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							Necrolestes, un mamífero patagónico 
							que sobrevivió a la extinción de los dinosaurios. 
							
							Por Federico L Agnolin, Fernando E Novas, Nicolás R 
							Chimento para Nicolás R Chimento. Publicado en 
							originalmente en la Revista Ciencia Hoy. Número 134. 
							Noviembre 2013. Articulo parcial a la versión 
							original. 
							
							En 1891, Florentino Ameghino (1854-1911) dio a 
							conocer unos restos fósiles encontrados por su 
							hermano Carlos (1865-1936) en las barrancas de Monte 
							Observación, en la provincia de Santa Cruz, en 
							yacimientos de unos 17 millones de años de 
							antigüedad. Determinó que pertenecían a un pequeño 
							–escasos 10cm de largo, del hocico a la cola– y 
							desconocido mamífero extinguido.  
							
							Estudió los diminutos huesos y consideró que el 
							animal habría sido un pariente lejano de los topos 
							africanos vivientes. Le dio el nombre científico 
							Necrolestes 
							patagonensis, es decir, ladrón de 
							tumbas de la Patagonia, en alusión a sus hábitos 
							excavadores. El hallazgo, publicado por Ameghino en 
							el número de la 
							Revista Argentina de Historia Natural 
							citado entre las lecturas sugeridas, atrajo la 
							atención del ámbito científico, ya que hasta ese 
							momento en Sudamérica no se habían encontrado restos 
							fósiles de topos. 
							
							En décadas posteriores, expediciones de diversos 
							paleontólogos a la misma zona de la Patagonia, 
							cercana a la desembocadura del río Santa Cruz, 
							descubrieron esqueletos fósiles prácticamente 
							completos del 
							Necrolestes. 
							El estudio de esos esqueletos llevó a pensar que se 
							trataba de un mamífero muy arcaico en la historia de 
							la evolución, más que un ancestro de los topos, como 
							había supuesto Ameghino. Por determinados rasgos se 
							pensó que podía haber sido un 
							marsupial, 
							es decir, un pariente lejano de las comadrejas, los 
							canguros y los coalas actuales. 
								
									|  | 
									
									La mayor parte de los mamíferos mesozoicos 
									pertenece a grupos grupos hoy extinguidos, 
									que no se relacionan directamente con los 
									actuales, sean placentarios o marsupiales. 
									Solo la descendencia directa de algunos 
									escasos mamíferos del Mesozoico ha 
									sobrevivido hasta nuestros días. Entre ella 
									se cuentan los ornitorrincos y los equidnas, 
									que integran un grupo llamado 
									monotremas, 
									restringidos a algunos sectores de Oceanía, 
									como lo explicó un artículo publicado en 
									2009 en Ciencia Hoy (A Kornblihtt, ‘El 
									genoma del ornitorrinco y la evolución’, 19, 
									113: 74-75). |  
							
							Durante la segunda mitad del siglo XX, otro 
							destacado paleontólogo argentino, José Bonaparte, 
							recorrió la Patagonia en búsqueda de fósiles 
							mesozoicos. Descubrió un importante yacimiento 
							fosilífero en la provincia del Río Negro, en una 
							estancia llamada Los Alamitos, del que fueron 
							recuperados abundantes restos óseos de dinosaurios 
							carnívoros y herbívoros, de tortugas, cocodrilos y 
							peces, vivos hace unos 70 millones de años, es 
							decir, a finales de la era mesozoica. 
							
							Uno de los hallazgos que más llamó la atención de 
							los investigadores de Los Alamitos fue el de 
							diminutos dientes de mamíferos, de solo algunos 
							milímetros de largo, mezclados con cuantiosos restos 
							de dinosaurios. Concluyeron que pertenecieron a 
							animales de escasos centímetros de longitud que 
							vivieron a la sombra de los enormes dinosaurios.
							 
							
							Además, pusieron de manifiesto que hubo una gran 
							diversidad de especies extinguidas de mamíferos, 
							entre ellas las pertenecientes a grupos denominados
							gondwanaterios y 
							driolestoideos. 
							
							Luego de los hallazgos de Bonaparte se encontraron 
							diversos mamíferos primitivos, incluyendo 
							driolestoideos, en otros lugares de la Argentina, 
							como los yacimientos de Cerro Tortuga y La Buitrera, 
							en Río Negro, y La Colonia y Cerro Cóndor en el 
							Chubut, como lo detalla la tabla siguiente. 
							
							Hasta hace una década se pensaba que esos mamíferos 
							mesozoicos se habían extinguido junto con los 
							dinosaurios hace 65 millones de años, por efecto de 
							la caída de un gigantesco asteroide en México que 
							habría desencadenado una serie de cambios climáticos 
							catastróficos para numerosos grupos de animales, 
							entre ellos los dinosaurios y gran parte de los 
							mamíferos primitivos, por ejemplo, los 
							driolestoideos. 
								
									|  | 
									
									Sin embargo, la historia de los mamíferos 
									mesozoicos no parece haber sido tan simple. 
									En 2001, dos paleontólogos del Museo de La 
									Plata, Javier Gelfo y Rosendo Pascual, 
									descubrieron en la provincia del Chubut, en 
									estratos de alrededor de 60 millones de años 
									de antigüedad, un driolestoideo que había 
									sobrevivido a los mencionados cambios 
									climáticos. Conocido por 
									
									Peligrotherium tropicalis, 
									habría sido del tamaño de un zorro y estado 
									bien adaptado a machacar con sus dientes los 
									alimentos vegetales que constituían la base 
									de su dieta. |  
							
							Del mismo modo, algunos gondwanaterios también 
							parecen haber sobrevivido a la extinción de fines 
							del Mesozoico, pues se ha encontrado esporádicamente 
							restos de ellos en estratos de distintos momentos de 
							la era cenozoica. Además, en la Patagonia se 
							hallaron en tales estratos restos de un ornitorrinco 
							extinto, conocido por 
							Monotrematum sudamericanum, que también habría convivido 
							con los dinosaurios. 
							
							En los últimos diez años los paleontólogos tomaron 
							nuevo interés en el debate sobre el 
							Necrolestes y 
							publicaron numerosos artículos sobre su anatomía. 
							Las hipótesis predominantes sugerían que habría sido 
							un marsupial aberrante, cuyo esqueleto exhibía 
							rasgos muy primitivos. En 2012, dos equipos de 
							investigadores llegaron a otra conclusión: que el 
							animal perteneció al mencionado linaje de los 
							driolestoideos, es decir, era un sobreviviente de 
							una de las especies de mamíferos mesozoicos que no 
							se extinguió con las catástrofes que terminaron con 
							los dinosaurios, pero que tampoco había seguido el 
							camino de la evolución y dado lugar a descendencia 
							de otras especies. Se mantuvo viviente y sin cambios 
							cruciales hasta bien entrada la era cenozoica. De 
							hecho, en su época habría sido casi un fósil 
							viviente, un relicto arcaico de la era de los 
							dinosaurios. 
							
							La historia el arcaico 
							Necrolestes
							indica que los mamíferos placentarios y 
							marsupiales avanzados convivieron con mamíferos 
							primitivos como los driolestoideos, los 
							gondwanaterios y los ornitorrincos, algo que no se 
							ha observado en ningún otro lugar del mundo. Esos 
							demuestra que estos antiguos linajes de mamíferos no 
							se extinguieron con los dinosaurios al finalizar la 
							era mesozoica hace 65 millones de años, sino que 
							sobrevivieron hasta bien avanzada la era cenozoica. 
							
							La nueva luz sobre el 
							Necrolestes
							plantea renovadas preguntas a la 
							paleontología, ya que el diminuto mamífero sería el 
							pariente más cercano hoy conocido del 
							Cronopio dentiacutus, un driolestoideo de unos 95 
							millones de años de antigüedad descripto en 2011 por 
							el mencionado Guillermo Rougier y sus colaboradores 
							en un artículo publicado en Nature (479: 98-102). 
							Pero hasta donde sabemos, ambas especies están 
							separadas por más de 70 millones de años. Este lapso 
							marca la magnitud de nuestra ignorancia y proclama 
							que existe un vasto capítulo en la historia antigua 
							de los mamíferos sudamericanos que espera ser 
							escrito por los paleontólogos. 
							
							Lecturas Sugeridas 
							
							AMEGHINO F, 
							1891, ‘Nuevos restos de mamíferos fósiles 
							descubiertos por Carlos Ameghino en el Eoceno 
							inferior de la Patagonia austral. Especies nuevas, 
							adiciones y correcciones’, Revista Argentina de 
							Historia Natural, 1: 289-328. 
							
							BONAPARTE JF, 
							1966, ‘Cretaceous tetrapods of Argentina’, München 
							Geowissenchaftliche Abhandlungen, 30: 73-130. 
							
							CHIMENTO NR, AGNOLIN FL y NOVAS FE(ed.), 
							2012, ‘The Patagonian fossil mammal Necrolestes: a 
							Neogene survivor of Dryolestoidea’, Revista del 
							Museo Argentino de Ciencias Naturales, nueva serie, 
							14, 2. 
							
							GELFO JN y PASCUAL R, 
							2001, ‘Peligrotherium tropicalis from the early 
							Paleocene of Patagonia, a survival from a Mesozoic 
							Gondwanan radiation’, Geodiversitas, 23, 3: 369-379. 
							
							ROUGIER GW, 
							et al., 2012, ‘The Miocene mammal Necrolestes 
							demonstrates the survival of a Mesozoic nontherian 
							lineage into the late Cenozoic of South America’, 
							Proceedings of the National Academy of Science. 
							
							Fuente; 
							
							cienciahoy.org.ar 
 
							
							Tres fenómenos 
							naturales registrados en nuestra zona 
							
							 y que cambiaron 
							para siempre a Sudamérica y el mundo. 
							
							Por Mariano Magnussen. Laboratorio 
							Paleontológico. Museo de Ciencias Naturales de 
							Miramar. Fundación Azara. Laboratorio de Anatomía 
							Comparada y Evolución de los Vertebrados.  
							
							
							
							
							marianomagnussen@yahoo.com.ar 
							
							Durante mitad y final del Plioceno, hace 3,5 
							millones de años a 2,5 millones de años atrás, 
							ocurrieron tres fenómenos naturales del tipo 
							catastrófico, los cuales decidieron la suerte del 80 
							% de las especies endémicas y autóctonas, que habían 
							evolucionado aislada en América del Sur, y que están 
							presentes en el registro geológico y paleontológico 
							de la costa atlántica bonaerense y alrededores.  
							
							Las escorias encontradas en los barrancos por 
							científicos suizos, publicadas en 1865, fueron 
							atribuidas a un posible origen volcánico, y que, 
							posteriormente Florentino Ameghino, atribuyo a 
							fogones e incendios realizados por los primeros 
							humanos en el Plioceno. Estos fueron estudiados 
							exhaustivamente, y se determinó en 1998, que se 
							trataba del impacto de un asteroide en la localidad 
							de Chapadmalal y en la ciudad de Miramar. 
							Científicos argentinos y de la NASA, determinaron al 
							menos el impacto de dos asteroides en distintos 
							tiempos geológicos, cuyos efectos modificaron 
							gradualmente el ambiente, trayendo aparejadas 
							algunas consecuencias para los biomas sudamericanos. 
								
									|  | 
									
									La presencia de rastros 
									geológicos abona esta teoría de que, rocas 
									modificadas por altas temperatura llamadas 
									escorias y la presencia de vidrios 
									producidos por calentamiento y enfriamiento 
									rápido de silicatos, parecen ser restos de 
									un impacto desde el espacio. Estas escorias, 
									en realidad, son impactitas, las cuales 
									contienen entre otros, pequeñas esferas de 
									vidrios con alto contenido de Níquel y 
									Cromo. 
									
									Además, se detectó la 
									presencia de cristobalita, una variedad de 
									sílice que está sólo a temperaturas 
									superiores a los 1300 grados, como resultado 
									del sedimento fundido por el choque de una 
									gran roca espacial sobre la superficie 
									terrestre. Dejando evidencias sobre ellos en 
									un radio de 50 kilómetros. |  
							
							Si bien el meteorito que se estrelló en lo que hoy 
							en día es la costa bonaerense, fue de proporciones 
							menores al que extinguió a los dinosaurios, fue lo 
							suficientemente fuerte para provocar una cicatriz a 
							la superficie terrestre y una eventual modificación 
							en la historia natural del hemisferio sur. 
							
							La cantidad de impactitas distribuidas a lo largo de 
							los sedimentos del Plioceno miramanse, y el alto 
							contenido de sedimento quemado de color ladrillo, 
							demuestra lo catastrófico de aquel evento. Los 
							investigadores creen que el asteroide impacto en un 
							área que está sumergida en el océano atlántico, el 
							que provoco un cráter de gran tamaño, arrojando 
							miles de toneladas de sedimentos fundidos a la 
							atmosfera, oscureciendo toda la región pampeana 
							durante meses, con importantísimos incendios. 
							
							A su vez, formación del istmo de Panamá, un puente 
							natural terrestre que unió ambas Américas, provoco 
							en un principio, un intercambio faunístico, el cual, 
							seguramente también trajo acompañado de intercambio 
							parasitológico y bacteriológico que afecto a las 
							poblaciones animales y vegetales. Además, este 
							puente natural, trajo la interrupción del 
							intercambio genético entre el océano pacifico y 
							atlántico, sumado al cambio de las corrientes 
							oceánicas que normalmente controlan las temperaturas 
							sobre la superficie terrestre, genero el 
							enfriamiento en todo el planeta de una forma más 
							acelerada. Algunos científicos sugieren que la unión 
							de américa del norte con américa del sur, sumado al 
							enfriamiento global por el cambio en las corrientes 
							oceánicas, genero el comienzo de la edad del hielo. 
								
									|  | Ha esto se le suma, hacia el 
									final del Plioceno, una estrella del grupo 
									de estrellas O y B de la Asociación estelar 
									de Scorpius-Centaurus a unos 380 a 470 años 
									luz de la Tierra, que explotó como 
									supernova, lo suficientemente cerca de la 
									Tierra como para provocar un gran deterioro 
									en la capa de ozono, lo que pudo haber sido 
									la causa de una extinción masiva en los 
									océanos. Para ello se basaron en las 
									anomalías del isótopo de esa época 
									encontradas en los fondos oceánicos. |  
							Como se observa, estos tres hechos 
							aislados, como fue el impacto del asteroide, la 
							unión de las américas y la explosión de una gran 
							estrella, trajeron marcados cambios ambientales y 
							faunísticos.  
							
