica. Se trata
de un género aloctono, que llego a Sudamérica durante el Oligoceno
tardío y Mioceno a través de otras circunstancias, como saltadores
de islas etc, Prolagostomus pusillus y
Lagostomus telenkechanum. Su alimentación estaría compuesta
principalmente por tubérculos, raíces, hierbas etc. Poseía un cráneo
ancho y robusto, con nasales alargados. Bullas timpánicas poco
desarrolladas. Mandíbulas con una cresta regularmente fuerte y patas
traseras alargadas a comparación de las primeras, acompañadas con
tres dedos, de los cuales, el del medio es él más largo. Realizaban
grandes y extensas madrigueras, donde se pueden observar los túneles
y recamaras centrales. En Miramar, en las inmediaciones del Bosque
Vivero Dunicola Florentino Ameghino, se pueden encontrar con
frecuencia en los afloramientos geológicos, numerosas paleocuevas
atribuidas a la especie, con restos fósiles en su interior. En 1994,
Mariano Magnussen, del actual Laboratorio de Paleontología del Museo
de Ciencias Naturales de Miramar, Fundcion Azara y Lacev, hallo un
una de las recamaras centrales de la madriguera, restos sustanciales
de cuatro individuos de edades distintas, demostrando que la especie
tenia estrechos sociales complejos.
Hydrochoerus
sp. Brisson, 1762.
Roedor,
cavioideo.
En la actualidad,
es el roedor más grande del mundo, y pertenece al suborden
Caviomorphae, de la familia Hydrochoridae y a la subfamilia
Cavioidae, pero en otros tiempos geológicos estuvo representado por
otros gigantes. La evolución histórica de este roedor ha sido
investigada por paleontólogos uruguayos y argentinos. Es uno de los
mamíferos que evolucionaron en América durante la era Cenozoica. Su
filogenia se remonta al Oligoceno inferior sudamericano. En el
Mioceno la evolución produjo una divergencia entre los Eocardidae e
Hydrochoeridae (antiguos capibaras), que se desarrollaron
conjuntamente, y los Cavioidae (donde se encuentran los cobayos o
cuises) que lo hicieron en forma independiente. En el Pleistoceno
existían por lo menos seis géneros con varias especies, según los
fósiles descubiertos desde el sur de los Estados Unidos hasta el sur
de la Argentina. Estos fósiles provienen de individuos de hasta el
doble de tamaño que los actuales capibaras y con mayor
especialización. Las patas anteriores tienen cuatro dedos y las
posteriores tres, como el Tapir (Tapirus terrestris).
Seguramente todos los dedos están unidos entre sí por pequeñas
membranas natatorias y están dotados de uñas fuertes y gruesas. Este
animal pudo nadar vigorosamente y permanecer debajo del agua
bastante tiempo, como lo hacen en la actualidad los carpinchos. Se
han recuperado restos muy interesantes en el Plio- Pleistoceno de
las provincias de Santa Fe y Buenos Aires. Recientemente, Mariano
Magnussen del Museo de Ciencias Naturales de Miramar hallo huellas
fosilizadas atribuibles al icnogenero Porcellusignum
conculcator. De apariencia muy similar a sus parientes
suramericanos modernos, los investigadores asumen que estos animales
necesitaban hábitats con abundante agua dulce. De hecho, sus fósiles
se han encontrado muy cerca de donde alguna vez hubo ríos, arroyos,
lagos o pantanos. Se alimentaba de una variedad de plantas incluido
en gran medida de pastos. Sobre carpinchos fósiles del Pleistoceno
se conoce muy poco, pero pareciera que su presencia es muy reciente.
Otro género extinto bien conocido para el Pleistoceno es
Neochoerus sp.
Desmodus draculae.
Morgan, Linares & Ray, 1988.
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Rama
mandibular de Desmodus draculae, del Pleistoceno.
Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Aspecto del
vampiro gigante del Pleistoceno, Desmodus draculae,
dentro de una paleocueva. Por HodariNundu. |
Quiroptero, desmodóntido.
Es una especie de mamífero placentario del orden de los quirópteros.
Vivió durante el Pleistoceno y el Holoceno reciente en zonas cálidas
de Centro y Sudamérica. Los vampiros son mamíferos que solo viven en
América, perteneciente a la familia de los desmodóntidos, conocidos
por alimentarse de sangre animales, o sea, que es un hematófago. Son
la única familia de murciélagos en el mundo, que despierta
curiosidad a partir de las leyendas de Transailvania. De vuelo ágil,
silencioso y una considerable capacidad para saltar. Las distintas
especies de vampiros carecen de cola, poseen coloración oscura y
muestran un carácter huraño y huidizo. Pero en el Cuaternario de
América, vivió Desmodus draculae. Fue hallado por
primera vez en Venezuela, en 1988. Creemos que tuvo muchos hábitos
similares al vampiro común, pero con un tamaño 30 % mayor. Los
únicos antecedentes de vampiros antiguos de Argentina, corresponden
a los hallados en el Partido de General Alvarado. Uno de ellos, es
un canino superior aislado del Holoceno tardío en la localidad de
Centinela del Mar, referido a Desmodus cf. D. draculae,
que increíblemente no llego a ser un fósil, pues, la datación
readiocarbonica dio una antigüedad de 300 años. En 2021,
investigadores de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Conicet
y del Museo de Ciencias Naturales de Santa Clara del Mar, dieron a
conocer una mandíbula de Desmodus draculae, del
Pleistoceno del Arroyo La Ballenera, próximo a la ciudad de Miramar,
y depositado en las colecciones científicas del Museo de Ciencias
Naturales de esta ciudad. Esta pequeña pero increíble mandíbula
fósil, fue hallada in situ dentro madriguera de 1,2 metros de
diámetro, atribuida a un Mylodontidae, un perezoso gigante, lo que
sugiere algunas hipótesis. Entre ellas, tal vez, el vampiro se
alimentaba de este perezoso, o vivía en grupos dentro de la cueva, o
bien, el fósil ingreso arrastrado por agua, o es un resto de presa.
Lo que deja el fósil, y el material histórico de Desmodus
draculae, es que, ambos fueron encontrados en las
proximidades de Miramar. Su pariente viviente más cercano, vive a
600 kilómetros al norte, lo que podría ser un indicador ambiental y
climático. Posiblemente, los últimos representantes se extinguieron
durante la época colonial, en 1820.
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El
gran Intercambio Biótico Americano (GIBA)
Fue el suceso
que acaeció durante los últimos 3 millones de años,
cuando se restableciera la unión de Sudamérica con el
resto del continente. Este evento
geológico posibilito que la fauna
de América del sur se desplazara
hacia el hemisferio norte, y la de este, hacia hemisferio
sur. Así fue que hacia el
norte se movilizaron los grandes Gliptodontes, Megaterios, Toxodontes
etc. en tanto que los emigrantes del norte llegaron
a nuestras tierras fueron los Cervidos, Mastodontes,
Hippidion y carnívoros como osos y tigres
dientes de sable entre otros. El impacto de este
fluido intercambio trajo aparejadas consecuencia dramáticas,
como la competencia por los nichos ecológicos, la falta de
readaptación, enfermedades etc, logrando la disminución de
especies autóctonas, algunas llevadas a
la extinción. |
Smilodon populator.
Lund, 1842.
Smilodon Smilodon
Smilodon Smilodon |
Smilodon Smilodon
Smilod |
Smilodon Smilodon
Smilodon Smilodon |
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Esqueleto de Smilodonte en el
Centro Cultural del Bicentenario, Santiago del Estero. |
Esqueleto de Smilodon en el
Museo de Miramar. |
Reconstrucción en vivo de
Smilodon. (*): |
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Cráneo y mandíbula
exhibida en el Museo Paleontológico de la ciudad de Mercedes (Bs
As). |
El técnico
Mariano Magnussen Saffer, con el calco de un cráneo del
Museo Municipal Punta Hermengo de la ciudad de Miramar. |
Primeras huellas atribuidas a Felipeda
miramarensis, un dientes de sable del Pleistoceno. Museo
de Miramar. |
Mamífero
Carnívoro.
