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general, no especializado, aficionado, técnico o
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guía educativa.
Los Combustibles Fósiles.
Fragmento del
Articulo; Magnussen Saffer,
Mariano (2009).
Los Combustibles Fósiles. Rastros del pasado y problemas a
futuro.
Paleo, Boletín Paleontológico. Año 7. 39: 35 -39.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Los combustibles fósiles
son el petróleo, el carbón y el gas natural, formados de plantas
que vivieron en épocas muy remotas. La provisión de recursos de
combustibles fósiles es limitada y no puede recircularse. Tarde o
temprano, el mundo se quedará sin combustibles fósiles. El petróleo
provee el 38 por ciento de la energía mundial total. Tiene más
energía por gramo que ningún otro combustible fósil. Es también,
una fuente importante de sustancias químicas para la industria de
los plásticos. Los estimados de las reservas globales de petróleo
han cambiado muy poco en épocas recientes. Probablemente, ya se ha
descubierto todo el petróleo fácil de obtener. Muchos pozos están
produciendo menos petróleo cada año. Ya que no es probable que los
geólogos encuentren nuevas reservas grandes de petróleo, en el
futuro habrá que usar otras fuentes de energía.
Son sustancias ricas en
energía que se han formado a partir de plantas y microorganismos
enterrados durante mucho tiempo. Los combustibles fósiles, que
incluyen el petróleo, el carbón y el gas natural, proporcionan la
mayor parte de la energía que mueve la moderna sociedad industrial.
La gasolina o el gasóleo que utilizan nuestros automóviles, el
carbón que mueve muchas plantas eléctricas y el gas natural que
calienta nuestras casas son todos combustibles fósiles.
Químicamente,
los combustibles fósiles consisten en hidrocarburos, que son
compuestos formados por hidrógeno y carbono; algunos
contienen también pequeñas cantidades de otros componentes.
Los hidrocarburos se forman a partir de antiguos organismos
vivos que fueron enterrados bajo capas de sedimentos hace
millones de años. Debido al calor y la presión creciente que
ejercen las capas de sedimentos acumulados, los restos de
los organismos se transforman gradualmente en hidrocarburos.
Los
combustibles fósiles más utilizados son el petróleo, el carbón y el
gas natural. Estas sustancias son extraídas de la corteza terrestre
y, si es necesario, refinadas para convertirse en productos
adecuados, como la gasolina, el gasóleo y el queroseno. Algunos de
esos hidrocarburos pueden ser transformados en plásticos, sustancias
químicas, lubricantes y otros productos no combustibles.
Los geólogos han identificado otros tipos de depósitos ricos en
hidrocarburos que pueden servir como combustibles. Esos depósitos,
que incluyen los esquistos petrolíferos, las arenas alquitranadas y
los gases hidratados, no son muy utilizados, ya que la extracción y
el refinado resultan muy costosos.
La mayoría de los combustibles fósiles se utilizan en el transporte,
las fábricas, la calefacción y las industrias de generación de
energía eléctrica. El petróleo crudo es refinado en gasolina,
gasóleo y combustible para reactores, que mueven el sistema de
transporte mundial. El carbón es el combustible más utilizado para
generar energía eléctrica y el gas natural es empleado sobre todo en
la calefacción, la generación de agua caliente y el aire
acondicionado de edificios comerciales y residenciales.
En 1996 se consumieron en el mundo 72 millones de barriles de
petróleo, 12,8 millones de toneladas de carbón y 6.400 millones de
metros cúbicos de gas natural al día.
Como se forman los combustibles fósiles?
Los yacimientos de
combustibles fósiles que existen en la actualidad se formaron a
partir de antiguos organismos que murieron y fueron enterrados bajo
capas de sedimentos acumulados. Como sobre esos depósitos orgánicos
se formaron capas adicionales de sedimentos, el material estuvo
sujeto a temperaturas y presiones crecientes. Durante millones de
años, esas condiciones físicas transformaron químicamente el
material orgánico en hidrocarburos.
La mayoría de los derrubios orgánicos son destruidos en la
superficie de la tierra por oxidación o por la acción de
microorganismos. El material orgánico que sobrevive y es enterrado
bajo sedimentos o depositado en otros ambientes pobres en oxígeno
inicia una serie de transformaciones químicas y biológicas, que
acaban transformándolo en petróleo, gas natural o carbón. Muchos
depósitos se forman en cuencas sedimentarias (áreas deprimidas de la
corteza terrestre en las que se acumulan los sedimentos) y a lo
largo de capas continentales. Los sedimentos pueden acumularse a
varios cientos de metros de profundidad, ejerciendo presiones
superiores a un millón de pascales y originando temperaturas de
cientos de grados en el material orgánico. A lo largo de millones de
años, estas condiciones pueden transformar químicamente el material
en petróleo, gas natural, carbón u otros tipos de combustibles
fósiles.
El petróleo se formó principalmente a partir de antiguas plantas y
bacterias microscópicas que vivieron en el océano y en mares de agua
salada. Cuando esos microorganismos murieron y cayeron al fondo
marino, se mezclaron con arena y sedimentos y formaron un barro rico
en compuestos orgánicos. A medida que las capas de sedimentos se
iban acumulando sobre ese fango orgánico, el barro se iba calentando
y poco a poco se iba comprimiendo en un esquisto o lodolita,
transformándose químicamente el material orgánico en petróleo y gas
natural.
En ocasiones, el
petróleo y el gas natural podían llenar lentamente los pequeños
agujeros de las rocas porosas cercanas, que los geólogos llaman
rocas almacén. Como esas rocas, por lo general, estaban llenas
de agua, el líquido y los hidrocarburos gaseosos (que son menos
densos y más ligeros que el agua) ascendían a través de la
corteza de la Tierra, recorriendo a veces largas distancias. Una
parte de esos hidrocarburos podía encontrar una capa impermeable
(no porosa) de roca en un anticlinal, un domo de sal, una trampa
de falla o una trampa estratigráfica. La roca impermeable puede
aprisionar los hidrocarburos, creando un depósito de petróleo y
gas natural.
Los geólogos buscan esas formaciones subterráneas, ya que
suelen contener depósitos recuperables de petróleo. Los fluidos y
los gases capturados en esas trampas geológicas suelen estar
separados en tres capas: agua (densidad más alta, capa inferior),
petróleo (capa media) y gas natural (densidad baja, capa superior).
El carbón es un combustible fósil sólido, formado a partir de
antiguas plantas —incluyendo árboles, helechos y musgos— que
crecieron en pantanos y ciénagas o a lo largo de las costas.