							Sin dudas, las evidencias geológicas y biológicas en 
							el área de Miramar y Chapadmalal brindaron 
							suficiente información para comprender los procesos 
							evolutivos de nuestro sub-continente y su relación 
							con el resto del mundo. 
							
							Los cambios abruptos en la evidencia paleontológica, 
							es la que ayuda a determinar el comienzo y fin una 
							edad, en este caso, el fin del Plioceno y el 
							principio del Pleistoceno. Estos fenómenos abren las 
							puertas a la aparición de nuevas formas de vida.  
							
							A través de la evolución biológica y la adaptación 
							al medio, generan que nuevas especies surjan a 
							través de la especiación, es decir, el proceso 
							mediante el cual una población de una 
							determinada especie da lugar a otra u otras 
							especies, así como también otras especies se 
							extinguen cuando ya no son capaces de sobrevivir en 
							condiciones cambiantes o frente a otros 
							competidores. Un ejemplo estrictamente local, son 
							las diferentes especies de gliptodontes (armadillos 
							grandes o gigantes de caparazón sin bandas móviles) 
							que se extinguen durante el final del Plioceno. Ya 
							durante el Pleistoceno, son reemplazados por otras 
							especies similares, pero no iguales, de mayor 
							tamaño. Para el Holoceno superior, todas las 
							especies de gliptodontes se han extinto para 
							siempre. 
							
							Bibliografía sugerida. 
							
							Bussing 
							WA, Stehli FG y Webb SD 1985. El gran intercambio 
							biótico estadounidense. Patrones de distribución de 
							la ictiofauna centroamericana, 453–473. 
							
							Cione, A.L.; Tonni, E.P. 1995a. Bioestratigrafía y 
							cronología del Cenozoico de la región pampeana. In 
							Evolución biológica y climática de la región 
							pampeana durante los últimos cinco millones de años. 
							Un ensayo de correlación con el Mediterráneo 
							occidental. Museo Nacional de Ciencias Naturales, 
							Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 
							Monografías, p. 47-74. Madrid. 
							
							Cione, A.L. & Tonni, E.P. 2005. Bioestratigrafía 
							basada en mamíferos del Cenozoico superior de la 
							región pampeana. In: Geología y Recursos Minerales 
							de la Provincia de Buenos Aires (de Barrio, R.; 
							Etcheverry, R.O.; Caballé, M.F. & Llambías, E., eds.). 
							XVI Congreso Geológico Argentino, La Plata, 
							Relatorio 11, 183-200. 
							
							Prevosti, F. & Scanferla, A. 2006a. Aspectos 
							paleofaunísticos y estratigráficos preliminares de 
							las sucesiones plio-pleistocénicas de la localidad 
							Centinela del Mar, provincia de Buenos Aires, 
							Argentina. 90 Congreso Argentino de Paleontología y 
							Bioestratigrafía, 105. 
							
							Donadío, O.E. 1982. Restos de anfisbénidos fósiles 
							de Argentina (Squamata, Amphisbaenidae) del Plioceno 
							y Pleistoceno de la provincia de Buenos Aires. Circ. 
							Inf. Asoc. Paleont. Arg. 10: 10. 
							
							Frenguelli, J. 1920. Los terrenos de la costa 
							atlántica en los alrededores de Miramar (prov. Bs.As.) 
							y sus correlaciones. Bol. Acad. Nac. Cienc. Cordoba 
							24: 325-385. 
							
							Kraglievich, J. y A Olazabal, 1959, Los procionidos 
							extinguidos del genero Chapadmalania Amegh. Rev. 
							Mus. Arg. Cienc. Nat. (Cien Zool). 
							
							Novas Fernando 2006. Buenos Aires hace un millón de 
							años. Editorial Siglo XXI, Ciencia que Ladra. Serie 
							Mayor. 
							
							Quintana, C. A. 2008. Los fósiles de Mar del Plata. 
							Un viaje al pasado de nuestra región. Buenos Aires, 
							Argentina. Fundación de Historia Natural “Félix de 
							Azara”. 242 pp. 
							
							Tonni E. P., 2016. Los acantilados de la costa 
							atlántica bonaerense y su contribución al 
							conocimiento geológico y paleontológico. En: J. 
							Athor y C. E. Celsi (eds.): La costa atlántica de 
							Buenos Aires. Naturaleza y patrimonio cultural. 
							Fundación de Historia Natural Félix de Azara - 
							Vázquez Mazzini Editores, pp. 42-65, Buenos Aires. 
							
							P. H. Schultz, M. Zarate, W. Hames, C. Camilion y J. 
							King. A 3.3 – Ma Impact in Argentina and Posible 
							Consequences. 11 dicember 1998, Volumen 282. pp. 
							2061 – 2063. 
							
							J.C Heusser and G. Claraz, Neue Denk. (Nov. Mems) 
							der Allgemeine Schweiz. Gessell. XXI 27. Zurich 
							(1865). 
							
							M. A. Zarate and J. L. Fasano, Palaeogeogr. 
							Palaeoclimatol. Palaeoecol. 72, 27 (1989). 
							 
							
							M, Magnussen Saffer. 
							
							Un Impacto de Meteorito entre Mar del Plata y 
							Miramar. Boletín de divulgación Científica Técnica. 
							Publicación 2: pp 3 - 8 Museo Municipal de Ciencias 
							Naturales Punta Hermengo de Miramar, Prov. Buenos 
							Aires, Argentina. 
							
							M. Magnussen Saffer. 2005. Naturaleza Pampeana, 
							pasado y presente. Libro Digitalizado. Museo 
							Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de 
							Miramar, Prov. 
							
							Buenos Aires, Argentina. 
 
							
							Algunas curiosidades en reptiles 
							marinos del Jurasico Argentino. 
							 Fragmento 
							de articulo publicado: 
				Magnussen Saffer, 
					Mariano (2010). 
					
							Algunas curiosidades en reptiles marinos del jurasico 
					Argentino.
					
							Paleo, 
					Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. 
					Año 8. 52: 36 -41.  
							El 
							periodo Jurasico abarca un lapso de 208  
							a 144 millones de años antes del presenta, cuyos 
							afloramientos geológicos son los mas escasos 
							comparados a los otros periodos de la Era Mesozoica, 
							pero a su vez son los mas significativos. 
							Con 
							respecto al registro fosilífero de los grandes 
							saurios del Jurasico, corresponden en su mayoría a 
							los hallazgos realizados en la región Patagónica, 
							por medio de enormes restos óseos correspondiente a 
							Sauropodos. Así mismo se han realizado notables 
							descubrimientos de huellas fósiles en areniscas del 
							Jurasico medio de la Provincia de Santa Cruz, 
							pertenecientes a pequeños Dinosaurios que vivían en 
							zonas semiáridas. La antigüedad real de estos 
							vestigios en nuestro país corresponde principalmente 
							al Jurasico medio, lo que confiere una especial 
							significación para evaluar la etapa evolutiva previa 
							a los bien conocidos Dinosaurios de otros 
							continentes. El sitio mejor conocido por el hallazgo 
							de grandes vertebrados corresponden a los 
							yacimientos fosilíferos del Cerro Cóndor, no muy 
							lejos de Paso de los Indios en la Provincia de Santa 
							Cruz, pero de estos grandes animales, hablaremos en 
							el próximo numero. 
								
									| 
					
					 | 
									
									Los estudios realizados de la paleogeografia 
									sugieren que antes del Jurasico medio se 
									había separado el único supercontinente de 
									Pangea, fragmentándose en dos enormes islas. 
									Al norte se encontraba Laurasia conformada 
									por América del norte, Europa y Asia. Al sur 
									se hallaba Gondwana la que reunía a América 
									del sur, India, África, Australia y 
									Antartida. A su vez, estos dos 
									supercontinentes se hallaban separados por 
									el mar de Tethys. Otro sitio Jurasico muy 
									importante para Argentina la conforma la 
									formación Los Lagaccitos en la Provincia de 
									San Luis donde se han hallados los primeros 
									restos de reptiles voladores en sedimentos 
									pertenecientes a un antiguo lago. 
									 |  
							En 
							la porción continental en la que hoy se encuentra 
							Argentina el vulcanismo era muy intenso, lo que 
							posibilitaba conservación de grandes bosques, debido 
							a esto, la Patagonia central y oriental, incluyendo 
							la plataforma continental fueron cubiertas por 
							cenizas volcánicas y lava.   
							El 
							intenso calor que se acumulo por debajo de la 
							corteza terrestre, producto del magmatismo originado 
							por el choque de las placas, ocasiono que la corteza 
							Gondwanica se debilitara y terminara por fracturarse 
							en diversos bloques. En Patagonia, durante el 
							Jurasico el mar avanzo desde el oeste dando lugar a 
							un mar epicontinental de aguas someras y cálidas, 
							donde abundaban los arrecifes. 
							
							Caypullisaurus bonapartei, 
							
							unop de los últimos Ictiosaurios fueron muy grandes, 
							algunos como ballenas. Unos de ellos fue hallado en 
							la Provincia de Chubut. Mide más de 8 metros de 
							largo y se encuentra exhibido en la sala del 
							departamento de Paleontología de vertebrados del 
							Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos 
							Aires, aunque también existían formas que no 
							superaban el metro.  
							
							Esta especie en particular fue un reptil marino y 
							guarda cierta semejanza con los delfines, pues a 
							pesar de los millones de años que separan a estas 
							especies, ambas cubrían el mismo nicho ecológico, y 
							es probable que este magnifico animal se halla 
							alimentado de otros reptiles como los Plesiosaurios, 
							peces y dinosaurios que se aventuraban a las playas 
							de marea baja. Sus aletas traseras eran 
							considerablemente mas pequeñas que las delanteras. 
							Los huesos de la mayor parte de la aleta delantera 
							se derivan de los huesos normales de dedos que se 
							han encontrado en todos los vertebrados terrestres, 
							pero en ellos hay muchos mas. Mientras normalmente 
							un vertebrado terrestre tiene de 3 a 4 falanges por 
							dedos, algunos Ictiosaurios tenían de 20 a 25 
							falanges. Se extinguió al final del Cretácico.
							 
								
									| 
					
					 | 
									
									Si bien la Patagonia Argentina tiene algo 
									mas de un centenar de sitios donde se han 
									hallado este tipo de reptil marino, 
									recientemente se han descubierto formas 
									nuevas en sedimentos de la Quebrada de 
									Romoredo al sur de la Provincia de Mendoza. 
									Otro ictiosaurio conocido es 
									Mollesaurus periallus, recuperado en 
									la Cuenca Neuquina.
									
									
									
									Caypullisaurus, este 
									espécimen consta del cráneo y mandíbulas 
									completos, vértebras troncales anteriores y 
									posteriores, y algunas costillas. |  
							
							El cráneo se encontró articulado con la columna 
							vertebral. 
							
							Como es muy frecuente en los ictiosaurios, las 
							características estructurales del cráneo contribuyen 
							a que no se preserve en tres dimensiones. Este 
							ejemplar se depositó sobre su cara derecha, por lo 
							que su cara izquierda es la que se ha preservado con 
							todos sus elementos en posición natural y con una 
							deformación mínima. Esta condición ha permitido la 
							obtención de los coeficientes craneanos cuyos 
							valores son comparables con los del holotipo de 
							Caypuflisaurus bonapartei. Entre 
							los caracteres más conspicuos de este material se 
							destacan la gracilidad del rostro y la amplia 
							reducción de la dentición. La longitud mandibular es 
							de 1,57 m. Cabe destacar que hasta el presente, este 
							ejemplar es el de mayor tamaño referible a esta 
							especie. 
							
							Ophtalmosahurus, 
							
							fueron enormes reptiles del tipo PIesiosaurios, que 
							se alimentaban de peces y anmonites durante el 
							Jurasico inferior y en el Cretácico, periodo donde 
							desaparece sus restos fósiles en los depósitos 
							sedimentarios marinos - continentales. Poseían una 
							cabeza muy pequeña a comparación de su cuerpo, cuyas 
							mandíbulas estaban provistas de afilados dientes y 
							rodeado de fuerte musculatura.  
								
									| 
					
					 | 
									
									Su cuello tenia entre 30 y 35 vértebras, a 
									diferencia de las habituales 7 u 8 que 
									poseen los demás reptiles. Tenia patas 
									largas y anchas en forma de remo que le eran 
									propias para nadar a gran velocidad. Las 
									aletas delanteras se movían de arriba hacia 
									abajo como si estuviera volando, mientras 
									las traseras eran utilizadas para orientar 
									los movimientos. Su aleta caudal heterocerca 
									invertida (una aleta de la cola mas corta 
									que la otra), debido a que la columna 
									vertebral esta dirigida hacia abajo.   |  
							
							Algunos restos de estos enormes Plesiosaurios fueron 
							hallados en el Cerro Lorena y en el Lago Pellegrini 
							en el norte de la Patagonia Argentina, y restos mas 
							nuevos pertenecientes al Cretácico fueron 
							recuperados en el Bajo de Santa Rosa, en la región 
							de las salinas ubicado a unos 100 kilómetros al 
							Sudoeste de la localidad de Choele Choel en la 
							Provincia de Rió Negro. 
							
							Metriorhynchus potens, 
							fue un primitivo cocodrilo marino, cuyo nombre 
							significa largo hocico. El nombre le resultaba muy 
							apropiado. Era un peligroso cazador que medía 3 
							metros. Comía calamares y pterosaurios, pero también 
							perseguía peces de 6 metros de longitud, el doble de 
							su propio tamaño. Su cola se adelgazaba hacia el 
							extremo, y de ella sobresalía una aleta. Tenía una 
							pequeña prominencia entre los ojos.  
							