El tigre dientes de sable fue
uno de los grandes triunfos evolutivos de los mamíferos
depredadores. Smilodon significa “dientes de sable”,
característica que evidencia su acentuada especialización en la
cacería de presas grandes, como el megaterio y el mastodonte,
enormes mamíferos hoy desaparecidos. El primer hallazgo de un
smilodonte en nuestro país fue realizado por el naturalista
Francisco Javier Muñiz en 1844, en la barranca del Río Luján, pero
en realidad, el primer ejemplar fue encontrado en 1842 por el
paleontólogo danés, Peter Lund, en unas cavernas del sur brasileño,
al cual, atribuyo a una especie de hiena, a partir de unos pocos
restos. El Smilodon superaba el peso y tamaño que el
león actual; sin embargo, sus proporciones corporales diferían de
las de cualquier félido moderno. Las extremidades posteriores del
Smilodon populator eran más cortas y robustas, su cuello
proporcionalmente más largo, y el lomo más corto. La extraordinaria
peligrosidad de este félido se debía al gran desarrollo de la parte
anterior de su cuerpo y al tamaño asombroso de sus caninos
superiores, que llegaban a sobresalir más de quince centímetros. A
diferencia de la mayoría de los félidos, tenía un rabo corto, como
el lince. Todo su cuerpo tenía una estructura poderosa y los
músculos de los hombros y del cuello estaban dispuestos de tal
manera que su enorme cabeza podía lanzarse hacia abajo con gran
fuerza. Las mandíbulas se abrían formando un ángulo de más de 120
grados, permitiendo que el par de los inmensos dientes de sable que
tenía en el maxilar superior se pudiera clavar en sus víctimas. Los
dientes de sable eran ovales en sentido transversal, lo que
aseguraba una mínima resistencia cuando se hundían en su presa.
También estaban aserrados por el extremo posterior, permitiendo
atravesar la carne de la víctima con mayor facilidad. Así vivió
desde hace un millón de años, hasta que la llegada del hombre y la
desaparición de las grandes presas provocó a su vez, la extinción
del tigre dientes de sable hace apenas unos 8000 años. En el año
2016, Mariano Magnussen del Museo de Ciencias Naturales Punta
Hermengo de Miramar, descubrió un sitio paleoicnologico en esa
ciudad. Se identificaron las pisadas de un gran tigre dientes de
sable, las cuales fueron recuperadas junto a Daniel Boh, de la misma
institución. Posteriormente, en 2018, se presentó esta nueva
icnoespecie como Felipeda miramarensis, únicas en el
mundo. Smilodon populator es una especie sobre la que
se han descrito dos subespecies: Smilodon populator
californicus, propia del Pleistoceno de América del Norte, y
Smilodon populator populator presente en el
Ensenadense y Lujanense de Argentina, Brasil, Ecuador, Tarija
(Bolivia), Chile y Uruguay, y es la de mayor tamaño entre todos los
dientes de sable conocidos. Género relacionado: Smilodon
fatalis de Norteamérica.
Panthera onca.
Linneo,
1758.
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Cráneo y
mandíbula de
Panthera de las barrancas del
río Bermejo de la localidad de General Mansilla,
recuperado por el Museo de Ciencias Naturales de Formosa. |
Panthera
onca atacando a un gran Gliptodonte (*). |
Mamífero
Carnívoro.
Es un carnívoro félido de la subfamilia de
los Panterinos, conocidas vulgarmente en la actualidad, como jaguar,
yaguar o yaguareté. También es el mayor félido de América y el
tercero del mundo. Su distribución actual se extiende desde el
extremo sur de Estados Unidos continuando por gran parte de América
Central y Sudamérica hasta el norte y noreste de Argentina. La
familia Felidae estuvo representada durante el Cenozoico tardío en
la región pampeana (Argentina) por tres especies de gran tamaño:
Smilodon populator Lund, Panthera onca
Linnaeus y Puma concolor Linnaeus. De ellas S.
populator es la única que se extingue a finales del
Pleistoceno, en tanto que, Pu. concolor y Pa. onca
se registran con seguridad a partir del Ensenadense (Pleistoceno
temprano-medio). Solo que, en este caso es un 30 % más grande que el
actual. Un grupo de investigadores del Conicet, Departamento
Científico de Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales y
Museo de La Plata y de Inculpa, presentaron los resultados actuales
en la investigación del Sitio Arqueológico “Nutria Mansa 1” en el
Partido de General Alvarado, donde se registró el hallazgo de un
canino atribuido a Panthera onca, pudiendo efectuar
tres dataciones radiocarbonicas AMS sobre el material dentario de
Lama guanicoe (guanaco) asociado y permitió vincularlo al
holoceno tardío en las inmediaciones de la costa atlántica de la
región pampeano, hoy en día, localmente extinto. Restos de otro
cráneo fueron reportados en la localidad de San Miguel de Tucumán.
Si bien prefiere las selvas densas y húmedas, puede acomodarse a una
gran variedad de terrenos boscosos o abiertos. Está estrechamente
asociado a la presencia de agua y destaca, junto con el tigre, por
ser un félido al que le gusta nadar. Seguidamente, al igual que sus
representantes actuales, cazaba tendiendo emboscadas, siendo
oportunista a la hora de elegir las presas. Es una especie clave
para la estabilización de los ecosistemas en los que habita. Los
ejemplares adultos tienen una mordedura excepcionalmente potente,
incluso en comparación con otros grandes félidos, lo que les permite
perforar los caparazones de reptiles acorazados como las tortugas y
utilizar un método poco habitual para matar: ataca directamente la
cabeza de la presa entre las orejas para proferir un mordisco fatal
que atraviesa el cráneo con sus colmillos alcanzando al cerebro.
Panthera atrox.
Leidy,1853.
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Cráneo de Panthera atrox.
Muy similar al fósil preservado en el Museo de La Plata. |
Cráneo de Panthera atrox
recuperado en Patagonia. |
Aspecto de Pantera atrox
deambulando en la Patagonia Argentina. (*). |
Mamífero
Carnívoro.
El león americano era un 25 un por ciento más grande
que los leones africanos actuales (Panthera leo),
sobrepasaba los 3 metros de longitud y pesaba más de 250 kilogramos.
Tenía un tamaño mucho mayor al de los yaguartés. También podemos
saber que se trataba de una especie caminadora y adaptada a los
ambientes abiertos y secos como la estepa patagónica. En el siglo
XIX científicos de distintas partes del mundo exploraron cuevas y
cavernas de la Patagonia en búsqueda de la posibilidad de hallar
vivo al Mylodon, un perezoso gigante que podía pesar
hasta 2 toneladas, extinguido, en realidad, miles de años antes.
Pese a no poder concretar dicho objetivo, los investigadores
hallaron entre otros restos fósiles, esqueletos de una especie
felina de gran tamaño que permaneció catalogada de manera errónea.
