Noticias de Paleontologia en Argentina 2017. PaleoArgentina
Web.Reptiles voladores en el Triasico de San Juan. Reptiles voladores en
el Triasico de San Juan. Científicos sugieren la existencia de un gran
cráter en las Islas Malvinas. La Patagonia estaba separada del
continente por un mar antiguo. Bonapartesaurus rionegrensis un nuevo
hadrosáurido en la Patagonia. Cuatro nuevas especies fósiles homenajean
a la gestión K. Reconocimiento científico internacional para ENCUYO.
Hallan huevos de dinosaurio con embriones en Neuquén. Miramar, tierra de
Gigantes Prehistóricos. Hallan fósiles de Neolicaphrium recens en Termas
de Rió Hondo. Isaberrysaura mollensis, el nuevo dinosaurio patagónico
con el estómago lleno. Mussaurus patagonicus ha sido escaneado con un
sincrotrón. Llega a Trelew la réplica del dinosaurio más grande del
mundo. Importante reconocimiento para la Fundación Azara. Hallaron
huellas de gliptodonte en la reserva natural de Pehuen Co-Monte Hermoso.
Las papas, tomates y pimientos tuvieron su origen en la Patagonia
Argentina. El registro más antiguo de formas vegetales o animales
hallado en Sudamérica. Estudiaran la evolución de los Gliptodontes.
Huellas de Reyesichnus punensis, aves fósiles en la Puna. Macrauchenia
patachonica, pertenece al grupo que incluye caballos, rinocerontes y
tapires. El Museo Paleontológico de San Pedro presenta un nuevo perezoso
gigante. Hay huellas en Roca y Neuquén del cataclismo que extinguió a
los dinos. El debate sobre la dieta del megaterio. Lucianovenator bonoi,
un nuevo dinosaurio del Triásico de San Juan. Reptiles voladores en el
Triasico de San Juan. Una flor fósil del Paleoceno de Patagonia
ofrece nuevos datos sobre la evolución de las plantas. Científicos
sugieren la existencia de un gran cráter en las Islas Malvinas. La
Patagonia estaba separada del continente por un mar antiguo.
Una
docena de hallazgos paleontológicos en Miramar.
El Museo Municipal de la ciudad de Miramar,
en la provincia de Buenos Aires, ha protagonizado al menos, una docena
de hallazgos paleontológicos que se suman a otros tan importantes, que
recorrieron los medios de comunicación del mundo, culminando así, un año
de impresionantes descubrimientos.
El Museo Municipal Punta Hermengo de
Miramar, dio a conocer el hallazgo de una buena cantidad de fósiles,
principalmente de los últimos 4 millones de años, mostrando la riqueza y
variedad de especímenes, como restos vegetales, insectos, peces, aves,
anfibios, mamíferos gigantes extinguidos y hasta huellas fosilizadas.
El equipo local de trabajo está conformado
por Daniel Boh y Mariano Magnussen, ambos de la institución local,
contando con la colaboración periódica de Francisco Di Cianni, del Museo
Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires, además del
asesoramiento de investigadores de la Fundación Azara y Conicet, que se
encuentran estudiando varios hallazgos realizados con anterioridad en
esta localidad.
Los restos fósiles recuperados, pertenecen a
distintos organismos, los cuales ayudan a entender a los científicos
como eran esos ambientes primitivos y su ecosistema. Las excavaciones
para recuperar estos especímenes, variaron desde unas horas a varios
días de trabajo, dependiendo del tamaño del fósil, dureza del sedimento
y ubicación, más otros tantos días de preparación en el laboratorio.
Posteriormente viene el estudio y clasificación para ser incorporados a
la colección del museo local, como lo establece la ley 25743 que protege
los sitios paleontológicos y arqueológicos de la República de Argentina.
Entre la docena de materiales recuperados,
corresponden al Plioceno, Pleistoceno y Holoceno, es decir, entre 4
millones de años a 10 mil años antes del presente. Fueron realizados en
los acantilados ubicados en la zona norte, Golf Club, Playa Náutico,
Muelle de pescadores, Baliza y Bosque del Vivero.
El material hallado corresponde a muestras
de rizolitos (moldes vegetales). Un nido con el molde de una larva,
perteneciente a un escarabajo. Restos de un cráneo de Ceratorphys,
un anuro (escuerzo) depredador. Varias vertebras de al menos cuatro
individuos de peces, poco frecuentes en el registro fósil bonaerense.
Restos de carnívoros marsupiales dentro de una paleocueva, aún sin
dentificar completamente. Cráneos y restos varios de un Paedotherium,
un pequeño notoungulado (ungulado del sur) extinto. Restos del genero
Nothura, una extraña ave
Tinamidae, conocidas actualmente como Inambúes o Perdices. Restos de
coraza y otras partes del esqueleto de una especie de Gliptodonte, un
armadillo gigante. Una seguidilla de huellas fosilizadas atribuidas a
Camélidos y Cervidos, que dejaron sus rastros en una antigua laguna.
Restos de dos cráneos de un perezoso gigante llamado Scelidotherium,
que en vida tenía unos tres metros de largo. Restos varios de
Lestodonte, otro perezoso gigante de unos cuatro metros de alto. Por
último, en sedimentos más modernos, se recuperaron partes de un
esqueleto de Lama guanicoe, un representante de los camélidos
sudamericanos.
Un pequeño museo que apunta a lo grande.
El Museo de Miramar ha quedado muy pequeño
para la cantidad de especímenes que se suman constantemente en las
distintas áreas, ya sea por prospecciones propias o aquellas donaciones
de los vecinos. “Por suerte, el Municipio y la Fundación Azara se
encuentran encaminados en el anteproyecto de un nuevo y moderno edificio
para albergar la exhibición de ciencias naturales y sus colecciones,
teniendo en cuenta que en la actualidad, solo se expone una pequeña
parte de la colección total”- argumento Daniel Boh, titular de la
institución.
Mariano Magnussen del museo local, por su
lado comento que; “tenemos algunos fósiles depositados desde hace más de
diez años, aun sin procesar y estudiar por la falta de espacio y por la
cantidad de material que se suma al museo, entre ellos, un enorme
gliptodonte del tamaño de un automóvil, acompañado con el sedimento y
envuelto en yeso que aún no sabemos el contenido exacto en su interior,
más allá de la coraza visible”, detallo a los medios.
Los
sorprendentes hallazgos y la calidad institucional que ha mostrado el
Museo Punta Hermengo de Miramar en los últimos años, permitirá que se
concrete el nuevo edificio, además, la ciudad fue seleccionada para que
en el mes de abril del próximo año, sea la sede del Jornadas
Paleontológicas y Arqueológicas de la provincia de Buenos Aires, donde
asistirán investigadores y técnicos regionales, nacionales y
extranjeros.
Descubrieron al primer plesiosaurio del
Jurásico en la Antártida.
Se
trata de un reptil marino carnívoro de 150 millones de años de
antigüedad que superaba los seis metros de longitud. Fue descubierto en
la Península Antártica, en un nuevo yacimiento paleontológico ubicado
113 kilómetros al sudoeste de la Base Marambio.
El
paleontólogo José Patricio O’Gorman, investigador del Museo de la Plata
(MLP) y del CONICET, comentó que “este registro de plesiosaurio es 80
millones de años más antiguo que lo que se tenía conocimiento para la
Antártida”.
“Fue la primera campaña paleontológica que realizamos en este
afloramiento que es como un mar congelado de 150 millones de años en un
excelente estado de conservación”, destacó el autor principal del
estudio que fue aceptado para ser publicado en la revista científica
Comptes Rendus Palevol".
La
doctora Soledad Gouiric Cavalli, especialista del MLP y del CONICET en
el estudio de peces del Jurásico, indicó a la
Agencia CTyS-UNLaM que “al caminar por el yacimiento se
encuentra una gran diversidad de peces, amonites, algunos bivalvos, pero
no esperábamos encontrar un plesiosaurio de tal antigüedad; fue
sorprendente”.
“El hallazgo es bastante extraordinario, porque
el yacimiento no posee el tipo de rocas en las que se puede
encontrar materiales preservados en tres dimensiones, como es el
caso de las vértebras de este reptil marino”, explicó la
investigadora. A este afloramiento del Jurásico de cuatro
kilómetros de largo por dos kilómetros de ancho solo se puede
llegar tras dos horas de vuelo en helicóptero desde la Base
Marambio, por lo que los investigadores remarcaron la logística
impulsada por el Instituto Antártico Argentino (IAA).
Allí, durante la campaña antártica de verano de 2016, acamparon 40 días
la doctora Gouiric Cavalli, el doctor José O’Gorman y los técnicos Juan
José Moly y Leonel Acosta Burllaile. “Fue muy emocionante llegar allí, a
un sitio que nadie había pisado en 23 años”, relató O’Gorman.
“Es
el lugar más alejado a donde hemos llegado con las campañas de
paleontología de vertebrados en la Antártida”, valoró la doctora Soledad
Gouiric Cavalli. Y añadió: “Las campañas argentinas se suelen realizar
en inmediaciones a la Base Marambio (en las islas Marambio, James Ross y
Vega), pero aquí hemos ampliado bastante el rango de acción y tenemos el
interés de ir a sitios aun más alejados”.
El
doctor Marcelo Reguero, investigador del MLP y director de las campañas
paleontológicas del Instituto Antártico Argentino (IAA), afirmó que “fue
preciso realizar toda una logística para llegar a este yacimiento
ubicado en Cabo Longing y el resultado fue muy exitoso, al haber
rescatado una gran diversidad de peces, plantas y este plesiosaurio, y
este verano se irá a la nueva campaña con aun mayores expectativas”.
“En
la campaña de 2016, se obtuvo una gran cantidad de fósiles y para la
expedición del verano próximo iremos con instrumentos para obtener una
cantidad todavía mayor de ejemplares”, anticipó el investigador del MLP
y del IAA.
La doctora Gouiric Cavalli, quien será parte de
la nueva campaña que se hará en este mar congelado del Jurásico
desde el 8 de enero hasta mediados de febrero, aseguró que “allí
se encuentra una cantidad sorprendente de peces y es lógico
pensar que el plesiosaurio que descubrimos se alimentara de
ellos, porque es un reptil marino grande y hallamos peces de
tamaño mediano, algunos chicos, y algunos bastante grandes
también”.
Respecto a la excelente conservación de esta fauna y flora marina del
Jurásico, la investigadora del MLP y del CONICET reveló que “se
preservaron así porque el fondo de aquel mar tenía muy poco oxigeno, por
lo que no se desarrollaban organismos que pudieran desarticular esos
ejemplares y tampoco se producían los fenómenos de putrefacción”.
El
doctor Marcelo Reguero señaló que “estos depósitos ricos y únicos en
vertebrados del jurásico marinos pertenecen a la época en que la
Antártida formaba parte del continente Gondwana y estaba junto a
Australia, Nueva Zelanda, India, Madagascar, África y América del Sur”.
La
temperatura de los mares era mucho más elevada hace 150 millones de años
y el mapa mundial era muy diferente. Según manifestó el doctor José
O’Gorman, este plesiosaurio, además de tratarse del primero de su clase
en el Jurásico en la Antártida, sirve como evidencia a favor de la
posibilidad de la dispersión de estos reptiles por medio de un pasaje
que existía entre África y la Antártida, que en ese momento recién se
habían separado.
Huevos fosilizados muestra el
desarrollo de los pterosaurios.
Una
inestimable colección de más de 200 huevos
proporciona nuevos conocimientos sobre el
desarrollo y los hábitos de anidación de los
pterosaurios. Hasta la fecha, solo se habían
encontrado y analizado un pequeño puñado de
huevos de pterosaurio con una estructura en 3-D
bien conservada y un embrión en su interior:
tres huevos procedentes de Argentina y cinco de
China.
Este escaso
tamaño de muestra se vio drásticamente
incrementado con el descubrimiento en China de
215 huevos de la especie de pterosaurios
Hamipterus tianshanensis en un sitio
yacimiento del Cretácico inferior. Xiaolin Wang
et al. utilizaron la tomografía computarizada
para examinar el interior de los huevos, 16 de
los cuales contenían restos embrionarios en
distinto grado de integridad.
El embrión
más completo contiene un ala parcial y
huesos craneales, incluida una mandíbula
inferior completa. Las muestras de
huesos de los muslos que permanecen
intactas están bien desarrolladas, lo
que sugiere que la especie disponía de
patas traseras funcionales al poco de la
eclosión. Sin embargo, la estructura que
sostiene el músculo pectoral parece
estar infradesarrollada durante la etapa
embrionaria, lo que sugiere que los
recién nacidos probablemente no pudieran
volar.
De este modo,
los autores proponen que los recién nacidos
probablemente necesitaran las atenciones de sus
progenitores. A partir de las marcas de
crecimiento, el equipo estima que uno de los
individuos tenía una edad de al menos 2 años y
seguía creciendo en el momento de su muerte, lo
que respalda el creciente cuerpo de evidencias
de que los pterosaurios tenían largos períodos
de incubación.
Por último,
el hecho de que una sola colección de embriones
muestre un rango de etapas de desarrollo insinúa
que los pterosaurios participaron en el
comportamiento de anidación colonial, afirman
los autores. Denis Deeming discute estos
hallazgos en un artículo de Perspective
relacionado. (Fuente: AAAS)
Revelan que Panthera atrox, el león americano
habitó la Patagonia.
Científicos del CONICET y del MACN develaron que restos
fósiles hallados en el siglo XIX alojados en el Museo de La Plata
pertenecen a un león americano extinto.
En el siglo XIX científicos de distintas partes del mundo
exploraron cuevas y cavernas de la Patagonia en búsqueda de la
posibilidad de hallar vivo al milodon, un perezoso gigante que podía
pesar hasta 2 toneladas, extinguido, en realidad, miles de años antes.
Pese a no poder concretar dicho objetivo, los
investigadores hallaron entre otros restos fósiles, esqueletos de una
especie felina de gran tamaño que hasta el día de la fecha permaneció
catalogada de manera errónea.
Si bien Santiago Roth, el primer paleontólogo que publicó
los restos de esta especie, consideró que se trataba del felino
sudamericano más grande y, al vincularlo a un misterioso animal del que
hablaban las leyendas locales, lo bautizó con el nombre de Lemish
listai, más adelante hubo acuerdo ente los investigadores que se
trataba de una subespecie de yaguareté (Panthera onca) de
gran tamaño que había habitado el sur del continente sudamericano.
Recientemente, investigadores del Museo Argentino de
Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET) volvieron a
analizar los fósiles conservados en el Museo de La Plata y concluyeron
que en realidad corresponden al león americano (Panthera atrox), especie
considerada hasta el momento como exclusivamente norteamericana y
pariente cercano del león de la cavernas de Eurasia (Panthera
spelaea). Los resultados fueron publicados en la revista Comptes
Rendus Palevol.
“El león americano era un 25 un por ciento más grande que
los leones africanos actuales (Panthera leo), sobrepasaba
los 3 metros de longitud y pesaba más de 250 kilogramos. O sea, tenía un
tamaño mucho mayor al de los yaguartés. También podemos saber que se
trataba de una especie caminadora y adaptada a los ambientes abiertos y
secos como la estepa patagónica”, comenta Federico Agnolín, investigador
adjunto del CONICET en el MACN y uno de los autores del artículo. Otra
gran diferencia entre los leones americanos los yaguaretés es que los
primeros acumulaban sus presas -muchas veces de gran peso y tamaño- en
cavernas.
“Expediciones arqueológicas en cavernas en la Patagonia
revelaron la existencia de grandes depósitos de huesos de milodon.
Aunque en un principio, los arqueólogos consideraron que los esqueletos
debían haber sido acumulados allí por los seres humanos, la presencia en
todos ellos de marcas de dientes agudos les reveló que habían sido
capturados por un gran predador felino, al cual comenzaron a denominar
como ‘Pantera de la Patagonia’”, relata Nicolás Chimento, investigador
del MACN y primer autor del artículo.
Junto a los huesos de los leones americanos fueron
hallados también restos de cuero que permitieron revelar que la piel de
estos predadores era de color rojizo. Algo que confirma el modo en que
se lo retrata en una pintura rupestre hallada en una cueva en El Ceibo
en la provincia de Santa Cruz en la década del ’70
“Se trata de una pintura de aproximadamente un metro y
medio –mucho más grande que las que la rodean- en la que se puede ver un
gran felino de color rojo con garras enormes y dientes muy agudos. Quien
encontró la pintura dedujo a partir de ella el miedo que tenían los
contemporáneos a este animal. Las pinturas de yaguartés, en cambio, los
muestran mucho más pequeños y de color amarillo”, comenta Agnolín.
Este nuevo hallazgo plantea la necesidad de revisar otros
hallazgos paleontológicos ocurridos en el área andina porque es muy
probable que el patagónico no sea el único caso en los que huesos de
león americano fueron confundidos con los de un yaguareté. (InfoGEI)Jd
Hallan en Miramar fósiles vinculados a
una rara historia.
En la localidad
bonaerense de Miramar, recuperaron restos fósiles de una extraña
criatura prehistórica de 2 millones de años de antigüedad.
La historia de
la Ciencia argentina y especialmente la Paleontología tienen en la
localidad de Miramar, uno de sus lugares de inicio y de una gran
polémica ocurrida hace más de cien años. La misma ha sido recordada
debido a que recientemente, personal y colaboradores del Museo Municipal
Punta Hermengo de dicha localidad, encontraron parte de la pelvis y una
pata trasera de un robusto notoungulado (animal con pezuñas) denominado,
según los datos disponibles, Toxodon chapalmalensis
. Cuya antigüedad sería de unos 2 millones y medio de años y del
tamaño de un ternero.
Los Toxodontes
eran un género con varias especies que existieron en nuestro continente.
En el mismo museo ya se exhiben restos de un Toxodon platensis,
del tamaño de un rinoceronte que fueron hallados en sedimentos más
“modernos”, o sea de unos 500.000 años.
El hallazgo fue
posible debido a que un derrumbe en el acantilado dejó al descubierto a
estos fósiles, que fueron observados y rescatados por Daniel Boh,
Director del museo local y Francisco De Cianni, del Museo Argentino de
Ciencias Naturales de Buenos Aires, con el aporte de Mariano Magnussen
en la restauración de los mismos.