Generaciones de esas plantas murieron y fueron enterradas
gradualmente bajo capas de sedimentos. A medida que el peso de los
sedimentos aumentaba, el material orgánico experimentaba un
incremento de temperatura y de presión que provocaba en él una serie
de estados de transición. El material orgánico originario, que era
rico en carbono, hidrógeno y oxígeno, se hacía más rico en carbono e
hidrógeno y más pobre en oxígeno. Las sucesivas etapas en la
formación del carbón son turba (materia vegetal parcialmente
carbonizada), lignito (carbón blando de color pardusco o negro con
un bajo contenido en carbono), carbón subbituminoso (carbón blando
con un contenido medio de carbono), carbón bituminoso (carbón blando
con un contenido más alto en carbono y más bajo en humedad que el
carbón subbituminoso) y antracita (carbón duro con un contenido muy
alto en carbono y muy bajo en humedad). Como la antracita es el
carbón más rico en carbono y con menor contenido de humedad, es el
de más alto valor energético.
El gas natural es un
posible reemplazo para el petróleo. Desde 1970, el gas
natural ha sido la fuente de energía de más rápido
crecimiento. La mayor parte del gas natural está con el petróleo.
Hasta hace poco se le quemaba o se le permitía escapar al
aire. Hoy en día, la gente sabe el valor del gas natural como
un combustible y como una fuente de sustancias químicas.
El uso mundial del carbón
también está aumentando cada año. La ventaja mayor del carbón
es su abundancia. Se estima que las reservas son, por lo
menos, 250 veces la cantidad usado en un año. Hay muchos
problemas relacionados con el uso de grandes cantidades de
carbón.
La transportación
requiere grandes inversiones en barcos y trenes. Las plantas
generadoras y las calderas operadas con carbón son muy caras, no
solo para construirlas sino para operarlas también.
El carbón puede convertirse
en un líquido o en un gas, pero esto aumentaría dos o tres veces el
costo de la energía. Los mayores perjuicios del aumento en el uso del
carbón son los costos en la salud y el ambiente. Más carbón quiere decir
más contaminación del aire, más destrucción de la tierra y más daño a
las comunidades bióticas. Al quemar el carbón, se aumentan los niveles
de bióxido de carbono en la atmósfera.
El Petróleo.
El petróleo o aceite crudo se extrae de pozos perforados a grandes
profundidades, en los estratos rocosos de la corteza terrestre. No
se conoce con exactitud el origen del petróleo, pero se cree que es
el resultado de procesos geológicos sobre la materia orgánica en
descomposición. En la búsqueda de los depósitos de petróleo, los
geólogos emplean muchas técnicas, pero la más importante es la
que consiste en sondear las diferentes capas de roca con objeto de
localizar la presencia de una corona o de una elevación redondeada
en la cual puede estar atrapado un depósito de petróleo.
A pesar de que algunos compuestos del oxígeno, azufre y nitrógeno
se encuentran en el petróleo, éste está compuesto,
principalmente, por una mezcla de hidrocarburos, los cuales se
refinan, mediante el proceso llamado destilación fraccionada, para
obtener productos útiles. Este proceso se basa en el hecho de que
las volatilidades ( y por lo tanto las presiones de vapor) de los
diferentes hidrocarburos varían inversamente con sus masas
moleculares. Los compuestos que poseen menor masa molecular tienen
mayor volatilidad y hierven a menor temperatura. Debido a que el
enorme mercado del petróleo reside en la gran demanda de gases
ligeros, gasolina, aceites combustibles, disolventes, aceites para
motores, grasas, parafinas y asfalto, el aceite crudo se destila
fraccionadamente para dar productos que tienen amplios márgenes de
ebullición. A pesar de que dichos productos son aún bastante
impuros, tienen suficiente mercado y uso. Para aplicaciones
especiales necesitarán refinaciones posteriores con el consecuente
aumento del costo. Se obtienen muchos compuestos puros del petróleo.
Muestra
de Petróleo en el Museo Paleontológico Olsacher
de Zapala
Existen tres grandes categorías de petróleos crudos (denominados a
veces simplemente "crudos"): los de tipo parafínico, los
de tipo asfáltico y los de base mixta. Los petróleos parafínicos
están compuestos por moléculas en las que el número de átomos de
hidrógeno es siempre superior en dos unidades al doble del número
de átomos de carbono. Las moléculas características de los petróleos
asfálticos son los naftenos, que contienen exactamente el doble de
átomos de hidrógeno que de carbono. Los petróleos de base mixta
contienen hidrocarburos de ambos tipos. El petróleo se forma bajo la
superficie terrestre por la descomposición de organismos
marinos. Los restos de animales minúsculos que viven en el mar
—y, en menor medida, los de organismos terrestres arrastrados al
mar por los ríos o los de plantas que crecen en los fondos
marinos— se mezclan con las finas arenas y limos que caen al
fondo en las cuencas marinas tranquilas.
Estos depósitos,
ricos en materiales orgánicos, se convierten en rocas generadoras
de crudo. El proceso comenzó hace muchos millones de años, cuando
surgieron los organismos vivos en grandes cantidades, y continúa
hasta el presente. Los sedimentos se van haciendo más espesos y se
hunden en el suelo marino bajo su propio peso. A medida que van
acumulándose depósitos adicionales, la presión sobre los situados
más abajo se multiplica por varios miles, y la temperatura aumenta
en varios cientos de grados. El cieno y la arena se endurecen y se
convierten en esquistos y arenisca; los carbonatos precipitados y
los restos de caparazones se convierten en caliza, y los tejidos
blandos de los organismos muertos se transforman en petróleo y gas
natural.
Una vez formado el petróleo, éste fluye hacia arriba a través de
la corteza terrestre porque su densidad es menor que la de las
salmueras que saturan los intersticios de los esquistos, arenas y
rocas de carbonato que constituyen dicha corteza. El petróleo y el
gas natural ascienden a través de los poros microscópicos de los
sedimentos situados por encima. Con frecuencia acaban encontrando un
esquisto impermeable o una capa de roca densa: el petróleo queda
atrapado, formando un depósito. Sin embargo, una parte
significativa del petróleo no se topa con rocas impermeables sino
que brota en la superficie terrestre o en el fondo del océano.
Entre los depósitos superficiales también figuran los lagos
bituminosos y las filtraciones de gas natural.
Para fraccionar el petróleo en la industria, se calienta
previamente a unos 300 grados C. a medida que fluye, a través de un
horno tubular, hacia la columna de fraccionamiento donde los
compuestos del petróleo crudo son vaporizados, condensados y
lavados repetidamente para lograr una separación satisfactoria.
En la columna, que es un cilindro vertical, que contiene platillos
horizontales debidamente espaciados, cada platillo actúa como una
barrera al paso del vapor hacia la parte superior de la columna.
El grado de separación depende del numero de platillos que tiene la
columna. Conforme el vapor se desplaza hacia arriba se le fuerza a
burbujear a través de la fase liquida de cada platillo. Esto hace
que los vapores se laven y den lugar a una gran porción del
material de mayor peso molecular se disuelva en el liquido y regrese
a los platillos inferiores, mientras que los componentes más volátiles
son vaporizados y pasan a los platillos superiores. Repitiendo este
proceso se obtiene una separación efectiva.