Si bien Santiago Roth, el primer paleontólogo que publicó los restos
de esta especie, consideró que se trataba del felino sudamericano
más grande y, al vincularlo a un misterioso animal del que hablaban
las leyendas locales, lo bautizó con el nombre de Lemish
listai, más adelante hubo acuerdo entre los investigadores
que se trataba de una subespecie de yaguareté (Panthera onca)
de gran tamaño que había habitado el sur del continente
sudamericano. En diciembre de 2017, investigadores del Museo
Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET)
volvieron a analizar los fósiles conservados en el Museo de La Plata
y concluyeron que en realidad corresponden al león americano (Panthera
atrox), especie considerada hasta el momento como
exclusivamente norteamericana y pariente cercano del león de la
cavernas de Eurasia (Panthera spelaea). Los resultados
fueron publicados en la revista Comptes
Rendus Palevol. Expediciones arqueológicas en cavernas en la
Patagonia revelaron la existencia de grandes depósitos de huesos de
Mylodon. Aunque en un principio, los arqueólogos
consideraron que los esqueletos debían haber sido acumulados allí
por los seres humanos, la presencia en todos ellos de marcas de
dientes agudos les reveló que habían sido capturados por un gran
predador felino, al cual comenzaron a denominar como ‘Pantera de la
Patagonia’. Junto a los huesos de los leones americanos fueron
hallados también restos de cuero que permitieron revelar que la piel
de estos predadores era de color rojizo. Algo que confirma el modo
en que se lo retrata en una pintura rupestre hallada en una cueva en
El Ceibo en la provincia de Santa Cruz en la década del ’70. Nicolás
Chimento y Federico Agnolín, autores de la publicación sugieren
estudiar otros huesos de supuestos "yaguaretés fósiles" para
reforzar la presencia habitual de este gran depredador.
Leopardus geoffroyi.
d'Orbigny & Gervais, 1844.
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Recreación in
situ de
Leopardus geoffroyi.
Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar. |
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Aspecto en
vida de
Leopardus geoffroyi. (*). |
Mamífero Carnívoro.
Es una especie de mamífero
carnívoro de la familia Felidae. Durante el Pleistoceno de Argentina
vivieron algunos felinos de tamaño chico, cuyos registros fósiles
son aún más escasos. Algunos de ellos llegaron desde América del
Norte durante el Gran Intercambio Biótico Americano, hace unos 3
millones de años, logrando una importante diversidad bien conocida
hoy en día, aunque el registro paleontológico aun no dice lo mismo.
Los restos más antiguos, corresponde a Felis vorohuensis
(Plioceno tardío – Pleistoceno temprano). Felis geoffroyi
es conocido durante el Pleistoceno superior y Felis lujanensis
(sinónimo de Lynchailurus colocolo) para el holoceno
temprano, ambos en la provincia de Buenos Aires. Se conoce la
presencia de Herpailurus para Tierra del Fuego a fines del
Pleistoceno- Holoceno. Leopardus geoffroyi tenía el
tamaño de un gato doméstico o apenas más grande. Su peso es
habitualmente de entre 4 y 5 kilogramos, aunque puede llegar a los
8 kilogramos. Se alimentaba principalmente de roedores, pequeños
lagartos e insectos, y ocasionalmente ranas y peces, lo que
convertía a este felino en un importante depredador. Otro Felidae de
mayor tamaño fue Puma (=Felis) concolor.
Arctotherium latidens. Bravard
in Gervais y Ameghino, 1880.
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Atlas o primera
vértebra cervical. Museo Municipal de Miramar. |
Arctotherium angustidens,
de la colección de la División Paleontología de Vertebrados
del Museo de La Plata.
Imagen de
proyectojuco. |
Reconstrucción
en vivo de
Arctotherium (*). |
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Arctotherium, que constituye el mayor exponente de la
familia Ursidae, recuperado en la ciudad de Buenos Aires en
el MACN. |
Cráneo y
mandíbula de Arctotherium juvenil, encontrado a la
altura de la localidad bonaerense de Junín.
Museo Legado del Salado.
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El
prestigioso investigador Leopoldo
Soibelzon, del Museo de La Plata, compara el humero
del oso gigante
Arctotherium angustidens
con el humero de un elefante actual. Imagen de prensa. |
Mamífero
Carnívoro.
Fue un género extinto de
mamíferos de la familia Ursidae, conocidos con el nombre común de
oso sudamericano u oso de cara corta. La mayor parte de las familias
del orden Carnívora arribaron a América del Sur durante el Gran
Intercambio Biótico Americano. En Sudamérica, no existían hasta ese
momento carnívoros placentarios (félidos, cánidos, úrsidos, etc.),
los inmigrantes holárticos experimentaron una gran radiación
adaptativa que resultó en la aparición de nuevos géneros y especies.
Dentro del género Arctotherium se reconocen cuatro
especies en la Argentina y fundamentalmente en la región pampeana.
Estos osos eran formas de gran tamaño, con masas que iban desde
aproximadamente 300 a 1.200 kg según las especies y el sexo de los
individuos. La especie del Ensenadense (Pleistoceno temprano a
medio) es la que presentaba individuos de mayor tamaño, mientras que
las especies del Bonaerense (Pleistoceno medio) y Lujanense
(Pleistoceno tardío a Holoceno temprano) poseían tamaños
relativamente menores. Si bien aún no se ha podido determinar con
precisión la dieta de cada especie extinta, el estudio de la
morfología dentaria indica que probablemente predaban activamente
sobre la diversa fauna de megaherbívoros pleistocénicos (mamíferos
de gran tamaño ya extinguidos). Por otra parte, las lesiones
observadas sobre los dientes indican que también consumían los
cadáveres. Por último, muchos restos fósiles presentan caries
relacionadas con el consumo de alimentos ricos en hidratos de
carbono como las frutas o de miel. A comienzos de 2011, el
prestigioso investigador Leopoldo Soibelzon, del Museo de La Plata,
presenta un ejemplar del oso más grande que ha habitado la Tierra,
de la especie Arctotherium angustidens, que dé pie,
medía tres metros y pesaba más de 1,5 toneladas. En la década de
1930, fue construido el hospital San Juan de Dios de La Plata,
ubicado en las calles 25 y 70, y durante el movimiento de tierras
aparecieron los restos de este mamífero carnívoro gigante. Estaban a
9,6 metros de profundidad y fueron a parar al almacén del Museo,
abarrotado de piezas. Desde aquella época, ambos húmeros descansaron
en los anaqueles del Museo de La Plata. En América del Sur, existen
registros de osos fósiles del género Arctotherium en
Venezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay, Chile y Argentina, con
seguridad desde el Ensenadense (Pleistoceno inferior a medio; 1,7
millones de años) hasta el Lujanense superior (Pleistoceno Superior;
11 mil años).
Theriodictis platensis.
Mercerat, 1891.
Ejemplar de
Theriodictis platensis
en el Museo Paleontológico de San Pedro. Imágenes
tomadas de José Luís Aguilar. |
Mamífero
Carnívoro.
Fue un interesante canido de
grandes dimensiones, cuyos ejemplares adultos de Theriodictis
platensis pesaban entre 30 a 40 kg. Llego en el Gran Intercambio
Biótico Americano, encontrándoselo en el Pleistoceno de América del
sur (entre 1,2 millones de años a 11 mil años), especialmente en la
región pampeana. Fue descripto por primera vez por Mercerat en 1891,
y posteriormente por Kraglievich y Berman. De este ejemplar se
reconocen numerosos ejemplares. Las principales piezas de interés
proceden de la localidad de Santa Clara del Mar, y los ejemplares
más completos de la especie, fueron hallados en sedimentos del
ensenadense de San Pedro y Ramallo, pero también se lo registra en
otra veintena de localidades. Además, cuenta con un registro en
playas de Río Grande del Sur, en el extremo sur del Brasil. Así
mismo, recientemente se lo reconoce a Theriodictis,
como un representante único del ensenadense. Los análisis
paleocológicos, sobre la base del estudio de índices morfométricos y
variables cualitativas, indican que fue un taxón de hábitos
hipercarnívoros, y que perseguían activamente y capturaban mamíferos
de mediano a gran porte con una masa de entre 50 y 300 kg. Debe
haber depredado principalmente a los numerosos cérvidos, caballos,
camélidos, y pecaríes que habitaban en esas regiones de América del
Sur durante ese periodo. Tal vez, también incluso capturaron a
ejemplares jóvenes de especies de mayor tamaño. Estudios
paleocológicos de la fauna del tramo final del Lujanense relacionan
la extinción de varios mamíferos con tamaños mayores a los 100 kg y
la desaparición de este gran cánido hipercarnívoro. La antigüedad de
estos ejemplares es de aproximadamente 780 mil años. Géneros
relacionados: Theriodictis tarijensis, Canis gezi, Cerdocyon
ensenadensis, Lycalopex proplatensis, anis ameghinoi, Canis nehringi
y Lycalopex avus.