Lo interesante
de esto, es que a principios del siglo XX se estaba debatiendo en el
mundo científico, el origen del ser humano y Florentino Ameghino
insistía en que el mismo ocurrió en nuestro país. Luego de su muerte y
con este tema en plena vigencia, sucedió un extraordinario hallazgo.
Un fémur de Toxodon con una punta
de flecha clavada en él había sido desenterrado al norte de
Miramar. Su antigüedad indicaba sin dudas que esta era la prueba
que los seres humanos eran muy antiguos en la región y
contemporáneos a esos animales ya extinguidos. Esto sucedió en
1914 y hasta los años 20 se siguieron realizando extraños y
reveladores hallazgos, siempre en la zona de Miramar, por lo que
el nombre quedó registrado en muchos artículos.
En estos se
vertían opiniones entusiastas o críticas hacia los protagonistas de los
hallazgos y a sus métodos de recolección. Este asunto fue tema de debate
por años hasta que hace poco se realizó una tomografía a dicho hueso, y
se determinó que la flecha fue clavada cuando el mismo ya era un fósil y
que además no era una flecha, sino una raedera, un instrumento para
raspar, abundante en los yacimientos arqueológicos de la región. El
actual hallazgo fue realizado muy cerca de aquel polémico y famoso
“hueso flechado”.
Este espécimen
se incorpora al citado museo miramarense, para el cual se está
trabajando junto a la Fundación Azara y la Municipalidad de General
Alvarado, en la creación de nuevas y funcionales instalaciones para
poder exponer y conservar mejor su amplia colección.
Para más
información se invita a visitar la página web
www.museodemiramar.com.ary al Facebook: Museo Miramar
Raíces
y tallos fosilizados en San Pedro.
El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro, a 170 km
de Buenos Aires, descubrió centenares de fragmentos de raíces y
tallos fosilizadosde plantas acuáticas que vivieron durante
la edad Lujanense, en el Pleistoceno superior.
El descubrimiento fue realizado por José Luis Aguilar y
Bruno Rolfo, miembros del Grupo Conservacionista de Fósiles,
equipo fundador del Museo Paleontológico de San Pedro, mientras
inspeccionaban un zanjeo perimetral que se realizaba en un predio rural
propiedad de la familia Spósito, sector ubicado al Este del partido de
San Pedro.
En un área de unos 70 m2, la excavadora
removió un cúmulo de sedimentos verdes grisáceos, entre los que
observaron pequeños fragmentos de un tono rojizo amarillento que
llamaron la atención de los integrantes del Museo.
Pacientemente, lograron recuperar centenares de esos
fragmentos que luego fueron analizados en el museo, contrastando
opiniones con diferentes investigadores. De la tarea de revisión y clasificación de los
materiales fosilizados participaron el Dr. Eduardo Tonni y el Dr.
Alfredo Carlini; ambos, investigadores del Museo de Ciencias Naturales
de La Plata.
Los fósiles recuperados por el equipo del Museo de San
Pedro, corresponden a lo que, en paleontología, se denomina “moldes
positivos” de raíces y tallos de juncos que habitaron la zona
hace más de 10.000 años, durante una edad geológica denominada Lujanense.
Este es un hallazgo tan poco frecuente que los únicos
antecedentes de vegetales fósiles en el norte de Buenos Aires, datan de
más de 60 años atrás, cuando el naturalista Joaquín Frenguelli y el
reconocido Florentino Ameghino, hicieron mención de casos similares.
Desde el Grupo
Conservacionista de Fósiles, explican que “los
fragmentos fueron observados semi ocultos en un sedimento verdoso que,
dada sus características, ha sido parte del fondo de un sistema con
presencia de aguas tranquilas, muy posiblemente, lagunares. Las raíces
fósiles se presentan como pequeños tubos rojizos (producto del óxido de
hierro), con paredes del orden del milímetro de espesor, con el interior
vacío, debido a que el material orgánico que formaba la raíza
originalmente, ha desaparecido quedando sólo la costra de residuos
bacterianos que formaron los moldes positivos de aquellas raíces
prehistóricas.
Los tallos fosilizados
son mucho más escasos, pudiéndose recuperar unos pocos tramos, de los
cuales sólo tres o cuatro están íntegramente conservados.
Rionegrochelys caldieroi,
una
tortuga del Cretácico de Cipolletti.
La Margen Sur es conocida por ser uno de los espacios
naturales más hermosos de la región y se ha transformado en el destino
preferido de los ciudadanos para realizar deportes y otras actividades
recreativas. Sin embargo, el hallazgo de un fósil de 90 millones de años
convirtió el punto turístico en escenario de uno de los descubrimientos
más grandes de la historia, ya que es el primer ejemplar de una nueva
especie.
Se trata de una tortuga fósil que mide alrededor de 45
centímetros, un tamaño “relativamente grande” para este tipo de
reptiles. Si bien la encontraron en la zona de El Anfiteatro en el 2005,
no fue hasta el viernes pasado que pudo ser presentada de manera oficial
como la primera en su especie en todo el mundo y depositada en el Museo
Carlos Ameghino.
Especialistas afirmaron que pertenece a la familia de las
“tortugas-serpiente”, caracterizada por tener un cuello largo y
por doblar la cabeza de manera horizontal para esconderla dentro
del caparazón.
Investigadores de la Universidad Nacional de Río
Negro y del Conicet la llamaron Rionegrochelys caldieroi,
en homenaje a Victorino Caldiero, miembro del Ente de Desarrollo
de la Margen Sur e impulsor de los estudios de desarrollo en
Cipolletti.
“La fase de la preparación fue bastante
rápida, pero formó parte de una tesis doctoral de un investigador y
recién luego de presentarla se publicó el material. Lo importante es que
se pudo comprobar que se trata de una nueva especie y, además,
nombrarla. Este trabajo es como su partida de nacimiento, cualquier otro
investigador que encuentre una tortuga de estas características deberá
asignarla a esta especie”, explicó Leonardo Salgado, docente
investigador del Instituto de Paleobiología y Geología de la UNRN, quien
encabezó la exploración en la Margen Sur.
Para dar con el ejemplar también
trabajó un amplio equipo de paleontólogos y geólogos argentinos y
españoles, como así también José Ignacio Canudo, director del Museo de
Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Se desarrolló en el
marco de un proyecto de colaboración con el Endemas, la Universidad de
Zaragoza y la empresa Repsol-YPF.
Hallan
en Mendoza un pez del Triasico bautizado como Calaichthys tehul.
Argentina se ha hecho famosa por los continuos hallazgos
de fósiles de dinosaurios gigantescos en la Patagonia. Pero el registro
fósil es mucho más rico y a veces
científicamente más importante, aunque claramente sea menos
espectacular. Es el caso de un hallazgo realizado en Mendoza por
paleontólogos argentinos.
Los restos de un pez de 240 millones de años,
que vivió en el Triásico medio y perteneció a una especie de la que no
se tenía registro en Sudamérica, fueron descubiertos en la localidad de
Potrerillo por un equipo de investigadores del Conicet. Se trata de un
pez del grupo de los "Redfieldiiformes" que habitó el planeta en tiempos
de Gondwana, el bloque continental meridional desprendido del
supercontinente Pangea que al escindirse dio origen, entre otras cosas,
a la Antártida y Sudamérica.
En ese entonces, lo
que hoy se conoce como "Mendoza" se cubría de lagos efímeros, es decir,
que se secaban rápidamente por la calidez del clima, y luego de la mayor
extinción de especies que se registró en el planeta, esos espacios
acuáticos fueron poblados por una gran diversidad faunística.
La campaña de los
expertos del Instituto Argentino de Nivología, GlacioIogía y Ciencias
Ambientales (Ianigla, Conicet - UNCU - Mendoza) y el Museo Argentino de
Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" tenía como objetivo la
recolección de plantas, "palinomorfos" e insectos de ese tiempo
histórico. Pero durante las excavaciones se encontraron con lajas que
contenían pequeños peces. Soledad Gouiric Cavalli, investigadora del
Conicet en la División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata,
quien estuvo a cargo de la identificación y descripción anatómica de los
fósiles, explicó que "fue un hallazgo sorprendente, las lajas contenían
pequeños peces exquisitamente preservados". En el trabajo que acaba de
publicarse en "Papers in Palaeontology" se destaca que hasta el momento
no se tenía registro de esa especie de pez.
"Debido a su larga
historia evolutiva muchos órdenes que aparecen representados en el
registro fósil y que hoy están completamente extintos no tienen una
relación de parentesco con las formas actuales. Es el caso de este nuevo
ejemplar, que tiene características compartidas con peces paleozoicos y
con otros más modernos", dijo la investigadora. Estos fósiles son muy
pequeños: caben en la palma de una mano y su estado de preservación es
óptimo. "A simple vista dejan ver con nitidez el patrón de ornamentación
de las escamas, que se encuentran perfectamente articuladas y las de la
línea lateral están intactas. Además de los ojos los peces usan esa
línea, que es un sistema sensorial presente en las escamas y los huesos
del cráneo, para detectar vibraciones, movimientos y cambios en la
presión del agua circundante, es decir, les permite percibir presas y
posibles agresores", contó.
En los ejemplares se distinguen las aletas
pectorales, pélvicas, dorsal y anal, en las que aparecen estructuras
similares a las escamas que están en su borde anterior. "Habrían servido
para favorecer la hidrodinamia.
Son características en las aletas pares
e impares de muchos peces paleozoicos y mesozoicos, pero no están
presentes en los de la actualidad", apuntó. Casi todos los ejemplares
que la experta estudió en el museo local tienen intacta la cabeza, en la
que se pueden distinguir fácilmente los grandes ojos, la mandíbula
superior e inferior y el opérculo, que es el límite entre el cráneo y el
tronco.
En los ejemplares se distinguen las aletas
pectorales, pélvicas, dorsal y anal, en las que aparecen estructuras
similares a las escamas que están en su borde anterior. "Habrían servido
para favorecer la hidrodinamia. Son características en las aletas pares
e impares de muchos peces paleozoicos y mesozoicos, pero no están
presentes en los de la actualidad", apuntó. Casi todos los ejemplares
que la experta estudió en el museo local tienen intacta la cabeza, en la
que se pueden distinguir fácilmente los grandes ojos, la mandíbula
superior e inferior y el opérculo, que es el límite entre el cráneo y el
tronco.
Los peces se
originaron hace aproximadamente 480 millones de años y son el grupo de
vertebrados más numeroso y diverso que existe, superando las 32 mil
especies vivientes. Fueron testigos y sobrevivientes de las grandes
extinciones y a lo largo de la historia natural lograron ocupar con
eficacia prácticamente todos los ambientes acuáticos. De allí que una
novedad como la de Mendoza tiene una relevancia tal vez difícil de
comparar con la de un dinosaurio, pero que es al menos igual de
importante en términos de evolución biológica.
Gouiric Cavalli,
que se dedicada al estudio de peces marinos del Jurásico, que vivieron
millones de años después y llegaron a medir hasta 16 metros de largo,
determinó que "se trata de un nuevo género y especie fósil que nunca
antes habíamos registrado en Sudamérica" y añadió que "es un orden del
que prácticamente no se conoce mucho y que fue revisado hasta los años
80, así que no teníamos un entendimiento moderno acerca de el. Fuente La
Capital.
Argentinodraco barrealensis, un nuevo reptil volador de
Patagonia.
A veces,
las piedras hablan y cuentan historias de millones de años atrás. Así,
científicos neuquinos y brasileños descubrieron que uno de los primeros
animales que volaron por el cielo de la región fue el
Argentinodraco barrealensis.
Se trata de
un reptil alado de casi cuatro metros, que se alimentaba de insectos que
extraía del barro con su particular pico alargado.
El hallazgo
de los restos se hizo en 2011 en la excavación Futalongko, al norte del
lago Barreales, donde funciona el parque paleontológico Proyecto Dino.
Allí, entre otras piezas, el equipo de científicos rescató una mandíbula
que se había conservado casi completa.
Tras seis
años de estudios, el paleontólogo Jorge Calvo y su colega brasileño
Alexander Kellner determinaron que el material pertenece a un
pterosaurio o reptil volador de la variedad Azhdarchoid. El viernes
pasado publicaron el descubrimiento en los anales de la Academia de
Ciencias de Brasil.
En el
artículo remarcaron que se trata de un animal con "una inusual
mandíbula", perteneciente al Cretácico superior, o sea, de hace 90
millones de años. De la punta de un ala a la otra medía entre tres y
cuatro metros.
Los
investigadores bautizaron al nuevo pterosaurio como Argentinodraco
barrealensis y, en diciembre, Kellner vendrá al parque neuquino
para evaluar si hay otras piezas más pequeñas que pertenezcan al mismo
ejemplar. Calvo explicó que el brasileño es un experto en pterosaurios y
en Barreales guardan "más material que se sacó y quizás no se reconoció,
en particular dos pedacitos de cinco centímetros que creemos que podrían
corresponder a este individuo".
Detalló que
el Argentinodraco tenía mandíbulas "fusionadas" y de una
forma única, lo que les permitió individualizar la especie. Estiman que
vivía cerca de cuerpos de agua meandrosos, dentro de lo que es hoy
Neuquén, y usaba su pico fino y alargado para revolver el barro del
fondo en busca de gusanos.
Según
Kellner, que es profesor del Museo Nacional en la Universidad Federal de
Río de Janeiro, este hallazgo demuestra la variedad morfológica de los
pterosaurios y sugiere un modo de alimentación distinto de lo que se
conocía hasta ahora.
En 2002 se
había extraído en Barreales la parte de un ala de otro pterosaurio, de
un tamaño estimado de seis metros, pero los datos eran insuficientes
para poder identificarlo.
Ahora, con
el nuevo descubrimiento, los científicos esperan conocer un poco más
sobre el comportamiento de estos reptiles voladores, que fueron los
primeros en atravesar el cielo de Neuquén.
Todos
tienen nombres difíciles de pronunciar: Pterodaustro,
Puntanipterus, Herbstosaurus, Aerotitan y Wenupteryx.
Argentinodraco significa “dragón argentino”.
Hallan en la
Quebrada de Humahuaca huellas de dinosaurios de hace 66 millones
de años.
Huellas de dinosaurios
saurópodos, terópodos y de aves del último período del Cretácico fueron descubiertas
en la localidad jujeña de Maimará, en la Quebrada de
Humahuaca
, por investigadores de las universidades de Salta, Tucumán y Río Negro,
como indicios de la existencia de "un mar de poca profundidad" pero con
miles de kilómetros cuadrados de extensión, reveló hoy a Télam el
investigador del Conicet Carlos Cónsole Gonella.
"Son muchas huellas, no
hay un conteo individual, son dos planchones grandes que tienen varias
decenas de metros cuadrado", contó a Télam Cónsole Gonella, investigador
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Las huellas, que alcanzan los 80 centímetros de diámetro, se encuentran
a lo largo de toda la sierra de Alfarcito, cerca de Maimará, 76
kilómetros al norte de San Salvador de
Jujuy.
"Era un mar de poca
profundidad con máximo de diez metros, pero con miles de kilómetros
cuadrados de extensión, y hay evidencias de que se extendía desde
Venezuela hacia el sur
llegando hasta el norte de Argentina e incluso parte de Brasil", indicó
el investigador. Si bien los lugareños conocían la existencia de huellas
de hace millones de años, "ahora se
toma su real dimensión
a partir de un trabajo de investigación que realizamos", expresó Cónsole
Gonella.
Según el investigador, oriundo de Tucumán
, desde las huellas "es difícil pero no imposible" poder llegar
a determinar la especie a la que pertenece. Las huellas
pertenecen básicamente a tres grupos grandes de dinosaurios, uno
de ellos los saurópodos (titanosaurios), que tenían cuello largo
y con un peso que podía alcanzar decenas de toneladas. Por estar
comprendidos en el período Cretácico, no eran de gran tamaño
como otros que vivieron antes, por ejemplo el Jurásico, donde sí
eran dinosaurios de gran porte, dijo Cónsole, doctor en
geología.
Algunas de las huellas
revelan la existencia de Hadrosaurios, llamados "Pico de pato", y de
Terópodos, que eran carnívoros, que "terminan de
completar este ecosistema variable"
que caracterizaba a la zona, explicó. Sobre la antigüedad de las
huellas, el investigador señaló que fueron tratadas de forma relativa
porque no se pudo hacer una datación absoluta, una medición
geocronológica que requiere equipos específicos.
No obstante, por los
tipos de huellas, se estima que son del último piso del Cretácico, antes
de la extinción de los dinosaurios, es decir unos 66 millones de años.
"Después de varios años surgieron estos resultados a partir de una
descripción y reconstrucción del contexto paleoambiental", ya que antes
no había sido estudiada de forma sistemática.
Años atrás, también en
Maimará, un grupo de investigación halló huellas de
dinosaurios
en la formación Yacoraite, emblemática en la región ya que es la que
brindó yacimientos de uranio, petróleo y cobre.
Cónsole Gonella refirió
que el ambiente analizado es lo que en geología se llama "un sistema
epicontinental", con ciertas similitudes de lo que es el mar Báltico, en
Europa. "Era un mar bastante grande controlado por marea, que por ahí
hacían variar su nivel -estimó-. Cuando se retraía, quedaban grandes
lagos configurados, que tenían una extensión variable".
En ese contexto es que
los dinosaurios pasaban caminando en esas costas, incluidas las aves que
se cree relacionadas a las especies acuáticas como pueden ser las
gallaretas. Para el profesional, es importante poder llegar a estas
conclusiones para grupos de científicos que evalúan estos trabajos y
hace muchos años trabajan en ello.
Junto al grupo de
investigaciones están abocados de forma permanente al estudio en la
Quebrada de Humahuaca -patrimonio de la Humanidad- y en Salta y Tucumán,
donde hay rocas que tienen las mismas características y edades a las
halladas en Maimará. Agencia Télam
Pampagyps imperator, una nueva especie de
cóndor de 30 mil años de antigüedad en Buenos Aires.