Una vez extraído el crudo, se trata con productos químicos y calor
para eliminar el agua y los elementos sólidos y se separa el gas
natural. A continuación se almacena el petróleo en tanques desde
donde se transporta a una refinería en camiones, por tren, en barco
o a través de un oleoducto. Todos los campos petroleros importantes
están conectados a grandes oleoductos.
La herramienta básica de refinado es la unidad de destilación. El
petróleo crudo empieza a vaporizarse a una temperatura algo menor
que la necesaria para hervir el agua. Los hidrocarburos con menor
masa molecular son los que se vaporizan a temperaturas más bajas, y
a medida que aumenta la temperatura se van evaporando las moléculas
más grandes. El primer material destilado a partir del crudo es la
fracción de gasolina, seguida por la nafta y finalmente el
queroseno. En las antiguas destilerías, el residuo que quedaba en
la caldera se trataba con ácido sulfúrico y a continuación se
destilaba con vapor de agua. Las zonas superiores del aparato de
destilación proporcionaban lubricantes y aceites pesados, mientras
que las zonas inferiores suministraban ceras y asfalto. A finales
del siglo XIX, las fracciones de gasolina y nafta se consideraban un
estorbo porque no existía una gran necesidad de las mismas; la
demanda de queroseno también comenzó a disminuir al crecer la
producción de electricidad y el empleo de luz eléctrica. Sin
embargo, la introducción del automóvil hizo que se disparara la
demanda de gasolina, con el consiguiente aumento de la necesidad de
crudo.
El proceso de craqueo térmico, o pirólisis a presión, se
desarrolló en un esfuerzo para aumentar el rendimiento de la
destilación. En este proceso, las partes más pesadas del crudo se
calientan a altas temperaturas bajo presión. Esto divide (craquea)
las moléculas grandes de hidrocarburos en moléculas más pequeñas,
lo que aumenta la cantidad de gasolina —compuesta por este tipo de
moléculas— producida a partir de un barril de crudo. No obstante,
la eficiencia del proceso era limitada, porque debido a las elevadas
temperaturas y presiones se depositaba una gran cantidad de coque
(combustible sólido y poroso) en los reactores. Esto, a su vez,
exigía emplear temperaturas y presiones aún más altas para
craquear el crudo. Más tarde se inventó un proceso de coquefacción
en el que se recirculaban los fluidos; el proceso funcionaba durante
un tiempo mucho mayor con una acumulación de coque bastante menor.
Muchos refinadores adoptaron este proceso de pirólisis a presión.
Historia del petróleo
argentino - Capitulo 1 [Completo] | Encuentro
En la década de 1930 se introdujeron otros dos procesos básicos,
la alquilación y el craqueo catalítico, que aumentaron
adicionalmente la gasolina producida a partir de un barril de crudo.
En la alquilación, las moléculas pequeñas producidas por craqueo
térmico se recombinan en presencia de un catalizador. Esto produce
moléculas ramificadas en la zona de ebullición de la gasolina con
mejores propiedades (por ejemplo, mayores índices de octano) como
combustible de motores de alta potencia, como los empleados en los
aviones comerciales actuales.
En el proceso de craqueo catalítico, el crudo se divide (craquea)
en presencia de un catalizador finamente dividido. Esto permite la
producción de muchos hidrocarburos diferentes que luego pueden
recombinarse mediante alquilación, isomerización o reformación
catalítica para fabricar productos químicos y combustibles de
elevado octanaje para motores especializados. La fabricación de
estos productos ha dado origen a la gigantesca industria petroquímica,
que produce alcoholes, detergentes, caucho sintético, glicerina,
fertilizantes, azufre, disolventes y materias primas para fabricar
medicinas, nylon, plásticos, pinturas, poliésteres, aditivos y
complementos alimenticios, explosivos, tintes y materiales
aislantes.La mayor parte del gas natural se ha formado a partir del
plancton —pequeños organismos acuáticos, incluyendo algas y
protozoos— acumulado en el lecho oceánico. Esos organismos fueron
enterrados y comprimidos lentamente bajo capas de sedimentos. A lo
largo de millones de años, la presión y el calor generados por los
sedimentos acumulados convirtieron ese material orgánico en gas
natural. El gas natural se compone principalmente de metano y otros
hidrocarburos ligeros. Como ya se ha dicho, el gas natural suele
emigrar con el petróleo a través de los poros y fracturas de la roca
almacén y se acumula en depósitos subterráneos. Debido a su densidad
(menor que la del petróleo), se sitúa por encima del petróleo. El
gas natural también se puede formar en depósitos de carbón, donde a
menudo se encuentra disperso en los poros y fracturas del lecho de
carbón.
El Carbón.
Se trata de un combustible sólido de origen vegetal. En eras geológicas
remotas, y sobre todo en el periodo carbonífero (que comenzó hace
345 millones de años y duró unos 65 millones), grandes extensiones
del planeta estaban cubiertas por una vegetación abundantísima que
crecía en pantanos. Muchas de estas plantas eran tipos de helechos,
algunos de ellos tan grandes como árboles. Al morir las plantas,
quedaban sumergidas por el agua y se descomponían poco a poco. A
medida que se producía esa descomposición, la materia vegetal perdía
átomos de oxígeno e hidrógeno, con lo que quedaba un depósito
con un elevado porcentaje de carbono. Así se formaron las turberas.
Con el paso del tiempo, la arena y lodo del agua fueron acumulándose
sobre algunas de estas turberas. La presión de las capas
superiores, así como los movimientos de la corteza terrestre y, en
ocasiones, el calor volcánico, comprimieron y endurecieron los depósitos
hasta formar carbón.
Los diferentes tipos de carbón se clasifican según su contenido de
carbono fijo. La turba, la primera etapa en la formación de carbón,
tiene un bajo contenido de carbono fijo y un alto índice de
humedad. El lignito, el carbón de peor calidad, tiene un contenido
de carbono mayor. El carbón bituminoso tiene un contenido aún
mayor, por lo que su poder calorífico también es superior.
La antracita es el carbón
con el mayor contenido en carbono y el máximo poder calorífico. La
presión y el calor adicionales pueden transformar el carbón en grafito,
que es prácticamente carbono puro. Además de carbono, el carbón contiene
hidrocarburos volátiles, azufre y nitrógeno, así como diferentes
minerales que quedan como cenizas al quemarlo.
Ciertos productos de la combustión del carbón pueden tener efectos
perjudiciales sobre el medio ambiente. Al quemar carbón se produce
dióxido de carbono entre otros compuestos. Muchos científicos
creen que, debido al uso extendido del carbón y otros combustibles
fósiles (como el petróleo), la cantidad de dióxido de carbono en
la atmósfera terrestre podría aumentar hasta el punto de provocar
cambios en el clima de la Tierra. Por otra parte, el azufre y el
nitrógeno del carbón forman óxidos durante la combustión que
pueden contribuir a la formación de lluvia ácida.