Canis
gezi.
Kraglievich,
1928.
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Cráneo y
mandíbula de
Canis nehringi.
(MACN), |
Cráneo y
mandíbula del canido Canis gezi (MACN), |
Aspecto
de Canis s.p en el Pleistoceno Argentino. (*) |
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Recreación de
un ejemplar in situ de Canis nehringi en el Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. Por M. Magnussen. |
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Rama
mandibular de un juvenil de Canido indeterminado con sus
dientes y molares sin eclosionar, comparado con un ejemplar
adulto. Museo de Miramar. |
Mamífero
Carnívoro. Fue una especie de
cánido extinto de gran tamaño, que vivió en Argentina durante el
Pleistoceno tardío, muy poco conocida por la ausencia de fósiles.
Tuvo un peso en el orden de los 32 a 40 kg. Estudios paleocológicos
de la fauna del Ensenadense relacionan la extinción de varios
mamíferos con tamaños mayores a los 100 kg y la desaparición de
estos grandes cánidos hipercarnívoros. Sus restos fósiles se limitan
al centro-este de América del Sur, con sólo dos especímenes
descubiertos en sedimentos del Ensenadense del Pleistoceno tardío de
la Región Pampeana en el centro de la Argentina y un tercero en el
sur de Brasil. Canis gezi (del ensenadense) y
Canis nehringi (del lujanense). Estos dos clados comparten
similitudes dentales y craneales desarrolladas para hipercarnivoría,
lo que sugiere un antepasado común para ambos clados. Un nuevo
estudio de ADN en 2010, relaciona directamente a Canis
nehringi con Canis dirus, pudiendo ser un
sinónimo. Otras especies relacionadas; Canis gezi, Protocyon,
Speothos, Theriodictis y Chrysocyon.
Lycalopex ensenadensis. F.
Ameghino, 1888.
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Esqueleto de Lycalopex ensenadensis,
recreado para el Museo de Ciencias Naturales de
Miramar |
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Posible aspecto de Lycalopex ensenadensis. (*): |
Mamífero Carnívoro. Es una especie
extinta de zorro del género Lycalopex que habitó en el
Cuaternario en el centro-este del Cono Sur sudamericano.
Lycalopex ensenadensis fue descrito originalmente en el año
1888 por el científico argentino Florentino Ameghino, bajo el nombre
científico de Canis ensenadensis. El holotipo fue
exhumado en la “formación Ensenada”, del Pleistoceno temprano-medio,
al efectuar las obras de la construcción del puerto de la ciudad de
La Plata, en un sector correspondiente a la localidad de Ensenada,
en el partido homónimo, al nordeste de la provincia de Buenos Aires,
centro-este de la Argentina. Pesarían de 4 a 6 kilogramos. Comían
plantas, roedores, frutas, ranas, lagartijas y aves. También
conocido como Cerdocyon ensenadensis. Otras especies
relacionadas; Dusicyon culpaeus, Dusicyon avus, Dusicyon
cultridens, Dusicyon gymnocercus, Lycalopex griseus y
Lycalopex inca.
Pteronura sp.
Gray, 1837.
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Cráneo y
mandíbula de
Pteronura sp en el Museo Paleontológico de Diamante,
Entre Ríos. |
Aspecto de
Pteronura sp
del Pleistoceno. Por
Carlos C. Wiedner. |
Mamífero Carnívoro. Es un
género de mamífero carnívoro de la familia Mustelidae.
Pteronura tenía 1,50 metros y pesaba 45 kilómetros. Era una
nutria gigante, que demuestra una variedad de adaptaciones adecuadas
para un estilo de vida anfibio. Sus representantes del Pleistoceno
al igual que el género viviente preferían los ríos y arroyos de agua
dulce, los cuales normalmente se desbordaban durante la temporada de
lluvias. Se alimentaba principalmente de pescado, en particular
bagres; también puedo comer cangrejos. Se cree que el género extinto
Satherium es el ancestro de la nutria gigante moderna. Este
emigró a Sudamérica durante el Plioceno o a principios del
Pleistoceno. La nutria gigante actualmente habita en América del
Sur, donde también se distribuyen 3 de las 4 especies que integran
el género Lontra. En 2005, de acuerdo a estudios de
secuenciación de ADN en mustélidos, se ubicó la divergencia de la
nutria gigante un poco más tarde, entre 5 y 11 millones de años.
Bajo esta nueva evidencia el árbol filogenético coloca al género
Lontra como el primero en separarse y Pteronura
como el segundo; sin embargo, los rangos de divergencia se
superponen.
Conepatus primaevus. Burmeister, 1864.
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Cráneo y
Mandíbula de Conepatus primaevus, del Pleistoceno de la
localidad de Gobernador Castro. Museo de San Pedro. |
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Posible
aspecto del genero Conepatus del Plio- Pleistoceno de la
región pampeana (*). |
Mamífero
Carnívoro. Los zorrinos conocidos
de América del Sur, tanto fósiles como vivientes, son asignables al
género Conepatus. Esta familia de los mefitinos está formada por
carnívoros pequeños a medianos, delgados y alargados, de patas muy
cortas y cola bien desarrollada. Muchas especies tienen a los lados
de la abertura anal, unas glándulas que emiten secreciones
pestilentes. En sedimentos probablemente referibles al Plio-Pleistoceno
temprano y medio de las barrancas de la costa atlántica, cerca de
Miramar se registra el zorrino Conepatus altiramus.
Este zorrino posiblemente es ancestral a las especies posteriores
del género Conepatus, como Conepatus primaevus, al que
pertenecen todos los zorrinos vivientes de Sudamérica. Anteriormente
a los zorrinos fósiles y actuales se los consideraba dentro de la
subfamilia de Mustelidae, pero recientes estudios filogenicos han
mostrado que los Mephitinae es el grupo hermano de Mustelidae y
Procyonidae, por lo que ha sido elevada al nivel de familia. Los
registros más antiguos de méfitidos provienen del Ensenadense
(Pleistoceno temprano-medio). Restos fósiles de Conepatus se han
registrado en Venezuela, Perú, Bolivia, Brasil y Argentina.
Stegomastodon platensis. Ameghino,
1888.
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Esqueleto en el
Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. |
Stegomastodon
en el Museo Rincón de Atacama, termas Rió Hondo. |
Cráneo de
Stegomastodonte en el Museo de Moreno. (*) |

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Reconstrucción
de Notiomastodon. (*). |
Esqueleto
recreado de
Stegomastodon platensis en el Centro Cultural del
Bicentenario, Santiago del Estero. |
Cráneo en el
Museo de La Plata. |
Mamífero
Proboscideo.