Superaba los 2,50 metros con sus alas abiertas y tenía garras más
fuertes que el cóndor actual, por lo que los paleontólogos estiman que
podría cazar a sus presas. Sus restos fósiles fueron hallados en el
partido de Marcos paz, a solo 34 kilómetros de la Capital Federal.
El investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del
CONICET Federico Agnolin comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “este
hallazgo es único no solo para la provincia de Buenos Aires sino para
toda la Argentina, porque es la primera vez que se encuentra un ejemplar
tan bien preservado de un cóndor extinto y del que, hasta ahora, se
desconocía su existencia”.
Este nuevo linaje de cóndores fue bautizado comoPampagyps
imperator. “Su nombre significa algo así como buitre emperador
de las Pampas”, indicó Agnolin, autor principal del estudio que se
publicará en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Y
agregó: “Era un cóndor de gran tamaño, que pudo haber alcanzado hasta
los tres metros de envergadura con las alas abiertas”.
Si uno
viajara 30 mil años antes del presente, al momento en que esta ave
imperaba en los cielos de la región pampeana y aun no había llegado el
hombre hasta estas latitudes, se encontraría con una megafauna terrestre
completamente distinta a la actual.
“Había
mastodontes, que eran muy parecidos a los elefantes actuales; perezosos
gigantes que superaban la tonelada de peso; gliptodontes, casi del
tamaño de un Fiat 600; y entre los carnívoros estaba el conocidísimo
tigre dientes de sable”, enumeró el especialista Agnolin.
El paleontólogo Federico Brissón Egli, coautor de
este estudio y también investigador del MACN y del CONICET,
subrayó que “lo más importante de este yacimiento de Marcos Paz
es que, además de encontrar fósiles de animales de gran tamaño,
también se encuentran restos de animales pequeños, de
microvertebrados, de aves, de lagartos, de peces, que es mucho
más difícil que se preserven a través del tiempo, y eso es lo
que hace a esta cantera diferente, al mostrar una ventana de
estas especies que son muy importantes para el ecosistema”.
Parte de la
cantera fue declarada como reserva paleontológica, solamente utilizable
con fines científicos. En las más de seis hectáreas que tiene el sitio
explorado en su totalidad, los investigadores realizan un hallazgo nuevo
a cada paso. Pero, sin dudas, el descubrimiento más importante que ha
dado este lugar desde que comenzó a ser estudiado en 2010 es,
justamente, elPampagyps imperator, por tratarse de una
especie desconocida hasta hoy.
Los
investigadores determinaron que esta ave tenía una gran capacidad para
abrir y cerrar sus garras. “Un hueso del miembro posterior nos muestra
que las inserciones de los músculos eran mucho mayores a la de los
cóndores actuales, por lo que posiblemente podría cazar presas”, explicó
el doctor Federico Agnolin a la Agencia CTyS-UNLaM.
En la
actualidad, los cóndores son animales que se alimentan solamente de
carroña. Por su parte, el cóndor emperador de las Pampas, con sus hasta
3 metros de envergadura, debió de ser temible para sus presas, entre las
cuales podía haber pequeños vertebrados como roedores, reptiles y patos.
No
obstante, el Pampagyps imperator también debía alimentarse
de los cadáveres de los grandes mamíferos que habitaban la región.
“Piensen que, en aquella épocas, vivían especies enormes que cuando
morían dejaban sus carcasas en descomposición; por ello, también había
una gran diversidad de animales carroñeros, como lobos, otros mamíferos
y otras aves, como los caranchos, con los que debía competir el
Pampagyps”, analizó el doctor Agnolin.
En aquel
entonces, las aves carroñeras eran mucho más abundantes que en la
actualidad. También, había mamíferos de tamaños gigantes. Pero a todas
estas especies les llegó su ocaso hace unos 10 mil años, tiempo que
también quedó registrado en los sedimentos de la cantera de Marcos Paz,
ubicada casi en el límite fronterizo con el partido de La Matanza y a
unos 150 metros de la Ruta 3.
Aparentemente, la llegada del hombre tuvo un papel decisivo en
la extinción de toda esta fauna prehistórica, pero no fue el
único factor. “Hace 10 mil años, se produjeron grandes cambios
climáticos que provocaron que la fauna estuviera en retracción,
con pocas especies”, contó Agnolin. Y añadió: “Cuando llegó el
hombre, comenzó a cazar esas enormes bestias, y ese fue el
puntapié final para hacerlas desaparecer”.
Y fue igual la suerte que corrió el
Pampagyps imperator.
“Al
desaparecer estos enormes animales que el hombre cazaba, también se
extinguieron los animales carnívoros que se alimentaban de los cadáveres
de esas bestias, entre los cuales se encontraban las aves carroñeras”,
relató el investigador del MACN y del CONICET.
El estudio
que se realiza en la cantera Vignogna de Marcos Paz está dirigido por el
paleontólogo del Museo de La Plata y del CONICET Leopoldo Soibelzon. De
este equipo de investigación también participan Esteban Soibelzon,
Sergio Rodríguez, Facundo Iacona y la geóloga Elisa Beilinson, todos
ellos también del Museo de La Plata. Asimismo, el estudiante de
paleontología David Piazza ha participado desde las primeras
exploraciones a este yacimiento.
Cuando
vivían aquellas especies, la zona era muy distinta. “Hoy, tenemos
pastizales, lagunas, tenemos bosques, pero, hace 30 mil años, el
ambiente era prácticamente como el de la Patagonia, un semidesierto, con
arbustos, muchos estepas, mucha aridez, el clima era mucho más frío que
ahora, y en algunos períodos hubo ingresiones marinas hasta este sitio,
por lo que también se encuentran peces de agua salada en uno de los
niveles de la cantera”, detalló Agnolin.Ilustracion: Lio.
Avanza el proyecto del nuevo Museo de Ciencias Naturales de
Miramar.
El futuro edificio estaría ubicado en el acceso al vivero dunícola
"Florentino Ameghino". En noviembre se presentará el proyecto
arquitectónico final.
El próximo mes se activará el convenio oficial para construir el futuro
museo de Ciencias Naturales de Miramar, tras la rúbrica de la
documentación entre el municipio de General Alvarado y la Fundación
Azara.
Si bien hay algunas cuestiones aún en estudio, LA CAPITAL pudo averiguar
que la nueva sede edilicia se emplazará a la entrada del vivero dunícola
“Florentino Ameghino” a partir de la división del actual museo municipal
“Punta Hermengo”, creado en 1977 con temática general.
Allí permanecerá toda la documentación histórica de la ciudad y el
distrito, previa refacción del lugar ya que habrá más espacio tras el
traslado de las piezas y esqueletos.
La nueva sede contará con 500 metros cubiertos que contendrán un hall de
ingreso, tres salas de exhibición con todo lo relacionado a geología,
paleontología, biodiversidad y arqueología, en todos los casos con foco
en la riqueza del patrimonio natural de la zona.
También habrá gabinetes
de investigación, un laboratorio, depósito para las colecciones que no
estén en exhibición, áreas de servicio y mantenimiento.
El municipio se comprometió a aportar el espacio físico para el
emplazamiento de la nueva sede y la construcción de la estructura
general hasta llegar al cerramiento, mientras que Azara brindará las
terminaciones del edificio, equipamiento y el montaje moderno de las
salas de exhibición.
Una vez en funcionamiento, el museo será gestionado entre ambas partes y
la intención es que además de resguardar y divulgar el patrimonio
natural de la zona, sea una institución educativa, cultural y científica
viva en continua actividad.
La fundación ya se encuentra trabajando con funcionarios gubernamentales
en la elaboración del anteproyecto arquitectónico y avanza con la
producción de contenidos del futuro museo. Entre ellos, la fabricación
de vitrinas, armado de algunas réplicas de esqueletos completos de la
megafauna que complementarán didácticamente a los materiales originales
que se exhiban y la realización de algunos modelos a tamaño natural de
representantes que serán emplazados en el parque circundante al ingreso
del museo, apoyando el trabajo de investigación.
Cabe señalar, que la Fundación Azara es institución dedicada a las
ciencias naturales, ambientales y antropológicas, de reconocida
trayectoria nacional, creada en el año 2000 y que en breve inaugurará un
museo de Estudios Folklóricos en Catamarca, un Sitio Arqueológico de
Pinturas Rupestres en la misma provincia y otra sala en San Martín de
los Andes, que se suman a la gran cantidad de emprendimientos ya
concretados. Fuente; LaCapitalNet.
Aprosdokitos mikrotero , un pingüino enano del Eoceno de la Antartida.
Un
pingüino enano de 34 millones de años de antigüedad fue hallado en la
Antártida por investigadores del Museo de La Plata y del Instituto
Antártico Argentino. De menos de 35 centímetros de estatura, se
encontraba al oeste de la Península Antártica.
El
rescate de los fósiles se produjo en el año 2012, en los niveles
conocidos como Submeseta III de la Isla Marambio. Desde ese momento, se
inició el estudio hasta la reciente confirmación y presentación de la
nueva especie.
La
doctora Carolina Acosta Hospitaleche, investigadora del Museo de La
Plata y del CONICET, comentó que por el tamaño diminuto de su húmero,
dudamos de si este animal habría tenido alguna patología que afectase su
crecimiento, pero lo comparamos con huesos patológicos y comprobamos que
era un pingüino adulto sano”.
Bautizado como Aprosdokitos mikrotero (inesperado minúsculo), consideraron que es “sorprendente”
saber que “convivió con pingüinos gigantes que lo quintuplicaban
en estatura”, destacó la autora principal del estudio, publicado
en la revista científica alemana Neues Jahrbuch für Geologie und
Paläontologie.
Hace 34 millones de años, los pingüinos reinaban en la Isla Marambio,
con ejemplares diminutos, más pequeños que el pingüinito azul que existe
actualmente en Nueva Zelanda, que ronda los 40 centímetros de altura,
hasta ejemplares descomunales de la especie Palaeeudyptes
klekowskii que podían alcanzar los 2,20 metros, mucho más que
los 1,20 metros que puede medir el pingüino emperador que hoy habita en
algunas regiones de la Antártida.
Las
especies gigantes se alimentaban de peces de gran tamaño, por tener
picos más poderosos, en tanto que esta especie diminuta, posiblemente,
no se alimentaba de peces, sino de crustáceos. “Es posible que buscaran
su alimento en distintos nichos del ecosistema”, consideró la
especialista.
Para este nuevo estudio, compararon a los fósiles
del Aprosdokitos mikrotero con más de 400 húmeros
de pingüinos disponibles en el área de Paleontología de
Vertebrados del Museo de La Plata, que se han recolectado
durante más de 30 años de expediciones impulsadas por el
Instituto Antártico Argentino.
“Existe el consenso de que solo un pequeño grupo de los pingüinos del
Eoceno logró evitar su extinción, al emigrar a Sudamérica y, a partir de
ellos, es que existen pingüinos en la actualidad”, explicaron. Todos los
linajes que se quedaron en la Antártida terminaron desapareciendo.
En
tanto, en la campaña de 2017, la doctora Hospitaleche encontró un nuevo
fósil de pingüino enano, en un sitio mucho más antiguo, de
aproximadamente 50 millones de años. Fuente: Agencia CTyS-UNLaM.
Descubren nueva especie de mamífero en la
Antártida de 50 millones de años.
La nueva
especie, bautizada como Notiolofos regueroi, tenía el
tamaño semejante a una oveja. Paleontólogos argentinos realizaron el
hallazgo en la Isla Marambio, al este de la Península Antártica.
El
doctor Javier N. Gelfo, investigador del CONICET y del
Museo de La Plata, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que la “nueva especie
pertenece al grupo de los Litopterna, es decir, al mismo grupo de la Macrauchenia patachonica que había sido descubierta por
Darwin en 1834 y a la que hace poco le logramos extraer el ADN
mitocondrial”.
“A diferencia
de la macrauchenia, que es el último representante de este grupo de los
Litopterna, Notiolofos regueroi es uno de las primeras
especies de este mismo grupo, con una antigüedad de 50 millones de años
aproximadamente”, agregó.
Gelfo contó
que realizó este hallazgo junto a la investigadora Carolina Acosta
Hospitaleche del MLP-CONICET durante la campaña antártica de 2016:
“Descubrimos solo un diente, el último molar inferior, pero fue lo
suficientemente informativo como para estudiarlo y reconocer que
pertenecía a una nueva especie”. “Es muy interesante estudiar la
historia biológica de la Antártida, porque, en la actualidad, es el
único lugar del mundo donde no existen vertebrados terrestres”,
manifestó Gelfo. Y consideró: “No solo que no existen mamíferos
terrestres, sino tampoco aves terrestres ni reptiles; todos los
vertebrados están vinculados al ambiente marino”.
Los pocos mamíferos de la Antártida en la
actualidad son cetáceos, como las ballenas, y pinnípedos como
los elefantes marinos, los cuales se nutren y alimentan en el
mar. Pero, hace 50 millones de años, había una conexión
terrestre entre Australia, la Antártida y la Patagonia que
permitía un flujo de fauna terrestre en ambas direcciones.
El
investigador detalló que a la nueva especie descubierta en la Isla
Marambio se le conoce un pariente muy próximo: “A Notiolofos
regueroi, que pesaba entre 25 y 50 kilos, le conocemos un
pariente próximo, Notiolofos arquinotiensis, descripto en
el 2006 y que es de su misma antigüedad, pero que era mucho más grande,
porque podía llegar a pesar hasta 500 kilos”.
Notiolofos regueroi y su cercano pariente de mucho mayor tamaño
vivieron durante el Eoceno, un momento particular en la historia
evolutiva del Planeta. “En aquel entonces, aún había contacto terrestre
con la Patagonia y la temperatura en la Antártida era propicia para la
existencia de animales terrestres”, aseveró Gelfo.
Pero, hacia
el final del Eoceno, en un momento que se conoce como límite
Eoceno-Oligoceno, hace unos 30 millones de años, acontece la formación
de los primeros grandes glaciares en la Antártida y ahí comienza una
merma en las especies por el descenso de la temperatura.
“Hoy hablamos
de deterioro climático por subas de la temperatura y, en aquel momento,
el deterioro se produjo por un enfriamiento muy marcado y la aparición
paulatina de glaciares sobre el continente antártico”, analizó Gelfo. Y
continuó: “De continuar el calentamiento global, se modificaría la
fisonomía de la Antártida, hoy cubierta de hielo, y surgirían espacios
apropiados para la colonización de nuevos grupos”.
Claro que, indicó Gelfo, este cambio significaría un ascenso importante
del nivel de los mares, por lo que la mayoría de las ciudades costeras
de la actualidad quedarían bajo el agua y esto provocaría un trastorno
intenso en nuestras sociedades.
El nombre de
la nueva especie, Notiolofos regueroi, incluye un
reconocimiento al doctor Marcelo Reguero, investigador del Instituto
Antártico Argentino y director de las campañas paleontológicas a la
Antártida, según comentó Javier N. Gelfo, autor principal del estudio
publicado en Antarctic Science.
El hallazgo no solamente radicó en el
descubrimiento de una nueva especie, sino también en el hallazgo
de una nueva localidad paleontológica. “Encontramos un nuevo
sitio paleontológico en la Isla Marambio, llamado técnicamente
IAA-2/16 por las siglas del Instituto Antártico Argentino, el
número de la localidad y el año en que fue descubierta, 2016”,
precisó el paleontólogo.
“Fuimos allí
nuevamente en la campaña de este año, pero las condiciones climáticas no
ayudaron, porque hubo muchas nevadas a partir de enero”, contó Gelfo. Y
aclaró: “Si bien ya había pasado gente antes que nosotros por ese sitio,
nunca se había encontrado fósiles de mamíferos allí y por ese motivo es
que, ahora, pasó a ser una nueva localidad paleontológica”.
Patagotitan mayorum,
la criatura más grande que caminó sobre nuestro planeta.
Paleontólogos argentinos presentaron en sociedad a
Patagotitan, un megadinosaurio que vivió hace 101
millones de años en la Patagonia, donde también habitaron los
gigantescos
Argentinosaurus y
Puertasaurus. Alcanzaba los 40 metros de longitud y su peso
rondaba las 70 toneladas.
Patagotitan
superó todos los parámetros conocidos. Al elevar su cuello, podía
alcanzar una altura semejante al séptimo piso de un edificio. Pero, más
allá de sus medidas descomunales, representa un valor aún mayor para los
científicos, porque se encontraron al menos seis ejemplares de esta
nueva especie y se pudo reconstruir la mayor parte de su cuerpo.
El paleontólogo del Museo Egidio Feruglio (MEF) y del
CONICET José Luis Carballido comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “se
encontró la mitad del cuello, ocho o nueve vértebras dorsales, el sacro,
más de 30 vértebras caudales, escápulas, coracoides, costillas, el
húmero, el pubis, el fémur, por lo que pudimos hacer una reconstrucción
tridimensional de su cuerpo y una estimación muy precisa de cuánto pudo
pesar en vida”.
“Es súper interesante este hallazgo, porque los restos
que se habían encontrado de estos dinosaurios herbívoros gigantes de la
Patagonia eran fragmentarios, siquiera teníamos de ellos un fémur y un
húmero, que son los huesos que se suelen utilizar para establecer la
masa corporal de los animales extintos”, explicó el autor principal del
estudio publicado hace instantes en la revista científica
Proceedings of the Royal Society.
Con este descubrimiento en la localidad La Flecha, a 260
kilómetros al oeste de Trelew, provincia de Chubut, los paleontólogos no
solo pudieron establecer con precisión la masa corporal de esta nueva
especie a la que bautizaron como
Patagotitan, sino que también pudieron determinar las
relaciones de parentesco con otros titanosaurios gigantes que hubo en la
Patagonia.
El doctor Diego Pol del MEF y del CONICET aseguró que “el
estudio de la anatomía y las comparaciones que llevamos a cabo reveló
similitudes notables en las vértebras de
Patagotitancon otros gigantes encontrados en Patagonia,
tales como
Argentinosaurus y
Puertasaurus, que estaban también entre los dinosaurios más
grandes conocidos. Estas otras dos especies, sin embargo, eran varios
millones de años más modernas que el
Patagotitan”
“Realizamos un estudio filogenético, que consta
de un análisis computacional de las diferentes similitudes y
diferencias anatómicas de las especies de titanosaurios, el cual
es un paso indispensable para comprender la evolución de este
fantástico grupo de dinosaurios”, aseguró Pol. Y agregó: “Este
análisis confirmó las sospechas y conocer tantos detalles de la
anatomía de
Patagotitan fue una pieza clave para unir muchas
fragmentos de un gran rompecabezas“.