							Cuando aparecieron los cocodrilos, vivían por 
							entonces en el mar. Existía un grupo de temibles 
							cazadores prehistóricos, cuyos parientes de agua 
							dulce todavía viven en la actualidad. Si se te 
							ocurriese nadar en un mar prehistórico, les 
							servirías de almuerzo. Eran los cocodrilos marinos. 
							En los inicios de su evolución, los cocodrilos 
							regresaron al agua, alejándose de los dinosaurios 
							terrestres. La forma de su cuerpo cambió para 
							adaptarse a la vida acuática. La mayoría de los 
							primeros cocodrilos se mantenía al acecho en ríos y 
							pantanos, comiendo peces y capturando animales que 
							acudía allí a beber. Sólo unos pocos fueron más 
							lejos, al mar.  
								
									| 
					
					 | 
									
									Algunos cocodrilos marinos se adaptaron aún 
									mejor a la vida oceánica. Empezaron a 
									parecerse más a los peces. Perdieron la 
									pesada coraza ósea, y su piel se volvió 
									mucho más lisa y resbaladiza. Las patas eran 
									palmeadas, semejantes a aletas. La cola se 
									hizo más fina y larga, también más parecida 
									a una aleta. Pero siguieron siendo reptiles 
									y tenían pulmones, no branquias. |  
							
							Debían subir a la superficie del agua para respirar 
							aire fresco, como las ballenas actuales. El grupo 
							entero de cocodrilos marinos vivió hasta poco tiempo 
							tras el fin del período Jurásico. Durante el 
							Cretácico, fueron reemplazados por los Pliosaurios y 
							los Mosasaurios. 
							En el norte de Chile encontraron restos de 
							
							
							Metriorhynchus 
							casamiquelai. 
							
							Otro 
							
							pequeño cocodrilo, muy alterado por la erosión 
							reciente, con la cara izquierda del cráneo apoyada 
							en el sustrato, poscráneo es articulado y 
							marcadamente arquea do hacia arriba y hacia atrás.
							Geosaurus araucanesis es la especie 
							más frecuente entre los cocodrilo marinos titonianos 
							de la Cuenca Neuquina. 
							Eran tan feroces como sus parientes de agua dulce, y 
							algunos podían comer muchos tipos de animales. 
							
							Dakosaurus andiniensis
							
							
							es un cocodrilo. Pero se 
							parece muchísimo a un dinosaurio. Por eso lo 
							bautizaron Godzilla. El descubrimiento es tan 
							importante y es tapa del último número de la 
							National Geographic y también sale en la prestigiosa 
							revista 
							
							Science. 
							Fue descubierto en Pampa Tril, Neuquén, por 
							investigadores argentinos.
							
							Lo que se pudo reconstruir a 
							partir del cráneo y las dos mandíbulas encontradas 
							en la Patagonia es que la criatura se remonta a 135 
							millones de años atrás. 
							 
							
							
							La cabeza alta y achatada, 
							como en forma de bala y pocos dientes, es lo que la 
							distingue del resto de los cocodrilos, que tenían 
							hocicos alargados, angostos y mandíbulas dentadas. 
							Fue el resultado del esfuerzo de mucha gente que 
							trabajó más de siete años", dijo Zulma Gasparini, 
							paleontóloga, profesora de la Universidad Nacional 
							de La Plata (UNLP), investigadora del Conicet y 
							líder de "Reptiles marinos Mesozoicos de Argentina", 
							un proyecto que comenzó hace ya casi 30 años. La 
							historia de este "Godzilla" empieza en 1996. Ese 
							año, Sergio y Rafael Cocca, dos técnicos del Museo 
							Olsacher de la Dirección Provincial de Minería de 
							Neuquén, encontraron el cráneo y las mandíbulas en 
							Pampa Tril, una zona montañosa y semiárida pero 
							fértil para los paleontólogos. En la investigación 
							participaron paleontólogos y geólogos, como Diego 
							Pol (actualmente en la Universidad de Ohio), y Luis 
							Spallietti, profesor de la UNLP, investigador del 
							Conicet y encargado de la investigación 
							sedimentológica (estudia las rocas y a las 
							sucesiones de rocas donde están las faunas fósiles).
							 
								
									| 
					
					 | 
									
									El descubrimiento es 
									importante y tiene impacto a nivel mundial 
									porque hasta ahora no se conocía en ningún 
									lugar del mundo cocodrilos con aspecto de 
									dinosaurio. El cocodrilo no tiene ningún 
									parentesco con los dinosaurios. El hallazgo 
									de esta excepcional asociación de reptiles 
									marinos en el límite Jurásico—Cretácico en 
									la cuenca neuquina permite formular nuevas 
									teorías sobre la continuidad y evolución de 
									estas especies y contradecir hipótesis de 
									extinciones hechas en base a estudios 
									paleontológicos del hemisferio norte. El 
									descubrimiento es importante y tiene impacto 
									a nivel mundial porque hasta ahora no se 
									conocía en ningún lugar del mundo cocodrilos 
									con aspecto de dinosaurio. El cocodrilo no 
									tiene ningún parentesco con los dinosaurios.
									 |  
							
							
							El hallazgo de esta 
							excepcional asociación de reptiles marinos en el 
							límite Jurásico—Cretácico en la cuenca neuquina 
							permite formular nuevas teorías sobre la continuidad 
							y evolución de estas especies y contradecir 
							hipótesis de extinciones hechas en base a estudios 
							paleontológicos del hemisferio norte. 
							
							
							A través del cráneo, de 80 
							centímetros de largo y 20 de alto, se puede estimar 
							que medía casi cuatro metros de largo. Pero lo más 
							llamativo es su boca, sus dientes, que muestran que 
							era un predador activo que se alimentaba de otros 
							reptiles marinos, pero de los grandes. Y eso es lo 
							que lo hace parecido a los dinosaurios carnívoros. 
							Era un animal marino agresivo, que atacaba rápido a 
							presas grandes, como el tiburón blanco de hoy. 
						
						El descubrimiento es importante 
						porque demuestra que los cocodrilos en el Mesozoico 
						fueron mucho más diversos de lo que se pensaba. Fue un 
						grupo abundante y exitoso evolutivamente, que ocupó 
						muchos nichos ecológicos que hoy ocupan otras especies, 
						como los mamíferos. La muestra de lo que es un cocodrilo 
						en las especies vivientes es una fracción muy pequeña y 
						empobrecida con respecto a la diversidad de formas que 
						habitaron la tierra, los ríos y el mar durante el 
						Mesozoico. 
						Sobre los cocodrilos marinos del 
						Jurásico, se conocían muchos restos, pero todos de 
						especies con hocico largo y delgado, con numerosos y 
						pequeños dientes. Estas características denotan un rol 
						de pequeño predador, con una dieta de peces pequeños y 
						moluscos, que es la idea que se tenía de los cocodrilos 
						marinos del Jurásico durante los últimos 150 años, desde 
						que se descubrieron y estudiaron en Europa los primeros 
						cocodrilos marinos. El 
						
						Dakosaurus
						
						
						muestra que también había grandes 
						especies predadoras, dado que éste tenía un hocico 
						corto, alto y robusto, con dientes grandes y aserrados. 
						
						Liopleurodon
						macromerus significa diente de lado suave 
						y fue el máximo depredador de los mares jurasicos. Este 
						plesiosaurio de mas de 12 metros de longitud, poseía una 
						cabeza de grandes proporciones que contrata con su corto 
						cuello y cuerpo rechoncho. Liopleurodon, 
						estaba totalmente adaptado a la vida acuática, pero es 
						muy probable que visitaran las playas para devorar nidos 
						de otros grandes reptiles y tortugas de menor tamaño. 
						Unas largas series de costillas gastrales, extendida a 
						lo largo del vientre, servia para que Liopleurodon 
						se protegiera cuando se empujaban sobre la playa. Sus 
						fuertes mandíbulas estaban armadas con dientes de 
						respetable tamaño. Fue así que los ictiosaurios ocupaban 
						el rol ecológico de los actuales delfines, y 
						probablemente Liopleurodon, ocupaba el rol 
						ecológico que actualmente ocupan las orcas.    
							
								| 
                    
                     | 
								
								En Argentina, los restos de Liopleurodon, 
								fueron encontrados por la paleontóloga Zulma 
								Gasparini del Museo de La Plata en el Cerro de 
								los Catutos, Provincia de Neuquén, en la 
								Formación Vaca Muerta y Mulichinco del jurasico 
								medio - superior. Liopleurodon ferox. 
								Otros plesiosaurios conocidos son 
								Maresaurus coccai y Criptoclydus, 
								ambos de la Cuenca Neuquina. |  
						Del 
						mismo sector de la Cuenca Neuquina, fue recuperado 
						recientemente un cráneo y mandíbulas soldados (2,10 m) 
						de  Liopleurodon ferox, un sector de 
						columna vertebral que incluye a las cervicales y parte 
						de las dorsales (4,60 m), además del miembro anterior 
						derecho. El espécimen está muy bien preservado, y se lo 
						halló apoyado en el sustrato sobre su dorso. La reciente 
						erosión eliminó la sección que contenía desde la región 
						sacra a la caudal. En vida, el animal debió alcanzar 
						entre los 12 y 14 m de largo. El ejemplar aún no ha sido 
						preparado y la espesa capa de sedimento que lo envuelve 
						impide observar caracteres que permitan precisar su 
						determinación taxonómica. Algunos restos dentarios 
						conservan el esmalte, con fuertes estrías como en todos 
						los grandes Pliosauridae y en particular en el gigante
						Liopleurodon. Sin embargo, la parte 
						anterior del rostro es roma y más ancha que las especies 
						conocidas de Liopleurodon. 
						
						Bibliografía Sugerida:  
						Aguirre-Urreta 
						M. Beatriz, Casadío Silvio, Cichowolski Marcela, Lazo 
						Darío G., Rodríguez Débora L.. (2008)Afinidades 
						paleobiogeográficas de los invertebrados cretácicos de 
						la Cuenca Neuquina. Ameghiniana [revista en la 
						Internet]. 2008 Sep [citado 2010 Sep 21] ; 45(3): 
						591-611. 
						Álvarez, 
						P. 1996. Los depósitos triásicos y jurásicos de la Alta 
						Cordillera de San Juan. Dirección Nacional del Servicio 
						Geológico, Anales 24: 59-137.   
						
						Burckhardt, C. 1900. Profils géologiques transversaux de 
						la Cordillère Argentino-Chilienne. Stratigraphie et 
						tectonique. Anales del Museo de La Plata, Sec. Geol. 
						Min. 2: 1-136. 
						
						Fernández, Marta, (2002). En los Mares de la 
						Araucania Ciencia Hoy, vol. 12,Oct.-Nov. 2002 No.71 
						pp.22-29. 
						Gerth, 
						E. 1925. La fauna Neocomiana de la Cordillera Argentina 
						en la parte meridional de la provincia de Mendoza. 
						Academia Nacional de Ciencias, Actas 9: 57-132, 
						Córdoba.  
						Kraemer, 
						P.E. y Riccardi, A.C. 1997. Estratigrafía de la región 
						comprendida entre los lagos Argentino y Viedma (49° 40' 
						- 50°10' lat. S), Provincia de Santa Cruz. Revista de la 
						Asociación Geológica Argentina 52(3): 333-360. 
						Leanza, 
						A.F. 1945. Ammonites del Jurásico superior y del 
						Cretácico inferior de la sierra Azul, en la parte 
						meridional de la provincia de Mendoza. Anales del Museo 
						de La Plata (N.S.) 1: 1-99.  
						Salgado 
						Leonardo, Parras Ana, Gasparini Zulma. Un 
						plesiosaurio de cuello corto (Plesiosauroidea, 
						Polycotylidae) del Cretácico Superior del norte de 
						Patagonia. Ameghiniana [revista en la Internet]. 
						2007 Jun [citado 2010 Sep 21] ; 44(2): 349-358. 
 