Era un megamamifero que emigro desde
el norte en el Gran Intercambio Biótico Americano, encontrando en
América del sur, un nuevo lugar para expandirse. Fue un Proboscideo
(que posee trompa) al igual que el extinto Mamut y el actual
elefante. Era herbívoro y llegaron a tener una masa corporal de 3,5
toneladas y unos 3,5 metros de altura. Habitaron lugares abiertos y
pantanosos, donde sus huesos se iban incorporando al sedimento a
medida que morían. Los hallazgos de restos fósiles de antiguos
elefantes son algo escasos. Hace unos años atrás, se recuperó un
cráneo muy completo en el patio de una vivienda en la localidad de
Moreno. Notiomastodon (=Stegomastodon)
es un género diferenciado en América del Norte, posiblemente desde
el Plioceno temprano, que se extiende en ese subcontinente hasta el
Pleistoceno temprano-medio. A nivel sudamericano, las revisiones
llevadas sostienen la existencia de dos especies en este género:
N. platensis y N. waringi. La primera se
reconoce por sus defensas rectas, que en su porción más anterior se
curvan ligeramente y presentan esmalte; mientras que en la segunda
se observa la ausencia de esmalte. La distribución de
Notiomastodon platensis es más austral que la de
Notiomastodon waringi, y alcanza al Uruguay, Paraguay,
Brasil y gran parte de Argentina, donde tiene un biocrón que se
extiende desde el Ensenadense hasta el Lujanense (Pleistoceno
temprano-Pleistoceno tardío-Holoceno). En la Argentina, sus restos
han sido exhumados en la Provincia de Buenos Aires (donde se halla
su límite más austral nivel mundial para los proboscídeos, a los
37°S), y en las provincias de Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe,
Santiago del Estero y Corrientes. Se ha inferido para este taxón una
marcada preferencia por climas de tipo templado cálido y hábitats de
zonas abiertas o sabanas arboladas. Estos taxones habrían estado
adaptados principalmente a ambientes templado cálidos de altura,
alimentándose de especies vegetales arbustivas. Los restos de
mastodontes hallados en América del Sur pertenecen a dos tipos
diferentes, que los paleontólogos incluyen en los géneros
Cuvieronius (dedicado al naturalista francés George Cuvier,
el primero en describir un mastodonte) y Notiomastodon
(mastodonte con defensas). Hasta ahora, el género
Notiomastodon era conocido en la Argentina por una única
especie: Notiomastodon platensis. La otra especie, que
se había descubierto en Brasil, Venezuela, Ecuador, Perú y,
posiblemente, Colombia, es Notiomastodon waringi, en
homenaje a un investigador de apellido Waring, que descubrió restos
de este mastodonte en Brasil. Otras especies: Stegomastodon
waringi, Stegomastodon platensis y
Cuvieronius hyodon.
Hippidium
principale.
Lund, 1945.
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Cráneo de
Hippidium, en el Museo de Ciencias
Naturales de Miramar. |
Esqueleto de
Hippidium
en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos
Aires. |
Reconstrucción de caballo
americano extinguido. Tomado de Pinterest. |
Mamífero
Perissodactyla.
Es otro mamífero aloctono, que llego a Sudamérica a principios del
Pleistoceno en el gran intercambio faunistico de fines del Plioceno.
De acuerdo a la recientes teorías de algunos Paleontólogos, este
genero seria originario de Sudamérica y estaría emparentado con
Pliohippus y
Dinohippus del Plioceno de América del norte.
Era un primitivo caballo, el cual se extinguió antes de la
llegada de los primeros colonos sin dejar representantes vivientes,
siendo reemplazado por el caballo europeo. Era similar al cebras de
África, pero algo mas bajo y rechoncho, con extremidades cortas. Tenía proporcionalmente la cabeza más grande, y la
particularidad de poseer una protuberancia en su frente reforzada
por el hueso nasal. Además los cráneos con sendos huecos delante de
los ojos, siendo posible que alojaran glándulas de algún tipo, tales
como tienen algunos ciervos para frotarse en los árboles y marcar su
territorio. De esta manera se determinó que posiblemente se trataría
de ejemplares machos de la especie. Hasta hace unos años se los
clasificaba con otro nombre, Onohippidium, hasta que
se llegó a esa conclusión de su dimorfismo sexual.
Por otro lado, es notable la conformación
de las extremidades, proporcionalmente cortas y anchas, que le
confieren al animal un aspecto macizo. Su peso pudo ser de 400
kilos. El primer registro de un caballo fósil sudamericano fue el
molar superior descubierto por Charles Darwin cerca de Bahía Blanca
(Prov. Buenos Aires), al que Richard Owen identifico en 1840, lo
denomino Equus caballus (la especie actual), y mas
tarde lo denomino
Equus curvidens. Se han hallado numerosos esqueletos bien
preservados en distintas zonas del país, entre ellos, Tafi del
Valle, en la provincia de Tucuman. El registro es ampliamente
conocido desde el norte de Ecuador hasta el sur Patagonico. Desde el
punto de vista estratigráfico, es conocido desde el Plioceno
superior (Uquiense) hasta el Pleistoceno superior - Holoceno (Lujanense
reciente). Las características adaptativas de la parte distal de las
extremidades de
Hippidion pueden ser indicadores de distintos tipos de
suelo y vegetación. El hábitat de Hippidion debería
corresponder a un bosque húmedo y suelo blando. Los Equidos de
América del sur se han extinguido totalmente. Algunos ejemplares mas
modernos de Hippidion, provienen de sitios
arqueológicos de la Provincia de Buenos Aires, como Arroyo Seco,
ubicado en el Partido de Tres Arroyos, con una antigüedad de 8500
años. Géneros relacionados: Hippidion
esta representado por tres especies:
Hippidion devillei, Hippidion principale
y Hippidion saldiasi. Los primeros se encuentran
representados en el registro fósil de la provincia de Buenos Aires y
de Tarija (Bolivia), mientras que Hippidion saldiasi
esta representado en Patagonia austral.
Tapirus dupuy.
C. Ameghino, 1916.
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Cráneo de
Tapirus sp, recreado in situ. Museo de Ciencias
Naturales de Miramar. |
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Aspecto en
vida de Tapirus. Por
Carlos C. Wiedner.
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Mamífero
Perissodactyla.
Es una especie de mamífero
perisodáctilo extinto de la familia de los tapíridos y del género
Tapirus que vivió en el Pleistoceno de América del Sur. Esta especie
fue descrita originalmente por Carlos Ameghino en 1916, empleando
como base material fragmentarios colectados en sedimentos del
Ensenadense en la ciudad de Miramar, provincia de Buenos Aires, cuya
especie homenajea a José María Dupuy, prefecto local y creador del
primer museo de ciencias naturales de esa ciudad en 1912. Un amplio
estudio de todos los materiales colectados en los yacimientos
fosilíferos de América del Sur referidos al género Tapirus llegó a
la conclusión que es una especie dudosa por la falta de material
fósil, al igual que Tapirus australis, Rusconi, 1928.
Este taxón, como cualquier integrante del género Tapirus, se asocia
a climas cálidos, y ambientes de pluviselvas, sabanas o bosques
húmedos de tipo tropical o subtropical cercanos a ríos o pantanos;
con dieta herbívora hojas, frutas, etc. Era un animal de tamaño
mediano, con una longitud que variaba desde 1,8 metros hasta los
2,5 metros, y un peso de 220 a 300 kilogramos. Sin embargo, la
principal característica del tapirus es su alargado
hocico en forma de pequeña probóscide, que usa principalmente para
arrancar las hojas, hierbas y raíces que constituyen su alimento.
Sobre la base de análisis morfométricos de sus dientes se llega a la
conclusión de que Tapirus rioplatensis es
significativamente mayor que Tapirus terrestris,
Tapirus mesopotamicus, y Tapirus rondoniensis,
y algo más grande que otros grandes tapires fósiles o vivientes,
tales como Tapirus oliverasi, Tapirus indicus,
Tapirus tarijensis, y Tapirus haysii.
Hemiauchenia paradoxa.
Gervais y Ameghino, 1880.
Mamífero
Artiodactyla.