Todos los tipos de carbón tienen alguna utilidad. La turba se
utiliza desde hace siglos como combustible para fuegos abiertos, y más
recientemente se han fabricado briquetas de turba y lignito para
quemarlas en hornos. La siderurgia emplea carbón metalúrgico o
coque, un combustible destilado que es casi carbono puro. El proceso
de producción de coque proporciona muchos productos químicos
secundarios, como el alquitrán de hulla, que se emplean para
fabricar otros productos. El carbón también se utilizó desde
principios del siglo XIX hasta la II Guerra Mundial para producir
combustibles gaseosos, o para fabricar productos petroleros mediante
licuefacción. La fabricación de combustibles gaseosos y otros
productos a partir del carbón disminuyó al crecer la
disponibilidad del gas natural. En la década de 1980, sin embargo,
las naciones industrializadas volvieron a interesarse por la
gasificación y por nuevas tecnologías limpias de carbón. La
licuefacción del carbón cubre todas las necesidades de petróleo
de Suráfrica.
Las reservas mundiales de carbón son enormes. La cantidad de carbón
recuperable desde un punto de vista técnico y económico en las
condiciones actuales proporcionaría cinco veces más energía que
las reservas de petróleo crudo; como existen muchas reservas de
carbón de alto coste, la cantidad que será económicamente
recuperable a medida que crecen los precios de la energía podría
proporcionar más de 20 veces más energía que las reservas de petróleo.
Cuatro regiones del mundo contienen tres cuartas partes de las
reservas de carbón actualmente recuperables: Estados Unidos (28%),
los países de la antigua URSS (17%), China (16%) y Europa
Occidental (14%).
CARBON MINERAL,
CARBON DE PIEDRA, ANTRACITA, IMLASAC
A lo largo del siglo XX, la mayor comodidad y menores costes del
petróleo y el gas hicieron que estos combustibles desplazaran al
carbón en la calefacción de viviendas y oficinas y en la propulsión
de locomotoras, y también redujeron su empleo en el mercado
industrial. Incluso en el mercado de las centrales térmicas el petróleo
y el gas fueron haciéndose con cuotas mayores, y la contribución
del carbón al panorama energético global cayó en picado. Sin
embargo, las drásticas subidas de los precios del petróleo desde
1973 proporcionaron al carbón una importante ventaja de costes para
las centrales eléctricas y los grandes consumidores industriales,
con lo que empezó a recuperar parte de los mercados que había
perdido.
A pesar de los costes relativamente bajos del carbón y de las
enormes reservas que existen, el crecimiento del uso del carbón
desde 1973 ha sido mucho menor de lo previsto, ya que el carbón está
asociado a muchos más problemas medioambientales que el petróleo.
La minería subterránea puede provocar silicosis en los mineros,
hundimientos del suelo situado sobre las minas y filtraciones de ácido
a los acuíferos. La minería a cielo abierto exige una cuidadosa
restauración del entorno para que la tierra vuelva a ser productiva
y el paisaje se recupere. Además, la combustión del carbón
provoca la emisión de partículas de dióxido de azufre, óxido de
nitrógeno y otras impurezas. Se cree que la lluvia ácida
—lluvias y otras precipitaciones con un grado de acidez
relativamente alto, que están dañando lagos y bosques en muchas
zonas del mundo— se debe en parte a dichas emisiones.
Muestra de
Carbón mineral (hulla) del Terciario de Río Turbio,
Santa Cruz. Colección del Museo Municipal Punta Hermengo
de Miramar.
En la década
de 1990, la preocupación por el posible calentamiento del planeta
como resultado del efecto invernadero hizo que algunos gobiernos
tomaran en consideración medidas para reducir las emisiones de dióxido
de carbono producidas por la combustión de carbón, petróleo y gas
natural. La solución de esos problemas es costosa, y la cuestión
de quién debe pagar por ello resulta polémica. Esto hace que,
probablemente, el consumo de carbón siga creciendo con más
lentitud que lo que cabría esperar en un principio. Sin embargo,
las enormes reservas carboníferas, la mejora de las tecnologías
para reducir la contaminación y los avances en la gasificación del
carbón indican a pesar de todo que el mercado del carbón crecerá
en los próximos años.
Las tecnologías limpias de carbón son una nueva generación de
procesos avanzados para su utilización, algunas pueden ser desde un
punto de vista comercial, viables a principios del siglo XXI. En
general, estas tecnologías son más limpias y eficientes y menos
costosas que los procesos convencionales. Hay muchas tecnologías
limpias, pero la mayoría alteran la estructura básica del carbón
antes de la combustión, durante la misma o después de ella. Con
ello reducen las emisiones de impurezas como azufre y óxido de nitrógeno
y aumentan la eficiencia de la producción energética.
En la década de 1980, algunos gobiernos emprendieron programas de
colaboración con la industria privada para fomentar el desarrollo
de las tecnologías limpias de carbón más prometedoras, como los métodos
mejorados para limpiar el carbón, la combustión en lecho fluido,
la inyección de sorbentes de horno y la desulfuración avanzada de
gases de combustión.
Gas Natural.
Los yacimientos de petróleo casi siempre llevan asociados una
cierta cantidad de gas natural, que sale a la superficie junto con
él cuando se perfora un pozo. Sin embargo, hay pozos que
proporcionan solamente gas natural.
Éste contiene elementos orgánicos importantes como materias primas
para la industria petrolera y química. Antes de emplear el gas
natural como combustible se extraen los hidrocarburos más pesados,
como el butano y el propano. El gas que queda, el llamado gas seco,
se distribuye a usuarios domésticos e industriales como
combustible. Este gas, libre de butano y propano, también se
encuentra en la naturaleza. Está compuesto por los hidrocarburos más
ligeros, metano y etano, y también se emplea para fabricar plásticos,
fármacos y tintes.
Las tres cosas más importantes sobre el gas natural son: quema en
forma limpia, libera energía y se puede transportar en forma fácil
y segura a través de barcos y por tuberías subterráneas. Por estás
razones pronto se utilizó como combustible en todas partes del
mundo.
El mayor componente del gas natural es metano, un compuesto natural
que no es tóxico. El gas se empezó a formar hace muchos años, a
raíz de la descomposición de plantas y animales. El gas natural
que se usó se formó hace millones de años cuando esos organismos
murieron y quedaron sepultados por lodo y arena, probablemente en lo
más profundo de antiguos lagos y océanos.
En la medida en que se acumulaba lodo, arena y sedimento se formaron
capas de roca. Estás capas de roca se encontraban bajo tierra a una
gran profundidad. La presión causada por del peso sobre estás
capas más el calor de la tierra transformaron lentamente el
material orgánico en petróleo crudo y en gas natural, lo que es
hoy conocido con el nombre de combustibles fósiles. Todos los
combustibles fósiles están formados por átomos de hidrógeno y
carbón. Estos átomos se combinan en moléculas llamadas
hidrocarburos.