						
						Serpientes
                        Gigantes en la Patagonia. Por Adriana M. Albino, Centro
                        Regional Universitario Bariloche - Universidad Nacional
                        del Comahue. Fragmento del articulo original publicado
                        en la Revista "Ciencia Hoy" Vol 3 N° 14 /
                        Junio - Agosto 1991.  Restos fósiles de
                        serpientes hallados en la región Patagonica de nuestro país,
                        revelan las espectaculares características que tenían
                        algunos de estos reptiles hace millones de años. El estudio de
                        serpientes gigantes de la Patagonia, antepasados de
                        anacondas, boas y pitones, permite conocer no solo la
                        historia evolutiva del grupo en América del sur, sino también
                        eventos Paleobiogeograficos que cambiaron notablemente
                        la fisonomía de esta parte del planeta y sus habitantes. Los reptiles dominaron
                        el paisaje de la fauna viviente durante la era
                        Mesozoica, hace 200 millones de años, cuando gigantes
                        dinosaurios, pterosaurios voladores, plesiosaurios e
                        ictiosaurios marinos, y otros grupos no menos fantásticos
                        poblaron un mundo en constante cambio, con bosques selváticos
                        de impresionantes helechos, volcanes en erupción,
                        temperaturas elevadas, ungimientos y desaparición de
                        montañas y movimientos de masas continentales. A fines
                        de esta era, hace aproximadamente 64 millones de años,
                        los reptiles decayeron y cedieron prioridad a las aves y
                        a los mamíferos que predominan actualmente. No
                        obstante, permanecieron en el escenario natural durante
                        todo el Terciario llegando a la actualidad con formas
                        que no alcanzan la espectacularidad de sus parientes
                        mesozoicos, pero que mantienen un papel predominante en
                        el equilibrio de las comunidades naturales, a saber las
                        tortugas, los cocodrilos, los lagartos y las serpientes. 
							
								| 
					 | Todas las serpientes
                        son carnívoras. Sus dientes, agudas y recurvados, están
                        presentes en la mandíbula superior, el paladar y la mandíbula
                        inferior. Sin embargo, la forma en la que capturan y
                        matan a sus presas difiere según el grupo. 
								Entre las serpientes 
								que integran el grupo de los boideos, que
                        para matar a sus presas emplean la constricción, se
                        incluyen las formas mas grandes conocidas. En este caso,
                        el ofidio, que esta atento a la cercanía de una posible
                        presa tanteando a la cercanía de un posible presa
                        tanteando a distancia con su lengua protráctil y bifida,
                        se lanza sobre ella en el momento en que esta su alcance
                        y, con un brusco y rápido movimiento de la cabeza,
                        aferra por cualquier parte el cuerpo del animal.
                        Inmediatamente se enrolla a su alrededor formando varios
                        anillos y comienza a apretarlo con fuerza hasta
                        provocarle la muerte por parálisis respiratoria o
                        cardiaca. |  Cuando una presa a
                        muerto, el ofidio comienza a engullirla lentamente, para
                        lo cual abre desmesuradamente la boca gracias a la
                        movilidad de los huesos del cráneo que permiten tragar
                        enteras presas mas anchas que su cabeza. Con ayuda de
                        sus dientes curvados hacia atrás y por la acción de un
                        complicado juego de músculos que manejan los huesos de
                        las mandíbulas, va arrastrando la presa hacia dentro de
                        la garganta, hasta engullirla del todo. En el estomago,
                        poderos jugos digestivos degradan completamente los órganos,
                        tejidos y huesos de las victimas. Hemos dicho que
                        actualmente los boideos constrictores son las mas
                        grandes serpientes que habitan nuestro mundo. El mayor
                        es la pitón reticulada de la India (Pyton reticulatus)
                        de hasta 10 metros de largo, y cuya distribución geográfica
                        incluye Birmania, Indochina, pendisula y archipielago
                        malayos y Filipinas; le siguen la pitón africana (Python
                        sebae) y la anaconda sudamericana (Eunectes murinus) de
                        unos 9 metros de longitud. Esta ultima se encuentra en
                        una gran parte septentrional de América del sur,
                        especialmente en Guayanas y las cuencas del rió Orinoco
                        y del Amazonas. Formas comunes de dimensiones, que también
                        habitan Sudamérica, son la boa constrictora (Boa
                        constrictor), la boa esmaltada (Corallus caninus) que se
                        encuentran en Colombia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Perú,
                        Bolivia y Guayanas, y la mas pequeña (no menor a un
                        metro) la boa arco iris (Epicrates de longitus) desde
                        Costa Rica hasta Argentina. 
						Ahora bien ¿ Como
                        eran los boideos en el pasado? En el año 1933,
                        George Gaylord Simpson, el eminente Paleontólogo y
                        evolutista norteamericano, dio a conocer el esqueleto
                        incompleto de un ofidio fósil hallado durante la "Scarrit
                        Patagonian Expedition" en 1931 y procedente de
                        sedimentos del terciario inferior (Eoceno inferior) de
                        la localidad de Cañadon Vaca, en el sudeste de la
                        provincia de Chubut. Simpson denomina a este ofidio
                        Madtsoia bai, que en lengua Tehuelche significa
                        "abuela de Cañadon Vaca" La antigüedad del fósil,
                        según el esquema estratigráfico - cronológico que se
                        sigue actualmente, se ubica entre 49 y 55 millones de años.
                        Todo el material encontrado en la expedición, que
                        incluye gran cantidad de fósiles, además de esta
                        serpiente, se encuentra en el American Museum of Natural
                        History de New York. La peculiaridad de
                        Madtsoia bai, no solo se debe a su excelente conservación,
                        una columna vertebral articulada casi completa, e
                        incluso con sus correspondientes costillas, sino también
                        a su extraordinario porte, que Simpson estimo a 10
                        metros. Si embargo, no eran
                        estos los primeros restos de ofidios de gran talla que
                        se encontraron en sedimentos terciarios de la Patagonia.
                        Ya el gran paleontólogo argentino Florentino Ameghino,
                        en 1906, mencionaba la presencia de Ophidiens, en
                        niveles fosilíferos del Chubut de la misma antigüedad
                        que aquellos en los que se hallo a Madtsoia. 
							
								|  
								Aspecto del gigante Boideo 
								alimentándose de un mamífero notoungulado 
								primitivo. | El hallazgo de
                        		Madtsoia bai por Simpson tampoco fue el ultimo de estos
                        curiosos registros de serpientes gigantes. En 1959, el paleontólogo
                        Francés  Robert Hoffstetter reconoce entre los
                        materiales del Museo de La Plata (MLP) que habían sido
                        cedidos al British Museum de Londres, un fragmento de mandíbula
                        de un ofidio de gran talla que atribuye a Madtsoia
								y que
                        procede del Paleoceno tardío de la zona de Gaiman, al
                        norte del rió Chubut. Este resto es mas antiguo que el
                        anterior, ya que tendría entre 55 y 60 millones de años.
                        Hoffstetter calculo la talla del espécimen entre 7 y 8
                        metros de largo. |  Ya en 1986, mientras revisábamos
                        la colección paleontológica del MLP, descubrimos la vértebra
                        de un ofidio de tamaño espectacular, tanto que figuraba
                        en el catalogo como correspondiente a un cocodrilo. Procedía
                        de niveles del Eoceno temprano de la zona de Valle
                        Hermoso, al sudeste de la provincia del Chubut, y estaba
                        en perfecto estado de conservación. Aunque no teníamos
                        posibilidades de compararla directamente con el material
                        original de Madtsoia bai descrito por Simpson, contábamos
                        con las replicas existentes en el Museo Argentino de
                        Ciencias Naturales (MACN) de dos vértebras articuladas
                        y completas. De la confrontación
                        resulto que la vértebra del MLP era mas grácil y algo
                        mas pequeñas, y que en su morfologia de detalle se
                        asemejaba mas a los grandes boideos actuales que a
                        Madtsoia. Al compararla, entonces, con estructuras óseas
                        de ofidios vivientes (por ejemplo, con boa)
                        pudimos confirmar que ciertos caracteres eran típicamente
                        juveniles. Inmediatamente nos preguntamos
                        cual habría sido el tamaño de la forma adulta de la
                        especie a la que pertenecía el poseedor originario de la
                        vértebra que estábamos estudiando. El numero de vértebras
                        de la columna de los grandes boideos no es constante,
                        varia entre 300 y 400 aproximadamente. Asumiendo que las
                        formas fósiles se habrían mantenido dentro de estos
                        rangos de variabilidad, estimamos, en base a la longitud
                        del centro vertebral de la vértebra hallada, que la
                        longitud corporal de la forma juvenil habría sido de
                        entre 5 y 7 metros, y la del adulto, de entre 10 y 12
                        metros, es decir un tamaño mayor que lo calculado para
                        Madtsoia. Otro hecho llego a
                        sorprendernos aun mas en ese mismo año: El paleontólogo
                        Miguel F. Soria (h), mientras revisaba materiales de
                        viejas colecciones depositadas en el MACN, hallo el
                        fragmento vertebral, que en un principio, se había creído
                        que pertenecía a un dinosaurio. Al consultar el
                        libro donde constan los detalles de la colección y el
                        material fósil asociado, Soria noto que el resto en cuestión
                        procedía de sedimentos típicamente terciarios
                        de la zona comprendida entre los lagos Musters y Colhue
                        Huapi, al sur de la provincia de Chubut. El mismo,
                        consiste en un centro vertebral, el cual habría sido
                        descubierto por el geólogo, ya fallecido, Roberto
                        Ferello, en el año 1953, y lamentablemente  sus
                        datos exactos de procedencia geográfica y estratigráfica
                        no han podido ser dilucidados. Sin embargo el resto
                        corresponde a un gran ofideo de cuya existencia se tenga
                        constancia hasta el día de hoy y da una idea de los tamaños
                        que estos reptiles alcanzaron en el pasado. 
				
					| 
					
					 | Calculamos que pudo
                        haber llegado a medir entre 15 y 20 metros de largo, y
                        su cabeza solamente habría alcanzado unos 70 centímetros
                        de largo, lo que significa que su boca le permitía engullir presas de hasta un metro de
                        circunferencia. Tal es el panorama
                        conocido hasta ahora sobre las serpientes gigantes que
                        habitaron la Patagona. Tratemos de reconstruir, a
                        partir de el, algo del camino que recorrieron hasta
                        nuestros días. |   Según detallamos
                        al comienzo de este trabajo, actualmente la familia de
                        Boidae se distribuyen en las áreas tropicales y
                        subtropicales de América del sur, América central, África,
                        Madagascar, el sur de Asia continental y las regiones
                        Australiana e India: Muy pocas formas penetran al sur de
                        América del norte, Europa oriental y a la Región Pacifica.  Hace 125-130 millones
                        de años, durante el Cretácico temprano, América del
                        sur, Antártica, África, Madagascar, India, Nueva Zelanda
                        y Australia, estaban muy próximas y hasta conectadas
                        parcialmente, conformando un gran continente austral:
                        Gondwana. En sedimentos del Cretácico
                        superior de América del sur (Argentina), África,
                        Madagascar e India se han registrado abundantes restos
                        de Boideos, algunos de tamaño considerable, aunque no
                        tanto como los de Madtsoia. Esto significa que la
                        familia tenia durante el Cretácico, una amplia distribución
                        en toda Gondwana y que, probablemente, se había originado en este continente. Cuando las placas
                        que lo conformaban comenzaron a separarse y a derivar, alejándose
                        entre si, llevaron representantes de boideos
                        que se desarrollaron independientemente y que dieron
                        lugar a numerosas de boas y pitones de amplia distribución
                        geográfica que conocemos hoy, constituyendo
                        un claro ejemplo de vicariancia. La evidencia que
                        aportan los fósiles hallados en otras áreas avala la hipótesis
                        de un origen gondwanico de los boideos: En América del norte y Europa, los representantes
                        Cretácicos y principios del Terciario de esta familia
                        son muy escasos a comparación al hemisferio sur, a pesar
                        que los yacimientos septentrionales han sido mucho mas
                        explorados. Pero también la
                        presencia de estos fósiles holarticos requería una explicación.
                        Según el paleontólogo Francés Jean Claude Rage, durante el Cretácico tardío se conformo un puente
                        continental transitorio entre ambas americas que permitió
                        el pasaje de boideos desde América del sur a América del  norte y de
                        allí, a Europa. Con el
                        inicio del Terciario, dicho puente habría desaparecido y
                        América del sur quedo aislada hasta hace unos 3,5
                        millones de años, época en la que emergió el istmo de
                        Panamá. Es importante remarcar
                        aquí que también que hubo hallazgos de serpientes de
                        grandes dimensiones en los famosos yacimientos del
                        Eoceno superior de Fayum, en Egipto, dadas a conocer por
                        el ingles Charles Andrews en 1901 y 1906. Andrews 
						describió un nuevo genero de boideo: Gigantophis, a cuya
                        especie G garstini le calculo una longitud de 9 metros.
                        Asimismo, Gigantophis fue reconocido por Hoffstter en
                        1961 en estratos del Eoceno superior del desierto de
                        Libia. Estas inferencias paleobiogeograficas fundadas en las distribuciones
                        actuales y pasadas de los boideos deben ser contrastadas
                        con hipótesis filogenéticos elaboradas en base a
                        detallados estudios de las formas actuales y fósiles.
                        Sin embargo, los restos se preservan usualmente a través 
                        de vértebras aisladas, y a menudo, de fragmentos de
                        estas mismas. Además la morfología vertebral de los
                        ofidios no presentan características suficientemente
                        diagnosticas desde un punto de vista filogenético, por
                        lo cual este tipo de análisis resulta muy complejo. El hecho que 
						actualmente los boideos sean característicos de los 
						ambientes tropicales y subtropicales del globo nos 
						permite abordar otro curioso aspecto de su historia. Es 
						mas, los grandes boideos vivientes, como la pitón 
						reticulada y la anaconda, se hallan restringidos en 
						climas cálidos y húmedos, con frecuente vegetación y 
						abundante cursos de agua. Las 
						concepciones actuales ( manejadas fundamentalmente por 
						la Paleontología y la Geología) permiten extrapolar, con 
						ciertas restricciones, lo que se conoce de las formas 
						vivientes a los grupos fósiles. Por lo tanto, si 
						aceptamos que los gigantescos ofidios del Terciario 
						temprano de Argentina tenían los mismos requerimientos 
						ecológicos que los actuales, es posible inferir que las 
						condiciones ambientales que imperaban en la Patagonia 
						hace 50 millones de años eran afines a tales 
						requerimientos. Pero, además de la presencia de fósiles 
						de plantas características de zonas cálidas y de 
						diversos grupos de reptiles y mamíferos 
						climático-sensitivos en el Terciario temprano de Patagonia apoya la hipótesis
                        de que en aquella época existían allí condiciones mucho
                        mas benignas. Esta metodología nos
                        permite dar un paso mas al terreno de las hipótesis y es
                        el siguiente: En la actualidad los boideos se alimentan
                        de mamíferos y aves, siendo predadores importantes en
                        las comunidades de las que forman parte. Mediante extrapolación
                        se asume que esto ocurrió también en el
                        pasado, con lo cual es posible postular que la diferenciación
                        básica de los mamíferos ocurrida en América del sur en el Terciario mas temprano
                        (Paleoceno)
                        y la ausencia, en ese entonces, de otros depredadores de
                        gran porte, aparte de los boideos, se habrían provocado
                        un fenómeno de coevolucion en que el depredador
                        evoluciono en relación a su presa. A las serpientes habrían
                        aumentado su tamaño concomitantemente con el
                        aumento de la diversidad y el tamaño de los mamíferos herbívoros
                        que existían en aquella época, y de los
                        cuales se alimentaban. Además, teniendo en cuenta la
                        gran cantidad y variedad de formas de mamíferos de los
                        que se disponían las serpientes como posibles presas, es
                        factible que se haya visto favorecida la apareció temprana de un sistema de
                        órganos termorreceptores como
                        el que poseen muchas boas y todas las pitones actuales,
                        para optimizar la búsqueda y la captura de sus victimas.
                        Los órganos termorreceptores de los boideos se
                        encuentran en fosetas de las escamas labiales, poseedoras
                        de una membrana inervada por una importante
                        red de terminaciones nerviosas sensitivas, que permiten
                        al ofidio percibir sensaciones de temperatura, a la
                        manera de un "radar térmico". Como los mamíferos
                        son sangre caliente, es decir, que mantienen la
                        temperatura del cuerpo constante, el desarrollo de estos
                        órganos les permite a las serpiente a las serpientes una
                        mayor rapidez y seguridad en la localización del
                        alimento, aun en la oscuridad. De acuerdo a las
                        conjeturas basadas fundamentalmente en el registro fósil
                        de ciertos grupos de mamíferos, hace unos 15 millones de
                        años, durante el Mioceno, comenzó un proceso de
                        enfriamiento y aridizacion de la Patagonia, en forma
                        simultanea con una de las fases mas intensas de la
                        orogenia andina. Así progresivamente, se obtuvo no solo
                        la actual fisonomía de la región patagonica, sino también
                        las condiciones climático-ambientales que
                        conocemos en el presente, Las serpientes gigantes no
                        soportaron dichos cambios y se extinguieron o, en
                        algunos casos, se tetrayeron hacia el norte. Hoy en día, América del sur, la
                        distribución austral de los boideos alcanza
                        el norte de la provincia de La Pampa, hacia el este, y
                        de Mendoza, hacia el oeste. La especie que llega a
                        dichas latitudes es la Boa constrictor occidentales, uno
                        de los miembros del grupo de los boideos que se ha
                        adaptado para soportar las condiciones mas extremas, ya
                        que puede habitar tanto en zonas áridas y templadas como
                        ambientes selváticos. Fuentes y 
						bibliografía en Ciencia Hoy. 
 