Carballido explicó que “como todas
estas especies gigantescas de la Patagonia estaban muy emparentadas,
relacionadas, al saber cuánto medía el
Patagotitán, pudimos aproximarnos a saber cuánto midieron el
Argentinosaurus, el
Puertasaurus y el
Futalognkosaurus”.
“Todas estas otras especies también tenían dimensiones
descomunales, apenas un cinco o diez por ciento menores que el
Patagotitan”, mencionó Carballido. En efecto, los
científicos tratan de interpretar por qué los titanosaurios
desarrollaron formas tan gigantes hacía fines del Cretácico inferior y
comienzos del Cretácico superior, hace unos 100 millones de años, en la
Patagonia argentina.
Entre perezosos gigantes y paleoaborigenes en una cueva de Neuquén.
En el sitio todo existe desde hace miles y miles de años. Al subir al
cerro que conduce a Cueva Huenul hay que pisar basalto, obsidiana y
otras piedras de origen volcánico. En su interior, un grupo de
investigadores encontraron las primeras piezas de un rompecabezas que
permiten conocer la evolución de las especies, el ambiente y el clima de
la Patagonia a través del tiempo.
“Se trata de un tesoro arqueológico que estamos estudiando desde hace
seis años. Es un lugar excepcional que ha registrado en sus sedimentos
evidencias históricas de los últimos dieciséis mil años y que marcan la
transición a nivel planetario entre la era de las glaciaciones y los
climas más cálidos que conocemos actualmente”, explica el investigador
independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la
Universidad de Cuyo, Ramiro Barberena.
Este sitio -que mide unos veinticinco metros de largo-, ubicado a lo
alto de un cerro al noroeste de la Provincia de Neuquén en la localidad
de Barrancas y conformado geológicamente por piedras expulsadas a lo
largo del tiempo por erupciones volcánicas, está repleto de huesos,
rocas milenarias, pinturas rupestres y otros elementos que confirman
como una prueba inequívoca que ese lugar fue utilizado por diferentes
especies a lo largo del tiempo, que evolucionaron o incluso se
extinguieron, pero en ambos casos dejaron huellas que aún perduran en la
Cueva Huenul.
“En nuestras excavaciones encontramos información sobre las especies
animales presentes. Hemos hallado excremento de perezosos gigantes tan
bien preservados que permitieron determinar de qué se alimentaban”,
afirma el científico.
Las investigaciones indicaron que estos animales herbívoros, que podían
alcanzar un peso de unas tres toneladas y medir dos metros de alto,
comían principalmente hojas de algarrobo y molle, entre otros arbustos
presentes en la zona.
Un gran interrogante científico y que este estudio permite develar para
esta zona de la Provincia de Neuquén es el por qué de la extinción de
los Perezosos gigantes.
“Si bien la desaparición de estos animales coincide en el tiempo con la
culminación del último periodo glacial y con el momento en el que
empiezan a colonizar Sudamérica los seres humanos, en esta región de
Patagonia nuestros registros aseveran que los hombres y mujeres que
habitaron allí, llegaron unos 1500 años después de la extinción de la
megafauna. Esto refuerza la hipótesis que señala al efecto del abrupto
cambio climático que se produjo en esos tiempos como el causante de la
extinción”, explica Barberena.
Las dataciones realizadas por los científicos indican que las primeras
personas en ingresar al interior de esta cueva, lo hicieron unos 11 mil
años atrás y desde ahí y a lo largo del tiempo, el sitio fue asiduamente
visitado.
“Los escasos artefactos, restos de comida y de fogones son algunas de
las evidencias de esos humanos que colonizaron esta región de desiertos
en Patagonia”, indica el investigador.
Sin embargo, los objetos encontrados no son el único registro. Las
paredes de la cueva aportan información a través de decenas de pinturas
rupestres; el desafío para el equipo multidisciplinario de científicos
es comenzar a decodificar sus mensajes y contrastar estas imágenes con
otras evidencias halladas en la cueva.
“Las paredes son otro documento histórico donde los humanos fueron
dejando sus marcas y sus dibujos a lo largo del tiempo. La vasta
cantidad de pinturas encontradas nos permite pensar que esta cueva no
fue utilizada solo para reparo o para la realización de comidas sino
también para actividades propias de una esfera que podemos denominar
ritual”, asegura Barberena.
Para los científicos es muy difícil poder comprender el significado
específico de las representaciones pictóricas, sin embargo, como grandes
detectives del tiempo y de la historia, fueron encontrando pistas
adentro de la cueva e incluso en otros sitios. Este hallazgo les
permitió establecer ciertas hipótesis vinculadas a la funcionalidad de
las pinturas.
“En la Cueva observamos una serie de motivos geométricos que pueden
verse también en otras zonas del norte de Neuquén. Creemos que estas
pinturas en particular no responden a un interés artístico, sino que sus
autores buscaban entablar algún tipo de comunicación. Entender por qué
estos motivos aparecen en determinados lugares y no en otros, será el
primer paso para poder descifrar el significado de la información que se
estaba transmitiendo y de este modo empezar a conocer y a interpretar la
forma de pensar de estos primeros habitantes de la Patagonia”, concluye.
A primera vista todo parece inaccesible. La localidad de Barrancas se
ubica en el límite norte de la Provincia de Neuquén, bordeando la
inmensidad de la Cordillera y los volcanes Tromen y Payún Matrú, que
asoman cercanos y terminan de decorar un paisaje que al amanecer y en
invierno, donde las temperaturas son bajas, suele tornarse gris. Sin
embargo, si la vista es más aguda, su localización sobre la ruta 40
convierte al sitio de forma inmediata en un destino de inmenso potencial
turístico.
Esta ruta, la más extensa del continente, comienza en la Provincia de
Santa Cruz y culmina en la ciudad de la Quiaca en Jujuy, paralela a la
Cordillera de los Andes.
La ubicación por un lado, pero sobretodo el convencimiento certero de
los investigadores y de las autoridades locales de que los saberes
científicos y la belleza del paisaje son cualidades que merecen ser
preservadas y compartidas con la humanidad, es el motor que los empuja a
impulsar el desarrollo de un parque arqueológico, paleontológico e
histórico y la construcción de un museo en la región.
“Este proyecto busca ser tanto para turistas como para los habitantes de
las propias comunidades cercanas: la puerta de acceso a una historia
natural de millones de años y a miles de años de historia humana que
gran parte de la sociedad aún desconoce”, describe Barberena. Fuente
Conicet.
El Museo Paleontológico de San Pedro presenta un nuevo perezoso
gigante.
El material fue hallado por el equipo del Museo Paleontológico
de San Pedro y representa un gran avance en el estudio y
comprensión de la diversidad de los mamíferos fósiles del
noreste de la Región Pampeana
El cráneo fosilizado de una especie desconocida
de perezoso prehistórico fue descubierto por el equipo del Museo
Paleontológico “Fray Manuel de Torres”, de la ciudad de San
Pedro, a 170 km al N de la Ciudad de Buenos Aires.
El fósil, que proviene de un nivel estratigráfico
ubicado a 18 metros bajo el nivel del suelo actual, fue hallado
por el equipo conformado por los Sres. Ignacio Verdón, José Luis
Aguilar, Julio Simonini, Fernando Chiodini y Luis Dzickiewicz,
integrantes del Museo, junto al joven Fausto Capre, maquinista
de la empresa “Tosquera San Pedro”, mientras éste efectuaba
trabajos de extracción de tosca a 4 km. de la ciudad.
El cráneo mide 65 cm de longitud y eso permite
inferir que perteneció a un enorme perezoso extinguido de casi 4
m de longitud. Por el tipo de fosilización que posee, la pieza
recuperada de la cantera pesa unos 25 kilogramos. Fue
descubierto en el 2009 y permaneció en la colección del Museo
esperando pacientemente una revisión en profundidad que
permitiera su más precisa identificación.
Ese estudio en detalle llegó con el trabajo del
Dr. Luciano Brambilla, del Laboratorio de Paleontología
Molecular de la Universidad Nacional de Rosario quien, al
observar por primera vez aquel fósil, comprendió que estaba
frente a algo novedoso.
En conjunto con el equipo del Museo de
San Pedro, realizó las mediciones, imágenes y relevamiento de
datos morfológicos del cráneo fosilizado para poder efectuar,
posteriormente, la comparación con fósiles de otros museos.
El Dr.Brambilla, junto al estudiante Damián
Ibarra, también de la UNR, recorrieron colecciones de Buenos
Aires, La Pampa, Santa Fe y Córdoba, donde se alojan ejemplares
fósiles similares. Revisando además, imágenes de museos de
Estados Unidos y Europa, observó, midió, fotografió y obtuvo
datos de unos 60 cráneos de perezosos fósiles tratando de
identificar la especie, pero nada se correspondía con el fósil
descubierto en San Pedro…
Las diferencias de formas y tamaño: una pista de
su peculiaridad.....Al principio se pensó que el cráneo podía
corresponder a un ejemplar de Mylodon o de Glossotherium, dos
géneros conocidos de perezosos extintos que habitaron la Región
Pampeana ya que, por su aspecto general, era a los que más se
asemejaba el fósil encontrado. Sin embargo, pronto surgieron
diferencias que llamaron la atención.
Las dimensiones del cráneo hallado fueron el
primer detalle...... Utilizando como medida de referencia la
distancia entre los cóndilos occipitales (nuca del animal) y el
primer molariforme, se midieron diferentes ejemplares de los dos
géneros conocidos, Mylodon y Glossotherium. El fósil de San
Pedro excedía en más de 14 cm el promedio tomado sobre 17
cráneos de Glosoterios, y en unos 7 cm el promedio tomado sobre
11 cráneos de Milodontes, ubicando la talla del nuevo animal
lejos del rango normal de los dos géneros investigados, sin
lugar a dudas.
Las piezas dentales del animal fueron todo un
tema.....Los Glosoterios, por ejemplo, poseían cinco dientes a
ambos lados del paladar, y los Milodontes, cuatro. Sin embargo,
el fósil de San Pedro tiene cinco piezas a cada lado de su
paladar, como en los Glosoterios, pero su aspecto general es más
cercano al de los Milodontes.
La forma de su paladar y la distribución de sus
piezas dentales parecen ubicarlo en una posición intermedia
entre los Milodontes y los Glosoterios, por lo que se podría
inferir que su dieta era herbívora, pero bastante variada e
inespecífica. Al observar la alineación de los dientes en su
paladar, se observa que mantiene el paralelismo característico
de los Milodontes, pero con la presencia de un caniniforme como
el que poseían los Glosoterios.
Comparado con los dos grandes perezosos
mencionados, el animal hallado en San Pedro presenta una
prominencia robusta y marcada delimitando la región superior y
anterior de la órbita del ojo, lo que seguramente aportaba un
detalle particular al rostro de este animal.
A todos los cráneos de Mylodon y Glossotherium
estudiados se les tomaron catorce medidas lineales de referencia
entre diversos puntos de su anatomía. De los catorce parámetros,
nueve arrojaron significativas diferencias con el fósil
recuperado en San Pedro.
La reconstrucción de la apariencia en vida de
este mamífero fósil fue realizada por el ilustrador Jorge
Portaz, para el Museo Paleontológico de San Pedro, quien fue
graficando los detalles morfológicos de la especie, surgidos del
cráneo fosilizado y sugeridos por el Dr. Brambilla y el equipo
del Museo.
El nombre de la nueva especie animal emergida de
la edad Ensenadense, será consensuado entre el Dr. Brambilla, de
la Universidad de Rosario, y el Grupo Conservacionista de
Fósiles, equipo del Museo de San Pedro. La primera parte del
nombre seguramente hará referencia a la antigüedad del fósil
descubierto con respecto a sus parientes más cercanos, ya que el
fósil posee una edad bastante mayor a los fósiles más próximos
estudiados de ese grupo de mamíferos.
La segunda parte, por expreso pedido del Museo
“Fray Manuel de Torres”, tendrá que ver con destacar la
procedencia geográfica del lugar donde fue descubierta la nueva
especie, y rendir homenaje a la ciudad de San Pedro ya que, en
los últimos 20 años, esta zona ha aportado numerosos hallazgos a
la paleontología argentina.
Hay huellas en Roca y Neuquén del
cataclismo que extinguió a los dinos.
Científicos de Río Negro y del mundo persiguen, incansables,
rastros del fenómeno que se desató tras el impacto del asteroide
con la Tierra hace 66 millones de años. Hallan rocas que cuentan
parte de esa historia en la barda norte de Roca y en Bajada de
Jagüel
Para tratar de entender las maravillas del trabajo científico y
una investigación que arrancó hace cinco años, de la mano de un
puñado de investigadores de todo el mundo, hay que tratar de
poner la mente en blanco. Después, intentar retroceder en el
tiempo. Cien años... no. Mil años atrás... no. Un millón...
tampoco. Imposible (para muchos o la gran mayoría). Tendríamos
que tratar de irnos... 66 millones de años atrás, desde el aquí
y ahora. Exactamente, cuando se produjo el choque de un
asteroide contra la Tierra.
Lo que se sabe, hace tiempo, es que el impacto tuvo lugar en
México, más precisamente en la península de Yucatán, y dejó un
cráter de 180 kilómetros de diámetro que se conoce como cráter
de Chicxulub.
Las consecuencias sobre la vida en el planeta fueron
dramáticas e incluyeron la extinción de los dinosaurios
y otras muchas formas de vida. Hace años, científicos de
todo el mundo y de diferentes especialidades estudian
rocas de esa edad buscando conocer cómo fue el clima y
otras características ambientales antes y después del
impacto y cuáles y qué tan profundas fueron sus
consecuencias sobre la vida en el planeta. He aquí, una
parte fundamental para nuestra región... (y el dato más
asombroso!)
El problema con que se enfrentan los investigadores es que no
abundan en el mundo las localidades en donde esas rocas estén
disponibles para su estudio ya que, con el transcurrir del
tiempo, se erosionaron o cubrieron de sedimentos por lo que se
encuentran a miles de metros debajo de la superficie o en el
medio del océano cubiertas por fango marino y centenares de
metros de agua.
Sin embargo, dos lugares excepcionales para estudiar estos
acontecimientos, que tuvieron lugar en el planeta mucho antes
que los seres humanos lo habitaran, se encuentran (!!!!) a pocos
kilómetros de General Roca.
Uno de ellos está en la barda Norte de General Roca y el otro en
Bajada de Jagüel, muy cerca de Auca Mahuida, en la provincia de
Neuquén.
En ambos lugares están expuestas en la superficie rocas que se
formaron en el fondo del mar que hace 66 millones de años cubría
gran parte de la Patagonia, las que contienen el nivel que
corresponde al momento preciso del impacto del asteroide,
explicó Silvio Casadío, uno de los expertos que lideró la
investigación.
En Bajada de Jagüel, la capa que se formó pocas horas después
del impacto fue identificada hace algunos años por un grupo de
geólogos y paleontólogos de la Universidad de Buenos Aires y
corresponde a los sedimentos que dejó el tsunami que se formó
entonces como consecuencia del impacto.
Desde hace cinco años un grupo de investigadores de Holanda,
Bélgica, Escocia, Italia y Argentina estudian las rocas y los
fósiles de la barda Norte y Bajada de Jagüel con la finalidad de
conocer cómo eran las condiciones climáticas antes y después del
impacto del asteroide en el norte de la Patagonia y cómo se
correlacionan estos datos con los de otras regiones del planeta.
Recientemente dieron a conocer parte de los resultados de sus
estudios en un artículo que se publicó en la revista
Paleoceanography de la American Geophysical Union. Fuente
rionegro.com.ar
El debate sobre la dieta del
megaterio.
Durante el Pleistoceno (2,59 millones de años – 10.000 a. C.),
Sudamérica era la tierra de los grandes mamíferos del género
Xenarthra. En la región pampeana hasta la zona de la
Cordillera de los Andes, vivían gliptodontes –armadillos
gigantes- y megaterios que eran similares a los perezosos
actuales pero de enormes dimensiones, que podían medir hasta 6
metros y pesar cerca de 5 toneladas. A diferencia de los
actuales, estos eran terrestres.
Los perezosos extinguidos pertenecían a más de 80 géneros,
agrupados en cuatro familias: Megatheriidae, Megalonychidae,
Nothrotheriidae y Mylodontidae y, con la excepción de
dos géneros actuales, desaparecieron hace 10 mil años. Sin
embargo, la discusión sobre su tipo de alimentación de los
Megatherium sigue hasta nuestros días. En un estudio
reciente publicado en la revista Gondwana Research, científicos
del CONICET aportan pruebas que respaldan a la hipótesis de que
esta megafauna era herbívora.
“La idea que teníamos de su dieta ha ido cambiando con
el tiempo. Originalmente se pensó que el megaterio se
alimentaba de hojas y otros restos vegetales. Esa es la
postura tradicional, sin embargo en los ’90 un
paleontólogo uruguayo, llamado Richard Fariña, a partir
de un análisis de la fauna de los otros mamíferos que
habitaban en esas comunidades y luego sobre la base de
estudios biomecánicos, sugirió que en realidad era un
carroñero encubierto que comía la carroña de los
animales que se morían”, explica Francisco Prevosti,
investigador principal en el Centro Regional de
Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica
de La Rioja (CRILAR, CONICET-Provincia de la Rioja-SEGEMAR-UNLAR-UNCA)
En este sentido, el investigador agrega que Fariña y
colaboradores basaron su hipótesis en investigaciones
paleoecológicas y biomecánicas sobre las capacidades del
megaterio para atrapar presas y consumirlas y en la supuesta
abundancia de grandes mamíferos que podían servir de alimento y
de los pocos carnívoros que podrían dar abasto para consumir esa
gran cantidad de carroña que quedaba disponible.