Las moléculas del gas natural (metano) están
formadas por un átomo de carbón y cuatro átomos de hidrógeno. El
metano se encuentra en el aire que respiramos.
Bajo condiciones normales, el gas natural es un vapor en vez de un sólido
(como el carbón) o de un líquido (como el petróleo).
El gas natural se
acumula en bolsas entre la porosidad de las rocas subterráneas
al igual que el agua se acumula en la porosidad de una
esponja. En ocasiones el gas natural se queda atrapado debajo
de la tierra por rocas sólidas que evitan que el gas fluya.
El gas atrapado se conoce como un yacimiento.
Otros Combustibles fósiles.
Los geólogos han
identificado inmensos depósitos de otros hidrocarburos, como gases
hidratados (metano y agua), arenas alquitranadas y esquistos
petrolíferos. Se encuentran vastos depósitos de gases hidratados en
sedimentos oceánicos y en suelos polares poco profundos. En esos
ambientes marinos y polares, las moléculas de metano están
encerradas en una estructura cristalina con moléculas de agua. Ese
sólido cristalino es conocido como gas hidratado. Como la tecnología
para la extracción comercial de estos gases no se ha desarrollado
aún, este tipo de combustible fósil no se incluye en la mayoría de
las estimaciones sobre las fuentes de energía mundial.
Las arenas alquitranadas son hidrocarburos pesados, parecidos al
asfalto, que se encuentran en la arenisca. Se forman donde emigra el
petróleo, en depósitos de arena o arenisca consolidada. Cuando el
petróleo se expone al agua y a las bacterias presentes en la piedra
arenisca, los hidrocarburos suelen degradarse en un betún más
pesado, con aspecto de asfalto.
Los esquistos petrolíferos son rocas
de grano fino que contienen altas concentraciones de un material
orgánico y cerúleo conocido como kerógeno.
Se forman en el fondo de
lagos y océanos, donde murieron algas, esporas y otros
microorganismos hace millones de años y se acumularon en barros y
lodos. El aumento de temperatura y de presión creados por la
acumulación de sedimentos transforman el material orgánico en kerógeno y compactan el barro y el lodo en esquistos petrolíferos.
No obstante, esa presión y esa temperatura fueron insuficientes para
descomponer químicamente el kerógeno en petróleo. Como los
hidrocarburos contenidos en las arenas alquitranadas y en los
esquistos petrolíferos no son fluidos, su recuperación es más
costosa y difícil que la del petróleo líquido.
Efectos medioambientales del uso de los combustibles fósiles.
Por John McNeill
A lo largo de los siglos XIX y XX, la actividad humana ha
transformado la composición química del agua y del aire en la
Tierra, ha modificado la faz del propio planeta y ha alterado la
vida misma. ¿Por qué este periodo de tiempo, más que ningún otro, ha
generado cambios tan generalizados en el entorno? Las razones son
múltiples y complejas. Pero sin lugar a dudas, uno de los factores
más notables es la utilización de los combustibles fósiles, que ha
suministrado mucha más energía a una población mucho mayor que en
cualquier época anterior.
Hacia 1990, la humanidad utilizaba una cantidad de energía 80 veces
superior a la que usaba en 1800. La mayor parte de dicha energía
procedía de los combustibles fósiles. La disponibilidad y capacidad
de uso de esta nueva fuente de energía ha permitido a la humanidad
aumentar los volúmenes de producción y de consumo. De forma
indirecta, esta fuente de energía ha provocado un rápido crecimiento
de la población al haber desarrollado el ser humano sistemas de
agricultura mucho más eficaces, como, por ejemplo, la agricultura
mecanizada, basados en la utilización de estos combustibles fósiles.
Las técnicas de cultivo mejoradas originaron un aumento del
suministro de alimentos que, a su vez, favoreció el crecimiento de
la población. Hacia finales de la década de 1990, la población
humana era aproximadamente seis veces mayor que la de 1800. Los
cambios generalizados que han tenido lugar en el medio ambiente se
deben también a otros factores como, por ejemplo, el vertiginoso
ritmo de urbanización o la velocidad igualmente vertiginosa de la
evolución tecnológica. Otro factor no menos importante es la
creciente importancia que los gobiernos modernos otorgan al
crecimiento económico. Todas estas tendencias están relacionadas
entre sí, colaborando cada una de ellas al desarrollo de las otras y
configurando todas ellas la evolución de la sociedad humana en la
edad contemporánea. Estas tendencias de crecimiento han replanteado
las relaciones entre el hombre y el resto de los habitantes de la
Tierra.
Durante cientos de miles de años, los seres humanos y sus
predecesores en la cadena evolutiva han ido modificando, tanto
deliberada como accidentalmente, su entorno de vida. Pero sólo en
épocas recientes, con la utilización de los combustibles fósiles, la
humanidad ha conseguido provocar cambios profundos en la atmósfera,
el agua, el suelo, la vegetación y los animales. Provistos de
combustibles fósiles, los humanos han alterado el entorno natural de
forma como nunca lo habían hecho en épocas preindustriales,
provocando, por ejemplo, la devastación de hábitats y fauna y flora
naturales a través de los vertidos de petróleo. El hombre ha podido
provocar los cambios medioambientales de forma mucho más rápida
acelerando antiguas actividades como la deforestación.
Orígenes de los combustibles fósiles.
Entre los combustibles fósiles se incluyen el carbón, el gas natural
y el petróleo (también denominado crudo), que son los residuos
petrificados y licuados de la acumulación durante millones de años
de organismos vegetales en descomposición. Cuando se quema el
combustible fósil, su energía química se convierte en calórica, la
cual se transforma en energía mecánica o eléctrica mediante máquinas
como motores o turbinas.
El carbón adquirió por primera vez importancia como combustible
industrial durante los siglos XI y XII en China, ya que la
fabricación del hierro consumía grandes cantidades de dicho recurso.
El primer aprovechamiento del carbón como combustible doméstico
comenzó durante el siglo XVI en la ciudad inglesa de Londres. A lo
largo de la Revolución Industrial, que se inició en el siglo XVIII,
el carbón se fue convirtiendo en un combustible fundamental para la
industria, actuando de medio de propulsión de la mayoría de las
máquinas de vapor.
El carbón fue el combustible fósil primario hasta mediados del siglo
XX, cuando el petróleo lo sustituyó como carburante preferido en la
industria, el transporte y otros sectores. Las primeras
perforaciones de petróleo se efectuaron en Estados Unidos,
concretamente en la región occidental de Pennsylvania en 1859 y las
primeras grandes extensiones plagadas de pozos de petróleo surgieron
en el sureste de Texas en 1901. Los mayores yacimientos de petróleo
del mundo se descubrieron en la década de 1940 en Arabia Saudí y en
la de 1960 en Siberia. ¿Por qué eclipsó el petróleo al carbón como
el carburante preferido? El petróleo presenta ciertas ventajas sobre
el carbón, ya que produce mayor rendimiento que éste, proporcionando
más cantidad de energía por unidad de peso que el carbón y, además,
provoca menos contaminación y funciona mejor en máquinas pequeñas.