			Los Mamíferos Mesozoicos. 
						Por 
						Guillermo W. Rougier, American Museum de Natural History, 
						New York, Estados Unidos. Fragmento del articulo 
						publicado en la Revista Ciencia Hoy. Vol 6 N° 32. 
						Nuestros remotos 
						antepasados de hace doscientos millones de años. 
						Los 
						mamíferos son, tal vez, los animales con los que estamos 
						mas familiarizados. La categoría incluye a la mayoría de 
						los domésticos, además de una multitud de especies 
						salvajes; sus integrantes tienen una asombrosa 
						diversidad de características y abarcan formas 
						acuáticas, terrestres y voladoras. El Homo sapiens 
						sapiens
						nuestra propia especie, es un mamífero mas, del 
						origen de los 
                        primates. La trayectoria evolutiva de los 
						mamíferos es parte del complejo pasado del que provienen 
						los rasgos de la fauna actual, y escudriñarla, en última 
						instancia, es explorar los orígenes de la especie 
						humana.
                        
                         
						Sin embargo, 
						si se indaga qué seres vivientes resultan más 
						frecuentemente asociados por la gente con el remoto 
						pasado geológico, la respuesta mas común será, con toda 
						seguridad, los dinosaurios, a pesar de que los mamíferos 
						tengan un origen tan lejano y un abolengo semejante. 
						Tanto dinosaurios como mamíferos se remontan al periodo 
						triásico (es decir, la más antigua de las tres 
						divisiones del secundario o mesozoico), algo más de 220 
						millones de años atrás, cuando, en el proceso de la 
						evolución de la vida terrestre, se produjo una eclosión 
						de nuevos grupos de animales (fenómeno técnicamente 
						llamado radiación adaptativa), que modeló en gran medida 
						la fauna mesozoica y, en última instancia, la de 
						nuestros días. Además de los dinosaurios y mamíferos, 
						esa radiación significó que durante el triásico superior 
						aparecieran los anuros (ranas y formas afines), las 
						tortugas, los lagartos, los cocodrilos y los 
						pterodáctilos (reptiles voladores no emparentados con 
						los dinosaurios). Los mayores grupos de tetrápodos 
						vivientes tienen sus orígenes en ese momento.
                        
                         
						La compleja 
						evolución de los dos grupos más diversos de animales 
						actuales: las aves descendientes directos de los 
						dinosaurios y los mamíferos, puede ser reconstruida en 
						sus grandes rasgos mediante el estudio de los restos 
						fósiles. En los últimos diez años, merced a nuevas 
						técnicas de colección y a un renovado interés en las 
						formas de pequeño tamaño, el número de especímenes que 
						se han recolectado de los mamíferos más primitivos (O 
						más alejados de los actuales, en términos genealógicos), 
						llamados mamíferos basales, se ha incrementado 
						notablemente.
                          
				
					|  | Estos nuevos 
						fósiles y la definición, durante los años setenta, de 
						una nueva teoría sistemática acerca de la biodiversidad, 
						el cladismo, han permitido dudar de la validez de 
						algunas de las ideas propuestas para explicar la 
						evolución animal, así como corroborar otras, algo que 
						hubiese sido difícil de realizar sin disponer de un buen 
						número de restos, pues con pocas observaciones concretas 
						es posible Imaginar un gran número de explicaciones, 
						pero hay poco fundamento para optar por una. Como sucede 
						con la evidencia física en las restantes ramas de las 
						ciencias naturales, en la paleontología los fósiles no 
						son más importantes que los modelos teóricos a la luz de 
						los cuales se los interpreta, |  
                        
						Los avances 
						en estas disciplinas pueden darse tanto por la obtención 
						de datos antes ignorados, como por la construcción de 
						una nueva teoría que permita reexaminar e interpretar de 
						manera distinta las evidencias ya conocidas.
                        
                        
                        
                        
                        
                         
						La 
						concepción evolucionista de la historia natural explica 
						el origen de nuevos grupos de animales o taxones por el 
						hecho de que ciertas mutaciones en individuos 
						pertenecientes a taxones preexistentes les pueden 
						proporcionar ventajas adaptativas ante determinadas 
						condiciones ambientales y, en consecuencia, contribuir a 
						que tengan mayor número de descendientes. La progresiva 
						acumulación de diferencias lleva, finalmente, a que 
						cobre existencia un nuevo taxón (una teoría alternativa, 
						la de los equilibrios discontinuos, que las especies 
						tienen origenes relativamente súbitos y son estables por 
						lapsos prolongados). Por otra parte, la manifiesta 
						unidad bioquímica y morfológíca de todos los organismos 
						o, por lo menos, los multicelulares lleva a pensar que 
						los seres vivos comparten un ancestro común. A lo largo 
						de algo más de 3700 millones de años de evolución, esa 
						descendencia con modificación ha dado origen a una 
						multitud de ramas de seres vivos o clados. Las 
						relaciones de parentesco entre los organismos, estudiada 
						por la filogenia o genealogía, son reconocidas hoy como 
						el principio organizador de la variedad de los seres 
						vivos y lo que proporciona a la diversidad de estos una 
						estructura jerárquica. Las clasificaciones deben 
						reflejar la filogenia y posibilitar la reconstrucción de 
						los distintos linajes de organismos. Un sólido marco 
						filogenético hace posible estudiar los procesos 
						biogeográficos y funcionales y valorar la antigüedad de 
						los grupos 
						La 
						investigación del origen y de las etapas tempranas de la 
						evolución de los mamíferos se encuentra actualmente 
						entre las disciplinas mas dinámicas de la paleontología 
						de vertebrados. Nombres como multituberculados, 
						triconodontes, simetrodontes y docodontes probablemente 
						resulten extraños a los oídos del público, aunque esa 
						investigación haya revelado que estos grupos de 
						mamíferos se encuentran entre los mas exitosos que hayan 
						vivido sobre la tierra. Los primeros, por ejemplo, 
						constituyen el grupo más longevo de mamíferos, con un 
						biocrón (extensión temporal de un taxón) de 165 millones 
						de años.
                        
                         
						Los 
						mamíferos mesozoicos como informalmente se llama a todos 
						los que vivieron junto con los grandes dinosaúrios 
						durante ese período geológico, eran por lo general 
						criaturas de pequeño tamaño, con cráneos que oscilaban 
						entre los tres y los siete centímetros
                        
                        
                         
				
					|  | Su 
						diversidad no es demasiado bien conocida; para un lapso 
						próximo a los 150 millones de años, o más de dos veces 
						el tiempo transcurrido entre la extinción de los grandes 
						dinosaurios y el presente, se conocen en forma adecuada 
						(por dientes, cráneo y esqueleto postcraneano) no más de 
						veinte taxones de ellos. Hoy sólo es posible, pues, 
						describir los procesos mayores de este complejo panorama 
						evolutivo. Cuestiones fundamentales como las variaciones 
						individuales y poblacionales o los patrones 
						biogeográficos apenas se comienzan a vislumbrar. |  
						El mamífero 
						más antiguo conocido a la fecha es
                        Adelobasileus cromptoni, del que se halló 
						un único fragmento fosil, de unos 228 millones de años, 
						en rocas triásicas del sudeste de los Estados Unidos. 
						Era un animal muy pequeño, con un cráneo de 
						aproximadamente 2,5cm que ya muestra los principales 
						rasgos anatómicos de formas más avanzadas, entre ellos, 
						un sector auditivo y una caja craneana correspondientes 
						a un cerebro voluminoso. Pero, dado que en el proceso de 
						fosilización se perdió la porción anterior de ese 
						cráneo, no se dispone de los dientes, que son muy 
						importantes para dilucidar las relaciones de parentesco 
						y los hábitos alimenticios de los mamíferos.
                        
                         
						Semejantes 
						al Adelobasileus, pero más recientes 
						porque datan de la siguiente división del mesozoico, el 
						jurásico temprano (195 millones de años atrás), son los 
						miembros de un grupo llamado informalmente 
						morganucodóntidos, por
                        Morganucodon, un mamífero del que se han 
						encontrado esqueletos fósiles casi completos. También 
						eran diminutos: tenian un largo total de 15cm, 
						incluyendo su cola, y exhibían numerosos caracteres 
						primitivos de los cinodontes, o reptiles mamiferoides, 
						el grupo del cual se originaron los mamíferos. A 
						diferencia de sus congéneres actuales, que tienen un 
						único elemento mandibular, el dentario, en los 
						morganucodóntidos la mandíbula estaba formada por varios 
						huesos, como en los reptiles actuales. Las diferencias 
						entre los huesos se utilizan con frecuencia en las 
						clasificaciones sistemáticas y permiten entender la 
						diversidad alcanzada por los antiguos mamíferos, algo 
						importante a la hora de valorar la biología de estas 
						formas primitivas.
                         
						El sistema 
						auditivo de los mamíferos actuales se basa en que el 
						sonido se transmite por la vibración de una cadena de 
						huesecillos que conectan la membrana timpánica con el 
						oído interno; este transforma esos movimientos en 
						impulsos eléctricos, que finalmente son recibidos por el 
						cerebro. Los elementos más externos de esa cadena son 
						homólogos con huesos que, en los reptiles y los linajes 
						ancestrales a los mamíferos, se encuentran en la 
						mandíbula. La transformación de esos huesos mandibulares 
						en elementos auditivos es, probablemente, el cambio más 
						importante en la evolución de los mamíferos. 
						Morganucodon y sus parientes no poseían un oído como el 
						de los mamíferos que conocemos, sino múltiples huesos 
						mandibulares y, probablemente, también un rudimentario 
						sistema auditivo alojado en la mandíbula; sin embargo, 
						tenían dientes que eran reemplazados sólo una vez es 
						decir, una dentición de leche y otra permanente, como en 
						los humanos y los demás mamíferos vivientes, a 
						diferencia de las formas más primitivas y los reptiles, 
						en que los dientes son reemplazados múltiples veces.
                        
                         
				
					|  | Los 
						pantoterios (cuyo nombre significa "completamente 
						mamíferos"), de los que se dispone de mejores 
						evidencias, comprenden grupos de animales con una 
						anatomía más avanzada que los simetrodontes, aunque 
						probablemente se trate de una agrupación parafilética. 
						Todas estas formas son de pequeño tamaño: en general sus 
						cráneos no sobrepasan los 4cm de longitud máxima. Un 
						gigante del grupo, con un cráneo de 7cm y un cuerpo de 
						casi 30cm, sin contar una larga cola, es 
						Vincelestes, del cretácico (división más 
						reciente del mesozoico) temprano, hace unos 125 millones 
						de años, cuyos restos fueron hallados en el sudoeste del 
						Neuquén por investigadores del Museo de Ciencias 
						Naturales Bernardino Rivadavia. |  
						Otro 
						ejemplar que se halló casi completo en Portugal es
                        Henkelotherium, del jurásico, que se 
						ilustra en el cladograma. Entre los rasgos más 
						importantes de los monotremas y demás mamíferos 
						vivientes, que a su vez suponemos presentes en los 
						pantoterios, se cuentan los pelos y, por lo menos, 
						capacidades termorregulatorias imperfectas. Sin embargo, 
						para algunos autores, los pelos anteceden largamente el 
						origen de los mamíferos y, así, Thrinaxodon 
						y Diarthrognathus
						 son representados con una cubierta de pelos. 
						Los pantoterios deben de haber sido capaces de alimentar 
						a sus crías con algún tipo de secreción láctea, como la 
						de los monotremas, lo cual implica que tenían una 
						infancia con prolongado contacto con la madre, 
						importante para posibilitar un aprendizaje directo de 
						conductas por parte de la cría, por imitación de las 
						actitudes y respuestas maternas. Tal asociación entre 
						madre e hijo en las etapas tempranas de la vida, ausente 
						por compléto o rudimentaria en la mayoría de los 
						reptiles, alcanza gran complejidad en algunos mamíferos 
						vivientes, como los antropoides. En los mamíferos, buena 
						parte de las conductas son aprendidas, en contraste con 
						la limitada capacidad de aprendizaje de la mayoría de 
						los restantes animales, cuyo comportamiento está 
						genéticamente determinado. 
						El 
						mencionado pantoterio patagónico, Vincelestes, 
						proporciona una de las evidencias más antiguas de una 
						estructura social compleja en los mamíferos, puesto que 
						en no más de dos metros cuadrados se hallaron los restos 
						de nueve ejemplares, tanto machos como hembras, de 
						distintas edades (lo último, deducible del desgaste de 
						los dientes). La coexistencia de varios individuos de 
						una especie índica la presencia de tal estructura social 
						compleja, y el hecho de que los machos sean distintos de 
						las hembras (técnicamente, que haya dimorfismo sexual) 
						sugiere que se trataba de animales poligínicos, es 
						decir, que los machos se apareaban con múltiples hembras 
						y, en general, no participaban activamente de la crianza 
						de las nuevas camadas. En casos de hallazgos afortunados 
						de fósiles, como este, puede deducirse un gran caudal de 
						datos de los esqueletos y obtenerse una visión de la 
						vida de estos animales hace mas de cien millones de 
						años. Los mamíferos tribosfénicos (es decir, 
						marsupiales, placentarios y otros taxones conocidos sólo 
						por restos fragmentarios) poseían, como carácter 
						destacado, molares de forma triangular con la doble 
						función de corte y trituración según se deduce de las 
						nuevas cúspides de los molares, sus posicioness su 
						tamaño relativo. El número de dientes y el aspecto 
						general de estos han sido tradicionalmente los 
						caracteres más utilizados para postular las relaciones 
						de parentesco entro mamíferos, tradición que tiene sus 
						orígenes en el estudio de la dentición de los 
						tribosfénidos, los cuales, por incluir a la gran mayoría 
						de los mamíferos vivientes, han sido los más 
						tempranamente estudiados. 
				