Esta nueva teoría abrió una nueva discusión, dado que esta nueva
hipótesis no fue del todo aceptada por la comunidad científica
ya que varios paleontólogos siguieron apoyando la hipótesis
tradicional según la cual los megaterios se alimentaban de
restos vegetales, basándose en rasgos de la anatomía del
esqueleto y también en los hábitos conocidos para las especies
vivientes, los cuales son relativamente pequeños, habitan en los
árboles y son herbívoros.
Por otro lado, se encontraron coprolitos -heces fosilizadas- de
otros grandes perezosos extinguidos, también parientes lejanos
del megaterio, como por ejemplo el milodón que habitaba en el
sur de Chile y Argentina en las que se ve que claramente estaban
formadas por plantas.
Para evaluar estas hipótesis, un grupo de investigadores de
distintos institutos del CONICET y de la Universidad de Tubinga
en Alemania estudiaron los isótopos estables de ciertos
elementos como carbono y nitrógeno que brindan información sobre
distintos aspectos de la dieta o del ambiente en el que vivían
las especies del pasado y del presente.
“Son herramientas muy buenas que complementan los
estudios anatómicos tradicionales. En los herbívoros,
por ejemplo, utilizando los isótopos estables del
carbono, se pueden si comían pasto o arbustos y por lo
tanto inferir el ambiente en el que vivieron. En cambio,
los del nitrógeno indican el porcentaje de proteínas de
origen animal que incluía la dieta, entonces es útil
para separar formas carnívoras de herbívoras, aunque
también se ven influenciados por el ambiente. En
trabajos previos, ya se habían analizado estos isótopos
en restos de megaterio y se veía que en algunos
especímenes, el valor de nitrógeno era el mismo que en
formas herbívoras, pero en otros estaban en un rango de
superposición entre formas carnívoras y herbívoras.
No cerramos del todo la discusión aunque nos parecía más
coherente la herbivoría porque asociados a esos valores altos de
nitrógeno teníamos otros mamíferos extintos que sin duda son
herbívoros”, advierte Prevosti.
Para avanzar en el estudio de la dieta de los megaterios, en
este trabajo los científicos analizaron la relación entre los
isótopos estables del carbono obtenidos a partir del colágeno
(una proteína que forma parte de la composición de los huesos,
dientes, pelos, etc.) y los preservados en los restos de
carbonatos que preservan los huesos. Los isótopos estables de
estos elementos pueden medirse en distintos tipos de tejidos,
por ejemplo en un animal viviente se puede sacar una muestra de
sangre o de huesos o un pelo. En este caso, lo que se introduce
como herramienta novedosa es la comparación de los isótopos
estables de carbono provenientes del colágeno con los carbonatos
obtenidos de los dientes.
Los restos fósiles que se analizaron se tomaron de megaterios de
la región pampeana que se encuentran en colecciones de distintos
museos principalmente de la provincia de Buenos Aires como el de
La Plata, el Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino
Rivadavia” (MACN, CONICET), el Municipal de Ciencias Naturales
Pachamama y el Histórico Municipal “Alfredo Enrique
Múlgura”.
“Me parece que la postura de que los megaterios eran herbívoros
es la más soportada por los datos que tenemos, nunca se sabe si
en el futuro, con nuevas tecnologías o restos, se va refinar o
refutar esta hipótesis. Estos estudios son útiles para entender
cómo funcionaban las faunas del pasado que incluían a estos
megamamíferos que se extinguieron al final del Pleistoceno,
entender los factores que causaron o facilitaron la extinción de
las mismas y evaluar el rol del hombre en ese evento de
extinción. Esto nos ofrece una ventana en el tiempo que brinda
información que puede ser útil para el presente y los eventos de
extinción que ocurrieron en los últimos cientos de años y los
que están en puerta”, concluye el investigador. Fuente CONICET.
Lucianovenator bonoi, un nuevo
dinosaurio del Triásico de San Juan.
El hallazgo del nuevo dinosaurio en la Cuenca de Marayes
pertenece a investigadores del Instituto y Museo de Ciencias
Naturales de la UNSJ. Se trata de un espécimen que dio origen a
las aves y es el único en Sudamérica. Su nombre reconoce a un
funcionario provincial y al baqueano cuyo apellido designa el
lugar donde fueron encontrados estos fósiles: Balde de Leyes, o
el sitio paleontológico del nuevo siglo.
Si Ischigualasto es el signo de los descubrimientos
paleontológicos en San Juan, el país y el mundo en el
Siglo Veinte -aunque su territorio sigue siendo un
riquísimo potencial de hallazgos-, sin dudas el sitio
Balde de Leyes, en el departamento de Caucete, es el signo del Siglo 21. Porque ni
bien comenzado el milenio actual, los investigadores de la
Universidad Nacional de San Juan empezaron a descubrir allí
fósiles de más de cien especímenes, incluidos reptiles voladores
y tortugas, que fueron ampliando la documentación paleontológica
hasta llegar a la actual joya: el Lucianovenator bonoi.
El Lucianovenator bonoi es el primer dinosaurio encontrado en
esa localidad caucetera. “Es un bípedo, cazador y carnívoro,
seguramente un animal muy ágil, de unos dos metros de largo y de
un peso de alrededor de 45 kilos. Existieron durante el Período
Triásico alto, la parte más nueva de ese periodo, antes de las
extinciones de animales entre el Triásico y el Jurásico,
suponemos que tiene entre 205 y 210 millones de años”, explicó
Ricardo Martínez, uno de los investigadores del Instituto y
Museo de Ciencias Naturales (IMCN) de la Facultad de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ.
El profesional dijo que el animal tiene una característica muy
llamativa, que es que posee un cuello muy largo para ser
carnívoro. Los dinosaurios carnívoros generalmente tenían
cuellos cortos. Además, esta especie tiene en las vértebras del
cuello cavidades llamadas Pleurocoelus. “Esas cavidades
alivianan, pero por otro lado por allí pasan ‘sacos de aire’.
Los sacos de aire son parte del aparato respiratorio de las
aves”, dijo Martínez. El Lucianovenator bonoi pertenece a una
familia denominada Coelophyísido. “Es el primer registro de esta
familia en Sudamérica. Se los conocía en África, América del
Norte y Asia, pero no aquí”, señaló.
Por su parte, Cecilia Apaldetti, también paleontóloga del IMCN,
comentó que luego del estudio filogenético de la especie, el
cual permite saber su relación con los demás animales,
determinaron que el Lucianovenator bonoi está relacionado con
los dinosaurios que posteriormente dieron origen a las aves.
“Tenemos conocimiento de muchos dinosaurios, pero no todos
siguieron evolucionando y dejando especies actuales como las
aves. Este particularmente sería uno de los primeros dinosaurios
que se dirigió hacia ese camino evolutivo de las aves”, indicó
la especialista. Fue así que a partir de profundos estudios de
los investigadores de la UNSJ, hoy puede saberse que la especie
es única en Sudamérica.
El nombre Lucianovenator bonoi tiene origen en dos personas.
“Lucianovenator” hace referencia a Luciano, por Luciano Leyes.
Ese apellido designa a la localidad de Balde de Leyes. Don
Luciano actualmente vive en Las Chacritas, pero viaja
constantemente a aquel terruño. En 2001 Luciano le comentó al
paleontólogo Ricardo Martínez que hacía unos 15 años su hermano,
Benito, ya fallecido, había visto unos huesos enterrados en
aquel lugar caucetero. Los Leyes habían pensado que tal vez
serían huesos de vaca, pero Martínez preguntó a don Luciano si
habían visto esos huesos en tierra blanda o en piedras. Luciano
respondió que estaban dentro de piedras. El paleontólogo le dijo
“entonces no son huesos de vaca”. Tiempo después, los
investigadores del IMCN fueron a Balde Leyes y comenzaban así su
trabajo de buscar fósiles. “Venator” significa “cazador”, en
latín. Fuente; revista.unsj.edu.ar
Reptiles voladores en el
Triasico
de San Juan.
Un equipo de investigación del Instituto y Museo de Ciencias
Naturales (IMCN) de la Universidad Nacional de San Juan
(Argentina), encabezado por Ricardo Martínez, halló, en la zona
de Marayes, en Caucete, un yacimiento con fósiles. “Lo más
llamativo fue encontrar restos de pterosaurios, es decir,
aquellos antiguos reptiles voladores del período Triásico”,
afirmó el docente.
En Marayes, a más de 150 kilómetros de San Juan Capital, los
investigadores colectaron 113 especímenes. Entre ellos,
encontraron fósiles de sauropodomorfos, que eran aquellos
animales de cuello muy largo, muy avanzados y tendientes al
grado de saurópodos -animales cuadrúpedos de grandes
dimensiones-. “También dimos con dinosaurios basales, del tipo
euroraptor, que había en Ischisgualasto (Valle de la Luna),
aunque con diferencias; además hallamos fósiles de tortugas”,
explicó Martínez.
Lo que más llamó la atención de los investigadores fue
encontrarse con los restos de pterosaurios. “Estos que
descubrimos suponemos que son norianos, es decir, del período
triásico superior.
Salvo un noriano, descubierto en Brasil hace
unos años, y que está en dudas si realmente es un pterosaurio,
el que hallamos sería el primer registro de un pterosaurio
triásico en todo el Hemisferio Sur”, remarcó Martínez.
Por las características fósiles, los paleontólogos suponen que
debe haber sido un animal volador del tamaño de una paloma.
Según el investigador, encontrar esta especie en San Juan no es
habitual, ya que los pterosaurios triásicos son conocidos en la
zona de Los Alpes, en Italia y Austria, y todos ellos se asocian
a depósitos marinos, es decir, que deben haber vivido en costas
marinas. En cambio, los restos hallados en Marayes son
continentales. “Además, encontramos antecesores de cocodrilos,
algunos muy pequeños y otros más grandes; también antecesores de
mamíferos, completos, con cráneo”, añadió el investigador.
Los paleontólogos analizaron los fragmentos de rocas traídas de
aquella localidad caucetera, es decir, calcularon su edad
absoluta y, a primera vista, suponen que esas rocas y fósiles
datan de 215 a 220 millones de años atrás. Esto indica algo muy
interesante atesorado en ese yacimiento de Marayes. Martínez lo
graficó: “Tenemos la fauna de Ischigualasto, con su importancia
por guardar restos de los dinosaurios más primitivos que se
conocen. Además, está la fauna de la formación Los Colorados, en
el extremo oriental de Ischigualasto, que es una noriana de 213
millones de años.
Entonces, existe un bache en el conocimiento sobre qué sucedió
entremedio de las dos. Hay unos mil metros de sedimento entre
unas y otras rocas. Pensamos que esta fauna descubierta podría
ubicarse entre las dos. Y si no fuera así, igual es importante
porque es un yacimiento nuevo con especímenes similares a los de
Los Colorados, pero la mayoría se trataría de animales nuevos.
Esto es muy apasionante porque se trata de animales
desconocidos”. (Fuente: Argentina Investiga)
Una flor fósil del Paleoceno de
Patagonia ofrece nuevos datos sobre la evolución de las plantas.
Un equipo científico de Estados Unidos y Argentina ha
identificado que se corresponde con el grupo de las Rhamnaceas y
ha podido profundizar en cómo fueron las conexiones de la
vegetación entre los continentes
Investigadores de la Cornell University (Estados Unidos), de la
Universidad Nacional del Comahue y del Instituto de
Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente (INIBIOMA-CONICET)
de San Carlos de Bariloche, Rio Negro (Argentina) y de la
Universidad Estatal de Pennsylvania (Estados Unidos) han
estudiado flores fósiles halladas en rocas de 64 millones de
años en la denominada Formación Salamanca, en la Patagonia
(Chubut, Argentina).
El objetivo ha sido identificar a qué grupo de plantas se
corresponden y de esa forma conocer hace cuánto que existen en
la Tierra y cómo fueron las conexiones de la vegetación entre
los distintos continentes. El trabajo acaba de publicarse en la
revista 'Plos One'.
El estudio tiene su origen en algunos fragmentos de los más de
2.500 materiales fósiles vegetales hallados durante los estudios
de doctorado de Ari Iglesias, investigador de la Universidad
Nacional del Comahue en el Instituto de Investigaciones en
Biodiversidad y Ambiente INIBIOMA-CONICET, en la Formación
Salamanca, una unidad geológica de gran relevancia en las
interpretaciones geológicas y paleontológicas del Hemisferio
Sur.
Según explica a DiCYT el investigador, antes de los estudios
realizados por su equipo no se conocía muy bien la edad de esta
unidad y tampoco su composición vegetal. “En el Hemisferio Sur
rocas de esta edad (64 millones de años) son muy escasas y su
estudio muy importante, ya que corresponde al periodo de tiempo
más antiguo que se conoce para la era Cenozoica, justo al que
siguió a una gran extinción masiva a nivel global”, subraya.
Existen muy pocos registros en el mundo de lo que ocurrió
después de esta gran pérdida de finales del periodo Cretácico,
cuando más del 70 por ciento de la flora y fauna del planeta se
extinguió. Además, precisa, los materiales de flores son muy
poco comunes en el registro fósil pese a que pueden brindar un
detalle mucho más indicativo de las especies o grupos de plantas
que vivieron en el pasado, más que el registro del polen o las
hojas y maderas fósiles.
“El estudio de los fósiles y los sedimentos de la Formación
Salamanca en Patagonia resulta clave para entender los procesos
que llevaron a la evolución de las plantas y animales hasta
nuestros días. Poseen el potencial de explicar cómo es que se
llega a una diversidad tan enorme en el Neotrópico y la
distribución de los mismos grupos vegetales, actualmente tan
distantes, en Australia y América del Sur”, apunta Iglesias.
Durante las campañas de campo en Patagonia realizadas entre el
2005 y el 2012, los investigadores pudieron recopilar varias
flores fósiles que se preservaban dentro de rocas, aplastadas en
forma de lajas.
Los materiales, muy pequeños, tuvieron que ser
limpiados de sedimento que lo cubría, bajo lupa y con
herramientas similares a las de los dentistas, un proceso que
fue realizado en el Museo Egidio Feruglio de la ciudad de Trelew
(Argentina).
Después, los materiales fueron fotografiados con cámaras
digitales conectadas a las lupas y algunos materiales observados
bajo luz fluorescente y microscopía electrónica para observar
los caracteres más pequeños. Al mostrar cada fósil una cara
diferente de la flor, los científicos pudieron realizar una
reconstrucción completa. Fuentes; Cristina G. Pedraz/DICYT
Científicos sugieren la
existencia de un gran cráter en las Islas Malvinas.
En el mundo existen unos 200 grandes
cráteres de impacto asociados a meteoritos y a eventos de
extinción a lo largo de la historia terrestre.
Uno de los más grandes es el que los
científicos describen ahora en un artículo de la revista Terra
Nova, situado en las Islas Malvinas en el Atlántico Sur, y que
de confirmarse estaría entre los más grandes del mundo.
Su diámetro tendría unos 250
kilómetros, comparable al famoso cráter de Chicxulub,
descubierto en la Península de Yucatán hace casi cuatro décadas,
y su análisis por los investigadores ha revelado características
que lo relacionan con el impacto de un asteroide, e incluso con
el evento de extinción del Pérmico, que acabó con el 90 por
ciento de las especies del planeta.
La investigación se centra en las
características geofísicas de una gran cuenca submarina situada
en la meseta de las Malvinas, que forma parte de la plataforma
continental patagónica, al noroeste de la isla Gran Malvina, la
segunda en extensión del archipiélago.
El análisis de los perfiles de
reflexión sísmica marina de la zona, de la gravedad y el
magnetismo, sugiere que la cuenca posee rasgos consistentes con
los cráteres de impacto causados por colisiones de asteroides.
En particular destaca una anomalía,
caracterizada por la disminución de la fuerza de la gravedad
sobre la zona. Esta anomalía negativa está rodeada por otra
positiva en forma de anillo donde la fuerza de la gravedad y el
magnetismo aumentan, muy similar a la observada en Chicxulub.
Los análisis también indican que la
cuenca está enterrada por sedimentos de baja densidad más
jóvenes, lo que sugiere que se rellenó mucho antes que su
entorno, y que no tiene expresión topográfica en el
actual fondo marino.
Según los científicos el cráter las
Malvinas se remontaría a la Era Paleozoica tardía, hace
aproximadamente 270-250 millones de años, lo que lo relaciona
con el evento de extinción masiva del Pérmico-Triásico, también
conocido como
Gran mortandad, y que es la mayor extinción ocurrida
en la Tierra, llevándose por delante al 95 por ciento de las
especies marinas y al 70 por ciento de los vertebrados.
Justo hace un año otro equipo encontró
en Australia evidencias del impacto de un gran asteroide, el
segundo más antiguo conocido, que habría colisionado con la
Tierra al principio de su existencia..
Fuentes: Geophysical evidence for a large impact structure on
the Falkland (Malvinas) Plateau (Maximiliano C.L. Rocca et al.)
/ IBTimes / Phys.org.
La Patagonia estaba separada del
continente por un mar antiguo.
Así lo revelan vestigios que hallaron un grupo de investigadores
del MEF y estadounidenses que concentraron su trabajo en la
cordillera del Chubut, donde obtuvieron muestras de
invertebrados marinos de entonces, hoy transformadas en
montañas.
El dato fue confirmado en diálogo con Télam por la paleontóloga
Alejandra Pagani, quien depende del Conicet (Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas) y desarrolla su
actividad en el Museo paleontológico Egidio Feruglio de Trelew (MEF).
"En el lugar donde actualmente está la región de Sierra de
Tepuel, unos 100 km. al sur de Esquel, se encontraron evidencias
de invertebrados marinos que existían incluso antes que los
dinosaurios, por lo que esos fósiles serían una demostración de
que en ese punto había un mar que desapareció" con la irrupción
de la cordillera que unió a la Patagonia con el continente,
describió Pagani.
El equipo de investigadores encontró restos de braquiópodos,
bivalvos, gastrópodos, corales, briozoos, crustáceos
microscópicos, hyolithes, restos de trilobites, lirios de mar y
escamas de peces.
Pagani inició el trabajo de investigación
de campo en la década pasada pero desde el 2012 se sumaron a la
tarea becarios y estudiantes de posgrado del Departamento de
Geociencias de la universidad de Wisconsin-Milwaukee (EEUU),
quienes se integraron al grupo de investigadores locales.