Sin embargo, los yacimientos de petróleo son menores que los de
carbón. Cuando el mundo haya agotado las reservas de petróleo
seguirá existiendo abundante disponibilidad de carbón.
Contaminación actual de la atmósfera.
La capa más alejada del entorno de vida de la Tierra es la
atmósfera, una mezcla de gases que rodea al planeta. La atmósfera
contiene una capa muy fina de ozono que protege la vida en la Tierra
contra la nociva radiación ultravioleta procedente del Sol. Durante
la mayor parte de la historia de la humanidad, el hombre ha ejercido
un impacto muy escaso sobre la atmósfera. A lo largo de miles de
años el hombre ha venido quemando de forma rutinaria elementos de la
vegetación, provocando de forma intermitente una contaminación del
aire. En la edad antigua, la fundición de ciertos minerales, como el
cobre, liberaban sustancias metálicas que se desplazaban por la
atmósfera desde el mar Mediterráneo hasta llegar incluso a
Groenlandia. Sin embargo, el desarrollo de los combustibles fósiles
ha comenzado a amenazar a la humanidad con una contaminación
atmosférica mucho más grave.
Antes de la generalización del uso de los combustibles fósiles, la
contaminación del aire afectaba normalmente en mayor grado a las
ciudades que a las zonas rurales, debido a la concentración de
núcleos de combustión en los núcleos urbanos. Los habitantes de las
áreas urbanas de clima frío se procuraban calefacción quemando
madera, pero los suministros locales de madera se fueron
extinguiendo rápidamente. Debido a la escasez de oferta, la madera
se fue encareciendo. El hombre comenzó entonces a consumir
cantidades comparativamente menores de madera, disponiendo de menor
calefacción en las viviendas. La primera ciudad en solucionar dicho
problema fue Londres, en donde sus habitantes empezaron a utilizar
carbón como combustible para la calefacción de los edificios.
Durante el siglo XIX había medio millón de chimeneas expeliendo humo
de carbón, hollín, cenizas y dióxido de azufre al aire londinense.
El desarrollo de las máquinas de vapor durante el siglo XVIII
introdujo el carbón en la industria. El crecimiento derivado de la
Revolución Industrial se tradujo en un número mayor de máquinas de
vapor, de chimeneas fabriles y, por consiguiente, mayor
contaminación atmosférica. El cielo comenzó a oscurecerse en los
núcleos industriales de Gran Bretaña, Bélgica, Alemania y Estados
Unidos. Las ciudades que albergaban industrias consumidoras de
energía, como la siderúrgica, y edificios dotados de calefacción por
carbón, estaban siempre envueltas en humo y bañadas en dióxido de
azufre. A Pittsburgh, en Pennsylvania, una de las mayores ciudades
industriales de Estados Unidos de aquella época, a veces se la
definía como un “infierno con la tapa levantada”. El consumo de
carbón de algunas industrias era tan elevado como para contaminar el
firmamento de toda una región, como en el caso de la cuenca del Ruhr,
en Alemania, y de Hanshin, un área próxima a la ciudad japonesa de
Osaka.
Primeros controles de la contaminación atmosférica.
Los intentos de reducir los humos no resultaron eficaces hasta el
decenio de 1940, por lo que los habitantes de las ciudades y
regiones industriales hubieron de padecer las consecuencias de una
atmósfera cargada de contaminación. Durante la época victoriana en
Gran Bretaña no era infrecuente limpiar el polvo en el hogar dos
veces al día para eliminar la suciedad en suspensión. Los habitantes
de las ciudades industriales fueron testigos de la pérdida de
numerosos pinares y especies naturales debido a los elevados niveles
de dióxido de azufre existentes y, además, padecieron unas tasas de
neumonía y de bronquitis muy superiores a las de sus antepasados,
sus familiares residentes en otras regiones o sus descendientes.
A partir de 1940, los gobernantes de las ciudades y regiones
industriales consiguieron reducir la contaminación atmosférica
causada por el carbón. San Luis, en el estado de Missouri, fue la
primera gran ciudad del mundo que concedió máxima prioridad a la
eliminación de los humos. Pittsburgh y otras ciudades
estadounidenses siguieron su ejemplo a finales de la década de 1940
y principios de 1950. Londres adoptó medidas drásticas a mediados de
la década de 1950 después de que la llamada niebla asesina (killer
fog), una situación crítica de contaminación en diciembre de 1952,
causara más de 4.000 muertos. Alemania y Japón hicieron ciertos
progresos en la lucha contra los humos durante el decenio de 1960,
utilizando una combinación de salidas de humos más altas, filtros y
depuradoras de chimeneas y sustituyendo el carbón por otros
combustibles.
Aún se continuaba la lucha contra los humos, las ciudades se vieron
enfrentadas a problemas de contaminación atmosférica nuevos y más
complejos. A medida que se fueron popularizando los automóviles,
primero en Estados Unidos durante la década de 1920 y más tarde en
Europa occidental y en Japón durante las décadas de 1950 y 1960, las
emisiones de los tubos de escape vinieron a sumarse a la
contaminación atmosférica procedente de chimeneas y salidas de
humos. Los gases de escape de los automóviles contienen diferentes
tipos de sustancias contaminantes, tales como monóxido de carbono,
óxido nitroso y plomo. Por lo tanto, los automóviles vinieron, junto
con las nuevas industrias como la petroquímica, a complicar y
agravar los problemas ya existentes de contaminación atmosférica en
el mundo. El smog fotoquímico, causado por el impacto de la luz
solar sobre elementos contenidos en los gases de escape de los
automóviles, se convirtió en una seria amenaza para la salud en
ciudades con abundante insolación y frecuentes cambios de
temperatura. Los peores smogs del mundo se producían en ciudades
soleadas y atestadas de coches, tales como Atenas (Grecia), Bangkok
(Tailandia), la ciudad de México (México) y Los Ángeles (Estados
Unidos).
Además de estos problemas de contaminación local y regional, hacia
finales del siglo XX la actividad humana comenzó a impactar
directamente sobre la atmósfera. Los crecientes niveles de dióxido
de carbono en la atmósfera después de 1850, consecuencia
principalmente de la incineración de los combustibles fósiles,
aumentaron la capacidad del aire para retener el calor solar. Esta
mayor retención térmica provocó la amenaza de un calentamiento
global, un incremento generalizado de la temperatura de la Tierra.
Una segunda amenaza contra la atmósfera provenía de los compuestos
químicos conocidos como clorofluorocarbonos, que fueron inventados
en 1930 y utilizados ampliamente en la industria y como
refrigerantes después de 1950. Cuando los clorofluorocarbonos
ascienden a la estratosfera (la capa más alta de la atmósfera),
provocan una disminución del grosor de la capa de ozono, debilitando
su capacidad para frenar la nociva radiación ultravioleta.