					|  | Los 
                        marsupiales, cuyo nombre hace referencia a la 
						bolsa o marsupio presente en algunos miembros del grupo, 
						dan nacimiento a crías muy poco desarrolladas, luego de 
						un período de gestación muy corto, tan breve como quince 
						días y nunca mayor que los treinta y ocho. Por el 
						contrario, los placentarios (nominados por referencia a 
						la placenta, que permite el paso de nutrientes de la 
						madre al embrión) se caracterizan por períodos de 
						gestación más largos y por nacer más desarrollados, 
						aunque después pueden depender del cuidado parental por 
						lapsos prolongados. |  
						Si bien la 
						afirmación es discutible, puede sostenerse que el modo 
						de reproducción de los marsupiales es más primitivo que 
						el de los placentarios, por el escaso contacto que los 
						tejidos del embrión de los primeros tienen con los de la 
						madre (aunque algunos marsupiales tienen un tipo 
						modificado de placenta); sin embargo, la energía que la 
						madre invierte en cada cría es mucho mayor en los 
						placentarios, por lo que los marsupiales, que necesitan 
						un tiempo mucho más corto entre camadas, pueden 
						adaptarse con mayor rapidez a cambios ambientales. 
						Atendiendo, 
						entre otros caracteres, a los dentarios, de todos los 
						mamíferos vivientes tal vez las comadrejas se acerquen 
						más a sus lejanos ancestros cretácicos, los que sólo en 
						contados casos alcanzaron el tamaño de la más conocida 
						de aquellas, la overa (Didelphis azarae). 
						Con frecuencia se llama a las comadrejas fósiles 
						vivientes, comparación que en muchos aspectos parece 
						bien fundada. Los placentarios cretácicos comprendían un 
						puñado de formas muy diversas. De hecho, casi todos los 
						órdenes actuales pueden remontarse, de manera directa o 
						indirecta, a formas cretácicas. Entre los fósiles 
						descriptos en la literatura, los hay relacionados con 
						los roedores, los conejos, los ungulados y, según 
						algunos, con los primates. Muchos de estos animales son 
						conocidos por dientes o fragmentos de mandíbulas, pero 
						desde los años setenta se han desenterrado, en las capas 
						cretácicas de Mongolia, algunos esqueletos que incluyen 
						partes craneanas y postcraneanas casi completas, y que 
						proporcionan una buena idea del aspecto y los 
						principales rasgos de estas formas, sobre todo 
						mirándolos a la luz de los animales vivientes más 
						primitivos. 
						
						Probablemente los mamíferos placentarios vivientes más 
						comunes sean los conocidos colectivamente como 
						insectívoros, que incluyen a los topos, el erizo europeo 
						y varias otras formas de Europa, Asia y África. Son de 
						pequeño tamaño, como sus precursores cretácicos, y 
						llegaron a Sudamérica en tiempos recientes por el istmo 
						panameño, pero no se dispersaron más allá del norte de 
						este continente, concretamente de Venezuela, Colombia, y 
						Ecuador. Existen cuatro especies sudamericanas, de un 
						solo género:
                        Cryptotis; son animalitos cuyo tamaño 
						máximo alcanza unos 10cm, de los que unos 4cm 
						corresponden a la cola, llamados usualmente musarañas de 
						orejas pequeñas, que habitan en los bosques, están 
						activos tanto de día como de noche y se alimentan de 
						insectos, pequeños lagartos y ranas. Si bien hoy en día 
						no existen grandes dinosaurios que dominen la tierra 
						firme, el extenso período de convivencia de los 
						mamíferos del mesozoico con aquellos determinó los 
						principales rasgos de la biología de estos. Las formas 
						de vida están entrelazadas por complejas relaciones de 
						parentesco y, por ello, se trata fundamentalmente de un 
						proceso temporal, en el que los acontecimientos pasados 
						dejan su impronta en la cadena de los que vienen 
						después, en forma imperceptible en un momento 
						determinado, pero manifiesta cuando se analizan períodos 
						prolongados. 
						
						
						LECTURAS SUGERIDAS 
                          
                            
							
							LILLEGRAVEN, JA., KIELANJAWOROWSKA, Z. & CLEMENS, W 
							A. (eds.) 1979,Mesozoic Mammals. The first twothirds of Mammalian 
							History, Univ. of California Press, Berkeley
                            
							KEMP, TS., 
							1982, Mammallike Reptiles and the Origin of Mammals, 
							Academic Press, London.
                            
							KERMACK, D.M. 
							& KERMACK KA., 1984, The evolution of Mammalian 
							characters, Croom HeIm, London and Sidney
                            
							SZALAY 
							FS., NOVACEK, M.J. & MCKENNA, M.C., 1993, Mammal 
							Phylogeny, SpringerVerlag. 
 
			La Gran Extinción 
			del Pleistoceno. 
			Magnussen Saffer, Mariano. 2005. La Gran Extinción del 
			Pleistoceno. Boletín de divulgación Científico Técnico del Museo 
			Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar. (Sec. pal) 
			publicación 3: pp 03 – 10. 
			
			marianomagnussen@yahoo.com.ar 
			
			
			Introducción. El Periodo 
			Pleistoceno abarca los desde los 2,5 millones de años hasta los 10 
			mil años antes del presente.  En la Región 
			Pampeana, se halla representado por cuatro edades. La edad 
			"Marplatense" se encuentra en un lapso intermedio con el Plioceno, 
			abarca de los 3,3 a 1,9 millones de años, cuyos afloramientos se 
			pueden observar en las barrancas costeras entre la ciudad de Mar del 
			Plata y Miramar. La edad "Ensenadense" corresponde a sedimentos 
			cuyas antigüedad es son de 1,8 millones de años a 700 mil años. La 
			edad "Bonaerense" corresponde a un lapso entre 700 mil a 130 mil 
			años atrás.  La última edad 
			del Pleistoceno es la "Lujanense", con una antigüedad entre 130 mil 
			a 8 mil años, ya ingresando al Periodo Holoceno, época donde se 
			extingue los grandes mamíferos y sobreviven los actuales. 
			 Todas las edades 
			ya numeradas están representadas en las formaciones geológicas entre 
			las localidades de Santa Clara del Mar y Monte Hermoso, Provincia de 
			Buenos Aires, Argentina, cuyo registro fosilífero y estratigráfico 
			son unos de los más importantes del Cenozoico de todo el Mundo.
			 
				
					| 
					
					 | Durante los 
			últimos 2 millones de años se produjo un descenso del nivel del mar 
			hasta alcanzar su actual nivel, después de varios sucesos 
			significativos. En este periodo 
			vivieron tal vez, las criaturas más grandes y raras de toda la Era 
			Cenozoica. Pero presenta una paradoja, pues se extinguen el 96 % de 
			la Megafauna Sudamericana y aquellas de origen norteamericano, 
			ocurrido en un lapso de tiempo entre los 12 y 10 mil años. 
			 |  La gran 
			extinción de la megafauna y de especies autóctonas ocurrió durante 
			el Pleistoceno tardío y el Holoceno temprano, cuyo evento se refleja 
			en un ámbito global.  Por lo general, 
			cuando hablamos de extinciones populares, recordamos las teorías de 
			la desaparición de los dinosaurios, a pesar, que durante el 
			Paleozoico ocurrió el evento más importante de toda la historia 
			geológica y biológica del planeta, afectando prácticamente el 90% de 
			la totalidad de la vida en aquel entonces.  Con respecto al 
			Cenozoica, época que nos compete, podemos señalar un evento ocurrido 
			durante el Plioceno superior, atribuida a cambios climáticos, 
			producto de un impacto de asteroide, que detallaremos mas adelante.
			 Durante el 
			Cuaternario tardío (Pleistoceno – Holoceno) se produjo una 
			importantísima disminución en especies de origen autóctono y 
			aloctono, incluyendo además, la extinción del 90% de los 
			Megamamiferos, entre los que podemos incluir a los Megaterios (Megatherium 
			americanum), Gliptodontes (Glyptodon s.p), Toxodontes (Toxodon 
			platensis) y otros mas pequeños, como el tigre dientes de sable (Smilodon 
			populator) etc.  Se lo atribuyo a 
			un grado de competencia entre los organismos que se desarrollaron 
			por largo tiempo en Sudamérica, contra aquellos que llegaron durante 
			“El Gran Intercambio Biótico Americano” que ocurrió hace unos 3 
			millones de años, sugiriendo que estos últimos estaban mejor 
			“adaptados o evolucionados” que los anteriores, compitiendo por los 
			espacios o nichos ambientales, logrando una readaptación con estos 
			últimos.  
			
			Breve comentario e hipótesis para  tener en cuenta. El autor en 
			particular, cuando escribe o discute sobre las extinciones, rara vez 
			los interpreta a un fenómeno en particular, ya que estos suceden por 
			acontecimientos relativamente complejos por lo cual, la extinción de 
			un grupo o estirpe puede estar favorecida por varios acontecimientos 
			que jugaron en contra, y paralelamente,  en otros casos en forma 
			dispar con un mismo resultado. A continuación exponemos las 
			siguientes hipótesis que responderían o ayudarían a entender los 
			probables motivos de la gran extinción de Pleistoceno. 
			
			Competencia ambiental:
			 Según algunos 
			autores y como hipótesis simplista, atribuyeron la disminución de 
			especies autóctonas o la extinción de gran parte de la megafauna a 
			la competencia por nichos ecológicos o parches ambientales. 
			 Esta teoría 
			sostenía que los inmigrantes de origen norteamericano estaban mejor 
			adaptados a las condiciones desfavorables para los organismos 
			originales, logrando la extinción y posterior reemplazo. Así mismo, 
			de tratarse de eventuales emigrantes posibilito su traslado y 
			sobrevivencia en nuevos sitios, lo que podría demostrar una eventual 
			superioridad de aquellos provenientes del hemisferio norte, ya que 
			no estaban sujetos a un único ambiente.  Esto se observa 
			claramente en el registro paleontológico, ya que ninguno de los 
			invasores aparece antes de los 2,5 millones de años, y sin embargo 
			lograron llegar hasta zonas australes, y en su mayor parte 
			sobrevivir hasta nuestros días de forma exitosa, como es el caso de 
			los canidos, camélidos, cervidos etc. 
			
			Clima y Ambiente:  Sabemos por 
			estudios recientes que, en la región pampeana durante los últimos 5 
			millones a años, hubo importantes cambios climáticos, y como es 
			predecible afecto al ambiente y a las comunidades animales que las 
			secundan.  Es muy probable 
			que la formación del istmo de Panamá durante el Plioceno medio, haya 
			contribuido a una modificación repentina de las corrientes 
			marítimas, que por lógica, controlan la humedad ambiental a nivel 
			global.  
				
					| 
					
					 | Estos 
					cambios en las corrientes oceánicas se pueden observar por 
					el cambio fosilífero en organismos acuáticos durante esta 
					época, e incluso especies exitosas como los cetáceos que 
					desaparecieron de nuestros mares. Esto contribuye 
			sin ninguna duda al cambio ambiental no solo de la región pampeana 
			Argentina, sino lugares como Australia, África, Europa y 
			Norteamérica. Pero fue mas pronunciada a fines del Pleistoceno 
			durante el retroceso de grandes glaciaciones, y el aumento del nivel 
			del mar, llegando a ingresar a bastas zonas continentales de manera 
			catastrófica, con un retroceso posterior y dramático. Así mismo, es 
			evidente el cambio de temperatura continental, comprobadas por 
			estudios de poblaciones animales comparativas.  |  Los estudios 
			ambientales son realizados continuamente por investigadores de todo 
			el mundo. Algunos estudios son llevados a cabo en la Republica 
			Argentina por un importante equipo científico de la Facultad de 
			Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, 
			quienes por medio de poblaciones de micro vertebrados obtienen una 
			radiografía virtual de sus ya extintas poblaciones y compararlas con 
			las especies vivientes, usando como laboratorio natural del pasado 
			de la región pampeana. 
			