La doctora Pagani considera que "las sierras donde concentramos
nuestra actividad tiene un potencial muy grande porque hay
muchas muestras de restos que demostrarían la presencia allí de
invertebrados, caracoles y bivalvos dando evidencias que allí
había un mar 200 millones de años antes que los dinosaurios
poblaran el mundo".
Los restos no son comparables con invertebrados de nuestra época
porque además de haberse extinguido con el paso del tiempo,
tampoco es posible cotejarlos o emparentarlos con ninguna
especie que hoy esté sobre el planeta, al menos que se conozca.
"Toda esa zona era un inmenso mar y creemos que estaban
sometidos, en procesos geológicos de millones de años a
transgresiones o ingresiones marinas, es decir que el mar
ingresaba y retrocedía según los períodos glaciares, creando una
orilla de mar fluctuante" explicó la doctora en paleontología.
Se estima por otra parte que el emplazamiento de la "patagonia
insular" estaba más al sur y sometida a condiciones de
temperatura extremadamente bajas.
En diálogo con Télam, la especialista explicó que el estudio no
es "solamente la generación del conocimiento que es una virtud
en sí mismo sino el conocer la historia de la vida y de la
geología de la tierra, porque eso nos puede ayudar a comparar
períodos más recientes incluso cuando no estaba el hombre
interviniendo en la dinámica del clima lo cual nos daría muchas
pistas".
En tiempos del paleozoico ocurrieron períodos glaciares "como la
era del hielo" -aclara Pagani para hacerlo más práctico- que
están claramente representadas en la orografía de la zona.
El trabajo colaborativo es reconstruir las comunidades a lo
largo del tiempo y poder compararlas con otras de la misma edad
en otras regionales del mundo.
"Con más campañas y estudios en la región, podremos tener una
mejor idea de cómo era el mar en el pasado y entender el
funcionamiento de los ecosistemas antiguos" explicó. Fuente
diariojornada.com.ar
Diversos hallazgos de fósiles en
yacimientos petroleros en Neuquén.
Diversos hallazgos de fósiles en cercanías de las ciudades de
Senillosa y Añelo fueron informados por la Subsecretaría de
Cultura de Neuquén, la mayoría de ellos concretados en lugares
donde hay actividad de exploración petrolera.
Los hallazgos se difundieron a través del Departamento de
Paleontología de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural,
que sigue las tareas de campo para atender denuncias de
hallazgos paleontológicos realizadas por vecinos y trabajadores
de empresas petroleras.
El primer hallazgo se realizó en el yacimiento concesionado a
TecPetrol, “Los Bastos”, a unos kilómetros al noroeste de la
ciudad de Senillosa. En el lugar se rescataron numerosos
materiales fósiles expuestos, tanto sueltos como incluidos en la
roca madre, propios de un ecosistema de más de 85 millones de
años atrás.
Durante los trabajos de campo se rescataron varios fragmentos de
huesos fosilizados de dinosaurios saurópodos (herbívoros), y se
armaron bochones de yeso y arpillera para asegurar la
preservación de otros fósiles in situ.
Además, se realizó una
exploración preliminar de otros sectores de bardas y de viejas
picadas sismográficas, que ha consentido registrar ulteriores
hallazgos paleontológicos y marcar nuevos sitios para futuras
prospecciones.
La segunda denuncia de hallazgo se atendió en el yacimiento YPF
de “El Orejano”, a unos kilómetros al noreste de la ciudad de
Añelo, en proximidad de la RP Nº7. En el lugar se encontraron
varios fósiles de vertebrados, probablemente de dinosaurios
saurópodos, la mayoría fragmentados y en mal estado de
preservación, y restos de troncos fosilizados.
Sin embargo, en la ladera de una pequeña loma, se registró un
extenso nivel fosilífero con varios huesos largos de
dinosaurios, los que necesitarán una rápida intervención para
preservar su integridad y las informaciones útiles a futuras
investigaciones. El hallazgo se realizó gracias a las
indicaciones de unos trabajadores del sector y permitió
gestionar con la empresa YPF las medidas necesarias para mitigar
el impacto sobre el patrimonio paleontológico.
La tercera localidad recorrida fue en proximidad de Aguada San
Roque, unos kilómetros al noreste de la ciudad de Añelo. En dos
distintos sitios se corroboró la presencia en superficie de
numerosos troncos petrificados, de gran porte y en algunos casos
con la estructura interna bien preservada.
Estos hallazgos permitieron ampliar el conocimiento sobre la
flora presente millones de años atrás en el sector cercano a la
zona del Auca Mahuida. Fuente diariamenteneuquen.com.ar
Bonapartesaurus rionegrensis un
nuevo hadrosáurido en la Patagonia.
Abr.
Los hadrosáuridos son un clado de dinosaurios herbívoros que
podemos encontrar en prácticamente todos los continentes, salvo
África y Australia. En Argentina son conocidos desde hace varias
décadas. La primera especie que se describió fue
Secernosaurus koerneri y lo hizo el paleontólogo Brett-Surman
en 1979.
Desde que se describió Secernosaurus la
paleobiodiversidad de este clado de dinosaurios ha
sufrido de diferentes interpretaciones. Hasta el año
2016 habían descritas cuatro especies: Secernosaurus, Kritosaurus australis (Bonaparte, Franchi,
Powell & Sepúlveda, 1984), Willinakaqe
salitralensis (Juárez Valieri, Haro, Fiorelli &
Calvo, 2010) y Lapampasaurus cholinoi
(Coria, Riga & Casadío, 2013). Pero en 2010
Kritosaurus y posteriormente en 2016
Willinakaqe fueron propuestas como especies no
válidas (ver Prieto-Márquez & Salinas, 2010;
Cruzado-Caballero & Coria, 2016). Quedando de esta forma
sólo dos especies válidas para Argentina
Secernosaurus y Lapampasaurus.
En el marco del proyecto de investigación de la Dra. Penélope
Cruzado Caballero sobre el estudio de los restos de
hadrosáuridos de Argentina se trabajó con unos huesos que fueron
excavados en la década de los 80 por el paleontólogo Jaime
Powell y coautor de la especie nueva. Estos restos proceden de
un yacimiento denominado Salitral Moreno y se localiza en las
cercanías de la ciudad de General Roca (provincia de Río Negro).
Estos huesos representan la mitad posterior de un individuo
adulto y fueron encontrados en conexión anatómica, es decir, en
la misma posición en la que estuvieron en vida del animal.
Dichos restos fueron presentados por Powell en el X Congreso
Geológico Argentino de 1987 como posibles restos del primer
lambeosaurino (hadrosáurido que tienen una cresta hueca sobre su
cabeza) de Argentina.
Poco después quedaron en el olvido hasta que Juaréz
Valieri y colaboradores lo incluyeron en 2010 dentro del
paratipo de la especie Willinakaqe. Con la
resiente invalidez de Willinakaqe los
paleontólogos Penélope Cruzado Caballero y Jaime Powell
decidieron re-estudiar dichos materiales. Como resultado
de la investigación se estableció que los restos
pertenecían a una especie nueva de hadrosaurino (hadrosáurido
que no tienen cresta o tienen una cresta sólida sobre la
cabeza) diferente a Willinakaqe y a la que
han denominado Bonapartesaurus rionegrensis.
Bonapartesaurus es un representante de los
dinosaurios hadrosaurinos y está emparentado con las especies
norteamericanas Prosaurolophus maximus y
Saurolophus osborni y la especie asiática
Saurolophus angustirostris. Quienes conforman la tribu
Saurolophini. De esta forma Bonapartesaurus se
convierte en el primer representante de dicha tribu para
Argentina. Fuente; Somosaguas.
Cuatro nuevas especies fósiles homenajean a la gestión K.
Abr.
Según contó la ex mandataria a través de Telegram, Twitter
y Facebook, el lunes recibió la visita en el instituto Patria de
dos científicos que le hicieron un regalo muy particular.
Julián Petrulevicius, licenciado en Biología, doctor en Ciencias
Naturales e investigador del Conicet, y Pedro Gutierrez, doctor
en Ciencias Geológicas de la UBA e investigador del Conicet, le
llevaron un cuadro con una de las libélulas milenarias que
hallaron el año pasado en La Rioja.
Los insectos de seis alas, a diferencia de las cuatro de las
libélulas actuales, datarían de hace 325 millones de años
y son los más antiguos especímenes encontrados junto a otro en
República Checa.
Sin embargo, esto no eslo más llamativosino el
nombre que recibieron de parte de Petrulevicius y Gutierrez: las
llamaron “Argentinala cristinae”, “Tupacsala
niunamenos” y “Kirchnerala treintamil” en
apoyo a estas causas y dirigentes.
Por otro lado, cuatro científicos del
Conicet descubrieron que un fósil guardado en un
museo pertenecía a una nueva especie de Ñandú. Al nuevo animal
lo llamaron
Opisthodactylus kirchneri,
en homenaje al expresidente
Néstor Kirchner."Cuando empezamos la investigación creímos que el
nombre era un simple homenaje, hoy resulta una gratificante
obligación de sentar posición en un momento tan difícil para la
ciencia", explicó a
El Destape Jorge Noriega, el investigador de
Conicet y decano en la Universidad Autónoma de Entre Ríos que
lideró la investigación.
El trabajo fue publicado por la prestigiosa
revista
Journal of Vertebrate Paleontology y les llevó a
los investigadores más de cinco años. "Durante ese tiempo
entrecruzamos las caracterìsticas del fósil con las de otros
animales que se habían encontrado. Tras un largo análisis
pudimos determinar que se trataba de una especie única de
Ñandú", explicó Noriega.
En la presentación de la investigación explican
el nombre del descubrimiento: "En honor al Presidente de
Argentina Néstor Kirchner (1950-2010) por sus logros en la
promoción de los derechos humanos y la libertad de expresión y
sus duraderas contribuciones al desarrollo de la ciencia en su
país de origen.
Los hábitos de caminar deOpisthodactylus kirchneri
representan una metáfora de la ardua tarea que
emprendió Néstor de poner a nuestro país a caminar por un
sendero que conduce hacia la independencia económica"
Además de Noriega, en la investigación
también formaron parte el investigador del Conicet Juan
I. Areta y los becarios también del Conicet Emilio A.
Jordan y Raúl I. Vezzosi.
"El material fósil había sido encontrado
en la década del 40 por un naturalista y permaneció en
el Museo Florentino y Carlos Ameghino de Rosario hasta
que hicimos un análisis preliminar en 2012", explicó
Noriega.
Luego se inició el proceso de investigación con
otros fósiles y también ñandúes vivientes para establecer su
parentesco. La especie existió hace unos ocho millones de años.
La investigación quedó terminada y fue recientemente publicada.
"No llegamos a presentarla antes del balotaje que era nuestro
objetivo, lo hacemos ahora que es menester dar testimonio en
momentos tan complejos para el país", cerró Noriega. Fuente
Unidiversidad.
Reconocimiento científico
internacional para ENCUYO.
Abr.
El artículo "Un gigantesco nuevo dinosaurio de Argentina y la evolución
de la pata trasera de los saurópodos", publicado en 2016, fue
uno de los 100 mejores de la revista "Mega Journal" Scientific
Reports de Nature y tuvo 11 160 vistas. El equipo es liderado
por Bernardo González Riga, director del Laboratorio de
Dinosaurios de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
Investigadores argentinos, entre ellos el
mendocino doctor Bernardo González Riga, investigador
independiente del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (Conicet) y director del Laboratorio de
Dinosaurios de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN)
de la Universidad Nacional de Cuyo, fueron distinguidos en un
ranking mundial de publicaciones científicas por el
descubrimiento y estudio de uno de los dinosaurios más grandes
del mundo. Se trata del árticulo publicado en el "Mega
Journal" Scientific Reports de Nature llamado "Un
gigantesco nuevo dinosaurio de Argentina y la evolución de la
pata trasera de los saurópodos", que fue considerado entre los
100 más importantes de 20 mil que publicó esa revista en el año
2016.
El artículo, distinguido a nivel
mundial por una de las revistas más prestigiosas del
mundo, comprende el estudio sobre el descubrimiento de
Notocolossus gonzalezparejasi, uno de los
tres dinosaurios más grandes del mundo. Este hallazgo
realizado por Bernardo González Riga proporcionó
información clave sobre la anatomía de la extremidad
trasera de los titanosaurios gigantes. Los huesos
fósiles de
Notocolossus fueron hallados en el sur de la
provincia de Mendoza en rocas de fines del período
Cretácico, cuya antigüedad se estima en 86 millones
años.
El investigador se refirió al reconocimiento y
afirmó que "es un logro muy importante, es una de las cosas que
más espera un investigador. No sólo fue impactante por el tamaño
del fósil, sino también porque el estudio ha sido reconocido
como una obra valiosa para la comunidad científica, todo el
equipo ha sido distinguido. El
Notocolossus es uno de lo más pesados que habitaron
la tierra; estimamos 60 toneladas y 35 metros de largo. Esto es
muy importante para la región y para la ciencia".
El estudio de este ejemplar fue realizado en
el Laboratorio de Dinosaurios creado por González Riga junto a
su equipo, "polo de investigación, docencia, divulgación
científica, transferencia social y preservación de bienes
fosilíferos en Mendoza". El científico se encuentra también
investigando estas especies en otros países, como Chile, Brasil
y Estados Unidos, integrando equipos con colegas de otras
nacionalidades.
"El laboratorio cuenta con proyección
internacional, con un grupo de estudiantes numerosos y
muy entusiastas por seguir esta línea de investigación,
entonces creemos que es importante lograr un apoyo
institucional, no sólo de la UNCUYO y del Conicet, sino
también de otras instituciones para que nosotros
logremos relacionar y entrelazar lo que es la
investiagación con la docencia y la transferencia,
aspectos que a veces están un poco separados en nuestra
sociedad".
El equipo
distinguido estuvo compuesto, además, por el paleontólogo
norteamericano doctor Matt Lamanna, curador del Museo Carnegie
de Historia Natural de Pittsburgh, de Estados Unidos, y otros
tres paleontólogos argentinos, dos de ellos integrantes del
Laboratorio de Dinosaurios de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales de la UNCUYO: el licenciado Leonardo Ortiz
David, becario doctoral del Conicet y profesor de la FCEN, y el
licenciado Juan Coria, curador del Laboratorio de Dinosaurios y
también profesor de la FCEN. El equipo se completa con el
doctor Jorge Calvo, director del Centro Paleontológico Lago
Barreales de la Universidad Nacional del Comahue,
de Neuquén. Fuente: Unidiversidad.
Hallan huevos de dinosaurio con
embriones en Neuquén.
Abr. Fueron
encontrados en un sitio denominado "Auca Mahuevo", en cercanías del
paraje Aguada San Roque, con similares características a los encontrados
en 1997 en el cerro Auca Mahuída, "Zona Natural Protegida" de la
provincia.
Huevos de
dinosaurio con embriones en su interior, que tienen una antigüedad de 70
millones de años, fueron hallados en un sitio denominado "Auca Mahuevo",
en cercanías del paraje Aguada San Roque, 160 kilómetros al noroeste de
Neuquén, con similares características a los encontrados en 1997 en el
cerro Auca Mahuída, "Zona Natural Protegida" de la provincia.
El hallazgo, que fue reportado hace varios años por un
"criancero" (pequeño productor de chivos y ovejas) de la zona,
se conoció esta semana durante una exposición de la directora
provincial de Patrimonio Cultural de Neuquén, Claudia Della
Negra, para pobladores de Aguada San Roque.
"Auca Mahuevo es un sitio donde aparecen huevos de dinosaurios
en nidos y a su vez asociados a esos restos aparece fauna que
eran los que comían los huevos", explicó a Télam Della Negra, al
culminar el encuentro en San Roque con autoridades y vecinos de
este pequeño paraje rural de Neuquén.
La
funcionaria explicó que "la idea es generar el "Parque Paleontológico"
como un lugar de visita turística aunque la prioridad es preservar este
sitio para las futuras generaciones".
Della Negra indicó que "se va a mostrar y además se va a generar en
Aguada San Roque un Centro de Interpretación y un museo en Añelo" y
agregó que "todo esto complementa lo que es la puesta en valor del
patrimonio arqueológico y paleontológico de la zona".
La directora de Patrimonio Cultural que a su vez es arqueóloga, dijo que
"esto también se asocia con Auca Mahuida que es el Área Natural
Protegida donde se está trabajando con pinturas rupestres que está más
al norte del Parque Paleontológico".
La funcionaria precisó que el sitio Auca Mahuevo tiene más de 70
millones de años y está vigilado por quienes viven en el lugar con un
guardia pagado por el Estado para preservarlo, e indicó que "las
investigaciones recibieron aportes de National Geographic, CONICET y de
Zaragoza (España) para hacer el análisis de los materiales".
"El sitio era un pantano que en su momento fue tapado por las aguas muy
suavemente y esto hizo que el sedimento cubriera y ahogara a los
embriones dentro de los huevos, se sedimentó porque salió del Volcán
Auca Mahuida diez millones de años después", señaló.
Della Negra explicó que "ese sedimento volcánico tapó estos
sedimentos y luego la erosión del viento y del agua lo dejó al
descubierto y es lo que ahora podemos disfrutar en las nidadas".
"Se están investigando los embriones completos y se pudo hacer
un análisis de la piel embrionaria y de la dentadura", añadió.
Al frente del equipo de investigadores está el paleontólogo
Rodolfo Coria, quien también trabajó en el rescate del sitio de
"nidadas" localizado en el Cerro Auca Mahuida, cerca de la
localidad de Añelo.
Della
Negra hizo hincapié en la preservación del lugar y en la cantidad de
recursos paleontológicos que tiene parte del territorio provincial.
"Pedimos siempre a cualquier persona, sea trabajador, criancero, turista
que si encuentra algo no lo levante del lugar y si encuentra pinturas
las deje intactas, que no le haga grafitis arriba porque cualquier
denuncia de un hallazgo es importante porque puede ser fortuito pero
puede tener una relevancia muy grande como en este caso (los huevos),
que tiene trascendencia internacional".