Contaminación del agua.
El agua siempre ha constituido un recurso vital para el hombre, al
principio sólo como bebida, más tarde para lavar y también para el
regadío. Con la potencia proporcionada por los combustibles fósiles
y la moderna tecnología, la humanidad ha desviado los cauces de los
ríos, ha extraído el agua subterránea y contaminado las fuentes de
agua de la Tierra como no lo había hecho jamás.
El regadío, si bien ya era una práctica muy antigua, sólo afectaba a
regiones limitadas del mundo hasta épocas recientes. Durante el
siglo XIX, las técnicas de regadío se difundieron rápidamente,
impulsadas por los desarrollos de la ingeniería y el incremento de
la demanda de alimentos procedente de la creciente población
mundial. En India y en América del Norte se construyeron enormes
redes de presas y de canales. En el siglo XX se construyeron presas
aún mayores en los países mencionados, así como en Asia central,
China y otros lugares. Después de la década de 1930, las presas
construidas para regadío también se aprovecharon para la producción
de energía hidroeléctrica. Entre 1945 y 1980 se construyeron presas
en la mayoría de los ríos del mundo considerados aptos por los
ingenieros.
Las presas, al suministrar energía eléctrica además del agua de
regadío, vinieron a facilitar la vida de millones de personas. Sin
embargo esta comodidad tenía un precio, ya que las presas
modificaron los ecosistemas acuáticos que habían existido a lo largo
de los siglos. En el río Columbia, en el oeste de Norteamérica, por
ejemplo, las poblaciones de salmones se vieron afectadas ya que las
presas bloqueaban las migraciones anuales de los salmónidos. En
Egipto, donde una gran presa embalsó el Nilo en Asuán en 1971,
fueron muchos los humanos y animales que hubieron de pagar las
consecuencias. Las sardinas mediterráneas murieron y los pescadores
de estas especies se quedaron sin ingresos. Los agricultores
tuvieron que recurrir a los fertilizantes químicos, pues la presa de
Asuán impedía las crecidas primaverales del Nilo y con ello el
depósito de la capa anual de limo fértil sobre las tierras ribereñas
del río. Además, muchos egipcios que bebían agua del Nilo, que
arrastraba una cantidad cada vez mayor de vertidos de los
fertilizantes, comenzaron a acusar efectos negativos en su salud. El
mar de Aral, en Asia central, también ha sufrido las consecuencias,
ya que a partir de 1960 ha disminuido su nivel debido a que las
aguas que desembocaban en él habían sido desviadas para regar los
campos de algodón.
Las aguas fluviales por sí solas no han bastado para cubrir las
necesidades de la agricultura y las ciudades. Las aguas subterráneas
se han convertido en muchas partes del mundo en una fuente esencial
de este elemento y a un precio muy económico, ya que los
combustibles fósiles facilitaron enormemente los bombeos. Por
ejemplo, en las Grandes Llanuras, desde Texas hasta los estados de
Dakota del Norte y del Sur, surgió a partir de 1930 una economía
basada en el cultivo de cereales y la cría de ganado. Esta economía
extraía agua del acuífero de Ogallala, un vasto yacimiento
subterráneo. Con el fin de satisfacer la demanda de agua potable,
higiénica e industrial de una población cada vez mayor, algunas
ciudades como Barcelona (España), Pekín (China) y la ciudad de
México comenzaron a bombear aguas freáticas. Pekín y la ciudad de
México comenzaron a hundirse lentamente a medida que se bombeaba
gran parte de sus aguas subterráneas. Al agotarse el suministro de
agua subterránea, estas dos ciudades se vieron obligadas a traer
agua desde muy lejos. En el año 1999, la humanidad utilizaba 20
veces más agua corriente que en 1800.
No sólo ha aumentado la utilización de agua, sino que cada vez un
mayor porcentaje de ésta quedaba contaminado por el aprovechamiento
humano. Si bien la contaminación acuática venía existiendo ya desde
hacía tiempo en las aguas fluviales que cruzan ciudades, como en el
caso del Sena a su paso por la ciudad francesa de París, la era del
combustible fósil ha modificado el alcance y la idiosincrasia de la
contaminación acuática. La utilización del agua ha aumentado
actualmente y existe una variedad mucho más amplia de sustancias
contaminantes que enturbian las fuentes mundiales de suministro de
agua. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la
contaminación acuática ha sido principalmente biológica, ocasionada
sobre todo por los desechos humanos y animales. Sin embargo, la
industrialización introdujo un número incontable de sustancias
químicas en las aguas del planeta, agravando así los problemas de la
contaminación.
Esfuerzos para controlar la contaminación acuática.
Hasta principios del siglo XX, la contaminación biológica de los
lagos y ríos del mundo constituyó un problema desconcertante. Más
adelante, los experimentos consistentes en filtrar y tratar
químicamente las aguas dieron resultados positivos. En Europa y
Norteamérica la depuración de las aguas residuales y el filtrado del
agua lograron garantizar un suministro de agua más limpia e
higiénica. En épocas tan recientes como la década de 1880 morían
anualmente en la ciudad estadounidense de Chicago miles de personas
por enfermedades de propagación acuática, tales como la fiebre
tifoidea. Sin embargo, hacia 1920, el agua de Chicago ya no era
portadora de ninguna enfermedad fatal. De todas formas, existen
multitud de comunidades en todo el mundo, especialmente en países
pobres como India y Nigeria, que no pueden económicamente invertir
en tratamientos de aguas residuales y en instalaciones de filtrado.
Al igual que ocurrió con la contaminación atmosférica, la
industrialización y los avances tecnológicos del siglo XX provocaron
un número cada vez mayor de formas de contaminación acuática. Los
científicos inventaron nuevos productos químicos que no existen en
la naturaleza, algunas de las cuales resultaron ser de máxima
utilidad en la industria de la fabricación y en la agricultura.
Desgraciadamente, otras demostraron ser nocivos agentes
contaminantes. A partir de 1960 las sustancias químicas denominadas
bifenilos policlorados (PCB) hicieron aparición en las aguas de
Norteamérica en cantidades peligrosas, devastando y deteriorando la
vida acuática y los seres vivientes que se alimentan de dicha flora
y fauna. A partir de 1970, las legislaciones norteamericana y
europea consiguieron reducir notablemente la contaminación del aire
o la del agua ocasionada por agentes aislados. Pero la contaminación
no puntual, como los vertidos plagados de pesticidas procedentes de
las tierras de labor, resultaba mucho más difícil de controlar. La
contaminación acuática más grave se daba en los países más pobres
donde seguía sin combatirse la contaminación biológica, al tiempo
que la contaminación química ocasionada por la industria y la
agricultura no hacía sino agravar la contaminación biológica. A
finales del siglo XX China era probablemente el país más castigado
por una enorme variedad de problemas de contaminación acuática.