			Desarrollo Corporal o Gigantismo:
			 El tamaño 
			corporal de distintos mamíferos aumenta  la posibilidad de extinción 
			en forma masiva, sobre todo si vemos un posible cambio ambiental, 
			mas el agregado de una nueva competencia.  Si observamos en 
			la actualidad los grandes vertebrados consumen varias toneladas de 
			vegetación en pequeñas regiones limitadas por su territorialidad. 
			Esto podría demostrar que si hubo factores que dramatizaron, el 
			desarrollo de plantas y pajonales típicos de la región, los 
			megamamiferos tuvieron que disminuir naturalmente sus poblaciones, 
			sabiendo además, que de por cada nueva reproducción solo nace una 
			cría, rara vez dos, y peor aun, su periodo de gestación es muy 
			extenso. Un ejemplo podrían ser los elefantes actuales, que la 
			gestación de sus crías lleva aproximadamente dos años.  Las grandes 
			manadas de herbívoros como Mastodontes, Megaterios, Milodontes etc, 
			no solo se vieron afectadas por su mayor consumo de vegetales y la 
			disminución de estos, sino que, la aparición de equinos primitivos o 
			de camélidos, se convirtieron junto a otros herbívoros de porte 
			menor en competidores directos, logrando una exitosa adaptación a 
			condiciones de pastoreo. Es obvio, que las especies menores son las 
			menos perjudicadas al más mínimo cambio ambiental, y hay miles de 
			ejemplos que ilustrarían esta teoría.  Así mismo, la 
			desaparición de grandes herbívoros, logro la extinción paralela de 
			carnívoros fascinantes como el Tigre dientes de sable, cuyos caninos 
			estaban adaptados para la casería de animales de gran porte, a 
			quienes rompían sus cuellos y cortaban la circulación de sangre al 
			cerebro.  Una solución 
			para evitar el gigantismo sucedió en otros continentes, por ejemplo 
			con los Mamuts, más grande que los proboscideos actuales, lograron 
			disminuir su tamaño a menos de la mitad, en islas o terrenos 
			aislados. Se trata de Mamuts pigmeos, que han disminuido su masa 
			corporal y su consumo diario de vegetales por las reducidas 
			condiciones biológicas del ambiente aislado, logrando un equilibrio 
			natural con las nuevas condiciones y así, intentar de prolongar la 
			especie.  
			
			Coexistencia con el Paleoaborigen:
			 Durante el gran 
			intercambio biótico americano, debemos incluir además, un emigrante 
			poco común, el Homo sapiens, que de una o otra manera dio el “golpe 
			da gracia” con respecto a la extinción de algunos vertebrados. Si 
			bien no son muchas las evidencias que sostienen un consumo selectivo 
			por paleoaborigenes, hay algunos sitios arqueológicos donde se han 
			encontrado evidencia.  A esto hay que 
			agregarles además, muchas otras pruebas que por cuestiones lógicas 
			no se han preservado durante estos últimos siglos. Las evidencias 
			colectadas durante muchos años de investigación, sostienen que la 
			coexistencia de paleoaborigenes y de megamamiferos es por lo menos, 
			de unos 4 mil años, los cuales, fueron suficientes para lograr un 
			impacto sobre estos, pero no en forma directa.  En sudamérica en 
			general y en Argentina en particular, se han observado algunos 
			grandes mamíferos en sedimentos de origen arqueológico, como huesos 
			quemados o trabajados. Es probable que la actividad antropica allá 
			facilitado y hasta acelerado un proceso gradual que naciera mucho 
			antes de que el primer ser humano allá caminado por estas tierras.
			 
			
			Intercambio Bacteriológico o Hiperenfermedades:
			 Otra teoría 
			probable y que afecto indirectamente a la fauna sudamericana, fue el 
			intercambio bacteriológico, ósea, enfermedades transportadas por los 
			nuevos invasores del hemisferio norte, y que los ejemplares 
			autóctonos no habrían desarrollado defensas naturales suficientes 
			para combatir nuevas pestes, haciendo que su defensa inmunológica no 
			resistiera. Esta teoría se esta estudiando en la actualidad por un 
			equipo de investigadores norteamericanos, quienes sostienen que el 
			transportes de bacterias asesinas por parte de animales migratorios, 
			desplazo y prolongo enfermedades por todas partes del mundo. 
			 
				
					|  | Estos 
			científicos estuvieron en la Republica Argentina para buscar y 
			estudiar excremento momificado de Milodonte (Mylodon darwinii). 
			Estas raras muestras fecales dieron positivos en bacterias muy 
			extrañas, entre ellas, el Ántrax. Tengamos en cuenta que las mismas 
			tienen una forma de distribución y reproducción por lo más exitosa, 
			y son prácticamente invisibles, y no conocen diferencias 
			morfológicas, es decir, que pueden ser contagiadas por especies 
			totalmente distintas y diezmar poblaciones enteras. <<< 
					Gliptodonte. |  Un investigador 
			Australiano fue mucho más allá, y asegura que la especie que 
			transportaba las bacterias mortales fue el Homo sapiens, ya que 
			conquisto y colonizo todos los continentes. Otra de las enfermedades 
			comunes que se han registrado para este Periodo Geológico es la 
			rabia, la cual es muy fácil transmitir con consecuencias gravísimas. 
			
			Extinción por Stress:  El fenómeno de 
			Stress sobre una población es una teoría muy importante para 
			considerar. Lastima que los comportamientos y las actitudes no se 
			preserven en el registro fosilífero. Los factores se 
			interrelacionan, pero quizás el mayor inconveniente no sea buscar 
			factores, sino definir la intensidad de los mismos sobre estos. 
			Descartando las hipótesis ya nombradas, tomamos como factor primero 
			al estrés. Esta enfermedad 
			se pudo haber desarrollado bajo la presión de los nuevos invasores 
			del hemisferio norte (incluye al homo sapiens).  En una población 
			animal, produce dificultades reproductivas y un marcado retroceso en 
			cuanto a numero de individuos pero, de una forma tan gradual que a 
			escala de tiempo geológico o de unas cuantas vidas humanas apenas 
			resulta perceptible.  Pero cual es el 
			estrés evolutivo? Tomamos como causa al destructivo hombre, aquel 
			que deja todos los hábitats cambiados y depredados. La presión que 
			pudo ejercer una comunidad de paleoindios esta absolutamente 
			determinada por los aspectos de su cultura relacionados con el medio 
			ambiente y con su desarrollo.  Algunos datos 
			importantes son: Tecnología de caza: efectividad de sus armas, modos 
			de caza. Costumbres de su comunidad: hábitos alimenticios, cazadores 
			más que recolectores. Dentro de cazadores: piezas de caza 
			preferidas, destino de las piezas de caza, otros artículos útiles 
			extraíbles de las presas. Grado de desarrollo de la comunidad en 
			cuanto a salud de los integrantes, promedio de vida general y 
			densidad poblacional. Debe haber 
			muchos más. La relación entre los antiguos habitantes con cierta 
			fauna no es más que una especulación, quizás, con alguna evidencia 
			aislada. Definir la intensidad de los factores en ausencia de 
			evidencia, pasa a ser una tarea de especulación (algo de importancia 
			en paleontología y otras ciencias). El peso o importancia del stress 
			(muy discutible como factor primario), podría bien ser atribuido a 
			una o varias especies, podemos pensar en el caso actual de la 
			declinación de los Guepardos africanos (Acinomyx). ¿Pero a familias y órdenes enteros?. 
			¿En unos pocos miles de años?  La presión 
			ejercida por grupos humanos, no sólo estará determinada por motivos 
			culturales sino por su número. No les parece que la convivencia 
			homínida (sumado a un extensísimo territorio subsahariano, ¿No 
			generó la suficiente diversidad cultural?, y así y todo no diezmó la 
			megafauna?  Siempre se considera la estabilidad climática y la 
			ecológica. Con el problema de la interacción entre megafauna y 
			paleoindios no quedará otra que seguir especulando y buscando mas 
			evidencia.  
			
			En Norteamérica En los Estados 
			Unidos se han decantado por un modelo conputalizado para simular la 
			evolución de las poblaciones de 41 grandes mamíferos y de los 
			humanos que llegaban entonces al continente.  El resultado, 
			consistente aunque se cambien las variables del modelo, es que la 
			caza por parte de los humanos inevitablemente causa extinciones en 
			masa, especialmente rápidas en los animales de mayor tamaño. 
			 En Norteamérica 
			desaparecieron decenas de especies entre unos 12000 a 13000 años 
			atrás, luego de la llegada del hombre, incluyendo mamuts y 
			mastodontes (ambos parientes del actual elefante), gigantescos 
			perezosos, tapires, un camello de gran tamaño, llamas, un bisonte de 
			cuernos largos, antílopes, una variedad de cabra montañosa, un 
			armadillo gigante y los gliptodontes, grandes mamíferos recubiertos 
			por una sólida armadura. Grandes predadores como el tigre dientes de 
			sable, algunos lobos y osos, también se extinguieron.  El modelo por 
			computadora indica que la extinción ocurrió en unos 1200 años... un 
			abrir y cerrar de ojos. Se propone otra variante, argumentando que 
			es posible que las extinciones ocurrieran a lo largo de un período 
			más prolongado de tiempo y que fueran resultado no sólo de la caza 
			sino también del caos ambiental producto de la intervención humana, 
			tal como la quema de grandes extensiones de terreno para facilitar 
			la caza o los desplazamientos. La llaman "Blitzkrieg" o "Matanza 
			Indiscriminada". 
			
			En Nueva Zelanda Hasta la llegada 
			de los humanos, en Nueva Zelanda existieron aves extraordinarias. 
			Como hemos visto el moa era la más grande de todas, pero ni con sus 
			cuatro metros de altura estuvieron las gigantescas moas a salvo de 
			los ataques de la mayor de las águilas conocidas por el hombre, la 
			única que incluso podía amenazar su propia vida: el águila Haast.
			 Esta ave 
			depredadora llegaba a pesar quince kilos y su envergadura alar era 
			de tres metros. Sus garras eran equiparables a las de un tigre. 
			Perfectamente habría podido atacar y matar a los humanos. Se sabe 
			que las haast se alimentaban de las moas pues en los restos óseos de 
			estas se han encontrado marcas de sus garras.  Desde 1781 se 
			han recuperado tres esqueletos completos. Se cree ahora que las 
			hembras tenían un tamaño considerablemente mayor que el de los 
			machos. Los huesos más recientes encontrados tienen 500 años de 
			antigüedad, aunque en 1800 todavía se producían avistamientos. Se 
			calcula que su esperanza de vida rondaba los 20 años, y que su 
			hábitat natural eran las zonas boscosas, que al ir desapareciendo 
			junto a sus presas puede considerarse como una de las causas de su 
			triste extinción, que finalmente se produjo tras la llegada de los 
			salvajes aborígenes. 
			
			En Argentina Hace muy pocos 
			años que se viene trabajando seriamente en temas zooarqueologicos, 
			en donde las faunas del pleistoceno inferior y holoceno superior, se 
			encuentran relacionadas con elementos culturales. Otro problema, 
			lo demuestra la escasez de hallazgos correspondientes al momento 
			inicial de la ocupación. Teniendo estos 
			dos problemas en mente, hoy se puede afirmar que las más tempranas 
			evidencias del poblamiento en la Argentina proceden de las regiones 
			pampeana y patagónica con una antigüedad de entre 11 y 12 mil años 
			(radiocarbónicos) antes del presente.  
				
					| 
                  
                   | En la primera, 
			los testimonios más tempranos de actividad humana proceden de Arroyo 
			Seco, cerca de la ciudad de Tres Arroyos (Buenos Aires). Allí se han 
			hallado restos superpuestos de varios y sucesivos campamentos 
			indígenas, con un rango temporal de varios miles de años. Los fechados 
			recientes obtenidos a partir de huesos de animales extinguidos –como 
			el megaterio, el toxodon y caballo americano y que muestran huellas 
			de haber sido partidos o cortados por los antiguos pobladores de la 
			región pampeana– sitúan la ocupación inicial de este sitio en torno 
			a los 12.000 años antes del presente. |  Muy cerca de 
			allí, en varias cuevas y aleros del sistema serrano de Tandilla y 
			Ventana, donde han descubierto abundantes restos indígenas datados 
			consistentemente entre los 9.000 y 11.000 años antes del presente. 
			En estas cuevas se han hallado fogones, huesos quemados (algunos de 
			un armadillo extinguido y de canidos extinguidos) y abundantes 
			instrumentos de piedra, que evidencian un excelente dominio de la 
			talla de artefactos de piedra. Un hallazgo 
			realizado en la localidad de Tres Arroyos, Provincia de Buenos 
			Aires, permitieron comprobar que los Milodontes habrían sido cazados 
			y consumidos junto a otros gigantes por grupos humanos 
			prehistóricos. En la región 
			austral el panorama es similar. Hoy sabemos que hace unos 11 mil 
			años había cazadores-recolectores que ocupaban temporalmente cuevas 
			y aleros de la meseta patagónica, en sitios como Los Toldos, Piedra 
			Museo y Cerro Tres Tetas.  
				
					| 
							 | Estos grupos 
			indígenas debían ser bandas integradas por unas pocas familias que 
			basaban su subsistencia en la caza del guanaco y del caballo 
			americano (especie que se extinguió por completo unos 10 mil años 
			atrás, antes de la incorporación del caballo europeo). Al igual que 
			en el caso pampeano, la tecnología de piedra estaba muy desarrollada 
			y, además, ambas regiones compartían técnicas e instrumentos. |  En el caso de la 
			cueva de Los Toldos (Santa Cruz), se trata de una fecha aislada que 
			dio una antigüedad de 12.600 antes del presente. En el sitio de 
			Piedra Museo (Santa Cruz), por ejemplo, se obtuvo una fecha de 
			12.800 años. Otro lugar, es una caverna en el Seno de la Ultima 
			Esperanza, llamada también como "Cueva del Mylodon" donde también 
			fueron encontrados excrementos del animal y huesos de gran tamaño 
			diseminados en sedimentos que incluían restos de carbón. Lo 
			asombroso de este descubrimiento, es que la pieza única permitió 
			conocer la estructura del cuero de estos animales, que en su 
			interior alojaba pequeños huesecillos subesfericos (placas dérmicas) 
			que si bien permitían flexibilidad a la piel, convertían al 
			Milodonte en un verdadero acorazado. Analizando recientemente sus 
			excrementos, se determino la presencia de varias enfermedades 
			bacteriológicas.  Hay ya claros 
			indicios de que la mayoría de las regiones del territorio argentino 
			estaban pobladas unos 10.000 años atrás. Los restos de estas 
			ocupaciones se hallan en lugares muy diversos, tales como las 
			quebradas de la Puna, las orillas de río Quequén Grande o las cuevas 
			de la alta cordillera de los Andes. En esta época –hacia el final 
			del Pleistoceno– las sociedades indígenas estaban adaptadas a 
			diferentes ambientes y habían diversificado sus formas de vida.
			 