El Parque Paleontológico de Auca Mahuevo formará parte del 'Shale
Tour-Vaca Muerta', que anunció el gobierno local para aprovechar las
riquezas paisajísticas, culturales y paleontológicas de la formación que
se conoce en el mundo por el desarrollo de yacimientos de petróleo y gas
no convencionales de la provincia de Neuquén. Fuente; Telam.
Miramar, tierra de Gigantes
Prehistóricos.
Marz.
Mientras los niños juegan en la arena y los padres
comparten unos mates bajo el sol en la playa, a
centímetros de ellos hay historias milenarias que
esperan ser descubiertas y contadas.
No es sorpresa que en Miramar se hagan hallazgos
paleontológicos de repercusión internacional, o así al
menos es lo que viene sucediendo desde que Florentino
Ameghino visito la ciudad en 1908 generando hallazgos y
teorías que aún son utilizadas en toda América.
Recientemente se hallaron y recuperaron restos óseos de
gran tamaño pertenecientes a gigantescos animales ya
extintos que deambulaban por lo que hoy es la ciudad de
Miramar, a pocos metros del muelle de pescadores, y a
1,5 kilómetros de la zona céntrica de la ciudad.
Especialistas del Museo Municipal Punta Hermengo,
dependiente de la Secretaria de Turismo y Cultura de la
Municipalidad de General Alvarado, comenzaron el año con
el hallazgo de restos fósiles de Perezosos gigantes que
vivieron en esta zona hace algo más de 100 mil años.
Paralelamente cuando la prensa mundial hablaba del hallazgo de
un cráneo y otros restos fósiles de un Promacrauchenia, también
encontrados por el museo local a unos 4 kilómetros de este
sitio, el personal del Museo de Miramar realizaba otro hallazgo
paleontológico excepcional.
Durante los últimos días de diciembre ocurrió una sudestada,
algo poco frecuente para esta época. El mar había retirado gran
parte de la arena de la playa a pocos metros del muelle de
pescadores de la ciudad balnearia, dejando a simple vista, un
afloramiento geológico en el cual asomaban unos restos óseos de
pocos centímetros y de color negro.
En ese momento, Mariano Magnussen, integrante del museo
observaba el sitio desde el lado norte y Daniel Boh observaba
desde el lado sur, y encontraron restos de por lo menos cinco
individuos semi articulados e incompletos de perezosos gigantes.
Se comenzaron las tareas de excavación, pero esas pequeñas
“manchas negras” en los acantilados, se convirtieron en enormes
huesos de Lestodontes, conocidos científicamente como Lestodon
armatus, un perezoso gigante que habito en esta zona, cuando el
área era un gran pantanal que albergaba grandes criaturas ya
desaparecidas, a muchos kilómetros de la playa costera de
entonces, ya que la playa en ese momento se encontraba a unos
200kilometros mar adentro de su ubicación actual.
Sin dudas, Miramar, conocida como la ciudad de los niños y la
familia, atesora unos de los yacimientos fosilíferos más ricos
del mundo correspondientes a los últimos 4 millones de años.
Justamente el sabio Florentino Ameghino, el primer gran
científico sudamericano fue quien publico la riqueza de esta
zona, cuya extensa bibliografía de los hallazgos en la ciudad
balnearia se encuentra en las bibliotecas universitarias de todo
el mundo.
Posteriormente científicos de gran prestigio del Museo de
ciencias naturales de Buenos Aires y La Plata dieron sus
maravillosas contribuciones. Hoy en día, el Museo local
resguarda principalmente los hallazgos realizados en los últimos
30 años por equipos locales.
En estos momentos solo exhibimos en nuestro museo algo menos del
10 % de la colección total que poseemos, pero a pesar de ello,
mostramos al público una importante diversidad de formas
extintas de nuestra región, sostuvo Mariano Magnussen.
El Lestodonte
era un gran herbívoro, el cual recogía su comida a orillas de
los pantanos o cauces fluviales, y era el tercer animal
continental de mayor tamaño, después del Megatherium (otro
perezoso) y del Stegomastodon (elefante sudamericano), argumento
Daniel Boh.
Su cráneo tenía una región rostral muy ensanchada. Los huesos de
sus miembros eran grandes y gruesos. Su dentición era simple,
pero resaltaban hacia afuera de la boca unos colmillos muy
grandes, lo que se convertía en una defensa contra los posibles
depredadores. Su masa estimada es de 2,5 toneladas. Tenía 1,80
de ato y 4 metros de largo.
Daniel Boh, detallo; “en pocos metros se recuperaron días atrás
restos fósiles de al menos cinco individuos, incluyendo
mandíbulas, fémures enormes, articulaciones, falanges, vertebras,
costillas entre otros, sumado al material que ya se encontraba
en el museo, podemos decir que podemos armar un esqueleto
completo de este gigante extinto”.
Por su lado Mariano Magnussen comento a los medios; “Este sitio
es paleontológicamente fascinante y único, ya que ha aportado a
la ciencia mucha información por más de un siglo. Nosotros en el
museo de Miramar hemos recuperado todo un ambiente, es decir, un
ecosistema extinto a metros de la urbanización. Sabemos que el
Lestodonte vivió con muchos otros animales, ya que recuperados
fósiles de Toxodontes, Mastodontes, Caballos americanos,
Megaterios, Scelidoterios, Macrauchenidos, roedores, peces,
reptiles, aves, escarabajos, hormigueros y hasta huellas
fosilizadas de varios animales, entre ellos las únicas conocidas
de un Smilodon o tigre dientes de sable”.
Los fósiles que fueron recuperados luego de una prospección
paleontológica luego de varios días de trabajo, fueron levados
al Museo Punta Hermengo, dentro del Bosque Vivero y fueron
procesados químicamente para su preservación, tarea, que contó
con la colaboración de Francisco De Cianni, cuyas piezas serán
estudiadas en conjunto con investigadores de la Fundación Azara,
y Gisel Sánchez, quien realizó el registro fílmico y fotográfico
durante las tareas de excavación
En este momento, el público puede ver en la sala de
paleontología regional restos de Lestodonte recuperados en
campañas anteriores, como el cráneo, un brazo completo y un
voluminoso fémur, mientras los más curiosos pueden observar
(puertas adentro) como se procesa y trabaja el material, Luego
es registrado como lo establece la ley 25.743 nacional y la
ordenanza municipal 248/88 que protege los yacimientos
fosilíferos y colecciones paleontológicas en el Partido de
General Alvarado.
Ahora ya saben, si visitan las hermosas playas de Miramar,
recuerden que hace mies de años, Ahí mismo, vivieron criaturas
gigantes, cuyas evidencias fósiles de su paso por esta zona, se
encuentran en el Museo Municipal de la ciudad balnearia.
Video sobre el hallazgo de restos fósiles de
perezoso gigante llamado Lestodonte. Museo
Municipal Punta Hermengo de Miramar.
Hallan fósiles de
Neolicaphrium recens en Termas de Rió Hondo.
Marz. Recientemente dieron a conocer una
publicación científica “El primer registro del
Neolicaphrium recens, Frenguelli, 1921 (Mammalia,
Litopterna) en los depósitos del Pleistoceno del río Dulce,
departamento de Rio Hondo, Santiago del Estero, Argentina”
El registro más
septentrional y más occidental de la especie, ampliando así
su distribución.Los datos geológicos sugieren que el material proviene del pleistoceno, es decir, de los últimos 2 millones de años.
En el año 2015, el Museo
Municipal Rincón de Atacama de Termas de Rio
Hondo y el Museo Municipal Punta Hermengo de
Miramar, dieron a conocer restos fósiles de otro
proteroterio que vivió durante el
Mio- Plioceno (5 millones de años) anterior a
este último, procedente de Las Cañas.
Eran animales con aspecto de
caballo, que vivieron entre el Oligoceno y el
final del Pleistoceno (Neolicaphrium
recens, el último representante de losproteroteríidos).
Hubo otra familia de meridiungulados,
perteneciente al suborden de los Notoungulata que también
presentaron formas semejantes a los caballos. La difusión de
las planicies abiertas por todo el continente sudamericano
contribuyó a la evolución de unos animales corredores de
estructura ligera.
Animales de pequeño y mediano tamaño que por
su aspecto y sus proporciones eran caballos en miniatura,
como ocurrió después paralelamente entre los équidos
arcaicos. Los primeros proteroterios tenían un dedo central
muy grande en cada pie, y dos laterales más pequeños que
apenas tocaban al suelo, algo similar a lo que ocurre en las
patas traseras de los jabalíes actuales.
Isaberrysaura mollensis,
el nuevo dinosaurio patagónico con el estómago lleno.
Marz. El descubrimiento sugiere que el pequeño dinosaurio,
perteneciente al período Jurásico en la Patagonia, devoró
las semillas en vez de tomarse el tiempo necesario para
masticarlas.
Un reciente descubrimiento del período Jurásico en la
Patagonia muestra ahora la última comida de un dinosaurio,
fosilizada en sus entrañas. El hallazgo corresponde a una
nueva especie de dinosaurio, llamada Isaberrysaura
mollensis, y proviene de uno de los principales
grupos de dinosaurios llamados Ornithischia - los lagartos
con forma de pájaro, (no el linaje de dinosaurios que llevó
a las aves). El herbívoro de 5-6 metros de largo habitaba
los deltas de la hoy provincia de Neuquén, en Argentina, en
la primera parte del Jurásico.
El nuevo dinosaurio se parece un poco a un
estegosauro temprano, pero el análisis extenso de su
anatomía muestra su más estrechamente relacionado
con los antepasados tempranos de dinosaurios tales
como Iguanodon e Hypsilophodon. Lo más especial de
este descubrimiento, sin embargo, es que parte de su
última comida se conserva todavía después de 180
millones de años en el espacio donde antes estaba su
tripa, un órgano que hace mucho tiempo ha
desaparecido.
<<<< Ilustración de
Nobu Tamura.
El nombre Isaberrysaura no tiene nada que ver con las bayas,
pero es en honor de Isabel Valdivia Berry, que fue la
primera en reportar el descubrimiento en 2009. Las semillas
han sido permineralizadas, lo que significa que han sido
reemplazadas por minerales duros que permitieron su
preservación durante millones de años. Algunas de las
semillas todavía estaban en gran parte completas, lo cual
sugiere que el pequeño dinosaurio hambriento las devoró (¿es
la primera vez que se "engulló" alguna vez en un papel de
investigación de dinosaurio?), en lugar de tomarse el tiempo
para masticarlas.
Estas semillas endurecidas probablemente habrían
pasado a través de los tractos digestivos del
dinosaurio, para ser 'expulsadas' como granos de
semilla, lo que significa que aún habrían sido
capaces de germinar. Los dientes de Isaberrysaura
parecen haber sido bastante pobres en el
procesamiento de alimentos, especialmente en
comparación con sus primos hadrosauros posteriores y
sus inmensas "baterías dentales" para moler la
materia vegetal en el olvido, lo que ayuda a
explicar por qué las semillas se conservan en tan
buenas condiciones.
Los investigadores identificaron estas semillas como
pertenecientes a un tipo antiguo de cícada, así como de
otras plantas. Según la investigación, comentada en PLOS
Blogs, esto es interesante, ya que muestra que algunos
dinosaurios, al igual que los mamíferos modernos, podrían
haber sido importantes para ayudar a dispersar las semillas
de plantas a lo largo de los paisajes a través del ingenio
de las plantas de explotar el hecho de que los dinosaurios a
caca de vez en cuando. Fuente; Antena 3.
Mussaurus patagonicus ha sido
escaneado con un sincrotrón.
Marz. Los fósiles de 'Mussaurus
patagonicus', procedentes de la Patagonia argentina,
están formados por 30 huevos, un esqueleto de un recién
nacido y un cráneo de un individuo joven
Una colección excepcional de fósiles de dinosaurio
de la especieMussaurus patagonicus,
formada por 30 huevos, un esqueleto de un recién
nacido y un cráneo de un individuo joven, ha sido
examinada por primera vez con un sincrotrón, según
informa hoy el ESRF (European Synchrotron Radiation
Facility) de Grenoble, que cuenta con una potente
máquina de rayos X de gran resolución.
<<<<<Dibujo
de Irma Dariozzi.
El prosaurópodo Mussaurus patagonicus, un
dinosaurio herbívoro que vivió hace unos 200 millones de
años, fue un antepasado de los dinosaurios gigantes. Sus
fosiles, descubiertos en la cuenca triásica El Tranquilo,
una zona desértica de la Patagonia argentina, corresponden a
la fase embrionaria y juvenil de la especie.
Los fósiles, que han viajado por primera vez desde Argentina
hasta Francia, fueron escaneados la semana pasada durante
cuatro días y sus respectivas noches. El objetivo:
comprender mejor el desarrollo y el crecimiento del
Mussaurus y descubrir cómo evolucionaron los
dinosaurios hasta convertirse en las criaturas más grandes
de la Tierra.
Los científicos se preguntan cómo fue la transición
entre los prosaurópodos y los saurópodos; la
transformación drástica conllevó unas importantes
modificaciones esqueléticas y elMussaurusse sitúa muy cerca de esa transición y del
origen de los saurópodos.
"Hace
aproximadamente una década, cuando comenzaron los
estudios que utilizaban la radiación de sincrotrón,
fue una revelación descubrir todas las posibilidades
que teníamos de observar el interior de los fósiles
sin destruirlos", expresa el paleontólogo argentino
Diego Pol, quien encontró la mayor parte de los
fósiles.
"Antes
eran pocas las posibilidades de descubrir lo que había en el
interior
de los huevos, pues no podíamos cortar los especímenes",
comenta. Imágenes ilustrativas. Fuente;
nationalgeographic.com.es
Llega a Trelew la
réplica del dinosaurio más grande del mundo.
Marz. En 20 días un equipo de técnicos alemanes
instalarán una réplica corpórea del dinosaurio más
grande del mundo hallado en la zona de Los Altares en el
año 2014. La réplica que quedará emplazada en el ingreso
a Trelew cuenta con 40 metros de extensión.
En el
acceso norte a Trelew se está construyendo la plataforma
para instalar la réplica del dinosaurio más grande del mundo
hallado en la provincia del Chubut en 2014, en un
establecimiento rural ubicado cerca de Los Altares.
La instalación estará a cargo de técnicos alemanes, y se
adelantó que se trata de una réplica corpórea a diferencia
del esqueleto que se exhibió ya en la provincia y en el
Museo de Nueva York, Estados Unidos.
La directora de Turismo de Trelew, Mónica Montes Roberts,
explicó a Radio El Chubut que el operativo para instalar el
dinosaurio al ingreso de la ciudad valletana se va a
producir en un plazo de 20 días, cuando tiene previsto el
arribo del dinosaurio al puerto de Puerto Madryn. "Ya
tenemos todo el terreno listo para emplazarlo", dijo.
En cuanto al lugar seleccionado para el
emplazamiento se informó que no va a ser en la
rotonda (como surgió en un primer momento) porque
iría en contra de la ley de tránsito a nivel
nacional a la que Trelew está adherida. Sería al
norte de Gendarmería.
La réplica de unos 40 metros entre la cola y la
cabeza y veinte de la altura para ser ubicada
requiere de una obra para su plataforma, para su
disposición y garantizar que persista en el tiempo,
técnicos especializados en estas estructuras
llegarán desde Alemania.
Cabe
señalar que el trabajo para exponer la réplica está a cargo
de la Fundación Egidio Feruglio y los propietarios del
terreno donde estará emplazado, el traslado con Vialidad
Nacional. Para Montes Roberts, "esto realmente va a ser un
sueño cumplido. Poder tener nuestro principal producto
turístico emplazado en el principal acceso de la ciudad".
El titanousario, especie a la que pertenece el gigante, fue
hallado en el campo La Flecha, en el paraje El Sombrero,
cerca de Los Altares, descubierto por el peón rural Aurelio
Hernández en una de sus habituales recorridas por el campo.
Este dinosaurio pesaba alrededor de 70 toneladas, el
equivalente a 10 elefantes y vivió en la Patagonia hace
alrededor de 100 millones de años, durante el período
Cretácico.
La excavación para extraerlo, se inició en enero de 2013,
pero la alerta sobre la existencia de un hueso de insólitas
dimensiones, había sido dada seis años antes. El Patagonico.
Importante reconocimiento para la Fundación Azara.
Feb. La Diputación Provincial de Huesca (DPH) ha
celebrado este viernes, 24 de febrero, la XIX edición del
Galardón y Premios Félix de Azara, que anualmente entrega esta
institución y cuya máxima distinción ha recaído en esta ocasión
en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara de Argentina.
Estos premios distinguen a entidades, colectivos,
empresas y particulares que han trabajado en la defensa y
difusión del medio ambiente en cada una de las categorías. El
presidente de la DPH, Miguel Gracia, ha mostrado su satisfacción
por una nueva edición de unas distinciones en las que "existe la
complicidad absoluta de mucha gente del territorio" ya que "han
sido los habitantes de los pueblos los que han logrado un
equilibrio con la naturaleza".
Asimismo, ha afirmado que "cualquier
acción o proyecto sobre el medio natural ha de tener en
cuenta las afecciones sociales, económicas y de
sostenibilidad que pueden originar" y deben abordarse
"desde la perspectiva del principal protagonista: el ser
humano". En la línea de la defensa del freno a la
despoblación, Miguel Gracia ha recordado que "nunca
hasta ahora había un discurso tan unánime y coincidente,
desde todos los ámbitos sociales y políticos, como el
que hace referencia en la actualidad al fenómeno de la
despoblación".
Por eso, ha estimado que esta visibilidad ha de
aprovecharse para que, por primera vez, la despoblación se
aborde como una cuestión de Estado y se considere la urgencia de
actuar desde todos los ámbitos posibles.
Por otra parte, se ha referido al "cariz más internacional" que
esta edición tienen los premios ya que "están con nosotros los
representantes de los galardonados de Argentina, que prestigia
el nombre de este altoaragonés en su territorio". El director de
la Fundación de Historia Natural Félix de Azara de Argentina,
Adrián Giacchino, ha manifestado el honor que representa
"recibir este galardón por parte de la ciudad de Huesca", una
entidad que nación en el año
2000 y en la que "llevamos el nombre de Félix de Azara con lo
cual para es un reconocimiento y un compromiso para seguir en
las tareas comunes a las que realizaba Félix de Azara".