En los tiempos lujanenses, las llamas
y los guanacos no estaban restringidos a su presente distribución
andino-patagónica, y eran habitantes frecuentes de nuestras
praderas. Es un camélido oriundo de América del norte, que llego
hace más de 1,5 millones de años. El registro más primitivo de la
familia Camelidae, corresponde al Plioceno de Barranca los Lobos,
entre las ciudades de Mar del Plata y Miramar (Provincia de Buenos
Aires) de la Formación San Andrés (edad Uquiense), y para el
Pleistoceno se hallaban bien diferenciados Hemiauchenia,
Paleolama, Paleaolama, Eulamaops y Lama. Su
apariencia era semejante a la de una llama o guanaco contemporáneo,
pero su altura superaba la de un camello viviente de Asia y África,
unos 2,5 metros aproximadamente. Se alimentaba principalmente del
pastoreo y sus restos son muy abundantes en la Provincia de Buenos
Aires hasta hace unos 8 mil años, quedando reemplazados por los
géneros vivientes, los cuales después del siglo XVII desaparecieron
completamente de la región pampeana, sobreviviendo en las estepas
patagónicas. Su peso estimado es de una tonelada. Los restos de
Palaeolama y Hemiauchenia son muy frecuentes
en nuestros sedimentos Pleistocenos. Poseía miembros robustos,
metapodos cortos y mandíbula mesognatas y bajas. Palaeolama
weddell, fue estudiada por Gervais, 1855, y fue un camélido
de gran tamaño, alcanzando tallas hasta un tercio mayor que el
guanaco actual. El cráneo es alargado, con un hocico delgado y
largo. Palaeolama fue característico de áreas andinas. También se
registra Eulamaops paralellus, descripta por
Florentino Ameghino en 1884. Era un camélido similar en aspecto al
guanaco, aunque de tamaño mayor. Este género es conocido a partir de
escasos restos colectados por su hermano Carlos en las barrancas del
río Luján. En cambio, Lama guanicoe fue de menor
tamaño y es el guanaco actual, cuyos restos fósiles son conocidos
desde el Pleistoceno por Lama gracilis. Los restos de
Hemiauchenia se han colectado en Sudamérica desde
Bolivia, hasta el sur de la Patagonia, incluyendo Chile, Uruguay, y
gran parte de la Argentina, siendo abundante en las pampas
argentinas, como así también, Rio Hondo en Santiago del Estero y
Tafi Viejo en la provincia de Tucumán. Géneros relacionados:
Lama lama, Lama vicugna y Lama
owenii.
Antifer cf.
ensenadensis.
Ameghino, 1889.
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Fragmento de cornamenta de Antifer.
Depositada en el Museo de Ciencias Naturales Punta Hermengo de
Miramar. |
Vitrina del Museo de La Plata con restos de cervidos. En este
caso ilustrativo, el genero Morenelaphus. |
Reconstrucción del gigantesco cervido Antifer. (*). |
Mamífero
Artiodactyla.
La familia Cervidae ingresó a América del Sur
durante el Gran Intercambio Biótico Americano (límite Plio-Pleistoceno).
Este grupo sufrió una rápida radiación durante el Pleistoceno,
aumentando su diversidad hacia fines del Piso Ensenadense (Plioceno
tardío-Pleistoceno medio, situación que se manifiesta en la
presencia de diversos géneros, tanto actuales como extintos.
Procedentes de la región Pampeana de donde provienen la gran mayoría
de los registros, cuyas especies, son comparables con las faunas de
ciervos pleistocénicos de Río Grande do Sul (Brasil) y de la
Formación Sopas (Pleistoceno superior) del Uruguay. La existencia de
material correspondiente a Antifer cf. Ensenadensis es
exclusivo del Ensenadense, tanto de la región Pampeana como de la
provincia de Santa Fe. Antifer tenía preferencia por ambientes
abiertos con predominio de vegetación arbustiva. De esta manera, las
condiciones ambientales que prevalecieron en el Bonaerense y
Lujanense de la Mesopotamia podrían haber sido semejantes a las del
sur de Brasil y parte de Uruguay, esto es, el predominio de climas
algo más húmedos que los registrados en la región Pampeana. Esta
familia tiene una clara especialización de tipo ramoneador.
Evidencias provenientes de distintas disciplinas (sedimentológicas,
palinológicas y paleofaunísticas), sugieren que, para parte del
Pleistoceno, las condiciones climáticas entre la Mesopotamia
argentina, el sur de Brasil y parte de Uruguay debieron poseer una
marcada similitud. Esto difiere de lo conocido de la región
Pampeana, que tuvo un clima relativamente más árido y frío.
Antifer, tenía astas robustas y largas, que alcanzaban los
60 centímetros de largo, comprimidas lateralmente y levemente
arqueadas. Su ramificación es dicotómica irregular, con una
superficie con surcos longitudinales. Géneros relacionados:
Blastocerus dichotomus, Epieuryceros, Morenelaphus, Hippocamelus,
Paraceros y Ozotoceros bezoarticus.
Morenelaphus brachiceros.
Carette, 1922.
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Esqueleto en el Museo
Provincial de Ciencias Naturales
de Córdoba. Restos de
cráneo hallado en Centinela del Mar, depositado en
el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Aspecto que presentaba en vida
Morenelaphus. Recreado por el paleoartista Jorge Blanco en el
libro Bestiario Fósil. |
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Mamífero
Artiodactyla.
Es otra de las especies que
llegaron a principios del Pleistoceno. Pertenece a la familia de los
Cervidos, pero se trata de un género totalmente desaparecido y algo más
grande que los representantes vivientes de la familia. Tenía cuernos muy
robustos, cilíndricos y achatados, longitudinalmente arqueados y en
forma de "S" terminado en tres puntas muy filosas, ideales para la
defensa. Su alimentación y comportamiento no habrá sido muy diferente a
los ejemplares actuales. Hallazgos muy interesantes de estos Cervidos
fueron realizados en el territorio bonaerense por Carlos Ameghino y
jurado en 1913, por Lorenzo Parodi en 1914 y por Lucas Kraglievich en
1928. En la actualidad los descubrimientos de estos mamíferos se
realizaron en abundancia en la localidad fosilífera de Centinela del
Mar, a unos 45 kilómetros de la ciudad de Miramar, donde se halla un
enorme médano "fósil" con una antigüedad estimada de 100 mil años antes
del presente. Su presencia en el registro estratigráfico se remonta al
Bonaerense y se extiende hasta el Lujanense tardío. En América del Sur,
sus restos han sido hallados en Uruguay, Paraguay, sur de Brasil y
Argentina. Por otra parte, existe muy poca información relacionada con
los requerimientos ecológicos de este género, aunque algunos autores han
postulado ambientes abiertos o parcialmente arbolados. Otra especie:
Morenelaphus lujanensis, Blastocerus dichotomus, Epieuryceros,
Hippocamelus, Paraceros y Ozotoceros
bezoarticus.
Calomys musculinus.
Thomas, 1913.
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Hemimandibula
de Calomys del Pleistoceno de Miramar. Museo de Ciencias
Naturales Punta Hermengo. |
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Aspecto de
Calomys sp (*). |
Roedor, Cricetido.
Están dentro de los
vertebrados más pequeños en el registro fosilífero del Pleistoceno.
Se han recuperado fósiles del genero Calomys desde el
Ensenadense, Bonaerense y Lujanense, es decir, de los últimos 700
mil años antes del presente. Los registros más antiguos de
cricétidos sudamericanos corresponden al Plioceno temprano. Estos
roedores son de origen norteamericano y está en discusión en que
momento de su ingreso a Sudamérica. Pesarían unos 20 gramos
aproximadamente. Comería granos, flores, ramillas etc. Vivía en
cuevas o huecos de plantas. Es una especie frecuente en el registro
fósil dentro de egagrópilas (bolos alimenticios) regurgitados por
aves rapaces. En estos casos, Calomys aparece asociado
a otras muchas otras especies de vertebrados de su misma época.
Otros géneros conocidos para el Akodon, Reithrodon, Tafimys,
Phyllotis, Neotomys, Andinomys, Oligoryzomys, Oxymycterus, Necromys,
Abrothrix y Oryzomys.
Eubalaena sp.
Demoulins, 1822.
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Humero atribuido tentativamente a un ejemplar
adulto de
Eubalaena sp,
Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
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Mamífero
Cetáceo.
Representante fósil de la actual
Ballena franca, presentaba un cráneo ancho y deprimido posteriormente.