			
			ConclusiónSi leyó 
			atentamente las teorías propuestas para la interpretación de la gran 
			extinción del pleistoceno, podemos señalar que, de una o de otra 
			manera, y casi sin querer llegar a un resultado optimo, todas y cada 
			una de las hipótesis aquí planteadas, parecen funcionar en forma 
			asociada pero sin paralelismo, ósea, que las extinciones masivas son 
			un conjunto de fenómenos naturales que interactúan entre si, y que 
			no se debe a factores homogéneos, ya que la extinción de los 
			vertebrados mas representativos paso en un lapso de tiempo 
			calculados en unos 5 mil años aproximadamente, o tal vez menos. 
				
					|  | Lo 
		que si sabemos es que en nuestra región desapareció casi un 70 % del 
		total de organismos que vivían en el Pleistoceno medio, y que para el 
		holoceno medio solo quedaban aquellos que hoy sabemos observar como 
		parte de nuestro paisaje natural. Los 
		cambios ambientales, el stress por competencia y sobrevivencia, 
		cazadores especializados, la presencia humana y el intercambio 
		bacteriológico, son hechos comprobables, que en conjunto, llevaron a la 
		extinción a especies hasta entones exitosas, que habían evolucionado en 
		América del sur durante los últimos 5 millones de años. |  
					|   |  |  
		
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		Cientifica Técnica. Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo 
		de Miramar, Prov. Buenos Aires, Argentina. 
		Magnussen Saffer, Mariano. Un Impacto de Meteorito entre 
		Mar del Plata y Miramar. Boletín de divulgación Científica Técnica. 
		Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar, Prov. 
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		Ciencias Naturales "Lorenzo Scaglia", 1981, Monografía Naturae, Nº 1. 
		Palanca, F. Y Politis, G. 1979. Los cazadores de fauna 
		extinguida de la provincia de Buenos Aires. Prehistoria Bonaerense, pp. 
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		P. H. Schultz, M. Zarate, W. Hames, C. Camilion y J. King. 
		A 3.3 – Ma Impact in Argentina and Posible Consequences. 11 dicember 
		1998, Volumen 282. pp. 2061 – 2063. 
		Tonni, E.P.; Fidalgo, F. 1979. Consideraciones sobre los 
		cambios climáticos durante el Pleistoceno tardío-Reciente en la 
		Provincia de Buenos Aires. Aspectos Ecológicos y Zoogeográficos 
		Relacionados. Ameghiniana, Vol. 15, Nos. 1-2, p. 235-253. 
 
						
						La antigüedad de los bosques 
						Andino-Patagónicos. 
						
						Por Ari Iglesias. 
						Columnista de ANB y Paleontólogo del INBIOMA 
						(CONICET-UNCOMA). Fragmento 
						del articulo original.  Titulo original ¿Qué tan 
						viejos son los bosques Andino-Patagónicos?, publicado en 
						ANB. Imágenes ilustrativas. 
						Los que vivimos en esta bella región de los Andes del 
						Sur, conocemos los bosques de cipreses, los grandes 
						bosques de Coihues y los bosques de Lengas y Ñires. 
						Sabemos que en las regiones más húmedas de la selva 
						valdiviana existen árboles de hasta miles de años. Pero… 
						¿Qué tan viejos son los bosques que conocemos? , 
						¿existieron siempre? , ¿cómo eran antes los bosques?
 
 El registro fósil de plantas es mucho más frecuente que 
						el de los animales. En Patagonia es bastante frecuente 
						hallar troncos petrificados; las hojas fósiles son menos 
						frecuentes. Mucho menos frecuente es hallar frutos, 
						semillas y flores, pero la suerte de la preservación de 
						algunas de ellas nos dejan valiosos indicios de cómo era 
						la flora en épocas pasadas.
 
						Lo que 
						sí es muy frecuente que se preserve, aunque muy difícil 
						de observarlo a simple vista, son los diminutos granos 
						de polen que se preservan en las rocas de viejos 
						sedimentos de millones de años. Extraerlos de la roca 
						dura para poder verlos bajo el microscopio es una tarea 
						ardua que realizan los palinólogos. 
							
								|  | 
								
								Estudiando los fósiles de plantas, los 
								Paleobotánicos (Paleontólogos de plantas) 
								podemos obtener pistas de los grupos vegetales 
								que existieron en el pasado y de esa forma 
								reconocer que características tenía el paisaje, 
								los bosques y hasta el clima. En la región de 
								Bariloche y Pichileufu se preservan varios 
								yacimientos fósiles que preservan floras fósiles 
								casi completas. Estas floras son de diferentes 
								épocas lo que nos permite interpretar como 
								fueron los cambios tanto de la flora como del 
								clima a lo largo del tiempo. |  
						En la 
						zona del Río Ñirihuau y el Cerro Carbón, ocurren 
						sedimentos de edades de 25 millones de años. Estudiando 
						los fósiles de hojas y polen en esas rocas, pueden ser 
						reconocidas muchas de las plantas y árboles que hoy 
						habitan el Bosque Andino Patagónico. 
						Entre 
						ellas el radal y el notro (de la familia Proteaceae), 
						cipreses y árboles de la familia Nothofagaceae (la cual 
						incluye a los Coihues, Ñires y Lengas). Con este 
						registro fósil podríamos suponer que los bosques que hoy 
						vemos en nuestros Parques Nacionales del sur de 
						Argentina, casi no sufrieron cambios desde hace 25 
						millones de años. No obstante, afirmar eso durante tanto 
						tiempo sería muy cuestionable. 
						Sabemos 
						que durante la denominada Edad de Hielo, que duró 
						aproximadamente desde los 2 millones de años hasta los 
						10.000 años antes del presente, gigantescos glaciares 
						cubrieron gran parte de la Cordillera Andina, arrasando 
						con los sedimentos de los valles y generando los grandes 
						lagos que hoy maravillan a los turistas y pobladores. 
						Sería 
						muy poco probable que los bosques que hoy conocemos se 
						hubieran desarrollado en las mismas áreas que hoy los 
						vemos. La mayoría de los bosques actuales se hallan 
						precisamente en los valles donde antes existieron 
						grandes glaciares. Tampoco sería esperable que los 
						bosques se hallaran cerca del hielo, ya que las 
						temperaturas en aquellas zonas eran mucho más bajas que 
						las actuales.  
							
								|  | 
								
								Sí podríamos esperar que bosques similares se 
								hubieran desarrollado mucho más al Este, 
								recibiendo el aporte de grandes cantidades de 
								agua producto del derretimiento del hielo 
								durante el verano; y que hoy, por la falta de 
								ese aporte de ese hielo, se hubieran 
								transformado en una estepa mucho más árida. 
								
								Una de las formas de estudiar la rapidez del 
								derretimiento de un glaciar, es precisamente 
								observar la edad de los árboles que se 
								desarrollan aguas abajo.  |  
						Otra 
						forma de estimar el cambio climático, es observar la 
						edad de los árboles en el límite de las nieves eternas o 
						en el cambio de la línea entre los grandes bosques de 
						Coihue y la Lenga de altura. En Puerto Blest, el Alerce 
						(o Lahuán) milenario denominado "El Abuelo" preserva 
						tantos anillos de crecimiento que se estima tiene más de 
						1.500 años sin ser perturbado. 
						Los 
						paleobotánicos tenemos una herramienta importante para 
						el estudio del clima del pasado. Las hojas de los 
						árboles se encuentran en relación directa con la 
						temperatura y la precipitación media de donde crecieron. 
						Varios estudios en árboles actuales demuestran que en 
						una flora cuanto más grandes son sus hojas, mayor es la 
						precipitación en forma de agua. También demuestran que 
						cuanto más fría sea una región, ocurrirá mayor número de 
						especies de árboles con dientes en sus hojas. 
						 
						
						Utilizando esto, los paleobotánicos analizamos la 
						cantidad de especies con hojas dentadas en las floras 
						fósiles y medimos el tamaño de las hojas, los que nos 
						permite estimar con bastante certeza las condiciones 
						climáticas pasadas. De esta forma sabemos que en la 
						región de Bariloche las temperaturas medias anuales hace 
						25 millones de años no se diferencian mucho de las 
						condiciones actuales, aunque sí ocurría mucha mayor 
						precipitación. 
						En la 
						región de Pichileufu, ocurren floras fósiles mucho más 
						antiguas. Estas tienen 50 millones de años. Si bien 
						tienen el doble de edad que las floras del Cerro Carbón, 
						éstas aún se encuentran en lo que es denominado Era 
						Terciaria (10 millones de años después de la extinción 
						de los dinosaurios). Lo que evidencian estas floras 
						antiguas es sorprendente. No se parecen en nada a los 
						bosques Andino Patagónicos. Es más, si quisiéramos 
						encontrar una región con flora similar deberíamos viajar 
						al otro lado del mundo para conocer los Bosques de Nueva 
						Guinea, Australia y el Sudeste Asiático.  
							
								|  | 
								
								En estas floras se ha hallado el registro fósil 
								de plantas tan raras para América del Sur como: 
								el Ginkgo asiático, el Kauri australiano (Agathis), 
								un ciprés de la Isla de Papúa y el Eucalipto 
								(que hoy en día se planta en todo el mundo pero 
								su origen es australiano). Además de estas 
								especies tan raras, ocurre el registro de 
								especies indicadoras de climas muy cálidos como 
								las palmeras. Pero… ¿Palmeras en la Patagonia?. |  
						Sí, una 
						diversidad grande de palmeras en Patagonia e incluso en 
						la región de Bariloche indican que durante el momento en 
						que vivían estas plantas (hace 50 millones de años) la 
						región gozaba de temperaturas tropicales con cálidos 
						veranos y falta total de escarcha y hielo en invierno. 
						El estudio de las hojas fósiles indica precipitaciones y 
						temperaturas tan altas como actualmente en Misiones 
						(1500 milímetros al año y temperaturas medias anuales de 
						17°C). A muchos Barilochenses les hubiese encantado esa 
						época, aunque a aquellos que les gusta esquiar no 
						habrían podido hacerlo. 
						El 
						estudio de estas floras es importante ya que demuestran 
						cómo es que se comporta la flora "autóctona" en relación 
						con fuertes cambios climáticos. Las condiciones 
						climáticas para ese momento (humedad y temperatura alta) 
						nunca más se registraron en esta región. De hecho nunca 
						más se registraron en toda la Tierra. 
						¿Por 
						qué eran tan diferentes los bosques antes? ¿Qué pasó con 
						ellos? 
						La 
						razón de la existencia de climas tan diferentes en 
						Patagonia, tiene una explicación a escala global. Hace 
						50 millones de años la Patagonia se encontraba aún unida 
						a la Península Antártica; y la Antártida aún no se había 
						separado del continente Australiano. Esta configuración 
						geográfica tan particular (denominado Continente de 
						Gondwana) producía corrientes de aire y mar muy 
						diferentes a las que conocemos actualmente.  
						La 
						separación de todos estos continentes, hacia los 40 
						millones de años, generó lo que hoy conocemos como 
						corriente circum-antártica. La generación de esta 
						corriente posibilitó la conformación de las celdas y 
						flujos de corrientes de aire y de mar que hoy conocemos. 
						Esta nueva configuración mantiene temperaturas bajas en 
						los polos y altas en los trópicos y el ecuador, pero eso 
						no siempre fue así. 
						Durante 
						toda la Era Mesozoica y hasta la generación de la 
						corriente circum-antártica (hasta hace aproximadamente 
						40 millones de años), la circulación de las corrientes 
						permitía una distribución mucho mayor de las 
						temperaturas en el Planeta Tierra. De esta forma hacía 
						calor en los polos, y casi no existía hielo en Antártida. 
						De hecho, sí existían en Antártida, extensos bosques 
						donde merodeaba abundante fauna. Fue en ese momento 
						cuando tanto la flora como la fauna pudo migrar y 
						compartirse entre extremos tan distantes como Patagonia, 
						Australia y el Sudeste Asiático. 
							
								|  | 
								
								El enfriamiento posterior, cubrió la Antártida 
								con hielo, desconectó estas regiones remotas, 
								extinguió en Patagonia las especies adaptadas a 
								climas cálidos y transformó las selvas húmedas 
								con palmeras en bosques templado-frío. Estos 
								bosques húmedos en un principio se extendían por 
								todo el territorio, pero un evento posterior de 
								grandes dimensiones transformaría la Patagonia 
								en lo que actualmente conocemos como estepa 
								árida. El surgimiento de mayor altura de la 
								Cordillera de los Andes ocurrió hace 15 millones 
								de años. Las lluvias comenzaron a ser retenidas 
								en el sector cordillerano, produciendo una 
								aridización en la región de las llanuras y 
								mesetas, generando la estepa patagónica. 
								 |  
						En la 
						región de Pichileufu y toda la línea Sur de Río Negro y 
						Chubut se registran fósiles de Neneo, Jarilla, pastos 
						secos y pequeños arbustos como el Alpataco. Los bosques 
						húmedos quedan restringidos a la región cordillerana y 
						solo migran hacia el Este cuando son afectados por las 
						glaciaciones póstumas. 
						En la 
						actualidad, el calentamiento global produce una 
						retracción de los glaciares, con un consecuente 
						migración altitudinal de los bosques que conocemos. 
						Pronosticar que ocurrirá en el futuro es una tarea muy 
						difícil de acertar, pero la aceleración que tome ese 
						impulso, en parte, es tarea de observar por el hombre. 
						La Paleontología permite conocer como fueron las 
						fluctuaciones de los bosques y los climas a lo largo del 
						tiempo, y demuestra que periodos de temperaturas mucho 
						mayores y mucho menores se registraron hace muchos 
						millones de años. Escalas de tiempo que exceden los 
						apenas 2 millones de años que tiene el hombre pisando la 
						Tierra. 
						 Fuente; 
						ANB 
    
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