Hallaron huellas de gliptodonte en la reserva natural
de Pehuen Co-Monte Hermoso.
Feb. Es un
yacimiento paleoicnológico ubicado a 2.500 metros al este de la
localidad.
Especialistas descubrieron luego de una tormenta un grupo de
11 huellas de gliptodonte, en la zona 1 de la Reserva
Natural de Pehuen Co.
Encabezado por la doctora Teresa Manera de Bianco, un grupo
de alumnos de la carrera de Geología de la Universidad
Nacional del Sur, guardaparques y personal del Museo de
Ciencias Naturales Carlos Darwin de Punta Alta, inició el
relevamiento fotográfico y de moldes, a fin de preservar el
registro.
La Reserva Geológica, Paleontológica y Arqueológica Provincial
“Pehuen Co-Monte Hermoso" fue declarada por Ley Provincial N° 13394,
al entender que ese ambiente natural y cultural se encuentra
amenazado por la acción antropogénica y climatológica, y "necesita
una presencia activa del estado nacional para resguardar sus
singularidades naturales y los elementos fósiles y arqueológicos que
se encuentran en su territorio".
Las huellas fósiles de 12.000 años de antigüedad están impresas en
la plataforma de abrasión de la playa, en las capas arcillo-limosas
que se hallan cubiertas parcialmente por las altas mareas.
Las papas, tomates y
pimientos tuvieron su origen en la Patagonia Argentina.
Ene. Así lo describió Peter Wilf,
el científico que lideró el
descubrimiento en la Patagonia argentina de un fruto fosilizado que data
de 52 millones de años.
El fruto antiguo pertenece a una familia de plantas que incluye
alimentos populares como papas,
tomates y pimientos. La historia del origen de esta familia es en gran parte desconocida ya
que hasta ahora, solamente se habían encontrado algunas semillas.
Los
científicos dicen que los orígenes de esta clase de fruto se remontan
decenas de millones de años, mucho más de lo que se pensaba
anteriormente.
La planta, un tipo de Physalis, se encontró en una selva
fosilizada en la Patagonia. Pertenece a la Solanaceae, o
hierba mora, familia de plantas con flores, que incluye
cultivos, tabaco, plantas medicinales y flores de jardín como la
petunia. Peter Wilf además de dirigir el equipo que descubrió el
fruto antiguo es profesor de Geociencias en la Universidad
Estatal de Pensilvania, en EE.UU. "Es la única fruta fósil que
se ha encontrado en todo este grupo de plantas, que ahora tiene
más de 2.000 especies", explicó a la BBC.
Peter
Wilf, Penn State Especímenes de frutos secos de una cereza de tierra
costera moderna de Florida Especímenes de frutos secos de una Physalis
costera moderna de Florida. "Mucha de la historia evolutiva de la vida,
especialmente de las plantas, que es raro encontrarlas como fósiles, es
en gran parte desconocida".
"Aquí
tenemos este descubrimiento de estos increíblemente inusuales y
delicados fósiles. Es casi inaudito que tal cosa pueda fosilizarse".
Esta fruta está estrechamente relacionada tanto a los tomatillos, que se
utilizan comúnmente en la cocina mexicana, como a las Physalis.
Tienen
cáscaras parecidas a los farolillos de papel que crecen alrededor de
carnosas y a menudo comestibles bayas. Previamente se pensó que los
tomatillos y las Physalis evolucionaron más recientemente
alrededor del tiempo en el que la cordillera de los Andes se levantó.
Hace unos
50 millones de años, Sudamérica estaba más cerca de la Antártida y
Australia de lo que está hoy y la temperatura del mundo también era
mucho más elevada. Los investigadores creen que el área producirá muchos
más descubrimientos de plantas fósiles.
"Los
descubrimientos paleobotánicos en la Patagonia probablemente están
destinados a revolucionar algunas visiones tradicionales sobre el origen
y la evolución del reino vegetal", dijo Rubén Cuneo investigador del
CONICET en el Museo Palentológico Egidio Ferulgio, en Chubut, Argentina.
El registro más antiguo de formas vegetales o animales hallado en
Sudamérica.
Ene. Con 560 millones de años, los
fósiles hallados por los investigadores de la Universidad Nacional
de La Plata en una cantera de Olavarría son los más antiguos de la
Argentina y de América del Sur en lo que respecta a formas de vida
de gran tamaño. Pero más allá de ese dato récord, los miles de
ejemplares de aspidella -organismo marino conformado por una base
con forma de disco de la que emergía una suerte de pluma de hasta 20
centímetros- permiten llenar un vacío en el conocimiento de los
seres vivos que habitaron las aguas poco profundas que cubrían parte
de lo que hoy es el territorio bonaerense antes de la llamada
"explosión del Cámbrico", que se produjo hace 542 millones de años.
Los aspidellas descubiertos en Olavarría pertenecen a
la llamada fauna de Ediacara, integrada por formas de vida que habitaron
los océanos, pero que no dejaron descendencia directa que llegue a
nuestros días, tras ser barridos en la "explosión del Cámbrico" por
nuevas formas de vida que son las predecesoras de la fauna
actual. El problema es que, sin esqueletos y sin caparazones,
estos organismos de cuerpo blando no dejaron mucha evidencia
fósil que permita reconstruir la historia de su paso por el
planeta.
"Éste es un hallazgo sumamente
importante, en parte porque su registro en el planeta es muy escaso",
comentó Daniel Poiré, experto en sedimentos del Centro de
Investigaciones Geológicas de la universidad platense y uno de los
autores del trabajo que resume los hallazgos y que fue publicado en los
Scientific Reports de Nature.
Tan escaso es el registro fósil de la fauna de
Ediacara que generó un debate en torno a cómo eran y cómo vivían sus
integrantes. El caso de los aspidellas lo ilustra: son fósiles con forma
de disco de hasta seis centímetros de diámetro que antiguamente se creía
que eran las marcas que medusas parecidas a las actuales dejaban al
morir sobre el fondo del mar. Sin embargo, cuenta Poiré, "cuando se
encontraron ejemplares de Rangea, otro fósil de la fauna de Ediacara con
forma de fronde o pluma que en sus bases mostraban discos similares a
los de aspidellas, se comenzó a interpretar que los discos de aspidella
eran las bases de frondes. Hoy se cree que eran grandes organismos
filtradores marinos que se alimentaban de los microorganismos
planctónicos en suspensión".
Pero la discusión no está del todo zanjada. "Hoy se
duda de su asignación biológica. Incluso se reemplazó el término fauna
por biota, por las dudas de que en realidad hayan sido algún tipo de
vegetal que hoy no conocemos", explicó Poiré, que dirige Precámbrico
Sedimentario en Argentina, el proyecto de investigación que halló los
fósiles gracias a la colaboración de Cementos Avellaneda SA, empresa que
opera la cantera de Olavarría donde se produjo el hallazgo.
Los aspidellas de Olavarría no dejan de ser una
postal -con forma más de rompecabezas que de instantánea- de un mundo
perdido, recuerdos de un fallido ensayo de la naturaleza.
"Son los únicos macrofósiles que aparecen tan sólo
unos millones de años antes de la gran explosión del Cámbrico -señaló el
investigador-. Recordemos que la gran mayoría de la fauna que hoy
conocemos apareció de golpe en la explosión del Cámbrico, hace 542
millones de años. Los macrofósiles de Ediacara serían como los
antecesores y que no pudieron cruzar esa línea de tiempo. Es como si los
«nuevos» fósiles animales les hubieran ganado el hábitat marino."
El paper publicado por Poiré y sus colegas del
Centro de Investigaciones Geológicas platense, junto con expertos de la
Universidad Estatal Paulista y la Universidad Federal de Uberlandia
(ambas de Brasil), no sólo aporta datos sobre la vida en el Precámbrico
en el mar de aguas someras que cubría la tierra que hoy se extiende
entre Barker y Olavarría. También suma evidencias al debate sobre la
existencia de un océano llamado Clymene que, en tiempos de los aspidella,
habría cubierto el sur del megacontinente llamado Gondwana.
"Existe una gran discusión sobre la existencia o no
del océano Clymene en lo que hoy es parte de Brasil y de la Argentina
hace más de 540 millones de años -explicó Poiré-. Es como armar un
rompecabezas sobre la geografía de los paleocontinentes. Lo que queda
claro es que este mar de Olavarría perteneció al océano Clymene, con el
continente probablemente al Oeste y el mar abierto hacia el Este." Del
otro lado de Clymene estaba lo que hoy es la parte central de Brasil,
que habría de unirse a Gondwana al retroceder estas aguas. Fuente La
Nacion.
Estudiaran la evolución de los Gliptodontes.
Ene.
De Argentina a Estados Unidos, buscan reconstruir el camino de
evolución del gliptodonte Desde el CECOAL de Corrientes,
plantean nuevas perspectivas para el estudio de mamíferos
prehistóricos.
Durante los últimos 30 millones de años y hasta su extinción hace
unos 10 mil años atrás, los gliptodontes fueron uno de los grandes
mamíferos que habitaron Sudamérica. Con su cuerpo totalmente
protegido por una coraza, se destacaban entre los animales más
imponentes de la fauna continental y lograron migrar hasta América
Central y del Norte.
Pese
al gran número de especies fósiles de gliptodontes que existen en
todo el continente americano, la evolución de estos grandes
mamíferos herbívoros todavía presenta capítulos inciertos. Para
conocer más precisiones de ese proceso, científicos argentinos y
norteamericanos proyectan nuevos estudios.
En un
reciente viaje a Estados Unidos, investigadores del Centro de
Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET– UNNE) de Corrientes,
iniciaron un trabajo conjunto con científicos del Museo de Arizona
del Norte, que consistió en un análisis preliminar de las distintas
colecciones que contienen restos de gliptodontes. Este primer
encuentro permitió intercambiar ideas acerca de ejemplares de
distintas partes de Sudamérica y América del Norte y formular nuevas
hipótesis respecto a la diversidad de estos mamíferos, que serán
profundizadas en el marco de un proyecto conjunto con investigadores
del Museo de La Plata, al que también se sumarán especialistas de
otros países en futuras instancias.
“Nuestros estudios han demostrado que en algún momento del
Pleistoceno y posiblemente relacionado a una glaciación que
transformó a América Central en un ambiente propicio para la
migración, los gliptodontes norteamericanos entraron a
Sudamérica. Así lo atestiguan los restos hallados
recientemente en Venezuela y Brasil. Es decir, no solamente
llegaron a América del Norte, sino que luego de algunos
millones de años volvieron a Sudamérica, ya diferenciados en
un género diferente”, explica el investigador independiente
del CONICET en el CECOAL, Alfredo Zurita, uno de los
principales especialistas en gliptodontes del país.
A
diferencia de otros grupos de mamíferos emparentados (como los
perezosos y los armadillos), los gliptodontes fueron relativamente
poco estudiados, pese a haber sido bastante comunes en toda América.
El objetivo de los paleontólogos argentinos y norteamericanos es
realizar un estudio detallado, comparando la diversidad y evolución
en América del Sur y del Norte de los gliptodontinos, una subfamilia
particular dentro de los gliptodontes. Con estos resultados, podrán
establecer las diferencias o similitudes que tuvieron estos
mamíferos en las distintas áreas y conocer más acerca de su
evolución.
“Hasta hace un tiempo atrás sabíamos muy poco de los gliptodontinos
excepto que, dentro de la notable diversidad de gliptodontes que
habitó Sudamérica, fueron probablemente los únicos en llegar a
América del Norte, con una historia que es muy particular. Estimamos
que tuvieron su origen en el norte de Sudamérica, hace unos 12
millones de años y que hace unos 8 millones de años arribaron al sur
de Sudamérica, gracias a que en ese momento existían grandes
planicies –en lo que fuera denominada la “Edad de las Planicies
Australes”-, que facilitaron los procesos de migración. Sin embargo,
los gliptodontinos parecen haber sido muy escasos en estas latitudes
durante varios millones de años hasta que, repentinamente y hace
unos dos millones de años, pasaron a ser uno de los grupos más
comunes de gliptodontes”, señala Zurita.
Junto
con el grupo norteamericano liderado por el paleontólogo David
Gillette, del Museo de Arizona del Norte, los científicos argentinos
recorrieron en Estados Unidos distintas colecciones paleontológicas
que cuentan con materiales de gliptodontinos. “Este encuentro fue
clave para ambos grupos de investigadores porque nos permitió
cotejar ideas, interactuar y ampliar el panorama de los estudios que
existen en todo el continente acerca de los gliptodontes y sus
procesos migratorios. Generó un panorama nuevo y tenemos que empezar
a trabajar con conceptos radicalmente distintos, basados en una
evolución morfológica sumamente lenta y en que la diversidad siempre
fue mucho mayor en Sudamérica con respecto a América Central y del
Norte”, explica el investigador.
“Se pensaba que los gliptodontinos habían tenido una
evolución rápida desde que ingresaron a América del Norte,
dado que se encontraron con un ecosistema diferente, al que
debieron adaptarse. Sin embargo, lo que observamos ahora es
que prácticamente no tuvieron cambios morfológicos
importantes en casi 4 millones de años.
De
hecho, es posible que los fósiles de 4 millones de años y aquellos
de 30 mil años correspondan a una misma especie. Incluso, su
distribución geográfica fue bastante limitada, ya que ningún
gliptodontino superó los 35° de latitud norte. La diversidad de
gliptodontes en América Central y América del Norte parece ser
asombrosamente baja en comparación con lo que estamos viendo en
Sudamérica”, indica Zurita.
“Este
nuevo escenario que se nos presenta nos obliga a reinterpretar mucho
de lo que creíamos saber sobre la evolución y diversidad de los
gliptodontes en general, tanto en América del Sur como en América
del Norte. Ese es un proceso muy interesante, propio de la ciencia:
a veces uno tiene una idea dando vueltas en la cabeza durante
décadas, pero no puede terminar de cerrarla porque falta algo. Nos
pasaba lo mismo tanto a nosotros como a los investigadores de
Estados Unidos y este encuentro nos permitió configurar nuevas
perspectivas para todos,” finaliza el paleontólogo. Por Cecilia
Fernández Castañón. CCT Nordeste. Conocet. Imágenes
ilustrativas.
Huellas de Reyesichnus punensis, aves fósiles en la Puna.
Ene. Los animales que vivieron en el pasado geológico dejaron
pruebas irrefutables de su existencia en forma de huesos,
dientes, conchillas, caparazones o bien por las impresiones de
sus pisadas conservadas como huellas. Dichas huellas se conocen
como icnitas y su campo de estudio es la icnología. Cuando se
trata de huellas fósiles entonces es la paleoicnología.
Salta es famosa por sus huellas de dinosaurios que aparecieron a
doble página en la revista National Geographic en enero de 1993. En
todo el norte argentino se han registrado huellas de dinosaurios
asociadas a las calizas de la Formación Yacoraite. Y no sólo de
dinosaurios, sino también de un grupo de aves que se extinguieron
con los dinosaurios y son los enantiornithes, descubiertas en el
Valle del Tonco en el punto donde se encuentra la mina de uranio Don
Otto.
Son menos conocidas las abundantes huellas de aves fósiles
que se descubrieron en la Puna. Las más antiguas se
encontraron en unas lajas rojas de Farallón Catal en el
salar del Hombre Muerto y tenían una edad de 15 millones de
años. Las dimos a conocer en 1978 en un trabajo que
publicamos en un congreso de paleontología junto a los
colegas Eduardo Carbajal y Mario Raskovsky, ambos ya
fallecidos.
<<<< Imagen ilustrativa.
Corresponden a un representante antiguo de los teros y las
bautizamos como Reyesichnus punensis, en homenaje al Dr. Celso
Reyes, que fuera profesor de la Universidad Nacional de Salta. En la
sierra de Sijes, en el salar de Pastos Grandes, se encuentran capas
de boratos formadas entre 5 y 7 millones de años atrás. Esos mantos
boratíferos yacen entre camadas de cenizas volcánicas, yeso, arenas,
limos y arcillas.
Representan el relleno sedimentario de una antigua cuenca tectónica
tal como lo es el actual salar de Pastos Grandes, y fueron plegadas
por los movimientos orogénicos andinos. Las capas se formaron en un
ambiente de lago alcalino, rodeado de playas arcillosas y sobre el
cual llovían periódicamente cenizas volcánicas generadas por los
grandes volcanes del arco andino.
En aquel tiempo la Puna, al igual que ahora, estaba salpicada de
lagos salinos de distintos tamaños. En esos lagos vivía una
abundante avifauna que medraba en sus playas y dejaba impresas sus
huellas en el barro fresco.
Cada tanto las pisadas eran enterradas por sedimentos que las
preservaban como estructuras fósiles. Téngase presente que una
pisada es una marca inorgánica producida por un organismo vivo y no
un verdadero fósil. Pero más allá de los tecnicismos lo cierto es
que allí quedaron sepultadas para los millones de años venideros,
las evidencias de vida de aquellas aves pretéritas emparentadas por
su morfología con las aves actuales.
A veces se encuentran también huellas de roedores y
algún otro mamífero.
Gracias a los minerales radiactivos de las cenizas
volcánicas se pudo calcular con precisión la antigüedad
de las capas portadoras de las pisadas fósiles. Los
cristales de zircón permiten conservar como un reloj
atómico el tiempo transcurrido desde su formación. A su
vez las huellas fósiles de organismos en general y de
aves en particular tienen un gran valor para interpretar
como fueron aquellos ambientes antiguos o paleoambientes.
Hay huellas pequeñas, medianas y grandes; tridáctilas y
tetradáctilas; con o sin membranas interdigitales, entre otros
detalles. Se han identificado representantes morfológicos de los
actuales flamencos, patos, guayatas, teros, teritos y otros pájaros
y zancudas.
Por el tipo y tamaño de las huellas se puede saber la profundidad
del agua desde el borde hasta el centro de los cuerpos lacustres.
Esto permite valiosas reconstrucciones paleobatimétricas. Su
relación con las capas de boratos permiten inferir cuales fueron los
ambientes en que éstos se formaron. Imagen de Archivo. Fuente;
eltribuno.info.
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