Poseía una larga columna, constituida por 58 o 59 vértebras, de las
cuales 7 eran cervicales, 15 dorsales, 10 lumbares y 27 caudales, además
de 15 pares de costillas, un humero macizo, con la misma longitud del
alna y radio, y cinco dedos cortos, con acepción del media, el cual es
notablemente más largo. Al igual que sus representantes vivientes, se
alimentaría de pequeños crustáceos y microorganismos que filtraría por
medio de las barbas que se hallaban en su mandíbula superior. En una
zona terrestre de la localidad de Mar del Sud, a unos 17 kilómetros al
sur de la ciudad de Miramar (Provincia de Buenos Aires) se hallaron
restos fósiles de una ballena del genero Eubalaena, que
datarían de cientos de miles de años. Se encontraron básicamente huesos
de la parte posterior del cráneo, partes cercanas al oído y la
articulación de la mandíbula, lo permiten un buen diagnóstico y dejan
entrever una particularidad, prácticamente no existen los fósiles de
ballena del Cuaternario. En este sentido, en algunas regiones del país
se observan algunos restos de dicho género, sobre todo en las
proximidades de La Plata. Escasean esta clase de descubrimientos debido
a las características del clima y las condiciones marítimas provocan el
ineludible deterioro, imposibilitando el hallazgo. Sumado a esta
particularidad, ya que es muy raro que aparezca un fósil de origen
marino en una zona terrestre. La explicación, proviene de los diferentes
estados naturales que se han suscitado en el transcurso de los milenios.
La orilla del mar es "fluctuante", es decir, en la época de los
glaciares el borde costero de la región pampeana se encontraba a 200
kilómetros mar adentro, porque el agua se depositaba en aquellos
fenómenos naturales llamados glaciares, lo cual impedía una entrada de
mayor altitud. De la misma manera, un interglaciar (el momento opuesto)
hay más agua y hubo momentos en que el mar subió hasta seis metros sobre
el nivel actual, de modo que lo que hoy es tierra en otro tiempo se
hallaba por debajo del nivel de mar. Este animal por el motivo que
fuere, muere en la última etapa del período antes descrito (el cual se
llama "ingresión) y ha quedado allí, dándose las condiciones como para
que se fosilice. Cabe destacar que en la historia hubo varias
ingresiones (o entradas de mar), entre ellas, una de 120.000 años y la
segunda es la que dio origen a la laguna de Mar Chiquita hace 6.000 años
(Formación Querandi). Al parecer, por la coloración del fósil y una
serie de características se presume que dichos restos pertenecerían a la
ingresión más antigua llamada "Belgranense - Continental". Otras
especies: Plesiocetus garopii, Megaptera longipinna y
Eubalaena australis.
Notiocetus romerianus.
Ameghino, 1891.
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Bula
timpánica de un Balaenopteridae |
|
Aspecto de la
ballena
Balaenoptera.
Tomada de soulpix. |
Mamífero Cetáceo.
Esta especie se basa en material muy fragmentario (una bula
timpánica aislada) publicada por Florentino Ameghino. Pero futuros
estudios y nuevos materiales podrían revelar diferentes
conclusiones. Los cetaceos Balaenopteridae son ampliamente conocidos
en el registro fosilifero de principios del Mioceno de Argentina,
pero totalmente escasos durante el Pleistoceno, excepto por un
puñado de muestras sin estudios precisos. La Familia Balaenopteridae
se distingue de las demás familias de misticetos por la presencia de
pliegues en la garganta y región ventral (pliegues gulares) que
expanden enormemente cuando se alimentan al tragar agua que es
filtrada por las barbas. Poseen una aleta dorsal. La forma del
cráneo visto lateralmente es recto y plano.
Pseudoplatystoma.
Bleeker, 1862.
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Porción
anterior del techo del cráneo (neurocráneo) de un
Siliriforme, hallado en las barrancas del río
Carcarañá, Santa Fe. Prensa. |
|
Aspecto de un
Siliriforme del genero Pseudoplatystoma. (*) |
Pez,
Siluriformes.
Conocidos como peces gatos son endémicos de
América del Sur. Un equipo de investigadores relevando activamente
las barrancas del río Carcarañá en busca de fósiles pertenecientes
al Pleistoceno tardío, han hallado restos de un cráneo. Estas
tareas, que se realizan navegando el río de forma paciente y
metódica, permiten visualizar los fósiles desde el agua, lo que
posibilita tener un mejor acercamiento y localización de las piezas.
En los sedimentos presentes en la zona, al igual que en el resto de
la región pampeana, los restos de peces son extremadamente escasos,
debido a que generalmente poseen huesos cartilaginosos o de baja
consistencia, lo que hace muy difícil su preservación en el tiempo.
Este fósil de surubí fue hallado en las barrancas del río Carcarañá,
en un tramo que pasa por el distrito de Oliveros, provincia de Santa
Fe, cerca de su desembocadura en el río Paraná. El material
corresponde a la porción anterior del techo del cráneo (neurocráneo)
y posee una longitud de 17 cm y un ancho de 6 cm y se infiere que el
tamaño del animal al que perteneció podría equivaler al de un surubí
actual de entre 10 a 15 kg. El equipo del Museo Paleontológico de
San Pedro, ha descubierto peces de diferentes familias que, aún hoy,
habitan las aguas del Paraná. Los relevamientos efectuados han
aportado restos de las familias Characidae (dorados, etc.),
Doradidae (armados, etc.) y Pimelodidae (bagres, etc.). Estos
animales, de los que se conocen ejemplares de hasta 100 kilogramos,
se alimentan de peces jóvenes de variadas especies, como sábalos,
bogas y morenas; e incluso anfibios y reptiles como ranas y pequeñas
serpientes.
Oligosarcus
sp. Günther,
1864.
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Parte del
cráneo atribuido a Oligosarcus
sp de las colecciones del Museo de Cs Naturales de
Miramar. |
|
Aspecto en
vida que presentaría Oligosarcus. |
Pez,
Characiforme. Es un género de
peces conocidos comúnmente con el nombre de dientudos o dentudos, de
la familia Characidae, y de la orden de los Characiformes. La
ubicación filogenética del género dentro de la familia ha sufrido
grandes modificaciones en la historia reciente de la filogenia de
los Characiformes. Oligosarcus en la actualidad se
distribuye en la actualidad en los ríos costeros del sudeste de
Brasil, el sistema lagunar costero de Río Grande do Sul, Uruguay, la
Cuenca del Plata, y los cursos de vertiente atlántica en la
provincia de Buenos Aires, hasta Bahía Blanca. Habita tanto
ambientes lóticos como leníticos. Son especies carnívoras,
consumidoras de insectos y crustáceos y, en menor medida, de otros
peces. Como sucede en la mayoría de los casos de peces del
Cuaternario, se conocen muy pocos restos de este género. Los
primeros registros fósiles del género Oligosarcus
fueron recuperados en facies lacustres correspondientes al
Pleistoceno medio de la localidad de Centinela del Mar, próxima a la
ciudad de Miramar. El presente registro está constituido por huesos
dentarios aislados con una combinación de caracteres única que
permite una segura identificación de índole genérica. Este material
constituyo ser el primer Characiformes fósil descrito para la región
pampeana argentina. Recientemente, Daniel Tassara del Museo de
Ciencias Naturales Pachamama de Santa Clara del Mar, acerco restos
de un cráneo encontrado muy cerca del primer ejemplar, y lo entrego
a Museo de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar para su
estudio y presentación. Este pez, seguramente esquivaba las grandes
patas de perezosos gigantes y toxodontes que se acercaban a las
antiguas lagunas bonaerenses.
Tenebrionidae.
Latreille,
1802.
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 |
Fragmentos de
sedimento con el molde negativo de un escarabajo
Tenebrionidae. |
Aspecto de un
Tenebrionidae en la actualidad, semejante al que vivió hace
miles de años. |
Artropodo Coleoptero.