Contaminación del suelo.
Durante la era de los combustibles fósiles también la superficie de
la Tierra ha experimentado una transformación notable. Las mismas
sustancias que han contaminado el aire y el agua se encuentran a
menudo latentes en el suelo, a veces en concentraciones peligrosas
que constituyen una amenaza para la salud humana. Si bien este tipo
de situaciones sólo se solía dar en las proximidades de las
industrias generadoras de residuos tóxicos, el problema de la
salinización, normalmente asociado al regadío, estaba bastante más
generalizado. Aunque el regadío siempre ha conllevado el riesgo de
la destrucción del suelo al anegarlo y salinizarlo (posibles causas
de la destrucción de la base agrícola de la antigua civilización de
Mesopotamia en Oriente Próximo), los niveles de regadío modernos han
intensificado este problema en todo el mundo. En la década de 1990
los campos devastados por la salinización iban siendo abandonados a
medida que los ingenieros iban implantando el regadío en nuevas
zonas. La salinización ha alcanzado su grado máximo en las zonas
secas donde se produce una mayor evaporación, tales como México,
Australia, Asia central y el suroeste de Estados Unidos.
La erosión del suelo causada por la actividad del hombre ya
constituía un problema mucho antes de la salinización. La moderna
erosión del terreno ha disminuido la productividad de la
agricultura. Este problema conoció su mayor agravamiento durante el
siglo XIX en los terrenos fronterizos abiertos a la colonización de
los pioneros en países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva
Zelanda y Argentina. Los terrenos de pastos que jamás habían sido
arados anteriormente comenzaron a sufrir la erosión del viento, que
alcanzaba dimensiones desastrosas en tiempos de sequía, como ocurrió
en la década de 1930 durante los tornados en Kansas y Oklahoma. La
última destrucción importante de pastos vírgenes se produjo en la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) durante la década
de 1950, cuando el primer ministro Nikita Jruschov decidió convertir
la zona norte de Kazajstán en un cinturón de trigo. Los combustibles
fósiles desempeñaron también un papel crucial en esta época, ya que
los ferrocarriles y los barcos de vapor transportaban el cereal y el
ganado procedentes de estas zonas hasta los mercados más remotos.
Hacia finales del siglo XX los asentamientos de los pioneros se
habían desplazado desde las llanuras de pastos hacia las regiones
tropicales y forestales en las montañas. A partir de 1950 los
agricultores de Asia, África y América Latina fueron colonizando
cada vez más terrenos en los pequeños bosques cultivados. A menudo,
dichos bosques, como los de Centroamérica y Filipinas, eran de tipo
montañoso y recibían lluvias copiosas. Para poder cultivar estas
tierras, los agricultores tuvieron que deforestar las laderas de las
montañas, dejándolas expuestas a las lluvias torrenciales y
haciéndolas vulnerables a la erosión del suelo. Este tipo de erosión
arrasó las tierras en los Andes de Bolivia, el Himalaya nepalí y el
norte de la India, así como las escarpadas zonas de Ruanda y
Burundi. Las tierras yermas no hicieron sino endurecer la vida de
los agricultores en estas y otras zonas.
El impacto de la erosión del suelo no acaba con la pérdida del
suelo. El terreno erosionado no desaparece sin más, sino que se
desplaza ladera y aguas abajo, depositándose en algún otro lugar. A
menudo esta tierra ha quedado almacenada en lugares poco apropiados,
anegando embalses o cortando carreteras. Al cabo de muy pocos años
de finalizada su construcción, algunas presas de Argelia y China han
quedado inservibles al quedar obstruidas por la erosión del suelo
originada aguas arriba.
Fauna y flora.
La actividad humana ha afectado la flora y la fauna del planeta en
no menor medida que el aire, el agua y el suelo. A lo largo de
millones de años la vida fue evolucionando sin grandes impactos por
parte de los seres humanos. Sin embargo, probablemente desde los
primeros colonizadores de Australia y Norteamérica, la raza humana
ha ido provocando extinciones masivas bien por medio de la caza o
bien por la utilización del fuego. Con la domesticación de los
animales, iniciada seguramente hace 10.000 años, la humanidad
comenzó a desempeñar una función más activa en la evolución
biológica. Durante el siglo XIX y XX el papel desempeñado por los
seres humanos en la supervivencia de las especies ha aumentado hasta
el punto de que ciertas especies únicamente sobreviven porque los
hombres lo permiten.
Algunas especies animales sobreviven en gran número gracias al
hombre. Por ejemplo, en la actualidad hay unos 10.000 millones de
gallinas en la Tierra, entre trece y quince veces más que las que
había hace un siglo. Ello se debe a que al hombre le gusta comer
pollo y las cría a tal fin. De forma análoga protegemos las vacas,
las ovejas, las cabras y algunos otros animales domesticados para
poder sacar provecho de ellos. Las civilizaciones modernas han
asegurado asimismo de forma involuntaria la supervivencia de otras
especies animales. Las poblaciones de roedores se propagan debido a
la enorme cantidad de alimento de que disponen, ya que los humanos
almacenan alimentos en exceso y generan mucha basura. Las ardillas
se multiplican porque hemos creado entornos suburbanos con muy pocos
depredadores.
Aun cuando el hombre moderno favorece, de manera voluntaria o
involuntaria, la supervivencia de algunas especies, sin embargo
amenaza otras muchas. La tecnología y los combustibles modernos han
multiplicado notablemente la eficacia de la caza, hasta el punto de
poner en peligro de extinción a animales como la ballena azul o el
bisonte de Norteamérica. Otros muchos animales, en su mayor parte
especies de los bosques tropicales, son víctimas de la destrucción
de su hábitat natural. De manera bastante inadvertida, y casi
involuntaria, la humanidad ha asumido un papel central en la
determinación del destino de muchas especies y la salud de las
aguas, el aire y el suelo de nuestro planeta. El ser humano
desempeña, por consiguiente, un papel vital en la evolución
biológica.
La historia del medio ambiente de los dos últimos siglos ha sido la
de una tremenda transformación. En apenas 200 años la humanidad ha
provocado una modificación más drástica en la Tierra que la ocurrida
desde la aparición de la agricultura hace unos 10.000 años. El aire,
el agua y el suelo de importancia vital para el hombre están en
peligro; toda la trama de la vida depende de nuestros caprichos. A
grandes rasgos, el hombre nunca ha gozado de tantos éxitos ni ha
llevado una vida más placentera. La era de los combustibles fósiles
está alterando la condición humana en algunos sentidos hasta ahora
impensables. Pero el hecho de si hemos comprendido este impacto, y
de si estamos dispuestos a aceptarlo, constituye un interrogante aún
sin respuesta.
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de Computación. Facultad de Física y Matemáticas. Universidad de Chile.
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William Meriam Burton. National Inventors Hall of Fame
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Eugene Houdry (1892 – 1962). National Inventors Hall of Fame
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