El
Museo de Ciencias Naturales de Miramar, dio a conocer el hallazgo de
un extraño fósil atribuido a un escarabajo que vivió en la región
hace al menos, unos 10 mil años antes del presente. El peculiar
hallazgo, ocurrió en forma accidental, cuando un equipo dirigido por
el museólogo Daniel Boh en noviembre de 2002, se encontraban
extrayendo los restos fósiles de un cráneo con su mandíbula,
atribuidos a un gran perezoso gigante llamado Scelidotherium.
En esa oportunidad, un trozo del sedimento que era separado junto a
los restos óseos del megamamífero, se rompió en dos fragmentos, y en
ambas partes se divisaron las improntas con detalles muy íntimos de
la morfología del escarabajo. Solo se preservó un molde de la
estructura original, ya que los sedimentos portadores de fósiles de
la región pampeana no conservan los restos blandos, la posibilidad
de encontrar restos de este tipo, son muy escasos debido a su
inusual preservación, y aporta información sobre el ambiente. La
extraña impronta permaneció guardada durante mucho tiempo, debido a
la falta de antecedentes similares para su apropiada identificación.
Recién en 2012 se realizaron estudios comparativos y se presentaron
en 2014. El material estudiado fue identificado como perteneciente a
la familia de escarabajos Tenebrionidae. En la actualidad son una de
las grandes familias de coleópteros, con unas 20.000 especies
descritas, viviendo especialmente en diversos ambientes esteparios y
desérticos. Son básicamente detritívoros, es decir, generalmente se
alimentan de sólidos permanentes, que provienen de la descomposición
de fuentes orgánicas (vegetales y animales), lo cual indicaría la
presencia del escarabajo fósil hallado en la ciudad de Miramar, a
centímetros de los restos óseos del perezoso gigante
Scelidotherium. Posiblemente, este pequeño escarabajo se
estaba alimentando de los restos orgánicos luego de la
descomposición del cráneo hallado, como cuero y tendones sobre el
hueso, y por motivos que no sabemos, murió junto a su fuente de
alimento y se preservó extraordinariamente durante miles de años,
guardando detalles muy íntimos de su morfología. Los fósiles de
insectos del Cuaternario (últimos dos millones de años) son en su
mayoría muy escasos en el mundo, pero los pocos reconocidos son
perfectamente adjudicables a especies actuales y prácticamente no se
conocen extinciones o especiaciones durante este período, pero sí
grandes cambios en la distribución geográfica de muchas especies en
consonancia con los cambios climáticos.
Daimoniobarax
nephroides. Smith et al, 2011.
 |
|
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Aspecto de un
hormiguero fósil en Miramar. Foto del Museo de
Ciencias Naturales Punta Hermengo. |
|
Aspecto de una
comunidad de hormigas en forma ilustrativa (*). |
Insectos,
Formicidae.
En algunas zonas
de la región pampeana, se han registrado estructuras biogenicas,
ósea, estructuras generadas por actividad animal, las cuales fueron
identificadas como hormigueros fósiles. Este icnofosil asignado
tentativamente al icnogenero Daimoniobarax, esta
representado por sistemas subterráneos de galerías con numerosas
cámaras, algunas de ellas horizontales, conectada entre sí, por
estrechas galerías y túneles verticales. En las inmediaciones de
Miramar, en la provincia de Buenos Aires, se han registrado
importantes concentraciones de icnofosiles de hormigueros y
termiteros, tanto del Plioceno como del Pleistoceno. Las hormigas (Formicidae)
son una familia de insectos eusociales que, como las avispas y las
abejas, pertenecen al orden de los himenópteros. Las hormigas
evolucionaron de antepasados similares a una avispa a mediados del
Cretáceo, hace entre 110 y 130 millones de años, diversificándose
tras la expansión de las plantas con flor por el mundo.
Adelomelon beckii.
Broderip, 1836.
 |
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 |
Adelomelon beckii,
del Pleistoceno de la localidad de Mar del Sud. Museo
de Ciencias Naturales de Miramar. |
|
Ejemplares de
Adelomelon brasiliana, de la formación Belgranense.
Museo de Cs Naturales de Miramar. |
Invertebrado.
Es un gasterópodo de la familia Volutidae que se
caracteriza por presentar una concha grande de forma oval globosa,
sólida y pesada, de color blanco tiza externamente. Esta especie de
gasterópodo se localiza viviendo sobre el fondo de la plataforma
marina, especialmente fondos areno-fangosos. En los yacimientos
paleontológicos marinos que aparecen con escasa frecuencia en los
afloramientos geológicos del SE bonaerense, se han encontrado
moluscos que aún tienen representantes vivientes en el océano
atlántico, y que vivieron durante el Pleistoceno. Es muy raro que
aparezca un fósil de origen marino en una zona terrestre. La
explicación, proviene de los diferentes estados naturales que se han
suscitado en el transcurso de los milenios. Localmente, se denominan
transgresiones marinas o ingresiones marinas a los avances de la
línea de costa sobre un espacio continental, y regresiones marinas
al fenómeno inverso. Las primeras menciones sobre la existencia del
ingreso marino sobre el continente, son de índole paleontológica y
datan desde mediados del siglo diecinueve. Fueron efectuadas por
D’Orbigny (1842), quien halló moluscos marinos en los alrededores de
la ciudad de Paraná y en la desembocadura del río Negro. Unos años
más tarde, Darwin (1846) encontró la misma fauna en la península
Valdés. Otras especies asociadas; Ostrea, Tagelus, Mactra,
foraminíferos (Ammonia, Elphidium), ostrácodos (Cytheracea,
Cyprideis), Adelomelon brasiliana, Zidona sp, Pectén sp,
Amiantispurpurata, Glycymeris longior, Buccinanops sp y
Olivancillaria sp.
Alternaria sp.
Nees, 1816.
 |
 |
 |
Espora de
hongo Alternaria sp, recuperada entre los huesos de
las patas de un Gliptodonte en la localidad de San Pedro. |
Presencia
característica de Alternaria sp, sobre una hoja en la
actualidad. |
Forma de
estudio (*). |
Paleobotanica, Hongos.
Es un hongo ascomiceto, esto es, del
filo de las Ascomycotas. Las diferentes especies de este género son
uno de los mayores patógenos de plantas, y en menor medida puede
afectar a los animales a partir de su ingesta. Alternaría es un
género fúngico muy común, donde se incluyen numerosas especies de
hongos saprofitas, endofíticas y patógenas ampliamente distribuidas
en el suelo y la materia orgánica en descomposición. Las especies
del género Alternaría sintetizan más de 70 metabolitos secundarios
tóxicos para las plantas (fitotoxinas), algunos de los cuales
afectan a los animales, por lo que se consideran micotoxinas. El
Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico
de San Pedro, junto al Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CONICET-UNNE),
de Corrientes, lograron muestrear e identificar granos de polen y
esporas fósiles de diferentes plantas y hongos que habitaron los
alrededores de un pantano cerca de la ciudad de San Pedro, provincia
de Buenos Aires, hace unos 700.000 años. El material fue recuperado
entre las patas de restos óseos de Gliptodontes. Los datos arrojados
por los fósiles y el análisis del sedimento donde se encontraban,
condujeron a los investigadores a comprender que aquellos pesados
animales habían muerto en un antiguo pantano o humedal que existía
en la zona y que actuaba como “trampa natural” cuando los grandes
herbívoros se acercaban en busca de agua o comida. Allí se lograron
separar e identificar los diminutos granos de polen y esporas
fósiles correspondientes a diferentes familias de angiospermas
(plantas con flores), esporas de hongos y restos de algas
microscópicas que estarían indicando que se trataba de un ambiente
de estepa formada por plantas herbáceas, de suelos arenosos,
relacionada con cuerpos de agua cercanos.
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